24 de febrero de 2009

UN HEROE BRASILEÑO DISPUTA EL TÍTULO DE PADRE DE LA AVIACIÓN



En Brasil se considera a Santos-Dumont el primer hombre en pilotear un avión


  • Se cuestiona a los norteamericanos haber utilizado una máquina que no volaba por sus propios medios

  • También, no haber realizado su hazaña según las convenciones
SANTOS DUMONT, Brasil (THE NEW YORK TIMES).- Diciembre marca el centenario del primer vuelo. Pero nadie debe esperar, en ningún lugar de Brasil, una celebración para el caso.

Para los brasileños, Orville y Wilbur Wright no son héroes ni pioneros, sino más bien villanos que robaron el crédito por la invención del avión al hombre que dio su nombre a esta tranquila población provincial de 46.000 habitantes: Alberto Santos-Dumont, el hijo de un cafetalero millonario dado a la buena vida que, en su época, fue quizás el aviador más famoso.

"Bienvenido a la tierra del padre de la aviación", proclama un anuncio gigantesco en las afueras del pueblo. Cerca de allí se encuentra un modelo en tamaño natural del 14Bis, el biplano en el que Santos-Dumont voló en dos ocasiones ante extasiadas muchedumbres en París, en 1906.

Aunque lo que los libros de texto brasileños llaman "El supuesto vuelo de los hermanos Wright" ocurrió casi tres años antes, el 17 de diciembre de 1903, los admiradores de Santos-Dumont dicen que los dos estadounidenses no pueden ser considerados los primeros seres humanos que volaron, por diversas razones, empezando por el hecho de que su avión no despegó por sus propios medios, sino que tuvo que recurrir a una catapulta, y que carecía de ruedas.

Además, argumentan, dado que los estadounidenses no volaron una distancia predeterminada ante un panel independiente e imparcial de expertos, no satisficieron los estándares científicos de prueba.

Como en las Olimpíadas

"Es como una competición olímpica, dice Henrique Lins de Barros, director del Museo de Astronomía de Río de Janeiro. Un atleta tiene que pasar la prueba frente a jueces, jugando de acuerdo con ciertas reglas establecidas. Si lo hace la noche anterior, simplemente no cuenta y no gana la medalla de oro".

Santos-Dumont también compartió y estimuló el escepticismo acerca del logro de los hermanos Wright.

En "Lo que he visto, lo que veremos", una autobiografía publicada en 1918 en la que pronostica los vuelos intercontinentales, afirma: "No quiero restar méritos a los hermanos Wright, por quienes siento el mayor respeto", pero añade que "es indudable que trabajaron furtivamente".

Sólo en 1908, después de sus propios vuelos, argumentó, los Wright decidieron dar a conocer sus logros y permitieron que otros fueran testigos de su trabajo. "¿Qué dirían Edison, Graham Bell y Marconi si, después de presentar la lámpara eléctrica, el teléfono o el telégrafo inalámbrico en público, otro inventor cualquiera se presentara con una versión mejorada diciendo que él los construyó primero?", preguntó Santos-Dumont.

En sus días de gloria, hace un siglo, Santos-Dumont, que medía escaso metro y medio y pesaba sólo unos 50 kilos, era famoso por sus audaces vuelos en dirigible. Después del vuelo de los hermanos Wright, el titular del primer artículo acerca de su hazaña, en The Dayton Daily News, el periódico de su pueblo natal, decía: "Jóvenes de Dayton emulan al gran Santos-Dumont".

Cuando menos, los historiadores de la aviación dan crédito a Santos-Dumont por el primer vuelo fuera del territorio de Estados Unidos y el primer vuelo público. Sus admiradores aseguran que, además, inventó el alerón -que empleó exitosamente en su segundo vuelo-, el hidroplano y el primer avión deportivo de pasajeros.

Su celebridad también ayudó a popularizar el reloj de muñeca, que su amigo Louis Cartier diseñó para Santos-Dumont después de que éste se quejó de que distraía demasiado sus manos mientras volaba para medir el tiempo.

En París, en donde vivió buena parte de su vida adulta, fue un famoso playboy que acostumbraba volar su dirigible para llegar a los restaurantes y centros nocturnos de moda, para luego atarlo con una soga a los palenques, al lado de los caballos de otros parroquianos. Santos-Dumont tenía "un maravilloso sentido del estilo y la elegancia, y estaba a la vanguardia en la moda y la tecnología", dice Paul Hoffman, autor de "Alas de locura; Santos-Dumont y la invención del vuelo".

La imagen de Santos-Dumont ataviado con sombrero panamá y cuello duro alto es casi omnipresente entre los brasileños. El y su 14Bis han aparecido en billetes de banco y en docenas de canciones, poemas, pinturas y libros que celebran sus hazañas. Un importante aeropuerto de Río de Janeiro lleva su nombre, al igual que calles, plazas y escuelas por todo el país.

Los brasileños admiran particularmente a Santos Dumont por su idealismo e indiferencia a hacia las utilidades monetarias. Rehusó patentar sus invenciones y permitió que las especificaciones de su avión Demoiselle fueran publicadas en Popular Mechanics para que otros soñadores pudieran fabricar sus propios aviones.

La postura argentina

Tradicionalmente, la Argentina adhirió a la posición brasileña de considerar a Alberto Santos-Dumont el padre de la aviación. No obstante, este año, la Fuerza Aérea desarrolló una serie de actos para celebrar el centenario del primer vuelo de los hermanos Orville y Wilbur Wright, que comenzará mañana, a las 18.30, en la plataforma militar del Aeroparque.

Fuente: La Nación, 16 de diciembre de 2003

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