De esta versión, designada A-17A, se produjeron 93 unidades que sirvieron durante año y medio en los Estados Unidos y más tarde se vendieron a Francia y Gran Bretaña. Este último país las vendió a su vez a la Unión Sudafricana. El avión que sirvió de inspiración a estos bombarderos tácticos, el que hizo que casi todos los países intentaran disponer de aparatos de este tipo, fue a la vez el más famoso entre todos los que intervinieron en el conflicto. Se trataba del Junkers Ju.87 Stuka, un nombre celebre en todos los frentes de la Segunda Guerra Mundial, puesto en servicio por los alemanes. Era un aparato desgarbado, de silueta totalmente inconfundible, sobre todo debido a sus alas de gaviota invertidas, que tenían las superficies móviles separadas según era típico de la casa Junkers durante los años anteriores a la guerra.
Las autoridades militares alemanas habían formalizado una petición de un bombardero en picado en 1933. En el concurso subsiguiente participaron cuatro constructores: Arado, Heinkel, Junkers y Blohm und Voss. La elección cayó en dos prototipos, los de la Heinkel y Junkers y, por fin, en marzo de 1936, esta última casa quedó triunfante. Por tanto, a principios de 1935 ya había volado el Ju.87, lo que permitió que, a lo largo de los ensayos, se fueran anotando modificaciones que se introdujeron en el aparato y que dieron como resultado un avión bastante mejorado. Se sustituyo el motor original Rolls-Royce Kestrel, que accionaba una hélice bi-pala de madera, por un Junkers Jumo que estaba unido a una hélice metálica tri-pala, de paso variable. Se volvieron a diseñar los planos de cola y así, de los timones dobles que tenia el original, se pasó al timón simple. Se hizo un segundo prototipo y después un tercero.
A principios de 1937 apareció la primera versión de producción, la A-1, que se destinó al adiestramiento y a la guerra española. La variante siguiente se hizo un año después; presentaba un motor más potente y había sido mejorada desde el punto de vista de la estructura y en la aerodinámica. Las series sucesivas, D y G, alcanzaron importante producción. Su motor era todavía más potente. Se había mejorado la protección, se había incrementado la eficacia del armamento y se había vuelto a afinar la aerodinámica.
La serie G se desarrollo sobre la base de la anterior y con ella, el Stuka comenzó a especializarse por primera vez en la lucha antitanque. En 1942, con la variante G-1, se introdujo como principal armamento ofensivo una pareja de cañones de 37 mm que fueron instalados en sendos carenados bajo las alas. El empleo operativo se concentró en Rusia y en el frente oriental y allí estos Stukas demostraron que eran unas armas de ataque terribles e insuperables.
El Stuka permaneció en producción durante más de 9 años, y en servicio durante toda la guerra, la verdad es que, pese a las modificaciones, su estructura y su configuración originales se mantuvieron inalterables. Ello es prueba, sin duda alguna, de la valía del aparato. Sin embargo, la fama más grande la ganó el Stuka durante el primer año de la guerra, cuando realmente no tenía rivales. Más adelante, el avión fue casi igualado por otros, aunque nunca llegó a ser superado. Así es como nacen las leyendas; sólo los mejores perduran, y esta vez sin lugar a dudas el Stuka fue el mejor de su época, así permanece, desde entonces en la categoría de mito.
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