31 de julio de 2021

LA AVIACIÓN: UNA NUEVA AMENAZA EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA

 

Carga de bombas a un He 111E de la Legión Cóndor. Fotografía del German Federal Archive. aviación guerra civil cóndor
 

Antesala de la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Civil española demostró al mundo el mortífero poder que había alcanzado la aviación. Las ciudades se convirtieron en objetivo militar. 

 

Por Joaquín Armada

 

Los Ju-52 alemanes llevan días y noches atacando Madrid cuando el periodista y escritor Arturo Barea recuerda asqueado una visita al aeródromo de Getafe muchos años antes, durante el reinado de Alfonso XIII. Allí, un técnico alemán le describió cómo el cuatrimotor comercial que presentaba –un Junkers G-38– podía convertirse en pocas horas en un bombardero. “Era tan fácil lanzar bombas sobre ciudades indefensas: se desatornillan unos falsos remaches y se atornillan las patas de ametralladoras o las perchas para las bombas...”. Fue así, como cuenta Barea en la novela autobiográfica La llama, con aviones de transporte reconvertidos artesanalmente en bombarderos, como empezaron los ataques a las ciudades y pueblos españoles nada más estallar la Guerra Civil. 

 

Cuando el 17 de julio tuvo lugar la sublevación contra el gobierno de la República no existían bombarderos en España, pero los dos bandos no tardaron en transformar los contados Fokker F-VII y Douglas DC-2 de que disponían. Ignacio Hidalgo de Cisneros, jefe de la aviación republicana, describe en sus memorias la improvisada y mortífera chapuza: “La instalación que hicimos fue muy simple: quitamos la puerta del fuselaje y pusimos, en la parte baja del hueco, una rampa de madera como las que empleaban las lavanderas, bien encerada. Sobre ella colocábamos una bomba de cien kilos. El observador, con su visor, iba en la cabina del piloto. Cuando calculaba que el avión estaba pasando por la vertical del objetivo, levantaba un brazo. A esta señal se empujaba la bomba con el pie, haciéndola deslizar por la rampa”.

 

Más que a patadas, las bombas se tiraban en los primeros días a mano... y a ojo. Los dos bandos decidieron atacar desde el principio las ciudades del enemigo. El 17 y 18 de julio, los improvisados bombarderos republicanos atacaron Ceuta, Larache, Melilla y Tetuán. Su objetivo fueron los cuarteles de los militares sublevados, pero en Tetuán las bombas provocaron numerosas víctimas entre la población local. Pronto los sublevados contaron con auténticos bombarderos. El primer Ju-52 alemán llegó el 29 de julio. Al día siguiente, Mussolini envía a Franco 12 bombarderos S-81. Los Junkers, que pronto superan la veintena, se utilizaron primero para el decisivo puente aéreo que permitió que el ejército de África burlara la vigilancia republicana del Estrecho. Pero conforme dejaron de ser necesarios como transporte, los trimotores se reconvirtieron en los bombarderos que Junkers había soñado.

 

En las zonas franquistas muchos son ejecutados como represalia por las víctimas de bombardeos. En las republicanas las represalias no son oficiales, pero sí superiores.

 

A pesar de la precariedad de las técnicas empleadas, los ataques causaron víctimas civiles desde el primer momento. Ambos bandos carecían de los cazas y cañones antiaéreos necesarios para defender sus pueblos y ciudades. Lejos de llegar a un acuerdo que parara los ataques, recurrieron al terror. Con los primeros bombardeos llegaron los asesinatos de presos políticos. En la España sublevada, las autoridades militares aprobaron bandos anunciándolos. Ocurrió en Granada tras el primer ataque en la noche del 29 de julio. El anuncio no frenó los bombardeos. Solo en agosto, la ciudad sufrió 23 ataques, que provocaron 26 muertos y 97 heridos. Como represalia por el ataque del 6 de agosto, 20 presos políticos son ejecutados.

 

“Te escribo impresionado por lo que está ocurriendo aquí –anota Manuel Fernández Montesinos, cuñado de Federico García Lorca y alcalde republicano de Granada, preso en la cárcel de esta ciudad– desde hace varios [días] y esta noche ha continuado: el fusilamiento de presos como represalia por las víctimas de los bombardeos”. En la España republicana las represalias no son oficiales, pero sí muy superiores. Las “sacas de presos” se producen casi después de cada gran ataque. En Málaga, 270 personas fueron ejecutadas entre agosto y septiembre. Más de 200 en Cartagena entre agosto y octubre. En Guadalajara 280, cuando una multitud asalta la cárcel tras un bombardeo que mató a 18 personas el 6 de diciembre de 1936.

 

Para entonces, los aviones franquistas llevaban semanas bombardeando Madrid. Los cazas y bombarderos italianos y alemanes daban a los sublevados una abrumadora superioridad aérea que aprovechan en su avance imparable hacia la capital. El 30 de octubre de 1936, un Ju-52 bombardeó una escuela en el centro de Getafe y mató a 60 niños. Arturo Barea, censor de las crónicas de los corresponsales extranjeros en Madrid, quiere difundir las imágenes de los niños muertos para lograr una condena internacional. Su jefe, asustado por el imparable avance de las tropas franquistas sobre Madrid, quiere destruirlas, pero Barea se niega: “Había un chiquitín con la boca abierta de par en par en un grito que nunca acabó. Me pareció como si Hidalgo, en su miedo, estuviera asesinando de nuevo a estos niños muertos”. Las fotos serán publicadas. Finalmente, Madrid no caerá, pero se convertirá en la primera gran ciudad europea bombardeada de forma sistemática.

 

Vivir bajo las bombas

 

Siempre que aparecen aviones en el cielo de Madrid hay grupos de madrileños que se quedan en las esquinas siguiendo con la vista sus evoluciones con la esperanza de que sean de la República y no de los franquistas. “¡Son nuestros, son nuestros!” –grita entusiasmado un optimista–. “¡Qué van a ser nuestros, si son seis!”. “¿Es que no tenemos nosotros seis aviones?”. “¡Que te crees tú eso!”. Manuel Chaves Nogales incluye esta conversación en La defensa de Madrid, un extenso reportaje escrito en 1938 a partir de las notas que el periodista tomó durante el largo noviembre de 1936, el mes en el que la capital estuvo a punto de ser conquistada por las tropas franquistas.

 

Aunque el primer gran ataque ocurrió en la noche del 27 de agosto, fue a partir del 23 de octubre cuando los Ju-52 iniciaron el bombardeo diario de la ciudad. Sin cazas ni artillería antiaérea que les haga frente, los lentos trimotores bombardean cuándo y dónde quieren. Y lo hacen con total impunidad hasta que, en la primera semana de noviembre, entra en combate la primera escuadrilla de cazas soviéticos, pronto bautizados por los madrileños como “Chatos”. “Desde septiembre no hay corridas –escribe Jorge Martínez Reverte en el ensayo La batalla de Madrid–. Las sustituyen los combates aéreos que, además, son gratis”. Es un entretenimiento mortal que se repetirá en las otras grandes ciudades bombardeadas –Barcelona, Valencia, Alicante–, pese a las advertencias oficiales del peligro.

 

En los primeros días, los motoristas avisan con sus bocinas del inminente ataque y se improvisan refugios en los sótanos de los grandes edificios. El bombardeo se intensifica en noviembre. Las colas para comprar los alimentos racionados se convierten en un terrible imán para las bombas. Los pícaros aprovechan la huida de las mujeres para ponerse los primeros. Día a día, “Madrid fue teniendo aspecto de boca estropeada, con enormes caries [...] las bombas –anota en su diario el escritor José Moreno Villa– caían sobre iglesias, edificios de administración, casas humildes, plazas públicas, escuelas y palacios indistintamente”. Solo el gran barrio burgués, Salamanca, se salva del ataque. En el resto de la ciudad, los vecinos aprenden qué acera evitar, duermen vestidos, tapan las ventanas y colocan sacos de arena en los descansillos de las escaleras para apagar los inevitables incendios, mientras las estaciones de metro se llenan de familias enteras que viven en los andenes.

 

La “intimidación por bombardeos aéreos”, objetivo del ataque, como reconoce el General Alfredo Kindelán, jefe de la aviación franquista, fracasa. Porque entre los vecinos se extiende el miedo, pero también el odio al enemigo y un macabro sentido del humor. Los madrileños bautizan a la muerte “la Pepa”, y no tardan en encontrar apodos para los aviones atacantes. Llaman a las escuadrillas de Ju-52 “las tres viudas”; “el churrero” al bombardero del amanecer; “la burra de la leche” al de la madrugada. Cuando el bombardeo es casi continuo, los nombres se reducen a “Otto” y “Fritz”, protagonistas de los chistes alemanes. “Ya se ha marchado Otto; ahora vendrá Fritz”, escribe Chaves Nogales recordando las conversaciones en las calles. Los apodos cambiarán en cada ciudad. Los bilbaínos, con un humor que no ha cambiado en siglos, bautizan a los Ju-52, el mayor de los bombarderos franquistas, como “Pajarito”. Pero en otras pequeñas ciudades no hay tiempo para motes. El bombardeo es tan terrible que destruirá la ciudad en un solo día.

 

El bombardeo italiano de Barcelona en marzo de 1938 demostraría al mundo que bastaba un puñado de aviones para aterrorizar una gran ciudad.

 

El infierno de Guernica

 

“Guernica fue... Hoy no es más que brasa y cenizas”. Así resumía Telesforo Monzón, el consejero de Gobernación del ejecutivo vasco, cómo había quedado la villa vizcaína tras el terrible bombardeo de la Legión Cóndor. El telegrama, dirigido al gobierno republicano, mostraba el terror que tenía el gobierno vasco a que Bilbao quedase reducida a un puñado de humeantes esqueletos de hormigón. Los bombarderos alemanes e italianos habían destruido el casco viejo de Durango el 31 de marzo provocando 250 muertos, pero la destrucción de Guernica fue muy superior. En solo unas horas, cerca de cuarenta aviones arrasaron el 75% de la villa, en una demostración de terror aéreo insólita en la historia hasta aquel 26 de abril de 1937.


Guernica tras el bombardeo de 1937. Fotografía de German Federal Archives TERCEROS

 

Era lunes, día de mercado, cuando, a las cuatro y media de la tarde, la campana mayor de Guernica avisó de la llegada de los primeros bombarderos, tres trimotores S-79 italianos. Los siguientes ataques, al menos cuatro oleadas, estuvieron íntegramente formados por bombarderos alemanes de la Legión Cóndor, entre 17 y 19 Ju-52 y tres bimotores (He-111 o Do-17), más 13 cazas que realizaron varias pasadas ametrallando a aquellos que intentaban huir. Por primera vez, los alemanes utilizaron una combinación de bombas incendiarias de 50 kg y explosivas de 250 kg, que rompieron las tuberías de agua e impidieron apagar los incendios que causaban las primeras. La mezcla fue devastadora.

 

La destrucción fue tan grande que la propaganda franquista no tardó en acusar al enemigo en un rápido comunicado. “Son completamente falsas las noticias transmitidas por el ridículo presidente de la República de Euzkadi [sic] [...] ¡Miente Aguirre! Miente vilmente. En primer término, no hay aviación alemana ni extranjera en la España Nacional [...]. En segundo lugar, Guernica no ha sido incendiada por nosotros, la España de Franco no incendia”. La magnitud del bombardeo convirtió Guernica en un símbolo de la lucha contra el fascismo. La propaganda republicana difundió folletos en el extranjero afirmando que el bombardeo había provocado 1.645 muertos y 889 heridos. Algunos de los estudios más recientes estiman el número de muertos entre 250 y 300; aun así, cerca de un 5% de la población.

 

El corresponsal de The Times, George Steer, no tardó en informar sobre la autoría alemana del bombardeo. Sus artículos desmontaron rápidamente la primera e inverosímil versión de los sublevados del ataque. A partir de entonces, el bando franquista se esforzó en justificar el bombardeo como una operación táctica –destinada a destruir el puente para impedir la retirada del ejército vasco, a pesar de que ni el puente sufrió daños ni la combinación de bombas era necesaria para destruirlo–, mientras los historiadores franquistas harían responsable del ataque única y exclusivamente a la Legión Cóndor, dado que Franco había ordenado que ninguna ciudad fuese bombardeada sin su consentimiento. Si los alemanes desobedecieron al español, no solo no fueron reprendidos por ello, sino que siguieron gozando de total impunidad para utilizar las ciudades y pueblos peninsulares como un gran polígono de tiro, efectuando pruebas que han permanecido ocultas casi 75 años.

 

El gran test de los “Stuka”

 

Los cazas y bombarderos que utilizaba la Legión Cóndor eran transferidos a la fuerza aérea franquista conforme los pilotos alemanes recibían versiones más modernas. Todos menos uno, el Ju-87, conocido como “Stuka”. Todo lo que rodeaba a este revolucionario bombardero en picado se mantenía en secreto. El prototipo número 4 llegó a Cádiz en la bodega del carguero Usaramo, el 6 de agosto de 1936, entre los primeros aviones enviados a los sublevados. Ningún otro aparato muestra mejor cómo la Alemania nazi utilizó la Guerra Civil como un laboratorio para probar las armas y tácticas que permitieron a la Luftwaffe, la aviación alemana, aterrorizar Europa durante la Segunda Guerra Mundial.

 

El prototipo fue testado a lo largo de 1937, y sus mejoras se incorporaron a la primera versión de serie que llegó a España en enero del año siguiente. Los tres ejemplares del Ju-87A no tardaron en ser empleados en la ofensiva de las tropas franquistas sobre el frente de Aragón y Levante, que partió en dos la zona republicana. Pero los mandos de la Legión Cóndor no querían demostrar lo que el “Stuka” podía hacer ya, sino comprobar hasta dónde podía llegar. “Les interesaba, sobre todo, verificar la precisión de los bombardeos de los “Stuka” con bombas de 500 kg”, escribe el historiador Antony Beevor en La guerra civil española. Cuatro pequeños pueblos agrícolas del Maestrazgo –Albocácer, el único que tenía una importancia estratégica, Ares del Maestre, Benasal y Villar de Canes– sufrieron la terrorífica prueba.

 

Para poder llevar la gigantesca bomba de 500 kg, la más grande empleada durante la conflagración, el “Stuka” debía prescindir de su artillero trasero. Alejados del frente unos treinta kilómetros, sin defensa alguna, los cuatro pueblos elegidos parecían perfectos para probar la que, según Beevor, fue “el arma de mayor importancia psicológica que ensayó la Legión Cóndor en España”. El ataque estuvo siempre precedido por un avión de reconocimiento, mensajero inofensivo que fotografiaba los pueblos desde 4.000 metros de altura para que los analistas de la Luftwaffe pudieran valorar después los daños causados. El resultado fue un detallado informe de 50 páginas del Mayor Leopold Graf Fugger, ilustrado con 65 fotografías y recién descubierto en los archivos alemanes por el Grupo de Recuperación de la Memoria Histórica de Benasal.

 

El 25 de mayo de 1938, los “Stuka” lanzaron tres bombas de 500 kg sobre Benasal, que destruyeron la calle mayor y la iglesia del pueblo, mataron a 13 personas e hirieron a muchas más. En Ares del Maestre cayeron nueve bombas, 16 vecinos fallecieron en el ataque y varios lo hicieron días después por las heridas. En Villar de Canes perdieron la vida tres personas. Cuando los pueblos fueron conquistados, los alemanes se hicieron fotografías entre las ruinas de ayuntamientos, iglesias y casas para documentar los daños causados. Para entonces, los cuatro pueblos ya estaban abandonados. Los “Stuka” no solo habían demostrado que podían lanzar con precisión una bomba gigantesca, sino que sus ataques infundían a sus víctimas un terror inolvidable.

 

Morir bajo las bombas

 

La gran prueba de los “Stuka”, que durante décadas solo ha sido una nota a pie de página en un puñado de libros sobre la Guerra Civil española, demuestra que ni los pueblos pequeños y alejados del frente estaban libres del terror aéreo. “No hay manera de amparar, por medio de ametralladoras y cañones antiaéreos, todo el territorio leal”, reconocía Indalecio Prieto, ministro de Defensa de la República, en junio de 1937. Los habitantes de los pueblos y ciudades atacados ya lo habían comprobado. El 25 de mayo de 1938, dos escuadrillas de S-79 italianos bombardearon el mercado de abastos de la ciudad de Alicante. Murieron 236 personas, 224 resultaron heridas “y una parte importante de la población –escriben los historiadores Josep Maria Solé i Sabaté y Joan Villarroya– inició un éxodo general que se ha conocido como “la columna del miedo”. Este tipo de columnas se repitieron a lo largo de la guerra en pueblos y ciudades de la España republicana. Decenas de miles de personas huyeron para escapar de los bombardeos, cada vez más mortíferos.

 

Es muy difícil, casi imposible, saber cuántas personas murieron durante la Guerra Civil a causa de los bombardeos.

 

Los que se quedaban tuvieron que convivir con horrendas escenas cotidianas. “Yo he cruzado la calle Ferrocarril para ir a trabajar, saltando para no pisar cadáveres”, escribirá años después la poeta Gloria Fuertes recordando los ataques a Madrid. Los dos bandos saben que sus bombarderos pueden causar un gran daño en la población enemiga. “Frente a los aviones, arma terrible, no hay más recurso: la aviación usada con los mismos métodos que emplee el enemigo, en mayores proporciones, si es posible. Es decir, el terror contra el terror”, reconocía en su informe Indalecio Prieto. Era una batalla en la que la República no podía competir. En 1937, el gobierno republicano intenta pactar con el bando sublevado un acuerdo para no atacar las ciudades, pero las negociaciones fracasan.

 

“Toda la noche se ha oído el rumor del cañón lejano y las ametralladoras –anota en su diario el diplomático chileno Carlos Morla Lynch el 3 de noviembre de 1938, atrapado en el Madrid sitiado–. El bombardeo de anoche ha sido represalia por el de Toledo y Talavera de la Reina. ¡Salvajes todos!”. Responder al bombardeo del enemigo se convirtió en la excusa perfecta para justificar el ataque a la población civil. Aunque a partir de febrero de 1938 los ataques aéreos republicanos sobre pueblos y ciudades de la retaguardia franquista se tornaron escasos, fue precisamente a finales de ese año cuando se produjo el más mortífero de ellos. Cuatro días después del bombardeo que cita Morla Lynch, tres “Katiuskas” arremetieron contra la ciudad cordobesa de Cabra. Perdieron la vida 109 habitantes y más de doscientos resultaron heridos.

 

Es muy difícil, casi imposible, saber cuántas personas murieron durante la Guerra Civil a causa de los bombardeos. En septiembre de 1938, el representante español en la Asamblea de la Sociedad de Naciones estimó que los ataques aéreos franquistas habían provocado 7.000 muertos y 11.000 heridos civiles. Pero, como destacan Solé i Sabaté y Villarroya, “una parte considerable de las víctimas mortales se produjo a partir del 22 de diciembre de 1938, cuando el curso de la guerra era total y definitivamente favorable a las armas franquistas”. Eso no impidió que continuasen los ametrallamientos a los civiles que huían durante la conquista de Cataluña o el bombardeo indiscriminado de muchos pueblos catalanes y levantinos. Hasta mayo de aquel año, el bando franquista calculaba que los asaltos republicanos desde el aire habían causado 1.088 muertos y 2.231 heridos. Ramón Salas Larrazábal estimó en 11.000 los civiles muertos en ambos bandos durante toda la guerra, pero su cálculo parece inferior al posible total.

 

En la memoria de los supervivientes quedó para siempre la muesca del miedo. La escritora Gamel Woolsey relató muy bien el efecto traumático que causaban los ataques. “Habíamos vivido tantos bombardeos antes de marcharnos de España –dice en su volumen Málaga en llamas– que llegué a tener la idea inconsciente, creo que bastante justificada, de que todos los aviones del mundo eran asesinos en potencia, hasta el punto de que, al llegar a Inglaterra, no podía quitarme de encima la sensación de que cada avión que veía iba ponerse a bombardear”. El bombardeo italiano de Barcelona en marzo de 1938 demostraría al mundo que bastaba un puñado de aviones para aterrorizar una gran ciudad.

 

Fuente: https://www.lavanguardia.com

EL HEROICO PILOTO ORUREÑO JUAN MENDOZA Y NERNULDES, VENCEDOR DE LOS CIELOS NACIONALES

 




 

Por Miguel Salas Aguilar

 

Poco o nada se ha escrito sobre el primer aviador boliviano, ¿por qué de esta indiferencia?, cuando su valor conquistó los cielos nacionales con sus proezas del 10 y 21 de noviembre de 1921 que enterraron el mito de que a estas alturas era imposible los vuelos. Gracias a una prolongada entrevista con la Sra. Sofía Mendoza, hija del héroe, en la ciudad de Cochabamba, y en general de la familia Soria Mendoza, toda, nace este reportaje con inéditas noticias que enaltecen y sacan del olvido la figura del heroico “dominador de los aires” el orureño Juan Mendoza y Nernuldes.

 

El llamado del estaño

 

A finales del pasado siglo XIX, Bolivia conllevó trágicos acontecimientos internacionales como la nefasta guerra del pacífico de 1879, con la consiguiente pérdida de Bolivia en el escenario marítimo; posteriormente sobrevino la fratricida guerra civil de 1898 en la que se disputó la capitanía de la República, en que las fuerzas de la ciudad de La Paz salieron triunfantes, mientras que las de Sucre se replegaron heridas en su orgullo; Oruro, fue el cuartel general de las operaciones militares de uno y otro ejército, por su importante conexión ferrocarrilera inaugurada hacia el año 1892.

 

Todos estos factores principalmente el traslado del poder político de Sucre a La Paz, y la caída de la plata y el despertar económico del estaño y su alta demanda mundial, hicieron de Oruro, una plaza de fuertes economías internacionales instaladas en la pequeña pero bien desarrollada urbe; el estaño fue el místico imán que atrajo a miles de extranjeros y nacionales en procura de fortunas, una de tantas familias fue la del joven chuquisaqueño el químico don Ángel Mendoza y María Nernuldes, quienes fueron sin saberlo padres de un niño que nació con alas, para hacer historia.

 

Una inquieta juventud. Juan Mendoza y Nernuldes, nació en la población de Obrajes, cerca de nuestra ciudad, el 16 de noviembre del año 1893.

 

Motivado por las novedades mecánicas procedentes de ultramar, fue testigo presencial de los vuelos en globo del aeronauta Eduardo Laiselle, en nuestra ciudad el 4 de Julio de 1901, apenas tenía 8 años, y su corazón latía, inspirado por las novedades tecnológicas.

 

Años después como estudiante del colegio Bolívar, fue uno de los primeros afortunados jóvenes, en tener el mayor invento llegado de ultramar: la bicicleta, con la que realizó el primer raid desde nuestra ciudad a La Paz, superando la infinita distancia de la pampa en aquel artilugio de la invención inglesa, y que le hizo merecedor de una medalla de oro. Uno de esos pueblos indígenas apostados al camino, desconociendo el invento, hondeó ferozmente al heroico joven, a quien confundieron con Supay, quien tuvo que pasar forzadamente dos veces por la misma senda, para cumplir su aventura.

 

Pero su juventud, se vería afectada cuando su padre don Ángel, falleció accidentalmente al estar en contacto directo con el mortal cianuro, durante el análisis de unas muestras mineralógicas.

 

La patriótica decisión orureña.

 

Nuestra ciudad organizo el 26 de marzo de 1915, la primera institución aérea del país, mediante un “Comité Pro Escuela Militar de Aviación de Oruro”, sin ninguna ayuda del Gobierno esta institución, logró recaudar acaudaladas cifras para este cometido, logrando aquel año el gasto de traslado del joven chileno Luís Omar Page, quien sobrevoló su frágil avión tipo Bleriot, en la pampa orureña el 30 de Julio de 1915. Entre la multitud, testigo de aquel sorprendente acontecimiento estaba el joven Mendoza, quien decidió desde entonces su futuro, y apostó por ser el primer aviador nacional.

 

Gracias al vuelo de Luís Omar Page, la conquista por el cielo nacional, había comenzado. Meses después… “el Presidente Ismael Montes gestionó ante los gobiernos de la Argentina, Chile y España la obtención de becas, habiendo sido enviados a la Escuela de ‘El Palomar’ (Argentina), los oficiales Vásquez, Alarcón y Pareja. Mientras tanto el viril y patriota pueblo orureño, reuniendo recursos propios, enviaba al aviador Mendoza para que hiciera sus estudios en la Escuela de Villa Lugano…”

 

Los primeros días de enero de 1916, gracias al aporte económico de los propios orureños, sin auxilio alguno del gobierno, el hábil mecánico Mendoza partió rumbo a la distante capital argentina, con la promesa en el corazón de lograr superar las pruebas físicas, teóricas y prácticas del estudio del vuelo: ¡y todo gracias a la iniciativa a y aporte de Oruro!

 

Un exitoso orureño en Buenos Aires.

 

Poco se sabe de los tres militares becados por el Gobierno en las escuelas de vuelo de Argentina, Chile y España, quienes al parecer nunca lograron acumular méritos de aviadores; uno de ellos José Rafael Alarcón, murió trágicamente cuando su máquina cayó en suelo extranjero, durante un ensayo de vuelo, fue el 23 de enero de 1917.

 

Mientras, el diestro Juan Mendoza, lograba despertar aún más el Fénix que tenía en su alma, superando los rigurosos vuelos de prueba, en la Escuela de “Villa Lugano”, primero en globos aerostáticos, y finalmente los vuelos solitarios, y con ellos el examen final, logró en apenas medio año de entrenamiento, el Brevet de Piloto Internacional Nº 103, otorgado por la Federación Aeronáutica Internacional el 18 de Julio de 1916. ¡Apenas medio año de su partida! Sumado al vasto conocimiento el “diseño de máquinas y mecánica de Aviación”, superando con creces en conocimiento y práctica de otros novatos militares, había ahora que demostrarlo en los cielos de su patria.

 

En la gran ciudad de Buenos Aires, el círculo de amistades que había cultivado su carismática personalidad, lograron su permanencia un tiempo más, pero tenía que cumplir su promesa como orureño, al pueblo que había costeado su estudio. En la capital porteña, le ofrecieron “cielo y tierra” para que se quedara en la escuela de vuelo, pero su lealtad pudo más, tenía que demostrar la conquista de los cielos bolivianos.

 

Rumbo a Oruro; en carreta, tren y aire

 

Hacia el 1919, regresó a Bolivia con los documentos que acreditaban su capacidad aérea, solicitando al gobierno nacional, la compra de un avión para completar el cometido del vuelo en el país. Increíblemente se negó la petición, a más de eso, los fondos del “Comité Pro Escuela de Aviación de Oruro” fueron centralizados inexplicablemente a La Paz.

 

Y otra vez fue Oruro, quién auxilio al joven héroe en su cometido, el empresario Alfredo Etienne fue quien sugirió comprar un avión en Buenos Aires, para lograr los vuelos del piloto; nació una sociedad entre éstos quienes aportaron a mitades la compra del costoso aparato. Filmando incluso una película que hoy está protegida en la Filmoteca de la Generalitat de Valencia-España.

 

Ya en Buenos Aires, ambos, adquirieron un poderoso avión Fiat por un valor de 30.000 bolivianos, fuera de 1.119 pesos argentinos que representaron los gastos de transporte, hasta Uyuni. El Fiat italiano se trasladó desarmado desde los hangares argentinos hasta Villazón, allí, surgió otro obstáculo, de Villazón a Atocha se carecía de vía férrea, por lo que se recurrió a las carretas. Venciéndose a sudor y voluntad las dificultades el avión desarmado, fue otra vez trasladado en ferrocarril desde Atocha a Uyuni. Fue en esa población donde el avión se bautizó como “Cobija” y una vez ensamblado, el extraño aparato se elevó a los cielos nacionales, era el 10 de noviembre de 1921.

 

El inmenso salar de Uyuni, fue testigo de las hazañas del joven orureño que se elevaba al cielo inmensamente azul. Las fiestas en Uyuni, fueron ruidosamente festejadas. ¡los Vivas a Bolivia y al valor de Mendoza!, se multiplicaron cuando la aeronave, realizó el prolongado raid Uyuni – Chivas – Pelechuco – Huanchaca – Uyuni. Mientras tanto una noticia se transmitió por el telégrafo desde Uyuni a todo el país ¡Un piloto boliviano, había conquistado los cielos nacionales!

 

Luego de algunos días de permanencia. El avión “Cobija”, nuevamente desarmado fue transportado en ferrocarril hasta Poopó, desde donde se completaría el esperado vuelo en su ciudad natal: Oruro, donde se esperaba al joven héroe, con el mayor de los protocolos y las campanas de las iglesias, esperaban el asomo del avión para anunciar el histórico momento.

 

Rumbo a la conquista del cielo orureño.



 

Una vez llegado al poblado de Poopó, rearmó la maquinaria voladora. Un gran espacio se abría ante ellos, hasta su destino final… la pampa inmensa, sería el testigo de la hazaña, los pobladores veían cómo se preparaba aquella proeza mecánica, el telégrafo anuncio la noticia a Oruro, que pronto estarían allí aquellos viajeros de los aires… la población esperaba con el oído atento a las próximas noticias; y un día claro el 21 noviembre de aquel año de 1921 se alzó de la alta tierra de los andes bolivianos, al diáfano cielo aquel avión, llevando a Mendoza y al mecánico Ángel Mardesich Velarde durante un vuelo de 15 minutos, que harían historia!!

 

¡La gran aventura había empezado! Un gran espacio se abría ante ellos, hasta su destino final… mientras la muchedumbre se apostó por cientos en los cerros próximos, entre sendas calderas de ponche y ligeros copetines de whisky. Y por increíble que parezca, la precaución maternal optó por recluir a algunos niños o jóvenes, dentro de las viviendas. “Era prudente no salir, cuando “Juanito” Mendoza trataba de volar aquella mezcla de arado y carretón con alas… algunos creían pues, que aquello no podría remontarse en los aires y si lograba hacerlo, tendría que caer y por lo tanto era mejor estar recluido en el hogar”.

 

Luego de un vuelo de 15 minutos, el avión llegó a su destino final: Oruro. Luego de planear sobre toda la ciudad, el avión tomó tierra en Papel-Pampa, y una muchedumbre sacó a Juanito Mendoza, turnándose los hombros para cargar al héroe hasta la misma Plaza, donde se hicieron ruidosas manifestaciones de homenaje público. Su pecho se convirtió en una constelación de bien merecidas medallas de oro, nacidas del incomparable júbilo de su pueblo natal.

 

Mendoza cumplió con el pueblo que había depositado en él su confianza, seis años antes, y Oruro sin saberlo demostraba ser la ciudad pionera de la aviación; donde se forjó hacia el año 1915 el anhelo de establecer la capacidad de dominar los cielos nacionales. Se dedicaron estribillos y cuecas, al valor del piloto. Pero una fatalidad se acercaba lentamente a su gloria, el centralismo vio con malos ojos la proeza del orureño.

 

El gobierno nunca demostró afecto público al acontecimiento. Nunca se le permitió ingresar a la Escuela de Aviación establecida en 1923, y el déspota gobierno de Bautista Saavedra, terminó secuestrando su preciado avión.

 

Fuente: https://impresa.lapatria.bo

30 de julio de 2021

DESPUÉS DE LA TORMENTA

 

 



Cifras que añadir al éxito

 

Una vez cesada la polvareda de la acción, están apareciendo cifras impresionantes sobre el conflicto en Oriente Medio

 

La “Tormenta del Desierto” pasará a la historia como la operación aeroterrestre de más éxito hasta la fecha. Se estudiará en escuelas de EM y centros de instrucción.

 

¿Por qué fue una operación tan importante? El volumen, velocidad de planeamiento y ejecución de “Tormenta del Desierto” y “Sable” asombraron al mundo, haciendo que los soviéticos reconsiderasen su política y será causa de que muchas naciones revisen sus gastos de Defensa. En especial, en Oriente Medio los Ministerios de Defensa buscarán más la calidad que la cantidad. Las cifras implicadas en la totalidad del conflicto de Oriente Medio son impresionantes.

 

En el momento cumbre de la batalla terrestre los EEUU tenían más de 540.000 individuos en el teatro de operaciones kuwaití. Otras naciones de la Coalición contribuyeron con 205.000 soldados, marineros y aviadores pertenecientes a 33 naciones.

 

De las 68 divisiones del Ejército a disposición de Saddam Hussein el 15 de enero, los ataques aéreos, terrestres y navales dejaron 42 de esas divisiones “incapacitadas para el combate”. Además de la destrucción de material y muerte de hombres, un gran número de soldados iraquíes fue hecho prisionero.

 

Las fuerzas de la Coalición lograron pronto la superioridad aérea y después la supremacía aérea, no sufrieron pérdidas en el combate aire-aire. Con frecuencia los aviones iraquíes no pudieron llegar a combatir y abandonaron las operaciones en vez de esforzarse por reñir combate.

 

Irak perdió 36 aviones de ala fija y seis helicópteros en combate. No se dispone todavía de cifras de los aviones iraquíes destruidos en ataques aéreos, sobre aeródromos en Irak y Kuwait. Además, por lo menos 137 aviones iraquíes volaron subrepticiamente a Irán, donde en el momento de escribir este artículo siguen todavía internados los aviones que incluyen MIG-29 Fulcrum e IL-76 Candid.

 

La Coalición perdió relativamente pocos aviones en comparación con el número de salidas: 116.000 salidas aéreas que incluyeron vuelos de transporte, reabastecimiento aéreo, evacuaciones y comunicaciones. Constituyendo el grueso de los medios aéreos, los EEUU perdieron 28 aviones de ala fija en combate (instrucción y observación), se perdieron otros 10 aviones y 17 helicópteros. Las aviaciones del Reino Unido, Arabia Saudita, Italia y Kuwait perdieron 9 aviones de combate y 2 de entrenamiento. Durante la “Tormenta del Desierto” y la ofensiva terrestre “Sable del Desierto” las estadísticas de daños a las fuerzas iraquíes son impresionantes:

 

  • 3.700 carros de combate, de 4.280, destruidos.
  • 2.400 vehículos acorazados de combate, de 2.870, destruidos.
  • 2.600 piezas de artillería, de 3.110, destruidas.

 

En la mar desde primeros de agosto hasta el cese de hostilidades, las fuerzas de la Coalición interceptaron 7.882 buques y llevaron a cabo 996 abordajes. Estas fuerzas hicieron variar de ruta a 46 buques mercantes por suponer quebrantaban las sanciones de la ONU al llevar cargamento para Irak.

 

Aunque las armas químicas y biológicas no participaron en el combate, las fuerzas iraquíes utilizaron SS-1 Scud y otros misiles derivados de él, en campaña de terror contra Israel, Arabia Saudita y Bahréin. Un total de 81 misiles balísticos de alcance corto-intermedio se lanzaron desde asentamientos fijos y móviles en el Irak occidental y meridional, 38 de éstos contra objetivos en Israel. Ninguno de ellos alcanzó el objetivo buscado.

 

Pero cascotes de 7 misiles iraquíes causaron daños que incluyeron el complejo logístico estadounidense cerca de Dharman. Causaron ll misiles impactos sin daño alguno, 29 de dichos misiles fueron interceptados por el sistema de misiles Patriot del Ejército de los EEUU.

 

Enfrentándose al fracaso

 

La red de defensa aérea iraquí era un modelo a escala del sistema soviético. Su inherente fracaso operativo durante la guerra del Golfo ha sido causa de su reconsideración por los soviéticos.

 

En Washington se acepta Generalmente que después de la “Tormenta del Desierto” los soviéticos darán mayor énfasis a la investigación y desarrollo de armas “inteligentes” y técnicas de ocultación (stealth) y contraocultación.

 

“Los soviéticos no echaron en saco roto las lecciones Generales de la guerra del Golfo”, manifestaba un alto cargo de la Marina estadounidense”. Tienen que pensar que esa gente (los americanos) son “supermanes tecnológicos”.

 

Este criterio es compartido por Lewis Lybby, primer subsecretario de Defensa para Estrategia y Recursos. “La gran victoria del equipo estadounidense en la guerra del Golfo reforzará el legado del Mariscal Ogarkow, a quien a principios de los años 80 le preocupaba que la próxima revolución tecnológica militar dejase retrasada a la URSS”.

 

Para contrarrestar esta tendencia, Moscú tendría que restablecer el presupuesto para investigación y desarrollo militares, reducido en un 13,7 % el año pasado.

 

Cuando los pilotos de la Coalición entraron en acción en la noche del 15 al 16 de enero, su conocimiento del sistema de defensa aérea de Saddam Hussein, suministrado en gran medida por los soviéticos, allanó el camino para la victoria decisiva.

 

Los asesores soviéticos indujeron a que Irak creyese que los conocimientos de la Coalición sobre las capacidades de los equipos soviéticos en Irak no eran completos. Para el General Schwarzkopf, lo verdaderamente desconocido era como lo utilizarían los iraquíes.

 

Los halcones de Moscú se consolaron fijando su atención en la posibilidad de que los sistemas estadounidenses de alta tecnología -algunos de los cuales habían adolecido de problemas muy aireados durante años- no funcionasen “de noche según decían”.

 

Sin embargo, toda duda se desvaneció con las imágenes de televisión del lanzamiento de bombas guiadas por láser a través de los pozos de ventilación de los bunkers iraquíes, una prueba de que la inversión estadounidense en armas de alta tecnología había merecido la pena, lo que supuso un jarro de agua fría para el alto mando soviético.

 

Preocupó el hecho de que el cuarto Ejército del mundo no pudiese hacer frente a los ataques aéreos de la Coalición, debido en buena parte al impacto devastador de las armas “inteligentes” sobre itinerarios logísticos e infraestructura.

 

Desde el punto de vista de la Coalición, este logro adquiere mayor importancia si se sabe que, según fuentes de información, sólo el 9 % de las armas lanzadas eran “inteligentes”.

 

Los militares soviéticos, que pusieron su confianza en la cantidad por encima de la calidad, tienen que aceptar y sufrir las consecuencias del Tratado de Fuerzas Convencionales en Europa (CFE) y de su premisa respecto a la paridad numérica de fuerzas entre el Este y Occidente.

 

A la luz de la “Tormenta del Desierto”, los dirigentes militares soviéticos están cuestionando el coste del Tratado CFE y del abandono por Moscú de una doctrina ofensiva. Si la URSS se enfrentase a una amenaza de alta tecnología, varios comentaristas militares soviéticos creen que extensas áreas de su territorio están muy abiertas a un ataque.

 

El Mariscal Dimitri Yazov, ministro de Defensa soviético, ha abogado’ por una reconsideración completa de las defensas aéreas de la nación como resultado de la “Tormenta del Desierto”. Al reconocer el fracaso de la red de mando y control iraquí y de sus baterías de misiles, el Mariscal Yazov dijo en el Parlamento soviético: “Lo que sucedió en Kuwait requiere revisión de nuestra actitud respecto a todo el sistema de defensa aérea de la nación”. Esta concesión parece ser un alegato contra cuatro decenios de inversiones soviéticas en tecnologías de radares, mando, control, transmisiones, información y misiles superficie-aire.

 

Antes de que la próxima generación de aviones de combate “furtivos” de la Aviación de los EEUU empiece a fabricarse en serie, existen denuncias soviéticas de que a la vista de lo sucedido en la “Tormenta del Desierto”, ni la red soviética de alerta temprana, ni los, 9.000 asentamientos para misiles operativos superficie-aire pueden considerarse eficaces. Sin embargo, la URSS tiene varios sistemas de defensa aérea -entre ellos los SA- 0, semejantes a los Patriot que no tuvieron lo iraquíes durante la “Tormenta del Desierto”.

 

El año pasado el comandante en jefe de la Fuerza Aérea soviética, General Yevgeny Shapsohnikov, manifestó a esta Revista que su Fuerza Aérea necesitaba ser “moderna, más fiable y poderosa que nunca”. Expuso que si los EEUU seguían progresando en la fabricación de B-Z y ATF, la URSS podría verse obligada -dentro de una “respuesta asimétrica”- a una potenciación radical de las defensas aéreas soviéticas.

 

El año pasado en su publicación Poderío Militar Soviético, predijo el Pentágono que Moscú podría tomar la decisión de “concentrarse en la fase de investigación menos costosa para ayudar a conseguir un producto tecnológicamente superior en la generación siguiente”.

 

Existen varias tecnologías militares clave en las que la URSS va por delante de los EEUU.


El Pentágono cita la investigación en potencia de impulsos y almacenaje energético como dos de tales áreas. Sus aplicaciones militares directas incluyen cañones electrotérmicos, lanzadores electromagnéticos, sistemas con haces de partículas neutras, variedad de láseres, haces cargados con partículas y radares de banda ultraancha.


“Mientras algunos soviéticos sacarán la conclusión de que la lección que se extrae de esta derrota, es la necesidad continuada de mayor apertura hacia Occidente y la inutilidad de lo competencia al estilo del pasado, otros abogarán por asignar más recursos a lo militar y abandonar la reforma” en opinión de Lewis Libby.

 

Haciendo la guerra según los reglamentos

 

Los conceptos de la Batalla Aeroterrestre su utilizaron con éxito para coordinar las fuerzas internacionales

 

La Batalla Aeroterrestre, expuesta en el Manual de Operaciones FM-100-5, ha sido desde el año 1982 la doctrina del Ejército estadounidense para llevar a cabo una guerra en las llanuras centrales de Europa. Sin embargo, la derrota de las fuerzas iraquíes por la Coalición demostró con claridad que la doctrina proporcionaba las herramientas adecuadas para la victoria en los desiertos de Oriente Medio.

 

“Es importante que tengamos un concepto de operaciones -el concepto del General Schwarzkopf- para la campaña por tierra, mar y aire”, manifestaba el General Merrill McPeak, jefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea. “Muy pocos mandos en campaña han dominado el arte de más de una forma de hacer la guerra”.

 

El empleo por parte del General Schwarzkopf de todos los elementos del poderío militar en la operación (“Tormenta del Desierto” confirma perfectamente la doctrina de la Batalla Aeroterrestre), dice el General de Brigada, Daniel Christman, director de Estrategia, Planes y Política del Ejército. Pone de relieve que el material diseñado sobre todo para el teatro europeo; tal como el carro Abrams MI Al, el Sistema Lanza Cohetes Múltiple, el Sistema Avanzado de Misiles Tácticos y el helicóptero Apache, fueron igualmente útiles para misiones de ataque en profundidad en el desierto.

 

La doctrina de la Batalla Aeroterrestre enfatiza la guerra de maniobra, la agilidad y la sincronización de todas las fuerzas. Estos principios han de emplearse sobre el campo de batalla al atacar las posiciones enemigas, tanto próximas como en profundidad, manteniendo siempre protegidos los escalones propios a retaguardia. Las fuerzas estadounidenses tienen que estar cada vez más preparadas para luchar en un campo de batalla no lineal, lo que requiere enormes esfuerzos para concentrar tropas muy dispersas.

 

La aplicación con éxito de la doctrina sobre la Batalla Aeroterrestre permitió a los CE estadounidenses aerotransportados 7° y 18° con la 1a División Acorazada (británica) y la División Daguet francesa, bajo un solo mando, envolver al Ejército iraquí en una maniobra de “envolvimiento por la izquierda”, afirma el General Christman. La guerra Irán-Irak no proporcionó experiencia a los iraquíes en batallas con maniobras de armas combinadas.

 

El General Christman señala que la movilidad fue la clave del éxito. La 24a División Mecanizada recorrió 320 km en un día y medio durante la campaña terrestre. “Son esas las clases de distancias en las que los mandos divisionarios y de CE han de concentrarse en el nuevo ambiente bélico para Europa y suroeste asiático”.

 

Con el éxito de la operación “Tormenta del Desierto” en su haber, el Ejército estadounidense está dando los últimos toques a la Batalla Aeroterrestre Futura (ALE-F) que se espera sea aprobada por el Mando para Doctrina e Instrucción del Ejército a finales de este año.


Para el futuro, la doctrina de la Batalla Aeroterrestre seguirá concentrándose más en los requisitos para llevar a cabo la proyección de fuerza estadounidense, llevando fuerzas con base en los EEUU a campos de batalla distantes y proporcionando una estructura logística más flexible en su apoyo.

 

“La crisis del golfo Pérsico ha reforzado una vieja lección. La movilidad estratégica supone más que aviones y barcos. Supone aeródromos, puertos, oleoductos y material previamente situado”, manifiesta el General del Ejército de los EEUU John Galvin, comandante en jefe del Mando Europeo.

 

El Almirante David Jeremiah, vicepresidente de los jefes Conjuntos de Estado Mayor, advertirá recientemente al Comité Senatorial para las Fuerzas Armadas que en futuros conflictos los EEUU tienen que estar preparados para vencer sin el amplio apoyo de naciones anfitrionas. El Manual ALE-F aboga por que las unidades de apoyo de combate y las logísticas avancen con las de combate.

 

Pese a su éxito, el bombardeo aéreo no es suficiente. “Se necesitan fuerzas terrestres para ocupar y mantener el terreno”, señala el General Chrístman. A pesar de eso, las semanas de bombardeos aéreos por las fuerzas de la Coalición y el continuado Apoyo Aéreo Directo (CAS) durante la fase terrestre, prepararon claramente el camino para el éxito en tierra.

 

La Aviación que proporcionó ese CAS en su mayor parte estaba adiestrada para una guerra en Europa central. Semejante escenario requiere ataques rápidos, efectuados con cotas de vuelo que el terreno pueda ocultar, para impedir la detección por el radar enemigo, así como evitar también la meteorología frecuentemente adversa.

 

Sin embargo, en el teatro kuwaití la supresión de la defensa aérea enemiga tuvo tal éxito que el ambiente pudo considerarse casi siempre como de baja amenaza con algunas zonas de amenaza media, es decir, amenaza de AAA fuerte y en menor grado de SAM.

 

El avión principal para el CAS durante la “Tormenta del Desierto” fue el Thunderbolt IA-10, avión de ataque a tierra que lleva en su morro el cañón Gatling de 7 tubos General Electric GAU-8/A de 30 mm y el misil Maverick AGM-65B/D. El A-10 lleva 7.200 kg de carga alar máxima. Puede llevar también el misil AIM-9L Sidewinder para ayudar a la defensa contra amenazas aéreas. Adicionalmente, la Infantería de Marina prestó apoyo CAS a sus fuerzas que avanzaban a lo largo del flanco Este en Kuwait, con Harrier AV-8B.

 

En el desierto, el Ejército y la Aviación estadounidenses tuvieron también la oportunidad de probar su concepto de Equipo Conjunto de Ataque Aéreo, según el cual los A-10 atacan junto con los helicópteros Apache AH-64 del Ejército.

 

La “Tormenta del Desierto” demostró claramente “la enorme importancia de la iniciativa”.

 

Según el General Christman: “Habéis conseguido ser capaces de tomar pronto la iniciativa y mantener al enemigo siempre desprevenido”.

 

Los sistemas que ganaron la guerra

 

Los despliegues de la Coalición llevaron al golfo Pérsico un nivel de armamentos sin igual. El éxito de tales sistemas hizo que la victoria fuese rápida La operación “Tormenta del Desierto” fue en primer lugar y sobre todo una guerra aérea. Fue también una guerra de alta tecnología. La indicación más clara de la futura dirección de la superioridad militar, puede verse en cómo tecnología avanzada y guerra aérea se combinaron desde los primeros momentos de la hora H para desequilibrar por completo a Irak, situación de la que nunca se recuperó.

 

Según Stephen Conver, subsecretario del Ejército para Adquisición de Material, “nuestro planteamiento de buscar en la alta tecnología la solución a nuestros problemas militares -al menos sobre la base limitada que esta guerra proporciona- parece ser un buen planteamiento”. Conver señaló las Armas Guiadas de Precisión (PGM), junto con los dispositivos, para visión nocturna y otros sensores utilizados para apuntar a los asentamientos iraquíes, como elementos clave en la decisiva victoria de las fuerzas terrestres de la Coalición que lucharon en el golfo Pérsico.

 

Aunque se pueda prestar a discusión, el sistema de armas más impresionante durante la “Tormenta del Desierto” fue el avión “furtivo” F-117A, dotado con armas “inteligentes” combinación, que, según el jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea de los EEUU, General Merrill McPeak, “... tiene la posibilidad de revolucionar la guerra”.

 

Los dos escuadrones de F-117A llevaron a cabo el 2,5 % de los lanzamientos de la Fuerza Aérea de la Coalición. Pero en el primer día de la operación, el 31 % de los objetivos iraquíes alcanzados fueron atacados por aviones F-117A, y por primera vez en la historia, la oleada inicial de bombardeos sobre un objetivo en combate previamente alertado, conseguía salir indemne.

 

Los aviones demostraron ser capaces de realizar aquello para lo que están diseñados: en especial ser “invisibles” y precisos. Parte de los F-117A estuvo dentro del cinturón radárico iraquí, por lo menos, 30 minutos antes de la hora H, cuando se lanzaron las primeras bombas.

 

Los F-117A se potenciaron hace poco con un sistema de navegación ‘“tetra-dimensional” que puede dirigir el avión a un punto preestablecido de la ruta en un segundo de tiempo preprogramado. Los radares iraquíes de alerta temprana, los nudos de transmisiones (tales como las torres de microondas) y los Cuarteles Generales pudieron así se batidos simultáneamente.

 

Las operaciones del golfo Pérsico demostraron también que el “exótico” F-117A pudo ser desplegado, mantenido y utilizado como cualquier otro avión táctico. El F-117A resultó tan económico como eficaz. Como se blasonaba, el avión “invisible” pudo penetrar y batir sus objetivos sin necesidad de escolta de “perturbadores electrónicos” ni supresión de la defensa aérea enemiga. Su única limitación fue la meteorología: las nubes bajas sobre Bagdad fueron causa de que un número importante de F-117A regresasen sin utilizar sus armas.

 

Hay casi 1.000 km desde Dhahran a Bagdad, y más todavía a los centros de investigación química y nuclear en el norte de Irak. El F-15, con su buen radio de acción, se convirtió en uno de los principales aviones en la guerra del Golfo. Los F-15 se pusieron en alerta a las 34 horas de la invasión de Kuwait y fueron los primeros aviones estadounidenses en llegar al golfo Pérsico.

 

La Fuerza Aérea de los EEUU despleg6 la mayoría de sus F-1X junto con los F-15E disponibles. Los F-15A, con menor radio de acción v sistemas aviónicos menos capaces, no se utilizaron.

 

Los F-IX se emplearon en operaciones ofensivas aéreas, barriendo los cielos iraquíes para atacar a cualquier avión enemigo que pudiere amenazar la Fuerza Aérea atacante de la Coalición. No se dispone del desglose exacto y definitivo de los 31 derribos aire-aire de la Fuerza Aérea estadounidense, pero los primeros 23 derribos se consiguieron con F-15.

 

Se lanzaron tanto misiles AIM-9 Sidewinder como AIM-7 Sparrow, pero la mayoría de los derribos se consiguieron con los Sparrow. Esto tranquilizará a los partidarios de los sistemas AMRAAM. Quienes trabajan en la reducción de presupuestos utilizaron las experiencias de Vietnam y Malvinas para argumentar que los misiles buscadores por infrarrojos, como el AIM-9, producen mejor coste-eficacia que los AIM-7 guiados por radar y AMRAAM, sus pretendidos sustitutos.

 

Los F-15E, dotados con bombas de guiado láser y bombas “racimo” CBU-87/B, fueron los principales interceptores de Scud de largo alcance. La gran capacidad resolutiva de imágenes del Latirn, sistema IR de navegación y designación de blancos, permitió a las tripulaciones clasificar los vehículos antes de atacarlos. En las últimas fases de la guerra contra los Scud se enviaron F-15E en misiones CAP (de ataque aire-superficie), apoyados por el sistema Joint Stars. La misión requerida de los F-15 era volar 1.110 km desde sus bases, manteniéndose en el aire durante tres horas mientras el sistema Joint Stars buscaba los blancos.

 

Los B-52 demostraron capacidad para atacar con gran precisión un área concreta, incluso desde sus elevadas cotas de vuelo. Llevando cada bombardero entre 13.600 y 16.000 kg de armas (de seis a ocho veces el máximo de un avión táctico de ataque), los B-52 no se utilizaron simplemente como un “triturador de la moral” enemiga, sino para destruir objetivos terrestres tales como depósitos de municiones y campos de minas.

 

Desempeñaron también un papel importante en los ataques a las divisiones acorazadas de la Guardia Republicana de Saddam Hussein, desplegadas al noroeste de Kuwait e Irak meridional.

 

La mayoría de las Armas con Guiado de Precisión (PGM) utilizada en el golfo Pérsico fue lanzada por la Aviación de los EEUU. Prácticamente todas ellas fueron versiones de dos tipos básicos desarrollados durante la guerra del Vietnam: la Bomba de Guiado Láser (LGB) y la de Guiado Electro-Óptico (EOGB). El General McPeak manifestó que “en un 90 % las bombas de guiado láser batieron sus blancos.

 

Estas armas son de tecnología media, consistente en un cuerpo de bomba normal con un juego de alas fijas o móviles, situadas en la parte posterior, y en un buscador y un dispositivo para guiado por aletas móviles que se sitúan en la ojiva de la bomba. Estas armas se ajustan en tierra.

 

En la mayoría de los casos se utilizaron bombas de 900 kg de explosión-fragmentación, Mk 84 o BLU-109/B contra blancos blindados (llamada también bomba I-2.000). Los principales tipos utilizados fueron las Rockwell GBU-15 EOGB que utiliza un buscador -lll- diurno o IR y son dirigidas hacia el blanco por el operador del sistema de armas de un F-15 E o un F-111; y el tipo Texas Instruments GBU-24 LGB, basado en designación del blanco mediante láser.


Las PGM se utilizaron para atacar los 54 puentes señalados por los mandos de la Coalición. Los puentes fueron siempre blancos difíciles por ser inmunes a las bombas de fragmentación y a las incendiarias, y en buena medida no les afectan las de onda explosiva, Sin embargo, la Fuerza Aérea con las PGM dejó inutilizables cuarenta de los puentes previstos y dañó a otros diez. Tuvo también éxito en destruir puentes de pontones tendidos por los iraquíes después de la destrucción de los puentes fijos.

 

Una lección de la guerra del Golfo es que no existe una PGM universal. El tipo BLU 109/B es muy eficaz contra grandes estructuras de hormigón, pero necesita incidir a gran velocidad y, preferentemente, formando un ángulo muy agudo. Con lanzamiento a corta distancia, la precisión de la LGB resulta útil. La Mk 84 contiene mucha más potencia explosiva y es más eficaz contra objetivos en superficie o edificios no protegidos. La LGB es más precisa que la EOGB, pero ésta se puede utilizar con más seguridad por los aviones, caso que el blanco esté muy defendido. Las PGM cuestan entre 100.000 y 130.000 dólares por unidad, aproximadamente la quinta parte de lo que cuesta un misil lanzado desde el aire y una décima parte de lo que vale un Tomahawk, que lleva sólo la mitad de carga explosiva.

 

A lo largo de la guerra, la Aviación estadounidense lanzó unas 5.900 tm de armas con guiado de precisión sobre Irak, equivalente al valor de 590 millones de dólares y casi 12.000 millones de dólares en Tomahawk. “A ese ritmo un F-16 se amortiza por sí mismo”, decía un oficial estadounidense de Aviación.

 

Los misiles Patriot consiguieron anular a los misiles iraquíes Scud, militarmente insignificantes, pero políticamente importantes. Un oficial de la USAF admitió en el análisis histórico y anecdótico de esta guerra., el Patriot fue uno de los sistemas clave que influyeron en el resultado”.

 

Hubo más de 90 lanzadores Parriot en la guerra del Golfo. En general, los sistemas Patriot estuvieron en disponibilidad operativa excediendo el 95 %. Durante la operación “Tormenta del Desierto”, Irak lanzó 81 Scud, 43 contra objetivos de la Coalición y 38 contra Israel. La mayoría de ellos se piensa fueron de la variante de corto alcance. Al Hussein (a diferencia de la versión PAC-2 ATBM, interceptaron la mayoría de los Scud escogidos como blanco.

 

Ningún Scud alcanzó su objetivo: 9 hicieron explosión sin causar daños y en 7 casos sólo cascotes alcanzaron el objetivo, como en el cuartel del Ejército en Dhahran.

 

La intercepción en vuelo del modelo Scud más antiguo constituyó un problema para los Patriot, ya que están diseñados para atacar a objetivos extensos. Sin embargo, después del 16 de enero el Ejército hizo dos modificaciones en el software del equipo de guiado de los Patriot para resolver dicho problema, permitiendo a los misiles perseguir más directamente las ojivas de guerra de los Scud en vez de a otros fragmentos.

 

Una modificación sirvió para acelerar las reacciones del misil en movimiento de las partes desprendidas de los Scud, mientras otra modificación aumentaba la velocidad de proceso de datos para interceptación. Un problema pendiente es si procede dar más alcance al guiado del Patriot. Muchos observadores piensan que es la panacea en la defensa contra misiles balísticos, pero la guerra del Golfo demostró que el Patriot es en realidad un sistema de alcance próximo que consigue el blanco poco antes del impacto.

 

No obstante, se esperan esfuerzos por parte del Ejército para mejorar la cobertura mediante modificaciones en el radar y software como parte de un conjunto de perfeccionamiento por importe de 35 millones de dólares. El Ejército ha pedido también fondos adicionales para adquirir una nueva partida de 500 misiles PAC-2 para reponer a los lanzados en el golfo Pérsico.

 

Los helicópteros de ataque Apache AH-64 intervinieron en las primeras salidas operativas en la operación “Tormenta del Desierto”. Los Apaches de la 101a Brigada Aérea atacaron los asentamientos de la defensa aérea iraquí antes de la hora H, para abrir un pasillo aéreo para que los aviones atacantes de la Coalición atacasen Irak. Más tarde se utilizaron en su cometido principal de atacar blindados y asentamientos artilleros. Como ejemplo que destacar, según informes del Ejército, el 4° Batallón de la 229a Brigada Aérea destruyó 50 carros iraquíes en una sola batalla.

 

La capacidad para cumplir misiones de los Apache superó el 90 % a lo largo de la guerra. La capacidad plena fue un tanto más baja, aunque considerablemente superior a la requerida del 70 %. El jefe para Adquisiciones del Ejército, Stephen Conver, atribuyó la eficacia de los helicópteros a la “combinación de buen nivel de repuestos y buenos mecánicos que estaban bien instruidos y que no fueron dedicados a cometidos secundarios”. De un total de unos 1.650 carros Abrams M1A1 en el teatro de operaciones (hubo casi 2.000 Ml de todos los tipos en el golfo Pérsico), sólo 8 fueron dañados, 4 inutilizados por completo y los otros 4 reparables.

 

Algunos fueron atacados por detrás, por elementos infiltrados, y otros dañados por minas. No murió ningún tripulante, afirma el Ejército. Información anecdótica muestra que la coraza de los Ml, demostró ser prácticamente impenetrable a los disparos de los carros iraquíes. Los disparos de los T-55 resbalaban, mientras que los de los T-72 apenas si hacían mella, según algunas fuentes. En contraste, los proyectiles M829A1 de los M1, resultaron muy eficaces incluso contra los T-72.

 

Algunos carristas manifestaron que el visor térmico del M1, incluso en medio del humo de los incendios de los pozos petrolíferos, detectaba a los carros T-72 cuando los iraquíes no podían verlos a ellos.

 

Después de 100 horas de combate, las tasas de disponibilidad al menos en alguna unidad de carros Ml, siguieron siendo altas. Por ejemplo, la disponibilidad operativa de Ml A1 implicados en las operaciones del 7° CE y otras unidades se mantuvo superior al 90 %. En el caso de la 3a División Acorazada, avanzó 200 km de noche sin ninguna avería entre sus más de 300 carros.

 

El Sistema Lanza Cohetes Múltiples (MLRS) tenía como objetivos los lanzacohetes motorizados, puestos de mando y control, asentamientos artilleros, unidades de la Guardia Republicana y centros logísticos en el teatro de operaciones kuwaití.

 

Se dispararon en total más de 100.000 cohetes, según datos del Ejército que calificaron el sistema de “sobresaliente”.

 

Según algunas fuentes los misiles de crucero lograron un 85 % de impactos sobre sus blancos. “De todas las armas lanzadas ninguna se aproxima a las tasas de impactos conseguidas por el misil de crucero Tomahawk, manifestó una fuente del Pentágono. Los primeros lanzamientos de Tomahawk fueron hechos desde submarinos. Una salva procedió del Pittsburgh en el Mediterráneo disparando por encima de Turquía; la otra desde el Louisville en el mar Rojo.

 

Probablemente se lanzaron menos de 12 Tomahawk desde submarinos, y la Marina tuvo que aumentar el alcance de estos misiles más allá de 1.100 km mediante aumento de combustible. La Marina utilizó los lanzamientos submarinos no porque los blancos lo requiriesen, según funcionarios de Marina, sino más bien para demostrar claramente que los submarinos tienen un papel en el combate como armas invisibles. Desde buques de superficie se dispararon unos 264 TLAM/Cs -una versión de alto explosivo convencional del Tomahawk- así como 27 TLAM/D, que llevan bombas con submuniciones que se dispersan.

 

La Marina informa que durante la guerra decidió programar los ataques con Tomahawk de tal forma que alcanzasen sus blancos una hora antes de que los satélites pasasen sobre ellos. Esto permitía una valoración precisa, en tiempo real, de los daños causados por los Tomahawk y hacía innecesario repetir ataques. Un número pequeño de TLAM, tal vez dos, fueron derribado sobre Bagdad por la artillería antiaérea iraquí, confirmó la Marina. La explicación fueron que 6 Tomahawk fueron lanzados sucesivamente en idéntica trayectoria. Normalmente se lanzan en salva o siguiendo trayectorias diferentes.


Cierta fuente se limitó a decir que “fue un blanco programado muy rápidamente”, lo que proporcionó a los iraquíes demasiadas posibilidades de predicción.

 

Fuente: www.dialnet.unirioja.es