25 de febrero de 2009

LA AVIACIÓN EN LA REVOLUCIÓN DE 1922 EN PARAGUAY

Por Antonio Luís Sapienza Fracchia

Las primeras experiencias aeronáuticas en Paraguay fueron trágicas. En 1916, Silvio Pettirossi, primer piloto licenciado paraguayo, murió al estrellarse con su Deperdussin "T" en Buenos Aires (Argentina). Posteriormente, en 1919, el segundo piloto paraguayo, el Tte. Arturo Escario, quien se había graduado en España, falleció cuando su Macchi-Löhner L.3 se estrelló al despegar del Río de la Plata. Finalmente, el Tte. Victorio Barbero egresado de la Escuela de Aviación Militar de El Palomar en Argentina, también terminó sus días trágicamente cuando se accidentó en un Avro 504K en un vuelo de entrenamiento.

A consecuencia, en el año de 1922, no existían ni aviones ni pilotos en Paraguay. El 27 de mayo del mencionado año, ocurrio una sangrienta revolución, cuando un grupo de oficiales del ejército encabezados por los Coroneles Adolfo Chirife y Pedro Mendoza se sublevó contra el gobierno del Presidente Eusebio Ayala. Casi inmediatamente, ambos bandos pensaron en la utilización de la aviación en acciones bélicas para tratar de imponerse al adversario, teniendo en cuenta su exitoso uso durante la Primera Guerra Mundial.

El primero de junio de 1922, Francisco Cusmanich, un piloto paraguayo que residía en Buenos Aires, ofreció sus servicios al gobierno del Presidente Ayala. Cusmanich trabajaba con un piloto inglés de apellido Stewart, que poseía un biplano Armstrong Whitworth F.K.8 y al que convenció para que viajara a Paraguay. La oferta de Cusmanich fue aceptada por el Presidente Ayala, por lo que se embarca con su colega en un vapor hacia Asunción, trayendo el F.K.8 desarmado. Dicho aparato fue bautizado con el nombre de "Pte. Ayala". Una vez en la capital paraguaya, el F.K.8 es transportado en tren hasta la zona de Campo Grande, cerca de la capital, donde se improvisó un campo aéreo con un hangar. Allí, el biplano fue armado y probado en vuelo por Stewart y Cusmanich.

Paralelamente, el gobierno también había contratado a un ex-miembro de la Misión Militar Italiana en Argentina, el Sargento Aviador Nicola Bó, quien debía contratar otros aviadores y traer varios biplanos al Paraguay. Bó era veterano de la Primera Guerra Mundial, habiendo prestado servicio en la 2a. y 6a. Sezione SVA de la aviación militar italiana. Durante el mes de Junio de 1922, el aviador Bó y sus compañeros trajeron un S.P.A.D. Herbemont S.XX, dos S.A.M.L. A.3, dos Ansaldo S.V.A. 5 y un Ansaldo S.V.A. 10. Todos estos aparatos fueron concentrados en el campo aéreo de Ñu-Guazú (Campo Grande), donde ya se encontraba el F.K.8. Desde dicho campo aéreo partieron la mayoría de las incursiones aéreas realizadas sobre las posiciones rebeldes.

La primera misión operativa fue realizada por el F.K.8 tripulado por Stewart y Cusmanich, bombardeando tropas rebeldes en las cercanías de la ciudad de Paraguarí, el 29 de Junio. En los días subsiguientes, se realizaron vuelos de reconocimiento utilizando tanto los SAML A.3 como los SVA. En varios de estos vuelos, tanto Bó como Cusmanich volaron en el SVA-10.

En la noche del 7 de Julio, el Sgto. Bó realizó un vuelo sobre la ciudad de Asunción en un SVA-5, causando sensación en la población. Al día siguiente 8 de julio, el biplano F.K.8 piloteado por Stewart y acompañado por Francisco Cusmanich y un S.V.A. 5 del Sgto. Bó partieron para una misión de bombardeo sobre las posiciones rebeldes. Debido a problemas técnicos, el Sgto. Bó debió retornar a su base, mientras que el F.K.8 prosiguió con la misión. En las cercanías de Pirayú, tropas rebeldes atacaron al biplano con fusiles. Al parecer un proyectil dio en el caño conductor del combustible, lo que hizo que se generara un incendio en el aparato. Stewart intentó vanamente tratar de aterrizar, mientras que Cusmanich saltó del aparato en la desesperación del incendio y sabiendo que las bombas abordo estallarían, pero al no tener paracaídas, murió en el impacto. El incendio produjo la detonación de las bombas con la consecuente destrucción del aparato y la muerte instantánea de Stewart. Los restos se estrellaron en las cercanías de la estación del ferrocarril del mencionado pueblo.

Unos días después, también los rebeldes empezaron a contratar a pilotos extranjeros para poder contar con poder aéreo. Es así que el primero en ser contratado fue el Sargento aviador Angelo Pescarmona, piloto italiano veteraño también de la Primera Guerra Mundial, habiendo prestado servicio en la 131a Squadriglia. Pescarmona poseía un Ansaldo S.V.A. 5 y el día 15 de julio, bien temprano a la mañana, despegó de Buenos Aires (Argentina) con destino a Paraguay. Tuvo una serie de inconvenientes mecánicos con su SVA, por lo que tuvo que hacer una escala técnica en Concordia. Luego de solucionar el problema, despegó, llegando hasta la ciudad de Santo Tomé, en la Provincia de Corrientes (Argentina), donde sufrió un accidente, del cual salió ileso, pero su máquina quedó destruida.

Durante el mes de agosto, el Sgto. Bó y varios compañeros, se trasladan a la ciudad de Villarrica, nueva sede del Comando del Ejército Gubernista. Desde allí, realizó una serie de misiones de reconocimiento y bombardeo sobre las posiciones rebeldes con el SPAD-Herbemont S.XX. Durante dicho mes, otros aviadores italiaños, Carlo Paoli y Cosimo Damiaño Rizzotto, ofrecieron sus servicios al gobierno desde la Argentina, siendo contratados. El Sargento aviador Rizzotto fue un as italiano durante la Primera Guerra Mundial, habiendo prestado servicios en la 77a Squadriglia con aviones Nieuport X y luego con Nieuport XI y SPAD VII, habiendo derribado cinco aviones enemigos.

Rizzotto trajo un Breguet XIV al Paraguay, realizando varias misiones de reconocimiento y bombardeo sobre posiciones rebeldes. Dicho aparato había sido comprado por el gobierno paraguayo en Bs.As. por la suma de 20.000 pesos argentinos. El 25 de agosto, a las 10:50 AM y volando a no más de 200 metros de altura, en una rutinaria misión de reconocimiento, el Breguet XIV sufrió la rotura de la hélice, con un posterior incendio en el motor. Rizzotto pudo controlar el aparato, aterrizando de emergencia. El Breguet resultó destruido por las llamas, y milagrosamente Rizzotto salió ileso del accidente, después del cual retornó a Argentina.

Ese mismo mes, el Cnel. Chirife logró contratar a varios pilotos, quienes trajeron a Paraguay tres Ansaldo S.V.A. 5 y un S.V.A. 10, teniendo como base el campo aéreo del pueblo de Caí-Puente. A partir de entonces, también los rebeldes realizaron vuelos de reconocimiento y bombardeo de las posiciones gubernistas y no pasó mucho tiempo antes que aparatos de ambos bandos se enfrentaran en el aire. El gobierno paraguayo también contrató los servicios del Teniente aviador Patrick Hassett de nacionalidad inglesa.

El 5 de Septiembre de 1922, un SVA 5 rebelde sobrevoló el campamento gubernista en Salitre-cué a unos 2.000 metros de altura, descendiendo luego para arrojar algunas bombas. Inmediatamente, un SVA 5 gubernista, piloteado por el Tte. Hassett que se encontraba en dicha base, despegó para darle caza al aparato rebelde. Por algunos minutos, se dio el primer duelo aéreo de este conflicto, siendo también el primer combate aéreo en suelo sudamericaño. Hassett ametralló varias veces al aparato rebelde, cuyo piloto decidió abandonar el combate, dirigiéndose rápidamente hacia la base rebelde en Cangó. Al día siguiente, alrededor de las 8:30 AM, se presentó otro SVA 5 rebelde sobre Salitre-cué, ametrallando y arrojando bombas; Hasset volvió a despegar y ambos aparatos se trabaron en combate. El piloto rebelde se mostró mucho más decidido que su camarada del día anterior, ametrallando a Hassett, pero sin lograr derribarlo. Hassett, veterano del Royal Flying Corps en la Primera Guerra Mundial, realizó varias maniobras evasivas con su SVA, pudiendo colocarse en ventajosa posición sobre su enemigo, al cual lo ametralló hiriéndolo, por lo que tuvo que abandonar el combate, aterrizando de emergencia en un bosque en las proximidades de Cangó, dañando seriamente al aparato.

El día 25 del mencionado mes, se dio otro combate aéreo, nuevamente entre aparatos SVA de ambos bandos contendores en la zona de Isla Alta. Hacía varios días que un SVA rebelde sobrevolaba la zona, con la intención de ubicar y bombardear la batería rodante de cañones Vickers montada en un tren gubernista. El comando gubernista dispuso que dicha batería sea colocada en un lugar bien visible, para que actúe como suerte de señuelo, pues al presentarse el avión enemigo, aparatos gubernistas le estarían esperando para darle caza. Cuando apareció el SVA rebelde, el tren se puso en movimiento, atrayéndolo, mientras que el Sgto. Bó despegaba con un SVA 5. Bó atacó al avión rebelde desde mayor altura, cuyo piloto, al verse sorprendido, arrojó sus bombas al azar y abandonó la zona, no sin antes recibir numerosos impactos de las ametralladoras de su atacante. Se inició así una larga persecución que terminó cuando a Bó se le acabaron las municiones y como el aparato rebelde estaba cerca de su base, él primero decidió volver a Isla Alta.

Durante los siguientes meses de la revolución, se dieron varios encuentros como los anteriormente descriptos. Los pilotos rebeldes aprendieron a respetar a sus pares gubernistas, pues evidentemente eran de mayor experiencia. Debido a ésto, muy raramente presentaban combate; cuando cumplían alguna misión y se presentaban los aviones gubernistas, normalmente huían hacia sus bases. Esto permitió que la aviación gubernista realizara casi libremente numerosas incursiones de reconocimiento y bombardeo sobre las bases rebeldes.

En el mes de Octubre de 1922, dos pilotos rebeldes con sus biplanos SVA 5 desertaron, volando hacia la ciudad fronteriza argentina de Ituzaingó, sobre el Río Paraná. Esto dejó a los rebeldes con sólo dos aparatos, pero no por mucho tiempo, ya que en Noviembre, tropas gubernistas capturaron un SVA 5 rebelde intacto, el cual fue incorporado a su aviación. El último aparato rebelde disponible, un SVA 10 quedó en tierra por falta de reparaciones técnicas y también fue capturado. Con esto, desaparece la aviación rebelde.

En los últimos meses de 1922, los aviadores gubernistas siguieron cumpliendo misiones operativas con sus aparatos, algunos de los cuales ya acusaban signos de mucho desgaste. En Febrero de 1923, quedaban en estado de vuelo un SVA 5, un SVA 10, los dos SAML A.3 y el SPAD S.XX.

El 23 de Febrero de 1923 se fundó la Escuela de Aviación Militar por Decreto N° 15.787, cuya sede se estableció en Ñu-Guazú (Campo Grande), cerca de la capital Asunción. Fue nombrado Primer Director, el Sgto. Nicola Bó, y a Giuseppe Barbenza y Giuseppe Bó (éste último hermano de Nicola) como mecánicos. La primera dotación de aviones de la escuela estuvo constituida por los aparatos sobrevivientes de la revolución ya mencionados. El resto de los aparatos que ya no se encontraban en estado de vuelo, fueron utilizados como fuente de repuestos.

Mientras tanto, seguían los combates esporádicos contra las menguadas tropas rebeldes, sin ya la intervención de la aviación. Al fallecer el Cnel. Chirife, víctima de una pulmonía en las selvas el 18 de Mayo, la revolución prácticamente se extinguió.

Termina así el primer conflicto sudamericano en donde la aviación fue utilizada como arma de guerra.

Fuente: Air & Space Volumen XVIII, Segundo Trimestre 2006

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