24 de septiembre de 2023

LAS 140 MISIONES DE COMBATE DEL B-17 “909”

 

El Boeing B-17 Flying Fortress, uno de los aviones más emblemáticos de la Segunda Guerra Mundial, se ganó una reputación formidable por su robustez, confiabilidad y potencia de fuego. Entre los 12.731 B-17 producidos entre 1935 y 1945, uno destaca por su estelar historial de guerra y legado de posguerra: el “909”.

 

El "909", que lleva el nombre de los últimos tres dígitos del número de serie militar, 42-31909, sirvió a la 8ª Fuerza Aérea, 91º Grupo de Bombardeo, 323º Escuadrón con base en Bassingbourn, Inglaterra, con distinción y valor.

 

El veterano probado en batalla

 

Construido y entregado a las Fuerzas Aéreas del Ejército de los EEUU en diciembre de 1943, el “909” se desplegó en misiones de combate desde febrero de 1944 hasta abril de 1945.

 

Durante este breve lapso, ejecutó muchas salidas sin un solo aborto o pérdida de un tripulante, una hazaña incomparable en un momento en que la vida útil promedio de un nuevo B-17 era de solo 11 misiones.

 

Los B-17 a menudo sufrieron numerosas bajas.


El “909” arrojó 562.000 libras de bombas sobre Alemania y los territorios ocupados por los nazis, contribuyendo significativamente al esfuerzo bélico de los Aliados al realizar entre 126 y 132 misiones sobre Europa.

 

Sin embargo, a pesar de esto, fue desguazado después de la guerra.

 

La segunda vida del “909”

 

A principios de la década de 1980, la Fundación Collings, una organización educativa sin fines de lucro dedicada a preservar y exhibir aviones históricos, adquirió el avión hermano del “909”, un B-17G-85-DL y comenzó un minucioso proceso de restauración.

 

El objetivo no era sólo devolver el avión a su configuración original de la Segunda Guerra Mundial, sino también honrar a los hombres que pilotaron estas poderosas máquinas en la batalla.

 

En 1986, la restauración estuvo completa y se pintó tal como lo estaba el “909” durante la guerra y se elevó a los cielos una vez más.

 

El B-17 fue minuciosamente restaurado.  Crédito de la foto: Roger Wollstadt CC BY-SA 2.0.


La icónica librea color verde oliva del avión, completa con su diseño en la nariz con el homónimo “Nine-O-Nine” y un gráfico de la chica pin-up “Tall Tails”, capturó instantáneamente la imaginación de los entusiastas de la aviación de todo el mundo.

 

El trágico capítulo final

 

Pero la tragedia sobrevino cuando el Boeing B-17G meticulosamente restaurado se estrelló el 2 de octubre de 2019.

 

El “909” despegó del Aeropuerto Internacional Bradley en Windsor Locks, Connecticut, para un vuelo de rutina que formaba parte del Tour Alas de Libertad de la Fundación Collings.

 

Este recorrido permitió al público experimentar vuelos en aviones de la época de la Segunda Guerra Mundial.

 

Sin embargo, poco después del despegue, el avión experimentó problemas mecánicos. El piloto informó de un problema en el motor y solicitó regresar al aeropuerto.

 

Desafortunadamente, el avión se estrelló contra las instalaciones de deshielo del aeropuerto mientras intentaba aterrizar y estalló en llamas.

 

Los restos de “909”.

  

En el momento del accidente había 13 personas a bordo del avión: tres miembros de la tripulación y diez pasajeros.

 

Trágicamente, siete personas murieron en el accidente, incluidos el piloto y el copiloto. Los seis restantes resultaron gravemente heridos y recibieron tratamiento en hospitales locales.

 

En el accidente también resultó herida una persona que se encontraba en el suelo.

 

La Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB) inició una investigación sobre el accidente. Los hallazgos iniciales mostraron que el avión había estado en el aire solo cinco minutos antes de que la tripulación informara de un problema con el motor número 4.

 

A pesar de los esfuerzos por dar marcha atrás, la aeronave chocó contra las luces de aproximación y luego contra la instalación de deshielo.

 

El accidente del “909”, uno de los aviones militares antiguos en funcionamiento más visibles y ampliamente reconocidos, conmocionó a la comunidad de operadores y entusiastas.

 

Estimuló un debate a nivel nacional sobre los riesgos de operar aviones antiguos y el equilibrio entre preservar la historia y garantizar la seguridad pública.

 

La Administración Federal de Aviación (FAA) también enfrentó un escrutinio por su supervisión de los vuelos de aviones antiguos.

 

A pesar de su trágico final, el B-17 trajo alegría a muchos.


El trágico final del “909” sirve como un conmovedor recordatorio de los riesgos asociados con volar estos aviones antiguos.

 

En memoria

 

A pesar de su trágico final, el legado del “909” sigue vivo y sirve como símbolo del coraje y la tenacidad estadounidenses durante uno de los períodos más oscuros de la historia mundial.

 

Nos recuerda la valentía de los hombres que sirvieron a bordo de estas “fortalezas voladoras”, luchando contra obstáculos formidables para proteger la libertad y la democracia.

 

Incluso más allá de su servicio activo, el “909” ha desempeñado un papel esencial para mantener viva la historia de la Segunda Guerra Mundial.

 

Miles de personas en todo los Estados Unidos han subido a bordo de este B-17 durante sus recorridos y han podido vislumbrar las experiencias de la Generación Más Grande. Su desafortunado final subraya el desafío actual y la importancia de preservar los artefactos históricos.

 

En la gran historia de la Segunda Guerra Mundial, el “909” ocupa un lugar distintivo.

 

Como un faro de resiliencia, supervivencia y deber más allá del llamado del servicio, esta Fortaleza Voladora B-17 sirve como un conmovedor recordatorio del pasado, instándonos a apreciar los sacrificios realizados y la libertad ganada con tanto esfuerzo que disfrutamos hoy.

 

Fuente: https://planehistoria.com