El 4 de noviembre de 1913 pasa a prestar servicios en la Plana Mayor Activa, Capital Federal, luego al Batallón III de Ingenieros en Paraná; en abril de 1915 al Batallón V de Tucumán y asciende a Teniente en diciembre de 1915.
En septiembre de 1916 pasa a integrar el 4º curso de la Escuela Militar de Aviación en El Palomar, provincia de Buenos Aires, realizando su aprendizaje de vuelo, junto al Teniente Candelaria, entre otros. Los aviones eran biplanos, Farman y dos monoplanos Bleriot.
En 1917, el Aero Club Argentino le otorga el título de Piloto aviador civil internacional Nº 111 y el 24 de junio de 1918 recibe el título de Aviador Militar, autorizándolo a usar el emblema respectivo.
Realiza el primero y único raid, uniendo El Palomar con Tucumán en mayo de 1917.
Luego de terminar el curso en la Escuela de Tiro ( Campo de Mayo), pasa a prestar servicios nuevamente en el Batallón V de Ingenieros en Tucumán.
Con la incorporación del nuevo material aéreo cedido por el gobierno de Francia (un Spad de 180 c.v. y 2 Nieuport de 165 c.v), se hace realidad la posibilidad de encarar la travesía aérea de la Cordillera de los Andes.
Tal empresa temeraria, era una de las mayores aspiraciones de los aviadores argentinos y chilenos, aunados por un ideal común de superación digna de héroes, dada la precariedad de sus máquinas y material técnico.
Decididos a enfrentar todos los riesgos, arriban a Los Tamarindos, en la ciudad de Mendoza, en mayo de 1919, previa autorización del Ministro de Guerra los aviadores Matienzo, Parodi y Zanni, (después Brigadier y Comodoro, respectivamente, de la Fuerza Aérea Argentina).
Era el propósito emular la hazaña de meses antes, 12 de diciembre de 1918, del Teniente Aviador Militar chileno don Dagoberto Godoy Fuente Alva, en su histórico vuelo de unir Santiago de Chile con Mendoza, en Argentina. Al pie de la Cordillera, y con el material nombrado, comienzan los vuelos de entrenamiento y de estudio de la alta atmósfera, apoyados desde tierra por el personal técnico especializado. En todos los vuelos, encontraron siempre violentas corrientes de aire, provenientes del cuadrante oeste, que les impedía toda tentativa de cruce, poniendo en serio peligro la integridad de las máquinas, característica climática muy importante aún hoy en todos los vuelos sobre la cordillera, causa de innumerables accidentes fatales.
En la madrugada del 28 de mayo de 1919, Matienzo y Parodi tripulando sendos Nieuport, y Zanni un Spad, realizan su último esfuerzo. Nuevamente los fuertes vientos los obliga a regresar, menos Matienzo que encuentra caminos para internarse entre los nevados picos y por las nieves eternas, rumbo a Chile.
Pasaron las horas, en larga y angustiosa espera. Días después se desvanecía la esperanza al comprobarse que en Chile nada se sabía del intrépido aviador argentino.
Pasaron seis meses y el martes 18 de noviembre una noticia conmueve al país: Los restos de Matienzo fueron encontrados a unos 17 Km. Al norte de la localidad andina de Las Cuevas, entre los cerros Tolosa y Moro a 4.000 metros de altura en territorio argentino, sobre el límite con Chile.
Matienzo, con 28 años, recién cumplidos, era soltero, y computaba con 117:44 hs. de vuelo con 328 aterrizajes.
Su avión fue hallado recién el 4 de febrero de 1950 sobre la ladera de la Sierra Real, en el valle hoy denominado Matienzo, a 4.450 metros de altura, restos que se encuentran en una urna de cristal que se veneran en el Museo Nacional de Aeronáutica de Buenos Aires, después de permanecer varios años en el hall de honor del Cuerpo de Cadetes de la Escuela de Aviación Militar en la provincia de Córdoba.
El misterio así fue develado: Matienzo en cruel y desigual lucha contra la naturaleza, al agotársele el combustible había efectuado un aterrizaje forzoso en plena cordillera, luego de sobrevolar a la hermana Chile. Sin perder la serenidad y con la nieve en el pecho, bajo fuertes tempestades, sin alimento y soportando intenso frío, caminó largas horas, tratando de orientarse y llegar a Las Cuevas, lugar que había sobrevolado antes. Pero el destino le tenía reservado su sacrificio heroico. Cansado, descansó al amparo de unas rocas, actitud fatal, ya que el frío le trajo la paulatina e inexorable paralización de su vida.
Matienzo había cumplido con su palabra: "llegaré a Chile o me quedaré en la Cordillera".
El 2 de diciembre se labró el acta de defunción dejando constancia que, según el médico Eduardo Tesaire, había fallecido por congelamiento en el valle de Las Cuevas, en el Departamento Las Heras. El ministro de guerra comunicó oficialmente su muerte.
Este trabajo fue extractado del estudio genealógico realizado por Santos A. Domínguez Koch y que según el autor, lleva en sí el sincero homenaje y justo reconocimiento que le brinda su autor, también perteneciente a la Fuerza Aérea Argentina.