29 de abril de 2023

ASÍ ERA EL PRIMER CAZA RUSO SIKORSKI S-16, QUE EMPEZÓ A PRODUCIRSE EN PLENA PRIMERA GUERRA MUNDIAL

 

 

Por María Alexándrova

 

S-16 Sikorski en 1915.

 

Este caza ligero fue diseñado originalmente como un avión de entrenamiento. Pero durante la guerra actuó como el primer caza de serie que protegió los bombarderos S-22 Iliá Múromets.

 

Durante la Primera Guerra Mundial, Rusia luchó principalmente con aviones franceses: en el fragor de las operaciones de combate no hubo tiempo para desarrollar la industria aeronáutica nacional. Sin embargo, gracias al destacado diseñador de aviones Ígor Sikorski, incluso en los duros tiempos de la guerra, Rusia pudo alcanzar cierto éxito. En primer lugar, para demostrarse a sí mismos que la industria aeronáutica nacional tenía un potencial, y grande. La obra más famosa de ese periodo fue el primer bombardero multimotor de serie Iliá Múromets, según recuerda Rossíiskaia Gazeta.

 

Junto con Sikorski, sus verdaderos compañeros, el piloto militar Gueorgui Lavrov y el profesor Anatoli Serébrenikov, trabajaron en el caza. El avión se fabricó en Petrogrado en la Fábrica de Vagones Ruso-Báltica. El S-16 se completó en enero de 1915, y se produjeron 34 máquinas en total.

 

Algunos investigadores creen que Sikorski se inspiró en el Sopwith Tabloid inglés, que dio un impulso a la construcción de pequeños aviones de alta velocidad en varios países. Gracias a los Tabloid apareció un grupo de biplanos monoplaza que estuvieron en uso hasta la Segunda Guerra Mundial, entre ellos el avión de reconocimiento Lébed.VII ("Cisne".VII).

 

Sin embargo, del biplano inglés, el S-16 obtuvo sólo los parámetros generales. Las partes separadas y los detalles fueron desarrollados por el propio Sikorski sobre la base de otros modelos anteriores propios. El caza no era una copia de nada.

 

El biplano de madera tenía un asiento para el piloto y a veces estaba equipado con un asiento para un observador en la parte trasera. El fuselaje estaba revestido de aluminio en la parte delantera, y de tela con aerolac. El ala superior era bastante alta, proporcionando una buena vista para el piloto.

 

 

El S-16 era relativamente fácil de controlar. El volante era de aluminio y los pedales de latón, algo poco habitual en los aviones pequeños. A ambos lados del piloto estaban los controles del motor.

 

El primer caza nacional estaba equipado con dos ametralladoras. En el lado izquierdo del fuselaje había una fija, originalmente una “Maxim” rusa y más tarde las importadas Vickers y Colt. La segunda ametralladora estaba donde el observador, que se sentaba detrás del piloto. Por lo general, se trataba de carabinas danesas Madsen o de fabricación rusa o austriaca. En 1916 se fabricó un lote de bombas de 900 gramos para el S-16.

 

Inicialmente estaba previsto equipar el S-16 con motores de la fábrica Motor de Riga, pero (debido a la guerra) había una aguda escasez de producción, por lo que los cazas recibieron motores franceses Gnome de 80 caballos. En general, la producción en serie, iniciada durante la guerra, se vio constantemente obstaculizada debido a la falta de piezas de repuesto. Por lo tanto, los diseñadores tuvieron que reelaborar y rediseñar constantemente algo para que el S-16 pudiera seguir produciéndose.

 

El caza ruso obtuvo un rendimiento de vuelo bastante bueno incluso con su débil motor. Era capaz de alcanzar una velocidad de 125 km/h. En 4 minutos podía subir hasta 1.000 metros. A finales de 1915, pasó de ser un avión de entrenamiento y reconocimiento a un caza completo.

 

La primera batalla en la que participó el S-16 tuvo lugar en abril de 1916 en Galitzia, y pocos días después el avión obtuvo su primera victoria aérea al derribar un avión de reconocimiento austriaco. Ese año el ejército ruso recibió un lote de 17 cazas S-16. Con mayor o menor éxito, los aviones fueron utilizados por la aviación nacional hasta 1923.

 

Fuente: https://es.rbth.com

4 AVIONES DE LA FLOTA AÉREA MILITAR IMPERIAL QUE FUERON FABRICADOS EN RUSIA

 

 

Por Nikita Petrov



 

La Rusia zarista empleó muchos aviones extranjeros en sus filas. Sin embargo, también compró aviones producidos en el país. Estos son algunos ejemplos.

 

Un avión de caza, el “Sikorski S-16”


El S-16 era relativamente fácil de controlar. El volante era de aluminio y los pedales de latón, algo poco habitual en los aviones pequeños. A ambos lados del piloto estaban los controles del motor.

 

El primer caza nacional estuvo equipado con dos ametralladoras. En el lado izquierdo del fuselaje había una fija, originalmente una “Maxim” rusa y más tarde las importadas Vickers y Colt. La segunda ametralladora estaba donde el observador, que se sentaba detrás del piloto. Por lo general, se trataba de carabinas danesas Madsen o de fabricación rusa o austriaca. En 1916 se fabricó un lote de bombas de 900 gramos para el S-16.

 

Inicialmente estaba previsto equipar el S-16 con motores de la fábrica Motor de Riga, pero (debido a la guerra) había una aguda escasez de producción, por lo que los cazas recibieron motores franceses Gnome de 80 caballos.

 

Un avión de bombardeo, el Sikorski “Iliá Múromets”

 

El Iliá Múromets fue un avión biplano ruso creado en 1912 basado en el Bolshói Baltiski, el primer avión diseñado por Ígor Sikorski.​ El Iliá Múromets fue el primer bombardero pesado cuatrimotor de Rusia y del mundo, utilizado desde el principio como unidad de bombardeo estratégico. El avión tomó el nombre de Iliá Múromets, un héroe de la mitología eslava.​

 

Este bombardero fue un diseño revolucionario de madera maciza, destinado al servicio comercial con su espacioso fuselaje que incorporaba un salón de pasajeros y un baño a bordo. El Iliá Múromets es el primer avión multimotor del mundo en producción

 

Durante la Primera Guerra Mundial, se convirtió en el primer bombardero de cuatro motores en equipar una unidad de bombardeo estratégico.

 

Un avión de reconocimiento, el “Anatra DS Anasal”

 

El Anatra DS o Anasal fue un avión de reconocimiento de dos plazas y construido en la fábrica de Anatra en Odesa, El motor era bastante raro, siendo uno de los pocos motores radiales refrigerados por agua, por lo que el avión tenía un radiador de agua.

 

Como cuenta Airwar.ru, hay muy poca información sobre el uso de estas máquinas en los frentes de la Primera Guerra Mundial. Sólo se sabe que un Anasal estuvo en servicio del 4º Destacamento Aéreo del Ejército, y dos más llegaron al 11º Destacamento Aéreo del Ejército en noviembre de 1917 es decir, después del golpe de octubre, cuando prácticamente cesaron las hostilidades.

 

Un hidroavión, el “Grigoróvich M-9”


El Grigoróvich M-9 fue un biplano ruso de aspecto llamativo creado en la Primera Guerra Mundial.

 

Según Airwar.ru el primer M-9 estuvo listo en 1915 y su primer vuelo se realizó el 9 de enero de 1916 en Bakú.

 

El 17 de julio de 1916, cuatro hidroaviones M-9 despegaron del Orlitsa y se enfrentaron en un duelo aéreo contra cuatro hidroaviones alemanes, derribando dos de ellos. Hoy, este día se celebra como el Día de la Aviación Naval Rusa.

 

El 17 de septiembre de 1916, en este aparato, el piloto de pruebas Jan Nagorski se convirtió en el primero en hacer un bucle con un hidroavión.

 

Durante la guerra civil rusa, los M-9 participaron en la defensa aérea de Bakú. Este modelo de aeronave también llevó a cabo tareas de foto-reconocimiento, localización de artillería y combate aéreo..

 

Fuente: https://es.rbth.com

¿CUÁNTO GANABAN GAGARIN Y OTROS COSMONAUTAS?

 

 

Por Ekaterina Sinélschikova

 

Los cuatro primeros pilotos-cosmonautas soviéticos, Héroes de la Unión Soviética (de izquierda a derecha): Andrián Nikoláiev, Yuri Gagarin, Pável Popóvich y Guerman Titov, 1962.

 

¿Cuánto pagaron los soviéticos por volar en el primer vuelo espacial tripulado? ¿Es cierto que los cosmonautas soviéticos recibían todo lo necesario para vivir, incluida ropa interior y una maquinilla de afeitar? ¿Y cuánto reciben ahora los cosmonautas rusos?

 

Las finanzas espaciales de la Unión Soviética, incluidos los salarios de los primeros cosmonautas, estaban clasificadas como secretas. Pero ahora sabemos exactamente cuánto pagaban por desarrollar esa arriesgada profesión.

 

Además de los documentos desclasificados, están los diarios de Nikolái Kamanin, uno de los líderes del entrenamiento de los vuelos espaciales, donde no era tacaño con los detalles de quién cobraba cuánto. “El comandante Gagarin, por ejemplo, recibe sólo cien rublos menos que yo”, escribe. ¿Cuánto recibían Gagarin y los demás?

 

El gran sueldo de Gagarin

 

El piloto-cosmonauta soviético Yuri Gagarin desayunando en su apartamento en 1966.

 

Los salarios de los cosmonautas soviéticos al comienzo de la era espacial oscilaban entre 350 y 450 rublos al mes (siendo el salario medio de un ciudadano normal de la Unión Soviética de unos 80 rublos). Yuri Gagarin, según el libro-diario de Nikolái Kamanin Espacio oculto, con todas las asignaciones recibía 632 rublos al mes (esto es 575 dólares al mes o 6.900 dólares al año).

 

Y tripular el primer vuelo espacial tripulado conllevaba recibir una prima de 15 mil rublos, que eran como 187 sueldos medios en la URSS.

 

El mismo salario recibieron otros cosmonautas de la primera mitad de los años 60: Guerman Titov, Valentina Tereshkova, Andrián Nikoláiev, Vladímir Komarov, Alexéi Leónov y otros.

 

El piloto-cosmonauta soviético Yuri Gagarin en una gasolinera de carretera camino de Gzhatsk (Gagarin), 1966.

 

En aquella época los cosmonautas eran remunerados no sólo en dinero. Por su heroico trabajo recibían una gran cantidad de regalos. A Gagarin, por ejemplo, además del dinero que se le pagaba, se le asignó un piso de cuatro habitaciones, totalmente amueblado y equipado con electrodomésticos modernos. También tenía derecho a un coche Volga, que en aquella época se consideraba el equivalente doméstico de un coche de lujo. Sólo el Chaika se consideraba superior al Volga, pero no se vendía a particulares y, por tanto, no tenía precio. Por cierto, Gagarin podría haber comprado unos tres Volga con el dinero que ganó por el primer vuelo.

 

El piloto-cosmonauta soviético Yuri Gagarin mira una cámara Kvarz en una tienda 1964.

 

Además, Gagarin consiguió una casa para sus padres. Además de abrigos, trajes y sombreros de dos tipos, 6 camisas y corbatas, 6 pares de ropa interior, 2 pares de zapatos, guantes y uniforme militar, maletas y una maquinilla de afeitar eléctrica. Aproximadamente, los mismos kits se entregaron a las esposas, hijos y padres de los cosmonautas.

 

Sin embargo, muy pronto, este generoso orden cambió. Desde 1967, un decreto del Partido introdujo una clasificación de las primas. Dependían de la complejidad del vuelo. Por un vuelo ordinario se pagaba una prima mínima de 2 mil rublos, mientras que por los vuelos “que resolvían nuevas tareas en la exploración espacial” (alrededor de la Luna, alunizaje, etc.) se pagaban de 5 a 15 mil rublos. Así, según la cuantía de los pagos, quedó claro que los vuelos de los cosmonautas dejaron de ser hazañas heroicas y se convirtieron en un trabajo (aunque fuese arriesgado). En 1975, el cosmonauta Georgui Grechko recibió 5 mil rublos por 30 días de vuelo a bordo de la nave espacial Soyuz-17. Es mucho menos de lo que recibió Gagarin, pero habría bastado para otro Volga, pero más moderno.

 

¿Cuánto ganan hoy los cosmonautas?

 

¿Has visto esta foto? Ya es un clásico si quieres demostrar lo poco que les gusta sonreír a los rusos.

 

Expedición 26 (8 nov. 2010) El cosmonauta ruso Dmitri Kondrátiev (en el centro), ingeniero de vuelo de la Expedición 26 y comandante de la Expedición 27; junto con la astronauta de la NASA Catherine Coleman y el astronauta de la Agencia Espacial Europea (ESA) Paolo Nespoli.

 

Centro de Entrenamiento de Cosmonautas Gagarin


¿O esta otra?

 

En el cosmódromo de Baikonur, la astronauta de la NASA Catherine Coleman (desde la izquierda), ingeniera de vuelo de la Expedición 26, el comandante de la Soyuz Dmitri Kondrátiev, de la Agencia Espacial Federal Rusa, y el astronauta de la Agencia Espacial Europea Paolo Nespoli, ingeniero de vuelo.

 

Víktor Zelentsov/NASA

¿O qué tal ésta?

 

2007 – Soyuz-TMA 11 - NASA

 

¿O tal vez los cosmonautas rusos no sonríen porque les pagan mucho menos que a sus homólogos extranjeros? Eso explicaría muchas cosas.

 

Una foto que refleje el salario que se les atribuye es algo así:

 

Centro de Formación de Cosmonautas Gagarin

 

Hoy en día, los salarios de los cosmonautas rusos siguen considerándose bajos en comparación con los de los astronautas de la NASA o de la Agencia Espacial Europea. Oleg Artémiev, un cosmonauta de prueba ruso, dijo después de regresar de la ISS en 2019 que ninguno de sus compañeros cosmonautas entró en la unidad por el dinero. Echando un vistazo a las cifras salariales, esto es fácil de creer: el sueldo de un cosmonauta ruso oscila entre 129.000 y 166.000 rublos. Al mismo tiempo, los astronautas de la NASA recibían de media entre 8.000 y 9.000 dólares, y los de la Agencia Espacial Europea entre 7.000 y 8.000 dólares.

 

Pero, ¿cómo puede un cosmonauta recibir sólo 2.000 dólares? Así es, no puede. Hay un matiz importante: los sueldos de los cosmonautas en Rusia no están formados de la misma manera que los de los astronautas occidentales. La mayor parte de ellos procede de primas por casi todo.

 

Por ejemplo, los cosmonautas rusos reciben una prima por volar directamente al espacio (del 55% al 120% del salario). También es diferente si se trata del primer vuelo de un cosmonauta o si ya tiene un vuelo en su haber. Hay primas por antigüedad, titulación académica, reciclaje, especialidad adicional, logros, éxitos, etc. Si el cosmonauta establece un récord mundial en cualquier campo mientras realiza tareas, se le abonará la cantidad equivalente a sus 50 sueldos.

 

Oleg Artémiev también dijo que los astronautas en el espacio cobran 400 dólares por día (también señaló que la dieta de los astronautas estadounidenses es de sólo 5 dólares por día, pero su salario “terrenal” es mayor).

 

Esto significa que durante 4 meses de una misión (que se considera corta) a la ISS un astronauta sólo recibirá 48 mil dólares de dieta. Se les paga por el trabajo diario, regimentado, se puede decir rutinario, estipulado por la misión. Y cualquier trabajo extra (control de acoplamiento, carga y descarga, caminatas espaciales) también se paga aparte.

 

Así, un solo tripulante ruso de expedición de la ISS puede ganar entre 9 y 10 millones de rublos. Y a su regreso a la Tierra, recibirá la remuneración prescrita en su contrato.

 

Sin embargo, ya no se les regalan coches, pisos o chalés por volar al espacio, como en la época soviética.

 

Fuente: https://es.rbth.com

28 de abril de 2023

BOEING 2707: LA RESPUESTA ESTADOUNIDENSE AL CONCORDE QUE QUEDÓ EN LA NADA

 

En los años 60, los Estados Unidos no quiso quedarse afuera del mercado de la aviación comercial supersónica. Sus esfuerzos por desarrollar un rival para el Concorde y el Tupolev Tu-144 dieron lugar al Boeing 2707, una gran promesa que nunca vio la luz.

 

Por Gabriel Erard



 

Que el Concorde ha dominado la aviación comercial supersónica, no es novedad. La aeronave desarrollada por BAC y Aérospatiale fue el único exponente real de un vehículo capaz de trasladar pasajeros viajando dos veces por encima de la velocidad del sonido. Y no, el Tupolev Tu-144 de la Unión Soviética no cuenta, porque pese a la apasionante historia detrás de su desarrollo, su uso como medio de transporte ha sido muy limitado. Lo que sorprende a muchos hasta la actualidad es que los Estados Unidos nunca haya “reclamado” una tajada de ese mercado. Pero, créanme, no ha sido por falta de interés. Algo que queda muy en claro al analizar la historia del Boeing 2707, un proyecto con tintes revolucionarios que no pasó de promesa.

 

La intención de los norteamericanos era desarrollar un avión capaz de trasladar a una mayor cantidad de pasajeros que la propuesta por el Concorde, y a una velocidad superior. Sin embargo, no pasó demasiado tiempo hasta que los desarrolladores se toparon con un sinfín de contratiempos que hicieron echar todo por la borda. Problemas con el diseño y los materiales, costos exorbitantes, preocupación por el impacto medioambiental y metas imposibles de cumplir, fueron algunos de los ingredientes de una receta para la decepción.

 

Pero pese a que el Boeing 2707 nunca estuvo siquiera cerca de volar, los pormenores de su estudio y desarrollo son fascinantes. Además, la idea tras la aeronave surgió en una época de gran efervescencia para los desarrollos aeronáuticos y aeroespaciales, en plena Guerra Fría y con tecnologías que evolucionaban a pasos agigantados.

 

Boeing 2707, el avión supersónico que nunca fue

 

En los años 60, Boeing fue encargada con el diseño y la fabricación de una aeronave capaz de volar más alto y rápido que el Concorde, cargando más del doble de pasajeros.

 

Al igual que muchas otras compañías, Boeing ya había comenzado a explorar los vuelos supersónicos en la década de 1950. Sin embargo, no fue hasta los años 60 que se hizo público un interés real por parte del Gobierno de los Estados Unidos para afrontar un desarrollo de estas características para uso comercial.

 

Ni bien comenzada su presidencia, en 1961, John F. Kennedy encomendó a la Agencia Federal de Aviación —posteriormente rebautizada Administración Federal de Aviación (FAA)— una plataforma de objetivos a cumplir en el transcurso de la década. Esto sirvió para que el por entonces director del organismo, Najeeb Halaby, comenzara a empujar la idea de un modelo de transporte de pasajeros supersónico desarrollado en suelo norteamericano.

 

La oficialización del acuerdo entre Francia y Reino Unido para llevar a cabo el Concorde en conjunto en 1962, y el inicio del desarrollo del Tupolev Tu-144 en 1963, fueron dos señales de alerta para Estados Unidos. Si no pisaba el acelerador, corría el riesgo de quedarse muy atrás en la competencia contra los esfuerzos de Europa y la Unión Soviética.

 

A la creciente presión interna se le sumó el interés comercial de las aerolíneas estadounidenses por sumar el Concorde a sus flotas. Pan-Am fue de las primeras (y de las más vocales) en expresar su interés por el avión supersónico anglofrancés, y ya en 1963 reservó seis unidades, con la opción de ampliar el pedido por dos más en 1964. Poco después le siguieron Continenal Airlines y American Airlines.

 

Así las cosas, el gobierno estadounidense decidió entrar en la lucha. En junio de 1963, John F. Kennedy anunció públicamente la apertura de un programa de transporte nacional supersónico. Esto derivó en el comienzo de un “concurso” del que participaron tres empresas aeronáuticas y tres fabricantes de motores, que debían presentar sus propuestas a comienzos de 1964.

 

Boeing fue una de las firmas a las que se le encomendó un modelo de avión supersónico. Aprovechando su experiencia estudiando el tema durante la década previa, la compañía presentó el 733-197, inspirado en un modelo que había ganado una suerte de competencia interna en 1960. Por algún motivo, esta versión se conoció públicamente como Boeing 2707, aunque nunca fue su denominación oficial.

 

Lockheed, por su parte, presentó el CL-823. El mismo utilizaba un ala en delta del tipo “flecha acodada”, con canards en el fuselaje; es decir, estabilizadores horizontales ubicados tras la cabina de mando. El otro avión en la contienda fue el North American NAC-60, aunque la propuesta no pasó del primer corte realizado por la FAA.

 

Con el paso del tiempo, las autoridades de la aviación estadounidense comenzaron a ser cada vez más específicas con sus pedidos a los participantes. Así, el Boeing 733-197 evolucionó primero al 733-290 y, finalmente, al 733-390. En tanto que el Lockheed CL-823 se transformó en el L-2000, que básicamente era una copia del Concorde, pero más grande y bajo la promesa de ofrecer mejores prestaciones.

 

La elección final de las autoridades estadounidenses favoreció al Boeing 733-390, que mantuvo su denominación extraoficial de Boeing 2707. De acuerdo con el fabricante de aviones, la decisión se comunicó el 31 de diciembre de 1966, lo que dio inicio a una carrera contrarreloj para no perderle pisada al Concorde y al Tupolev Tu-144.

 

Un diseño único e inviable

 



Si se preguntan qué hacía al Boeing 2707 único y diferente a los demás proyectos en disputa, las respuestas son varias. En primera instancia, el fabricante proponía una aeronave supersónica capaz de transportar a 300 pasajeros —247 en clase Turista, y el resto en Primera—; es decir, más del doble de lo que posteriormente podía llevar el Concorde en su configuración con más asientos (128). Esto lo lograría gracias a un diseño de fuselaje mucho más ancho que el de otros aviones de la época, lo que le permitiría una configuración con filas de dos asientos contra las ventanas y una columna con hileras de tres asientos en la sección central.

 

Si bien las medidas específicas del Boeing 2707 nunca se dieron a conocer, la compañía indicó que el fuselaje tendría una extensión de prácticamente 97 metros; es decir, más de 30 metros más largo que el Concorde. Sin embargo, este sería solo uno de los tantos problemas que los ingenieros tendrían que abordar mientras avanzaba su desarrollo.

 

La verdadera joya de este avión supersónico era su sistema de alas de geometría variable. Durante el despegue y el aterrizaje, las mismas permanecerían abiertas, mientras que durante el vuelo supersónico se cerrarían para reducir la resistencia aerodinámica. Hasta aquí esto solamente se había visto en aeronaves experimentales y, más tarde, en aviones de combate. De hecho, el primero en producirse masivamente con esta tecnología fue el F-111, un caza polivalente desarrollado por General Dynamics que entró en servicio en 1967.

 

En cuanto a rendimiento, Boeing prometía que el 2707 tendría una velocidad crucero de Mach 2.7 y volaría a más de 60.000 pies de altura. Esto lo lograría gracias a 4 turborreactores General Electric GE4, capaces de producir 65.000 libras-fuerza cada uno al activar la poscombustión. Vale destacar que GE había vencido a Curtiss-Wright y Pratt & Whitney en el concurso que seleccionó al proveedor de motores del proyecto.

 

Problemas, cambios y más problemas

 

A medida que el desarrollo del Boeing 2707 fue avanzando, sus desarrolladores se encontraron con una multitud de inconvenientes. La aeronave era tan larga que existía temor de que la flexión del fuselaje la volviera incontrolable. El peso de los motores en la cola obligó a colocar un tercer tren de aterrizaje. Mientras que la posterior incorporación de canards (estabilizadores horizontales) tras el morro también trajo problemas por el peso añadido.

 

Sin embargo, ningún problema demostró ser tan complejo como el de las alas de geometría variable. La característica más destacada del avión supersónico estadounidense se convirtió en una verdadera pesadilla, ya que requería de un mecanismo demasiado grande y pesado. Como se imaginarán, esto afectaba directamente sobre el alcance del Boeing 2707, puesto que al ser más pesado de lo pensado no lograba la autonomía pretendida.

 

Los diseñadores de la compañía radicada en Seattle se quedaron sin alternativas más que desechar esta posibilidad y enfocarse en un diseño de ala en delta fijo, lo que le dio una apariencia más similar a la del Concorde. Además, se optó por reducir el tamaño general de la aeronave, que ya no sería capaz de trasladar a 300 pasajeros, sino un máximo de 234.

 

Para el último trimestre de 1968, el proyecto estadounidense de un transporte de pasajeros supersónico ya cargaba con una muy importante demora. No obstante, el interés de las aerolíneas parecía no apagarse. De hecho, un año más tarde ya se habían reservado 122 unidades del Boeing 2707 para 26 líneas aéreas, según el fabricante de aviones.

 

Se cierra el grifo de dinero y se termina el sueño del Boeing 2707

 



 

De acuerdo con la cronología histórica oficial de Boeing, Richard Nixon, el por entonces presidente de los Estados Unidos, autorizó la fabricación de dos prototipos del Boeing 2707 en septiembre de 1969. Para entonces, la meta original de volarlo por primera vez en 1970 era claramente imposible de cumplir; lo mismo que certificarlo para comenzar a operarlo en 1974.

 

Menos de dos años después, en marzo de 1971, los legisladores norteamericanos cortaron el financiamiento al proyecto. La Cámara de Senadores le bajó el pulgar al pedido de 662 millones de dólares adicionales, impulsado por el propio Nixon. Postura que posteriormente se ratificó en la Cámara de Representantes.

 

Las preocupaciones relacionadas con el posible impacto medioambiental que tendrían los vuelos masivos con aeronaves supersónicas, más las quejas del público por las potenciales molestias provocadas por el boom sónico, inclinaron la balanza para que el desarrollo ya no reciba apoyo gubernamental.

 

A esto se le debía sumar el descontento del sector político por las enormes sumas de dinero que se habían destinado al programa, sin obtener resultados visibles. Bajo la presidencia de Lyndon Johnson, Boeing ya había recibido un subsidio de 750 millones de dólares para desarrollar el Boeing 2707, una cifra astronómica para la época.

 

Así las cosas, en menos de 10 años, la iniciativa de generar un medio de transporte supersónico capaz de dejar en ridículo al Concorde y al Tupolev Tu-144 quedó en la nada. Lo único que dejó el proyecto fue una maqueta a tamaño real, dos prototipos a medio hacer y una crisis que puso a Seattle al borde del colapso.

 

Según explica History Link, Boeing ya venía de capa caída y la cancelación del 2707 fue un golpe al mentón:

 

En 1970, la empresa estaba en una crisis financiera. Ese año, no hubo nuevos pedidos de ninguna aerolínea estadounidense para ningún tipo de avión Boeing, y solo se realizaron algunas ventas para aerolíneas extranjeras. Y debido a que la compañía ya había pedido prestado mil millones de dólares para financiar el programa 747, no se pudieron encontrar acreedores que le prestaran fondos adicionales. The Boeing Company luchó por mantenerse solvente.

 

Los despidos afectan a todos los departamentos. El número de trabajadores por hora se redujo de 40.000 a 15.000. El número de ingenieros y científicos, que había estado cerca de los 15.000, se redujo a más de la mitad. El personal de oficina se redujo de 24.000 a 9.000. Los puestos gerenciales se redujeron drásticamente, e incluso los altos ejecutivos aceptaron recortes salariales de hasta el 25 por ciento.

 

De esta manera, se estima que la cancelación del Boeing 2707 derivó en el despido de unos 60.000 trabajadores y en un éxodo masivo de Seattle.

 

Un final lejos del estrellato

 

La cancelación del Boeing 2707 acabó con el sueño estadounidense de colmar el cielo de aviones supersónicos. Llevar al límite la capacidad tecnológica de los años 60 no fue suficiente para lograr una respuesta efectiva y económicamente viable a otros proyectos de la década. Al punto tal que la idea de un transporte de pasajeros nunca más se volvió a plantear a nivel gubernamental, incluso cuando la NASA supo experimentar al respecto en los años 90.

 

Fuente: https://hipertextual.com

MIG-21: ¿EL CAZA MÁS OBSOLETO DE TODOS LOS TIEMPOS?

 

 

El desempeño del MiG-21 en Oriente Medio demostró que los cazas soviéticos estaban perdiendo terreno en la competición aérea frente a los Estados Unidos.

 

El MiG-21: ¿el caza más obsoleto de todos los tiempos?


El MiG-21, un caza avanzado de segunda generación, continúa en servicio en diversos países, casi siete décadas después de su primer vuelo. Este avión ha logrado permanecer en actividad, a pesar de su balance de bajas aire-aire poco favorable y de las mejoras tecnológicas en el mundo de la aviación.

 

El MiG-21 y su legado

 

Este avión de combate surgió de plataformas soviéticas anteriores como el MiG-15, MiG-17 y MiG-19. Fue el primer fuselaje soviético que combinó con éxito las características de caza e interceptor, marcando un hito en la historia de la aviación soviética.

 

El MiG-21 pudo competir con cazas como el F-5 Freedom Fighter estadounidense, el F-104 Starfighter y el Dassault Mirage III francés, gracias a su capacidad de alcanzar velocidades de Mach 2 y su turborreactor de postcombustión de baja potencia.

 

En cuanto a su armamento, podía llevar un cañón interno y entre dos y seis misiles. Sin embargo, su corto alcance era similar al de otros interceptores de la época.


 

MiG-21. Crédito de la imagen: Creative Commons.

 

Producción y despliegue del “Fishbed”

 

Entre los años 50 y mediados de los 80, la Unión Soviética produjo más de 10.000 unidades del MiG-21, conocido también como “Fishbed” por la OTAN. Checoslovaquia e India también adquirieron más de 800 Fishbed, gracias a acuerdos de licencia y transferencia de tecnología.

 

El MiG-21 fue desplegado en numerosas fuerzas aéreas, y hasta la fecha sigue en servicio en 18 países alrededor del mundo.

 

Desempeño en combate y limitaciones

 

A pesar de sus avances tecnológicos, el MiG-21 tuvo un balance de bajas aire-aire bastante pobre. Durante la Operación Tormenta del Desierto, Irak perdió cuatro Fishbed a manos de cazas estadounidenses.

 

Entre las limitaciones del diseño del MiG-21 se encuentran un radar de a bordo prácticamente inútil, una capacidad de combustible extremadamente limitada y problemas al aterrizar en vacío si se quedaba sin combustible cerca de su base aérea.

 

El futuro del MiG-21

 

El desempeño del MiG-21 en Oriente Medio demostró que los cazas soviéticos estaban perdiendo terreno en la competición aérea frente a los Estados Unidos.

 

A pesar de esto, el avión sigue volando en aproximadamente cuarenta fuerzas aéreas y continúa prestando servicio en todo el mundo.

 

Un legado que perdura

 

El MiG-21, a pesar de sus limitaciones y desempeño en combate, sigue siendo un símbolo de la aviación soviética y una muestra de la resistencia de un diseño que ha logrado perdurar a lo largo de los años.

 

Aunque pueda considerarse obsoleto en comparación con las tecnologías actuales, su legado y su presencia en varias fuerzas aéreas del mundo mantienen vivo el recuerdo de una época en la que el MiG-21 marcó un hito en la historia de la aviación.

 

Fuente: https://israelnoticias.com

SEIS BOMBARDEROS B-52 “DERRIBADOS” EN UNA NOCHE: CÓMO MISILES RUSOS ATACARON CAZAS ESTADOUNIDENSES

 

El legendario B-52 Stratofortress ha sido un bastión de la flota de bombarderos de la USAF desde que se introdujo por primera vez en la década de 1950.

 

Seis bombarderos B-52 “derribados” en una noche: cómo misiles rusos atacaron cazas estadounidenses

 

 

Hace 50 años, 200 bombarderos estadounidenses B-52 realizaron 730 salidas en 12 días. Lanzaron más de 20.000 toneladas de bombas sobre Vietnam del Norte en lo que se consideró el bombardeo aéreo más intenso realizado por Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial, cobrándose la vida de casi 1.600 vietnamitas.

 

Poco más de un mes antes de la operación, el ex presidente estadounidense Richard Nixon se había asegurado un segundo mandato presidencial basado en la promesa de poner fin a la implicación estadounidense en la guerra de Vietnam, que se había hecho muy impopular en los Estados Unidos.

 

Los Estados Unidos llevaba combatiendo en Vietnam desde 1965 y, mientras tanto, había entablado negociaciones de paz con la URSS y la República Democrática de Vietnam (Vietnam del Norte), apoyada por China, en el marco de las llamadas “Negociaciones de Paz de París”, pero esas conversaciones se habían venido abajo repentinamente.

 

Seis bombarderos B-52 “derribados” en una noche: cómo misiles rusos atacaron cazas estadounidenses

 

Nixon advirtió al gobierno norvietnamita de las peligrosas consecuencias si no volvía a la mesa de negociaciones y pidió a la Fuerza Aérea de los Estados Unidos (USAF) que salvara la situación, lo que hizo llevando a cabo una campaña de bombardeos estratégicos de 11 días llamada Operación Linebacker II, que más tarde se conoció con varios nombres como “Las redadas de diciembre” y “Los bombardeos de Navidad”.

 

Desde el principio, la USAF había abogado por un bombardeo estratégico de este tipo en Vietnam, y el servicio tuvo por fin la oportunidad de ejecutar la estrategia.

 

Hasta entonces, las campañas aéreas estadounidenses en Vietnam se limitaban a interceptar las rutas terrestres por las que Vietnam del Norte reabastecía a sus fuerzas y a las fuerzas del Viet Cong que operaban en Vietnam del Sur.

 

Sin embargo, Linebacker II era diferente, ya que pretendía destruir objetivos de alto valor, como instalaciones militares vitales, líneas ferroviarias, centrales energéticas, fábricas, etc., para sacudir a los vietnamitas “hasta la médula”, en palabras del entonces consejero de Seguridad Nacional de los EEUU, Henry Kissinger.

 

Esto es precisamente lo que Rusia ha estado intentando hacer en Ucrania desde principios de octubre, mediante repetidos ataques con misiles y aviones no tripulados contra la red energética y las infraestructuras críticas de Ucrania.

 

“Se van a llevar una maldita sorpresa”, le dijo el presidente estadounidense Richard Nixon a Kissinger el 17 de diciembre, y al día siguiente, 129 B-52 despegaron de Guam y Tailandia para arrasar las zonas de Hanoi y Haiphong en Vietnam del Norte.

 

Los formidables B-52 contra los formidables misiles antiaéreos S-75

 

El legendario B-52 Stratofortress ha sido un bastión de la flota de bombarderos de la USAF desde que se introdujo por primera vez en la década de 1950, en plena Guerra Fría. Setenta y seis B-52H siguen en servicio, con otros 12 en reserva.

 

Últimamente, el bombardero de casi 70 años ha empezado a mostrar signos de envejecimiento, pero la USAF sigue decidida a continuar volando con los B-52 durante décadas, y como parte de ello, el avión ha sido sometido a continuas reformas para seguir siendo viable.

 

Y es que, a pesar de su edad, el B-52 sigue siendo la principal plataforma estratégica de armas nucleares y convencionales de la USAF. Puede transportar más armas que cualquier otro avión de la USAF y volar en misiones de largo alcance desde bases en el Pacífico.

 

Tripulaciones de bombardeo de B-52 en la Base Andersen de la Fuerza Aérea, Guam, recibiendo información sobre la Operación Linebacker II. (Wikipedia)

 

El bombardero puede transportar 32.000 kilogramos de armas nucleares o convencionales y volar a altas velocidades subsónicas a altitudes de hasta 50.000 pies (15.166,6 metros), más allá del alcance de la vista, lo que hace que sus ataques sean física y psicológicamente catastróficos.

 

“(Nixon) quería el máximo impacto psicológico sobre los norvietnamitas, y el B-52 era la mejor herramienta aérea”, escribió TW Beagle en su tesis, fechada en junio de 2000 y presentada al profesorado de la Escuela de Estudios Avanzados de Fuerza Aérea de la Universidad del Aire.

 

Sin embargo, no iba a ser fácil para estos B-52, ya que lo que les esperaba eran los formidables sistemas de defensa antiaérea de gran altitud de fabricación soviética S-75 Dvina (nombre de informe de la OTAN SA-2 Guideline), que podían disparar una ojiva de 195 kilos hasta altitudes de 30.000 metros a más de Mach 3, es decir, 3 veces la velocidad del sonido.

 

Vietnam del Norte había desplegado unos 26 misiles tierra-aire (SAM) S-75, de los cuales 21 se empleaban en la zona de Hanoi/Haiphong, con una fuerte concentración de artillería antiaérea y una compleja red de radares superpuestos.

 

Además, la red de radares había sido mejorada en secreto mediante la introducción de un nuevo radar de control de tiro (FCR) que, al parecer, había mejorado la precisión de las armas S-75.

 

La flota de B-52 empleada en la Operación Linebacker II estaba compuesta por los modelos G y D. Todos los modelos D fueron actualizados con las últimas modificaciones de contramedidas electrónicas, pero sólo la mitad de los modelos G habían sido modificados hasta ese momento, lo que los hacía principalmente vulnerables a los SAM.

 

Además, las tácticas empleadas por los B-52 no habían cambiado mucho desde la Segunda Guerra Mundial, lo que también resultó fatal.

 

Comenzó la Operación Linebacker II…

 

El 18 de diciembre de 1972, 87 B-52 despegaron de la Base Andersen de la Fuerza Aérea (AFB) en Guam. Se les unieron en el ataque otros 42 B-52 que volaban desde el aeródromo tailandés U Tapao Royal Thai Airfield, marcando el comienzo de Linebacker II. Se trataba de la mayor fuerza de bombarderos de ataque reunida desde la Segunda Guerra Mundial.

 

Desde Guam, la misión duraría unas 12 horas, y requería reabastecimiento en vuelo, mientras que desde U Tapao, sólo duraría unas tres o cuatro horas sin necesidad de reabastecimiento en vuelo.

 

En la primera noche de Linebacker II, las fuerzas norvietnamitas dispararon 200 misiles tierra-aire S-75 contra los B-52 atacantes, de los cuales al menos cinco lograron alcanzar sus objetivos. Tres B-52 fueron derribados y otros dos resultaron dañados.

 

Misil SA-75 norvietnamita preparado para disparar a un avión estadounidense (Wikipedia)

 

“Casi parecía que podías caminar por las puntas de esos misiles en el cielo; eran tantos los que te disparaban”, recordó un aviador estadounidense retirado, entrevistado por la CNN.

 

El aviador dijo que el fuego antiaéreo era tan brillante que se podía “leer un periódico en la cabina”.

 

Las desastrosas pérdidas de los B-52 en la primera noche de la campaña dañaron la moral de las tripulaciones en Guam y U Tapao, mientras que, en Hanoi, aumentaron la confianza de las fuerzas norvietnamitas.

 

“Todos temíamos al B-52 al principio porque los Estados Unidos decía que era invencible”, declaró en 2014 a la revista Smithsonian Nguyen Van Phiet, un artillero de misiles norvietnamita al que se atribuye el derribo de cuatro B-52 durante Linebacker. “Pero después de la primera noche, sabíamos que el B-52 podía ser destruido como cualquier otro avión”, añadió.

 

En la segunda noche, los B-52 funcionaron mejor, con solo dos dañados y ninguno perdido, del total de 93 que volaron en la misión. Pero para la tercera noche, los artilleros norvietnamitas se habían percatado de las tácticas estadounidenses y las conocían tan bien como la tripulación del B-52.

 

Los bombarderos volaban en largas columnas sobre pistas predeterminadas y, tras soltar sus cargas, hacían giros -que implicaban la inclinación del avión, normalmente hacia el interior del giro- para regresar a casa.

 

Mientras realizaban estos giros inclinados, su equipo de interferencia electrónica se orientaba hacia el cielo, dejándolos vulnerables a los SAM.

 

“Durante los dos últimos minutos del bombardeo nos dijeron que nos mantuviéramos rectos y nivelados, lo que significa que somos un blanco fácil”, dijo Wayne Wallingford, un oficial de guerra electrónica con base en U Tapao que voló en siete de las 11 incursiones de B-52 sobre Hanoi.

 

Wallingford añadió que abrir las puertas del compartimento de bombas del bombardero aumentaba aún más su firma en el radar.

 

Esto significaba que las incursiones eran “tan predecibles que cualquier enemigo sería capaz de derribarte como en la sala de máquinas de la feria”, dijo Ron Bartlett, otro oficial de guerra electrónica del B-52, en un podcast de la Distinguished Flying Cross Society.

 

En la tercera noche, seis B-52 fueron derribados. Las crecientes pérdidas enfurecieron a Nixon, que “puso el grito en el cielo por el hecho de que los B-52 seguían sobrevolando los mismos objetivos a las mismas horas”, según Beagle.

 

Nixon temía que “una gran pérdida de B52 -los aviones de guerra más poderosos de los Estados Unidos- crearía la antítesis del impacto psicológico que deseaba”, escribió Beagle en su tesis.

 

A partir de la noche siguiente, los bombarderos recibieron instrucciones de acercarse a sus objetivos desde distintas altitudes y direcciones y de no volar en fila india ni sobre los objetivos que acababan de alcanzar. No obstante, en la cuarta noche se perdieron dos B-52 de los 30 bombarderos que volaron.

 

En las tres noches siguientes -5ª, 6ª y 7ª- la USAF improvisó nuevas tácticas, aprovechando su experiencia, y no se perdió ni un solo B-52.

 

Después de eso, las fuerzas de bombarderos estadounidenses se detuvieron el día de Navidad para dar a los planificadores la oportunidad de revisar los acontecimientos y proporcionar a las tripulaciones algo de descanso. En los últimos cuatro días, sólo se perdieron cuatro B-52, dos en cada una de las noches de la 8ª y la 9ª.

 

Muerte y devastación en ambos bandos

 

En total se perdieron quince B-52 y 33 aviadores.

 

Como los bombardeos se realizaban de noche, y los bombarderos que conseguían volver a la base aterrizaban en la oscuridad, la tripulación no se daba cuenta hasta el día siguiente de quiénes de sus compañeros no habían regresado.

 

“Veías el remolque contiguo al tuyo con las puertas abiertas por ambos lados y a los aviadores cargando las pertenencias personales (de los ocupantes) en un maletero para enviárselas a sus familias, así que sabías que esa tripulación no lo había conseguido”, dijo Wallingford.

 

“Fue bastante aleccionador ver eso”, dijo.

 

Durante 12 días, ese desagradable ritual se llevó a cabo 33 veces.

 

Las pérdidas sufridas por la USAF no tenían precedentes, al igual que la devastación causada por los B-52 en Vietnam.

 

Se calcula que unos 1.600 vietnamitas perdieron la vida en los bombardeos, de los cuales 287 murieron en una sola noche en Kham Thien, una zona de Hanoi, la mayoría mujeres, niños y ancianos, según el periódico vietnamita VN Express International.

 

Un periodista de la Agence France Presse, que visitó Kham Thien poco después del bombardeo estadounidense, describió una escena de “ruinas masivas… desolación y luto”.

 

“En Kham Thien, algunas casas siguen en pie, pero muchas están sin tejados ni ventanas. Decenas de cráteres, algunos de 12 metros de diámetro y tres de profundidad, salpican la zona”, escribió Jean Leclerc du Sablon en un despacho publicado en The New York Times el 29 de diciembre de 1972.

 

Un superviviente, en particular, llamó su atención.

 

“Sobre un montón de ruinas, una anciana se llevó las manos a la cara y entonó un cántico inquietante, en un tono casi religioso: ‘Oh, hijo mío, ¿dónde estás ahora? ¿Puedo encontrarte para enterrarte? Americanos, qué salvajes son’”.

 

Según el libro del historiador de la guerra de Vietnam Pierre Asselin, “Vietnam’s American War: A History”, “1.600 instalaciones militares, kilómetros de vías férreas, cientos de camiones y vagones de tren, el ochenta por ciento de las centrales eléctricas e innumerables fábricas y otras estructuras quedaron fuera de servicio”.

 

¿Quién ganó la guerra?

 

Diez días después del final de la Operación Linebacker II, es decir, el 8 de enero de 1973, se reanudaron las negociaciones de paz, que culminaron con la firma de los Acuerdos de Paz de París el 27 de enero entre el gobierno estadounidense, la República Democrática de Vietnam, la República de Vietnam (Vietnam del Sur), así como la República de Vietnam del Sur (PRG) que representaba a los comunistas survietnamitas.

 

Los acuerdos marcaron el principio del fin de la participación estadounidense en la guerra.

 

Sin embargo, tanto Washington como Hanoi afirmaron haber salido vencedores: el primero dijo que la Operación Linebreaker II devolvió a los norvietnamitas a la mesa de conversaciones de paz, mientras que el segundo la describió como un acto heroico de resistencia en el que tomó todo lo que tenía su enemigo y permaneció en pie.

 

En Hanoi, “la historia de los acontecimientos de finales de diciembre de 1972 no era una historia de pérdidas y destrucción masivas, sino de resistencia heroica por parte de los norteños”, escribió el historiador Asselin.

 

Al final, lo único que consiguió la Operación Linebacker II fue permitir a los Estados Unidos una salida pacífica de la guerra de Vietnam.

 

Tres años más tarde, con la mayoría de las fuerzas estadounidenses fuera de Vietnam y las fuerzas comunistas en gran medida repuestas, Hanoi lanzó una invasión a gran escala de Vietnam del Sur que condujo a la caída de Saigón el 30 de abril de 1975.

 

Por lo tanto, varios expertos e historiadores dudan de que la operación tuviera alguna influencia significativa en el conflicto más amplio, y toda la muerte y destrucción infligidas por los “Bombardeos de Navidad” no supusieron ningún regalo para los Estados Unidos desde el punto de vista estratégico.

 

Fuente: https://israelnoticias.com