31 de octubre de 2018
LA SEMANA GRANDE DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Entre el 20 y el 25 de febrero de
1944, las Fuerzas Aéreas estadounidenses y la RAF británica lanzaron una serie
de bombardeos contra la Alemania nazi que se conocería como “Semana Grande”
Por José PARDINA
Si bien los primeros ataques
aéreos masivos sobre las ciudades alemanas durante la Segunda Guerra Mundial
comenzaron en marzo de 1942 con el bombardeo nocturno de Lübeck y fueron
ejecutados exclusivamente por la británica RAF (Royal Air Force), entre el 20 y
el 25 de febrero de 1944 los Aliados descargaron una auténtica lluvia de bombas
sobre el Tercer Reich que pasaría a ser popularmente conocida por
estadounidenses e ingleses como la "Semana Grande".
Llevada a cabo por las Fuerzas
Aéreas Estratégicas de los Estados Unidos, la oficialmente llamada Operación
Argumento planificó una serie de ataques masivos contra la industria
aeronáutica y de armamento alemana con el propósito de atraer a la élite de los
pilotos de la fuerza área nazi (Luftwaffe) a una batalla decisiva en el cielo:
si los alemanes no respondían, correrían el riesgo de perder sus fábricas de
tanques y aviones; pero si lo hacían, se enfrentarían a los nuevos cazas de
escolta norteamericanos.
Los Aliados, por su parte, si derrotaban a la
Luftwaffe lograrían la ansiada superioridad aérea y podrían proceder a la
invasión de Europa. Pero los alemanes no necesitaban ninguna provocación y su
Reichsverteidigung (Fuerza de Defensa del Reich) estaba preparada para hacer
frente a cualquier ataque. La campaña de bombardeos diurnos tuvo el apoyo del
Mando de Bombardeos de la RAF que operaba contra los mismos objetivos durante
la noche.
Uno de los acontecimientos
decisivos de la Semana Grande fue la entrada en combate del caza monomotor de
largo alcance North American P-51 Mustang, que escoltaba a los cuatrimotores de
la USAAF hasta el objetivo y en el regreso. Los Mustang superaban a cualquier
caza alemán con motor de pistón y tenían la suficiente potencia de fuego como
para destruirlos. El número de Mustang aumentó sin cesar después de la Semana
Grande. Por parte alemana, los ataques de la "Semana Grande" demostraron
que el arma estrella anti-bombarderos de la Luftwaffe, el cazabombardero pesado
Me 410 Hornisse, era absolutamente vulnerable contra los nuevos cazas aliados.
El balance de la Semana Grande
fue de grandes pérdidas para ambas partes. Los aliados perdieron más de 378
bombarderos y el potencial operacional de sus unidades de combate aéreo se
redujo al 60%. La Fuerza de Defensa del Reich perdió 355 cazas y unos 100 pilotos
de élite. Pero la batalla de desgaste supuso que la Luftwaffe sólo pudiese ir a
peor al serle muy difícil recuperarse de sus pérdidas humanas.
La falta de pilotos hábiles,
ocasionada por una guerra en tres frentes, fue el factor que más erosionó la
capacidad de su aviación de combate. La Luftwaffe tuvo que abandonar su táctica
del "máximo esfuerzo defensivo" contra las misiones diurnas de
bombardeo aliado en favor de misiones de interceptación "disparar y
marchar".
Debido a la efectiva protección
que ofrecían los nuevos y versátiles cazas americanos, se introdujo un cambio
en la táctica: los cazas alemanes formaban ante los bombarderos aliados B17,
realizaban un frente único de paso en medio de la oleada, y desaparecían
rápidamente. Esto dejaba a los Mustang de escolta poco tiempo para reaccionar,
con el inconveniente de que unos pocos impactos alemanes en la zona de la
cabina del bombardero podían abatirlo en una sola pasada.
La "Semana Grande" también
reforzó la confianza de las tripulaciones de las fortalezas volantes
estadounidenses B17 y B29. Hasta ese momento los bombarderos aliados evitaban
el contacto con la Luftwaffe; sin embargo, la robustez de estos aparatos, unida
a la sensación de seguridad proporcionada por los Mustang de escolta, les dio
la capacidad de aguante y la de soportar impactos de importancia durante el
combate; sus cuatrimotores tenían además la increíble capacidad de regresar a
casa, con tres, dos y hasta un motor.
En definitiva, después de la
Semana Grande, la superioridad aérea pasó irrevocablemente al bando aliado. Sin
embargo, los daños causados a la industria armamentística alemana fueron muy
limitados: durante todo 1944, impulsada por el todopoderoso ministro nazi de
Armamento Albert Speer, las fábricas del Reich lograron mantener unos niveles
altos de producción, comparables a los de la industria estadounidense o
soviética.
Fuente: www.muyhistoria.es