16 de febrero de 2020
EL MAYOR ATAQUE AÉREO DE LA HISTORIA
Los
aviones de las fuerzas aliadas inician un bombardeo masivo sobre objetivos
iraquíes en Irak y Kuwait
Los
aviones de la fuerza multinacional lanzaron sobre Irak y Kuwait el mayor ataque
aéreo de la historia. Y no han completado su labor. Desde que comenzó la
acción, sobre las 2.40 del jueves en Irak (0.40, hora peninsular española), se
produjeron más 1.000 operaciones aéreas en las primeras 24 horas de guerra.
Dieciocho mil toneladas de bombas machacaron objetivos estratégicos. Además, se
lanzaron 100 misiles de crucero Tornahawk desde los navíos aliados. Fueron
derribados un F- 18 estadounidense, cuyo piloto murió; un Tornado británico,
cuyos dos pilotos estaban perdidos en el desierto, y un aparato kuwaití, según
el Pentágono; Bagdad aseguró haber derribado 76 aviones. La artillería iraquí
alcanzó la refinería de Jafji, en la frontera entre Arabia Saudí y Kuwait,
antes de ser acallada por helicópteros aliados. El segundo ataque se inició
sobre las 21.00 (hora española), cuando aviones Harrier y B-52G iniciaron el
ataque de objetivos en Irak y Kuwait.
Sobre
las 21.00 (hora peninsular española), apenas 20 horas después del primer ataque
aliado sobre Irak, se inició una segunda ronda de incursiones aéreas sobre
objetivos iraquíes situados en Irak y Kuwait, en la que participaron las
fortalezas volantes B 52G y los Harrier británicos aparatos de despegue
vertical cuyo objetivo fundamental era atacar la infantería blindada iraquí
estacionada en Kuwait. Mientras tanto, fuerzas terrestres comenzaron ayer a
trasladarse hacia las proximidades de la frontera con Kuwait desde bases
situadas en Arabia saudí. Los nuevos ataques sobre Bagdad fueron respondidos
con fuego antiaéreo iraquí.
De
hecho, el territorio kuwaití había empezado a ser bombardeado sobre las dos de
la tarde, hora local con ataques intermitentes sobre objetivos precisos. Aunque
las explosiones podían ser oídas desde la capital del emirato, la ciudad no
sufrió daños y seguía con suministro de agua y electricidad. Este segundo
ataque, sobre cuya magnitud no fueron facilitados datos, es el segundo, tras el
que inició la guerra.
Mientras
tanto, la cadena de televisión norteamericana CNN aseguraba que la resistencia kuwaití
se mostraba muy activa y que, de vez en cuando, se podían oír disparos en la
capital. Richard Cheney, el secretario de Defensa estadounidense, había
advertido que la operación aérea sería sólo una fase muy inicial de la
operación militar. Los datos de la primera incursión fueron conocidos ayer,
aunque en una información muy escasa y prácticamente, en su totalidad
procedente de la fuerza multinacional.
En
las primeras siete horas hubo 750 salidas de los aviones aliados. La gran
mayoría eran estadounidenses, aunque también participaron aparatos británicos,
franceses, saudíes y los 12 que controla el gobierno de Kuwait en el exilio. En
el ataque aéreo, considerado como el mayor de la historia, participaron F-14
Tomcat, F-15, F-16, F-10, F- 111, el invisible F-117, los superbombarderos
B-52, FA-18 Hornet, Jaguar británicos, Tornados y Mirages fraceses y
helicópteros Apache y avienes de alerta aérea Awacs. Por primera vez en una
guerra también fueron utilizados 100 misiles de crucero, lanzados desde los
navíos aliados, cuyo coste por unidades de un millón de dólares (97 millones de
pesetas).
Respuesta
iraquí
El
ataque, aprovechando la oscuridad de una noche de luna nueva, fue rápido y
fulminante, y la respuesta iraquí fue "limitada... mínima", según
explicó el Teniente Coronel Mike Scott, de la fuerza aérea de los EEUU, en
Riad. Según fuentes del Pentágono, fueron destruidas 100 bases aéreas iraquíes,
defensas antiaéreas, plataformas de lanzamientos de misiles, centros de mando y
arsenales de armas químicas. El ataque se concentró en puntos estratégicos
previamente seleccionados, y el bombardeo fue especialmente intenso contra las
plataformas de misiles situadas en el oeste de Irak, desde las cuales,
presumiblemente, Sadam Husein pretendía contraatacar a Israel. Objetivos
situados en las ciudades de Bagdad y Basora fueron atacados de forma intensa
desde el inicio de los bombardeos, operaciones narradas por teléfono por los
enviados especiales de la CNN, hasta que a las 17.00, hora española, Irak
decidió cortar la comunicación.
La
fuerza aérea iraquí habría sido la más afectada por los bombardeos. Muchos aviones
fueron destruidos sin tener tiempo de despegar, y los combates en el aire
fueron muy escasos. "Hay algunos combates aéreos", reconoció el General
Colin Powell, jefe del Alto Estado Mayor Conjunto norteamericano, "aunque
la superioridad es nuestra". Pero matizó: "Las fuerzas aéreas
iraquíes todavía existen".
La
idea de que Irak conserva una capacidad de respuesta superior a la que la
euforia del primer momento hacía suponer fue cobrando fuerza ayer, a la vez que
la agencia oficial iraquí INA hacía públicos los primeros datos de bajas entre
las fuerzas aliadas. Bajas sobre las que no fue facilitada información en
ninguno de los centros aliados. Según Bagdad, 76 aviones habrían sido abatidos,
además de 23 misiles destruidos. La agencia reconocía que en Irak se habían
producido 23 muertos "mártires” y 66 heridos.
Casi
en el mismo momento en el que la agencia iraquí daba estos datos, el General
israelí Nachaman Shair, portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel
manifestaba sus sospechas respecto a que la capacidad de ataque iraquí estaba
menos menguada de lo que sugerían las primeras versiones y aseguraba que Israel
temía un ataque dentro de las próximas 24 horas, como así fue.
El
Centro de Estudios Estratégicos de los EEUU, sin embargo, afirmó que la
operación aérea era "la más compleja y moderna" de la historia, y que
había tenido éxito en el 80% de sus objetivos. Un portavoz del ministerio de
Información de Kuwait en el exilio afirmó que habían sido destruidas las dos
únicas bases aéreas que Irak poseía en el emirato petrolero, aunque reconoció
que en la operación había sido derribado uno de los aparatos kuwaitíes. La
agencia soviética Tass afirmó que el propio palacio presidencial de Sadam
Husein, en Bagdad, había sido alcanzado por las bombas. Expertos militares
mostraron su sorpresa por la escasa reacción iraquí, y trataban de justificarla
por el éxito en la distorsión de las comunicaciones, que precedió al inicio de
los bombardeos aliados, aunque Israel sugería que Sadam disponía de aparatos
sepultados bajo la arena, así como de misiles fijos y móviles.
El
Pentágono reconoció la pérdida de un F-18, cuyo piloto habría fallecido, y
Londres afirmó que un Tornado había sido derribado y que se había informado de
ello a las familias de los dos pilotos. Posteriormente, la BBC informó que los
dos pilotos habían saltado en paracaídas sobre el desierto y que habían lanzado
un SOS. La aviación británica trataba de localizarlos para rescatarlos antes de
que fuesen localizados por el ejército iraquí. Francia afirmó que cuatro de sus
Jaguar habían sido alcanzados, pero que pudieron regresar a sus bases. Sólo uno
de ellos había sufrido daños de consideración.
La
agencia oficial de noticias iraquí, IRNA recogió el primer comunicado de guerra
de las fuerzas armadas en el que se afirmaba que habían sido abatidos 14
aviones enemigos, 3 en Basora y 9 en el sector marítimo (que se llegaron a ser
76 con el paso de las horas) y alcanzadas varias plataformas petroleras
saudíes. El comunicado fue calificado de "ridículo" por el Pentágono.
Poco antes, Sadam Husein había llamado a la resistencia a la población iraquí y
afirmó que la madre de todas las guerras ha comenzado". Radio Bagdad
solicitó a la población que no matase a los pilotos aliados que pueda capturar
"porque pueden ser fuente de información militar muy valiosa y porque la
Ley Islámica lo prohíbe".
A
primera hora de la tarde de ayer se conoció la primera reacción iraquí fuera
del territorio bajo su control. Baterías de artillería alcanzaron dos depósitos
de la refinería de Jafji, en Arabia Saudí junto a la frontera con Kuwait.
Durante dos horas, Irak bombardeó esta refinería, hasta que helicópteros
estadounidenses acallaron los cañones, según fuentes de Riad. El incendio de
los dos depósitos no había sido controlado al cierre de esta edición, pero Riad
insistía en que no se habían producido víctimas civiles.
Radio
Teherán, en su boletín informativo en lengua farsi de las 17.30, hora
peninsular española, captada en Madrid, citando fuentes periodísticas que no
identificó, informó que "todas las refinerías de Arabia Saudí han sido
bombardeadas por misiles iraquíes y están ardiendo". Asimismo, según la
emisora, la artillería antiaérea iraquí se mostró muy activa durante las
pasadas horas y señaló que las instalaciones han sido bombardeadas con misiles,
y no con la aviación.
También
informó que 12 aviones estadounidenses habían sido atacados sobre cielo saudí
por la aviación de Irak, y que otros cuatro aparatos británicos también habían
resultado alcanzados por sus proyectiles.
Ratas
del Desierto
A
media tarde de ayer llegaban las primeras noticias de movimientos de tropas de
tierra cerca de la frontera con Kuwait. Las fuerzas británicas conocidas como
Las Ratas del Desierto abandonaron sus campamentos de entrenamiento para
trasladarse a su zona de combate, según la agencia Reuter. Los integrantes de
este grupo, conocido por su gran capacidad de acción en el desierto, se
despertaron con este mensaje del locutor de su emisora: "Buenos días,
caballeros. Esto ya no es un ejercicio. La guerra ha sido declarada".
El
General egipcio Salab Halabi, en una conferencia de Prensa celebrada en Riad,
afirmó que 50 tanques iraquíes se disponían a rendirse, y que el ejército
egipcio estaba dispuesto a acoger a todos los iraquíes que optasen por la
rendición. En Turquía, se abría la posibilidad de un nuevo frente con la
llegada de 37 cazabombarderos F-15 estadounidenses. La agencia iraní IRNA, que
informó del hecho, afirmaba que se trataba de los preparativos para un ataque
sobre la zona norte de Irak, en un área montañosa en la que Sadam podría haber
ocultado algunas escuadrillas. Los EEUU dispone, en sus bases en Turquía,
Awacs, F- 15, FA- 18, A6 y F16.
Fuente:
https://elpais.com
15 de febrero de 2020
EL COMBATE AÉREO EN LOS CIELOS DE IRAK
Por
José Sánchez Méndez (*)
La
doctrina militar iraquí carece del concepto ofensivo del poder, aéreo, por lo
que desde que comenzó la guerra del Golfo renuncio a la obtención del dominio
del aire.
En
el momento presente, la fuerza aérea de la coalición ha obtenido la
superioridad aérea, o al menos tal grado de dominio del aire que le está
permitiendo efectuar con plena libertad de acción todas las operaciones aéreas
dirigidas contra el potencial militar iraquí, al mismo tiempo que le ha negado
a la aviación de Sadam Husein esta posibilidad.
Se
ha conseguido la supresión de las defensas aéreas con la práctica destrucción
del sistema de mando, control y comunicaciones y la mayor parte de los sistemas
antiaéreos de Irak, hasta tal punto que la aviación multinacional realiza
operaciones de reabastecimiento en vuelo sobre Bagdad.
Hay
dos formas de alcanzar el dominio del aire: una es como cuando se ataca a un
ave, en su nido, fuera de su medio protector, en el aire que se mueve. La otra
es intentar cazarla en vuelo, forma más cara y difícil, pues dependerá en gran
medida de la técnica, la habilidad y las armas disponibles.
La
HeyL Ha'Avir o Fuerza Aérea de Israel demostró, durante la Guerra de los Seis
Días, cómo se debe destruir el poder aéreo enemigo, en el suelo, y de tal forma
fue asimilada la lección que desde entonces todas las fuerzas aéreas que se
precien han construido refugios reforzados no sólo para sus aviones de combate,
sino también para las áreas de mantenimiento y abastecimiento.
En
este sentido, Irak ha seguido este camino, y, como ya es conocido, esta
decisión ha hecho que poco más de una docena de sus cazas fuesen destruidos en
las pistas, aparcamientos o hangares. Sin embargo, la tecnología occidental ha
desarrollado armamento inteligente capaz de destruir los refugios y bombas y contenedores
de submunición diversa que pueden saturar superficies de grandes dimensiones,
como son las bases aéreas y que, al ser alcanzadas, quedan temporalmente
neutralizadas.
Nuevas
tecnologías
Estas
operaciones han corrido a cargo de los caza-bombarderos de la coalición de mayor
capacidad de penetración y no dependientes de la oscuridad, visibilidad o
condiciones meteorológicas, como han sido los F- 111, F15E, Tornado y los F-
117 de baja detectabilidad, pues la tecnología presenta hoy día soluciones a los
problemas derivados de las circunstancias anteriores. Sistemas de infrarrojos y
electroópticos y resistentes a las contramedidas electromagnéticas, radares de
mejores características, conjuntos de proyección de mapas y radar, equipos de
seguimiento del terreno, medios láser y de fibras ópticas son puestos a
disposición de las fuerzas aéreas. A su vez, los pilotos pueden usar sensores
junto a cámaras de televisión de baja luminosidad, gafas de visión nocturna,
Iluminadores láser, intensificadores de luz y bengalas.
La
ocultación y permanencia en sus refugios reforzados y la huida a Irán de más de
un centenar de aviones iraquíes han evitado la total destrucción física de la
aviación de Sadam Husein, es cierto, pero esta puesta a salvo no le está
permitiendo hacer frente a la fuerza aérea de la coalición. Irak no sólo ha
perdido así la superioridad aérea, tampoco podrá utilizar sus aviones, ni
lanzar, por tanto, su armamento aéreo con cargas químicas o bacteriológicas,
como hizo contra el ejército iraní o contra los kurdos. Ello habría decidido de
antemano el desenlace de la batalla terrestre que se avecina.
En
la búsqueda de la destrucción de la aviación de Sadam, la fuerza multinacional
abatió cierto número de cazas que se encontraban en el aire. Entre esta treintena
de aviones iraquíes derribados en combate aéreo, más de la mitad han sido
Fulcrum, Flogger y Mirage, el material más moderno de la aviación de Sadam
Husein, mientras que los 32 caza-bombarderos aliados destruidos lo fueron por la
defensa antiaérea y por accidentes, pero ninguno lo fue por cazas enemigos.
A
pesar de los escasos enfrentamientos aéreos habidos se pueden ya obtener las
siguientes conclusiones:
- La doctrina militar iraquí carece del concepto ofensivo del poder aéreo, por lo que desde el principio renunció a la obtención del dominio del aire.
- No ha existido por parte de Irak un conocimiento de su enemigo aéreo, principio fundamental de la guerra, por lo que sus fuerzas armadas han sufrido la sorpresa intelectual, táctica y tecnológica. Sadam Husein ha cometido el error de preparar esta guerra según la mayoría de los preceptos y principios empleados en sus enfrentamientos con Irán, pero las conclusiones que pudo obtener entonces son inaplicables a la fuerza multinacional.
- Los más reconocidos especialistas han expresado que "la victoria pasa forzosamente por la superioridad electromagnética". Sin este requisito hoy día es inimaginable la batalla aérea. La moderna guerra aérea, incluida la batalla contra superficie, exige que todos los aviones, no sólo los de combate, deben llevar medios de autoprotección pasiva, los llamados receptores de aviso de amenazas (radar, de infrarrojos, o láser), interceptores y perturbadores electromagnéticos, mecánicos (chaff) y caloríficos (bengalas).
En
Irak, las contramedidas de la fuerza aérea aliada neutralizaron con toda
facilidad la acción de los misiles tierra-aire y aire-aire de Irak.
Armas
superiores
Los
cazas de la aviación multinacional poseen un armamento para el combate aéreo
muy superior al de Irak, capaces de ser lanzados desde cualquier ángulo y
dirección de ataque. Los misiles aire-aire AIM9L/M Sidewinder, AIM-7F Sparrow,
AMRAAM o el de largo alcance Phoenix, que responden al concepto fire and forget
(una vez disparados, el piloto puede buscar otro blanco aéreo sin preocuparse
del misil lanzado, que prácticamente con toda seguridad derribará a su
objetivo) son imposibles de ser neutralizados por las contramedidas iraquíes y
mucho más efectivos que los que están en servicio en el inventario de Sadam
Husein. La guerra ha alcanzado una dimensión con los avances de la tecnología.
El armamento aire-aire para la guerra moderna debe basarse en misiles guiados
por infrarrojos o por radar, capaces de ser disparados sin restricciones en la
dirección de ataque que se desee y conservar el cañón por si fuese necesario
para los combates próximos o dog figth. Poseer el armamento aire-aire y
aire-suelo más avanzado es condición para alcanzar la victoria.
Una
aviónica avanzada, equipos de búsqueda, detección, seguimiento y control de
fuego contra cualquier blanco aéreo que vuele más alto o próximo al terreno son
requisitos indispensables para imponerse al adversario.
Desde
el mismo instante en que los cazas iraquíes inician su maniobra de rodaje y
despegue, los potentes radares de los AWACS E3-A Sentry detectan sus
movimientos. Los cazas aliados de patrulla aérea de combate, o bien en
situación de alerta en el suelo, reciben inmediatamente la orden de
interceptación. Mientras tanto, otros aviones aparentemente más discretos, pero
tremendamente eficaces, como los EC135 de guerra electrónica, perturban las
comunicaciones tierra-aire, aire-aire y aire-tierra iraquíes, dejando sin
órdenes de conducción ni información a los cazas iraquíes, a la vez que sus
radares de a bordo y medios de autoprotección pasivos son neutralizados por las
ECM de la aviación multinacional. De esta forma quedan totalmente inermes para
afrontar el combate, sólo les quedan dos posibilidades, ser derribados o huir
cuanto antes. La presencia de los AWACS E3-A Sentry ha impedido que Irak
pudiera lanzar un ataque aéreo por sorpresa, proporcionando al mismo tiempo a
la fuerza aérea multinacional la posibilidad de realizar una defensa aérea
adelantada de vigilancia y detección, así como aumentar la profundidad de la acción
aérea ofensiva.
Finalmente,
queda una condición esencial que debe reunir todo piloto de combate, conocer
las características del avión enemigo y sus vulnerabilidades, así como las
tácticas aéreas de su adversario. Es por ello que los planes de adiestramiento
deben estar basados en un completo estudio de la aviación potencialmente
enemiga.
Cuando
la guerra de Vietnam, la USAF se vio sorprendida hasta el punto de que los
verdaderos ases fueron dos pilotos norvietnamitas, que obtuvieron 15 derribos
cada uno.
Así
nacieron los agressors, un grupo selecto de instructores, especialistas que
entrenan a los pilotos de los EEUU en las técnicas de la aviación militar
soviética. Como es frecuente oír en las escuelas de cazas occidentales: “así te
entrenes, así combatirás”.
(*)
General de aviación. Miembro del Instituto de Estudios Estratégicos de Londres.
(**)
Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 10 de febrero de 1991
Fuente:
https://elpais.com
CAMPAÑA AÉREA DE LA GUERRA DEL GOLFO

Aviones
F-15C, F-15E y F-16 de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos sobre pozos
petrolíferos de Kuwait incendiados por las tropas iraquíes en su retirada.
Fecha:
17 de enero de 1991 – 23 de febrero de 1991
Lugar:
Irak y Kuwait
Resultado:
Victoria de la coalición. Superioridad aérea conseguida en un mes.
Consecuencias:
Inicio de la ofensiva terrestre.
Beligerantes
Estados
Unidos
Reino
Unido
Arabia
Saudita
Canadá
Francia
Italia
Irak
Comandantes
Estados
Unidos
Chuck
Horner
Norman
Schwarzkopf
Colin Powell
Reino Unido
Andrew Wilson
Bill Wratten
Arabia Saudita
Khalid bin Sultan
Saleh
Al-Muhaya
Irak
Sadam
Husein
Ali
Hassan al-Mayid
Fuerzas
en combate
Coalición:
Cientos de aeronaves
Irak:
Numerosas aeronaves y sistemas de defensa antiaérea
Bajas
Coalición
46
muertos o desaparecidos
8
capturados
41
aeronaves derribadas por sistemas antiaéreos
2
aeronaves estrelladas tratando de evadir esos sistemas
4-6
aeronaves derribadas en combate aire-aire
61
aeronaves destruidas en total la cual 49 son estadounidenses
Irak
10000-12000
muertos
105
aeronaves destruidas en tierra
36
aeronaves derribadas con combate aire-aire
2000-3000
civiles iraquíes muertos
La
campaña aérea de la Guerra del Golfo, también conocida como Operación Trueno
Inmediato o bombardero de Irak de 1991, comenzó con una extensa campaña de
bombardero aéreo el 17 de enero de 1991. La aviación de la coalición realizó
más de 100000 salidas, lanzando 88500 toneladas de bombas, y destruyendo
ampliamente las infraestructuras militares y civiles de Irak. La campaña
aérea fue comandada por el Teniente General de la Fuerza Aérea
de los Estados Unidos Chuck Horner, quien sirvió brevemente como Comandante en
Jefe Avanzado del Mando Central de los Estados Unidos mientras el General
Norman Schwarzkopf todavía estaba en los Estados Unidos. La campaña
aérea en gran parte finalizó el 23 de febrero de
1991 cuando se inició la campaña de liberación de Kuwait.
Los
ataques iniciales estaban compuestos por misiles de crucero Tomahawk lanzados
desde buques de guerra situados en el Golfo Pérsico, aviones de ataque
furtivos F-117A Nighthawk armados con bombas inteligentes guiadas por láser, y aviones F-4G Wild
Weasel armados con misiles antirradar HARM para supresión
de defensas aéreas enemigas. Estos primeros ataques permitieron a los
cazabombarderos F-14, F-15, F-15E, F-16, y F/A-18 lograr la superioridad aérea
sobre el país y entonces continuar el lanzamiento de bombas guiadas por láser y
por televisión.
Los
aviones de ataque A-10 Thunderbolt II, armados con potentes cañones automáticos
y misiles aire-superficie Maverick, bombardearon y destruyeron las fuerzas blindadas
iraquíes,
apoyando el avance de las tropas terrestres de los Estados Unidos. Los helicópteros
de ataque AH-64 Apache y AH-1 Cobra dispararon misiles Hellfire y TOW que eran
guiados hacia los tanques marcados por observadores en tierra o helicópteros
de reconocimiento.
La
flota aliada también hizo uso de los AWACS E-3 Sentry y una flota de
bombarderos estratégicos B-52.
La
fuerza aérea aliada estaba compuesta por más de 2250 aeronaves de combate, de
las que 1800 eran de los Estados Unidos, y combatió a una fuerza iraquí que
contaba con aproximadamente 500 cazas MiG-29, MiG-25 y MiG-23 de fabricación
soviética, y Mirage F1 de fabricación francesa.
Fuente:
https://es.wikipedia.org
14 de febrero de 2020
LA MUERTE QUE CAYÓ DEL CIELO: TRES DÍAS DE ESPANTO Y MONTAÑAS DE CADÁVERES EN DRESDE
Entre
el 13 y el 15 de febrero de 1945 más de 800 aviones de las fuerzas aliadas
convirtieron a la localidad alemana en una hoguera gigante. La llamada
“Florencia del Elba”, por sus imponentes construcciones medievales y del
Renacimiento, recibió miles de toneladas de bombas explosivas e incendiaras que
arrasaron con todo y dejaron decenas de miles de muertos. Los feroces
bombardeos del “Carnicero Harris”. La crónica del horror de un soldado
prisionero que sobrevivió
Por
Matías Bauso
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La
ciudad de Dresden fue bombardeada durante 3 días por los Aliados entre el 13 y
15 de febrero de 1945 (Northcliffe Collection/ANL/Shutterstock)
Cualquier
habitante de Dresde sabe cuál fue la peor noche en la vida de su ciudad: esa
noche de hace 75 años en la que desde el cielo cayó una fuerza destructiva
incomparable. Y también sabe cuáles fueron la segunda y tercera peores noches
de su vida: las dos siguientes. Cuando terminaba el 13 de febrero de 1945
sonaron las alarmas antiaéreas. La gente corrió a los sótanos de los edificios.
Más de 200 aviones integraron esa primera oleada. Las fuerzas aliadas se habían
propuesto destruir Dresde. Una lluvia de devastación, que duraría tres días,
cayó sobre la antigua ciudad alemana
Hasta
ese momento Dresde había sido bastante afortunada. Recién en agosto de 1944
recibió los primeros ataques aéreos. Sus habitantes no estaban preparados para
las bombas enemigas. Casi no existían refugios antiaéreos de hormigón. Nadie
los construía. Creían que la ciudad era inexpugnable.
Como
sucedió también en Hiroshima por sus calles se fortalecían las leyendas que
justificaban que se mantuviera intacta. Algunos decían que era porque vivía una
tía de Winston Churchill, otros sostenían que existía un acuerdo secreto en el
que los enemigos se habían comprometido a mantener indemnes a Oxford y a esta
ciudad, también estaban los que aseguraban que los Aliados pretendían que
Dresde, una vez terminada la guerra, fuera la nueva capital alemana debido a su
enorme valor cultural. Era llamada, hasta ese momento, la Florencia del Elba.
Imponentes construcciones medievales y del Renacimiento se concentraban en la
Ciudad Vieja. Tenía una enorme vida cultural y una hermosa arquitectura.
La
RAF, la Fuerza Aérea inglesa, estaba al mando de Arthur Harris, el Carnicero o
Bombardero Harris. Se lo conocía por su dureza, por ser un militar rígido e
inclemente, que se vanagloriaba de su falta de sensibilidad. Logró imponer los
bombardeos “alfombra o de área”. Consistían en que los aviones dejaran caer sus
bombas sobre zonas determinadas, tratando de arrasar ese sector, sin atacar
objetivos específicos, sino poblados en su totalidad. La combinación de las
bombas explosivas con las incendiarias convertía a ese cóctel asesino en algo
arrasador. Nada quedaba en pie.
Tres
horas después del primer ataque, llegó la segunda oleada. Miles de toneladas
lanzadas desde el aire. Luego, a razón de uno por día, volvieron los bombardeos
hasta el 15 de febrero. Participaron en total más de 800 aviones.
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Dresde
quedó destruida, se convirtió en una hoguera gigantesca. El segundo ataque
encontró a gran parte de la población en las calles tratando de remover
escombros, intentando rescatar heridos, buscando con desesperación a sus
familiares. En este caso ya no hubo sirenas antiaéreas masivas (Northcliffe
Collection/ANL/Shutterstock)
Dresde
quedó destruida, se convirtió en una hoguera gigantesca. El segundo ataque
encontró a gran parte de la población en las calles tratando de remover
escombros, intentando rescatar heridos, buscando con desesperación a sus
familiares. En este caso ya no hubo sirenas antiaéreas masivas. Sólo algunas
activadas manualmente.
La
ciudad ya estaba sin luz ni agua. Al no existir refugios o bunkers de hormigón,
la gente, en su desesperación, corrió a protegerse en los sótanos de estas
antiguas edificaciones. A muchos lo que los debía proteger, los aplastó; cayó
literalmente sobre sus cabezas. A muchos otros el calor los consumió, el
oxígeno se acabó y sólo quedaba monóxido de carbono para respirar. El lugar que
habían elegido para protegerse se había convertido, literalmente, en un horno.
Alcanzados
por las bombas, aplastados por las construcciones derrumbadas, calcinados,
quemados por dentro o asfixiados. Decenas de miles de personas murieron en
pocos minutos. El infierno se había instalado en esa antigua ciudad alemana.
Por lo que habían sido sus calles (en 20 minutos se habían convertido en una
especie de cantera espectral) se escuchaban quejidos, llantos desgarrados,
explosiones tardías y cada tanto el ruido sordo de algún derrumbe tardío.
Uno
de los pilotos británicos que atacó Dresde la noche del 14 de febrero dijo:
"El infierno, tal y como lo imaginamos los cristianos, debe ser algo
parecido a esto. Esa noche me hice pacifista”
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Alcanzados
por las bombas, aplastados por las construcciones derrumbadas, calcinados,
quemados por dentro o asfixiados. Decenas de miles de personas murieron en
pocos minutos. El infierno se había instalado en esa antigua ciudad alemana
(Northcliffe Collection/ANL/Shutterstock)
El
fuego de las bombas incendiarias se esparcía, se contagiaba. La ciudad era una
gran bola de fuego. Esa tormenta de fuego absorbía el oxígeno y calcinaba los
pulmones. Hubo gente que se tiraba dentro de los tanques de agua, pero estos se
habían convertido en gigantes ollas de agua hirviendo, en inesperada lava.
El
escritor Kurt Vonnegut, uno de los sobrevivientes, escribió: “Encontramos por
doquier una especie de troncos abrasados que eran los restos de las personas
calcinadas bajo la tormenta de fuego. Dresde parecía un paisaje lunar. No
quedaba nada”.
Después
vino el problema de la remoción de los cuerpos debajo de los cientos de kilos
de escombros, el reconocimiento de los cadáveres, su entierro. Cuando cambió el
clima, el hedor comenzó a ser insoportable. El cementerio de la ciudad no daba
abasto. Las fuerzas de los sobrevivientes se agotaban. El reconocimiento de las
mujeres era más dificultoso que el de los varones: ellas llevaban sus
documentos en las carteras que habían quedado lejos de sus cuerpos o se
confundían con las de otras. En un momento se tomó la decisión de ingresar en
los sótanos dónde todavía había decenas de cuerpos con lanzallamas para
cremarlos in situ.
Las
reacciones posteriores variaron según de qué lado de la contienda se estuviera.
El escritor alemán Thomas Mann, exiliado en California, sostuvo que esa
destrucción se justificado por el odio y la violencia sembrada por los nazis.
Las justificaciones de los altos mandos de los Aliados se centraron en la importancia
táctica de Dresde. Se dijo que era uno de los nudos ferroviarios alemanes más
importantes, de los pocos que se mantenían en funcionamiento. Que había
fábricas importantes que seguían aportando armamento al frente. Que era vital
para ayudar a los soviéticos que venían por el frente del Este. Sin embargo, el
puente del Río Elba que permitía conectar los trenes con toda la región
oriental no fue destruido.
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Después
vino el problema de la remoción de los cuerpos debajo de los cientos de kilos
de escombros, el reconocimiento de los cadáveres, su entierro. Cuando cambió el
clima, el hedor comenzó a ser insoportable. El cementerio de la ciudad no daba
abasto (Sovfoto/Universal Images Group/Shutterstock)
En
Londres, en la Cámara de los Comunes en marzo del 45 se debatió la cuestión.
Richard Strokes, del Partido Laborista, citó diarios ingleses y alemanes para
describir el horror que habitaba las calles de Dresde. Luego explicó las
distintas motivaciones que puede tener un bombardeo en medio de una guerra y se
opuso a que continuaron “los bombardeos del terror”.
Churchill,
en ese momento, escribió una carta a sus altos mandos: “Me doy cuenta de que es
necesario concentrarse en los objetivos militares, tales como las plantas
petrolíferas y las comunicaciones inmediatamente contiguas a la zona de
combate, antes que en meros actos de terror y de destrucción gratuitos, por
espectaculares que éstos resulten”.
Luego,
por sugerencia de algunos de sus asesores, cambió el contenido de la carta:
“Creo que llegó el momento de revisar los supuestos bombardeos zonales en
Alemania, teniendo en cuenta nuestros propios intereses. Si tomamos el control
de un país que ha sido totalmente reducido a escombros, nos resultará difícil
alojar a nuestros soldados y a los aliados”.
El
cambio de táctica, la suspensión de los bombardeos a ciudades, no tuvieron un
móvil humanitario: estaban pensando en lo que sucedería después de la guerra,
en cómo harían ellos para controlar esos territorios y de qué manera vivirían
los integrantes de las fuerzas de ocupación.
Sin
embargo, la actitud que prevaleció fue que no se hablara demasiado de este
ataque durante mucho tiempo. Hiroshima, Nagasaki y el fin de la guerra
monopolizaron la conversación.
En
Alemania sucedió lo mismo. La culpa colectiva por las atrocidades del nazismo
condenó al olvido, durante años, los bombardeos aliados sobre las poblaciones
civiles en los meses finales de la contienda. Había una especie de contrato
tácito que hacía que los alemanes no hablaran del estado de ruina material y
moral en la que estaban sumidos.
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En
la actualidad los bombardeos de Dresde son esgrimidos por negacionistas y por
integrantes de la extrema derecha para impugnar las acusaciones contra el
genocidio perpetrado por los nazis. O para igualar esta operación de los
aliados con el plan sistemático de los nazis (Sovfoto/Universal Images
Group/Shutterstock)
Fue
el escritor W.G. Sebald el que puso el foco sobre la cuestión. En su libro
Historia natural de la destrucción acusa a varias generaciones de autores
alemanes de haber soslayado la cuestión. “El reflejo casi natural determinado
por sentimientos de vergüenza y de despecho hacia el vencedor, fue callar y
hacerse a un lado”. Y para graficar esto recuerda un episodio que tuvo como
protagonista a un periodista sueco, Stig Dagerman, en 1946.
Dagerman
cruzaba en tren por el territorio alemán. Al pasar por una de estas ciudades
arrasadas por los ataques aéreo sufridos un años antes no se pudo despegar de
la ventanilla. Miraba con una incómoda mezcla de fascinación, curiosidad y
compasión el paisaje desolado de los esqueletos de los edificios llenos de
agujeros, los escombros acumulados, lo caminos tapados de desechos, la ausencia
de vida: a veces como un zombi pasaba alguien con la ropa raída haciendo
equilibrio entre la pila de paredes derribadas en busca de algún alimento
enterrado. El tren estaba lleno, pero nadie, excepto el periodista sueco,
miraba por las ventanillas, nadie miraba hacia afuera. Los demás pasajeros
supieron que ese hombre rubio era un extranjero porque era el único que había
posado sus ojos sobre la destrucción que estaban atravesando. Los demás no
veían, no querían ver.
En
la actualidad los bombardeos de Dresde son esgrimidos por negacionistas y por
integrantes de la extrema derecha para impugnar las acusaciones contra el
genocidio perpetrado por los nazis. O para igualar esta operación de los
aliados con el plan sistemático de los nazis.
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El
Zwinger Palace en Dresde en 1953, luego de que comenzara la reeconstrucción
(Sovfoto/Universal Images Group/Shutterstock)
La
discusión sobre si se trató de un ataque necesario, de una acción de combate
válida o de un crimen de guerra continuará durante muchos años.
A
la distancia, el ataque a Dresde parece haber tenido motivaciones que exceden
lo táctico. Por un lado, era un compromiso que había asumido Churchill con
Stalin en la reciente conferencia de Yalta, para ayudar a las tropas
soviéticas. Y un mensaje hacia este sobre el poder de fuego de los ingleses.
Por otro parecía una especie de venganza del Carnicero Harris por los 55 mil
pilotos británicos que habían sido derribados por los alemanes en los 5 años de
la Segunda Guerra Mundial. Y también una táctica para infundir terror sobre la
población civil alemana, para corroer su moral y confianza y apurar el final de
la guerra. El poder aleccionador de la devastación, creían los altos mandos
británicos, sería mayor si el ataque se dirigía hacia una ciudad que hasta el
momento estuviera intacta.
El
número de víctimas también está en discusión. En algún momento se llegó a
hablar de casi 200 mil muertos. Al inicio de la guerra, Dresde tenía algo más
de 600 mil habitantes. Para 1945 habían llegado miles de refugiados, corridos
por el avance de los aliados. Algunas cifras oficiales del momento hablaban de
30 mil muertos. Hace dos décadas se creó una comisión integrada por
prestigiosos historiadores e investigadores para intentar determinar el número
de víctimas. La conclusión fue que oscilaba entre 18 mil y 25 mil, aunque unos
años después ajustó el piso en 22500 muertos. Otros investigadores sostienen
que el número pudo ascender a 40 mil.
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La
catedral de la Santísima Trinidad en Dresdeen, parcialmente destruida durante
los bombardeos de 1945 (Granger/Shutterstock)
Entre
los sobrevivientes hubo uno que tuvo mayor fama (o prestigio) que el resto. Un
joven soldado norteamericano que había sido apresado y era obligado a trabajar
para los nazis y que había sido alojado en un matadero. Kurt Vonnegut utilizó
su experiencia en Dresde para escribir Matadero 5, una de sus obras maestras.
Vonnegut había estado ahí. Había sufrido, había visto el horror, había
sobrevivido. Pero sabía que ni él ni nadie era capaz de explicarlo, de
comprenderlo. Por eso su novela salta en el tiempo, hay seres venidos de otro
planeta, de Tralfamador, hay paranoia. Por eso Matadero 5 es una de los grandes
textos bélicos de la literatura, un deforme manifiesto pacifista.
¿Cómo
enfrentar lo incomprensible, cómo intentar asirlo, cómo lidiar con la
devastación? Kurt Vonnegut escribió en Matadero 5: “Después de una matanza sólo
queda gente muerta que nada dice ni nada desea; todo queda en silencio para
siempre. Solamente los pájaros cantan. ¿Y qué dicen los pájaros? Todo lo que se
puede decir sobre una matanza; ¿algo así como pío-pío?”.
Fuente:
https://www.infobae.com
11 de febrero de 2020
LA MAYOR OPERACIÓN AÉREA DESDE LA GUERRA DE VIETNAM
A
las ocho de la tarde, hora peninsular española, con precisión matemática, 18
bombarderos estratégicos FB- 111 despegaban de las pistas de Mildenhall,
Lakenheath y Upper Heyfor, bases norteamericanas en el Reino Unido.
Prácticamente a la misma hora, los ministros de Asuntos Exteriores de la
Comunidad Europea (CE) terminaban en La Haya una reunión urgente para tratar de
evitar una intervención norteamericana contra Libia. Los ministros salían
convencidos de que habían evitado el temido estallido bélico en el
Mediterráneo. Según el secretario de Estado norteamericano, George Shultz, los
ministros no habían sido informados de los planes de Washington, aunque
"algunos de los Gobiernos" estaban al tanto.
A
6.000 kilómetros de distancia, el presidente Reagan y sus asesores esperaban la
respuesta a sus aliados, mientras seguían abiertos a la posibilidad de un
ataque contra Libia. Los europeos se fueron a dormir, convencidos de que la
amenaza norteamericana de atacar militarmente a Gaddafi había sido superada por
las moderadas gestiones diplomáticas.
Poco
antes de las ocho de la tarde (hora peninsular española), 17 gigantescos
aviones cisterna KC-10 y 13 KC-135 habían despegado de las bases de Fairford,
Gloucestershire y Mildenhall, también en Inglaterra, con sus depósitos cargados
de combustible, que horas después trasvasarían a los bombarderos FB-111 sobre
el Atlántico a unos 15.000 metros de altura, antes, de enfilar el Mediterráneo
por el Estrecho de Gibraltar camino de las costas libias. Estaba en marcha la
mayor operación aérea norteamericana desde la guerra de Vietnam.
A
250 kilómetros de las costas libias, dos portaviones, el América y el Coral
Sea, arropados por otros 30 buques de la VI Flota norteamericana, estaban en
situación de alerta, esperando el momento de entrar en combate.
Los
superbombarderos FB-111 seguían avanzando en su ruta, de 5.196 kilómetros ¡da y
vuelta, volando 12 horas sin interrupción, bordeando el Atlántico por la
península Ibérica, para adentrarse en el Mediterráneo por Gibraltar.
El
Gobierno francés se había negado a autorizar el paso de los aviones por su
territorio, lo que hubiese reducido a la mitad el recorrido hacia sus blancos.
El Gobierno español también había respondido a Washington negativamente a la
petición de que, los bombarderos sobrevolaran el espacio aéreo español y el
empleo como apoyo, de las bases de utilización conjunta.
Sobre
la una de la madrugada los radares españoles detectaron el paso de los
bombarderos norteamericanos por las cercanías de Gibraltar, situación que el
presidente del Gobierno, Felipe González, comunicó a su homólogo italiano
Bettiño Craxi.
Minutos
después, hacia la 1.15, los FB-111 y la VI Flota establecían los últimos
controles de coordinación. Y 15 cazas A-6 y A-7 estacionados en los portaviones
América y Coral Sea comenzaron a calentar motores, para arropar a los
bombarderos estratégicos que venían del Reino Unido, además de. otros tres FF-
111 que habían despegado de la base británica de Upper Heyford, y que,
equipados con contramedidas electrónicas, tenían como misión confundir las
defensas libias.
Al
menos dos aviones-radar E-2C, de los portaviones de la VI Flota, controlaron y
dirigieron a los bombarderos a sus objetivos previamente señalados, mientras
aviones de interceptación, probablemente F-15 o F-18, los escoltaban. Según
expertos militares, en la operación, minuciosamente preparada desde hace
semanas, prestaron un importante apoyo logístico satélites espaciales.
El
ataque aéreo contra Libia sólo duró 12 minutos, de las dos de la madrugada a
las 2.12 horas, y fue un éxito debido al factor sorpresa, a la neutralización
electrónica de los sistemas de radar libios, a la supresión de los misiles
enemigos, al ataque en vuelo bajo y la nocturnidad, afirmó ayer el Pentágono en
su primera evaluación de la operación, informa desde Washington Francisco G.
Basterra. El Ministerio de Defensa confirmó la desaparición de un bombardero
FB- 111, pero no dijo que hubiera sido derribado por los libios.
El
portavoz del Pentágono, Robert Sims, explicó que se utilizaron decenas de
misiles contra los radares libios, encargados de dirigir la defensa antiaérea.
En el aeropuerto de Benina, cerca de Bengasi, los norteamericanos destruyeron
entre 5 y 12 Mig-23, de fabricación soviética, y otros tres aviones libios en
el sector militar del aeropuerto de Trípoli. Estas estimaciones son "muy
conservadoras", precisó Sims.
El
cuartel de Azizya, en Trípoli, sufrió "daños estructurales" y los
defensores se vieron sorprendidos y confundidos por el ataque y siguieron
disparando al aire minutos después de que los aviones norteamericanos
desaparecieran. La aviación de los Estados Unidos se enfrentó a un "fuerte
fuego de misiles SAM" en el área de Bengasí y a "misiles SAM y fuego
antiaéreo convencional" en Trípoli. La resistencia en la base aérea de
Benina fue "ligera". Los aviones atacaron los cinco objetivos, tres
en Bengasi y dos en Trípoli, simultáneamente.
Éstos
no son datos definitivos, ya que había un techo de nubes ayer sobre la franja
costera de Libia, que dificultó las fotografías aéreas obtenidas por los
satélites norteamericanos y los vuelos de reconocimiento sobre las zonas afectadas,
informó el Pentágono.
Tras
el ataque, los aviones norteamericanos regresaron a sus bases, unos a los
cercanos portaviones América y Coral Sea y los 18 FB-111 camino del Reino
Unido. El regreso estuvo apoyado por los aviones radar E-2C y otros de la VI
Flota. El secretario de Defensa, Caspar Weinberger, reconoció que en el
recuento de los que regresaron faltaba un FB- 111, con dos pilotos a bordo.
Doce
horas de vuelo
Dos
horas y media después, a las 4.35, un bombardero FB-111, de regreso a su base
en el Reino Unido, anunció que estaba en situación de emergencia, y poco
después aterrizaba en la base aeronaval hispano-norteamericana de Rota. Un
portavoz del Ministerio de Defensa español dijo que el avión estaba siendo
reparado ayer y que abandonaría España en las próximas horas. Según Washington,
un bombardero similar sigue sin ser localizado. Funcionarios del Departamento
de Defensa norteamericano señalaban ayer que las labores de búsqueda del
aparato habían resultado infructuosas.
Tras
12 horas ininterrumpidas de vuelo, y un recorrido de más de 5.000 kilómetros,
16 bombarderos FB-111 regresaron a sus bases en suelo británico, dos menos de
los que habían despegado. Uno averiado en Rota, y el otro seguía desaparecido,
probablemente en el mar. Europa se despertaba sorprendida y alarmada por la
operación bélica, que la noche anterior parecía descartada. La alarma y el
temor eran más evidentes en los países mediterráneos sobre los que pesa la
amenaza de represalias de Gadolafi.
A
las cinco de la tarde, Radio Trípoli anunciaba haber iniciado represalias sobre
la isla italiana de Lampedusa.
Fuente:
https://elpais.com
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