A mediados del mes de junio de 1970 el Director Nacional del Antártico (DNA), General de Brigada Jorge Edgar Leal, envió la nota Nº 471 SR 102 al señor Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea Argentina, en la cual solicitaba la colaboración de la Fuerza para efectuar la evacuación aérea del Jefe de la Estación Científica Almirante Brown de la Antártida Argentina, Teniente de Corbeta, Contador Osvaldo H. Macoretta, quien presentaba un estado de salud delicado, que obligaba su inmediato traslado al continente.
En esa época del año los problemas a resolver eran varios. El reto estaba planteado y la Fuerza Aérea comenzó a planificar la evacuación aérea.
El Comodoro Carlos Humberto Tello Cornejo, Jefe del Departamento Operaciones del Comando de Operaciones Aéreas, convocó a los especialistas de diferentes sistemas de armas para elaborar los modos de acción.
Las características geográficas en la estación científica Almirante Brown y sus proximidades, no posibilitaban la operación de los aviones DHC-6 Twin Otter y DHC-2 Beaver destacados en las Bases Aéreas Antárticas Marambio y Matienzo.
El mar congelado tampoco garantizaba el empleo de un hidroavión HU-16B Albatros. En el mes de junio la luz diurna es escasa, apenas seis horas, amanece a las 10:00 y oscurece a las 16:00. Además las condiciones meteorológicas suelen empeorar con gran rapidez produciéndose tormentas violentas, los temporales son comunes y duran varios días.
Luego de estudiar detenidamente la situación, se consideró que con el empleo de dos helicópteros Hughes 500 OH-6A podrían realizar la operación con éxito.
Estas máquinas pertenecientes a la VII Brigada Aérea se trasladarían en la bodega de un avión Lockheed C-130 Hércules entre la I Brigada Aérea (El Palomar) y la Base Aérea Vicecomodoro Marambio, y luego de armadas realizarían el vuelo hasta Base Aérea Teniente Matienzo donde pernoctarían para regresar a Marambio al día siguiente.
El avión Hércules seleccionado fue el TC-62 y su Comandante el Vicecomodoro Ricardo Degano (se desconoce del resto de la tripulación)
Los helicópteros Hughes matrículas H-31 y H-33 presentaban las siguientes tripulaciones: Vicecomodoro Francisco Vázquez, Primer Teniente Ricardo José Ciaschini, Tenientes Armando Elías Buira y Carlos Clemente Paredes, Cabos Primeros Adolfo Hiden y Horacio Santucho y Cabo Víctor Palma participando también de esta misión como médico de a bordo el Primer Teniente EC Américo Osvaldo AUAD de la dotación de la Base Marambio.
El 28 de junio de 1970 los dos helicópteros Hughes fueron trasladados en vuelo a El Palomar donde luego de desarmarles el rotor principal se los embarcó en el Hércules TC-62.
El 29 de junio el Hércules despegó a las 10:00 con rumbo a Río Gallegos donde arribó a las 15:00 horas.
Los estudios meteorológicos pronosticaban buen tiempo para las próximas 72 horas.
El 30 de junio a las 07:30 el TC-62 despegó con destino a la Base Aérea Vicecomodoro Marambio de la Antártida Argentina, donde arribó a las 10:50 horas.
Inmediatamente se armaron los helicópteros y se completó el combustible.
A las 12:10 horas ambos VTOL (helicópteros) iniciaron el primer tramo hasta la Base Aérea Teniente Matienzo donde aterrizaron a las 13:13 horas.
Las condiciones meteorológicas eran buenas y el viento de dirección 200º/220º soplaba con una intensidad de 45 a 65 km/h.
En Matienzo se cargó combustible empleando una bomba de transvase manual y a las 13:40 horas. despegaron con rumbo a la Estación Científica Almirante Brown.
Luego de recorrer unos 100 kilómetros, al llegar a las primeras elevaciones de la Península Antártica, las condiciones meteorológicas variaron. Una formación de stratus y nimbus stratus obligó a los helicópteros a modificar el rumbo y la altura de vuelo para no perder contacto con el suelo ya que la navegación era a rumbo y tiempo sin radioayudas de apoyo.
Sobre la isla Vansyk en la bahía Guillermina y ya bajo capa, el techo era de unos 150 metros y la visibilidad mejoraba de 1500 a 3000 metros.
Con esas condiciones cruzaron la Península Antártica con fuertes vientos y turbulencias bien marcadas.
La determinación de los pilotos era firme, sabiendo que tenían una sola chance, no se amedrentaron, siguieron su ruta y arribaron a la estación científica Almirante Brown a las 14:40 horas.
Allí se produjo el aterrizaje de uno de los helicópteros ya que no había lugar apto para que ambos lo hicieran.
En esa oportunidad se realizó el relevo del Jefe de la Estación Científica, la que quedó a cargo del Primer Teniente Médico de la Fuerza Aérea, Dr. Juan Carlos Villafañe quién había viajado a bordo del Hughes que aterrizó. El mismo tenia experiencia Antártica, debido a que había invernado en años anteriores en las Bases Antárticas Belgrano y Matienzo.
A las 15:08 horas con el Jefe de la Estación saliente, Teniente de Corbeta Macoretta a bordo, despegaron hacia Matienzo para tratar de llegar con luz diurna.
Las condiciones meteorológicas empeoraron por una intensa nevada con un techo de 50 metros y una visibilidad no superior a 500 que obligó a seguir volando hacia el norte por el estrecho Gerlache y a la altura de la isla Nansen Sur pudieron ascender y cruzar la península Antártica.
Afectados por fuertes vientos con corrientes ascendentes y descendentes, arribaron a la Base Matienzo, a las 16:00 horas con las últimas luces del día, y allí pernoctaron.
El 01 de julio a las 11:25 horas despegaron con rumbo a la Base Marambio donde arribaron a las 12:28 horas y a las 13:18 horas aterrizó el Hércules encontrando los helicópteros desarmados y listos para ser embarcados, tarea que realizaron con prontitud y a las 13:45 horas, el TC-62 decoló a Río Gallegos donde arribaron a las 17:15 horas.
El día 02 de julio a las 12:00 horas el C-130 aterrizaba en Aeroparque, allí los dos helicópteros armados y colocados en ambos lados del Hércules, sirvieron de fondo a la formación de todos los tripulantes que fueron presentados al Comandante de Operaciones Aéreas Brigadier Mayor Jaime Alberto Núñez Sánchez quién los felicitó por el éxito de la misión.
Así quedó concretada con pleno éxito esta compleja operación que puso una vez más de manifiesto la importancia que tiene la pista de la Base Marambio, pues de no contarse con la misma en esa época del año, no hubiera sido posible esta evacuación y tal vez con fatales consecuencias.
Misión cumplida que destaca un perfecto adiestramiento y la utilidad ya indiscutida de la Base Marambio.
En el año 1970 quedaba demostrado el alto grado de eficiencia que posee la Fuerza Aérea en tareas de este tipo, por la notable sincronización del difícil operativo, cumpliéndose todos los pasos a la perfección, sin que se notara una sola alteración en los planes previstos.
Fue una operación aérea riesgosa, impecablemente planificada y ejecutada por hombres de destacada pericia y profesionalidad que bien merecen ser emulados.
Fuente: www.marambio.aq