22 de octubre de 2020

ITALIA EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA: EL CAPITÁN VILLEGAS Y EL ORIGEN DE LA AVIACIÓN LEGIONARIA DE BALEARES

 


Por Manuel Aguilera Povedano
[1]

 

 

Introducción

 

El Juzgado de Instrucción Nº 28 de Barcelona abrió una investigación en 2013 sobre los bombardeos italianos en Cataluña durante la Guerra Civil Española por tratarse de “un crimen contra la humanidad”. Aunque los tribunales italianos no colaboran con la investigación, en 2018 la causa sigue abierta[2]. La gran mayoría de aquellos ataques salió de la base aérea italiana de Mallorca, la llamada Aviación Legionaria de Baleares, ubicada en el aeródromo de Son Sant Joan (actual aeropuerto de Palma). Un contingente de 300 hombres martilleó sin descanso las ciudades del Levante republicano, desde Gerona a Murcia, siguiendo órdenes directas de Roma. El resultado fue la muerte de cerca de 5.000 personas, 2.500 sólo en Barcelona[3].

 

Hasta ahora creíamos que la creación de la base era una consecuencia de la ayuda pedida a Italia por los militares sublevados en Mallorca durante el Desembarco de Bayo.  Sin embargo, gracias a un documento inédito que hacemos público en este artículo, sabemos que fue una propuesta oficial de uno de los principales emisarios de Franco en Roma, el Agregado Militar a la Embajada: el Capitán Manuel Villegas Gardoqui. En la solicitud no sólo se propone la defensa de la isla sino un plan de bombardeos masivos contra la costa peninsular para acabar con la moral de la retaguardia enemiga.

 

Para contrastar el contenido de este documento y contextualizar la historia hemos usado principalmente documentos del archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores italiano (sobre todo el Ufficio Spagna), del Archivo General Militar de Ávila (Hojas de Servicios), del Public Record Office –Foreign Office– (la atención del Reino Unido sobre Baleares fue constante) y prensa de la época. Asimismo, hemos revisado los principales trabajos científicos sobre la guerra civil en Mallorca (Massot Muntaner, Martínez Bande y Negreira), sobre los bombardeos en Levante (Solé/Villarroya, In-fiesta y Maluquer) y la amplia bibliografía sobre la intervención italiana en la Guerra Civil Española: Coverdale, Heiberg, Rovighi/Stefani, Mattioli, Quartararo, Saz, Rizo, Vaquero, Moradiellos, Rodrigo y Viñas, entre otros.

 

Los contactos con Mussolini

 

Varias investigaciones han revelado los contactos de la derecha española con Mussolini en la preparación del golpe del 18 de julio de 1936. Los trabajos más seguidos, por ser los primeros y más completos, son los de John F. Coverdale e Ismael Saz. Asimismo, hay publicaciones recientes imprescindibles como las de Morten Heiberg, José Miguel Campo Rizo, Dimas Vaquero y Javier Rodrigo.

 

Desde el fracasado golpe de Sanjurjo en 1932, el gobierno fascista italiano tomó la decisión de apoyar a los opositores a la República, aunque siempre de manera sutil. Sus intereses nunca fueron muy evidentes porque quería llevarse bien con España y no aumentar el recelo de las potencias democráticas, sobre todo de Francia, su “obsesión”[4]. En cualquier caso, falangistas, monárquicos y carlistas firmaron un pacto secreto con Mussolini en 1934, recibieron su apoyo económico y esperaban su ayuda político-militar cuando llegara el momento[5].

 

Ese día fue el 17 de julio de 1936, pero la respuesta no fue la esperada. Ante la noticia del golpe militar, el duce se mostró “tibio”[6]. Después de la sanjurjada, temía involucrarse en un fracaso y prefería mantenerse a la expectativa. Varios emisarios españoles, incluso el rey Alfonso XIII, que estaba en Roma, le rogaron la intervención inmediata, pero el gobierno italiano no movió un dedo. Sólo aseguró que “no permitiría un régimen soviético en España”. Los acontecimientos en los primeros días de guerra le llevarían a cambiar de opinión. Las noticias eran que en la zona republicana había una revolución obrera y ascendía el Partido Comunista. Además, otros países sí se atrevían a implicarse:  corría el rumor (falso) de que el gobierno del Frente Popular francés iba a enviar armas a la República. España se estaba convirtiendo en “el  reñidero  de  Europa” e  Italia  se  estaba  quedando  al  margen[7].

 

Franco contactó directamente con Mussolini mediante el Agregado Militar del consulado italiano en Tánger, Giuseppe Luccardi, y le pidió 12 aviones de transporte para el ejército de África a la península.  El duce siguió sin reaccionar y Luccardi le avisó de que Hitler sí iba a enviar aviones[8]. Aquello afectó al ego de Mussolini que temía perder influencia en España, así que movió fichas. Como ha concluido recientemente Javier Rodrigo, “más que el riesgo, casi propagandístico, de expansión comunista, lo que el duce podía temer era la pérdida de hegemonía política”[9].



 

El 25 de julio de 1936 el ministro de Exteriores, el conde Galeazzo Ciano, yerno de Mussolini, accedió a reunirse con el monárquico Antonio Goicoechea y le prometió los aviones de Franco si se pagaban por adelantado. El dinero lo puso el financiero mallorquín Juan March (un millón de libras esterlinas) y el 28 de julio salieron 12  bombarderos Savoia-Marchetti SM81 desde Cerdeña hacia Melilla[10]. Como vemos, el gobierno italiano había tardado 10 días en reaccionar. Ángel Viñas ha revelado recientemente que hubo otra compra de material más ambiciosa unos días antes. El empresario monárquico Pedro Sainz Rodríguez había firmado un contrato por orden de Mola el 1 de julio de 1936 con la empresa italiana SIAI por 39 millones de liras (339 millones de euros) para adquirir 15 bombarderos SM81, 33 cazas CR32, 3 cazas Macchi 41 y 5 hidroaviones, cuatro de ellos para Baleares. También miles de proyectiles de bombardeo[11].

 

Había otros agentes en Roma partidarios de los sublevados, como el Almirante Antonio Magaz, el carlista Luis María Zunzunegui o el periodista de ABC Luis Bolín (enviado oficial de Franco)[12]. Todos tuvieron su papel en la presión al gobierno italiano. Sin embargo, creemos que hay una persona clave que apenas ha sido citada en las publicaciones sobre el tema:  Manuel Villegas Gardoqui, Agregado Militar a la Embajada Española en Roma.  Algunos lo confunden con el General Rafael Villegas Montesinos, que se sublevó en Madrid con Fanjul y murió asesinado el 23 de agosto[13]. El único autor que da cierta importancia a Manuel Villegas es Morten Heiberg. Dice de él que era “la opción más evidente” de los sublevados para tener los primeros contactos con Mussolini. La hija de Luis de Zulueta, último embajador republicano ante la Santa Sede, dice en sus memorias que Manuel Villegas llevaba tiempo negociando la intervención italiana. Durante la guerra se convirtió en el emisario oficial de Franco ante el duce así que en las negociaciones previas debió tener cierto protagonismo. Heiberg dice que “en las zonas abiertas al público de los archivos militares romanos no hay rastro de los contactos de Villegas con los militares italianos”[14].  Sin embargo, sí hay evidencias de sus contactos políticos en archivos diplomáticos italianos y en fondos militares españoles.

 

La situación en la Embajada

 

La Embajada Española ante la Santa Sede pasó rápido a manos de los sublevados por la huida de su titular, Luis de Zulueta. Sin embargo, la Embajada ante el gobierno italiano dio más problemas. El embajador Manuel Aguirre de Cárcer envió un telegrama de adhesión al gobierno republicano el 22 de julio. Los militares de la sede estaban con los sublevados así que cuando se enteraron del telegrama decidieron tomar la embajada por la fuerza. El Agregado Militar, Manuel Villegas, y el Agregado Naval, Rafael Estrada, entraron en el despacho de Aguirre pistola en mano y le obligaron a dimitir. El 27 de julio el embajador comunicó a Madrid que no podía entrar en la embajada y el gobierno respondió dando de baja a los dos militares[15]. Intentó arreglar la situación nombrando nuevo embajador a José María Aguinaga, pero ya era tarde.

 

Roma era tierra hostil para cualquier representante del Frente Popular. Tanto Aguirre como Aguinaga se tuvieron que marchar de Italia y dejar la Embajada en manos de Villegas y Estrada. La sede se convirtió entonces en una oficina de reclutamiento para el ejército sublevado[16].

 

La Hoja de Servicios de Villegas le arroga el éxito del golpe en la Embajada[17]:

 

En el mes de julio de 1936, al empezar el glorioso movimiento nacional, hizo pública  adhesión  al  mismo,  por  lo  que  el  Frente  Popular  lo  destituyó  de  su  cargo de Agregado Militar a la Embajada de España en Roma, según orden del 29 de julio de 1936 publicada en la Gaceta de Madrid Nº2/2, a pesar de lo cual continuó  actuando  a  favor  del  movimiento  desde  su  puesto,  consiguiendo,  en  unión  a  elementos  adeptos,  apoderarse  de  la  Embajada,  después  de  expulsar  de la misma al representante de la misma del Gobierno del Frente Popular y al que días después fue designado para sustituirle, y contribuyendo con su actitud y gestiones a que no quedara en Italia en el mes de agosto ningún representante diplomático ni consular del Frente Popular acreditado ante las autoridades italianas.

 

Emisarios de Mallorca

 

Mallorca estaba en manos de los sublevados desde el principio y se había quedado aislada en la retaguardia republicana junto a la isla de Ibiza. Aviones procedentes de Barcelona lanzaban sus primeras bombas y la isla no tenía manera de defenderse porque carecía de aviación y baterías antiaéreas. El 1 de agosto dos submarinos republicanos tomaron la isla de Cabrera. El día 9 la columna procedente de Barcelona del Capitán de aviación Alberto Bayo desembarcó en Ibiza. La guarnición de Mallorca se preparaba para un desembarco republicano en el este de la isla, así que dispuso tres columnas motorizadas para la defensa.  Contaba con casi 3.000 hombres bien armados con artillería[18].  Sin embargo, sin aviación ni armada, no había victoria posible. Necesitaban urgentemente aviones y el mejor sitio para obtenerlos era Italia.

 

El 2 de agosto (un día después de caer Cabrera) los sublevados en Mallorca enviaron sus propios emisarios a Roma: el Capitán de artillería Miquel Tomás y el civil Martín Pou Rosselló. Su periplo comenzó muy mal. No les hicieron caso y llegaron a detenerlos[19]. Los pocos que les ayudaron fueron Pedro Sainz Rodríguez y Manuel Villegas Gardoqui. Intervinieron por ellos y consiguieron el sí de Italia, pero en las mismas condiciones:  pago por adelantado de tres millones de liras.  Los emisarios mallorquines enviaron el siguiente telegrama al líder de Falange en la isla, Alfonso de Zayas[20]:

 

Marqués de Zayas. Calle de Ribera. Palma de Mallorca. Encauzadas gestiones impresiones excelentes. Habla Tonet también telegrafiado. Imprescindible sin contemplaciones depositar alrededor tres millones liras consulado italiano. Construid urgentemente hangares disimulados o subterráneos treinta metros luz para cuatro aparatos. Preparad campo San Juan y otros, interior condiciones inmejorables. Imprescindible máxima reserva evitar complicación internacional impediría asunto. Energía inexorable triunfo seguro. Pou y Tomás.

 

Alfonso de Zayas y el propio Juan March pusieron dinero e iniciaron una colecta popular. Sacaron además todo el oro de la sucursal del banco de España y en tiempo récord recaudaron 3,4 millones de liras que cargaron en el barco italiano Maestrale rumbo a Roma. Mussolini no movería un dedo hasta verlo ingresado en un banco italiano[21].

 

El 16 de agosto comenzó el desembarco de la columna de Bayo en el este de Mallorca.  Cerca de 4.000 milicianos catalanes tomaron una línea de costa en los municipios de Manacor, Sant Llorenç y Son Servera. Controlaban el mar y el aire con hidroaviones. La noticia llegó a Italia y Mussolini envió enseguida tres hidros Savoia-Marchetti S.55 que amerizaron en la bahía de Pollença. El 19 de agosto atacaron las posiciones republicanas pero su papel fue testimonial porque pronto se quedaron sin bombas. Los hidros republicanos los localizaron en Palma y los inutilizaron sin sufrir bajas. La ayuda fascista había sido irrisoria[22].

 

El agregado naval a la Embajada Española en Roma, Rafael Estrada, cuenta en sus memorias que la misión mallorquina se esperaba otro tipo de trato en  Italia[23] pero a partir del 20 de agosto todo cambió. Ese día todos eran conscientes de que Mallorca necesitaba algo más que tres hidros mal equipados. Precisaba cazas y bombarderos. Manuel Villegas redactó una ambiciosa propuesta titulada “Utilización de Mallorca como base aérea puntual” que pedía la creación de una fuerza aérea en la isla no sólo para defenderla sino para atacar todo el Levante republicano. La envió al ministro de Exteriores, el conde Ciano, que la valoró de “muy interesante” y la pasó al subsecretario del Estado para la Aeronáutica, el General Giuseppe Valle, para que la pusiera en marcha. El 22 de agosto Ciano añadió un mapa de Barcelona con los objetivos que debía “golpear” marcados en rojo. Los documentos se guardan en el archivo del Ministerio de Exteriores de Italia[24].



 

Desde Palma, el Capitán Carlo Margottini, comandante del crucero italiano Fiume, fondeado en la bahía, pedía también aviones en un telegrama del 24 de agosto: “Confirmo la opinión de que, si bien la situación puede derrumbarse en cualquier momento,  todavía  puede  ser  dominada  fácilmente  con  una  intervención  rápida  y  enérgica de un asesor y de la aviación”[25].

 

Italia preparó un envío urgente en el barco Morandi con tres cazas Fiat CR32, tres hidros Macchi 52, unos 300 bidones de gasolina, 12 ametralladoras, 97.000 proyectiles de batería antiaérea y un número indeterminado de bombas de aviación. El arsenal estaba listo pero el navío tardó varios días en zarpar, al parecer por falta de garantías económicas. Tuvo que personarse en Roma el propio Juan March para resolver el problema[26].

 

Los aviones llegaron desmontados a Mallorca el 27 de agosto de 1936. Se descargaron de noche para burlar a los observadores internacionales del puerto de Palma y se trabajó en ellos hasta el alba. Aquellos seis aviones fueron el origen de la Aviación Legionaria de Baleares. Intervinieron a media mañana del 28 de agosto y cambiaron el signo de la batalla. Inutilizaron tres hidros enemigos y pusieron en fuga a varios barcos de transporte. Los republicanos perdieron el control del aire y los nacionales lo celebraron. El falangista mallorquín Ferrari Billoch escribió: “¡Ya teníamos aparatos de caza! Una alegría desbordante elevó nuestros corazones. los soldados tiraban los fusiles al aire, locos de contentos. Nos abrazábamos y saltábamos”[27]. A partir de ese día los republicanos empezaron a perder terreno y el 4 de septiembre reembarcaron todos (o casi todos) rumbo a Barcelona. La batalla había terminado. Aquellos días llegó también a la isla el asesor que había pedido Margottini: un escuadrista fascista llamado Arconovaldo Bonaccorsi, más conocido como el Conde Rossi. Las autoridades nacionales le siguieron el juego al inicio porque era el responsable del arsenal italiano. Él aprovechó la situación para desatar una salvaje represión[28].El éxito de la ayuda italiana a Mallorca tiene varios padres. Sin embargo, creemos determinante la gestión de Villegas a través de su propuesta firmada el 20 de agosto. Refrenda esta tesis su Hoja de Servicios[29]:

 

Durante los meses de agosto, septiembre y octubre colaboró con el representante en Roma del Gobierno Nacional de Burgos en las gestiones encaminadas a lograr del Gobierno italiano material de guerra, entre estos los primeros aparatos de aviación que llegaron a Mallorca cuando en la isla se estaba efectuando el desembarco del segundo escalón de milicianos rojos cuya misión era la ocupación de dicha isla.

 

La propuesta de Villegas

 

La propuesta de creación de la base aérea en Mallorca y en, consecuencia, la Aviación Legionaria de Baleares, tiene tres páginas escritas en castellano en papel sellado del Agregado Militar de la Embajada de España en Italia.  Termina con una fecha: 20 de agosto de 1936; y una firma perfectamente legible: Manuel Villegas. En el encabezado aparece escrito a mano y en rojo: “Confidencial-urgente”. Al final hay otra nota añadida: “Importante. Los ataques catalanes a las Islas Baleares se hacen por orden expresa del Frente Popular francés”[30]. Como vemos, Villegas recurrió a la “obsesión”[31] de Mussolini para justificar la intervención.

 

En el preámbulo se justifica la importancia del proyecto: la situación “más bien desfavorable” en Mallorca “que a todo trance y sin pérdida de momento es preciso hacer desaparecer”. Avisa de que la posible conquista “comunista” de la isla “tendría irreparables consecuencias en el desarrollo de las futuras operaciones contra Cataluña”. Por ello, “para asegurarnos ya desde ahora la posibilidad de anular las ventajas iniciales conseguidas por los rojos, se propone utilizar Mallorca como base aérea”.

 

El documento[32] establece dos misiones: una defensiva para impedir incursiones y desembarcos desde Barcelona y Mahón, y otra ofensiva mucho más amplia y detallada.  Pide a los italianos tres acciones: “Continuos bombardeos sobre Mahón”, “impedir el tráfico marítimo desde la frontera franco-española de Cataluña hasta Alicante e incluso Almería” y “ejecutar acciones de bombardeo” sobre Barcelona y demás ciudades del Mediterráneo. Sobre estas últimas, primero indica unos objetivos específicos como puertos, aeródromos, ferrocarriles y fábricas de guerra. Cita las “fábricas de pólvoras y explosivos de Murcia” y los “ferrocarriles Madrid-Valencia y Barcelona-Valencia-Alicante” porque eran las principales vías “por donde pueden llegar abastecimientos a las fuerzas rojas del centro de España”.  Luego añade un objetivo más genérico que viene a dar carta blanca a los italianos: “Demás objetivos cuya destrucción pueda tener repercusiones de carácter moral o material”. Para ello, solicita 12 bombarderos (aumentables a 18), una escuadrilla de caza y “material de bombardeo suficiente”. Añade que en cuanto la economía lo permita, “dichos elementos aéreos convendrá reforzarlos todo lo posible, especialmente los aparatos de gran bombardeo”.

 

Recuerda que su actividad deberá coordinarse con la Armada nacional: “En el momento que la flota adicta a nuestra causa, terminada su misión en la costa del Cantábrico, se traslade al Mediterráneo, la presencia en Mallorca de una fuerza aérea importante puede ser de carácter decisivo”. Insiste en que hay que bloquear los puertos y tiene una frase subrayada en rojo: “Los eventuales envíos de Rusia tienen forzosamente que hacerse por vía marítima y precisamente por los puertos de la costa este”.

 

Como vemos, el objetivo inicial era defender la isla con los cazas y a medio plazo bloquear los puertos y destruir todas las vías de suministro del enemigo. No obstante, los bombardeos fueron más allá y afectaron de lleno a la población civil. Insistimos en la carta blanca que da Villegas a los italianos al añadir objetivos de “carácter moral”. Sabemos que dos días después se añadió un mapa de Barcelona a la propuesta con objetivos marcados en rojo. Como hemos explicado, Ciano pasó la propuesta al General Valle para que la pusiera en marcha.

 

Llama la atención que, en un momento tan crítico para Mallorca, en pleno desembarco miliciano, el documento haga constantes referencias a Barcelona.  El mando franquista era consciente del valor de Cataluña en la retaguardia enemiga y sabía que bloquear sus suministros era clave en el transcurso de la guerra. Además, la Columna de Bayo procedía de allí y Palma era la segunda ciudad franquista más bombardeada (la primera fue Córdoba), así que urgía organizar una defensa y contraataque. Sólo el primer mes de guerra, Palma había sido atacada desde el aire 24 veces. Las bombas sobre Mallorca provocaron en toda la guerra 108 víctimas mortales.  La isla tenía 300.000 habitantes, así que en términos relativos afectó a un 0,03% de la población, una cifra muy baja en términos comparativos gracias a la menor agresividad de los bombardeos republicanos y al éxito de la “resistencia pasiva” por parte de la población (en Palma se construyeron cientos de refugios en tiempo récord)[33].

 

La Aviación Legionaria de Baleares

 

A principios de septiembre de 1936 llegaron tres bombarderos trimotores Savoia-Marchetti SM81. La aviación legionaria tenía ya nueve aparatos (con los tres cazas Fiat CR32 y los tres hidros Macchi 52 del 27 de agosto) y 50 hombres en Mallorca[34]. Aquello sería el origen de un contingente llamado Aviazione Legionaria delle Baleari que creció en pocos meses hasta los 300 hombres y dependía del MMIS (Missione Militare in Spagna).

 

Los relevos fueron muy frecuentes, incluso en los mandos. En poco más de dos años hubo cinco Generales al frente, por este orden: Gallo, Appignani, Velardi, Monti y Maceratini[35]. En 1937 llegó a Mallorca Ramón Franco, hermano del generalísimo, como comandante de toda la aviación de la isla, pero los italianos siguieron actuando por su cuenta. Seguían órdenes directas de Roma (sin pasar por los mandos del Corpo Truppe Volontarie –CTV–, en la península)[36], en concreto Valle y Ciano, incluso en los  bombardeos.  Esto les causaría algunos problemas con el propio Francisco Franco[37].

 

En Mallorca no había ninguna base aérea en condiciones así que tuvieron que crear la suya propia.  Los italianos adaptaron las pistas de Son Sant Joan (actual aeropuerto de Palma), Son Bonet, Inca, Alcudia y Ses Salines. La única que no localizarían los republicanos sería  la  de  Ses  Salines[38].  De hecho, todavía hoy no se ha publicado un trabajo que demuestre dónde se encontraba exactamente.  La más importante, por su cercanía a la capital, sería la de Son Sant Joan. Los italianos se alojaron en el Hotel Mediterráneo y el Gran Hotel, los mejores de Palma, e instalaron su sede administrativa al este de la ciudad, en la casa del último alcalde republicano de Palma, Emili Darder[39].

 

El primer bombardeo de la Aviación Legionaria sobre una población se realizó contra Ibiza el domingo 13 de septiembre de 1936. Los SM81 arrojaron 2.000 kilos de bombas contra el puerto y asesinaron a 40 personas. Una de ellas cayó en un restaurante, la Fonda Can Cires, y mató a 20 personas en el acto[40].

 

La fuerza aérea italiana fue creciendo hasta contar a finales de 1937 con 64 aparatos. Había 15 cazas Fiat CR32 biplanos que se encargaban de defender la isla, escoltar bombarderos y realizar labores de observación. Estaban divididos en dos brigadas y se hacían llamar Falchi delle Baleari (Halcones de Baleares).  Luego había 12 bombarderos SM81 también divididos en dos grupos que se usaban para operaciones nocturnas a causa de su baja velocidad y limitado armamento defensivo. Como solo actuaban de noche, les llamaban Pipistrelli delle Balleari (Murciélagos de Baleares). A partir de febrero de 1937 contarían con otros mejores: 15 aviones de bombardeo SM79, lo mejor que tenía Italia. Eran trimotores modernos y rápidos, con récord de velocidad en formación. Ni siquiera necesitaban los cazas de escolta para efectuar una media de tres misiones al día, con formaciones alternas de tres, cinco, diez o más aviones. Uno de sus pilotos fue Bruno Mussolini, tercer hijo del duce, que no se quiso perder la aventura mallorquina bajo el seudónimo de “señor López”. Massot i Muntaner ha concluido que sólo su avión arrojó más de ocho toneladas de bombas sobre el Levante republicano. Por último, había 22 hidroaviones bastante viejos para controlar las actividades de Menorca[41].

 

A pesar de ser una fuerza aérea importante en el contexto de la guerra civil, la Aviación Legionaria de Baleares sufría algunas carencias. Por ejemplo, los aviones no tenían radares ni radios de contacto con tierra. El Capitán Luigi Mancini cuenta en sus memorias que en las labores de observación tenían que avisar al personal de tierra con una serie de piruetas en el cielo. En una de estas, el Teniente Alfredo Sangiorgi, alias Alfredo Sambocuccio (según su seudónimo para la guerra), perdió el control del avión y murió.  Fue enterrado en el cementerio municipal de Palma.  Todavía se conservan allí los  restos  de  los  66  italianos  que  murieron  en  Mallorca  durante la guerra civil[42].

 

La Aviación Legionaria de Baleares convirtió a Mallorca en, como dijo el historiador Joan Maluquer, “un enorme portaaviones imposible de hundir[43]. Realizó más de 3.000 acciones de bombardeo contra las ciudades del litoral republicano, desde Gerona a Murcia, y causaron cerca de 5.000 víctimas mortales. Derribaron 54 aviones, cortaron las líneas de suministro republicano y acosaron a la marina enemiga en todo el Mediterráneo[44]. La misión cumplió con creces la propuesta de Villegas. Los objetivos de “carácter moral”, es decir, indiscriminados, fueron muy frecuentes[45].La estrategia de Villegas coincide con la afirmación del jefe de la aviación franquista, Alfredo Kindelán: “Franco ordenó un ensayo de actuación desmoralizadora de la población mediante bombardeos aéreos”. Mussolini comunicó que la aviación de Baleares iba a “aterrorizar las líneas rojas, sobre todo los centros urbanos”[46]. También Ricardo de la Cierva habla de una “guerra psicológica”[47]. Solé y Villaroya dicen que los bombardeos fueron “un factor determinante en el deterioro de la moral”: “Por primera vez en la historia, la aviación fue utilizada intensamente en misiones de bombardeo sobre la retaguardia”[48].

 

El propio Manuel Villegas disertó sobre el tema desde un punto de vista estrictamente militar en un libro que publicó sobre la Segunda Guerra Mundial en 1954. En él habla del concepto de “guerra total” que había creado el uso de la aviación: “Durante la última contienda [Segunda Guerra Mundial] se vio que la totalidad de cada país beligerante llegó a ser un verdadero campo de batalla, en el que todos los habitantes, cualquiera que fuese su edad, sexo o condición, al igual que las fuerzas armadas, estaban expuestos a sufrir los riesgos y peligros de los medios bélicos”. Destaca el poder devastador que tienen los bombardeos sobre la “cohesión anímica” de los pueblos[49].

 

Los ataques de la base aérea en Mallorca contra el litoral republicano se agravaron en 1938 debido a la batalla de Teruel y la ofensiva del ejército nacional en el frente de Aragón. Sólo en el mes de enero hubo en Barcelona más muertos que en todo 1937. El más grave fue el que realizaron los italianos entre el 16 y el 18 de marzo de 1938. Lanzaron 12 ataques masivos con 44 toneladas de bombas sobre la población civil de Barcelona. Murieron 1.000 personas. El embajador alemán afirmó que había sido “terrible”[50]:

 

No hay ningún indicio de que se hayan querido tocar objetivos militares.  Centenares de casas y calles han sido destruidos por las bombas (...) Creo que los bombardeos de destrucción cuando no pretenden objetivos netamente militares, no producen el efecto moral que se busca (...) Estoy convencido de que después de la guerra, tanto en España como en el extranjero, se nos criticará duramente. Hay muchas imágenes que atestiguan este horror. De hecho, uno de los principales pasatiempos de los italianos en Mallorca era la fotografía.  Documentaron ellos mismos con fotos desde el avión la destrucción de las ciudades enemigas. Tenían su propio laboratorio en Palma y llegaron a editar en Roma un periódico con las mejores imágenes de los ataques a Cataluña. Se llamó Catalogna, documentario fotografico dell’assedio aereo. Se guarda una copia en el Archivio Centrale dello Stato de Roma. También hay un archivo de fotos de varias ciudades en el fondo Operazione Militare Spagna del Ufficio Storico dell’Aeronautica Militare[51].

 

El 6 de marzo se había hundido el crucero Baleares y la ofensiva franquista sobre Aragón había empezado el 9 de marzo. La orden del salvaje bombardeo del 16-18 de marzo la dio directamente Mussolini para acabar con la moral enemiga. Franco no sabía nada. Así lo cuenta Ciano en sus memorias[52]:

 

La verdad sobre los bombardeos de Barcelona es que Mussolini se los ha ordenado a Valle [General Subsecretario de aviación militar] en la cámara, pocos minutos antes de pronunciar el discurso sobre Austria. Franco no sabía nada y ha pedido suspenderlos, pues crean complicaciones en el extranjero. Mussolini piensa que abaten muy eficazmente la moral de los rojos, mientras las tropas avanzan en Aragón.

 

El General Valle pasó el siguiente telegrama al General Vincenzo Velardi, jefe de la Aviación Legionaria en Baleares: “Iniciar desde esta noche acción violenta sobre Barcelona con martilleo espaciado en el tiempo”[53].

 

Tras este ataque, Burgos emitió una orden para prohibir ataques contra la población civil sin permiso expreso. Decía lo siguiente[54]:

 

En P.M. al 28 de marzo de 1938 – II Año Triunfal.

Objeto: Prohibición de bombardear el casco urbano de poblaciones.

Referencia: Orden del Generalísimo.

I.– En lo sucesivo y a partir de la fecha de la presente Instrucción no se efectuarán bombardeos del casco urbano de poblaciones, sin una orden expresa de la Jefatura del Aire.

II.– Si fuera necesario a alguna Gran Unidad de tierra el bombardeo de determinada población, hará la petición por conducto del jefe de enlace de aviación al C.G. del C. de E.

III.– Las unidades aéreas que reciban como misión atacar objetivos que se expresan con el nombre de alguna población entenderán deben atacar los alrededores de la población y no el casco urbano de la misma.

El General Jefe del Aire.

 

El historiador José Luis Infiesta ha hecho un concienzudo trabajo sobre estos ataques y dice que la Aviación Legionaria de Baleares “gozó de una autonomía casi absoluta, sin duda aún mayor que la que actuaba en la península”. Infiesta llega a exonerar a los aviadores porque ellos se limitaban a cumplir órdenes de sus superiores. A veces las decisiones se tomaban en Roma. Otras directamente en Mallorca[55].Los pilotos siempre han negado estos bombardeos indiscriminados. El Capitán De Luise dice en el libro de Infiesta que se debieron a errores de puntería[56]:

 

Puedo afirmarle que en más de 25 bombardeos efectuados por mí sobre el puerto de Valencia y otros tantos sobre el de Barcelona, ninguna bomba tocó dichas ciudades, si acaso alguna casa en las inmediaciones (...) Y fue sólo debido a error de mira, defectos en el sistema de enganche de las bombas o al fuerte viento.

 

A pesar de las órdenes de Burgos, las acciones de la Aviación Legionaria contra el litoral republicano continuaron y, a medida que los nacionales iban ocupando ciudades, el número de objetivos se reducía.

 

El tema llegó a la Asamblea de la Sociedad de Naciones en Ginebra que resolvió el 30 de septiembre de 1938 que el bombardeo de poblaciones civiles no respondía “a ninguna necesidad militar” y que no hacía “más que causar sufrimientos superfluos”. Por ello, estableció tres principios:

 

1. El bombardeo intencionado de poblaciones civiles es contrario al derecho.

2.  Los objetivos a que se apunte desde el aire deben ser objetivos militares legítimos y deben poder ser identificados.

3.  Todo ataque contra objetivos militares legítimos debe ser ejecutado de manera que las poblaciones civiles próximas no resulten bombardeadas por negligencia.

 

La Asamblea felicitó al Reino Unido por enviar una comitiva a España para evaluar los daños de los bombardeos en poblaciones civiles[57].

 

A pesar de Burgos y la Sociedad de Naciones, los ataques continuaron.  Solé  y  Villarroya apuntan que “una parte considerable” de los bombardeos se produjeron a partir del 22 de diciembre de 1938, cuando la guerra estaba totalmente decidida: “No existe justificación alguna para los bombardeos que sufrieron muchos pueblos catalanes y levantinos en los últimos meses de la contienda, y menos si tenemos en cuenta que, en algunos de estos bombardeos, la mayoría de las víctimas fueron mujeres y niños”[58].

 

En los primeros meses de 1939 se disolvió la Aviación Legionaria de Baleares muy a pesar de los deseos de Mussolini. Recordemos que la propuesta de Villegas especificaba en el título que la base aérea era “eventual”, es decir, temporal. Saz asegura que Mussolini nunca pretendió “la adquisición de una parte del territorio español[59]”. Sin embargo, Quartararo sí cree podría haber habido una promesa verbal por parte de Franco de poder utilizar las bases que los propios italianos construyeran en Mallorca.  De ahí el esfuerzo en construir el aeródromo de Son Sant Joan. Quartararo dice que esa era la aspiración mínima de Mussolini: el uso de las bases. Su máxima era “poner Mallorca bajo el directo control político y militar de Italia”. Creemos que la renuncia definitiva a hacerlo viene de la presión internacional. Las posiciones de Reino Unido y Francia hacían inviable el mantenimiento de los pilotos italianos en Mallorca. Ambas potencias temían que en una futura guerra desde la isla se cortaran las líneas de suministro de Francia con Argelia y Marruecos y de Reino Unido con Gibraltar, Malta y Egipto.  Por ello, habían consultado en varias ocasiones a Mussolini y éste les había garantizado que no mantendría ninguna base en la isla. Hay decenas de referencias a estas consultas en los archivos del Foreign Office. El gobierno y la prensa británicas estaban muy pendientes de lo que pasaba en Mallorca[60].

 

El Capitán Villegas

 

Manuel Villegas Gardoqui nació en Valladolid el 25 de noviembre de 1894. Su padre era Capitán y con sólo 16 años ingresó en el arma de Caballería. Con 28 años alcanzó el grado de Capitán y fue trasladado al Ejército de África: de la comandancia general de Larache a la de Ceuta[61]. En 1931 ya sabía italiano y tradujo junto al Coronel José María Troncoso Sagredo la obra Síntesis político militar de la Guerra Mundial, escrita por el Coronel italiano Caracciolo.

 

En 1932 fue nombrado profesor de la Escuela Superior de Guerra[62] y publicó su primer  libro:  La guerra en Rumanía (operaciones de Transilvania, año 1916).  En diciembre de 1935 pasó al puesto de Agregado Militar a la Embajada de España en Roma y las delegaciones de Sofía, Bucarest, Estambul y Atenas.

 

Como hemos contado, tras el golpe franquista Villegas se hizo con el control de la Embajada y la puso al servicio de la sublevación.  El 13 de septiembre de 1936 la República inició un juicio sumarísimo contra él y el Agregado Naval Rafael Estrada por “delito de rebelión” y por haber “participado y exteriorizado en la radio su adhesión” al alzamiento de Franco.  El Tribunal Popular de Responsabilidades Civiles de la República condenó a ambos y el juez José Orbeta les impuso una pena que, evidentemente, nunca cumplieron: cadena perpetua, una indemnización de tres millones de pesetas, y la pérdida de sus empleos, sueldos, pensiones, honores y derechos militares[63].

 

El 5 noviembre de 1936, “dada por terminada su misión en Italia y por propia iniciativa”, embarcó en Nápoles y llegó a Gibraltar el día 7. Primero fue a Sevilla y después a Salamanca para servir en el Estado Mayor de Franco como jefe de la 4ª sección (abastecimientos, comunicaciones y transportes). El 24 de noviembre sirvió en el frente de Madrid como enlace entre Franco y Varela. Participó en la ocupación de los pueblos de Humera y Pozuelo de Alarcón. El 21 de diciembre se le confirmó en el cargo de Agregado Militar a la Embajada de España en Roma, pero sirviendo en el Estado Mayor de Franco y terminó el año sirviendo de nuevo en Madrid de enlace entre Franco y Orgaz.

 

En 1937 participó en operaciones de Madrid en Villanueva del Pardillo, Las Rozas y Majadahonda. En marzo estuvo en Navalcarnero como jefe de Operaciones en el Estado Mayor del General Andrés Saliquet. Dirigió la última fase de la importante toma del Pingarrón en la Batalla del Jarama.

 

El 19 de marzo de 1937, después de la derrota italiana en Guadalajara, Franco lo eligió como emisario para ir a Roma y convencer a Mussolini de que sus tropas actuaran bajo órdenes españolas. Mussolini recibió a Villegas en el Palazzo Venezia y éste le entregó la carta de Franco. La reunión fue un éxito porque Mussolini aceptó todas las exigencias[64].

 

Volvió el 31 de marzo al Estado Mayor de Franco.  El 26 de abril salió para el frente de Bilbao como enlace entre Franco y el General José Solchaga, jefe de las brigadas de Navarra. Participó con la brigada mixta “flechas negras” en la ocupación de Durango, Lekeitio, Guernica y Bermeo. El 3 de mayo volvió a Italia en otra comisión de servicio hasta el día 28.

 

Volvió a Italia el 17 de junio hasta el 6 de septiembre de 1937. En octubre de 1937 estuvo en Asturias como enlace entre Franco y el General Aranda y participó en la ocupación de Gijón. El 3 de enero de 1938 estuvo en Teruel como enlace de Franco con el Cuerpo de Ejército de Galicia y participó en las operaciones de defensa ante la ofensiva republicana, concretamente en la muela de Teruel y la conquista de las alturas al este de Villalba Baja y Tortajada[65].

 

El 16 de marzo de 1938 volvió a Italia en comisión de servicio hasta el 25 de abril. En marzo 1938 ascendió a Teniente Coronel. En mayo y junio sirvió de enlace en los frentes de Aragón y Castellón y luego fue nombrado jefe de enlace del Ejército del Norte en el frente de Teruel.

 

El 14 de septiembre de 1938 fue enviado de nuevo a Roma hasta el 27 de noviembre. El 5 de enero de 1939 sirvió en el frente de Andalucía para detener la ofensiva republicana en el sector de Extremadura.  Fue nombrado jefe de Estado Mayor de las divisiones del General Francisco García Escámez.  En Badajoz dirigió las operaciones en Castuera, Monterrubio de la Serena y Peraleda del Zancejo. Consiguió conquistar los pueblos cordobeses de Los Blázquez y Valsequillo. Por último, el 28 de marzo de 1939 estuvo en la ocupación de Madrid.

 

Mussolini le concedió las medallas de Comendador de la Orden de la Corona de Italia y del mérito de guerra italiana “como recompensa a su colaboración con las tropas voluntarias italianas” en la campaña española. También tenía la Cruz del Mérito de la Orden del Águila alemana de 1ª clase con espadas[66].

 

En agosto de 1939 se instaló definitivamente en Roma como Agregado Militar de la Embajada y secretario de la misión militar española en Italia hasta fin de marzo de 1943. Llegó a estar en el frente de guerra de Italia contra Francia.

 

Manuel Ros y Morten Heiberg revelan que en enero de 1944 el servicio de inteligencia de los EEUU lo tenía vigilado por ser el “enlace personal de Franco con Mussolini”, pues “se consideraba que probablemente fuera de tendencias alemanas”. La documentación, no obstante, no deja claro qué papel desempeñaba Villegas dentro de los servicios de inteligencia españoles[67].

 

Acabada la II Guerra Mundial y de vuelta a España tuvo varios cargos.  El 27 de junio de 1946 era Coronel de Estado Mayor y fue recibido por Franco en El Pardo[68]. En 1952 fue ascendido a General de División y nombrado director de la Escuela de Estado Mayor.  En 1954 publicó su segundo libro:  La Segunda Guerra Mundial. En 1957 era gobernador militar de Navarra encargado de la lucha contra los maquis.  El 13 de noviembre volvió a recibirle Franco.  El 28 de noviembre de 1962 pasó a la reserva. En 1972 ascendió a Teniente General con carácter honorífico. Falleció el 27 de enero de 1981[69].

 

Conclusiones

 

La creación de la base aérea italiana en Mallorca y la Aviación Legionaria de Baleares respondió a una petición formal de los militares sublevados a través del Agregado Militar en la Embajada de España en Roma.  El Capitán Manuel Villegas Gardoqui fue un elemento clave en el inicio de la Guerra Civil Española. Él fue quien puso la Embajada de España en Roma al servicio de la sublevación militar y quien tramitó la imprescindible ayuda de Mussolini a Mallorca.  Gracias a Villegas llegaron los primeros cazas y bombarderos a la isla, cuya intervención el 28 de agosto de 1936 fue clave para la derrota del desembarco republicano. Su hoja de servicios le arroga el éxito de conseguir “los primeros aparatos de aviación que llegaron a Mallorca”.

 

En la propuesta de creación de la base aérea se aprecia que Villegas veía la importancia de Mallorca en el transcurso de la guerra, algo que el gobierno republicano, sobre todo Prieto, no supieron ver. Villegas y las autoridades franquistas sabían que la isla era clave para cortar los suministros del enemigo. Coinciden con él la mayoría de los autores.  El General  Ramón  Salas  Larrazábal  ha  escrito  que  la  isla  “era  una  auténtica necesidad militar”[70]. Javier Rodrigo también ha recordado que el control de las Baleares, y sobre todo Mallorca, era “fundamental”: “Evidentemente, ahí se jugaba  uno  de  los  elementos  clave  para  comprender  la  decisión  mussoliniana  de  entrar en guerra, el del control del tráfico marítimo en el Mediterráneo occidental”[71].

 

El Agregado Militar a la Embajada sentó las bases de la Aviación Legionaria de Baleares al solicitar formalmente a Mussolini el 20 de agosto de 1936 la creación de una base aérea italiana en Mallorca con una escuadrilla de caza y 12 bombarderos. Así lo demuestra el documento inédito que lleva su firma y se guarda en el Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores italiano. Además, Villegas diseñó la estrategia de bombardeo del Levante republicano para acabar con los objetivos militares y añadió en su redacción cualquier “objetivo de carácter moral o material”. Esto dio carta blanca a los italianos para atacar a la población civil sin esperar órdenes de Franco. Este fue un tipo de guerra psicológica que martilleó sin descanso la moral de la retaguardia republicana. Las acciones de la Aviación Legionaria de Baleares acabaron con la vida de cerca de 5.000 civiles.  La ciudad más castigada con diferencia fue Barcelona.

 

Mussolini aspiraba a conservar una base aérea o naval en Mallorca para afianzar el control del Mediterráneo occidental y amenazar las vías de suministro británicas y francesas. Sin embargo, la oposición de Franco, Reino Unido y Francia le obligaron a abandonar la isla al final de la guerra.

 

Franco contó con Villegas en sus contactos con Mussolini y reunía las condiciones para ser considerado el emisario oficial. También sirvió de enlace directo del generalísimo en varias batallas importantes de la guerra. En el momento más crítico en las relaciones entre ambos dictadores, tras la derrota italiana en Guadalajara, Franco recurrió a él para arreglar el problema y la reunión con Mussolini fue un éxito. En la Segunda Guerra Mundial siguió sirviendo en la Embajada en Roma y de vuelta a España fue ascendiendo en la carrera militar hasta llegar a Teniente General. En definitiva, Manuel Villegas fue un personaje clave en el devenir del conflicto[72].

 

Referencias bibliográficas

 

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Anexo

 

UTILIZACIÓN DE MALLORCA COMO BASE AÉREA EVENTUAL

Por la circunstancia de encontrarse la costa de levante dominada aún por las milicias rojas y también por haberse estas apoderado de Menorca, con su puerto militar de Mahón, se ha creado a la causa nacional una situación militar, en esta parte del teatro de lucha, más bien desfavorable, que a todo trance y sin pérdida de momento es preciso hacer desaparecer. La parte del archipiélago balear aún en nuestras manos ha estado desde hace un mes expuesto a las agresiones de las fuerzas aéreas de Barcelona y de Mahón; los desembarcos de los rojos en diferentes islas (intentado últimamente en Mallorca) han sido posibles gracias a contar con toda la costa este de la península y, sobre todo, con el apoyo de Mahón y de las unidades de la Escuadra aún fieles a la causa comunista.

 

Para hacer desaparecer los peligros de esta situación que,  de  empeorar  o  prolongarse, podría tener irreparables consecuencias en el desarrollo de las futuras operaciones contra Cataluña, así como para asegurarnos ya desde ahora la posibilidad  de  anular  las  ventajas  iniciales  conseguidas  por  los  rojos,  se  propone  utilizar Mallorca como base aérea, situando en la isla los elementos necesarios para realizar las siguientes misiones generales:

A)   Defensivas. 

a. Impedir las incursiones aéreas procedentes de Barcelona y Mahón, hasta ahora realizadas por los rojos casi impunemente;

b. Oponerse mediante oportunos bombardeos desde el aire a eventuales desembarcos en dicha isla, objetivo inmediato, al parecer, de las milicias y la Marina roja;

B)   Ofensivas:

a.  Neutralizar el puerto militar de Mahón mediante la ejecución de continuos bombardeos, cuya finalidad debe ser la destrucción de los medios aéreos rojos allí situados, unidades de la Escuadra, submarinos principalmente e instalaciones fijas;

b.   Dificultar, o si es posible, impedir, el tráfico en los puertos situados en la costa desde la frontera franco-española de Cataluña hasta Alicante e incluso Almería, con lo que el abastecimiento de elementos de guerra para los rojos se haría tanto más difícil cuanto más eficaz resulte este bloqueo aéreo. No debe olvidarse la circunstancia de que los eventuales envíos de Rusia tienen forzosamente que hacerse por vía marítima y precisamente por los puertos de la costa este [subrayado en lápiz rojo en el original] de España;

c. Ejecutar acciones de bombardeo:      

       Contra la base aérea de Barcelona, establecimientos industriales dedicados a la fabricación de material de guerra y demás objetivos cuya destrucción pueda tener repercusiones de carácter moral o material;

      Contra los demás puertos del Mediterráneo, fábricas de pólvora y explosivos de Murcia, obras de arte de los ferrocarriles Madrid-Valencia y Barcelona-Valencia-Alicante, única línea ferroviaria por donde pueden llegar abastecimientos a las fuerzas rojas del centro de España.

C)   De cooperación con la Marina de guerra (eventualmente):

En el momento que la flota adicta a nuestra causa, terminada su misión en la costa del Cantábrico, se traslade al Mediterráneo, la presencia en Mallorca de una fuerza aérea importante puede ser de carácter decisivo y, en todo caso, de la mayor utilidad para la eficacia de un bloqueo de la costa en poder de los rojos.

 

Para la ejecución de las misiones antes indicadas, es preciso disponer inmediatamente [subrayado en negro en el original] de un mínimo, a mi juicio, de:

     Doce aparatos de gran bombardeo, en condiciones de vuelo;

    Una escuadrilla de caza;  

    Material de bombardeo suficiente para poder batir eficazmente los objetivos antes indicados.

Apenas lo consientan los medios económicos disponibles y la capacidad de los campos de aviación de la isla de Mallorca, dichos  elementos  aéreos  convendrá  reforzarlos todo lo posible, especialmente los aparatos de gran bombardeo hasta aumentarlos, por lo menos, en un 50 por ciento.

Roma, 20 de agosto de 1936.

EL COMANDANTE DE ESTADO MAYOR (sic)Manuel Villegas



[1] Centro de Enseñanza Superior Alberta Giménez (CESAG) – Universidad Pontificia Comillas ICAI-ICADE (España).

[2] “Italia no proporcionará a la juez una lista de pilotos que participaron en los bombardeos de Barcelona”. Europa Press, 3 de mayo de 2015.  En http://www.europapress.es/nacional/noticia-italia-no-proporcionara-juez-lista-pilotos-participaron-bombardeos-barcelona-20150503121806.html.

[3] Solé, Josep María, y Villarroya, Joan: España en llamas. La guerra civil desde el aire. Madrid, Temas de Hoy, 2003, p. 315.

[4] Vaquero Peláez, Dimas: Mussolini y España, Franco y Mussolini. Unas relaciones difíciles. Zaragoza, Comu-niter, 2017, p. 96.

[5] Quartararo, Rosaria: “Politica fascista nelle Baleari (1936-1939)”. Quaderni della FIAP, nº 23, (1977), Roma, p. 9; Coverdale, John F: La intervención fascista en la Guerra Civil Española. Madrid, Alianza, 1979, p. 61-62; Rodrigo, Javier: La guerra fascista. Italia en la Guerra Civil española, 1936-1939. Madrid, Alianza, 2016, p. 62.

[6] Campo Rizo, José Miguel: La ayuda de Mussolini a Franco en la Guerra Civil Española. Madrid, Arco Libros, 2009, p. 16.

[7] Saz, Ismael: “El fracaso del éxito: Italia en la guerra de España”. Espacio, Tiempo y Forma, Serie V, H. Contem-poránea, t. V (1992), p. 107; Preston, Paul: La República asediada. Hostilidad internacional y conflictos inter-nos durante la Guerra Civil. Barcelona, Península, 1999, p. 43; Moradiellos, Enrique: El reñidero de Europa. Las dimensiones internacionales de la Guerra Civil Española. Barcelona, Península, 2001; Rovighi, Alberto; Stefani, Filippo: La partecipazione italiana alla guerra civile spagnola. Roma, Stato Maggiore Ufficio Storico dell’Esercito, 1992.

[8] Heiberg, Morten: Emperadores del Mediterráneo. Franco, Mussolini y la Guerra Civil Española. Barcelona, Crítica, 2003, p. 63.

[9] Rodrigo, Javier: La guerra... p. 59. 

[10] Coverdale, John F: La intervención... p. 81-82; Saz, Ismael: “El fracaso... p. 114.

[11] Viñas, Ángel: Los mitos del 18 de julio. Barcelona, Crítica, 2013, p. 93.

[12] Campo Rizo, José Miguel: La ayuda... 17; Rodrigo, Javier: La guerra... p. 71.

[13] Alía Miranda, Francisco: Julio de 1936. Conspiración y alzamiento contra la Segunda República. Barcelona, Crítica, 2011, p. 80-81; Juliá Díaz, Santos (coord.): República y Guerra en España (1931-1939). Madrid, Espa-sa, 2006, pp. 225n y 367; De la Cierva, Ricardo: Historia esencial de la Guerra Civil Española. Madrid, Fénix, 2001, pp. 71 y 412.

[14] Heiberg, Morten: Emperadores... pp. 56-57.

[15] Frente Popular, 5 de agosto de 1936, p. 3.

[16] Casanova Gómez, Marina: “El inicio de la guerra civil y sus repercusiones en los diplomáticos españoles acredi-tados ante el Quirinal y el Vaticano”. Espacio, Tiempo y Forma, S. V, Hf Contemporánea, t. IV, (1991), pp. 31-40; Suárez, Luis: Franco, Crónica de un tiempo. TI. Madrid, Actas, 2010, p. 442; Rodrigo, Javier: La guerra...pp. 82-83 y 224.

[17] “Hoja de Servicios del general Manuel Villegas Gardoqui”. Ministerio de Defensa. Archivo general militar de Segovia, Caja 96, Exp. 31, p. 11.

[18] Massot i Muntaner, Josep: El desembarcament de Bayo a Mallorca. Barcelona, Abadia de Montserrat, 1987, p. 157.

[19] Coverdale, John F: La intervención... p. 130.

[20] “Telegrama de Pou y Tomás al Marqués de Zayas”. Sin fecha. Archivo del Ministero degli Affari Esteri. Gabi-netto del Ministro 1923-1943. Nº 1111.

[21] Negreira Parets, Juan José: Mallorca 1936. La sublevación militar y el desembarco republicano. Palma, Lleo-nard Muntaner, 2006, pp.  241-4; Massot i Muntaner, Josep:  Aspectes de la guerra civil a les Illes Balears. Barcelona, Abadia de Montserrat, 2002, pp. 139-144.

[22] Marcaró Pasarius, Josep: Historia de Mallorca. Tomo II. Palma, Marcaró Pasarius, 1975, pp. 802-8; Massot i Muntaner, Josep: El desembarcament... pp. 86 y 396; Aguilera Povedano, Manuel: Un periodista en el desem-barco de Bayo. Gafim y la guerra civil en Mallorca. Palma, Lleonard Muntaner, 2017, p. 60.

[23] “Actuación de la Embajada de España en Roma durante el primer mes de la revolución libertadora”. Memoria del Agregado Naval D. Rafael Estrada. Archivo de Comandancia. Estado Mayor. 2ª Sec. Pág. 41. En Negreira Parets, Juan José: Mallorca... pp. 241-244.

[24] Propuesta de la Embajada de España en Italia “Utilización de Mallorca como base aérea eventual”. 20 de agosto de 1936. Archivo del Ministero degli Affari Esteri. Gabinetto del Ministro 1923-1943. Nº 1111; El mapa no está en el archivo. Cartas de Ciano a Valle. 20 y 22 de agosto de 1936. Archivo del Ministero degli Affari Esteri. Gabinetto del Ministro 1923-1943. Nº 1111.

[25] Coverdale, John F:  La intervención...  p.  132; Massot i Muntaner, Josep:  Vida i miracles del ‘Conde Rossi’. Barcelona, Abadia de Montserrat, 1988, p. 48.

[26] Negreira Parets, Juan José: Mallorca... pp. 241-4.

[27] Massot i Muntaner, Josep: El desembarcament... pp. 264-5; Martínez Bande, José Manuel: La invasión de Aragón y el desembarco en Mallorca. Madrid, San Martín, 1989, pp. 194-6; Ferrari Billoch, Francisco: Mallorca contra los rojos. Palma, Amengual y Muntaner, 1936, p. 130.

[28] Massot i Muntaner, Josep: Vida...

[29] “Hoja de Servicios del general Manuel Villegas Gardoqui”. Ministerio de Defensa. Archivo general militar de Segovia, Caja 96, Exp. 31, p. 11.

[30] Propuesta de la Embajada de España en Italia “Utilización de Mallorca como base aérea eventual”. 20 de agosto de 1936. Archivo del Ministero degli Affari Esteri. Gabinetto del Ministro 1923-1943. Nº 1111.

[31] Vaquero Peláez, Dimas: Mussolini... p. 96.

[32] Se puede consultar íntegramente en el anexo.

[33] Solé, Josep Maria, y Villarroya, Joan: España en llamas. La guerra civil desde el aire. Madrid, Temas de Hoy, 2003, pp. 313-6; Massot i Muntaner, Josep: Els bombardeigs de Mallorca durant la Guerra Civil (1936-1938). Barcelona, Abadia de Montserrat, 1998; Aguilera Povedano, Manuel: “Mallorca improvisó cientos de refugios durante la guerra civil”. El Mundo / El Día de Baleares. 26 de julio de 2009. En https://manuelaguilerapove-dano.wordpress.com/2010/08/17/mallorca-improviso-cientos-de-refugios-durante-la-guerra-civil/; El censo de Mallorca se ha cogido de Garí Salleras, Bartomeu: “La repressió a Mallorca durant la Guerra Civil española (1936-1939)”. Memòria d’investigació. Palma, Universitat de les Illes Balears, 2009, p. 98. En http://ibdigital.uib.es/greenstone/collect/memoriesUIB/archives/Gari_Sal.dir/Gari_Salleras_Bartomeu.pdf.

[34] Coverdale, John F: La intervención... 134.

[35] Mattioli, Guido:  L’Aviazione Legionaria in Spagna. Roma, L’Aviazione, 1940, p. 301; Rodrigo, Javier: La guerra... p. 88.

[36] Mastrorilli, Edoardo: “Guerra civile spagnola, intervento italiano e guerra totale”.  Revista Universitaria de Historia Militar. Vol. 3, Núm. 6, 2015, p. 78.

[37] Ramón Franco murió en accidente de aviación en Mallorca el 28 de octubre de 1938.

[38] Infiesta Pérez, José Luis: Los bombardeos del litoral mediterráneo durante la guerra civil. TI. Valladolid, Quirón, 1998, p. 54.

[39]  La dirección actual es calle Antoni Planas i Franch, nº 9. Darder fue fusilado el 24 de febrero de 1937. El edificio pertenece ahora al Ministerio de Defensa.  En 2018 el Ayuntamiento pidió sin éxito su devolución.  “Defensa no devolverá la casa de Emili Darder que confiscó al alcalde asesinado”. Diario de Mallorca, 27 de febrero de 2018

[40] Ferrer, Joan Lluís: “Ibiza, un minuto antes de las bombas”. Diario de Ibiza, 22 de agosto de 2010.

[41] Murias, Carlos; Castañón, Carlos; Manrique José María: Militares italianos en la Guerra Civil Española. Ma-drid, La Esfera de los Libros, 2010, p. 178; Mancini, Luigi: “Un año en Mallorca”. Memorias inéditas. Archivo personal de Claudio Mancini. Publiqué un extracto en El Mundo / El Día de Baleares, 4 de diciembre de 2010; Olaizola, Iñaki: “El señor López estuvo aquí”. Diario de Mallorca, 13 de julio de 2008.

[42] Mancini, Luigi. “Un año...

[43] Maluquer Wah, Joan: La aviació de Catalunya el primers mesos de la guerra civil, Barcelona, Pòrtic, 1978, p. 270.

[44] Solé, Josep Maria, y Villarroya, Joan: España... p. 315.

[45] Laia Balcells asegura que se bombardearon más las poblaciones con más tradición de izquierdas. Balcells, Laia: “La muerte está en el aire: los bombardeos en Cataluña, 1936-1939”. Revista Española de Investigaciones So-ciológicas, 136, octubre-diciembre 2011, pp. 25-48.

[46] Pedriali, Ferdinando: Guerra di Spagna e aviazione italiana, Roma, Ufficio Storico dell’Aeronautica Militare italiana, 1992, p. 346. En Mastrorilli, Edoardo: “Guerra civile..., p. 80.

[47] Kindelán Duany, Alfredo: Mis cuadernos de guerra. Madrid, Plus Ultra, 1945, p. 33; Solé, Josep Maria, y Vi-llarroya, Joan: España... p. 170.

[48] Ibid p. 9-10.

[49] Villegas Gardoqui, Manuel: La Segunda Guerra Mundial. Madrid, Editora Nacional, 1954, pp. 210-211.

[50] Solé, Josep Maria, y Villarroya, Joan: España... pp. 147 y 179; Grassia, Edoardo: “Barcellona, 17 e 18 marzo 1938”. Diacronie, Studi di Storia Contemporánea, nº 7, 3, 2011.

[51] Díez Pomares, Gaspar: “Los bombardeos italianos sobre el País Valenciano durante la Guerra Civil española: un estudio fotográfico”. Pasado y Memoria. Revista de Historia Contemporánea, 15, 2016, p. 186.

[52] Ciano, Galeazzo: Diarios 1937-1943. Barcelona, Crítica, 2003, p. 15; Solé, Josep Maria, y Villarroya, Joan: España... p. 170.

[53] Solé, Josep María, y Villarroya, Joan: España... pp. 170, 176 y 315.54   Infiesta Pérez, José Luis: Los bombardeos... p. 37 (II).

[54] Infiesta Pérez, José Luis: Los bombardeos... p. 37 (II).

[55] Ibid p. 163 (II).

[56] Ibid pp. 2-3 (I).

[57] De Azcárate, Pablo:  Mi embajada en Londres durante la Guerra Civil Española.  Barcelona, Ariel, 2012, pp. 289-291.

[58] Solé, Josep Maria, y Villarroya, Joan: España... 313; Infiesta Pérez, José Luis: Los bombardeos... p. 147 (II).

[59] Saz, Ismael: “El fracaso... p. 118.

[60] Quartararo, Rosaria: “Politica... p. 34; Moradiellos, Enrique: Franco frente a Churchill. Barcelona, Península, 2005, p. 21; Foreign Office. 11 de octubre de 1937. Public Record Office. CAB/24/271.

[61] Hoja de Servicios del general Manuel Villegas Gardoqui.  Ministerio de Defensa.  Archivo general militar de Segovia. Caja 96. Exp. 31; Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, 24 de febrero de 1922.

[62] ABC, Madrid, 11 de junio de 1932.

[63] Expte. nº 47 instruido contra Estrada Arnáiz, Rafael, y Villegas Gardoqui, Manuel por el delito/s de Rebelión Militar. Tribunales populares y jurados de urgencia y guardia de Madrid. Archivo Histórico Nacional. Causa General. Caja 79/2. Expediente 44; La Vanguardia, 8 de septiembre de 1938.

[64] Heiberg, Morten: Emperadores... p. 144; De la Cierva, Ricardo: Historia... p. 519.

[65] Hoja de Servicios del general Manuel Villegas Gardoqui.  Ministerio de Defensa.  Archivo general militar de Segovia. Caja 96. Exp. 31, p. 2, 11-14.

[66] Hoja de Servicios del General Manuel Villegas Gardoqui.  Ministerio de Defensa.  Archivo general militar de Segovia. Caja 96. Exp. 31, pp. 3, 11-14.

[67] Heiberg, Agudo, Manuel: La trama oculta de la Guerra Civil: los servicios secretos de Franco 1936-1945. Barcelona, Crítica, 2006, p. 252.

[68] La Vanguardia, 27 de junio de 1946.

[69] Decreto 3255/1962; Hoja de Servicios del general Manuel Villegas Gardoqui. Ministerio de Defensa. Archivo general militar de Segovia. Caja 96. Exp. 31, p. 18.

[70] Salas Larrazábal, Ramón:  Historia del Ejército Popular de la República.  Tomo I.  Madrid, La Esfera de los Libros, 2006, p. 449 (I).

[71] Rodrigo, Javier: La guerra... p. 88.

[72] Su hijo, Juan Villegas Urzaiz, tiene 83 años (2015) y recuerda a su padre como “una persona excepcional”. No conocía la responsabilidad de su padre en la base italiana de Mallorca: “En casa se hablaba poco de la guerra, ya bastante habíamos sufrido todos”. “Mi padre hizo lo que tenía que hacer. Lo que le ordenaba Franco”. Sobre la relación de su padre con Franco, asegura que era estrictamente “profesional, no personal” y que él jamás conoció al generalísimo. El hijo de Manuel Villegas dice que no entiende la reciente investigación judicial de los bombardeos: “No sé adónde quieren llegar porque todos los responsables están muertos. No me imagino a un inglés pidiendo responsabilidades a un alemán por los bombardeos de Londres. Si no se juzgó a Carrillo, por qué buscan ahora estas cosas”. Entrevista telefónica del autor con Juan Villegas Urzaiz. 15 de septiembre de 2015.


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