Un
avión fabricado por el cofundador de Microsoft, Paul Allen, se une a la lista
de los mayores colosos volantes de la historia.
Nadie
puede negar que el ser humano es una especie aficionada a batir récords en todo
aquello que se le ponga por delante. Y desde que aprendimos a dominar la
tiranía de la gravedad para elevarnos en el aire, era lógico que comenzáramos a
fabricar aeronaves más y más grandes; con diversos fines prácticos, pero
también simplemente porque podemos. El cofundador de Microsoft Paul Allen acaba
de presentar su Stratolaunch, un coloso que debutará en 2019 y que supera en
envergadura alar a todos los aviones construidos hasta ahora. Aprovechamos la
ocasión para repasar algunas de las aeronaves más gigantescas jamás fabricadas.
Stratolaunch
El
pasado 31 de mayo salió por primera vez de su gigantesco hangar en el desierto
de Mojave, en California, para presentarse en sociedad. Los periodistas e
invitados vieron surgir del edificio lo que parecían dos grandes aviones, pero
en realidad se trataba de uno solo: una especie de catamarán aéreo con dos
cuerpos unidos por un ala de 117 metros, la mayor envergadura alar de la
historia de la aviación. El Stratolaunch es la apuesta de Paul Allen para "normalizar
el acceso a la órbita baja terrestre". El propósito de la aeronave es
servir de plataforma volante para el lanzamiento de vehículos espaciales,
ofreciendo una alternativa más barata a los cohetes reutilizables de las nuevas
compañías SpaceX o Blue Origin. Para ello, la compañía de Allen ha fabricado
este gigante del aire propulsado por seis motores de Boeing 747, que se apoya
en el suelo sobre 28 ruedas y que necesitará 3,7 kilómetros de pista para
despegar. Sus primeros vuelos están previstos para 2019.
Hughes
H-4 Hércules
Antes
del Stratolaunch, el récord de envergadura alar lo mantenía en 97,5 metros el
colosal hidroavión construido en los años 40 por el magnate y aviador Howard
Hughes. Durante la II Guerra Mundial, el H-4 Hércules fue la respuesta de
Hughes a la necesidad del gobierno de los EEUU de transportar tropas y equipos
al frente europeo eludiendo el acoso de los submarinos nazis. Las restricciones
al aluminio impuestas por la guerra obligaron a construir el avión con madera,
lo que aprovecharon los más críticos con el proyecto para ponerle el
sobrenombre de "ganso de abeto". El H-4 se completó una vez
finalizada la guerra, en 1947, y nunca llegó a prestar servicio; sólo realizó
un corto vuelo de prueba el 2 de noviembre de aquel año. Fue el avión más
grande del mundo hasta 1952, cuando entró en servicio el Boeing B-52 Stratofortress.
Hoy el aparato se conserva en buen estado en el Museo Evergreen de la Aviación
y el Espacio, en Oregón (EEUU).
LZ
129 Hindenburg
La
mayor aeronave jamás construida no es un avión. En los años 30, cuando los
viajes intercontinentales en este medio de transporte apenas estaban naciendo,
una alternativa ya dominaba el aire. En 1928 Alemania inauguraba los vuelos
transatlánticos de pasajeros entre Europa y Suramérica con el dirigible LZ 127
Graf Zeppelin. Con esta nave aún en servicio y con los nazis ya en el poder, en
marzo de 1936 Alemania reforzaba su apuesta con el nuevo Hindenburg. Con sus
245 metros, triplicaba holgadamente la longitud de un Boeing 747 actual. El
Hindenburg transportaba cómodamente hasta 72 pasajeros aprovechando el interior
de su fuselaje, a diferencia del Graf Zeppelin, que llevaba a los pasajeros en
el reducido espacio de la góndola. Fue el summum del lujo aéreo durante poco
más de un año, hasta que el 6 de mayo de 1937 ardió durante su aterrizaje en
Lakehurst (EEUU), matando a 35 de sus 97 ocupantes (36 pasajeros y 61
tripulantes) y a un miembro del personal de tierra. La causa fue probablemente
una chispa debida a la electricidad atmosférica que prendió un escape de
hidrógeno, el gas inflamable utilizado para la elevación. Por entonces otros
países como los EEUU ya empleaban helio no inflamable, pero Alemania no tenía
acceso a esta alternativa. El accidente del Hindenburg puso fin a los servicios
comerciales de los dirigibles alemanes, una opción de transporte que tampoco
contaba con las simpatías de Hitler.
Antonov
An-225 Mriya
Con
88 metros de envergadura y 84 de longitud, el avión más grande y pesado que
hasta ahora ha entrado en servicio es un ejemplar único. El An-225, construido
por la compañía ucraniana Antonov en los años 80 y bautizado Mriya (sueño),
tenía como fin llevar a sus espaldas el transbordador Buran, el equivalente
soviético de los shuttles de la NASA. El Buran nunca voló al espacio, y el
Mriya se destinó a funciones militares. Tras unos años en tierra, desde 2001
este monstruo del aire se dedica al transporte de cargas excepcionalmente
pesadas que no tienen cabida en otras aeronaves. Ha prestado apoyo acarreando
material de ayuda a emplazamientos afectados por catástrofes naturales, como el
tsunami de 2011 en Japón. Ha llegado a transportar más de 250 toneladas de
carga, una capacidad que supera en más de 100 toneladas la del Boeing 747. A
finales de los 80 comenzó a fabricarse una segunda unidad que se abandonó tras
la caída de la Unión Soviética, pero en 2016 una corporación china encargó a
Antonov su finalización para comenzar a volar en 2019.
Mil
V-12
El
mayor helicóptero jamás construido también tiene firma soviética. El Mil V-12
fue concebido en los años 60 para transportar, entre otras cargas, misiles
balísticos intercontinentales, y en su uso civil podía acomodar hasta 196
pasajeros. Era capaz de volar a más de 2000 metros de altura llevando 40000
kilos de carga, casi el doble que el helicóptero actual más grande producido en
serie, el también ruso Mil Mi-26. Para acarrear semejantes pesos, los
diseñadores del V-12 crearon una extraña configuración con un aspecto a medio
camino entre el helicóptero y el avión; tenía alas con una envergadura de 67
metros, en cuyos extremos se situaban dos rotores gemelos con cinco aspas de 35
metros. La primera de las dos unidades fabricadas se estrenó en 1968. Aunque
demostró su utilidad en vuelo, el V-12 era demasiado engorroso de pilotar. Finalmente,
no fue utilizado para su propósito original. Hoy ambos aparatos se conservan en
instalaciones cercanas a Moscú.
Airbus
Beluga XL
Dado
que los aviones no se fabrican de cabo a rabo en un único lugar, sino que se
ensamblan a partir de piezas suministradas por distintos fabricantes, ¿cómo se
transportan los componentes como sus enormes motores? Las partes de los aviones
también viajan en avión, pero no en uno cualquiera, sino en versiones de
modelos comerciales con fuselajes que parecen haber sido hinchados para
acomodar cargas especialmente voluminosas. La mayor bodega de carga es la del
Boeing 747 Dreamlifter, con 1840 metros cúbicos, que la compañía estadounidense
utiliza para transportar los componentes de sus aviones. La europea Airbus
tiene su propio cabezón, el Beluga, llamado así por su forma parecida a la de
esta ballena. Es una versión modificada del A300 que entró en servicio en 1994
y dispone de 1400 metros cúbicos de espacio de carga. Actualmente existen cinco
aparatos, a los que se unirán otros cinco del nuevo Beluga XL, basado en el
A330 y que tendrá un 30% más de volumen de bodega. El Beluga XL, en cuya
construcción participa la compañía de Vitoria Aernnova, comenzará a volar en
2019.
Airlander
10
Tomando
el relevo del Hindenburg, la mayor aeronave actual es también un dirigible,
aunque muy poco tiene que ver su tecnología con la de los años 30. El Airlander
10 es obra de la compañía británica Hybrid Air Vehicles, que inicialmente lo
creó para el ejército de los EEUU. Al cancelarse el proyecto, la empresa
decidió continuar su desarrollo para destinarlo a otros usos. Sus 92 metros de
largo están muy lejos de los 245 del Hindenburg, pero superan la longitud del
Mriya. Su curioso diseño, que ha inspirado el sobrenombre de "culo
volante", tiene por objeto conseguir sustentación al avanzar en el aire,
como las alas de los aviones. Este sistema y la flotación por helio le permiten
mantenerse en vuelo hasta cinco días seguidos.
Fuente: https://www.elespanol.com