16 de febrero de 2020
BOMBARDEOS DE MILÁN
Milán,
Turín y Génova siempre fueron importantes centros industriales y comerciales,
además de que Milán es la segunda ciudad más grande de Italia. Por esa razón en
1940 apenas Italia declaró la guerra, para los aliados la destrucción de la
ciudad era el principal objetivo.
Al
comenzar los bombardeos en los primeros meses de 1940 la RAF causó relativos
daños a algunos centros industriales, pero que ocasionaron poca destrucción y
pocas pérdidas de vidas. Fue a mediados del año que, durante la noche del 15 al
16 de junio de 1940, apenas menos de una semana de la declaración de guerra que
fueron alcanzados por las bombas algunos edificios y sólo se tuvo que lamentar
la muerte de una persona. Durante la noche del día siguiente la fábrica de
aviones Caproni fue el objetivo de ocho bombarderos que causaron muy pocos
daños.
Piazza
Duomo - Catedral (1930)
El
resto del mes de junio y hasta mediados de agosto no hubo ataques, sin embargo,
durante la noche del 13 al 14 de agosto tres bombarderos arrojaron bombas,
sobre la fábrica de Caproni, pero fallaron y las bombas cayeron sobre casas
cercanas a la fábrica causando la muerte de 15 civiles y dejando 44 heridos. Además,
lanzaron panfletos de propaganda.
Durante
la noche del 15 al 16 de agosto se repitió la incursión, pero esta vez las
baterías antiaéreas lograron derribar un bombardero Wellington y ahuyentaron al
resto que lanzó sus bombas sobre las poblaciones de Meraty y de Mariano
Comense, al norte de Milán. Nuevamente la noche del 18 al 19 de agosto otros
cuatro bombarderos atacaron las fábricas de Innocenti y Caproni y el aeropuerto
de Linate en Milán y durante la noche del 26 de agosto el objetivo fue la
estación de hidroaviones Idroscalo construido en un lago artificial.
Durante
los meses siguientes no aparecieron los bombarderos británicos, hasta la noche
del 18 al 19 de diciembre cuando atacaron la fábrica de Pirelli, pero
nuevamente erraron el objetivo y las bombas cayeron sobre casas aledañas a la
fábrica matando a 8 civiles e hiriendo a otras 16 personas.
Ante
la poca efectividad de los bombardeos, las incursiones fueron suspendidas
durante el año de 1941 y Charles Portal destituyó al Mariscal del Aire Richard
Poeirse y lo reemplazo con Sir Arthur "Bombardero" Harris, se
reanudaron los ataques, pero a partir de entonces con el bombardeo de área, que
en Alemania causaron cientos de miles de muertes de civiles. Pasado el medio
año, Harris ordenó bombardear no objetivos específicos sino las ciudades
completas de Milán, Turín y Génova.
Piazza
Fontana - Milan - 1943
Turín
fue bombardeada 7 veces y Génova 6 veces. Milán fue la que recibió el menor
número de incursiones, pero el 24 de octubre de 1942, 73 aviones Lancaster
lanzaron 135 toneladas de bombas sobre la ciudad incluyendo 30.000 bombas
incendiarias. La particularidad de este bombardeo fue que en vez de ser
realizado de noche como era la costumbre de los británicos, en esa oportunidad
realizaron el bombardeo durante el día, práctica que era común para la aviación
estadounidense y no la británica. En ese bombardeo de área fueron destruidos
443 casas y edificios incluyendo la cárcel de San Vittore, el cuartel de
Hoepli, dos estaciones de trenes y el Cementerio Monumentale. Las bajas civiles
fueron 171 muertos y 300 heridos. Cuatro bombarderos Lancaster fueron
derribados.
Los
bombardeos de Génova resultaron menos dañinos que los de Berlín porque las
calles eran más anchas y se utilizaba menos madera en las construcciones.
Haciendo
gala de sus instintos, Harris ordenó que al bombardear la ciudad se centrasen
en la Catedral de Milán, sin embargo, la iglesia casi no fue tocada por las
bombas. La decisión de Harris fue duramente criticada por su jefe, Charles
Portal y por los parlamentarios británicos. La noche siguiente, el bombardeo se
frustró por el mal tiempo y de 71 bombarderos sólo 39 llegaron a la ciudad de
Milán. Seis se perdieron y la mayoría lanzaron sus bombas sobre poblaciones de
la Lombardía causando dos muertos civiles.
En
1943 la artillería antiaérea fue reforzada con unidades alemanas, pero no hubo
mayores derribos.
Ospedale
Maggiore - Milan - 1943
Después
de cuatro meses sin incursiones, la noche del 14 de febrero de 1943, 142
Lancaster lanzaron 110 toneladas de bombas explosivas y 166 toneladas de bombas
incendiarias sobre Milán. Fueron dañadas las fábricas de Alfa Romeo, Caproni,
Isota Fraschini y Breda, así como el patio de trenes de la Estación Central de
Milán y de Farini. Quedaron destruidas 203 casas, 596 fueron seriamente
dañadas, además unas 3000 quedaron con ligeros daños.
Varios
edificios históricos sufrieron daños, así como el del diario Corriere dela
Sera, el Royal Palace de Milán, el Teatro Lirico, la Basílica de San Lorenzo,
el Palazzo de San Giorgio y la Iglesia de Santa Maria Carmine. 133 civiles
perdieron la vida, 442 sufrieron heridas y 10.000 quedaron sin hogar. Cerraron
las escuelas y la mayoría de la población abandonó la ciudad.
Durante
seis meses la RAF no bombardeó la ciudad de Milán, pero en agosto de 1943 a la
caída de Mussolini, los bombardeos se reanudaron en las principales ciudades
italianas para obligar al gobierno de Badoglio a rendirse.
La
noche del 7 de agosto Milán fue bombardeado por 72 aviones que lanzaron 201
toneladas de bombas incluyendo incendiarias. 600 edificios fueron destruidos,
murieron 161 personas y 281 resultaron heridas. Fue dañada la fábrica Pirelli.
EL Corriere della Sera fue alcanzado por las bombas y quedó en parte destruido,
así como el Castillo Sforza, el Museo de Historia Natural, la Villa Belgiojoso
Bonaparte, el Palazzo Sormani y la Pinacoteca di Brera. Sólo fueron derribados
dos bombarderos británicos.
Santa
Marie delle Grazia - Milan - 1943
Pero,
el bombardeo más horroroso ocurrido en Milán y en cualquier otra ciudad
italiana ocurrió en el transcurso de la noche del 12 al 13 de agosto. 504
bombarderos de los cuales 478 llegaron a la ciudad de Milán lanzaron 1252
toneladas de bombas de las cuales 582 toneladas fueron incendiarias y 245
fueron las llamadas "blockbusters" de 2 toneladas cada una, capaces
de destruir una manzana de viviendas. Fueron alcanzados por las bombas el
Castillo Sforza, el Palazzo Marino, Santa María dela Grazie, la iglesia de San
Fedele y la Galleria Vittorio Emanuele II. Algunas bombas causaron daños en la
Catedral y en la planta de Alfa Romeo. Perdieron la vida 700 personas gracias a
que 900.000 personas de 1.150.000 habitantes abandonaron la ciudad. Al día
siguiente una nueva oleada de 134 bombarderos Lancaster lanzaron otras 415
toneladas de bombas causando daños en el Palazzo Sforza, el Palacio Real, el
Teatro Dal Verme, la Universitá Cattolica del Sacro Cuore, la Basílica de Sant'
Ambrogio y las fábricas Breda, Pirelli, Innocenti, Isotta Fraschini y el Patio
de Trenes de Farini.
A
la noche siguiente nuevamente 186 bombarderos lanzaron 601 toneladas de bombas
alcanzando nuevamente a la Catedral, el Teatro La Scala y el Ospedale Maggiore
así como la tienda La Rinascente que fue destruida. 183 personas perdieron la
vida. De regreso fueron derribados 7 bombarderos por los cazas de la Luftwaffe.
Los
bombardeos fueron entonces suspendidos al considerar la RAF que el objetivo
persuasivo había sido alcanzado y proseguirlos "causarían el aumento del
sentimiento anti-británico". Sin embargo, en 1944 fueron reanudados los
bombardeos de área por la aviación estadounidense de día y la aviación
británica de noche. Los bombardeos fueron dirigidos supuestamente a zonas
industriales, sin embargo, la ineficacia de las tripulaciones causó más
pérdidas de vidas y daños a zonas residenciales que a las plantas industriales.
El
primer bombardeo de 1944 tuvo lugar en la noche del 28 al 29 de marzo, cuando
78 Vickers Wellington atacaron la estación de trenes Miláno Lambrate. Fueron
destruidos unos 300 vagones, pero las bombas también cayeron sobre las áreas
circundantes, matando a 18 civiles e hiriendo a 45. En la mañana del 29 de
marzo, otros 139 bombarderos estadounidenses atacaron al mismo objetivo,
destruyendo 500 vagones más, cinco locomotoras y más de 5 km de rieles; 59
personas murieron. El 30 de abril, un nuevo bombardeo estadounidense destruyó
la fábrica de Breda y causó más daños en el patio de trenes de Lambrate (32
locomotoras y 100 vagones fueron destruidos); además de estos objetivos, la
ciudad también fue bombardeada, dejando 40 bajas civiles. En la noche del 13 de
mayo, ocho bombarderos estadounidenses, perdieron su objetivo en Lambrate y
lanzaron las bombas sobre Gorgonzola y Cernusco sul Naviglio. La noche del 10
al 11 de julio de 1944, 84 Wellington bombardearon la estación de tren de
Lambrate una vez más, pero esta vez el daño no fue muy grande; tres noches más
tarde, 89 Wellington atacaron al mismo objetivo, pero dos atacantes fueron
alcanzados por fuego antiaéreo y el patio de trenes sufrió daños limitados. El
10 de septiembre, 71 bombarderos lanzaron un ataque más contra la estación
Lambrate, que fue alcanzada junto con la ciudad aledaña matando a 52 civiles.
El
último bombardeo de Milán tuvo lugar el 20 de octubre de 1944. Ese día, 111
bombarderos estadounidenses atacaron las plantas Breda, Isotta Fraschini y Alfa
Romeo; 36 B-24 Liberator del 451º Grupo de Bombardeo no encontraron la fábrica
de Breda debido a un error de navegación y lanzaron 80 toneladas de bombas
sobre los suburbios de Gorla y Precotto; 614 civiles murieron, entre ellos más
de 400 niños y 19 monjas y personal de la escuela primaria "Pietro
Crispi", que recibió un golpe directo mientras los niños y el personal de
la escuela bajaban al refugio antiaéreo. Los únicos dos sobrevivientes fueron
los estudiantes, Noemi Cappellini y Antonio Skomina, ambos de 7 años de edad, quienes
no obedecieron las órdenes de las monjas de permanecer en el refugio antiaéreo.
Después
del 20 de octubre de 1944, no se llevaron a cabo más bombardeos contra Milán,
salvo ataques aéreos de cazas durante el otoño de 1944, el invierno
subsiguiente y la primavera de 1945; atacando trenes, vehículos de transporte y
en general, objetivos menores. Decenas de civiles resultaron muertos.
Aunque
no hay registros oficiales, se ha estimado que al menos 2.200 personas murieron
en los bombardeos de Milán; el segundo número de muertos más grande en el norte
de Italia aparte de Bolonia que sufrió 2.481 muertes. Al menos 400.000
personas, más de un tercio de la población, quedaron sin hogar.
Al
final de la guerra, Milán había sufrido grandes daños por los ataques aéreos;
de las 930,000 casas que existían antes de la guerra, 360,000 fueron destruidas
o fuertemente dañadas, y más de 200,000 sufrieron daños ligeros. En general,
alrededor de un tercio de los edificios fueron destruidos o tuvieron que ser
demolidos posteriormente; los escombros se utilizaron para crear la colina
artificial conocida como Monte Stella. La fuerte destrucción de las áreas que
rodean el centro de la ciudad dejó esta parte de Milán totalmente desfigurada.
Al
comenzar la guerra, el gobierno hizo esfuerzos por reforzar las joyas
arquitectónica pero no fue suficiente, aunque lograron preservar La Última Cena
de Leonardo Da Vinci y el Ciborium de San Ambrose. Sin embargo, otras muchas
joyas históricas desaparecieron para siempre en su forma original como el Dal
Verme, los Teatros Verdi y Filodrammatici, la Casa Velasco y el Palazzo Melzi
di Cusano at Porta Romana, las caballerizas de Villa Reale, el Palazzo Ponti,
el Arcimboldi, la Cicogna (Via Unione) y Cramer (Via Fatebenefratelli). Los
miles de sacos de arena utilizados como protección no fueron suficientes para
preservar la integridad de verdaderas joyas arquitectónicas.
Tres
cuartas partes de los edificios históricos sufrieron varios grados de daños,
incluyendo la Catedral, la Basílica de Sant'Ambrogio, Santa María delle Grazie,
el Castillo de Sforza, el Palacio Real, La Scala y la Galleria Vittorio
Emanuele II.; las principales fábricas Caproni, Innocenti, Pirelli, Breda, Alfa
Romeo, Isotta Fraschini sufrieron graves daños, al igual que la mayoría de las
estaciones de ferrocarril. El transporte público dentro de la ciudad fue completamente
interrumpido. El gobierno asignó 1000 millones de liras para remover los escombros,
pero fueron insuficientes. Milán nunca recuperó su fisonomía de antes de la
guerra.
Fuente:
https://www.exordio.com
OPERACIÓN MATTERHORN (15-6-1944)
Cuando
queremos leer algo sobre el fin de la guerra en el Pacífico, terminamos de
manera inequívoca en los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki. Sin embargo, los bombardeos incendiarios al
que fueron sometidas las ciudades japonesas son tan poco conocidos que los
pasamos por alto, si acaso, se conoce más sobre el bombardeo convencional de
las industrias bélicas japonesas.
Para
llenar ese vacío, desde hace unos años han comenzado a aparecer publicaciones
sobre el tema, extraordinarias por la cantidad de material gráfico
utilizado. Eso es interesante, pues como
se sabe, los japoneses destruyeron una enorme cantidad de documentación militar
para evitar que cayera en manos del enemigo y por su parte el gobierno militar
estadounidense, se encargó de desaparecer las pruebas que encontraron.
Entre
esa documentación destruida por los propios japoneses, por ejemplo, se
encuentran todos los archivos relacionados con el otorgamiento de
condecoraciones y ascensos, datos históricos que sólo se pudieron reconstruir
parcialmente en base a testimonios suministrados hace no mucho tiempo por
veteranos y civiles japoneses supervivientes. Cientos de fotografías celosamente ocultas durante medio siglo están
apareciendo, como testimonio irrefutable de los bombardeos incendiarios y es
posible que existan otros miles de documentos celosamente guardados, pero que
quien sabe cuándo serán hechos públicos.
Bases
de B-29 en Asia
Como
las distancias a los blancos en Asia eran mucho mayores que en Europa, los
estadounidenses equiparon inicialmente las bases en ese continente,
particularmente en la India, con aviones B-17 y B-24, pero desde finales de
1943 los mandos del Cuerpo Aéreo del Ejército de los Estados Unidos
planificaron el desplazamiento de los nuevos bombarderos Boeing B-29 que
operarían contra el Japón desde bases en la India y China. La Operación Matterhorn estaba en marcha.
En
1944, apenas un puñado de esos bombarderos estaba disponible y por ello, las
primeras misiones estuvieron a cargo de los B-17 y B-24. Fue sólo recién en abril de 1944, que los
primeros B-29 cruzaron la "Joroba" para aterrizar en Chengtu donde
75.000 campesinos chinos bajo las órdenes del General Chenault, comandante de
la 14ª Fuerza Aérea en China, construyeron las pistas de aterrizaje para los
B-29 de la 20ª Fuerza Aérea. El día 26
de abril, ocurrió el primer encuentro de un B-29 con los cazas japoneses,
combate en que el bombardero salió bien librado, aunque con serios daños. Los pilotos japoneses, que ya sabían de la
existencia del nuevo avión, quedaron impresionados ante la vista del enorme y
moderno aparato.
Bombardeos
incendiarios en Japón
Así,
las operaciones de la 20ª Fuerza Aérea, desde ocho bases en India: Dudkhundi,
Chakulia, Kharagpur, Kalaikunda, Piardoba, Chittagong, Horhat y Chabua, más la
base de China Bay en Ceilán fueron incrementadas con las bases en China:
Myityina, Yunnani, Kunming, Likiang, Hsishang, Iping, Pengshan, Kiunglai,
Hsingshin, Kwangang, Liuchow y Kewiling.
Los
objetivos de los nuevos aviones eran Hankow, Mukden y Anshan en China;
Shinchiku, Kagu, Tainan, Okayama y Takao en la isla de Formosa; Palembang en
Sumatra; la ciudad de Singapur; Camrahn Bay en la Indochina Francesa; Bangkok
en Tailandia; y las ciudades de Omura, Sasebo y Yawata en Kyushu al sur de
Japón límite del alcance de los bombarderos.
No arriesgaron la creación de bases más cercanas a Japón puesto que
dudaban que los chinos pudieran defenderlas ante un ataque japonés. Los cálculos eran que al menos se necesitaban
50 divisiones chinas para detener a los 400.000 efectivos del ejército del
General Hada, quien efectivamente ocupó los sectores desde donde podrían haber
operado los B-29 con mejor alcance.
La
primera misión sobre Japón de los B-29 de la 20ª Fuerza Aérea, fue realizada el
15 de junio de 1944 desde las bases en los alrededores de Chengtu a más de 1500
millas de distancia. Sólo 47 de los 68
aviones B-29 llegaron al objetivo. Cuatro abortaron, cuatro se estrellaron, seis soltaron las bombas antes
de llegar al blanco y otros debieron bombardear blancos alternos o de
oportunidad, por diversas causas. Un
B-29 fue derribado.
Era
evidente que, para llegar hasta el corazón de Japón, requerían una base más
cercana y para ello, el objetivo inmediato de los mandos estadounidenses en
Washington, fue la invasión del archipiélago de las Marianas para instalar
bases en Saipan, Tinian y Guam, desde donde era posible alcanzar Tokio. En julio de 1944, una vez invadida la isla de
Saipan, los estadounidenses establecieron una base aérea desde donde pudieron
bombardear el Japón y Corea. Las bases
para el nuevo avión debían ser muy grandes, las pistas dobles de aterrizaje
debían tener 60 metros de ancho y 2590 metros de longitud, más un total de 4500
metros de pistas auxiliares con los correspondientes hangares y pistas de
parqueo. En octubre de 1944, las bases
estaban listas para entrar en funcionamiento, aunque con sólo una pista
operativa.
Bombarderos
Boeing B-29 lanzando bombas incendiarias sobre Japón
Siderúrgica
de Yawata 20-8-1944
Al
comenzar las operaciones en agosto de 1944 contra el territorio metropolitano
de Japón, los bombardeos fueron diurnos y de gran altura, tal como la 8ª Fuerza
Aérea lo hizo siempre en Europa, pero los resultados no fueron los
esperados. El bombardeo con 60 aviones
B-29 contra las instalaciones de la siderúrgica de Yawata dio como resultado
que sólo el 2% de la planta resultó dañada y costó el derribamiento de 4 B-29 y
8 más fueron seriamente averiados, aparte de otros 10 aviones perdidos por
diferentes causas. Los bombarderos
reclamaron 17 cazas japoneses derribados y 12 probables. El día 20 de agosto un nuevo intento con 70
aviones B-29 resultó en el derribamiento de 18 bombarderos y los daños causados
a la planta en Yawata fueron de apenas del 25%.
Un total de 99 tripulantes de B-29 fueron muertos. Al menos tres B-29 hicieron aterrizajes
forzosos en Rusia y los aviones fueron confiscados y usados después de la
guerra como modelos para fabricar aviones de transporte y bombarderos Tupolev.
Tokio
24-11-1944
La
primera aparición del B-29 sobre Tokio ocurrió el día 01 de noviembre de
1944. La misión consistía en tomar
fotografías desde 35.000 pies de altura.
Las fotos fueron tomadas con toda tranquilidad puesto que ni la
artillería antiaérea japonesa ni los cazas podían alcanzarlo a esa altura. El primer bombardeo sobre Tokio ocurrió el 24
de noviembre de 1944. Fue dirigido por
el General Emmett O’Donnell volando el "Dauntless Dotty" al frente de
111 aviones B-29 cuyo objetivo principal fue la fábrica de motores de
Musashima. El lanzamiento a 30.000 pies
de altura no fue efectivo, debido a la nubosidad y los fuertes vientos
procedentes de Siberia que impedían a los bombarderos adquirir el blanco con
precisión. Sólo 24 aviones vieron el
objetivo, los demás lanzaron las bombas a ciegas.
Mitsubishi J2M Raiden
("Jack")
El
General Curtis E. LeMay abandonó la China para volar a las Marianas y tomar
directamente el control de las operaciones al mando de la nueva 21ª Fuerza
Aérea. En marzo de 1945, más de 300
aviones B-29 estaban realizando misiones contra Japón. Las pérdidas estadounidenses eran grandes por
la aparición de los cazas japoneses Kawanishi N1K2J Shiden ("George")
y Mitsubishi J2M5 Raiden ("Jack"). Aunque a los japoneses le faltaban pilotos experimentados, muchos
jóvenes se presentaban voluntariamente para volar los cazas e interceptar a los
bombarderos.
Tokio
25-2-1945
Mientras
tanto, el día 25 de febrero de 1945, Curtis LeMay ordenó el primer bombardero
incendiario a gran altura. Una flota de
172 aviones B-29 arrojó 450 toneladas de bombas incendiarias sobre la capital
japonesa. Fueron arrasadas 27.970
edificaciones. Seis bombarderos fueron
derribados. En su informe diario al
Emperador Hiroito, el Primer Ministro Tojo aseguró que los Estados Unidos no
podría continuar incrementando los bombardeos, teniendo en cuenta que fuerzas
cada vez más numerosas estaban lanzando bombardeos diarios sobre las ciudades
alemanas. Le dijo Tojo al Emperador
Hiroito que los bombardeos ocurrían uno por semana y sólo si bombardearan la
capital con miles de aviones diariamente podría comenzar a preocuparse. Por su parte, el Príncipe Konoye no asistía
ya a las reuniones pues consideraba que la guerra ya estaba perdida.
Kawanishi N1K2J
Shiden ("George")
Una
semana después, los hechos parecían confirmar la teoría de Tojo. Un nuevo ataque diurno con bombas
convencionales a gran altura, con 150 aviones B-29, tuvo que bombardear por
medio de radar la fábrica Mitsubishi debido a la gran cantidad de nubes. El resultado fue que la fábrica permanecía
incólume después del ataque. Posteriores
incursiones, la última el 4 de marzo, que sumaron un total de 875 aviones
durante varios días, causaron daños en sólo el 4% de las instalaciones. LeMay
con macabra satisfacción por la inutilidad de los bombardeos convencionales
diurnos, tenía suficientes argumentos para justificar lo que iba a hacer, dado
que las fábricas de aviones estaban siendo dispersadas en forma de módulos en
la campiña japonesa y los bombardeos eran ineficaces.
Curtis
LeMay había dirigido los bombardeos de las ciudades alemanas donde emplearon
bombas explosivas (para destruir los techos, puertas y ventanas de los
edificios) combinadas con incendiarias para incinerar todo lo que se encontraba
dentro. Como en Japón el bombardeo
estratégico con bombas convencionales no daba resultados contra las fábricas
LeMay estaba decidido a emplear técnicas similares a las empleadas en Europa,
pero a baja altura para mejorar la precisión y con el aprovechamiento de otros
ingredientes, producto de las circunstancias y de las particularidades de las
construcciones japonesas y su medio ambiente.
James
Bradley, en su libro "Flyboys: A true story of courage" paginas
268-269, Little Brown (New York, 2003) dice que para probar el poder letal de
las bombas incendiarias construyeron un "Pequeño Tokio" en Dugway
Proving Ground en Utah. Los carpinteros fabricaron
grupos de docenas de casas copiadas al estilo japonés. En esa pequeña ciudadela probaron el efecto
de varias bombas de Napalm y eventualmente quedaron satisfechos con los efectos
destructivos de la bomba incendiaria AN-M69 que contenía paquetes de bombas de
magnesio. Una de las preguntas que se
hace el autor en el libro es: ¿Si los blancos industriales eran la prioridad en
el plan de destrucción, por qué probaron las bombas AN-M69 en modelos de casas
japonesas de madera?
Lo
cierto es, que, al no poder destruir las fábricas, LeMay planificó eliminar a
los que trabajaban en ellas. Tenía que
destruir las ciudades y matar a sus habitantes para mermar la moral y para
inducir a los obreros a abandonar el trabajo.
A eso, añadía LeMay que era necesario destruir las fuerzas de defensa
japonesas en preparación a una futura invasión, defensas que estarían
conformadas por millones de civiles en armas.
El 19 de febrero de 1945 cambió la táctica de bombardeo convencional por
la de bombardeo incendiario de baja altura.
El vuelo a baja altura, eliminaba el efecto de la nubosidad y tenía
además un propósito político: era necesario evitar dañar el centro de Tokio
donde se encuentra el Palacio Imperial, porque dañar al Emperador significaba
enfrentarse a una resistencia hasta la muerte del pueblo japonés. Además, porque el único que podía
eventualmente ordenar una rendición, era el Emperador Hiroito, nadie más sería
obedecido.
Incendiarias
M69 en compartimiento de bombas de B-29
Bombardeo
de Hankow
El
18 de diciembre de 1944, Curtis LeMay ordenó el inicio de los bombardeos
incendiarios de baja altura, el primero de ellos, en calidad de prueba, sobre
la ciudad portuaria de Hankow en China.
Desde 1895 hasta 1917 Hankow fue una concesión alemana y de los
japoneses desde 1898, y permanecieron en ella como resultado de la Primera
Guerra Mundial. Al comenzar la Segunda
Guerra Mundial ocuparon las concesiones británicas y francesas en ese próspero
puerto chino. En Hankow, las condiciones
eran similares a Tokio, una ciudad con casas de madera a la orilla del mar, con
una población numerosa distribuida entre calles estrechas.
De
las bases de Chengtu despegaron 89 aviones B-29, de los cuales 63 llegaron al
blanco y descargaron 511 toneladas de bombas incendiarias. Fue el primer ataque incendiario llevado a
cabo por los aviones B-29. A la luz de
los resultados satisfactorios para LeMay, decidió que era tiempo de preparar el
próximo ataque incendiario masivo contra la ciudad de Tokio, mientras seguían
los ataques convencionales casi diarios con bombas explosivas y Napalm en todo
Japón.
La
captura de Iwo Jima en marzo de 1945, permitió que los B-29 volaran escoltados
por cazas P-51 y después por los cazas nocturnos Black Widow P-61 que fueron
estacionados en esa isla. Para entonces,
la efectividad de los cazas japoneses fue casi mínima puesto que los japoneses
no tenían un avión similar al P-51 y menos un caza nocturno que se pudiera
enfrentar al P-61.
Plan
de bombardeo incendiario nocturno
En
esas circunstancias, el primer bombardeo incendiario contra Tokio fue
planificado para la noche del 9 al 10 de marzo de 1945. Los aviones de la misión Nº 40 de la 21ª
Fuerza Aérea, volarían a alturas de apenas entre 1500 y 1800 metros, llevando
1650 toneladas de bombas incendiarias, con la ventaja de que no esperaban que
Japón enviara cazas nocturnos. Por eso,
fueron retiradas las ametralladoras y todo peso extra, incluyendo los
artilleros, excepto el de cola, que actuaría como observador, teniendo así
mayor capacidad de bombas.
Los
objetivos eran las ciudades de Tokio, Kobe, Osaka y Nagoya que contaban con
miles de fábricas artesanales instaladas en las casas de los habitantes de esas
ciudades y donde vivían las familias de los obreros de las grandes
fábricas. LeMay estaba decidido a
incinerar las ciudades japonesas. Como
efecto colateral esperaba que los masivos incendios se extendieran debido a la
tormenta de fuego que se crearía y destruirían de paso también a las
fábricas. Los canales que alimentan los
ríos Sumida y Arakawa no impedirían la tormenta de fuego, pues el flujo de agua
es controlado por compuertas y sirven de depósitos de troncos de árboles. Siendo el blanco muy extenso, y sin oposición
de caza, los bombarderos volarían más separados entre sí, encargándose las
incendiarias de magnesio y Napalm de esparcir el fuego en toda el área.
Saldo
de la Operación Matterhorn
Para los Estados Unidos:
- 485 bombarderos B-29 fueron derribados.
- 212 cazas P-51 y P-61 fueron derribados.
- 3041 tripulantes resultaron muertos.
Algunos
tripulantes que saltaron en paracaídas sobre Japón fueron acusados de asesinato
contra la población civil y ejecutados.
Parece que eso no ocurrió en Tokio.
Para
Japón:
Sin
contar los civiles muertos en la isla de Okinawa, el número de civiles muertos
en Japón como consecuencia de los bombardeos incendiarios se estima en 560000
personas. El número exacto de personas
muertas jamás podrá conocerse, porque muchos cráneos simplemente quedaron tan
carbonizados que no pudieron ser reconocidos e incluidos en la cuenta de
cráneos encontrados o en su defecto fueron a dar al mar en la desembocadura del
río Sumida.
Si
bien es cierto que muchos aviadores estadounidenses, que durante la guerra
bombardearon Japón, han considerado que los bombardeos con explosivas e
incendiarias a la población civil fue acto justo y necesario, se cuentan por
cientos aquellos que han sobrellevado un enorme sentimiento de culpa por el
resto de sus días. Algunos de ellos han
podido de alguna manera aligerar ese peso haciendo diferentes tipos de
actividades de desagravio, pero otros se lo han llevado a la tumba sin poder
hacerlo.
Fuente:
https://www.exordio.com
BOMBARDEOS INCENDIARIOS DE TOKIO, NAGOYA, OSAKA Y KOBE
Tokio
9-3-1945, 22:30 horas
A
las 22:30 mientras la gente en Tokio dormía, dos aviones marcadores B-29, uno
de ellos pilotado por el General Thomas S. Power, comandante del 314ª Ala de
Bombardeo (Pesado), volaron sobre la ciudad dejando caer bombas incendiarias
M-47 para delimitar el área de bombardeo. Poco después otros dos aviones B-29
lanzaron tiras de aluminio para impedir la detección de los radares e
dificultar el alumbrado de los reflectores de la artillería antiaérea. Dos
aviones más, marcaron con incendiarias una cruz uniendo los cuatro puntos
dejados por los aviones marcadores. Seguidamente la flota de 334 aviones B-29
comenzó el bombardeo de alfombra sobre el sector de la ciudad demarcada por la
X de fuego casi perfecta. El avión de Power subió a gran altura volando en
círculos sobre la ciudad para observar.
Uno
de los edificios del Palacio Imperial.
El
bombardeo se concentró en los municipios de Koto-Ku, Sumida-Ku y Taito-Ku, que
se encuentran a lo largo de la ribera este del río Sumida. El municipio
Sumida-Ku se encuentra entre el río del mismo nombre y el río Arakawa y forma
parte del este de la ciudad de Tokio, hacia el oeste en el centro de la ciudad
se encuentra el Palacio Imperial.
Poco
antes de iniciarse el bombardeo, se levantó un fuerte viento, que aventó las
llamas y las esparció rápidamente. Cuando los demás B-29 alcanzaron la ciudad y
dejaron caer sus bombas, estallaron incendios adicionales. El viento aumentado
a cuarenta y cinco kilómetros por hora enviaba restos llameantes por encima de
los cortafuegos y canales. Por el
intenso calor, el viento cobró más fuerza, corriendo a 30 metros por segundo,
tocando las casas no alcanzadas por las bombas y encendiéndolas debido a la
altísima temperatura del aire. El aire infernal llegó hasta el centro de Tokio
causando pequeños fuegos espontáneamente encendidos en techos y puertas.
Modelo
de casa japonesa típica. Techos y paredes de madera. Paneles
de madera forrados en papel de arroz llamados "Shoji" y tapetes de
fibras de arroz llamados "Tatami".
La
incursión continuó por unas dos horas, mientras el General Power observaba
cuidadosamente la operación e intentaba recoger datos para evaluación
posterior. Power envió por radio
informes sobre el incendio, que hasta al insensible General le hicieron una
tremenda impresión. Pero, en tierra, la escena era mucho peor, una pesadilla
salida del Infierno de Dante.
Radio
Tokio emitió un informe, horas más tarde, en el que el locutor, después de
condenar a los estadounidenses por la matanza de la población, describía vívidamente
el holocausto: "Esta noche de brillante luz de las estrellas permanecerá
en la memoria de todos los que la presenciaron. Después de la caída de las
primeras bombas incendiarias, se formaron nubes de humo que se iluminaron desde
abajo con una luz rojiza. De ellas emergían los aviones, volando pavorosamente
a baja altura sobre los centenares de incendios, que se esparcían
gradualmente. Un bombardero explotó ante
nuestros ojos como un proyectil trazador de magnesio, casi sobre el centro de
la ciudad. Las nubes de fuego se dirigían
serpenteando hacia lo alto y la torre del edificio de la Dieta se erguía negra
contra el rojo del cielo. La ciudad estaba tan resplandeciente como una salida
de sol; nubes de humo, hollín, incluso chispas arrastradas por el vendaval,
volaban por encima. Pensamos que esta
noche todo Tokio sería reducido a cenizas..."
Por
los canales entre los ríos Sumida y Arakawa se transportan los troncos de
árboles que luego se depositan en la parte posterior de cada tienda que vende
la madera.
Los
bombardeos de las ciudades japonesas fueron de un éxito escalofriante. En un
par de horas 2 mil toneladas de bombas, medio millón de incendiarias de Napalm
y Magnesio, llovieron sobre Tokio destruyendo gran parte de la capital. Fue uno
de los mayores desastres hasta entonces sufrido por ningún beligerante en la
historia de la guerra.
No
todos se percataron de la alerta aérea en Tokio cuando apareció el primer avión
y que se interrumpió brevemente debido a que se trataba de sólo dos aviones,
pero un centenar de personas de Sumida-Ku precavidas con sus maletas, lograron
escapar permaneciendo en el Parque Kinshi donde observaron llenos de pavor el
holocausto.
El
frente de las tiendas que venden la madera.
La
tormenta de fuego arrasó todo el este de la ciudad donde se concentraba la
mayor parte de las casas de madera, cartón y papel. Miles de las personas murieron asfixiadas y
quemadas por el aire de la tormenta que desató vientos con temperaturas de
1000°C corriendo a más de 200 kms por hora consumiendo el oxígeno y creando una
tromba de aire que subió cuando menos a 10 kms de altura. Muchos bombarderos fueron lanzados centenares
de metros hacia arriba por las corrientes de aire caliente. Al menos uno reportó
que una bomba de 250 kgs fue devuelta al compartimiento de bombas por una
súbita corriente de aire.
En
tierra, la tormenta de fuego succionaba a los que trataban de huir, matando a
niños, mujeres y ancianos. Atrapados entre los ríos Sumida y Arakawa, la gente
que trataba de salvarse del fuego tirándose a los canales murieron hervidas o
asfixiadas. Se salvaron los más jóvenes que pudieron correr hasta encontrar
algún lugar donde por milagro el fuego no llegó, los demás, mujeres, ancianos y
niños pequeños fueron incinerados. Los
llamados "turbantes anti bombardeos" que miles de mujeres usaban para
protegerse de las esquirlas durante los bombardeos convencionales, era lo
primero que se encendía aún sin que el fuego las tocara, cuando las mujeres con
sus hijos en brazos corrían en medio de la tormenta.
El
transporte de madera por los canales forma
parte de la milenaria tradición japonesa.
Las
casas de madera y cartón simplemente se volatilizaban. El contenido inflamable
de los edificios de cemento y ladrillo ardió completamente convirtiéndolos en
hornos que apenas quedaron como cascarones con sólo cenizas en su
interior. Las pérdidas fueron enormes,
murió más gente en esas fatídicas dos horas, que en la explosión atómica de
Nagasaki. Según las primeras cifras
recopiladas por la policía metropolitana japonesa, 83783 personas murieron,
miles fueron declarados desaparecidos, 40918 fueron heridas y más de 800000
de personas estaban sin hogar. Llevó
veinticinco días a las autoridades japonesas el remover de los escombros todos
los cuerpos calcinados. Las cifras de
muertos fueron aumentando. Quedaron
destruidos más de 40 kilómetros cuadrados de la ciudad de Tokio. Según la cuenta final, en el holocausto de
fuego, el bombardeo había matado a más de 100.000 personas, dejando heridas a
más de 400000 y al menos un millón de personas quedaron sin techo en pleno
invierno. Se contabilizaron 276791
casas que fueron destruidas por el fuego,
La
explosión de una bomba de tungsteno podría hacer pensar que es el inicio de una
celebración...
En
el ataque, las pérdidas de los B-29 fueron catorce en total, tres de ellos, al
menos, fueron derribados por las baterías antiaéreas japonesas y se le vio
explotar en el aire estrellándose en Aoki-cho, Kawagichi, dos tripulantes
salvaron milagrosamente, los otros dos aviones se estrellaron también. Las tripulaciones de otros cinco bombarderos,
alcanzados por los antiaéreos, cayeron en el océano y fueron salvadas por
unidades de rescate. Otros se
estrellaron al tratar de aterrizar en Iwo Jima. Dieciocho horas después del
ataque, el Primer Ministro Koiso hablo por Radio Tokio para denunciar a los
"muy crueles y bárbaros estadounidenses", y advertir al pueblo
japonés que tenían que estar preparados para soportar más bombardeos
incendiarios.
Inútil
intento de apagar el tungsteno.
Nagoya
11-3-1945
En
las Marianas, el General Curtis LeMay, que recibió un muy efusivo telegrama de
felicitación del General Arnold, había ya planeando otro ataque nocturno a baja
altura, esta vez contra la zona urbana de Nagoya. En esta misión, efectuada en la noche del 11
al 12 de marzo, 285 bombarderos atacaron la ciudad a baja altura. Los aviones marcadores, de nuevo, mostraron
el camino con bombas incendiarias M-47. En total, arrojaron 1700 toneladas sobre Nagoya, y provocaron
centenares de incendios. En esta
ocasión, no hubo holocausto general, pero las fotos posteriores al ataque
mostraron más de tres kilómetros cuadrados de la ciudad arrasados. Se perdió un bombardero en la misión, y veinticuatro
fueron averiados, principalmente por la antiaérea. La oposición de la caza fue débil. Un B-29 fue derribado sobre la ciudad.
A
las 9 de la mañana todavía el fuego no estaba totalmente extinguido.
Osaka
13-3-1945
Dos
noches más tarde, después de que los equipos de mantenimiento trabajaron
ininterrumpidamente preparando los aviones, LeMay envió 300 B-29 a Osaka, la
segunda ciudad del Japón en población y producción industrial. A la medianoche, los B-29 bombardearon por
radar porque a causa de la capa de nubes los marcadores no pudieron ver el
blanco. La flota de 274 B-29 que
llegaron al blanco, descargaron 1700 toneladas de bombas. Al igual que en Tokio, la temperatura del
aire creó una tormenta de fuego. Las
columnas de aire ascendentes fueron tan intensas que uno de los 33 aviones del
9º Grupo de Bombardeo, fue lanzado hacia arriba con tal fuerza que dio media
vuelta quedando panza arriba. El piloto
logró enderezar la nave, perdiendo varios miles de pies a gran velocidad, pero
pudo regresar a Tinian aunque con las alas en tan mal estado que tuvieron que
ser reemplazadas.
Sólo
quedaron en pie los edificios de cemento convertidos en hornos. Obsérvense
los canales que unen el Río Sumida con el Arakawa. Por
el Sumida bajaban los cadáveres hacia la Bahía de Tokio.
Aunque
el mal tiempo había impedido a los aviones marcadores iniciar los incendios de
señalización, las fotos de Osaka, posteriores al ataque, confirmaron que los
nuevos ataques a baja altura eran muy efectivos. Más de 12 kilómetros cuadrados del centro de
la ciudad habían sido totalmente quemados. Los incendios consumieron unos 134744 edificios residenciales e industriales,
y destruyeron parcialmente otras 1300 estructuras. Como la población estaba prevenida, las
bajas totalizaron sólo 13135, pero más de 500000 personas quedaron sin hogar,
eso era la cuarta parte de la población de Osaka. Fueron derribados dos B-29 y trece fueron
averiados por la artillería antiaérea durante la incursión. De nuevo la oposición aérea enemiga fue de
poca importancia.
Kobe
16-3-1945
La
ciudad de Kobe, cuarto objetivo incendiario de LeMay, fue atacada en la noche
del 16 al 17 de marzo. A los pilotos se
les ordenó hacer un vuelo de aproximación más controlado para asegurar la
concentración y unión de los incendios.
A causa de que el inventario de bombas M-69 y M-47 en el Mando de
Bombardeo estaba escaseando, la carga de bombas se cambió algo. En lugar de la carga normal, se usaron
contenedores de 225 kilogramos, con bombas incendiarias de magnesio termita
M-15 de 1,8 kilogramos de peso. La
incursión de Kobe fue la mayor lanzada por LeMay hasta aquel momento, 307
aviones B-29 alcanzaron la ciudad lanzando 2.300 toneladas de bombas,
provocando incendios que arrasaron unos cinco kilómetros cuadrados de un
extremo del distrito de negocios y algunas áreas residenciales e
industriales. Más de 66.000 estructuras,
incluso 500 edificios industriales, fueron demolidas y 250.000 personas, un
tercio de la población de Kobe, quedaron sin hogar. Los muertos y heridos llegaron a 15.000. Tres aviones fueron derribados.
Nagoya
18-3-1945
La
última de las incursiones incendiarias de marzo de 1945, contra Nagoya el día
18 al 19, fue hecha por 290 bombarderos. Con el inventario de bombas incendiarias casi exhausto, un avión de cada
tres fue cargado con bombas explosivas de 225 kilogramos. Los aviones alcanzaron la parte norte del
centro de la ciudad, con unas 1.800 toneladas de bombas que originaron 192
grandes incendios separados y destruyeron unos cinco kilómetros cuadrados
adicionales de la ciudad. En conjunto,
durante las dos incursiones a Nagoya, fueron arrasados ocho kilómetros
cuadrados. LeMay estaba muy complacido y
dirigió una declaración a sus aviadores, elogiándolos "por su inspirada
devoción al deber". "La prueba
de la batalla", dijo, "ha demostrado que ustedes pueden, no tan sólo
aguantar cualquier carga, sino que pueden atacar repetidamente con renovado
vigor". Sólo un B-29 fue derribado.
Unos
pocos días después, en Washington, el General Norstad dijo en una conferencia
de prensa que el daño causado a los japoneses durante las cinco incursiones era
"el mayor que jamás en la historia del mundo se hubiese inferido a ningún
pueblo en tan corto período". En
conjunto, unos cincuenta kilómetros cuadrados de áreas urbanas, en cuatro
principales ciudades japonesas, fueron destruidos. Los ataques incendiarios, dijo, eran tan sólo
"la fase inicial" de la campaña de los B-29, para destruir las
pequeñas industrias artesanales japonesas.
Rindió
especial tributo a LeMay, "por solucionar un agudo problema operacional
con el uso de las Superfortalezas de alta cota, en bombardeos a baja altura,
logrando así descargar un mayor tonelaje de bombas en un corto tiempo y en un
área reducida". Realmente, las
pequeñas industrias fueron destruidas por todos los medios. El veintinueve por ciento de toda la
producción aeronáutica del Japón se realizaba mediante subcontratistas,
concentrados en las áreas industriales de Tokio, Osaka y Nagoya. Estas se distribuían en tamaño, desde
talleres artesanales de tipo familiar o talleres con diez obreros calificados
hasta los que empleaban a 2.000 personas.
Funcionarios japoneses declararon más tarde, que la destrucción de la
pequeña industria, en las incursiones incendiarias, causó "graves pérdidas
a la producción". Después se supo
que el avión Jet de caza japonés, similar al avión alemán Messerschmitt M 262,
fue probado apenas unos días antes de la firma de la Rendición Incondicional.
Al
igual que en Hiroshima y Nagasaki, también hubo milagros.
Nagoya
24 de marzo
El
24 de marzo a la medianoche, 223 aviones B-29 fueron nuevamente a Nagoya para
atacar la fábrica Mitsubishi. Los
primeros 50 bombarderos volaron en círculos frente a las costas de Nagoya, a la
espera del grueso de la escuadra. A la
medianoche iniciaron el ataque siendo esperados por 100 reflectores antiaéreos
y la correspondiente artillería. Lanzaron por medio de radar 1526 toneladas de bombas incendiarias con
muy malos resultados. Veinte aviones
fueron derribados o se estrellaron tratando de aterrizar en mal estado. Al menos dos explotaron en el aire. La planta Mitsubishi no sufrió grandes daños
y recibió nuevos ataques el último día de marzo y primeros días de abril, esa
vez con bombas convencionales.
A
finales de marzo, el 21° Mando de Bombardeo había agotado, por completo, sus
bombas incendiarias, y no pudo volar otra incursión incendiaria durante unos
tres meses.
Traslado
de la 8ª Fuerza Aérea al pacífico
Como
en Europa las ciudades alemanas estaban destruidas y no quedaba nada por
bombardear, la 8ª Fuerza Aérea fue trasladada al Pacífico para iniciar su
propia campaña de bombardeo. El total de
bombas lanzadas contra las ciudades japonesas fue de 12500 toneladas al
iniciarse la campaña, llegó a 38700 tn en julio, y estaba planificado incrementar
el tonelaje en 105000 toneladas mensuales. Eso no fue necesario pues las bombas atómicas estaban listas para
terminar el trabajo iniciado por Curtis LeMay, llamado el "Bombardero
Harris del Pacífico". Pero como las
principales ciudades estaban destruidas, las escogidas fueron dos ciudades sin
ningún valor militar: Hiroshima y Nagasaki.
Memorias
del General Curtis LeMay
El
General Curtis LeMay refiriéndose al holocausto japonés, escribió en sus
memorias sobre el primer bombardeo de Tokio: "1665 toneladas de bombas
incendiarias cayeron silbando sobre esa ciudad y olas calientes del horno
resultante, zarandeó y lanzó a algunos de nuestros aviones hasta 2000 mil pies
sobre su altura original. Nosotros
quemamos cerca de 16 millas cuadradas de Tokio. Parafraseando al General Power (quien dirigió la incursión)... Fue el más grande desastre infligido a
cualquier enemigo en la historia militar. Fue más grande que el fuego combinado de Hiroshima y Nagasaki. En sólo dos horas hubo muchas más bajas que en
cualquier otra acción militar en la historia del mundo." En otra declaración, con gran dosis de
cinismo, LeMay dijo: "la gente fue tostada, hervida y horneada hasta
morir" ("scorched, boiled, and baked to death". SIC).
Testimonios
Cuando
los bombardeos cesaron el 15 de agosto de 1945, 70 ciudades habían sido
reducidas a cenizas y más de medio millón de personas habían muerto
calcinadas. LeMay con el cinismo que le
caracterizaba, lanzó su frase filosófica: "Si nosotros hubiéramos perdido
la guerra, habríamos sido juzgados como criminales de guerra. Afortunadamente, nosotros estamos en el lado
de los vencedores."
Chester
Marshall
El
piloto de B-29, Chester Marshall, que hizo el vuelo de reconocimiento
fotográfico después del bombardeo a Tokio, tuvo que abortar la misión al pasar
sobre la ciudad: "A 5000 pies de altura se podía oler la carne quemada...
no lo pudimos resistir". Más tarde
Marshall le dijo al reportero de la ABC de Australia que lo entrevistó:
"No pude comer en dos o tres días, el olor fue tan nauseabundo que lo
seguía sintiendo."
En
el círculo el Palacio Imperial. La X marca el cuartel del
Kempei Tai donde estaban los prisioneros de guerra. Más
abajo la desembocadura del río Sumida y a la izquierda la
Bahía de Tokio. La zona con humo es el área bombardeada.
John
Dower
Escribió
John Dower en su magnífico libro "War without mercy", donde trata el
racismo de lado y lado durante la guerra, dice: “La gente que trataba de meterse
en los canales, se quemaba en el Napalm encendido. El agua hervía, el metal se derretía y todo
se encendía espontáneamente, hasta la gente se prendía mientras corría. Las personas que se lanzaron al río y a los
canales, murieron hervidos por el intenso calor."
Robert
McNamara
Robert
McNamara, quien en Washington ayudó a planificar el bombardeo de Tokio,
Hiroshima y Nagasaki, ponderaba la justicia de los vencedores diciendo:
"¿Acaso había una regla que dijera que no podías bombardear, no podías
matar, no podías quemar vivos a cien mil civiles en una sola noche?"
Teniente
Raymond "Hap" Halloran
El
9 de marzo de 1945, el Teniente Halloran, navegante de B-29, estaba prisionero
en Tokio desde el día 27 de enero de 1945, cuando fue derribado sobre Tokio.
Halloran y las tripulaciones de otros B-29, estaban encerrados en unas jaulas
de madera puestas en un establo del cuartel del Kempei-Tai, cuyo edificio
estaba al norte del Palacio del Emperador, pegado al foso que lo rodea.
Halloran
despertó a media noche y escuchó el sonido de aviones multimotores volando a
muy baja altura. Pensó que eran
japoneses y se preguntó qué estaba pasando. Luego escuchó bombas explotando y la batería antiaérea que estaba a unos
pasos del establo comenzó a disparar en rápido tableteo. El establo donde se encontraba y su jaula
comenzaron a trepidar. Halloran pensó
que eran B-29 pero no se podía explicar por qué volaban a tan baja altura. Vio a través del agujero en la pared que el
cielo estaba poniéndose rojo. Los
guardias entraron y lo ataron de pies y manos, lo mismo hicieron con los
prisioneros en las otras jaulas, luego cerraron las puertas y salieron. En media hora podía ver, oler y sentir el
calor de una tormenta de fuego. Luego un
vendaval de aire hirviendo comenzó a golpear contra las paredes. Escuchó gente
corriendo y saltando al agua del foso que rodea el palacio. Escuchó llantos de niños y luego el techo
comenzó a arder, pero alguien subió y apagó el fuego con arena. La puerta del establo se prendió en llamas y
salió volando. El humo entró en el
establo. Escuchó B-29s estrellándose
cerca y cuando el bombardeo terminó, el ruido y la tormenta de fuego
continuaron por horas.
A
las 9 de la mañana el intérprete se presentó y explicó lo que había
sucedido. Dijo que había pilas de
cadáveres en las calles y cientos de cuerpos inertes bajaban por el río hacia
la Bahía de Tokio. Dijo que uno de los
puentes se había puesto al rojo vivo y la gente que corría por un extremo se
encontró con la gente que llegaba por el otro extremo y quedaron todos inmovilizados
en el centro. Todos murieron quemados y
sus esqueletos estaban apilados en el centro del puente. Dijo también que todos los prisioneros,
pilotos de B-29, iban a ser ajusticiados.
En los Estados Unidos
Al
otro lado del Pacífico, en los Estados Unidos, muy poca gente se enteró de la
verdadera magnitud de los bombardeos incendiarios realizados por Curtis LeMay,
quien fue honrado como un héroe nacional. Quienes lo supieron recordaban los bombardeos de Shangai, las
violaciones de Nanjing y otras atrocidades cometidas por soldados japoneses en
China como justificativo. Pero otros se
preguntaban ¿dónde quedó la moral aliada desde que Roosevelt calificó a la
Blitzkrieg alemana contra fuerzas regulares como "barbarismo
inhumano"?
En
el Japón
En
el Japón los supervivientes, nunca quisieron hablar sobre lo ocurrido. Recién en los últimos años han aparecido
testimonios y se han construido museos conmemorativos al holocausto de
Tokio. Lentamente el pueblo japonés
recupera la memoria.
Fuente:
https://www.exordio.com
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