Por
Roberto Briend
En el año 1962, cuando ingresé a la
EAM, alguno de los oficiales que estaban en el Cuerpo de Cadetes solían
comentarnos algunas extrañas historias protagonizadas por un grupo de pilotos
argentinos, algunos que habían estado destinados en la Escuela de Aviación
Militar, en lejanas tierras africanas; particularmente esas anécdotas habían
quedado en mi mente.
Muchos años más tarde, siendo yo un
funcionario de la ONU destinado en la Misión en la República Democrática del
Congo, cuando viajaba, visitando los lugares donde se encontraba desplegada la,
en ese entonces, MONUC, me venían a la mente aquellos recuerdos y trataba de
imaginarme a mis camaradas utilizando aquellos aeródromos con los viejos
C-47/DC-3.
Buscando antecedentes de aquellas épocas, encontré el siguiente relato, contenido en La Guerra Olvidada, cuyo autor, Carlos Eduardo Azcoitía, fue uno de aquellos oficiales que representaron a la Fuerza Aérea Argentina en el Congo:
“El
Congo, recientemente independizado, enfrentó el amotinamiento de sus Fuerzas
Armadas, la intervención militar belga y un desorden creciente. Ante esa
situación su gobierno solicitó la asistencia de las Naciones Unidas.
El
14 de julio de 1960, el Consejo de Seguridad aprobó, por mayoría, el despacho
de tropas al Congo, con el mandato de ayudar al gobierno de ese país al
restablecimiento de la ley y el orden, así como el retiro de las fuerzas
belgas.
De
inmediato llegaron los primeros efectivos de Ghana y Túnez, que fueron puestos
bajo el mando del General sueco Von Horn. Dos semanas después, esas fuerzas se
habían incrementado a 11000 hombres, incluyendo a 60 pilotos de la Argentina,
Brasil, Etiopía, India, Noruega, Suecia y Yugoslavia. A fines de agosto de
1960, el número de efectivos internacionales ascendió a 16000, y también se
agregaron técnicos de la OACI y una diversidad de profesionales.
Los
oficiales enviados por la Fuerza Aérea Argentina formaron parte de los Estados
Mayores, Planas Mayores y de los Escuadrones de Transporte Aéreo desde junio de
1960 hasta marzo de 1963. Las misiones cumplidas consistieron en la
planificación y ejecución de operaciones aéreas, la realización de tareas de
transporte aéreo operativo, así como también de exploración y reconocimiento.
Dentro
de estos procedimientos se llevaron a cabo vuelos de abastecimiento aéreo, con
entrega por aterrizaje para las tropas de la ONU desplegadas en el terreno, y
de medicinas para hospitales y pequeñas poblaciones. Del mismo modo, se
cumplieron actividades de traslado de tropas y evacuación sanitaria.
Los
pilotos argentinos llegaron al Congo en cuatro contingentes. Volaron un
promedio de 250 horas semestrales cada uno, alcanzando en conjunto un total de
11000 horas. El personal de vuelo fue apoyado por ingenieros, suboficiales
mecánicos y radio-operadores, divididos en dos grupos.
Los
miembros de la Fuerza Aérea Argentina estuvieron basados en N'Djili, en los
alrededores de Leopoldville (Kinshasa), pero además operaron a partir de los
destacamentos que se instalaron en Elisabethville (Lubumbashi), Luluaburg
(Kananga), Albertville (Kalemi) y Bukavu, a medida que las fuerzas de la ONU
penetraban en el interior del territorio congolés.
Por
entonces, el Congo era un enorme país con una precaria infraestructura
aeronáutica, y escasos sistemas radioeléctricos de ayuda a la navegación, lo
que lo convertía en un lugar poco seguro para la realización de operaciones
aéreas. Estas limitaciones eran compensadas, en parte, por el buen estado del
material de vuelo a disposición de la ONU, el cual era mantenido en forma
apropiada, merced a un apoyo logístico fluido.
Los
escuadrones operativos funcionaban con relaciones de comando claras, y eran
administrados con eficiencia por oficia-les de diversas nacionalidades,
mientras que la información se hacía conocer en forma oportuna a los
destinatarios. El grado de riesgo implícito en el ambiente operacional en el
que se desarrollaban las actividades quedó comprobado en varios episodios
dramáticos, como cuando, por ejemplo, un C-47 con tripulación argentina
aterrizó con 11 impactos de ametralladora 12,7 mm, felizmente sin víctimas.
La
misión, llamada ONUC, se extendió desde julio de 1960 hasta 1964 y fue, con
20000 efectivos militares simultánea-mente desplegados, una de las mayores
operaciones de mantenimiento de paz de la historia. En muchos aspectos, se la
puede considerar como la antecesora de las grandes operaciones actuales. La
Fuerza Aérea participó con los efectivos ya mencionados desde 1960 hasta 1963”.
Han
pasado más de sesenta años de aquella responsable aventura, ellos fueron los
primeros hombres de la Fuerza Aérea Argentina que integraron contingentes
internacionales de la Organización de las Naciones Unidas, muchos de ellos ya
no están con nosotros, y hoy casi nadie recuerda aquel hecho; creo sinceramente
que merecen este merecido recuerdo.