27 de febrero de 2009

CONDECORAN A AVIADORES ARGENTINOS QUE PELEARON EN LA II GUERRA MUNDIAL PARA GRAN BRETAÑA

Por María Laura Avignolo

Fueron agasajados por la Embajada: hubo 600 pilotos que volaron para los aliados.

En la primera fila de la iglesia de la Fuerza Aérea británica en pleno centro de Londres, octogenarios y con el pecho cubierto de medallas, los doce veteranos argentinos de la Segunda Guerra Mundial eran el orgullo y el sueño de un diplomático, dispuesto a encontrar un camino de reconciliación entre dos pueblos que llegaron a la guerra.

El único problema fue que el Foreign Office británico ignoró la invitación a la ceremonia en la iglesia de St. Clement Danes, que celebraba la participación de 3.000 argentinos, entre ellos 600 pilotos, en el bando de los aliados, que la Embajada Argentina preparó en Londres.

Hubo representantes del Ministerio de Defensa británico y de la Fuerza Aérea Real.

Sesenta años después del conflicto y en representación de muchos que ya no están, doce ex pilotos argentinos que combatieron en el Escuadrón 164 de la RAF británica llegaron a Londres pagando su propio pasaje desde Buenos Aires, Canadá y Estados Unidos.

Fueron homenajeados por primera vez en la historia en una ceremonia común, participaron en la presentación del libro "Alas de Trueno", de Claudio Meunier y Carlos García, que relata su aventura y recordaron al entonces Embajador Argentino en Londres, Miguel Ángel Cárcano, que los cuidó y recibió durante toda la guerra, en la residencia diplomática de Belgravia.

"Mi abuelo inglés había llegado a Buenos Aires como polizonte, con la esperanza de ir a Australia. Yo hice el camino al revés. Cuando llegué en el barco desde Buenos Aires a Gran Bretaña, no sabía volar. Tenía apenas 18 años y me enrolé como voluntario", recuerda Ronny Daintree, ex piloto presidencial de Arturo Frondizi y uno de los más famosos comandantes de Aerolíneas Argentinas.

En impecable estado físico a pesar de su operación de corazón, del brazo de su esposa Peggy y con las fotos de aquellos días en un sobre marrón, el comandante Ronnie recuerda divertido: "Lo primero que hice fue comprarme una motocicleta. Me mandaron a entrenarme a Canadá y volví a Gran Bretaña. Quería ser piloto de Spitfire pero había demasiados. Me mandaron a Suez, y después, a India. Mi misión era volar sobre China y bombardear Japón. Pero tiraron la bomba atómica y eso me salvó", cuenta.

Una historia que se repite en Ricardo Moreno, sobrino del Perito y voluntario argentino en RAF, que ha vivido el resto de sus días en Canadá. "Cuando volví de la guerra, no me gustó lo que vi en Argentina. Puro griterío y el país se hundía. ¿Usted sabe? Los políticos argentinos no son necesariamente los mejores argentinos", dice con picardía desde sus 87 años.

La emoción y los recuerdos marcaron la ceremonia religiosa, que presidía un capellán militar y el Embajador Argentino en Londres, Federico Mirre. El minuto de silencio con el fondo del clarín hizo llorar al centenar de invitados, angloargentinos cuyos tíos, padres, abuelos o ellos mismos habían nacido en Argentina y regresado a combatir "por la causa de la democracia y la libertad".

"Firmes, Volamos" era el leit motiv del escuadrón, cuyo escudo estaba en el piso de la iglesia, rodeado por la Bandera argentina, la británica y un ramo de flores blancas.

Fuente: Clarín, 08 de abril de 2005