16 de febrero de 2020

BOMBARDEOS DE MILÁN


Milán, Turín y Génova siempre fueron importantes centros industriales y comerciales, además de que Milán es la segunda ciudad más grande de Italia. Por esa razón en 1940 apenas Italia declaró la guerra, para los aliados la destrucción de la ciudad era el principal objetivo.

Al comenzar los bombardeos en los primeros meses de 1940 la RAF causó relativos daños a algunos centros industriales, pero que ocasionaron poca destrucción y pocas pérdidas de vidas. Fue a mediados del año que, durante la noche del 15 al 16 de junio de 1940, apenas menos de una semana de la declaración de guerra que fueron alcanzados por las bombas algunos edificios y sólo se tuvo que lamentar la muerte de una persona. Durante la noche del día siguiente la fábrica de aviones Caproni fue el objetivo de ocho bombarderos que causaron muy pocos daños.

Piazza Duomo
Piazza Duomo - Catedral (1930)

El resto del mes de junio y hasta mediados de agosto no hubo ataques, sin embargo, durante la noche del 13 al 14 de agosto tres bombarderos arrojaron bombas, sobre la fábrica de Caproni, pero fallaron y las bombas cayeron sobre casas cercanas a la fábrica causando la muerte de 15 civiles y dejando 44 heridos. Además, lanzaron panfletos de propaganda.

Durante la noche del 15 al 16 de agosto se repitió la incursión, pero esta vez las baterías antiaéreas lograron derribar un bombardero Wellington y ahuyentaron al resto que lanzó sus bombas sobre las poblaciones de Meraty y de Mariano Comense, al norte de Milán. Nuevamente la noche del 18 al 19 de agosto otros cuatro bombarderos atacaron las fábricas de Innocenti y Caproni y el aeropuerto de Linate en Milán y durante la noche del 26 de agosto el objetivo fue la estación de hidroaviones Idroscalo construido en un lago artificial.

Durante los meses siguientes no aparecieron los bombarderos británicos, hasta la noche del 18 al 19 de diciembre cuando atacaron la fábrica de Pirelli, pero nuevamente erraron el objetivo y las bombas cayeron sobre casas aledañas a la fábrica matando a 8 civiles e hiriendo a otras 16 personas.

Ante la poca efectividad de los bombardeos, las incursiones fueron suspendidas durante el año de 1941 y Charles Portal destituyó al Mariscal del Aire Richard Poeirse y lo reemplazo con Sir Arthur "Bombardero" Harris, se reanudaron los ataques, pero a partir de entonces con el bombardeo de área, que en Alemania causaron cientos de miles de muertes de civiles. Pasado el medio año, Harris ordenó bombardear no objetivos específicos sino las ciudades completas de Milán, Turín y Génova.

Piazza Fontana - 1943
Piazza Fontana - Milan - 1943

Turín fue bombardeada 7 veces y Génova 6 veces. Milán fue la que recibió el menor número de incursiones, pero el 24 de octubre de 1942, 73 aviones Lancaster lanzaron 135 toneladas de bombas sobre la ciudad incluyendo 30.000 bombas incendiarias. La particularidad de este bombardeo fue que en vez de ser realizado de noche como era la costumbre de los británicos, en esa oportunidad realizaron el bombardeo durante el día, práctica que era común para la aviación estadounidense y no la británica. En ese bombardeo de área fueron destruidos 443 casas y edificios incluyendo la cárcel de San Vittore, el cuartel de Hoepli, dos estaciones de trenes y el Cementerio Monumentale. Las bajas civiles fueron 171 muertos y 300 heridos. Cuatro bombarderos Lancaster fueron derribados.

Los bombardeos de Génova resultaron menos dañinos que los de Berlín porque las calles eran más anchas y se utilizaba menos madera en las construcciones.

Haciendo gala de sus instintos, Harris ordenó que al bombardear la ciudad se centrasen en la Catedral de Milán, sin embargo, la iglesia casi no fue tocada por las bombas. La decisión de Harris fue duramente criticada por su jefe, Charles Portal y por los parlamentarios británicos. La noche siguiente, el bombardeo se frustró por el mal tiempo y de 71 bombarderos sólo 39 llegaron a la ciudad de Milán. Seis se perdieron y la mayoría lanzaron sus bombas sobre poblaciones de la Lombardía causando dos muertos civiles.

En 1943 la artillería antiaérea fue reforzada con unidades alemanas, pero no hubo mayores derribos.

Ospedale Maggiore - Milan - 1943
Ospedale Maggiore - Milan - 1943

Después de cuatro meses sin incursiones, la noche del 14 de febrero de 1943, 142 Lancaster lanzaron 110 toneladas de bombas explosivas y 166 toneladas de bombas incendiarias sobre Milán. Fueron dañadas las fábricas de Alfa Romeo, Caproni, Isota Fraschini y Breda, así como el patio de trenes de la Estación Central de Milán y de Farini. Quedaron destruidas 203 casas, 596 fueron seriamente dañadas, además unas 3000 quedaron con ligeros daños.

Varios edificios históricos sufrieron daños, así como el del diario Corriere dela Sera, el Royal Palace de Milán, el Teatro Lirico, la Basílica de San Lorenzo, el Palazzo de San Giorgio y la Iglesia de Santa Maria Carmine. 133 civiles perdieron la vida, 442 sufrieron heridas y 10.000 quedaron sin hogar. Cerraron las escuelas y la mayoría de la población abandonó la ciudad. 

Durante seis meses la RAF no bombardeó la ciudad de Milán, pero en agosto de 1943 a la caída de Mussolini, los bombardeos se reanudaron en las principales ciudades italianas para obligar al gobierno de Badoglio a rendirse.

La noche del 7 de agosto Milán fue bombardeado por 72 aviones que lanzaron 201 toneladas de bombas incluyendo incendiarias. 600 edificios fueron destruidos, murieron 161 personas y 281 resultaron heridas. Fue dañada la fábrica Pirelli. EL Corriere della Sera fue alcanzado por las bombas y quedó en parte destruido, así como el Castillo Sforza, el Museo de Historia Natural, la Villa Belgiojoso Bonaparte, el Palazzo Sormani y la Pinacoteca di Brera. Sólo fueron derribados dos bombarderos británicos.

Sta. Marie delle Grazia
Santa Marie delle Grazia - Milan - 1943

Pero, el bombardeo más horroroso ocurrido en Milán y en cualquier otra ciudad italiana ocurrió en el transcurso de la noche del 12 al 13 de agosto. 504 bombarderos de los cuales 478 llegaron a la ciudad de Milán lanzaron 1252 toneladas de bombas de las cuales 582 toneladas fueron incendiarias y 245 fueron las llamadas "blockbusters" de 2 toneladas cada una, capaces de destruir una manzana de viviendas. Fueron alcanzados por las bombas el Castillo Sforza, el Palazzo Marino, Santa María dela Grazie, la iglesia de San Fedele y la Galleria Vittorio Emanuele II. Algunas bombas causaron daños en la Catedral y en la planta de Alfa Romeo. Perdieron la vida 700 personas gracias a que 900.000 personas de 1.150.000 habitantes abandonaron la ciudad. Al día siguiente una nueva oleada de 134 bombarderos Lancaster lanzaron otras 415 toneladas de bombas causando daños en el Palazzo Sforza, el Palacio Real, el Teatro Dal Verme, la Universitá Cattolica del Sacro Cuore, la Basílica de Sant' Ambrogio y las fábricas Breda, Pirelli, Innocenti, Isotta Fraschini y el Patio de Trenes de Farini.

A la noche siguiente nuevamente 186 bombarderos lanzaron 601 toneladas de bombas alcanzando nuevamente a la Catedral, el Teatro La Scala y el Ospedale Maggiore así como la tienda La Rinascente que fue destruida. 183 personas perdieron la vida. De regreso fueron derribados 7 bombarderos por los cazas de la Luftwaffe. 

Los bombardeos fueron entonces suspendidos al considerar la RAF que el objetivo persuasivo había sido alcanzado y proseguirlos "causarían el aumento del sentimiento anti-británico". Sin embargo, en 1944 fueron reanudados los bombardeos de área por la aviación estadounidense de día y la aviación británica de noche. Los bombardeos fueron dirigidos supuestamente a zonas industriales, sin embargo, la ineficacia de las tripulaciones causó más pérdidas de vidas y daños a zonas residenciales que a las plantas industriales.

El primer bombardeo de 1944 tuvo lugar en la noche del 28 al 29 de marzo, cuando 78 Vickers Wellington atacaron la estación de trenes Miláno Lambrate. Fueron destruidos unos 300 vagones, pero las bombas también cayeron sobre las áreas circundantes, matando a 18 civiles e hiriendo a 45. En la mañana del 29 de marzo, otros 139 bombarderos estadounidenses atacaron al mismo objetivo, destruyendo 500 vagones más, cinco locomotoras y más de 5 km de rieles; 59 personas murieron. El 30 de abril, un nuevo bombardeo estadounidense destruyó la fábrica de Breda y causó más daños en el patio de trenes de Lambrate (32 locomotoras y 100 vagones fueron destruidos); además de estos objetivos, la ciudad también fue bombardeada, dejando 40 bajas civiles. En la noche del 13 de mayo, ocho bombarderos estadounidenses, perdieron su objetivo en Lambrate y lanzaron las bombas sobre Gorgonzola y Cernusco sul Naviglio. La noche del 10 al 11 de julio de 1944, 84 Wellington bombardearon la estación de tren de Lambrate una vez más, pero esta vez el daño no fue muy grande; tres noches más tarde, 89 Wellington atacaron al mismo objetivo, pero dos atacantes fueron alcanzados por fuego antiaéreo y el patio de trenes sufrió daños limitados. El 10 de septiembre, 71 bombarderos lanzaron un ataque más contra la estación Lambrate, que fue alcanzada junto con la ciudad aledaña matando a 52 civiles.

El último bombardeo de Milán tuvo lugar el 20 de octubre de 1944. Ese día, 111 bombarderos estadounidenses atacaron las plantas Breda, Isotta Fraschini y Alfa Romeo; 36 B-24 Liberator del 451º Grupo de Bombardeo no encontraron la fábrica de Breda debido a un error de navegación y lanzaron 80 toneladas de bombas sobre los suburbios de Gorla y Precotto; 614 civiles murieron, entre ellos más de 400 niños y 19 monjas y personal de la escuela primaria "Pietro Crispi", que recibió un golpe directo mientras los niños y el personal de la escuela bajaban al refugio antiaéreo. Los únicos dos sobrevivientes fueron los estudiantes, Noemi Cappellini y Antonio Skomina, ambos de 7 años de edad, quienes no obedecieron las órdenes de las monjas de permanecer en el refugio antiaéreo.

Después del 20 de octubre de 1944, no se llevaron a cabo más bombardeos contra Milán, salvo ataques aéreos de cazas durante el otoño de 1944, el invierno subsiguiente y la primavera de 1945; atacando trenes, vehículos de transporte y en general, objetivos menores. Decenas de civiles resultaron muertos. 

Aunque no hay registros oficiales, se ha estimado que al menos 2.200 personas murieron en los bombardeos de Milán; el segundo número de muertos más grande en el norte de Italia aparte de Bolonia que sufrió 2.481 muertes. Al menos 400.000 personas, más de un tercio de la población, quedaron sin hogar.

Al final de la guerra, Milán había sufrido grandes daños por los ataques aéreos; de las 930,000 casas que existían antes de la guerra, 360,000 fueron destruidas o fuertemente dañadas, y más de 200,000 sufrieron daños ligeros. En general, alrededor de un tercio de los edificios fueron destruidos o tuvieron que ser demolidos posteriormente; los escombros se utilizaron para crear la colina artificial conocida como Monte Stella. La fuerte destrucción de las áreas que rodean el centro de la ciudad dejó esta parte de Milán totalmente desfigurada.

Al comenzar la guerra, el gobierno hizo esfuerzos por reforzar las joyas arquitectónica pero no fue suficiente, aunque lograron preservar La Última Cena de Leonardo Da Vinci y el Ciborium de San Ambrose. Sin embargo, otras muchas joyas históricas desaparecieron para siempre en su forma original como el Dal Verme, los Teatros Verdi y Filodrammatici, la Casa Velasco y el Palazzo Melzi di Cusano at Porta Romana, las caballerizas de Villa Reale, el Palazzo Ponti, el Arcimboldi, la Cicogna (Via Unione) y Cramer (Via Fatebenefratelli). Los miles de sacos de arena utilizados como protección no fueron suficientes para preservar la integridad de verdaderas joyas arquitectónicas.

Tres cuartas partes de los edificios históricos sufrieron varios grados de daños, incluyendo la Catedral, la Basílica de Sant'Ambrogio, Santa María delle Grazie, el Castillo de Sforza, el Palacio Real, La Scala y la Galleria Vittorio Emanuele II.; las principales fábricas Caproni, Innocenti, Pirelli, Breda, Alfa Romeo, Isotta Fraschini sufrieron graves daños, al igual que la mayoría de las estaciones de ferrocarril. El transporte público dentro de la ciudad fue completamente interrumpido. El gobierno asignó 1000 millones de liras para remover los escombros, pero fueron insuficientes. Milán nunca recuperó su fisonomía de antes de la guerra.

Fuente: https://www.exordio.com

OPERACIÓN MATTERHORN (15-6-1944)


Cuando queremos leer algo sobre el fin de la guerra en el Pacífico, terminamos de manera inequívoca en los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki. Sin embargo, los bombardeos incendiarios al que fueron sometidas las ciudades japonesas son tan poco conocidos que los pasamos por alto, si acaso, se conoce más sobre el bombardeo convencional de las industrias bélicas japonesas.

Para llenar ese vacío, desde hace unos años han comenzado a aparecer publicaciones sobre el tema, extraordinarias por la cantidad de material gráfico utilizado. Eso es interesante, pues como se sabe, los japoneses destruyeron una enorme cantidad de documentación militar para evitar que cayera en manos del enemigo y por su parte el gobierno militar estadounidense, se encargó de desaparecer las pruebas que encontraron.

Entre esa documentación destruida por los propios japoneses, por ejemplo, se encuentran todos los archivos relacionados con el otorgamiento de condecoraciones y ascensos, datos históricos que sólo se pudieron reconstruir parcialmente en base a testimonios suministrados hace no mucho tiempo por veteranos y civiles japoneses supervivientes. Cientos de fotografías celosamente ocultas durante medio siglo están apareciendo, como testimonio irrefutable de los bombardeos incendiarios y es posible que existan otros miles de documentos celosamente guardados, pero que quien sabe cuándo serán hechos públicos.

Bases B-29 en Asia
Bases de B-29 en Asia

Como las distancias a los blancos en Asia eran mucho mayores que en Europa, los estadounidenses equiparon inicialmente las bases en ese continente, particularmente en la India, con aviones B-17 y B-24, pero desde finales de 1943 los mandos del Cuerpo Aéreo del Ejército de los Estados Unidos planificaron el desplazamiento de los nuevos bombarderos Boeing B-29 que operarían contra el Japón desde bases en la India y China.  La Operación Matterhorn estaba en marcha.

En 1944, apenas un puñado de esos bombarderos estaba disponible y por ello, las primeras misiones estuvieron a cargo de los B-17 y B-24.  Fue sólo recién en abril de 1944, que los primeros B-29 cruzaron la "Joroba" para aterrizar en Chengtu donde 75.000 campesinos chinos bajo las órdenes del General Chenault, comandante de la 14ª Fuerza Aérea en China, construyeron las pistas de aterrizaje para los B-29 de la 20ª Fuerza Aérea.  El día 26 de abril, ocurrió el primer encuentro de un B-29 con los cazas japoneses, combate en que el bombardero salió bien librado, aunque con serios daños. Los pilotos japoneses, que ya sabían de la existencia del nuevo avión, quedaron impresionados ante la vista del enorme y moderno aparato.

Bombardeos incendiarios de Japon
Bombardeos incendiarios en Japón

Así, las operaciones de la 20ª Fuerza Aérea, desde ocho bases en India: Dudkhundi, Chakulia, Kharagpur, Kalaikunda, Piardoba, Chittagong, Horhat y Chabua, más la base de China Bay en Ceilán fueron incrementadas con las bases en China: Myityina, Yunnani, Kunming, Likiang, Hsishang, Iping, Pengshan, Kiunglai, Hsingshin, Kwangang, Liuchow y Kewiling.

Los objetivos de los nuevos aviones eran Hankow, Mukden y Anshan en China; Shinchiku, Kagu, Tainan, Okayama y Takao en la isla de Formosa; Palembang en Sumatra; la ciudad de Singapur; Camrahn Bay en la Indochina Francesa; Bangkok en Tailandia; y las ciudades de Omura, Sasebo y Yawata en Kyushu al sur de Japón límite del alcance de los bombarderos.  No arriesgaron la creación de bases más cercanas a Japón puesto que dudaban que los chinos pudieran defenderlas ante un ataque japonés. Los cálculos eran que al menos se necesitaban 50 divisiones chinas para detener a los 400.000 efectivos del ejército del General Hada, quien efectivamente ocupó los sectores desde donde podrían haber operado los B-29 con mejor alcance.


La primera misión sobre Japón de los B-29 de la 20ª Fuerza Aérea, fue realizada el 15 de junio de 1944 desde las bases en los alrededores de Chengtu a más de 1500 millas de distancia.  Sólo 47 de los 68 aviones B-29 llegaron al objetivo. Cuatro abortaron, cuatro se estrellaron, seis soltaron las bombas antes de llegar al blanco y otros debieron bombardear blancos alternos o de oportunidad, por diversas causas.  Un B-29 fue derribado.

Era evidente que, para llegar hasta el corazón de Japón, requerían una base más cercana y para ello, el objetivo inmediato de los mandos estadounidenses en Washington, fue la invasión del archipiélago de las Marianas para instalar bases en Saipan, Tinian y Guam, desde donde era posible alcanzar Tokio.  En julio de 1944, una vez invadida la isla de Saipan, los estadounidenses establecieron una base aérea desde donde pudieron bombardear el Japón y Corea.  Las bases para el nuevo avión debían ser muy grandes, las pistas dobles de aterrizaje debían tener 60 metros de ancho y 2590 metros de longitud, más un total de 4500 metros de pistas auxiliares con los correspondientes hangares y pistas de parqueo.  En octubre de 1944, las bases estaban listas para entrar en funcionamiento, aunque con sólo una pista operativa.

B-29
Bombarderos Boeing B-29 lanzando bombas incendiarias sobre Japón

Siderúrgica de Yawata 20-8-1944

Al comenzar las operaciones en agosto de 1944 contra el territorio metropolitano de Japón, los bombardeos fueron diurnos y de gran altura, tal como la 8ª Fuerza Aérea lo hizo siempre en Europa, pero los resultados no fueron los esperados.  El bombardeo con 60 aviones B-29 contra las instalaciones de la siderúrgica de Yawata dio como resultado que sólo el 2% de la planta resultó dañada y costó el derribamiento de 4 B-29 y 8 más fueron seriamente averiados, aparte de otros 10 aviones perdidos por diferentes causas.  Los bombarderos reclamaron 17 cazas japoneses derribados y 12 probables.  El día 20 de agosto un nuevo intento con 70 aviones B-29 resultó en el derribamiento de 18 bombarderos y los daños causados a la planta en Yawata fueron de apenas del 25%.  Un total de 99 tripulantes de B-29 fueron muertos.  Al menos tres B-29 hicieron aterrizajes forzosos en Rusia y los aviones fueron confiscados y usados después de la guerra como modelos para fabricar aviones de transporte y bombarderos Tupolev.

Tokio 24-11-1944

La primera aparición del B-29 sobre Tokio ocurrió el día 01 de noviembre de 1944.  La misión consistía en tomar fotografías desde 35.000 pies de altura.  Las fotos fueron tomadas con toda tranquilidad puesto que ni la artillería antiaérea japonesa ni los cazas podían alcanzarlo a esa altura.  El primer bombardeo sobre Tokio ocurrió el 24 de noviembre de 1944.  Fue dirigido por el General Emmett O’Donnell volando el "Dauntless Dotty" al frente de 111 aviones B-29 cuyo objetivo principal fue la fábrica de motores de Musashima. El lanzamiento a 30.000 pies de altura no fue efectivo, debido a la nubosidad y los fuertes vientos procedentes de Siberia que impedían a los bombarderos adquirir el blanco con precisión.  Sólo 24 aviones vieron el objetivo, los demás lanzaron las bombas a ciegas.

j2m
Mitsubishi J2M Raiden ("Jack")

El General Curtis E. LeMay abandonó la China para volar a las Marianas y tomar directamente el control de las operaciones al mando de la nueva 21ª Fuerza Aérea.  En marzo de 1945, más de 300 aviones B-29 estaban realizando misiones contra Japón.  Las pérdidas estadounidenses eran grandes por la aparición de los cazas japoneses Kawanishi N1K2J Shiden ("George") y Mitsubishi J2M5 Raiden ("Jack"). Aunque a los japoneses le faltaban pilotos experimentados, muchos jóvenes se presentaban voluntariamente para volar los cazas e interceptar a los bombarderos.

Tokio 25-2-1945

Mientras tanto, el día 25 de febrero de 1945, Curtis LeMay ordenó el primer bombardero incendiario a gran altura.  Una flota de 172 aviones B-29 arrojó 450 toneladas de bombas incendiarias sobre la capital japonesa. Fueron arrasadas 27.970 edificaciones. Seis bombarderos fueron derribados. En su informe diario al Emperador Hiroito, el Primer Ministro Tojo aseguró que los Estados Unidos no podría continuar incrementando los bombardeos, teniendo en cuenta que fuerzas cada vez más numerosas estaban lanzando bombardeos diarios sobre las ciudades alemanas.  Le dijo Tojo al Emperador Hiroito que los bombardeos ocurrían uno por semana y sólo si bombardearan la capital con miles de aviones diariamente podría comenzar a preocuparse. Por su parte, el Príncipe Konoye no asistía ya a las reuniones pues consideraba que la guerra ya estaba perdida.

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Kawanishi N1K2J Shiden ("George")

Una semana después, los hechos parecían confirmar la teoría de Tojo.  Un nuevo ataque diurno con bombas convencionales a gran altura, con 150 aviones B-29, tuvo que bombardear por medio de radar la fábrica Mitsubishi debido a la gran cantidad de nubes.  El resultado fue que la fábrica permanecía incólume después del ataque. Posteriores incursiones, la última el 4 de marzo, que sumaron un total de 875 aviones durante varios días, causaron daños en sólo el 4% de las instalaciones. LeMay con macabra satisfacción por la inutilidad de los bombardeos convencionales diurnos, tenía suficientes argumentos para justificar lo que iba a hacer, dado que las fábricas de aviones estaban siendo dispersadas en forma de módulos en la campiña japonesa y los bombardeos eran ineficaces.

Curtis LeMay había dirigido los bombardeos de las ciudades alemanas donde emplearon bombas explosivas (para destruir los techos, puertas y ventanas de los edificios) combinadas con incendiarias para incinerar todo lo que se encontraba dentro. Como en Japón el bombardeo estratégico con bombas convencionales no daba resultados contra las fábricas LeMay estaba decidido a emplear técnicas similares a las empleadas en Europa, pero a baja altura para mejorar la precisión y con el aprovechamiento de otros ingredientes, producto de las circunstancias y de las particularidades de las construcciones japonesas y su medio ambiente.

James Bradley, en su libro "Flyboys: A true story of courage" paginas 268-269, Little Brown (New York, 2003) dice que para probar el poder letal de las bombas incendiarias construyeron un "Pequeño Tokio" en Dugway Proving Ground en Utah.  Los carpinteros fabricaron grupos de docenas de casas copiadas al estilo japonés.  En esa pequeña ciudadela probaron el efecto de varias bombas de Napalm y eventualmente quedaron satisfechos con los efectos destructivos de la bomba incendiaria AN-M69 que contenía paquetes de bombas de magnesio.  Una de las preguntas que se hace el autor en el libro es: ¿Si los blancos industriales eran la prioridad en el plan de destrucción, por qué probaron las bombas AN-M69 en modelos de casas japonesas de madera?

Lo cierto es, que, al no poder destruir las fábricas, LeMay planificó eliminar a los que trabajaban en ellas.  Tenía que destruir las ciudades y matar a sus habitantes para mermar la moral y para inducir a los obreros a abandonar el trabajo.  A eso, añadía LeMay que era necesario destruir las fuerzas de defensa japonesas en preparación a una futura invasión, defensas que estarían conformadas por millones de civiles en armas.  El 19 de febrero de 1945 cambió la táctica de bombardeo convencional por la de bombardeo incendiario de baja altura.   El vuelo a baja altura, eliminaba el efecto de la nubosidad y tenía además un propósito político: era necesario evitar dañar el centro de Tokio donde se encuentra el Palacio Imperial, porque dañar al Emperador significaba enfrentarse a una resistencia hasta la muerte del pueblo japonés.  Además, porque el único que podía eventualmente ordenar una rendición, era el Emperador Hiroito, nadie más sería obedecido.

Incendiarias
Incendiarias M69 en compartimiento de bombas de B-29

Bombardeo de Hankow

El 18 de diciembre de 1944, Curtis LeMay ordenó el inicio de los bombardeos incendiarios de baja altura, el primero de ellos, en calidad de prueba, sobre la ciudad portuaria de Hankow en China.  Desde 1895 hasta 1917 Hankow fue una concesión alemana y de los japoneses desde 1898, y permanecieron en ella como resultado de la Primera Guerra Mundial.  Al comenzar la Segunda Guerra Mundial ocuparon las concesiones británicas y francesas en ese próspero puerto chino.  En Hankow, las condiciones eran similares a Tokio, una ciudad con casas de madera a la orilla del mar, con una población numerosa distribuida entre calles estrechas.

De las bases de Chengtu despegaron 89 aviones B-29, de los cuales 63 llegaron al blanco y descargaron 511 toneladas de bombas incendiarias.  Fue el primer ataque incendiario llevado a cabo por los aviones B-29.  A la luz de los resultados satisfactorios para LeMay, decidió que era tiempo de preparar el próximo ataque incendiario masivo contra la ciudad de Tokio, mientras seguían los ataques convencionales casi diarios con bombas explosivas y Napalm en todo Japón.

La captura de Iwo Jima en marzo de 1945, permitió que los B-29 volaran escoltados por cazas P-51 y después por los cazas nocturnos Black Widow P-61 que fueron estacionados en esa isla. Para entonces, la efectividad de los cazas japoneses fue casi mínima puesto que los japoneses no tenían un avión similar al P-51 y menos un caza nocturno que se pudiera enfrentar al P-61.

Plan de bombardeo incendiario nocturno

En esas circunstancias, el primer bombardeo incendiario contra Tokio fue planificado para la noche del 9 al 10 de marzo de 1945.  Los aviones de la misión Nº 40 de la 21ª Fuerza Aérea, volarían a alturas de apenas entre 1500 y 1800 metros, llevando 1650 toneladas de bombas incendiarias, con la ventaja de que no esperaban que Japón enviara cazas nocturnos.  Por eso, fueron retiradas las ametralladoras y todo peso extra, incluyendo los artilleros, excepto el de cola, que actuaría como observador, teniendo así mayor capacidad de bombas.

Los objetivos eran las ciudades de Tokio, Kobe, Osaka y Nagoya que contaban con miles de fábricas artesanales instaladas en las casas de los habitantes de esas ciudades y donde vivían las familias de los obreros de las grandes fábricas. LeMay estaba decidido a incinerar las ciudades japonesas.  Como efecto colateral esperaba que los masivos incendios se extendieran debido a la tormenta de fuego que se crearía y destruirían de paso también a las fábricas.  Los canales que alimentan los ríos Sumida y Arakawa no impedirían la tormenta de fuego, pues el flujo de agua es controlado por compuertas y sirven de depósitos de troncos de árboles.  Siendo el blanco muy extenso, y sin oposición de caza, los bombarderos volarían más separados entre sí, encargándose las incendiarias de magnesio y Napalm de esparcir el fuego en toda el área.

Saldo de la Operación Matterhorn

Para los Estados Unidos:
  • 485 bombarderos B-29 fueron derribados.
  • 212 cazas P-51 y P-61 fueron derribados.
  • 3041 tripulantes resultaron muertos.

Algunos tripulantes que saltaron en paracaídas sobre Japón fueron acusados de asesinato contra la población civil y ejecutados.  Parece que eso no ocurrió en Tokio.

Para Japón:

Sin contar los civiles muertos en la isla de Okinawa, el número de civiles muertos en Japón como consecuencia de los bombardeos incendiarios se estima en 560000 personas.  El número exacto de personas muertas jamás podrá conocerse, porque muchos cráneos simplemente quedaron tan carbonizados que no pudieron ser reconocidos e incluidos en la cuenta de cráneos encontrados o en su defecto fueron a dar al mar en la desembocadura del río Sumida.

Si bien es cierto que muchos aviadores estadounidenses, que durante la guerra bombardearon Japón, han considerado que los bombardeos con explosivas e incendiarias a la población civil fue acto justo y necesario, se cuentan por cientos aquellos que han sobrellevado un enorme sentimiento de culpa por el resto de sus días.  Algunos de ellos han podido de alguna manera aligerar ese peso haciendo diferentes tipos de actividades de desagravio, pero otros se lo han llevado a la tumba sin poder hacerlo.

Fuente: https://www.exordio.com


BOMBARDEOS INCENDIARIOS DE TOKIO, NAGOYA, OSAKA Y KOBE


Tokio 9-3-1945, 22:30 horas

A las 22:30 mientras la gente en Tokio dormía, dos aviones marcadores B-29, uno de ellos pilotado por el General Thomas S. Power, comandante del 314ª Ala de Bombardeo (Pesado), volaron sobre la ciudad dejando caer bombas incendiarias M-47 para delimitar el área de bombardeo. Poco después otros dos aviones B-29 lanzaron tiras de aluminio para impedir la detección de los radares e dificultar el alumbrado de los reflectores de la artillería antiaérea. Dos aviones más, marcaron con incendiarias una cruz uniendo los cuatro puntos dejados por los aviones marcadores. Seguidamente la flota de 334 aviones B-29 comenzó el bombardeo de alfombra sobre el sector de la ciudad demarcada por la X de fuego casi perfecta. El avión de Power subió a gran altura volando en círculos sobre la ciudad para observar.

 
Uno de los edificios del Palacio Imperial.

El bombardeo se concentró en los municipios de Koto-Ku, Sumida-Ku y Taito-Ku, que se encuentran a lo largo de la ribera este del río Sumida. El municipio Sumida-Ku se encuentra entre el río del mismo nombre y el río Arakawa y forma parte del este de la ciudad de Tokio, hacia el oeste en el centro de la ciudad se encuentra el Palacio Imperial.

Poco antes de iniciarse el bombardeo, se levantó un fuerte viento, que aventó las llamas y las esparció rápidamente. Cuando los demás B-29 alcanzaron la ciudad y dejaron caer sus bombas, estallaron incendios adicionales. El viento aumentado a cuarenta y cinco kilómetros por hora enviaba restos llameantes por encima de los cortafuegos y canales. Por el intenso calor, el viento cobró más fuerza, corriendo a 30 metros por segundo, tocando las casas no alcanzadas por las bombas y encendiéndolas debido a la altísima temperatura del aire. El aire infernal llegó hasta el centro de Tokio causando pequeños fuegos espontáneamente encendidos en techos y puertas.

 
Modelo de casa japonesa típica. Techos y paredes de madera. Paneles de madera forrados en papel de arroz llamados "Shoji" y tapetes de fibras de arroz llamados "Tatami".

La incursión continuó por unas dos horas, mientras el General Power observaba cuidadosamente la operación e intentaba recoger datos para evaluación posterior. Power envió por radio informes sobre el incendio, que hasta al insensible General le hicieron una tremenda impresión. Pero, en tierra, la escena era mucho peor, una pesadilla salida del Infierno de Dante.

Radio Tokio emitió un informe, horas más tarde, en el que el locutor, después de condenar a los estadounidenses por la matanza de la población, describía vívidamente el holocausto: "Esta noche de brillante luz de las estrellas permanecerá en la memoria de todos los que la presenciaron. Después de la caída de las primeras bombas incendiarias, se formaron nubes de humo que se iluminaron desde abajo con una luz rojiza. De ellas emergían los aviones, volando pavorosamente a baja altura sobre los centenares de incendios, que se esparcían gradualmente. Un bombardero explotó ante nuestros ojos como un proyectil trazador de magnesio, casi sobre el centro de la ciudad.  Las nubes de fuego se dirigían serpenteando hacia lo alto y la torre del edificio de la Dieta se erguía negra contra el rojo del cielo. La ciudad estaba tan resplandeciente como una salida de sol; nubes de humo, hollín, incluso chispas arrastradas por el vendaval, volaban por encima.  Pensamos que esta noche todo Tokio sería reducido a cenizas..."

 
Por los canales entre los ríos Sumida y Arakawa se transportan los troncos de árboles que luego se depositan en la parte posterior de cada tienda que vende la madera.

Los bombardeos de las ciudades japonesas fueron de un éxito escalofriante. En un par de horas 2 mil toneladas de bombas, medio millón de incendiarias de Napalm y Magnesio, llovieron sobre Tokio destruyendo gran parte de la capital. Fue uno de los mayores desastres hasta entonces sufrido por ningún beligerante en la historia de la guerra.

No todos se percataron de la alerta aérea en Tokio cuando apareció el primer avión y que se interrumpió brevemente debido a que se trataba de sólo dos aviones, pero un centenar de personas de Sumida-Ku precavidas con sus maletas, lograron escapar permaneciendo en el Parque Kinshi donde observaron llenos de pavor el holocausto.

 
El frente de las tiendas que venden la madera.

La tormenta de fuego arrasó todo el este de la ciudad donde se concentraba la mayor parte de las casas de madera, cartón y papel.  Miles de las personas murieron asfixiadas y quemadas por el aire de la tormenta que desató vientos con temperaturas de 1000°C corriendo a más de 200 kms por hora consumiendo el oxígeno y creando una tromba de aire que subió cuando menos a 10 kms de altura.  Muchos bombarderos fueron lanzados centenares de metros hacia arriba por las corrientes de aire caliente. Al menos uno reportó que una bomba de 250 kgs fue devuelta al compartimiento de bombas por una súbita corriente de aire.

En tierra, la tormenta de fuego succionaba a los que trataban de huir, matando a niños, mujeres y ancianos. Atrapados entre los ríos Sumida y Arakawa, la gente que trataba de salvarse del fuego tirándose a los canales murieron hervidas o asfixiadas. Se salvaron los más jóvenes que pudieron correr hasta encontrar algún lugar donde por milagro el fuego no llegó, los demás, mujeres, ancianos y niños pequeños fueron incinerados.  Los llamados "turbantes anti bombardeos" que miles de mujeres usaban para protegerse de las esquirlas durante los bombardeos convencionales, era lo primero que se encendía aún sin que el fuego las tocara, cuando las mujeres con sus hijos en brazos corrían en medio de la tormenta.

 
El transporte de madera por los canales forma parte de la milenaria tradición japonesa.

Las casas de madera y cartón simplemente se volatilizaban. El contenido inflamable de los edificios de cemento y ladrillo ardió completamente convirtiéndolos en hornos que apenas quedaron como cascarones con sólo cenizas en su interior.  Las pérdidas fueron enormes, murió más gente en esas fatídicas dos horas, que en la explosión atómica de Nagasaki. Según las primeras cifras recopiladas por la policía metropolitana japonesa, 83783 personas murieron, miles fueron declarados desaparecidos, 40918 fueron heridas y más de 800000 de personas estaban sin hogar. Llevó veinticinco días a las autoridades japonesas el remover de los escombros todos los cuerpos calcinados. Las cifras de muertos fueron aumentando. Quedaron destruidos más de 40 kilómetros cuadrados de la ciudad de Tokio. Según la cuenta final, en el holocausto de fuego, el bombardeo había matado a más de 100.000 personas, dejando heridas a más de 400000 y al menos un millón de personas quedaron sin techo en pleno invierno. Se contabilizaron 276791 casas que fueron destruidas por el fuego,

 
La explosión de una bomba de tungsteno podría hacer pensar que es el inicio de una celebración...

En el ataque, las pérdidas de los B-29 fueron catorce en total, tres de ellos, al menos, fueron derribados por las baterías antiaéreas japonesas y se le vio explotar en el aire estrellándose en Aoki-cho, Kawagichi, dos tripulantes salvaron milagrosamente, los otros dos aviones se estrellaron también. Las tripulaciones de otros cinco bombarderos, alcanzados por los antiaéreos, cayeron en el océano y fueron salvadas por unidades de rescate. Otros se estrellaron al tratar de aterrizar en Iwo Jima. Dieciocho horas después del ataque, el Primer Ministro Koiso hablo por Radio Tokio para denunciar a los "muy crueles y bárbaros estadounidenses", y advertir al pueblo japonés que tenían que estar preparados para soportar más bombardeos incendiarios.

 
Inútil intento de apagar el tungsteno.

Nagoya 11-3-1945

En las Marianas, el General Curtis LeMay, que recibió un muy efusivo telegrama de felicitación del General Arnold, había ya planeando otro ataque nocturno a baja altura, esta vez contra la zona urbana de Nagoya. En esta misión, efectuada en la noche del 11 al 12 de marzo, 285 bombarderos atacaron la ciudad a baja altura.  Los aviones marcadores, de nuevo, mostraron el camino con bombas incendiarias M-47. En total, arrojaron 1700 toneladas sobre Nagoya, y provocaron centenares de incendios. En esta ocasión, no hubo holocausto general, pero las fotos posteriores al ataque mostraron más de tres kilómetros cuadrados de la ciudad arrasados. Se perdió un bombardero en la misión, y veinticuatro fueron averiados, principalmente por la antiaérea. La oposición de la caza fue débil. Un B-29 fue derribado sobre la ciudad.

 
A las 9 de la mañana todavía el fuego no estaba totalmente extinguido.

Osaka 13-3-1945

Dos noches más tarde, después de que los equipos de mantenimiento trabajaron ininterrumpidamente preparando los aviones, LeMay envió 300 B-29 a Osaka, la segunda ciudad del Japón en población y producción industrial. A la medianoche, los B-29 bombardearon por radar porque a causa de la capa de nubes los marcadores no pudieron ver el blanco.  La flota de 274 B-29 que llegaron al blanco, descargaron 1700 toneladas de bombas.  Al igual que en Tokio, la temperatura del aire creó una tormenta de fuego. Las columnas de aire ascendentes fueron tan intensas que uno de los 33 aviones del 9º Grupo de Bombardeo, fue lanzado hacia arriba con tal fuerza que dio media vuelta quedando panza arriba. El piloto logró enderezar la nave, perdiendo varios miles de pies a gran velocidad, pero pudo regresar a Tinian aunque con las alas en tan mal estado que tuvieron que ser reemplazadas.

 
Sólo quedaron en pie los edificios de cemento convertidos en hornos. Obsérvense los canales que unen el Río Sumida con el Arakawa. Por el Sumida bajaban los cadáveres hacia la Bahía de Tokio.

Aunque el mal tiempo había impedido a los aviones marcadores iniciar los incendios de señalización, las fotos de Osaka, posteriores al ataque, confirmaron que los nuevos ataques a baja altura eran muy efectivos. Más de 12 kilómetros cuadrados del centro de la ciudad habían sido totalmente quemados. Los incendios consumieron unos 134744 edificios residenciales e industriales, y destruyeron parcialmente otras 1300 estructuras. Como la población estaba prevenida, las bajas totalizaron sólo 13135, pero más de 500000 personas quedaron sin hogar, eso era la cuarta parte de la población de Osaka. Fueron derribados dos B-29 y trece fueron averiados por la artillería antiaérea durante la incursión. De nuevo la oposición aérea enemiga fue de poca importancia.


Kobe 16-3-1945

La ciudad de Kobe, cuarto objetivo incendiario de LeMay, fue atacada en la noche del 16 al 17 de marzo. A los pilotos se les ordenó hacer un vuelo de aproximación más controlado para asegurar la concentración y unión de los incendios.  A causa de que el inventario de bombas M-69 y M-47 en el Mando de Bombardeo estaba escaseando, la carga de bombas se cambió algo.  En lugar de la carga normal, se usaron contenedores de 225 kilogramos, con bombas incendiarias de magnesio termita M-15 de 1,8 kilogramos de peso.  La incursión de Kobe fue la mayor lanzada por LeMay hasta aquel momento, 307 aviones B-29 alcanzaron la ciudad lanzando 2.300 toneladas de bombas, provocando incendios que arrasaron unos cinco kilómetros cuadrados de un extremo del distrito de negocios y algunas áreas residenciales e industriales. Más de 66.000 estructuras, incluso 500 edificios industriales, fueron demolidas y 250.000 personas, un tercio de la población de Kobe, quedaron sin hogar. Los muertos y heridos llegaron a 15.000. Tres aviones fueron derribados.

 

Nagoya 18-3-1945

La última de las incursiones incendiarias de marzo de 1945, contra Nagoya el día 18 al 19, fue hecha por 290 bombarderos. Con el inventario de bombas incendiarias casi exhausto, un avión de cada tres fue cargado con bombas explosivas de 225 kilogramos.  Los aviones alcanzaron la parte norte del centro de la ciudad, con unas 1.800 toneladas de bombas que originaron 192 grandes incendios separados y destruyeron unos cinco kilómetros cuadrados adicionales de la ciudad. En conjunto, durante las dos incursiones a Nagoya, fueron arrasados ocho kilómetros cuadrados. LeMay estaba muy complacido y dirigió una declaración a sus aviadores, elogiándolos "por su inspirada devoción al deber". "La prueba de la batalla", dijo, "ha demostrado que ustedes pueden, no tan sólo aguantar cualquier carga, sino que pueden atacar repetidamente con renovado vigor".  Sólo un B-29 fue derribado.

 

Unos pocos días después, en Washington, el General Norstad dijo en una conferencia de prensa que el daño causado a los japoneses durante las cinco incursiones era "el mayor que jamás en la historia del mundo se hubiese inferido a ningún pueblo en tan corto período".  En conjunto, unos cincuenta kilómetros cuadrados de áreas urbanas, en cuatro principales ciudades japonesas, fueron destruidos. Los ataques incendiarios, dijo, eran tan sólo "la fase inicial" de la campaña de los B-29, para destruir las pequeñas industrias artesanales japonesas.

 

Rindió especial tributo a LeMay, "por solucionar un agudo problema operacional con el uso de las Superfortalezas de alta cota, en bombardeos a baja altura, logrando así descargar un mayor tonelaje de bombas en un corto tiempo y en un área reducida". Realmente, las pequeñas industrias fueron destruidas por todos los medios. El veintinueve por ciento de toda la producción aeronáutica del Japón se realizaba mediante subcontratistas, concentrados en las áreas industriales de Tokio, Osaka y Nagoya. Estas se distribuían en tamaño, desde talleres artesanales de tipo familiar o talleres con diez obreros calificados hasta los que empleaban a 2.000 personas.  Funcionarios japoneses declararon más tarde, que la destrucción de la pequeña industria, en las incursiones incendiarias, causó "graves pérdidas a la producción". Después se supo que el avión Jet de caza japonés, similar al avión alemán Messerschmitt M 262, fue probado apenas unos días antes de la firma de la Rendición Incondicional.

 
Al igual que en Hiroshima y Nagasaki, también hubo milagros.

Nagoya 24 de marzo

El 24 de marzo a la medianoche, 223 aviones B-29 fueron nuevamente a Nagoya para atacar la fábrica Mitsubishi. Los primeros 50 bombarderos volaron en círculos frente a las costas de Nagoya, a la espera del grueso de la escuadra. A la medianoche iniciaron el ataque siendo esperados por 100 reflectores antiaéreos y la correspondiente artillería. Lanzaron por medio de radar 1526 toneladas de bombas incendiarias con muy malos resultados.  Veinte aviones fueron derribados o se estrellaron tratando de aterrizar en mal estado. Al menos dos explotaron en el aire. La planta Mitsubishi no sufrió grandes daños y recibió nuevos ataques el último día de marzo y primeros días de abril, esa vez con bombas convencionales.

A finales de marzo, el 21° Mando de Bombardeo había agotado, por completo, sus bombas incendiarias, y no pudo volar otra incursión incendiaria durante unos tres meses.

Traslado de la 8ª Fuerza Aérea al pacífico

Como en Europa las ciudades alemanas estaban destruidas y no quedaba nada por bombardear, la 8ª Fuerza Aérea fue trasladada al Pacífico para iniciar su propia campaña de bombardeo. El total de bombas lanzadas contra las ciudades japonesas fue de 12500 toneladas al iniciarse la campaña, llegó a 38700 tn en julio, y estaba planificado incrementar el tonelaje en 105000 toneladas mensuales. Eso no fue necesario pues las bombas atómicas estaban listas para terminar el trabajo iniciado por Curtis LeMay, llamado el "Bombardero Harris del Pacífico". Pero como las principales ciudades estaban destruidas, las escogidas fueron dos ciudades sin ningún valor militar: Hiroshima y Nagasaki.

Memorias del General Curtis LeMay

El General Curtis LeMay refiriéndose al holocausto japonés, escribió en sus memorias sobre el primer bombardeo de Tokio: "1665 toneladas de bombas incendiarias cayeron silbando sobre esa ciudad y olas calientes del horno resultante, zarandeó y lanzó a algunos de nuestros aviones hasta 2000 mil pies sobre su altura original. Nosotros quemamos cerca de 16 millas cuadradas de Tokio. Parafraseando al General Power (quien dirigió la incursión)... Fue el más grande desastre infligido a cualquier enemigo en la historia militar. Fue más grande que el fuego combinado de Hiroshima y Nagasaki. En sólo dos horas hubo muchas más bajas que en cualquier otra acción militar en la historia del mundo." En otra declaración, con gran dosis de cinismo, LeMay dijo: "la gente fue tostada, hervida y horneada hasta morir" ("scorched, boiled, and baked to death". SIC).

Testimonios

Cuando los bombardeos cesaron el 15 de agosto de 1945, 70 ciudades habían sido reducidas a cenizas y más de medio millón de personas habían muerto calcinadas. LeMay con el cinismo que le caracterizaba, lanzó su frase filosófica: "Si nosotros hubiéramos perdido la guerra, habríamos sido juzgados como criminales de guerra.  Afortunadamente, nosotros estamos en el lado de los vencedores."

Chester Marshall

El piloto de B-29, Chester Marshall, que hizo el vuelo de reconocimiento fotográfico después del bombardeo a Tokio, tuvo que abortar la misión al pasar sobre la ciudad: "A 5000 pies de altura se podía oler la carne quemada... no lo pudimos resistir". Más tarde Marshall le dijo al reportero de la ABC de Australia que lo entrevistó: "No pude comer en dos o tres días, el olor fue tan nauseabundo que lo seguía sintiendo."

Bombardeo incendiario de Tokio
En el círculo el Palacio Imperial. La X marca el cuartel del Kempei Tai donde estaban los prisioneros de guerra. Más abajo la desembocadura del río Sumida y a la izquierda la Bahía de Tokio. La zona con humo es el área bombardeada.

John Dower

Escribió John Dower en su magnífico libro "War without mercy", donde trata el racismo de lado y lado durante la guerra, dice: “La gente que trataba de meterse en los canales, se quemaba en el Napalm encendido. El agua hervía, el metal se derretía y todo se encendía espontáneamente, hasta la gente se prendía mientras corría.  Las personas que se lanzaron al río y a los canales, murieron hervidos por el intenso calor."

Robert McNamara

Robert McNamara, quien en Washington ayudó a planificar el bombardeo de Tokio, Hiroshima y Nagasaki, ponderaba la justicia de los vencedores diciendo: "¿Acaso había una regla que dijera que no podías bombardear, no podías matar, no podías quemar vivos a cien mil civiles en una sola noche?"

Teniente Raymond "Hap" Halloran

El 9 de marzo de 1945, el Teniente Halloran, navegante de B-29, estaba prisionero en Tokio desde el día 27 de enero de 1945, cuando fue derribado sobre Tokio. Halloran y las tripulaciones de otros B-29, estaban encerrados en unas jaulas de madera puestas en un establo del cuartel del Kempei-Tai, cuyo edificio estaba al norte del Palacio del Emperador, pegado al foso que lo rodea.

Halloran despertó a media noche y escuchó el sonido de aviones multimotores volando a muy baja altura. Pensó que eran japoneses y se preguntó qué estaba pasando. Luego escuchó bombas explotando y la batería antiaérea que estaba a unos pasos del establo comenzó a disparar en rápido tableteo. El establo donde se encontraba y su jaula comenzaron a trepidar.  Halloran pensó que eran B-29 pero no se podía explicar por qué volaban a tan baja altura.  Vio a través del agujero en la pared que el cielo estaba poniéndose rojo. Los guardias entraron y lo ataron de pies y manos, lo mismo hicieron con los prisioneros en las otras jaulas, luego cerraron las puertas y salieron. En media hora podía ver, oler y sentir el calor de una tormenta de fuego. Luego un vendaval de aire hirviendo comenzó a golpear contra las paredes. Escuchó gente corriendo y saltando al agua del foso que rodea el palacio. Escuchó llantos de niños y luego el techo comenzó a arder, pero alguien subió y apagó el fuego con arena.  La puerta del establo se prendió en llamas y salió volando. El humo entró en el establo. Escuchó B-29s estrellándose cerca y cuando el bombardeo terminó, el ruido y la tormenta de fuego continuaron por horas.

A las 9 de la mañana el intérprete se presentó y explicó lo que había sucedido. Dijo que había pilas de cadáveres en las calles y cientos de cuerpos inertes bajaban por el río hacia la Bahía de Tokio. Dijo que uno de los puentes se había puesto al rojo vivo y la gente que corría por un extremo se encontró con la gente que llegaba por el otro extremo y quedaron todos inmovilizados en el centro. Todos murieron quemados y sus esqueletos estaban apilados en el centro del puente. Dijo también que todos los prisioneros, pilotos de B-29, iban a ser ajusticiados.

En los Estados Unidos

Al otro lado del Pacífico, en los Estados Unidos, muy poca gente se enteró de la verdadera magnitud de los bombardeos incendiarios realizados por Curtis LeMay, quien fue honrado como un héroe nacional. Quienes lo supieron recordaban los bombardeos de Shangai, las violaciones de Nanjing y otras atrocidades cometidas por soldados japoneses en China como justificativo. Pero otros se preguntaban ¿dónde quedó la moral aliada desde que Roosevelt calificó a la Blitzkrieg alemana contra fuerzas regulares como "barbarismo inhumano"?

En el Japón

En el Japón los supervivientes, nunca quisieron hablar sobre lo ocurrido.  Recién en los últimos años han aparecido testimonios y se han construido museos conmemorativos al holocausto de Tokio. Lentamente el pueblo japonés recupera la memoria.

Fuente: https://www.exordio.com