30 de junio de 2022

“OMEGA” EL EXÓTICO HELICÓPTERO RUSO CREADO POR IVÁN BRATUJIN

 

A finales de la década de 1930, en la industria aeronáutica mundial ya se habían dado los verdaderos requisitos para la transición de los helicópteros experimentales a los helicópteros utilitarios. La Unión Soviética no se quedó atrás. 


A pesar de ciertos logros en este campo, los dirigentes soviéticos prefirieron invertir en la creación de los últimos aviones de combate, porque el fantasma de una segunda guerra mundial ya estaba en el aire. El helicóptero, que antes no era muy querido, seguía siendo visto como una máquina voladora exótica. Sin embargo, el profesor B. N. Yuriev consiguió que se creara una oficina de diseño especializada en enero de 1940. 


B. N. Yuriev


Unos meses más tarde, debido a que estaba demasiado ocupado con otros trabajos, Yuriev se vio obligado a dejar la Oficina de Diseño y entregar el trabajo a Iván Pávlovich Bratujin.


 

Según se explica en la web especialidad Airwar.ru, en primavera, la forma del helicóptero estaba finalmente decidida. En la actualidad, está por ver por qué Bratujin optó por el diseño transversal. Es muy posible que fuera una continuación del desarrollo de una máquina similar en TsAGI, o tal vez fue impulsado por el éxito de la empresa alemana Fokke-Wolf, que construyó en 1936 el exitoso FW 61. Este helicóptero había conseguido un buen rendimiento y estableció varios récords mundiales.

 

GNU FDL

 

En julio ya se había elaborado un diseño conceptual para un helicóptero, denominado Omega (2MH). Se necesitó casi un año para su construcción y en agosto de 1941 se entregó el para las pruebas de fábrica. Las dimensiones del vehículo eran impresionantes. Su longitud era de 8,2 metros, la pista del chasis 7,2 metros y el diámetro del rotor principal, 7 metros.

 

Ya habían pasado dos meses desde el comienzo de la Gran Guerra Patria contra Hitler, cuando, a causa de la evacuación de empresas estratégicas, toda la planta de fabricación de helicópteros de la Oficina de Diseño-3 se trasladó el este. La evacuación a Alma-Ata retrasó el primer vuelo del Omega durante casi dos años. En el verano de 1943, el piloto K. I. Ponomarev realizó los primeros despegues y aterrizajes verticales, procediendo a volar en círculos a baja velocidad.

 



Las elevadas temperaturas del aire, que alcanzaban los +50° C, redujeron la potencia de los motores MV-6 y el empuje de la hélice principal (MV). Los motores refrigerados por aire se sobrecalentaban rápidamente y el tiempo de vuelo no superaba los 12-15 minutos. Con un peso de vuelo de 2.050 kg, era posible alcanzar una velocidad de 115 km/h y una altitud de 150 metros, mientras que, según los cálculos, se esperaba que estos parámetros fueran de al menos 186 km/h y 2.900 metros respectivamente.

 

 

No obstante, la principal conclusión de los vuelos cortos fue que el helicóptero era estable en todos los modos de vuelo probados, y que los controles eran sencillos y fiables. Se recomendó sustituir los motores MB-6 por otros más potentes. 

El fuselaje del Omega era una construcción de entramado de tubos de acero soldados, revestidos de percal. Una sección delantera albergaba una cabina de piloto y observador para dos personas. 

Tras regresar de la evacuación, el equipo del OKB-3 desarrolló el Omega-2. A diferencia de su predecesor, los motores en línea fueron sustituidos por motores de tipo estrella MG-31F con nuevos motores y cajas de cambio. Se revisaron las cerchas laterales, pero el diámetro de la NV no se modificó. 


Sin embargo, este helicóptero no pasó de plataforma de experimentación y pruebas. Tras innumerables diseños y modificaciones, por distintos motivos se decidió dar por finalizada la aventura aeronáutica de los helicópteros de Bratujin en el TsAGI, Instituto que también cerraría sus puertas pocos años después, en 1951. 


Fuente: https://es.rbth.com

26 de junio de 2022

PROGRAMA CÓNDOR

 

 

Características

Funcionalidad: Lanzadera espacial misil balístico (a partir de 1982)

Fabricante: Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales

País de origen: Argentina

Etapas: 2​

Estado: Cancelado

Lugar de lanzamiento: Cabo Raso

Propelente: Combustible sólido​

 

El Programa Cóndor fue un proyecto tecnológico de la Fuerza Aérea Argentina desarrollado entre fines de los años setenta y la década de 1980.​

 

Originado como un demostrador tecnológico de un lanzador satelital de la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales (CNIE), fue reconvertido en un proyecto de misil balístico tras la guerra de las Malvinas. Su desarrollo fue llevado a cabo por grupos de investigación de la Fuerza Aérea Argentina con apoyo del Instituto de Investigación y Verificación Alemán para la Aviación y los Vuelos Espaciales, proveedores privados como Messerschmitt-Bölkow-Blohm y SNIA S.p.A., y con financiamiento de Egipto, quienes a su vez recibían dinero de Irak.​

 

Su desarrollo fue polémico desde su reconversión a un proyecto militar, tanto por su naturaleza como por presiones internacionales, principalmente de los Estados Unidos y el Reino Unido, quienes temían que un plan de semejante envergadura, con potenciales capacidades nucleares y único en el subcontinente, podía desestabilizar la región e iniciar una carrera armamentista entre los países sudamericanos, los cuales en su mayoría todavía se encontraban bajo dictaduras militares y con litigios territoriales. Las presiones llegaron a su máximo con el fin de la guerra del Golfo, donde al descubrirse el rol iraquí en el proyecto, el presidente Carlos Menem ordenó la cancelación.​

 

La cancelación del Cóndor llevó a la disolución de la CNIE y el traslado de las actividades espaciales del país de manos militares a civiles con la creación de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales, y la adhesión de la Argentina al Régimen de Control de Tecnología Misilística.​

 

Antecedentes

 

Preparativos para el lanzamiento del cohete sonda Orión II.

 

El 4 de octubre de 1957 la Unión Soviética, motivada por las capacidades duales de sus misiles balísticos intercontinentales, lanzó el primer satélite artificial de la historia, el Sputnik 1, desencadenando en la carrera espacial. Dicha carrera llevó al avance e institucionalización de la exploración espacial con la creación de distintas agencias espaciales. La Argentina crearía mediante el decreto presidencial Nº 1164 del 28 de enero de 1960 la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales (CNIE), la primera agencia espacial de América Latina y una de las primeras del mundo.​ A pesar de que la agencia era un organismo de funciones pacíficas y civiles, era administrada por la Secretaría de Aeronáutica y su directorio estaba conformado en su mayoría por miembros de las Fuerzas Armadas. Esto se debía a la compleja relación que tenía el presidente Arturo Frondizi con las instituciones militares, que lo destituirían dos años después. Esta estructura, cuyos miembros participaban de manera ad honorem, resultó ser poco efectiva y complicó distintos proyectos espaciales del país.​

 

A pesar de esto, la CNIE obtuvo numerosos logros en el campo de los cohetes sonda, realizando cooperaciones con las agencias espaciales de Alemania Occidental, Estados Unidos y Francia, posicionando a la Argentina como referente de la actividad espacial en Latinoamérica. Inclusive, alcanzó a influir y asesorar en la creación de la agencia espacial peruana: la Conida.​

 

Las capacidades de los cohetes sondas incrementaron en cada proyecto, esto, sumado a los intereses de incursionar en un proyecto satelital, llevaron naturalmente a que la CNIE considere la idea de desarrollar un lanzador orbital propio, como sus pares extranjeros. La primera documentación de la CNIE realizada sobre este tema, es un informe redactado por el entonces vicepresidente de la institución, Comodoro Juan José Tasso, fechado el 30 de julio de 1969 y titulado Posibilidades de colocación de satélites en órbitas cercanas, donde se realizó un estudio sobre la posibilidad de desarrollar un proyecto satelital y orbitador a nivel nacional.​ En dicho reporte, Tasso planteó la posibilidad de realizar un programa incremental con una fuerte base de cooperación internacional, realizando al principio una construcción y diseño del proyecto extranjeros, para marchar paulatinamente reemplazando por componentes nacionales hasta lograr un desarrollo completamente local, y así, poder aumentar la experiencia de los técnicos argentinos mediante transferencia tecnológica, un método que ya había sido aplicado de manera exitosa en el desarrollo de los cohetes sonda argentinos.​ Tasso recomendó la utilización de combustible sólido ya que era una tecnología dominada por su extenso uso en los cohetes sonda, y planteó la posibilidad de realizar una familia de cohetes gracias a la flexibilidad de los motores cohete argentinos. A su vez, realizó una crítica sobre la estructura orgánica de la CNIE, particularmente sobre el sistema de trabajo ad honorem y la falta de un presupuesto adecuado. De todas maneras, Tasso concluyó que de iniciarse los trabajos de inmediato, se habría podido tener un lanzador y satélite nacional para el año 1977.​

 

Si bien el informe de Tasso no logró influir en lo inmediato hacia el avance del desarrollo de un lanzador orbital, en el desarrollo del Programa Cóndor se tomaron indirectamente en cuenta sus recomendaciones.​

 

Inicios

 

Tras el reporte de Tasso, la CNIE no realizaría mayores estudios sobre un lanzador orbital por varios años, pero la Fuerza Aérea mantenía en secreto un proyecto de un cohete militar de grandes dimensiones. Los trabajos iniciaron en 1971, y el 10 de octubre de ese año, se inauguraría la Planta Piloto de Propulsantes, lo que permitió el desarrollo de combustible sólidos en el país, ya que hasta entonces el combustible compuesto que utilizaban los cohetes argentinos provenía de Francia.​ Se construyó un demostrador tecnológico llamado SS-40, cuyo primer lanzamiento se realizó en junio de 1974. Este lanzamiento fue exitoso y demostró que la Argentina podía producir su propio combustible compuesto para cohetes. Los sucesivos lanzamientos realizados hasta 1975 llevaron a proyectar el desarrollo de un nuevo vehículo, cuyo rango aumentaría de los originales 40 km a 2000.​

 

Tras una disminución del ritmo de trabajo hacia 1975, el Comodoro Andrés Francisco Alvarisqueta entregó un reporte sobre el proyecto el 30 de abril de 1979. En él, el militar manifestó la falta de una ejecución total del presupuesto asignado al proyecto y la falta de personal capacitado para resolver problemas de diseño. A su vez, propuso que se completara la Planta de Propulsantes Compuestos y valerse de los conocimientos que la CNIE tenía de guiado y control y sus contactos internacionales. Esta sería la primera vez que se menciona un proyecto con capacidades duales, tanto un proyecto de lanzador satelital como misil balístico.​ El 10 de agosto de 1979, el comandante en jefe de la Fuerza Aérea Omar Graffigna aprobó de manera secreta el llamado Plan de Satelización, cuyo encargado sería el Brigadier Edgardo Carlos Augusto Stahl.​

 

Personal e instalaciones

 

En 1979 el Comando en Jefe de la Fuerza Aérea inició la construcción de la planta de en Falda del Cañete, provincia de Córdoba, a vera de la Ruta Provincial C 45. Para despistar a la inteligencia extranjera, la instalación se llamó “Falda del Carmen”, otra localidad cordobesa. La nueva planta se construyó para satisfacer las ambiciosas necesidades del Cóndor y mantener secreto el desarrollo del programa.​ Las empresas Techint y Delta realizaron las obras en el predio, que medía 474 hectáreas.​ La construcción cubrió un total de 12000 m² distribuidos en 50 edificios, la mayoría construidos bajo especificaciones militares. Complementaban 9 km de caminos que interconectaban los tres lugares principales de la base.​ Los trabajos finalizaron en 1983.​

 

Ingenieros de procedencia civil y militar recibieron capacitación por parte de las empresas en MBB y SNIA.​

 

Selección de los proveedores

 

Stahl decidió llevar a cabo el proyecto bajo la modalidad llave en mano, para así poder garantizarse en el corto plazo el apoyo del jefe de la Fuerza Aérea. A partir de allí, el Brigadier conformó una comisión para viajar a Alemania Federal, Francia, Israel e Italia.​ Los ofertantes israelíes aseguraban a los miembros de la comisión argentina que podían cumplir con todos sus requerimientos, pero no podían mostrar sus instalaciones ni avances debido a cláusulas de confidencialidad, algo que no generó una buena impresión en los argentinos, sumado a la falta de un precio fijo.​ Por ese entonces, Israel se encontraba desarrollando un programa similar de misiles balísticos llamados Jericho, que eventualmente llevaría al lanzador Shavit. Israel terminaría trabajando con Sudáfrica, país que desarrollaría el lanzador RSA-3.​

 

En Alemania, la comisión inició conversaciones con las empresas Messerschmitt-Bölkow-Blohm (MBB) y Dornier Flugzeugwerke.​ MBB ofreció sus servicios para el desarrollo de motores, toberas, aerodinámica, electrónica y control térmico.​ En Italia, se iniciaron conversaciones con la empresa SNIA S.p.A., que se especializaba en la fabricación de propulsante sólido.​

 

La comisión finalmente decidió elegir como contratista principal a MBB con la condición que esta subcontratara a SNIA para llevar a cabo el desarrollo del propulsante sólido.​ En 1980, la FAA contrató a Consen (Consulting Engineers), una empresa subsidiaria de la MBB creada para proveer la asesoría técnica. Otra empresa auxiliar era Transtechnica, que proporcionó la transferencia tecnológica requerida.​

 

Por ese entonces, la CNIE era la responsable de los convenios de cooperación internacional, el presidente de dicha entidad, Miguel Sánchez Peña, había sido el encargado de la dirección de los proyectos de colaboración con el Instituto de Investigación y Verificación Alemán para la Aviación y los Vuelos Espaciales (DFVLR), una relación de particular interés teniendo en cuenta la relación del contratista principal con el centro.​ El 31 de agosto de 1980, con la consolidación del programa, el Brigadier General Graffigna convirtió a la Fuerza Aérea en el único responsable del programa. La CNIE vio limitada su relación con la DFVLR a sensores remotos, energías alternativas y otros proyectos de menor prioridad.​

 

Transformación en proyecto militar

 

Punto de inflexión: la guerra de las Malvinas

 

La derrota en la guerra de las Malvinas llevó a la imposición de un embargo de armas en la Argentina,​ y motivó a la Fuerza Aérea Argentina a continuar el desarrollo del Cóndor como un programa militar.

 

En abril de 1982, la Junta Militar integrada por Leopoldo Galtieri, Jorge Anaya y Basilio Lami Dozo, ordenó la recuperación de las islas Malvinas y Georgias del Sur, que estaban en poder del Reino Unido. El conflicto armado se volvió inevitable.​

 

La Argentina se vio una situación difícil ante las restricciones de armas impuestas por los países de la OTAN. Las naciones del bloque occidental apoyaron a Margaret Thatcher desde el primer día.​ Por ejemplo, inmediatamente iniciado el conflicto, los técnicos franceses de la Aérospatiale que estaban calibrando al misil Exocet AM 39 de la Armada abandonaron el país bajo presión del Gobierno británico. ​ La Fuerza Aérea comenzó a carecer de repuestos promediando la guerra. ​

 

La dependencia tecnológica de los países europeos motivó a los oficiales de la FAA a continuar el desarrollo del Cóndor II para prevenir una situación similar en el siguiente conflicto.​ Terminado el conflicto el 14 de junio de 1982 con la rendición argentina, unos 50 oficiales aeronáuticos comenzaron a concertar reuniones en la Escuela Superior de Guerra Aérea. La institución castrense planteó el desarrollo de 36 proyectos distintos. Entre ellos estuvo un misil balístico de alcance medio que permitiera alcanzar las Malvinas.​

 

En abril de 1983, CONSEN confeccionó un informe de estudio sobre la factibilidad de transformar al cohete Cóndor en un misil balístico. El documento propuso la instalación de un dispositivo de control de empuje vectorial (en inglés, thrust vector control, TVC), un sistema de navegación inercial y una segunda etapa de reentrada con una carga de explosivos de 300 kg. El alcance estimado superaba los 500 km. CONSEN nombró al nuevo proyecto Cóndor BM (siglas en inglés: Ballistic Missile). Posteriormente la FAA lo denominó Cóndor II.​

 

A través de CONSEN, la Fuerza Aérea contrató a la empresa italiana SNIA S.p.A. para el desarrollo del sistema TVC y comprar una planta completa de fabricación de esta tecnología.​

 

Gobierno de Raúl Alfonsín

 

El 10 de diciembre de 1983, Raúl Alfonsín asumió como presidente (democráticamente electo). A pocos días después, lo hizo el nuevo jefe de la Fuerza Aérea, Brigadier General Teodoro Waldner. A principios de 1984, este militar informó al presidente y un reducido grupo de funcionarios del Ministerio de Defensa del desarrollo del misil. El nuevo Gobierno aprobó la continuación del proyecto a pesar de la grave crisis económica que aquejaba a la Argentina, que obligó a reducir el presupuesto de defensa y cancelar un gran número de proyectos militares, con excepción del Cóndor II y del avión FMA IA-63 Pampa. Para afianzar la seguridad de la continuación del proyecto, el Gobierno se planteó la exportación del producto a fin de generar fondos para satisfacer las demandas del programa. Para ello, el Brigadier Enrique Sthal realizó una gira en Oriente Medio, que obtuvo resultados satisfactorios.​

 

La Fuerza Aérea intentó desorientar a las agencias de inteligencia extranjeras presentando al cohete Alacrán como el Cóndor. Para ello promocionó su venta en la 36ª Feria Internacional de la Aviación en Le Bourget, Francia. El Alacrán era un cohete sin guiado de 100 km de alcance y 400 kg de carga útil.​

 

A mediados de 1985, el Gobierno de Alemania Occidental, por pedido de los Estados Unidos, comenzó a presionar a la MBB para discontinuar el proyecto. Los alemanes pidieron al comandante Sthal comparecer al Departamento de Estado de los EEUU. para aclarar la situación. El oficial argentino accedió y se presentó a un Coronel de la USAF, quien lo interrogó con preguntas que Sthal respondió con evasivas. El militar estadounidense le aseguró que su Gobierno sabía lo que la Argentina estaba haciendo, y que estaba dispuesto a permitirlo bajo ciertas condiciones.​ A principios de los años ochenta, los EEUU habían iniciado una política de no proliferación de tecnología de misiles. La superpotencia preveía que la decadente Unión Soviética ofreciera este tipo de conocimientos a cualquier país que tan solo pudieran pagarlo, lo cual representaba un alto riesgo para los países miembros de la OTAN.​ Como una contradicción, en 1984 y 1985, el Instituto Alemán de Investigación y Pruebas Aeronáutico y Espacial (DFVLR por sus siglas en alemán) proveyó también asistencia técnica. Es decir, una agencia del Gobierno de Alemania Occidental conocía y participaba del programa militar argentino.​

 

El 5 de marzo de 1985, asumió el mando de la Fuerza Aérea el Brigadier Ernesto Crespo, uno de los mayores defensores de la continuidad del proyecto.​ El 9 de abril siguiente, el presidente Alfonsín emitió el Decreto “S” Nº 604 que facultó al Estado Mayor General de la Fuerza Aérea —a través del Área Material Córdoba— para ejecutar los contratos con las empresas, aprobar nuevos y gestionar los pagos. Se contrataba a las empresas IFAT Corp. Ltd., DESINTEC AG y CONSEN S. A. para proveer la asistencia técnica, material y equipos requeridos. Para la ejecución de los contratos, la Fuerza Aérea Argentina creó la empresa Tecnología Aeroespacial SA.​

 

A mediados de 1985 y buscando inversiones en el programa, el Gobierno argentino aprobó la venta de motores del Cóndor a Egipto. A partir de este momento, ambos países trabajaron en conjunto.​ Egipto buscaba incrementar el poder militar del Cóndor con la implementación de una bomba termobárica en la ojiva.​ Irak, que estaba en guerra con Irán, se sumó al proyecto. El país gobernado por Sadam Husein condicionó su apoyo al incremento del alcance del misil a los 1000 km (para alcanzar Teherán o Tel Aviv). Para mantener secreto el contrato, Irak abonaba el dinero, Egipto figuraba en los contratos y ambos recibían tecnología de misiles además de proyectiles completados. Arabia Saudita por su parte puso 1000 millones de dólares como apoyo. Estos tres países árabes apoyaban la construcción del arma siempre y cuando sirviera para amenazar a Israel e Irán.​ En 1985, una delegación egipcia en Buenos Aires firmó un contrato con los argentinos para el desarrollo del Cóndor II por un valor de 3200 millones de dólares.​

 

En ese tiempo el Brigadier Sthal cesó en sus funciones y se lo reemplazó con el Comodoro Carlos Gross, un egresado del Instituto Balseiro.

 

 

Mock-up del Cóndor II.

 

A finales de los años ochenta, el proyecto progresó paulatinamente. Entre 1985 y 1988, la Argentina exportó doce motores de combustible sólido del Cóndor a Egipto en seis vuelos de la Fuerza Aérea. En 1986, el Ministerio de Defensa creó la empresa Integradora Aeroespacial S. A. (INTENSA) para el desarrollo, construcción y comercialización del misil. Se hizo cargo de la empresa el Brigadier Iribarren, quien tenía una cuenta bancaria mancomunada con el gerente de CONSEN, Ekkehard Schrotz, y el gerente de Falda del Carmen, Norbert Gueckelhorn.​ Aunque la Fuerza Aérea había iniciado los trabajos de inmediato en 1986, en el año siguiente Alfonsín aprobó la creación de INTENSA y la continuación del programa. La FAA se desligaba de las erogaciones e INTENSA y sus socios se hicieron del control total de Falda del Carmen. Solo quedó personal militar para la seguridad del complejo. Un grupo de científicos alemanes, franceses e italianos comenzaron la producción e iniciaron el entrenamiento de los argentinos.​ La intensificación del desarrollo requirió importar los insumos y tecnologías de manufactura de motores cohete. Una de ellas era la técnica metalúrgica necesaria para la construcción del tubo del misil. Se utilizó el acero maraging.​ Al principio la empresa mendocina IMPSA realizó la soldadura de los tubos al principio. Después la cordobesa Bertolina Hermanos continuó el trabajo produciendo 23 tubos y conjuntos de colas.​ La Aerotec SA manufacturó contenedores especiales para el transporte en avión de los tubos motores.​

 

A partir del año 1985, el Programa Cóndor II había comenzado a adquirir la atención de los medios de comunicación de los Estados Unidos y Reino Unido que advertían y magnificaban de la peligrosidad del misil argentino.​ Este interés se incrementó en abril de 1987, cuando se creaba el Régimen de Control de Tecnología de Misiles (sigla en inglés MTCR).​ Los agentes de inteligencia estadounidenses infirieron que el Cóndor II era una copia del estadounidense Pershing II ya que en ambos participaba la MBB.​ En junio de 1987, un periodista británico publicó un informe sobre las empresas contratadas para el misil argentino. La noticia recalcaba que varias de estas empresas eran las mismas que estaban contratadas por los EEUU para el desarrollo del Pershing II.​

 

A instancias de los ingenieros argentinos, se sustituyó el tipo de motor de la segunda etapa, un sistema de combustible líquido por otro de combustible sólido con TVC. De esta manera la Argentina se deshizo de una dependencia tecnológica adoptando totalmente el sistema de combustible sólido del que ya disponía.​

 

Decadencia y cancelación

 

A principios de 1988 el Brigadier General Crespo dispuso el lanzamiento del prototipo del misil en un desesperado intento de lograr un lanzamiento antes de ceder a las presiones internacionales.​ En 1986 la FAA había seleccionado el cabo Raso, Chubut, para el sitio de lanzamiento; y para 1988 las instalaciones estaban listas.​ Los argentinos planeaban disparar el Cóndor con una cabeza inerte en dirección al océano Atlántico, y también disparar un Alacrán, con ojiva militar convencional, hacia una zona deshabitada de la Patagonia.​ Alfonsín canceló los lanzamientos a instancias de Dante Caputo, que a su vez respondía al Departamento de Estado; el Gobierno argentino desistió a fin de evitar problemas con el Reino Unido.​

 

En 1987 Gran Bretaña inició una campaña de hostigamiento contra la Argentina advirtiendo de negocios malignos de esta con Estados terroristas.​ En la primera reunión del MTCR realizada en Roma, el 8 y 9 de septiembre de 1988, los representantes de los siete países miembros resolvieron bloquear el desarrollo del Cóndor II mediante control de exportaciones e iniciativas diplomáticas.​ Ante estas acciones, la Fuerza Aérea Argentina intentó desmentir las capacidades militares atribuidas al proyectil.​

 

Paralización del proyecto

 

En forma paralela a las arreciantes presiones contra el Cóndor, en 1988 se suscitaron graves atentados contra los dirigentes y trabajadores de las empresas involucradas. El primer ataque ocurrió el 27 de mayo de 1988 cuando un bombazo destruyó el automóvil del gerente de Consen Ekkehard Schrotz en Mónaco. El atentado llamaba a interrumpir el desarrollo del misil inmediatamente. No quedó claro quién había perpetrado esta agresión. Schrotz renunció a la gerencia de IFAT Corp. Ltd. y continuó trabajando en la Consen hasta enero de 1989. En junio de 1988, una persona entró clandestinamente a las oficinas de la Consen en Zug en procura de información de los proveedores del programa; nunca se halló al responsable. Al poco tiempo, distintos periódicos europeos recibieron copias de listas de los proveedores.​ Su sucesor solo se encargó de la liquidación final de la empresa, que completó en junio de ese año.​

 

En junio de 1988 dos militares egipcios cayeron detenidos en el aeropuerto de Baltimore mientras subían en un avión de la Fuerza Aérea Egipcia un cargamento de 200 kg de MX-4926, un material especial producido para fabricar toberas de motores de cohetes. Sin licencia, este producto estratégico no podía exportarse.​ A continuación se arrestaron a un doctor en química egipcio —quién era objeto de investigación desde meses atrás— que trabaja en Aerojet y a un empleado de Teledyne. Ambos se declararon culpables y entregaron información que conectó el MX-4926 con el Cóndor II. De inmediato, el Departamento de Estado forzó a Egipto a abandonar el proyecto, y este cesó en la erogación de dinero.​ Para empeorar la situación, una bomba estalló delante de una camioneta que transportaba ingenieros alemanes e italianos camino a la fábrica de misiles Factoría 17 en El Cairo. El presidente egipcio Hosni Mubarak despidió a su ministro de Defensa, General Abel-Halim Abu Ghazala, máximo defensor del proyecto en el país.​

 

Como colorario, la Argentina perdió el capital progresivamente. Además, la presión del MTCR y la dependencia de insumos formada desde el inicio del Cóndor II impedían a la FAA obtener más insumos para continuar. En suma, el Programa Cóndor II había quedado paralizado a fines de 1988.​

 

Cancelación

 

En el seno del Gobierno de Alfonsín existían dos tendencias: una defensora de la continuación, representada por el ministro de Defensa Horacio Jaunarena; en el extremo opuesto se encontraba el ministro de Relaciones Exteriores y Culto Dante Caputo.​

 

Clarín fue el primer periódico argentino que produjo un artículo sobre el Cóndor II. Siguieron La Nación y otros diarios. El Gobierno argentino se vio obligado a enfrentar numerosas interrogaciones desconcertadas por el contexto político y económico vigente. La participación de Irak suscitó una polémica que perjudicó a la Unión Cívica Radical.​ El 10 de abril de 1989 el programa de televisión británico Panorama de BBC emitió un especial denominado The Condor Conspiracy (“La conspiración del Cóndor”). El documental relevó las conexiones internacionales creadas para el desarrollo. La emisión obtuvo sus frutos inmediatamente pues se intensificaron las presiones internacionales sobre la Argentina.​

 

El 13 de junio de 1989, Terence Todman asumió como embajador de Estados Unidos en la Argentina con la clara misión de eliminar al Cóndor II.​ El 9 de julio de ese mismo año, Raúl Alfonsín entregó la Presidencia del país al peronista Carlos Saúl Menem.​​ El nuevo gobernante suscribió al “Consenso de Washington” acatando las directivas de la superpotencia norteamericana, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.​ El Gobierno federal de los Estados Unidos condicionó la ayuda financiera a la Argentina a la cancelación del proyecto.​ En esta situación y condiciones, Menem decidió descontinuar el Programa Cóndor II.​ Para colmo de males, el presidente relevó al Brigadier General Ernesto Crespo designando en su lugar al Brigadier Mayor José Antonio Juliá.​

 

En enero de 1990 un agrupamiento de funcionarios estadounidenses realizó una gira por las bases, instalaciones y organismos relacionados con el programa.​ Los EEUU continuaban desconfiando de la FAA.​ En realidad, los ingenieros, técnicos y oficiales argentinos ocultaron partes con el fin de continuar el proyecto en una procedimiento de resistencia.​ El gobierno norteamericano redobló la presión para obtener la totalidad de los elementos faltantes, que sabían los argentinos ocultaban por confesión de las empresas europeas y el Gobierno egipcio.​

 

En abril de 1990 el ministro de Defensa Humberto Romero dio el primer anuncio oficial del Gobierno de la Argentina de la cancelación. Sin embargo, los Estados Unidos continuó presionando pues quería la destrucción de todo elemento e instalación del proyecto. La Fuerza Aérea Argentina defendió férreamente al cohete argumentando que su destrucción constituía el delito de traición a la patria según el Código de Justicia Militar. El ministro de Justicia León Arslanian refutó ese punto especificando que la orden provenía del comandante en jefe de las Fuerzas Armadas (el presidente).​ En un gesto de aprobación, el Congreso de los Estados Unidos dejó sin efecto la enmienda Humphrey-Kennedy que prohibía la venta de armas a la Argentina desde 1977.​

 

El 20 de julio de 1990 el presidente argentino emitió el decreto secreto Nº 1373 que disolvió a Integradora Aeroespacial SA y rescindió los contratos para comerciar tecnología de misiles. Falda del Carmen pasó a depender del Estado Mayor General de la Fuerza Aérea. La norma también ordenó a la planta cordobesa transferir la totalidad del material a la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales.​

 

En noviembre de 1990 los alemanes completaron la liquidación del conglomerado Consen, incluyendo la IFAT Corp. Ltd., Delta Consult, Delta System, TEMA y la propia Consen S. A.​

 

Escándalo político

 

De izquierda a derecha: Terence Todman, George H. W. Bush y Domingo Cavallo.

 

El ministro de Relaciones Exteriores Domingo Cavallo buscaba terminar con el proyecto lo antes posible. El 18 de septiembre de 1990, anunció el envío de fuerzas al golfo Pérsico, en apoyo a los EEUU en el conflicto armado contra Irak.​ Ante un requerimiento del diputado Conrado Storani, el ministro afirmó que durante el Gobierno de Alfonsín este país había participado del proyecto exponiendo los decretos secretos.​ La aseveración produjo un escándalo en el parlamento. Los radicales replicaron que Cavallo intentaba distraer la atención de la intervención en el golfo Pérsico.

 

En enero de 1991, Cavallo acusó públicamente al expresidente Raúl Alfonsín y al exministro de Defensa Horacio Jaunarena de vender tecnología de misiles a Irak con cohecho. La denuncia que procuraba perjudicar a la Unión Cívica Radical obtuvo la réplica de Jaunarena que señaló que el ministro de Economía intentaba distraer la atención pública del envío de tropas nacionales al extranjero.

 

Desmantelamiento

 

A principios de 1991, el ministro de Economía Antonio Erman González dejó su cargo y fue reemplazado por Cavallo asumiendo Guido Di Tella el Ministerio de Relaciones Exteriores.​ Ambos condujeron un plan de eliminación total y completa del Programa Cóndor II y sus elementos. Di Tella inició de inmediato las gestiones en los EEUU.​ Erman González por su parte, que asumió como ministro de Defensa, adoptó una posición más cercana a la Fuerza Aérea, oponiéndose a este movimiento.​

 

El 28 de mayo de 1991 Menem eliminó la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales creando la Comisión Nacional de Actividades Espaciales mediante decreto secreto Nº 995. La norma puso a las actividades espaciales bajo supervisión de la Presidencia y del Congreso quitándolas del poder la Fuerza Aérea. Se transfirieron todos los bienes de la CNIE a la CONAE incluyendo Falda del Carmen. Respecto al cohete, se ordenaba la desactivación, desmantelación, reconversión y/o inutilización de los elementos según sus posibilidades de uso en aplicaciones pacíficas. “De manera de efectivizar en forma fehaciente y definitiva la cancelación completa e irreversible del proyecto”.​ Esto se transmitió a la población por cadena nacional, además de la adherencia al Régimen de Control de Tecnología de Misiles.​

 

El 7 de julio de 1991 la FAA removió a sus efectivos de Falda del Carmen; la Gendarmería Nacional se encargó de la seguridad. Los científicos, ingenieros y técnicos se vieron obligados a abandonar el proyecto. Indicaron el maltrato recibido por parte del Gobierno de Menem. Algunos se jubilaron, otros intentaron infructuosamente obtener trabajo en la Fábrica Militar de Aviones y todos quedaron diseminados. El personal intentó también una resistencia gremial a través de la Asociación Trabajadores del Estado, sin obtener resultados satisfactorios. ​

 

La cancelación del Cóndor II era un hecho. A continuación, las partes discutieron la eliminación de los elementos e instalaciones —interés estadounidense— o su reconversión para un proyecto pacífico. ​ La Fuerza Aérea Argentina manifestó que no se haría responsable de la destrucción del patrimonio nacional. Exigía una orden por escrito para efectuar tal acción. El Ministerio de Defensa bogaba por la preservación de la utilización civil de los elementos e instalaciones. Previo a la transferencia de Falda del Carmen a la CONAE, oficiales de la FAA ocultaron numerosas partes del Cóndor II, incluyendo dos motores cohete terminados. Los oficiales depositaron estos componentes en una estancia cercana a la planta.

 

Entrega de los elementos

 

El 11 de febrero de 1992 el ministro de Defensa Erman González entregó la planta a la CONAE. Entre 1992 y 1993 el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto del Gobierno de la Argentina y el Ministerio de Defensa del Gobierno de España acordaron la entrega de los elementos a los Estados Unidos vía España. La primera entrega fue realizada el 10 de enero de 1993 con el transporte ARA Bahía San Blas (B-4), que viajó desde Puerto Belgrano con el primer envío: 14 motores completos, 17 tubos motores y dos modelos de escala completa, además de otros elementos. El cargamento arribó a un puerto no especificado de la costa este de los EEUU, para ser objeto de estudio previo a su destrucción.​ El segundo flete se realizó en septiembre de 1993. En este segundo embarque el país norteamericano se dispuso de una rampa móvil de lanzamiento, sistemas de lanzamiento, computadoras de guiado y vuelo, etcétera. Algunos de estos equipos estaban ocultos en el Área Material Quilmes.​

 

Diputados radicales solicitaron al presidente Menem la no destrucción de Falda del Carmen. El nuevo ministro de Defensa Oscar Camilión aseguró a los legisladores la conservación de la planta.​ La Argentina no destruyó su planta como deseaba el Gobierno estadounidense. De todas formas, ya no era posible su utilización para sus propósitos originales pues los equipos y máquinas vitales estaban inutilizados. Además, el Gobierno despidió a los ingenieros y técnicos, quienes nunca pudieron reincorporarse.​ Entre 1990 y 2004, el Ministerio de Relaciones Exteriores utilizó Falda del Carmen para el entrenamiento de inspectores del Régimen de Control de Tecnología de Misiles. Un promedio de 15 cursantes por año visitaron el predio.​

 

Legado

 

El Centro Espacial Teófilo Tabanera fue construido reutilizando las instalaciones de la planta de Falda del Cañete.

 

Con la creación de la CONAE, la planta de Falda del Cañete fue reconvertida en el Centro Espacial Teófilo Tabanera, donde es utilizada como centro de control de misión y estación terrena, junto a una serie de laboratorios de integración satelital y un banco de pruebas para los motores del proyecto Tronador.

 

En 1996, varios científicos del programa llevaron a cabo el diseño, construcción y lanzamiento del satélite Víctor-1. ​ En el mismo año, la CONAE logró lanzar el SAC-B, que originalmente fue el SAC-1, planeado como una de las cargas originales del Programa Cóndor. ​

 

Fuente: https://es.wikipedia.org

MISILES TELEDIRIGIDOS, EL ARMA DEL FUTURO

 


 

Si habéis llegado hasta aquí por el titular os habréis preguntado a qué nos referimos, puesto que los misiles no solo son el presente, sino que en muchos casos, el pasado reciente, pero cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, los soldados norteamericanos estaban asombrados frente a la ingente cantidad de nuevas armas que los alemanes estaban a punto de desplegar, o en el mejor de los casos, estaban planeando. Para ellos, se realizaron una serie de artículos explicándoles qué futuro campo de batalla les esperaba. Esperamos que os guste.

 

Para el soldado, el campo de los misiles teledirigidos debería ser aún más interesante que el de la fisión atómica, ya que, si bien la fisión atómica no puede utilizarse en la guerra, todo indica que los misiles teledirigidos desempeñarán un gran papel en cualquier conflicto futuro.

 

Tanto si los misiles guiados tienen ojivas atómicas como si son atómicos o de otro tipo, sus posibilidades parecen ser casi incalculables. Las posibilidades actuales indican que podrían afectar enormemente a las fuerzas aéreas convencionales y a las armadas, y alterar enormemente el aspecto y la composición de las fuerzas terrestres. En cualquier caso, representan otro y maravilloso medio de guerra, un medio que complicará aún más las relaciones técnicas y tácticas, amplias y decisivas, que hacen de la guerra moderna un arte tan difícil.

 

Debido a que el campo de los misiles guiados está naturalmente lleno de desarrollos altamente clasificados y a que los alemanes fueron los primeros en su promoción visionaria de proyectos de misiles guiados, el campo de los misiles guiados se expone a través de una historia de logros en el desarrollo de los mismos por parte de los alemanes.


Este es el cohete alemán A-4, el desarrollo más avanzado en misiles de cohetes de largo alcance alcanzado por los nazis antes del colapso de Alemania. Con esta versión alada del conocido V-2, los nazis planeaban bombardear todos los puertos importantes de Gran Bretaña. Afortunadamente, el misil nunca tuvo tiempo de superar la fase de prueba. Como se puede ver en la foto, está siendo revisado para una prueba de lanzamiento en un centro de desarrollo de cohetes alemán.

 

Al final de la guerra con Alemania, los periódicos de Estados Unidos informaron que Alemania podía lanzar un ataque con cohetes contra Nueva York. Esta historia fue descartada por muchos como alarmista y fantástica. Pero hay pruebas de que los alemanes habían considerado tal ataque. Durante algún tiempo antes del final de la guerra, la Wehrmacht tenía en sus mesas de dibujo un arma que, disparada desde suelo alemán, podía cruzar el Atlántico.

 

Es un shock darse cuenta de que su arma estaba programada originalmente para su uso operativo ya en febrero de 1946.

 

El hecho de que tal arma se estuviera desarrollando en el Heereswaffenamt alemán como un proyecto seguro y sólido ilustra quizás mejor que cualquier otra cosa la importancia y las potencialidades de una nueva clase de armas que se avecina: el misil teledirigido, como se debería denominar técnicamente al gigantesco cohete alemán.


Los alemanes, como los japoneses, intentaron introducir un mecanismo de guía humano para una versión de su V-1. Al igual que la "Baka" japonesa, estaba destinada a ser utilizada como arma de la flota anti-invasión. A diferencia de la "Baka", nunca se utilizó.

 

Esencialmente, un misil teledirigido es justo lo que el nombre implica. Es un "misil" u "objeto" que está destinado a hacer un solo viaje hacia un objetivo y no se espera que regrese, aunque algunos modelos pueden estar equipados con dispositivos que les permiten regresar si el objetivo se mueve repentinamente o se vuelve inatacable. En segundo lugar, el término "guiado" significa que el misil está equipado con algún tipo de agente de control o guía. Este agente puede ser transportado dentro del misil (dispositivos de búsqueda activados por el propio objetivo, pilotos automáticos programados antes del lanzamiento, o un piloto humano -como en la bomba japonesa Baka)-, o puede ser externo, ejerciendo un control por cable desde un avión de control o desde un sistema de radio-radar.

 

Hablando correctamente, los misiles guiados pueden viajar en cualquier medio. Pueden, como un torpedo, moverse sobre o bajo la superficie del agua. Pueden viajar a través del aire o atravesar el espacio más allá de la atmósfera terrestre. Dado que el agua ofrece una gran resistencia al paso de un misil guiado, la utilidad del primer gran misil guiado, el torpedo naval, ha sido limitada.

 

El aire es menos limitante, mientras que el aire menos denso más cerca del espacio exterior y, por último, el propio espacio, ofrece cada vez menos medios de creación de fricción para el desplazamiento de los misiles guiados. La falta de rozamiento significa el logro de mayores velocidades y mayores alcances para los misiles guiados. Las mayores velocidades también significan que la eficacia de las contramedidas se reduce en proporción al aumento de la velocidad. Por lo tanto, han sido los misiles guiados por encima de la superficie los que han hecho la reciente promesa de efectuar grandes cambios en la guerra moderna.

 

Hasta ahora, los métodos de propulsión más favorecidos para los misiles guiados por encima de la superficie tienden a ser los primeros explotados por Alemania. Un modelo es el utilizado en el famoso V-1: la propulsión a reacción. En este caso, se obtiene oxígeno para el proceso de combustión, siempre que la fuerza propulsora se obtenga del aire circundante. El segundo grupo de propulsión es el del cohete en el que el oxígeno está contenido dentro del combustible del cohete. El principio del cohete es importante de asimilar, ya que muchas personas aún no han alcanzado a Isaac Newton. No se dan cuenta de que un bazooka o un cohete V-2 gana su impulso, no por empujar contra el aire, sino por ser empujado hacia adelante por la energía del tren de explosión (combustión acelerada) de su propio combustible. Las consecuencias son significativas: Mientras que un misil propulsado a reacción debe permanecer dentro de los límites de la atmósfera para que pueda absorber oxígeno para la combustión de combustible, el cohete puede viajar por debajo de la superficie del agua, en el aire y en el espacio. En este momento, el cohete es la única arma de guerra espacial que está a la vista.

 

Aunque los misiles guiados que viajan por encima de la superficie terrestre tienden a alcanzar velocidades extremadamente altas, no todos ellos necesariamente necesitan ser perfectamente aerodinámicos. Si parte o la totalidad de la trayectoria de vuelo debe realizarse dentro de la atmósfera, puede ser conveniente proporcionar alas. El propósito de las alas no sólo puede ser aumentar el alcance reduciendo el ángulo de planeo, sino que también pueden proporcionar la sustentación del misil, como en el caso del V-1.

 

Las superficies de control también pueden ser proporcionadas, variando en tamaño según la cantidad de control que se desee ejercer. Las alas, las superficies de control y otras características exteriores dificultan la velocidad de un misil. Sin embargo, los misiles con alas pueden alcanzar velocidades fantásticas, de modo que, en general, la ciencia de los misiles guiados debe pasar del campo de la aerodinámica al de la balística. Mientras que los fabricantes de aviones hablan hoy de alcanzar la velocidad del sonido (aproximadamente 300 metros por segundo), la variedad "común" de misiles guiados puede ser fácilmente supersónica: puede viajar a la velocidad de un proyectil de fusil o de artillería. Los misiles guiados alemanes como el V-2 tienen velocidades de impacto superiores a las de la munición anti blindaje alemana más potente de 88 mm.

 

La comparación de los misiles teledirigidos con la artillería y las aeronaves es especialmente adecuada. Pensando en la atmósfera enrarecida de la capa superior, se ha mantenido la tesis plausible de que el misil guiado es simplemente una perfección de la artillería. Por esta tesis, una pieza de artillería, buscando alcanzar un objetivo en la superficie de la tierra desde otro punto en ella, no puede ejercer ningún control sobre su proyectil después de que este haya salido del tubo del cañón.

 

El ejército alemán tuvo la idea de utilizar misiles guiados en 1918, cuando se concibió el uso del control por cable como un medio para aumentar la precisión de los bombardeos. Este diagrama muestra una bomba controlada por cables de la Segunda Guerra Mundial alemana.

 

La aeronave representa una extensión de las capacidades de la pieza de artillería en ciertos aspectos, especialmente en lo que se refiere al combate a larga distancia. En realidad, el aparato recoge el proyectil (bomba) o incluso el propio cañón y lo lleva bastante cerca del objetivo. Al hacerlo, el avión ejerce control sobre el proyectil (bomba) por un tiempo mucho mayor que un cañón disparando un proyectil sobre la trayectoria cubierta por el vuelo del avión desde la base hasta el objetivo.

 

 

Como ya hemos visto los misiles guiados representan el mayor avance, en el sentido de que el control puede ejercerse desde el momento del lanzamiento hasta el momento del impacto, sin necesidad de un avión de transporte. Al igual que una posición de artillería, un sitio de lanzamiento de un misil guiado de este modo puede protegerse y ocultarse, y puede convertirse en un lugar móvil que ayude a asegurar la protección. Por el contrario, el avión de hoy no sólo debe asegurar su extensible base, sino que debe exponerse a sí mismo y a sus tripulantes a las defensas enemigas, para poder lanzar una bomba convencional de caída libre.  También tiene que volver a su base. Los misiles teledirigidos lanzados desde tierra no tienen esas deficiencias. Su principal defecto, comparado con el proyectil de artillería convencional, es la necesidad de llevar consigo el peso muerto de su sistema de combustible y "motor" - características que el proyectil de artillería deja en su cañón.

 

Los misiles guiados que viajan por encima de la superficie de la tierra tienen más usos que el "sustituto" para la artillería y los aviones en bombardeos normales de largo y superlargo alcance. Cuando se lanzan desde aviones, pueden utilizarse para mejorar la precisión de los bombardeos y, sobre todo, para permitir que los aviones permanezcan fuera de la concentración principal de antiaéreos y sigan lanzando sus misiles sobre el objetivo. Pueden utilizarse para mejorar la eficiencia con la que los aviones pueden derribarse unos a otros. Su utilidad como arma antiaérea es enorme. Obviamente son útiles en los disparos de corto alcance en tierra y en el mar. En aras de la conveniencia, es mediante esos tipos de uso que los misiles guiados obtienen su clasificación. Por lo tanto, las fuerzas armadas estadounidenses están acostumbradas a clasificar los misiles guiados en cuatro grupos: misiles tierra-tierra, tierra-aire, aire-tierra y aire-aire.

 

Un campo completamente nuevo, los misiles guiados que viajan por encima de la superficie de la tierra, sólo se hizo práctico con el advenimiento de técnicas científicas avanzadas. En 1918, los alemanes se hicieron una idea de su importancia, y estaban en la fase inicial con un plan para usar una bomba controlada por cables en su fuerza aérea militar. Dado que siempre estaban "lanzando en ángulo" para dar en el blanco a sus "vecinos", estuvieron dispuestos, en el período de la posguerra, a emprender el tremendo gasto de la investigación básica sobre misiles guiados.

 

El programa realmente ambicioso fue iniciado por unos jóvenes técnicos civiles. Inspirados por un libro futurista sobre cohetes de un profesor alemán, se unieron y comenzaron los experimentos en 1929. Su punto culminante fue el desarrollo de un cohete que transportó con éxito el correo a través de los Alpes hasta Austria.

 

Al carecer de fondos para la experimentación avanzada adecuada, vendieron su idea al ejército alemán, que se hizo cargo de ellos y de su trabajo en 1932. Mientras tanto, el Ejército había estado trabajando en los combustibles para cohetes desde 1930 y, por lo tanto, estaba en condiciones de impulsar el proyecto cuando el ascenso al poder de Hitler trajo fondos ilimitados para los preparativos de la guerra alemana. En 1936 se construyó la enorme estación experimental y el laboratorio en el desolado Peenemünde, en el Báltico. Se informó de que las operaciones de esa estación durante el primer año se financiaron con una consignación de 300 millones de marcos de oro (unos 100 millones de dólares).

 

Peenemünde siguió siendo el gran centro del desarrollo de misiles guiados hasta el final de la guerra, pero Alemania estaba salpicada de túneles de viento supersónicos, algunos de los cuales tenían velocidades de viento varias veces superiores a la velocidad del sonido, por no hablar de las agencias de investigación y experimentación que se ocupaban del desarrollo de la teoría, la técnica y la prueba de los modelos en sí. Una gran parte de los científicos alemanes se mantuvo ocupado con el trabajo de los misiles teledirigidos y, en todo caso, los alemanes dedicaron demasiado tiempo a la investigación básica, es decir, si el Alto Mando alemán tenía en cuenta los plazos que Hitler había fijado para su ofensiva.

 

El resultado fue que, aunque la inversión alemana les trajo el V-2 (que como cohete tierra-tierra era el principal interés del ejército alemán), las dificultades prácticas y los enfrentamientos entre personalidades impidieron incluso que esa arma tuviera un uso operativo extensivo hasta 1944, aunque se utilizó por primera vez contra Leningrado en 1943. Que este retraso iba a producirse se hizo evidente para los alemanes después de que la guerra había comenzado. A partir de junio de 1942, se apresuraron a sacar un misil que pudiera ser producido fácilmente y dentro de un plazo razonable, y que también fuera efectivo. El arma tan apresurada era el V-1.

 

Después de llevar el V-2 a su sitio de lanzamiento, el remolque mostrado en la parte inferior elevaba el cohete a la vertical para su mantenimiento y lanzamiento.

 

Una sección oficial alemana del V-2 muestra (de arriba a abajo): ojiva con 1 tonelada métrica de explosivos (2.205 libras), cámara de control, tanque de alcohol, tanque de oxígeno líquido, turbina y cámara de combustión. El "Leergewicht" es el peso en vacío del cohete, expresado en 3 toneladas métricas.

 

Una característica importante de un misil teledirigido de tipo V-2 es la simplicidad de su lugar de lanzamiento. En lo que respecta a la movilidad y el uso de una posición rápidamente preparada y adecuadamente oculta, estos misiles se asemejan a la artillería de campaña.

 

El V-2 es disparado. Su ascenso inicial es majestuoso y lento, pero acompañado de nubes de polvo y explosiones considerables. Esta vista muestra un V-2 bajo prueba en la estación experimental alemana de misiles guiados bálticos de Peenemünde.

 

Mientras que las trayectorias V-2 muestran un rastro de vapor ondulado (arriba), la velocidad supersónica de este cohete descarta la posibilidad de que se emita una advertencia audible, ya que su aproximación se escucha después de su explosión. El V-2 se introduce en la tierra en el momento del impacto, reduciendo el impacto lateral.

 

Muy poca preocupación por las aplicaciones prácticas de los misiles guiados tuvo un efecto realmente decisivo en la guerra aérea. La victoria preliminar en el aire y la creencia en la capacidad de la Luftwaffe para defender la “Fortaleza” Europa fueron factores añadidos, en el sentido de que el desarrollo de los misiles guiados antiaéreos (tierra-aire) y de los misiles guiados de los aviones (aire-aire) se vio frenado después de que la guerra se iniciara. Cuando la 8ª Fuerza Aérea de Estados Unidos mostró sus colmillos en 1943 y demostró que el bombardeo a plena luz del día era más que una posibilidad, era demasiado tarde para que los alemanes tradujeran sus programas de misiles guiados en un arma práctica contra la penetración estratégica del aire. Pero era demasiado tarde.

 

También es una suerte que estos investigadores no produjeran misiles aire-tierra antes de 1943. Los primeros que entraron en servicio en el Mediterráneo fueron crueles contra el transporte marítimo; tres misiles perforantes de tipo posterior despacharon fácilmente el nuevo acorazado italiano Roma. Si hubieran estado listos cuando Gran Bretaña estaba de espaldas al muro en 1940-41, la tarea de los Aliados habría sido incomparablemente más difícil. Al intentar inicialmente un cohete de largo alcance V-2, e intentar que fuera extremadamente preciso, los alemanes renunciaron a gran parte de su ventaja inicial en el desarrollo de misiles guiados.

 

Es posible que no todos los misiles teledirigidos alemanes hayan estado operativos y que los que lo estaban no hayan sido realmente perfeccionados. Pero los que existían todavía ofrecen excelentes ejemplos de los diversos tipos de misiles teledirigidos que se pueden desarrollar.

 

El V-2: propulsión de cohetes



 

El misil tierra-tierra que los alemanes habían planeado originalmente como su arma de ensueño era lo que ahora conocemos como el V-2. Como los alemanes de los años 30 tenían la intención de " presionar " a su alrededor, no habían planeado originalmente llamar al cohete con una " V " de " Vergeltungs " (represalia), de ahí que el Heereswaffenamt simplemente llamara a su cohete grande como el A-4.

 

Un verdadero cohete diseñado para largo alcance, el A-4 es estabilizado por medio de giroscopios y aletas, y pesa aproximadamente 13,6 toneladas en el lanzamiento. Aproximadamente 9 toneladas de este peso consisten en la carga de combustible de oxígeno líquido y alcohol. Debido a las dificultades de estabilización mientras el cohete toma velocidad, se lanza verticalmente. El combustible, que se alimenta a través de una turbina a la cámara de combustión, desarrolla un empuje propulsor de unas 30 toneladas, que dura unos 55 segundos. En ese tiempo, el empuje acelera el misil a una velocidad de aproximadamente 1 milla por segundo (3,600 millas por hora, o más rápido que una bala de fusil). Después de que el misil tenga un buen comienzo, las superficies de control en los extremos de las aletas toman el mando y no pueden hacer que el cohete alcance un ángulo de 45 grados. El A-4 entonces asume una trayectoria curva con una altura máxima de aproximadamente 60 millas. Gracias a la gran altura que alcanza durante su vuelo, la resistencia del aire y la fricción se mantienen al mínimo, permitiendo así la consecución de un gran alcance.


Cuando el A-4 regresa a la tierra, entra cayendo en un ángulo de 45 grados. Este ángulo pronunciado, combinado con su velocidad, lo hace más difícil de manejar. Sin embargo, su reentrada en las capas de aire más pesado provoca una gran fricción en su superficie y el consiguiente calentamiento. Estos factores causaron considerables problemas a los alemanes, y a menudo provocaron ráfagas de aire demasiado altas como para causar daño alguno. Si se supera el peligro de ruptura o explosión de aire, un V-2 puede impactar en la tierra a un alcance óptimo de aproximadamente 200 millas del punto de lanzamiento.

 

El V-2 representó un gran esfuerzo, de producción y de otro tipo, sólo para entregar una ojiva de 1 tonelada. En vista de este hecho, muchos han estimado que los alemanes consideraron la idea de utilizar algún otro explosivo que no fuera el alto explosivo realmente instalado. Aunque los nazis sin duda habrían aprovechado la oportunidad de instalar una práctica ojiva atómica, no parece haber pruebas de que estuviera en los libros. La aparente intención de los alemanes era compensar los gastos de producción proporcionando un grado de precisión que resultó inalcanzable.


Lo importante que hay que recordar sobre el A-4 es que los alemanes no lo consideraron un arma perfeccionada. Sin embargo, este misil de 200 millas estaba en producción masiva al final de la guerra. El ejército alemán tenía unidades regulares para cubrir los emplazamientos A-4, con un equipo especial intrincado, y con un Procedimiento operativo estándar completo. Buck Rogers (personaje de ciencia ficción de principio de los 30) puede parecer un arma, pero los alemanes la tuvieron hasta el punto de que fue disparada estrictamente por números.

 

El V-1: propulsión a reacción

 

El primero de los misiles guiados de largo alcance que apareció fue el V-1, que los alemanes llamaron el FEG-76. Probado por primera vez en diciembre de 1942, no se utilizó operativamente hasta junio de 1944. Habría aparecido considerablemente antes, si no hubiera sido porque todo el centro de Peenemünde hubiera recibido una considerable atención aérea de los Aliados. Gracias a los graves ataques de la Real Fuerza Aérea en 1943, todo el programa alemán de misiles teledirigidos se retrasó unos 6 meses, y eso incluyó el V-1.

 

El FEG-76, más conocido como V-1 (Arma de Castigo 1), es un misil guiado propulsado a reacción y controlado internamente. Es decir, su mecanismo de guiado está preestablecido antes de su lanzamiento. No se ejerce ningún otro control por radio, cable o dispositivo de búsqueda. Un piloto automático se utiliza para controlar la dirección y la altitud, mientras que un registro de aire en el morro registra la distancia que viaja el misil. Cuando el misil ha viajado a un punto predeterminado, el mecanismo de guía lo envía a un picado pronunciado y arma los fusibles de la ojiva.

 

El V-1, que tipifica los misiles guiados con propulsión a reacción, se precipitó cuando el desarrollo del favorecido V-2 no pudo prometer un éxito operacional temprano. Fácil y barato de construir, el V-1 carecía de la velocidad supersónica efectiva del V-2. Arriba se muestra el V-1 completo (arriba) y una sección transversal (abajo).

 

Los alemanes también tenían la idea de un V-1 pilotado, como el Baka. Se supone que es especialmente eficaz contra una flota invasora, nunca se utilizó por razones que el lector pueda imaginar.

 

Lanzado desde una plataforma de lanzamiento o desde una aeronave, el modelo V-1 es alimentado por una simple central de energía. La unidad de propulsión es un dispositivo simple diseñado para capturar el aire en la entrada, mezclar algo de combustible y encenderlo. La explosión resultante cierra el puerto de admisión y crea un empuje hacia atrás a través del extremo abierto del tubo del motor, y el vacío resultante abre la válvula delantera para la siguiente entrada de aire. Este ciclo crea el ruido de chasquido característico, conocido como el conducto de flujo impulsivo o pulsante, o el "aero-impulso".

 

El aire comprimido de las botellas transportadas en el V-1 fuerza un gas de baja calidad a través de inyectores en la corriente de aire de las válvulas, y una chispa de alta tensión enciende la mezcla. Una vez lanzado, el ciclo continúa sin el beneficio de la chispa, ya que la nueva entrada de combustible y aire es encendida por el residuo de gases calientes restantes del ciclo anterior. Todo el sistema de propulsión es tan simple que permite una producción rápida.

 

Los V-1 fueron lanzados desde sitios fijos, sitios semimóviles o bombarderos "He-111 K". La imagen superior muestra una rampa de Peemünde, la imagen inferior una V-1 bajo el ala izquierda de un Heinkel. Los técnicos estadounidenses construyeron sitios terrestres que eran mucho más eficientes y móviles que cualquier otro diseñado por los alemanes.

 

A partir del V-2 (A-4) se modificó la versión alada llamada A-4b. Como muestra la tabla de trayectoria oficial alemana, las alas pueden haber reducido la velocidad, pero prolongado el alcance con el planeo.  La vista superior es de sección transversal. Las cifras del gráfico están en kilómetros (1 km = 0,62 millas). Calais se muestra como el sitio de lanzamiento.

 

El V-1 tiene un alcance de alrededor de 150 millas, y lleva una ojiva de 2.000 libras de alto explosivo. El peso total al despegar es de 4.860 libras, de las cuales 836 libras son de combustible. Tiene aproximadamente 25 pies de largo, con una extensión de alas de 17 pies.

 

El principal defecto del V-1 era su baja velocidad para un misil guiado. Esto la hizo susceptible a las contramedidas, particularmente por la artillería antiaérea que disparaba proyectiles con espoletas de proximidad.

 

Durante la puesta en marcha de los misiles V-1 y V-2, los científicos alemanes han insistido en que estos desarrollos no deben considerarse más que como ejemplos de los primeros pasos en el mundo de los misiles teledirigidos tierra-tierra. Ilustrativo de este hecho son los planes que los alemanes habían elaborado para el desarrollo del V-2. Por ejemplo, sólo añadiendo ala al V-2, este tipo de misil podría obtener un gran aumento de alcance. A medida que el misil caiga a tierra, asumirá un ángulo de planeo más suave que su caída normal y extenderá su vuelo a aproximadamente 350 millas. Este tipo de cohetes que los alemanes llamaban el A-4B; en realidad construyeron algunos para probar. Con él, contaban con poder atacar cualquier puerto de las Islas Británicas.

 

El último de los cohetes de modelo V-2 era la combinación A-9/A-10, la primera de las cuales se desprendía de la segunda en vuelo, después de que el A-10 hubiera volado en su curso. Un proyecto que nunca llegó a la etapa de prueba, este esquema proporcionó un rango que habría llevado el A-9 a América, como lo indica el gráfico de trayectoria.

 

Prototipos transatlánticos

 

Sólo en el tablero de dibujo había más armas fantásticas todavía. El más interesante era la combinación A-9/A-10. Como consecuencia del V-2, eran el grupo de cohetes capaz de ser disparado a través del Atlántico. El A-10 era el cohete principal e inicial, que transportaba 125.000 libras de combustible. Una vez que había despegado, como V-2, y hecho la mayor parte de un viaje de ida y vuelta en las capas externas de aire, se destruiría. El morro resultaría entonces un cohete alado del tamaño de un V-2, que despegaría en una trayectoria plana, encendería su propulsor y viajaría por su propia energía hasta su objetivo en un curso más o menos paralelo a la curvatura de la tierra.  El A-9 habría carecido de la velocidad de un V-2 ordinario debido a su trayectoria plana. A menos que los alemanes hubieran elaborado un buen sistema de guiado, su precisión habría sido muy pobre. Hubiera sido un gran esfuerzo llevar una ojiva V-2 al lado norteamericano del Atlántico, pero el hecho es que, en 1939-1945, los alemanes no sólo pensaron en hacerlo, sino que planeaban hacerlo. Y 1946 fue la fecha que habían programado para las operaciones.


 


 

Misiles aire-tierra

 

De obvia utilidad inmediata son los misiles aire-tierra. La mayoría de los soldados y sin duda los pilotos son conscientes de la lluvia de fuego antiaéreo que un convoy o flota bien vigilada en el mar es capaz de liberar. También saben lo que los cazas defensores pueden hacer en estrecha cooperación con la defensa antiaérea. Sin embargo, si el avión atacante puede mantenerse alejado de las defensas y, sin embargo, guiar su bomba a su objetivo a pesar de esquivar a los barcos después de que se libere la bomba, tanto la defensa activa como la acción evasiva se anularán en su mayor parte. Para aprovechar esta posibilidad, los alemanes pusieron en servicio las primeras bombas controladas: la FX-1400 y la Hs 293. Es lógico que este tipo de misiles guiados sea el primero en servicio, ya que una bomba controlada por cables fue la primera idea de misiles guiados del ejército alemán en 1918.

 

La bomba alemana de alto poder explosivo, Hs 293, es un planeador radio-controlado, propulsado por cohetes, diseñado principalmente para su uso contra barcos mercantes y naves navales. Por lo general, se libera desde el avión padre a una altitud de 3,000 a 5,000 pies, y a una distancia del objetivo de 3 a 5 millas. No se libera directamente en el blanco, sino en un curso paralelo, y se dirige por radio desde el avión de origen. Al soltarlo, la unidad de propulsión del cohete entra en acción automáticamente, desarrollando un empuje de aproximadamente 1.500 libras durante un período de 10 a 15 segundos. Esto acelera el misil a una velocidad máxima de 375 millas por hora, pero luego cae a unas 250 millas por hora.

 

Incluyendo la ojiva de 1.300 libras de alto explosivo, el Hs 293 pesa una tonelada. Tiene aproximadamente 12 pies de largo y una envergadura de alas de 10 pies. La cola está provista de bengalas y de una lámpara eléctrica con una luz de seguimiento para facilitar el control desde el avión. Los modelos experimentales han sido equipados con espoletas de proximidad. El Hs 293 se utilizó con bastante éxito en la zona del Mediterráneo, y parece haber sido utilizado por primera vez en un ataque contra buques antisubmarinos británicos frente a España en septiembre de 1945.

 

Los modelos posteriores que se perfeccionaron, aunque nunca llegaron a la fase operativa, fueron diseñados para ser controlados tanto por radio como por cable en caso de que la interferencia de los Aliados interrumpiese el control por radio normal. Otra modificación fue un misil que incorporaba un transmisor de televisión que enviaba una imagen del misil al bombardero.

 

Aunque la serie Hs era efectiva, eran bombas de alto poder explosivo. Las embarcaciones navales están blindadas y, en todo caso, mejor protegidas contra las explosiones de alto poder explosivo que los mercantes. Por lo tanto, se necesitaba un misil teledirigido que perforara el blindaje, y que también tuviera la precisión necesaria para conseguir un impacto directo en los buques de guerra. Los alemanes parecen haber sido utilizados por primera vez en julio de 1943 en aguas sicilianas.

 

El dispositivo en la parte superior representa un arma más importante para el uso contra el transporte marítimo, y fue utilizado contra las naves aliadas en el Mediterráneo. Es la bomba radiocontrolada "Hs 293"; a continuación, se muestra una modificación posterior.



 

Más pequeño que el Hs 293, el FX-1400 permite montar dos o tres misiles en un solo bombardero. El FX- 1400 también puede ser transportado en el portabombas estándar utilizado en al menos seis modelos de aviones alemanes. Poco menos de 11 pies de largo, pesa 3.080 libras. Tiene dos pares de alas cortas de metal y una superficie de cola ovalada. Un giróscopo y un circuito de radiocontrol estabilizan el misil y controlan su curso lo suficiente como para permitir un impacto directo teórico a menos de 20 pies de una altitud o 20.000 pies. El FX-1400 desarrolla una velocidad de 630 millas por hora. Más tarde, se desarrolló un control por cable para contrarrestar las interferencias.

 

Esta foto alemana muestra un bombardero Focke-Wulf de cuatro motores que lleva dos de un último modelo de bomba de Henschel (Hs) accionada por radio y cohete. La forma en que los alemanes se encargaron del control después de la liberación demuestra que los bombardeos guiados no se limitaban a lanzar la bomba y dirigirla hacia el objetivo. El control de la bomba debía ser realizado por personal entrenado con instrumentos especiales (abajo), mientras que el avión tenía que ejecutar un determinado problema de vuelo en relación con la trayectoria del misil y el curso del objetivo.

 



Los modelos posteriores, a los que los alemanes no pudieron acceder en la fase operativa, alcanzaban la velocidad supersónica de 900 millas por hora, y podían ser lanzados desde una altitud de 40.000 pies. El nuevo diseño utilizaba una estabilización de la rotación en la que todo el misil giraba a una velocidad de unas 60 vueltas por minuto. Se desarrolló un nuevo radio control para el control durante el giro.


El acorazado italiano Roma fue hundido con un FX-1400 que aparentemente golpeó en la cubierta superior un flanco de la torreta B, causando primero una pequeña explosión, y luego una explosión en el compartimiento de carga. Se cree que esta bomba penetró 8 pulgadas en el blindaje.

 

Las ventajas de los misiles guiados aire-tierra en la guerra naval y en las operaciones contra los anfibios son evidentes por las características de los misiles alemanes. Con sus características guiadas que superan la acción evasiva, con el avión capaz de permanecer más allá de los cañones de la flota, y con el misil llegando a velocidades supersónicas en las que el fuego antiaéreo es extremadamente difícil, el problema de la defensa naval contra los ataques aéreos es tremendamente complicado.

 

Misiles tierra-aire

 

Tal vez de mayor interés tanto para los aviadores como para los soldados de tierra sean los misiles guiados tierra-aire o de tipo antiaéreo. Para los alemanes, eran un campo muy vital. La defensa antiaérea alemana concentrada del modelo de armas convencionales podría sacudir la incursión estratégica de los Estados Unidos a la luz del día, pero al final no pudieron hacer más que acosarlos. En el misil antiaéreo, los alemanes pensaron que podrían tener la respuesta a la superioridad de la potencia aérea aliada. Pensaron que podrían poner fin al dominio del aire sobre Alemania por parte de la R.A.F., el 8º y el 15º Ejército del Aire. Los misiles guiados aire-aire también eran una buena idea, pero como las posibilidades de conseguir que los cazas se elevaran para combatir a los Aliados se redujeron hacia los últimos días de la guerra, la dependencia principal tuvo que ser puesta en el fuego antiaéreo. Por lo tanto, los alemanes impulsaron varios proyectos de misiles antiaéreos, en lugar de elegir un solo modelo para el desarrollo y la producción finales.

 

Se cree que el "Fritz X" o "FX-1400" fue el primer misil guiado operacional. Una bomba radiocontrolada que penetra en el blindaje y que se utiliza contra los buques de guerra, una de ellas hundió el nuevo gran acorazado italiano "Roma" cuando se dirigía a Malta en el momento de la rendición italiana.

 

Enclavado bajo el vientre de un bombardero mediano Dornier, el "FX-1400" se muestra aquí listo para su uso. Si esos misiles guiados hubieran estado listos en 1941, su efecto en la Armada Británica podría haber tenido consecuencias devastadoras en el curso de la guerra. Tal como estaba, el "FX-1400" no se utilizó hasta 1943.

 

Al principio complacientes ante la amenaza estratégica de los bombardeos, los alemanes en 1943 se volvieron temerosos y luego frenéticos. Estaban dispuestos a probar cualquier contra-arma que pudiera ser efectiva. Una de estas armas de prueba fue el cohete pilotado llamado "Natter", cuyo modelo de prueba se muestra aquí.

 

Uno de ellos era el Natter (Viper), un pequeño interceptor pilotado propulsado por cohetes que fue diseñado para defender áreas vitales contra formaciones de bombarderos. En realidad, es un avión de 2 toneladas, de 19 pies de largo y con una envergadura de 10,5 pies. El Natter está diseñado para ser lanzado verticalmente desde una rampa con la ayuda de cuatro cohetes de propulsión sólida que, una vez consumidos, son desechados. Un piloto automático lo controla hasta que el piloto humano está listo para tomar el mando. Entonces el movimiento principal del cohete se usa para acercarse al objetivo. El piloto apunta su cohete al blanco, dispara una salva de unas dos docenas de cohetes por la proa, y dispara un dispositivo que lo expulsa a él y al motor principal del cohete para que descienda en paracaídas.

 

Este misil pilotado tiene una velocidad horizontal de 620 millas por hora, una velocidad de ascenso de 435 millas por hora, y un techo de 39.000 pies. Es un arma puramente defensiva, concebida en agosto de 1944, construida y probada en túneles de viento en noviembre, y sometida a una prueba prematura en febrero de 1945. El piloto fue muerto accidentalmente. Se completaron otras pruebas, pero ningún misil llegó a las operaciones reales. Potencialmente, esta arma es versátil y casi invulnerable, pero su principal desventaja es un radio de acción horizontal corto.

 

De los cohetes antiaéreos diseñados como misiles teledirigidos, los alemanes impulsaban cuatro tipos principales, conocidos bajo nombres en clave como Wasserfall, Rheintochter, Enzian y Hs 117. Se planearon varios sistemas de control, entre los que se incluyen dispositivos visuales con radio y dispositivos de búsqueda dentro de los propios misiles.

 

Una sección transversal del "Natter" ilustra las partes que lo componen. El combustible para cohetes es un líquido como en el tipo de cohete V-2. El paracaídas se usaba para evitar que se destruyera el motor principal, que, al igual que el piloto, era eyectado.

 

El "Natter" se lanzaba desde un armazón a la manera de un proyectil de cañón. El piloto tomaba el control después de que el misil estaba en el aire. El "Natter" representaba un cruce entre un caza y un avión del tipo suicida.

 

El Wasserfall era un prometedor cohete parecido a un V-2 menor. Un misil supersónico, fue diseñado para destruir un avión que volaba a 560 millas por hora a 65.000 pies, a un alcance horizontal de 30 millas. Mide hasta 25 pies de largo y pesa 4 toneladas en el suelo. Lanzado verticalmente, como el V-2, genera un empuje de aproximadamente 9 toneladas durante unos 45 segundos. En ese tiempo, alcanza una velocidad de 2.500 pies por segundo (1.700 millas por hora, y casi la velocidad de 2.805 pies por segundo de un cartucho del rifle M1). Esta velocidad se logra al alcanzar una altitud de 60.000 pies. 



El lanzamiento del "Natter" era impresionante. La explosión de su cohete da una idea de la potencia utilizada para alcanzar una velocidad de ascenso de 435 millas por hora, unos 38.000 pies por minuto. Esta velocidad se conseguía subiendo casi en línea recta.

 

Inicialmente, el esquema de guía alemán consistía en proporcionar dos equipos de radar para el seguimiento, con un control por radio. Más tarde, se programó la instalación de una espoleta de proximidad por infrarrojos y un dispositivo de localización.

 

Aunque el diseño se terminó en 1943, y 25 misiles habían sido disparados y la prueba operacional final se completó en enero de 1945, el desarrollo de Wasserfall no se concluyó antes del final de la guerra. Sin embargo, los alemanes habían comenzado a trabajar en su producción, con la esperanza de que fuera el arma antiaérea de gran altura que tanto necesitaban.

 

El verdadero arma antiaérea, que podría haber despejado los cielos de Alemania, era el cohete antiaéreo, guiado hasta su objetivo por diversos dispositivos. El elegido para el mayor intento de producción fue este modelo junior V-2, el "Wasserfall".

 

El gordo "Enzian" fue otro de los proyectos de misiles guiados por cohetes de propulsión seleccionados por los alemanes para su desarrollo. Su tamaño relativo se puede juzgar por el montaje del cañón de 88 mm en el que se muestra (arriba). El lanzamiento del "Enzian" se ve a continuación. Afortunadamente, ninguno de estos proyectos había pasado de la prueba a las operaciones antes del armisticio.

 

De los otros misiles antiaéreos principales, el Rheintochter pasó por varias versiones. Fue un desarrollo de la gran firma de armas Rheinmetal-Borsig de Hermann Goring.


El Enzian, que lleva el nombre de una bonita flor azul, era un cohete corto y gordo lanzado desde un vehículo de tipo Flak 18 de 8,8 cm alterado, mientras que el Hs 117 era un cohete pequeño y más delgado, lanzado de forma similar.

 

Aire-aire

 

Si bien los cohetes antiaéreos podían tener un valor decisivo para los alemanes, su Lufftwaffe, cada vez más escaso, podría haber hecho un gran uso de los diversos misiles guiados aire-aire que se estaban desarrollando febrilmente. La ventaja de tales misiles radica en la capacidad del atacante para permanecer fuera del alcance de un arma calibre .50 de un B-17, y para lanzar un misil preciso que contenga suficiente explosivo como para hacer frente incluso a un artefacto tan bien construido como el B-17. La forma en que los aviones alemanes habrían llegado a la cobertura de cazas del bombardero es otra cosa, pero las posibilidades de una situación en la que ninguno de los dos bandos tenga el control absoluto del aire son bastante evidentes.

 

Tan urgente era la necesidad de cohetes antiaéreos cuando los dirigentes nazis, antes demasiado confiados, reconocieron la amenaza aérea, que cuatro modelos de cohetes fueron empujados hasta su finalización. Uno de los modelos era la serie "Rheintochter". Esta foto muestra a uno de los raros "Rheintochters" en vuelo.

 

Aunque Alemania fue superada irremediablemente en el aire, los misiles guiados lanzados contra Fortalezas Voladoras y Liberators desde cazas alemanes podrían haber tenido un efecto considerable en el bombardeo estratégico de combate. Esta vista de la sección transversal muestra el "X-4" alemán, un misil guiado por cohetes programado para su uso operativo.

 

Este dibujo alemán ilustra un caza bimotor alemán guiando un misil propulsado por cohetes "Hs 298" contra un B-17 estadounidense. En este caso, la tripulación del cazas pilota el misil guiado con una palanca de control, que crea señales transmitidas por radio a los controles del propio misil.

 

Uno de los típicos misiles aire-aire alemanes era el X-4. El X-4 es un pequeño misil de cuatro alas y 6 pies y medio diseñado para derribar un avión después de ser lanzado desde otro. Está controlado por impulsos eléctricos transmitidos a través de dos cables que se desenrollan hasta el plano de origen. Pesa 132 libras y tiene una ojiva de 44 libras. Diseñado para ser lanzado desde aviones de combate rápidos, el cohete tiene un alcance de 2.700 yardas. El combustible para cohetes produce un empuje inicial de unas 300 libras, que desciende a unas 50 libras después de 30 segundos. La estabilidad se logra por medio de cuatro alas de contrachapado diseñadas para girar el misil a 60 revoluciones por minuto. Las cuatro aletas en la cola tienen timones que le dan control horizontal y vertical al mando del piloto. Dos carretes de alambre montados en las alas del misil proporcionan alambre fino desde el X-4 hasta el avión padre. Un dispositivo de conmutadores en el misil transmite los comandos a los impulsos de tiempo correctos a los timones. La espoleta consiste en una combinación de tipo de impacto, autodestrucción y proximidad acústica. El X-4 estaba en producción al final de la guerra, pero fuera de algunas pruebas de fuego exitosas no alcanzó operaciones de combate reales.

 

Conclusiones sobre los misiles teledirigidos 

 

La observación y evaluación del trabajo de los científicos alemanes en Peenemünde no ha concluido. Sin embargo, es posible llegar a una conclusión en cuanto a la meta hacia la cual estaban trabajando. Obviamente, su objetivo final era el día en que pudieran atacar con precisión cualquier área de la faz de la tierra con armas que pudieran tener un gran poder destructivo en forma de explosivos de gran potencia.

Ningún misil teledirigido desarrollado por los alemanes es un arma lógica que pueda ser duplicada exactamente para su uso práctico por cualquier otra nación. Sin embargo, el desarrollo ulterior del misil teledirigido para proporcionar armas para un posible conflicto futuro es lógico y tal vez necesario. La experimentación alemana ha servido de base para un estudio intensivo del tema.

 

Los misiles guiados han planteado nuevos problemas a todos los servicios. Los alemanes estuvieron a punto de tomar medidas eficaces contra los bombardeos. En poco tiempo, habrían producido armas de ataque infinitamente superiores.

 

Los avances alemanes en el campo de los misiles teledirigidos hacen hincapié en la idea de que el país que descuida, hasta el momento de la guerra, el desarrollo de nuevas armas con las que pueda verse obligado a luchar en el futuro, no sobrevivirá al primer asalto, si es atacado por un agresor astuto.

 

Fuente: https://bellumartishistoriamilitar.blogspot.com