27 de agosto de 2020

BOMBER MAFIA, EL NACIMIENTO DE LA GUERRA AÉREA


Por Gastón Dubois (*)


 

“The bomber will always get through” (“El bombardero siempre logrará pasar” Stanley Baldwin, Primer Ministro Británico, 1932)


Bomber Mafia (la Mafia de los Bombarderos) es un nombre que se le adjudicó retrospectivamente, por sus detractores, a un grupo de oficiales de la Escuela Táctica del Cuerpo Aéreo del Ejército de los EEUU. Estos oficiales creían que el componente aéreo sería el factor decisivo para ganar las futuras guerras. La aviación no debía ser considerada sólo como una nueva arma, sino como un nuevo servicio autónomo, a la par del Ejército o la Armada, con su propia doctrina y objetivos estratégicos. En particular, creían en la capacidad del bombardeo masivo de largo alcance, para ganar las guerras del futuro.


Precursores de esta historia

Entre las pre-claras cabezas que teorizaron el cambio de paradigma que la aviación impondría en las guerras del futuro, no había discusión sobre la importancia estratégica que ofrecía el dominio del aire (su lucha fue la de tratar de convencer a todo el resto del elenco político/militar de su época, sobre esa verdad). Sin embargo, entre ellos si había un diferendo de peso. Aquellos que pensaban que la aviación era fundamental, tal vez el elemento más importante, pero un elemento más, dentro de la estrategia general de la guerra; y aquellos que sostenían que bastaba solo con bombardeos masivos para zanjar cualquier conflicto de manera categórica.  Estos son los padres precursores, los que servirían de guía e inspiración a los “Bomber Mafia” y a todo lo que vino después.

 
General Giulio Douhet

“The bomber will always get through”, es una frase que Sir Stanley Baldwin tomó prestada del General italiano Giulio Douhet, quien luego de la guerra Italo/Otomana por el control de Libia y de participar en operaciones aéreas de combate, se convirtió en uno de los primeros teóricos de la aviación y un acérrimo patrocinador del concepto de la guerra aérea y el bombardeo estratégico. Douhet entendía que la aviación era revolucionaria porque utilizaba la tercera dimensión, y que los ejércitos y armadas serían simplemente sobrevolados, para atacar la retaguardia sin oposición. Las teorías del General Douhet se podían resumir en 4 ideas principales: 
  • Una guerra puede ser ganada completamente al destruir la capacidad bélica e industrial del enemigo desde el aire
  • Obtener el control del aire, era reducir al enemigo a la indefensión
  • La vastedad del espacio aéreo hace la defensa sea imposible para los cazas, no pueden impedir el éxito de los bombarderos
  • El bombardeo estratégico puede forzar a una nación a rendirse al fracturar la moral de los civiles, básicamente arrasando sus ciudades. 
Básicamente había 5 tipos de blancos principales: industria, infraestructura de transporte, comunicaciones, gobierno y, finalmente, la voluntad de la gente. Douhet creía en la Guerra Total y es por tanto al último tipo de blanco al que daba mayor importancia. Se salteaba (o sobrevolaba) el teatro táctico y se concentraba en arrasar la infraestructura y la población del país enemigo. Él creía que los bombardeos estratégicos “de terror” podían reducir las ciudades a cenizas, haciendo que la guerra fuera algo tan terrible, que la misma población se sublevaría contra sus gobernantes para elegir una paz humillante antes que continuar sufriendo el horror de la guerra.

Como se imaginarán, sus ideas vanguardistas y descarnadas, sumadas a su personalidad confrontativa, no fueron bien recibidas por la cúpula político/militar de la época, quienes lo consideraron un radical. Hasta lo mandaron a prisión por criticar la falta de preparación y profesionalismo de la cúpula militar durante la Primera Guerra Mundial. Y aprovechó ese tiempo para escribir sus libros sobre la teoría de la guerra aérea. Como la guerra iba mal, lo sacaron de la cárcel, más tarde lo exoneraron de todo cargo, y lo pusieron a dirigir el Comité Central de la Aeronaútica Italiana en 1918. Entre 1921 escribió el tratado sobre bombardeo estratégico “Il dominio dell’aria” (El Dominio del Aire) que resultó de gran influencia para todos los teóricos de la guerra aérea posteriores. Paso unos meses como cabeza de la aviación de Mussolini en 1922, pero luego se retiró, y desde entonces hasta su muerte en 1930 en Roma, siguió escribiendo ensayos sobre el impacto militar del poder aéreo.

 
Walther Wever

Fue un comandante de la Luftwaffe, previa a la SGM, y uno de los primeros defensores de la teoría de que los bombardeos estratégicos pueden ser definitorios en el esfuerzo de guerra. Aunque ciertamente estuvo influenciado e inspirado por los escritos de Giulio Douhet, Wever se oponía a sus ideas sobre bombardeos de terror y el exterminio de civiles. Tampoco estaba de acuerdo con que el poder aéreo era todo lo que se necesitaba para ganar una guerra.

Wever veía 5 objetivos prioritarios para los bombarderos estratégicos: 
  • Destrucción de la fuerza aérea enemiga mediante la destrucción de sus bases y de las fábricas de aviación
  • Destrucción de tendidos de vías, caminos, túneles y puentes, decisivos para prevenir el movimiento de tropas enemigas
  • Apoyo a las fuerzas terrestres propias, interviniendo a nivel táctico sobre el teatro operacional
  • Apoyo a las fuerzas navales amigas, mediante la destrucción de las instalaciones navales enemigas
  • Paralización de las fuerzas armadas enemigas mediante la destrucción de su industria bélica. 
Durante su tiempo como jefe del Ministerio del Aire (1933-1935) y luego como jefe de la recién creada Luftwaffe, Wever dio un fuerte apoyo a las fábricas Junkers y Dornier. De ese sponsoreo surgieron 2 prototipos de bombardero estratégico para su programa Ural Bomber, que tenía como objetivo atacar la capacidad industrial soviética cuando se desatara la guerra y la URSS moviera todas sus fábricas (como finalmente hizo, tornillo a tornillo) tras la seguridad de los montes Urales.

 
Prototipo de bombardero estratégico Junkers Ju-89


 
El prototipo de Dornier, el Do-19

Pero el 3 de Junio de 1936, mientras Wever volaba de Dresden a Berlín, el Heinkel He 70 Blitz en el que viajaba sufrió un desperfecto técnico y se precipitó a tierra. Nadie sobrevivió.

Los sucesores de Wever en la Luftwaffe fueron perdiendo el interés por las acciones estratégicas y se centraron en las operaciones tácticas de apoyo directo a tierra y tras las líneas enemigas, el componente aéreo de las famosas y exitosas Blitzkrieg. Si Wever, o su visión del bombardeo estratégico, hubieran continuado con vida luego del 36, tal vez la historia para la URSS hubiera sido distinta; y con ella, la del mundo.

Durante la guerra ítalo/otomana que se libró entre 1911 y 1912, la aviación como maquinaria de guerra, comenzó a hacer su tímida aparición en escena. Esta guerra es el primer registro que se tiene del uso de la táctica de bombardeo aéreo. Fue realizado por aeronaves y zepelines italianos contra posiciones turcas, lanzando las bombas a mano. Aunque su valor táctico fue mínimo, se registró un fuerte impacto sobre la moral de la tropa turca.

Durante la Gran Guerra, la aviación fue ganando espacio entre los estrategas. Se intensificaron las acciones de bombardeo de terror sobre ciudades con zepelines y con nuevos bombarderos, más grandes y potentes. También se dieron los famosos y caballerescos duelos en el aire entre los ases de cazas de uno y otro bando. Sin embargo, estas acciones no lograban mucho efecto, más allá del campo de batalla moral. La aviación fue mejor apreciada por los comandantes, durante la “Guerra de trincheras” en su rol de bombardeo táctico y sobre todo, de foto-reconocimiento.

Bombardero alemán Gotha G IV, como los que atacaron Londres a partir de Junio de 1917

Por tanto, se consideraba a la aviación como una herramienta más, accesoria, al servicio de los grandes ejércitos (las Marinas también comenzaban a utilizar aviones para “ver” más allá del horizonte) en su empleo táctico. Pero, para algunas de las mentes más heterodoxas de entre los militares y políticos de la época, la aviación era todo un mundo nuevo de posibilidades. Un arma tan revolucionaria que dejaba obsoletas todas las otras formas tradicionales de guerra. Y dentro de un contexto de “guerra total”, la aviación tendría un rol principalmente estratégico. Para algunos de estos pensadores, los bombardeos masivos de largo alcance deberían destruir, sobrevolando la resistencia enemiga con impunidad, la industria, las bases militares, la logística y las comunicaciones. Para otros, la función del bombardeo estratégico era la de un arma de destrucción masiva, reduciendo a ruinas humeantes las ciudades enemigas. Masacrar a la población para derrotarla moralmente y que terminaran capitulando.

Y esta es la disyuntiva existente entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Con una ortodoxia militar que ve en la aviación solo un capítulo más en tácticas y estrategias de la guerra, frente a algunas mentes más visionarias, que supieron que la aviación militar estaba destinada a escribir su propia zaga.

Bomber Mafia, el nacimiento de la guerra aérea (Capítulo II ... 
Billy Mitchell

William Lendrum Mitchell fue un General del Ejército norteamericano, y es considerado el padre de la Fuerza Aérea de los EEUU. Durante la Primera Guerra Mundial, sirvió en Francia. Fue el primer oficial de su país en sobrevolar líneas alemanas (en un avión francés, pilotado por un francés). Fue ganando experiencia y conocimientos sobre operaciones aéreas y para mediados de 1918, lideró cerca de 1500 aviones italianos, franceses e ingleses en la gran batalla de Saint-Mihiel, que fue una de las primeras ofensivas de la historia, donde trabajaron coordinadamente elementos terrestres y aéreos.

Esta experiencia le permitió tener un entendimiento más profundo de las implicancias del factor aéreo en la guerra. Volvió de Europa con la convicción de que el poder aéreo sería el factor determinante en la próxima gran guerra, la cual no tardaría mucho en llegar.

Bajo este principio, Mitchell se convirtió en ferviente defensor de una fuerza aérea independiente de los otros servicios. Esto le ganó varias rivalidades. Tuvo fuertes encontronazos con la Armada, porque según Mitchell, desperdiciaban el erario público construyendo acorazados, cuando con ese dinero deberían estar construyendo portaaviones y flotas aéreas embarcadas. Incluso logró organizar un gran experimento junto a la Armada, donde los aviones de Mitchell atacaron y hundieron varios destructores y cruceros alemanes entregados tras la firma del armisticio. Pero fue el hundimiento del acorazado Ostfriesland lo que sacudió las convicciones de los Almirantes, y del público en general.

Los resultados de los test, una vez filtrados a la prensa, lograron un efecto no buscado por Mitchell. La opinión pública castigó al Presidente y al Departamento de Defensa por la debilidad de la Armada, y éstos a su vez, castigaron a Mitchell.

A Mitchell lo bajaron de rango y terminó trabajando para una persona que pese a respetarlo, seguía las directivas de sus superiores en Washington. Mientras seguía un encargo de su superior en Europa, Mitchell aprovechó la oportunidad y se entrevistó con el teórico de la aviación General Giulio Douhet, el cual amplío su visión sobre la supremacía del bombardero estratégico. Se llevó una copia de su libro “Il dominio dell’aria”, el cual tradujo e hizo circular por los EEUU.

Bomber Mafia, el nacimiento de la guerra aérea (Capítulo II ... 
Bombardero medio B-25 Mitchell… si, por él

Finalmente, Mitchell fue juzgado culpable en una corte marcial por el accidente de un dirigible, con 14 víctimas fatales, y eso terminó con su carrera en el Ejército. Sin embargo, él siguió predicando por la creación de una Fuerza Aérea independiente y sobre la importancia de los bombarderos. Y esas idas eran compartidas por sus protegidos, quienes sirvieron bajo Mitchell durante la guerra y creían en su visión. Y este pensamiento hizo nido en la Air Corps Tactical School (ACTS) que dirigían, el hogar de la “Bomber Mafia”.

Bomber Mafia, el nacimiento de la guerra aérea (Capítulo II ... 
Arthur “Bomber” Harris

Como su apodo lo indica, el comandante supremo de la RAF, Sir Arthur Travers Harris fue un verdadero creyente de la capacidad del bombardeo masivo de convertirse en el arma estratégica definitiva. Esta convicción fue engendrada en base a su experiencia tras la Primera Guerra Mundial, y desplegada en todo su peso durante la II GM.

Al final de la Gran Guerra, Inglaterra había quedado con una Fuerza Aérea absolutamente sobredimensionada para los tiempos de paz. Había que darle una utilidad. El, entonces Ministro de la Guerra, Winston Churchill, trajo la solución.

El derrotado Imperio Otomano había tenido que ceder enormes cantidades de territorio a los vencedores de la guerra, principalmente los beneficiarios fueron Francia e Inglaterra. Por tanto, ahora el Imperio Británico tomaba posesión de enormes extensiones de territorio en el norte de África y el Medio Oriente. De modo que, a todo el potencial aéreo británico creado para aplastar a Alemania, Churchill lo re-orientó hacia el trabajo de policía aérea.

El Imperio Otomano, durante la I GM, tuvo que hacer frente a un sinfín de levantamientos armados y guerrillas de irregulares, auspiciadas y dirigidas por sus enemigos, Inglaterra y Francia, entre sus otrora súbditos árabes. Más allá del financiamiento, avituallamiento y entrenamiento que los aliados aportaron a las revueltas y milicias locales, la insurrección general se basaba en la idea de que estaban peleando por su propia independencia, que la creación de nuevos Estados árabes/kurdos/egipcios, etc. sería reconocida por la Europa triunfante. Finalmente, lo que los pueblos y culturas de la zona terminaron descubriendo con amargura, es que habían cambiado un opresor imperial por otro. Inglaterra y Francia se repartieron el otrora territorio del Imperio Otomano y ante la nueva ocupación, pronto estallaron las revueltas por todos lados.

Y uno de los hombres enviados para controlar los levantamientos tribales, es el líder de escuadrón Arthur Harris. Harris se da cuenta que, en las grandes extensiones de Irak, Siria o Afganistán, los aviones pueden realizar en solo unas horas, el trabajo que le tomaría semanas a las tropas terrestres. Harris reporta que con cinco de sus aviones puede, en un lapso de 45 minutos, prácticamente borrar del mapa a un pueblo, matando o hiriendo a un tercio de su población.

Harris no creía en la táctica de la zanahoria y el garrote, solo en la del garrote. De aquellas épocas se le atribuye el dicho “lo único que estos árabes entienden, es la mano dura”.

Harris se especializó en el bombardeo. Organizando los escuadrones, mejorando sus máquinas, doctrina y entrenamiento. Durante su asignación en Irak en 1923, ayudo a desarrollar las pericias necesarias para el bombardeo de área y las operaciones nocturnas. A base de bombardeos de terror para mantener controlada a la población, los pilotos de Harris se transforman en los mejores y más experimentados de la RAF. Para aquél entonces, dentro de las filas de la Royal Air Force, a Arthur Harris se lo comenzó a conocer con otro apodo, el de “Butcher” Harris (Harris el carnicero).

Harris siguió con su carrera, ascendiendo en el escalafón, con idas y vueltas a Inglaterra, pero principalmente desplegado en Medio Oriente. A partir de 1937, “Bomber” Harris ya es Comodoro del Aire, y junto a un grupo de oficiales tecnócratas, comienzan a presionar a sus superiores para crear una fuerza de grandes bombarderos estratégicos que puedan atacar el corazón de Alemania, desde bases en Inglaterra. Como resultado de ello, serán establecidas las especificaciones que dieron origen a los primeros bombarderos estratégicos ingleses de la II GM, los Avro Manchester, Handley Page Halifax y Short Stirling.

Bombardero Halifax

Desde las primeras operaciones de guerra de la aviación, antes incluso de la Gran Guerra (o I GM), hubo gente que tuvo la visión e imaginación necesarias para entender el cambio fundamental que significaba para la estrategia de la guerra, la entrada en el escenario bélico de los aviones. Era un mundo nuevo de posibilidades. De hecho, toda una dimensión nueva para explorar y explotar.

Algunas de estas pre-claras personas consideraban a los bombarderos como un arma de destrucción masiva. Sobrevolarían a los ejércitos convencionales y atacarían al país enemigo en su centro, destruyendo su capacidad de hacer la guerra. Hay varios factores que contribuyeron a generar esta línea de pensamiento:

No existía la posibilidad en este tiempo del bombardeo de precisión. Para ser efectivos, había que usar una gran cantidad de bombas y aeronaves. Hay que recordar que las primeras acciones de bombardeo, se realizaron arrojando la munición con la mano.

La amplitud de los cielos es tan grande, que la intercepción total sería imposible. De ahí la famosa frase “El bombardero siempre logrará pasar”

Se podían fabricar y operar muchos bombarderos por el precio de, por ejemplo, un crucero de la Armada.

El alcance de los bombarderos excedía por varias órdenes de magnitud a la de cualquier pieza de artillería conocida.

Dentro de un contexto de guerra total, la introducción de la aviación, como elemento de guerra revolucionario, sería tan disruptivo que dejaría obsoletas todas las formas anteriores de conflicto. 

Estos pensadores, primeros teóricos de la guerra en el aire, trataban de ser escuchados y tenidos en cuenta, en medio del bullicio del pensamiento estratégico ortodoxo. La ortodoxia militar pensaba al avión como una herramienta más, un elemento que debía estar al servicio del Ejército y la Armada. El rol de la aviación era auxiliar y táctico. Siempre resulta difícil romper el statu quo entre fuerzas ya establecidas, con sus líneas claras de pensamiento y sus dogmas.

A su vez, dentro de aquellos que consideraban a la aviación como un elemento revolucionario y de impacto estratégico, había 2 líneas principales.

De una parte, estaban los que pensaban que el foco del bombardeo estratégico debía estar puesto en destruir la moral, atacar la convicción y la voluntad de un pueblo de hacer la guerra. Para ello, la propuesta era simple. Arrasar las ciudades enemigas, reducirlas a pilas humeantes de escombros. Bombardear los centros civiles hasta la sumisión. Hacer el costo de la guerra tan horrendo, que ya no se podría convencer a la gente para llevarla a cabo. En esta doctrina de pensamiento, la mejor defensa es el ataque. Matar a los obreros, y sus familias, antes de que el enemigo haga lo mismo con la población propia.

Por otro lado, había quienes pensaban que la población civil no era un objetivo “legítimo”. El enfoque estaba puesto en la destrucción de las capacidades de hacer la guerra del enemigo, destruyendo su industria, logística y comunicaciones. Centros fabriles, ferrocarriles, puertos, centros logísticos, puentes… todo lo necesario para hacer andar la maquinaria de guerra, debía ser eliminado con masivas oleadas de bombarderos estratégicos.

Hasta aquí es a lo que llegamos en las primeras dos partes de esta historia, que es la historia del origen de la aviación como rama separada e independiente de las otras 2 fuerzas principales (Ejercito y Armada).

Bomber Mafia

En 1920, en los EEUU se abren las puertas la Escuela del Servicio Aéreo. Tenía 9 instructores y 8 estudiantes. No había textos ni doctrina para impartir. Simplemente se brindaba la instrucción de acuerdo a las experiencias adquiridas durante la I Guerra Mundial. Todo era muy básico y “a pulmón”. La escuela fue cambiando el foco, pasando a formar a las próximas generaciones de oficiales de alto rango. Hacia 1922, se sintieron lo suficientemente confiados como para cambiar el nombre de la escuela a “Escuela Táctica de Servicio Aéreo”, lo cual implicaba que ya tenían la capacidad de impartir lecciones sobre táctica, las cuales fueron desarrollando durante los 2 años anteriores. El primer libro de estudio de la escuela fue escrito el año anterior por el Mayor William C. Sherman, un discípulo del famoso Billy Mitchell. El curso duraba nueve meses, e incluía 126 horas de vuelo.

Como esta institución formaba parte del Ejército de los EEUU, en 1926 el Servicio Aéreo fue renombrado como Cuerpo Aéreo del Ejército, y por ende, la escuela pasó a llamarse “Escuela Táctica del Cuerpo Aéreo”. Durante sus primeros años de vida la escuela se dedicó primero a documentar, organizar y sistematizar las enseñanzas adquiridas durante la Gran Guerra, para posteriormente generar un cuerpo doctrinal que hacía énfasis en su aporte táctico como sub rama del Ejercito. El Cuerpo Aéreo del Ejército era una rama más, como la Artillería o la Caballería.

Pero para 1928 la escuela fue dejando de lado las enseñanzas sobre las lecciones del pasado. Se plantearon escenarios teóricos posibles, de cómo un uso más innovador de la aviación podría haber afectado los resultados del conflicto de la I Guerra Mundial. Estaban empezando a dar los primeros pasos hacia un pensamiento vanguardista, con la mirada enfocada al futuro. Comenzaban las investigaciones de como la aviación incidiría en las guerras futuras.

Para 1931, la escuela se fijó como objetivo la creación de una doctrina propia. En esto estaban de acuerdo la mayoría del Staff y los estudiantes. En estos claustros, se fue juntado y organizando un grupo de oficiales brillantes, cuyos nombres serían fundamentales para la historia de la aviación norteamericana.  Fue como un pasaje natural, iban dejando de ser hombres del Ejército, para convertirse en Aviadores.

Harold L. George, uno de los protegidos de Mitchell y reciente egresado de la Escuela Táctica del Cuerpo Aéreo, se quedó como docente para refinar la teoría del bombardeo estratégico, promulgada con fervor casi religioso por su maestro. Contrató a algunos ex alumnos como profesores, entre los que se encontraban Haywood S. Hansell, Donald Wilson, Laurence S. Kuter y Muir S Fairchild, entre otros, para que lo asistan en esa tarea. Juntos, inspirados en las ideas de Billy Mitchell y apoyados en los avances tecnológicos del período de entre guerras, fueron desarrollando la doctrina de bombardeo estratégico diurno, de precisión.

 
Harold L. George, discípulo y arquitecto

Este grupo de notables dio origen al concepto “Bomber Mafia”: Ellos tenían la convicción de que la aviación, y en particular el bombardero de largo alcance, sería el factor decisivo de la próxima gran guerra. Deseaban dejar atrás los objetivos tácticos impuestos por el Ejército, para dedicarse a sus propios objetivos estratégicos. Entendían que la aviación no era simplemente una nueva arma, sino que debía transformarse en un servicio autónomo: para eso, debían separarse del Ejército.

Para lograr este objetivo, debían vencer las resistencias dentro del Ejército y la Marina de los EEUU, que veían como surgía un competidor directo en la lucha por una tajada del presupuesto de Defensa. De hecho, el término “Bomber Mafia” surge como una forma despectiva de señalar a este grupo de “loquitos” que sostenían que los bombarderos podían ganar las guerras ellos solos. Y entre el grupo de anti-fans al que debían enfrentar estaba nada menos que el General John J. Pershing… casi nadie.

Conseguir su independencia dependía en gran medida ganarse a la opinión pública y el favor del Congreso. La primera etapa consistió en convencer a ambos de que la aviación podía defender las costas de los EEUU ante cualquier agresión externa con una mejor relación costo-beneficio que el Ejército y la Armada. Mitchell en 1921 había organizado unos ejercicios aero-navales que causaron una fuerte impresión, al lograr el hundimiento de varios destructores ex alemanes e incluso a un acorazado. Recuperaron los resultados de ese experimento y empezaron a comparar costos de fabricación y número de tripulaciones necesarias para operar un bombardeo, contra los de los buques de la Marina. La divulgación de esta información consiguió el efecto buscado: El Cuerpo Aéreo se encargaría de la defensa territorial, con el consiguiente aumento del presupuesto y de independencia. Pero esto era solo parte de la trama. Un peldaño que acercaba a la Bomber Mafia a su último objetivo, la creación de una fuerza aérea de alcance estratégico que pudiera golpear al enemigo en su territorio.

Entre 1931 y 1935 se produjeron una serie de avances técnicos que permitieron a los discípulos de Mitchell sentir que ese soñado futuro de una fuerza aérea de bombarderos inmunes y devastadores se estaba transformando en una realidad tangible.

 Boeing Y1B-9B

El primero fue la llegada del prototipo Y1B-9 en 1931. Era el primer bombardero monoplano totalmente metálico construido en los EEUU. Y aunque su cabina aún era abierta, ya tenía una velocidad que rivalizaba contra la de los cazas de la época. Lo que lo hacía casi imposible de interceptar. Luego estuvo el bombardero medio B-10, llegado en 1932, que ya superaba en velocidad y altura a los cazas.

 
El Martin B-10 operó tanto en la Armada como en la Fuerza Aérea Argentina

Un elemento fundamental para el futuro del bombardeo de altura emergió en 1931, la mira de bombardeo Norden Mark XV. Este sistema (cuyas primeras versiones habían sido encargadas por la US. Navy) era de lo más moderno del mundo. En pruebas, había logrado demostrar un CEP (Círculo de Error Probable) de 23 metros. Con este sistema, los bombardeos durante las pruebas de pre-guerra, lograron colocar hasta el 50% de sus bombas dentro del área del objetivo. Un logro notable, que permitía soñar con el bombardeo diurno de presión contra la infraestructura enemiga.

 
Fundamental pieza de ingeniería, el Norden Mark XV

Y finalmente, lo que hizo delirar a la Bomber Mafia, la cabalgadura que estaban buscando desde hacía 10 años.  En 1935 vuela por primera vez el prototipo Boeing B-299, que luego se convertiría en el Y1B-17. Aunque el prototipo se estrelló y esto generó un traspié, finalmente el B-17 vio la luz y se terminó convirtiendo en el principal bombardero pesado de los EEUU durante la II Guerra Mundial, y el más reconocido bombardero del conflicto.

Aunque no tuvo un buen primer paso, el diseño de Boeing iba más alto, más rápido y más lejos que la competencia, lo cual le dio el segundo aire que le permitió ser un éxito

Ahora sí, con todos estos elementos, podía ponerse en práctica la doctrina de la Bomber Mafia. Se llamaba “Teoría de la red industrial”. La base de la idea, era destruir la infraestructura industrial enemiga a base de masivos bombardeos diurnos de gran precisión. Otro argumento ganador a la hora de vender la idea es que estos bombarderos no necesitaban escolta. Podían volar más alto y más rápido que cualquier caza conocido. Y esto interesaba mucho al Pentágono y a los políticos, porque implicaba que no hacía falta invertir los recursos necesarios para crear, también, cazas de escolta. Y, de hecho, no haría falta alcanzar la superioridad aérea, ya que los bombarderos actuarían con impunidad.

Desarrollando habilidades de bombardeo preciso con el Martin B-10

Hacía principios de la II Guerra Mundial, previendo la intervención norteamericana, Washington pidió una estimación al Cuerpo Aéreo del Ejército de cuantos aviones deberían ser producidos para derrotar a las fuerzas del Eje. Harold L. George y su gente (Hansell, Wilson, Kuter) volcaron 20 años de teoría de la guerra aérea en un documento llamado Primer Documento de Planificación de la Guerra Aérea (Air War Plans Division, plan number one – AWPD-1). El AWPD-1 establecía que el Comando Aéreo del Ejército de los EEUU debía estar compuesto por 251 grupos de combate, para lo cual se necesitaban 105.467 aviones y 2.164.916 tripulantes para operarlos. Y aunque estas cifras puedan resultarnos escandalosas, el documento fue aceptado como base para el planeamiento de la guerra aérea en un contexto de guerra total global, tanto en Europa como en Asia.

Al fin la Bomber Mafia iba a poder poner todo su arduo trabajo en práctica. El maestro Mitchell iba a poder ver cumplidos sus pronósticos. El sueño del italiano Douhet, tantos años atrás, sería una realidad… aunque en la práctica no saldría todo tal cual las teorías predijeron.

Ya vimos como la aviación militar levantaba vuelo por primera vez desde los campos de batalla libios en 1911; esforzándose luego para hacerse un lugar propio entre las diferentes ramas de las Fuerzas Armadas, desde la Gran Guerra en adelante. A continuación, comienza un periodo de consolidación de ese proceso en los años de “entre guerras”, en particular desde la Guerra Civil Española.

El otro proceso que los teóricos de la guerra aérea fueron desarrollando por el camino (aunque totalmente entre-cruzado con lo anterior), fue de auto definición. ¿Cuál es el objetivo de la aviación de guerra? Hasta ahora se había usado para apoyo a la tropa o a la armada, y como reconocimiento táctico. Pero para ganar su independencia, la aviación tenía que engendrar sus propios objetivos estratégicos. Había que justificar su existencia. Y es en la figura del bombardero en la que los ideólogos de la guerra aérea se aferran para dar alas a su novedosa visión. Pero aquí también hay discrepancias. ¿Cuáles son los objetivos “lícitos” del bombardero? ¿La industria e infraestructura que mueve los mecanismos de la guerra, o la población civil, que es la sangre y voluntad de esa industria?

Dos bandos, o cosmovisiones, quedaron así definidas y enfrentadas. Y para zanjar la cuestión, había que hacer la prueba. Muy pronto el mundo se vio arrastrado a un nuevo conflicto global total, en la que todas las nuevas teorías de la guerra aérea iban a entrar al laboratorio en el que se convirtieron Europa y el Mediterráneo.

De la teoría a la praxis

Guernica

El famosísimo Guernica, de Pablo Picasso

Guernica era un pueblo vasco de una gran importancia simbólica para el País Vasco que, antes de la tragedia, tenía aproximadamente 5000 habitantes. Y durante la guerra civil española se convirtió en la diana de práctica de la fuerza de bombarderos más moderna de los años 30, la Luftwaffe. Elementos de ésta formaron la Legión Cóndor, que junto a una pequeña fuerza expedicionaria de la aviación italiana formaron la columna vertebral de la insurrección falangista del Gral. Franco.

Desgraciadamente, durante ese conflicto Guernica no fue el primer centro urbano bombardeado para atacar la moral de la población, ni el ultimo. Pero sin dudas fue el más famoso por su nivel de destrucción.

Spanish Civil War 
Savoia Marchetti SM.8 escoltado por cazas Fiat CR.32

El 26 Abril de 1937, Guernica se despertaba violentamente de la siesta, cuando la primera oleada de bombarderos lanzó sus bombas en los alrededores de un puente sobre el río Oka, al este del pueblo. Según la propaganda franquista, ese puente de piedra era el objetivo, ya que se pretendía cortar la retirada del Ejercito Republicano que marchaba a Bilbao para preparar sus defensas contra el avance falangista.

El segundo ataque se produjo alrededor de las 6 de la tarde. Estuvo a cargo de aviones de la “Regia Aeronáutica” italiana y alemana. El tercer ataque, a cargo de 19 bombarderos JU-52 cargados con bombas de alto explosivo de 250 kgs, de 50 kg y bombas incendiarias de 1 kg, tuvo como objetivo la destrucción de Guernica. Mientras tanto, los cazas de escolta se dedicaban a ametrallar a la población que trataba de huir a los refugios o al monte.

Guernica, al otro día

De la operación participaron bombarderos Junkers Ju-52 y los experimentales Heinkel He 111 y Dornier Do 17. De la escolta estaban a cargo los cazas Heinkel He 51 y los novísimos Messerschmitt Bf 109. De parte de Italia la fuerza contaba con la participación de los bombarderos Savoia-Marchetti S-79 y cazas Fiat CR.32. Luego de 3 horas de bombardeo, más del 70 % del pueblo había quedado devastado. Las cifras de muertos y heridos varían mucho según la fuente, pero entre 160 y 1600 (los registros fueron quemados por órdenes de Franco, y entre la primer y segunda ola de ataques, mucha gente pudo buscar refugio en el monte). El puente de piedra aún se mantenía incólume.


II Guerra Mundial

Varsovia

El avance de la Blitzkrieg fue imparable y los valientes polacos poco pudieron hacer para frenar a los alemanes. Finalmente llegan a la ciudad capital el 9 de septiembre, y para el 13 se cierra el cerco sobre ella. Luego de varios días, los defensores continúan su tenaz resistencia y se niegan a rendir la ciudad. Hasta entonces la principal función de la Luftwaffe fue la de dar apoyo al Ejercito y de bombardear puntos neurálgicos como puentes, redes ferroviarias, centros de comunicaciones, fabricas, etc. También se bombardeaban las ciudades cuando lo consideraron necesario. El 13 de septiembre, la Luftwaffe ataca el barrio judío de Varsovia con bombas incendiarias, justificándose en inventados crímenes que esos judíos habían cometido contra soldados alemanes. Así mismo, los ataques aéreos sobre los medios de transporte impidieron huir de la ciudad a la población civil.

Finalmente, el 20 de Septiembre de 1939 Hitler ordena el bombardeo de Varsovia. La operación iba dirigida principalmente contra la población civil, a fin de quebrar el espíritu de los defensores. Los objetivos eran los hospitales, las escuelas, líneas eléctricas, el suministro de agua; incluso la aviación ametrallaba civiles que encontraban en las calles. Las 560 toneladas de bombas de alto explosivo y 72 toneladas de bombas incendiarias, lanzadas durante 3 días corridos, dejaron el 12 por ciento de la ciudad en ruinas. Los defensores habían estabilizado los frentes y podrían haber resistido unas semanas más, pero para la población civil la situación era trágica y desesperada.

Los huesos de Varsovia

Varsovia se rindió el 28 de Septiembre. Alrededor de 30.000 civiles habían perdido la vida. Guernica de nuevo, pero mayor. Y un claro aviso de Hitler para franceses y británicos: “esto es lo que les espera”.

Róterdam

Alemania entregó un ultimátum al gobierno holandés: si no se rinden, bombardearían la ciudad de Róterdam. El ultimátum fue rechazado, por lo que se dio la orden de atacar. Pero a último momento el Gobierno holandés reconsideró y accedieron a negociar. La orden de bombardear fue cancelada, pero la misma no fue recibida por parte de los bombarderos Heinkel 111 que ya se dirigían a la parte Este de la ciudad. 97 bombas cayeron sobre la urbe, lo que produjo un incendio de grandes proporciones que devastó casi 3 Km2 de edificaciones. En el ataque fallecieron entre 800 y 1000 civiles, otros 1000 resultaron heridos y 78 000 se quedaron sin hogar.

Un “antes y después” para Róterdam

La Batalla de Inglaterra

El 13 de Agosto de 1940 Hitler lanza la operación Adlerangriff (Ataque del Águila). La misma consiste en una masiva campaña de bombardeo sobre el sur de Inglaterra, como antesala a una invasión anfibia de gran escala, que estaban empezando a planificar. Los objetivos eran industriales y militares. Se pretendía acabar con la RAF (Real Fuerza Aérea) para conseguir la supremacía en el aíre. Los objetivos principales eran las bases aéreas y las estaciones de radar. También fueron puestas en la mira las fábricas militares, polvorines, puertos, etc.

Heinkel 111 en plena acción

Inglaterra contaba para su defensa con 600 cazas Hurricane y Spitfire, frente a los 1300 bombarderos (incluidos bombarderos en picado), 900 cazas monomotores y 300 cazas bimotores alemanes. Pero la defensa inglesa era desesperada, y los combates, encarnizados. Las pérdidas de aviones de ambos bandos se iban acumulando, así como el agotamiento. Los Hurricane eran los encargados de destruir a los bombarderos, mientras los Spitfire se enfrenaban a los cazas de escolta. Pero las limitaciones alemanas comenzaron a notarse. Los cazas de escolta, para cuando entraban en combate, estaban al límite de su radio de acción. No podían dar pelea por más de unos minutos antes de intentar romper el contacto para volver a sus bases. Los cazas ingleses operaban prácticamente encima de sus aeródromos. Lo cual, en la práctica, dejaba rápidamente en la indefensión a una fuerza de bombarderos que no había sido diseñada para este tipo de guerra, tan al borde de sus capacidades. No contaban con la altura de vuelo, la velocidad, el armamento defensivo ni el blindaje para sobrevivir por mucho tiempo a una férrea defensa aérea. Los alemanes perdían entre 2.5 y 3 aviones por cada uno que perdían los ingleses. Y los pilotos alemanes derribados, morían sobre el Canal de la Mancha, o eran capturados por el Ejército inglés. En cambio, los defensores supervivientes podían volver a los cielos, incluso en el mismo día. De tal suerte que desde el mando de la Luftwaffe se decidió que la mayoría de las operaciones de bombardeo se llevarán a cabo bajo el amparo de la noche.

De alguna forma, este Heinkell 111 logró volver a su base luego de un raíd nocturno sobre Londres

Pero Hitler aún tenía la ilusión de llegar a un acuerdo de cese al fuego con Churchill, de modo que dio instrucciones específicas de no atacar los blancos civiles. Por proximidad con el blanco, o confusión, alguna que otra bomba cayó sobre edificios civiles, pero la cancillería alemana siempre pidió disculpas por ello, querían mantener el enfrentamiento contenido. Y así, los ataques continuaron. Era el duelo de 2 fuerzas aéreas… y la Luftwaffe estaba perdiendo.

Sin embargo, el 24 de Agosto tuvo lugar un hecho que tiraría por tierra los esfuerzos alemanes de mantener la guerra con los ingleses “civilizada”. Ese día varias bombas cayeron sobre los suburbios de Londres. Probablemente la acción la llevaron a cabo bombarderos que perdieron el curso y confundieron el objetivo.

Bombardero alemán sobre Londres, foto usada por la propaganda nazi

Churchill, inmediatamente, ordena el primer ataque a Berlín. Los bombarderos Wellington apenas causaron daños a la capital alemana. Pero Hitler estaba furioso. Ordenó el ataque de bombardeo masivo, día y noche, a las ciudades industriales inglesas.

El 14 de Noviembre, la Ciudad de Coventry, importante centro de fabricación para la aviación de la RAF, es bombardeada con la mezcla (ya experimentada en España y Polonia) de bombas de alto explosivo e incendiarias. Las bombas explosivas rompen los edificios, las cañerías y las calles, exponiendo a los materiales inflamables de las casas al efecto de las bombas incendiarias, las que así tienen de que nutrirse. Y los escombros de las primeras bombas, impiden que los bomberos puedan acceder a los focos de incendio con sus autobombas. El centro de la ciudad queda arrasado, 568 personas pierden la vida bajo los escombros o por el fuego.

Winston Churchill visitando los restos de la catedral, en el centro de Coventry

Londres será atacada por 57 noches consecutivas. Los blancos deberían ser industriales y comerciales, como los puertos. Pero en medio de la noche, evadiendo las defensas y con la tecnología de bombardeo existente en la época, se hace imposible no bombardear también blancos civiles por toda la ciudad. Esta guerra de atrición y terror tiene un nombre para los londinenses, ellos lo llaman “el Blitz”. Durante la Batalla de Inglaterra, 40.000 personas pierden la vida, 45.000 son heridas y más de 1 millón se quedan sin hogar. Contradiciendo las teorías del bombardeo de terror, incluso contradiciendo las experiencias cosechadas por la Luftwaffe hasta ahora, el resultado es que la moral inglesa no se fractura. Inglaterra (y particularmente Londres) resistió. Hitler perdió más de 2000 aviones sobre las Islas Británicas, junto con la experiencia y pericia de sus tripulantes. Una pérdida que tendrá graves consecuencias a futuro.

Bombarderos medios Dornier Do-17, rumbo a sus objetivos

“Ojo por ojo y diente por diente”, Churchill, ahora con las manos libres, llevará la guerra aérea a las ciudades enemigas. A partir de ahora, la guerra será total.

Las experiencias adquiridas por la aviación durante la I Guerra Mundial, llevarían a que otras mentes en Europa y los Estados Unidos se unieran a la visión del General Douhet, aportando cada uno su pensamiento para ir transformando esa intuición en un corpus teórico completo.

Los adelantos tecnológicos que se fueron gestando durante el período de entreguerras permitieron a estos teóricos, ahora convertidos en apóstoles de las nuevas Fuerzas Aéreas, sentirse confiados para dar el salto de fe y poner a prueba sus teorías.

En la II Guerra Mundial no solo se enfrentaron el Eje vs los Aliados. En lo que respecta al futuro de la aviación militar, estaban en pugna 2 modelos de Fuerza Aérea. De un lado, una aviación táctica que golpeaba rápido y con precisión, actuando orgánicamente junto a unidades terrestres y navales. Todos los elementos confluyendo en el mismo campo de batalla. Del otro lado estaba naciendo una Fuerza Aérea distinta, con el foco puesto en su propia autonomía. La capacidad de decidir sus propios objetivos le otorgaba el derecho a existir como rama independiente de las otras fuerzas armadas. Solo una visión estratégica, con los medios técnicos adecuados, podía permitir esta emancipación. Era el tiempo del gran experimento. Se dio el paso decisivo, de la teoría a la praxis.  

El Imperio contraataca

La batalla de Inglaterra había terminado con una victoria ajustada para los ingleses. Los alemanes no sabrían hasta muchos años más tarde, gracias a documentales y biografías, lo cerca que estuvieron de quebrar las defensas aéreas de las islas.

Era Junio de 1941 y Hitler daba inicio a la operación Barbarroja, desencadenando todo el fulminante poder de la Blitzkrieg contra la Unión Soviética en el frente Este. La invasión a las islas británicas tendría que esperar.

Pero Churchill no es de los que esperan.

En Febrero de 1942, Churchill asignaría un nuevo jefe al Comando de Bombardeo de la RAF. Sería el Mariscal del Aire Arthur Harris. Considerado el mayor experto en bombardeo del Imperio Británico, Harris traería un nuevo sentido de propósito a la fuerza de bombarderos: la de borrar del mapa los principales centros industriales y ciudades alemanas.

Hasta entonces la aviación había sido decisiva, cada vez que se podía contar con ella, en los teatros del Mediterráneo y del norte de África, para cualquiera de los bandos. Tanto las flotas del eje como las de los aliados (principalmente inglesa) habían sufrido grandes pérdidas cuando eran atacadas desde el aire. Quedaba demostrada la preponderancia de la aviación en la guerra moderna, aunque la mayoría de estas operaciones fueron de carácter táctico. La eficacia de la aviación en su carácter estratégico se estaba midiendo en el teatro europeo central.

Formación de Avro Lancaster, considerado uno de los mejores bombarderos de la guerra.

Pero en Europa continental los bombardeos ingleses tenían poco efecto real. Muchas veces ni podían encontrar el blanco, y si lo hacían, la acción resultaba prohibitiva en costo de vidas y máquinas. Las defensas aéreas alemanas se adaptaron y reforzaron muy rápidamente ante las primeras oleadas de bombarderos ingleses. El Bomber Command aprendería una dura lección: las operaciones diurnas eran demasiado peligrosas.

Para ese tiempo la guerra aérea entre Inglaterra y Alemania se había convertido en un intercambio de bombardeos de represalia contra pueblos y ciudades menores, atacando a la población civil de forma directa. Pero resultaban acciones de poca importancia estratégica. A medida que los teatros de Rusia y África requerían mayor participación de la Luftwaffe, los cielos ingleses se fueron aclarando y esto permitió a la RAF tomar un necesario respiro y preparar un cambio notable de tácticas. Harris quería demostrarle al mundo que el uso masivo de bombarderos estratégicos era suficiente para ganar las guerras. De modo que diseñó un experimento, y los conejillos de indias serían los trabajadores alemanes y sus familias.

El raid “Millenium”

El Bomber Command seleccionó 3 objetivos: Colonia, Bremen y Essen. Sobre éstos la RAF asestaría terribles mazazos, concentrando oleadas de aproximadamente 1000 bombarderos para cada operación. A los modernos Lancaster, Halifax y Stirling que estaban empezando a ser recibidos se les sumaron aviones de todos lados de donde Harris pudo echar el guante. Bimotores Hampden, Blenheim y Wellington, B-17 y B-24 (de las primeras series, producidos en los EEUU para la RAF) que operaban en otros teatros u otros servicios, como el Coastal Command (ataque a buques y caza de submarinos). Incluso se reclutaron viejos bimotores Whitley de la escuela de bombarderos. Todo para llegar al mágico número 1000.

Un Millenium Raid, concentrandose para dirigirse al objetivo

Factores climáticos decidieron el objetivo. La noche entre el 30 y 31 de mayo presentaba condiciones ideales en el cielo sobre Colonia. La suerte estaba echada. Desde decenas de bases en Inglaterra decolaron centenares de aparatos de todo tipo para unirse en una flota devastadora sobre Colonia. A la mañana siguiente Colonia era una ruina humeante. 500 muertos, miles de heridos de diferente consideración, y una población de 40.000 personas que ya no tenían un hogar al cual volver. El 61% del núcleo urbano había sido arrasado. El bombardeo duró varias horas, de oleadas sucesivas. Los ingleses perderían 39 aviones.

Colonia intenta defenderse, pero los bombarderos son demasiados

El 2 de Junio llegó el turno de Essen. Participaron 956 bombarderos, de los cuales se perdieron 31. El resultado de Essen fue muy similar al de Colonia, con la mitad de la ciudad arrasada por las llamas.

El tercer raid tuvo lugar sobre Bremen el 26 de Junio, con resultados similares para los alemanes y 44 aviones perdidos para el bando inglés.

La táctica inglesa fue la misma que había resultado exitosa en Guernica, así como sobre Polonia, Rusia y demás lugares, pero llevada a una escala nunca antes vista. Primero caían las bombas de alto explosivo para romper todo, dejando los edificios sin techo, los tendidos eléctricos y las cañerías de agua cortadas, las calles bloqueadas por escombros. Y luego venían las bombas incendiarias para completar la destrucción. Con las calles bloqueadas, las unidades de bomberos no pueden llegar a los focos principales y se termina produciendo un fenómeno aterrador y sumamente destructivo: la tormenta de fuego.  El aire y las superficies se ponen tan calientes por los incendios sin control, que todo empieza a arder sin que lo toque la llama. Se crean corrientes de aire calcinante que succionan el oxígeno, moviendo el fuego como si fueran olas de una tempestad que arrasa todo lo que toca. Se hace imposible respirar, el aire quema los pulmones. Nada se puede hacer, más que esperar a que se consuma todo el material combustible.

Los resultados fueron elocuentes. En una noche, los habitantes de una ciudad se convertían en refugiados sin nada más a su nombre que lo que llevaban encima cuando sonaron las alarmas de bombardeo. Los ingleses inventaron un término para esto: lo llamaban “Dehousing”. No tiene traducción directa, pero se entiende como dejarte o quitarte tu casa.

Alemania a la defensiva

En el verano de 1942 entran los EEUU en el conflicto europeo, con centenares de bombarderos aterrizando en bases por toda Inglaterra.

Las famosas fortalezas volantes B-17, foto coloreada para apreciar cómo se veían realmente

El plan norteamericano para aniquilar la potencia germana había sido trazado hacía tiempo. Se habían seleccionado 154 objetivos que había que destruir totalmente. De éstos, 50 eran equipos para la producción eléctrica; 47 nudos ferroviarios; camioneros y puertos, 27 representaban el 80% de la producción petrolífera; 18 estaban relacionados a la construcción aeronáutica; 6 representaban el 90% de la producción de aluminio y otros 6 la producción total de magnesio. Era la aplicación científica de las teorías de Mitchell y Weber.

Por el contrario, los objetivos del Bomber Command inglés conducido por Arthur “Bomber” Harris estaban en consonancia con los ideales de Douhet y en su propia experiencia como policía colonial del aire. Los bombarderos de la RAF atacarían el potencial humano y a la economía alemanas, bombardearían la moral germana, hasta su ruptura total.

Imagen de propaganda, pero que demuestra como la idea del bombardeo estratégico se había instalado en la mente de todos

Los norteamericanos confiaban en sus bombarderos, pensaban que eran los mejores del mundo. Podían volar más alto, más rápido, y más lejos que cualquier otro avión similar. Los B-17 y B-24 tenían un poderoso armamento defensivo, compuestos de muchas ametralladoras pesadas de 12,7 mm. Y sus formaciones cerradas permitían que los aviones se apoyaran mutuamente con fuego defensivo. No por nada al B-17 lo llamaron Fortaleza Volante. La creencia en la superioridad de sus monturas, así como la de su tecnología de bombardero y el entrenamiento de sus tripulaciones, llenaban de confianza a los norteamericanos.

Bombardeo estratégico americano sobre la planta de Hispano-Suiza, ocupada por los alemanes, en París

Ellos también tenían la idea de que los bombarderos podían ganar la guerra. Se habían entrenado para bombardear objetivos individuales desde 7600 metros de altura, con gran precisión y devastación durante el día. Los ingleses les advirtieron que eso era una locura, que lo habían intentado, pero no funcionaba. Los norteamericanos les contestaron algo como “bueno… es como lo sabemos hacer nosotros”. Y así quedó divida la función de cada comando de bombarderos. Durante el día, los norteamericanos atacarían los puntos nodales de la infraestructura nazi, durante la noche la RAF arrasaría sus ciudades.

Pero pronto descubrirían que las prácticas de bombardeo sobre el desierto no te preparan bien para las difíciles condiciones de visibilidad sobre la húmeda Europa, y mucho menos cuando las defensas anti-aéreas (ahora, reorganizada y ampliada a más de un millón de individuos, muchos de ellos, niños en edad escolar) y la Luftwaffe te disparan en medio de una defensa cada vez más tenaz y desesperada.

Los bombarderos bimotores medios, como este B-26 Marauder, también participaron activamente en todos los frentes.

Para la primavera del 43, el comando de bombardeo norteamericano se encuentra sufriendo graves pérdidas a manos alemanas. Las baterías Flak (artillería anti-aérea) se cobraban su cuota en sangre de cada formación de bombardeos que pasaban cerca. Y los cazas de escolta, P-38 Lightning primero y P-47 Thunderbolt luego, no tenían el alcance suficiente para cubrir a la fuerza de bombardeos durante todo el trayecto. Los alemanes habían aprendido lo demoledores que podían ser los P-47 cuando picaban sobre ellos desde más altura, así que supieron calcular el momento en el que la fuerza de escolta llegaba al máximo de su alcance y debía regresar a Inglaterra, momento en el que descendían entonces como una mortífera nube de aves rapaces sobre unos bombarderos que quedaban librados a sus propios medios para defenderse. Pierden fortalezas volantes de a decenas. Hay relatos de pilotos de escolta que, dando la vuelta para volver a sus bases, veían por sobre sus hombros los primeros aviones alemanes abalanzarse sobre las formaciones de bombarderos. Si algunos se dieron vuelta para pelear, no regresaron.

Posteriormente los P-47 recibieron depósitos de combustible extra bajo las alas, pero esto no alcanzaba para acompañar a las formaciones de bombarderos en los ataques en profundidad sobre Alemania. Se probaron versiones de bombarderos con más ametralladoras, como unidades que debían defender las formaciones, pero resultó un fracaso. Lo mejor que podían hacer era mantener la técnica de vuelo en formación escalonada, que garantizaba la protección recíproca mediante la concentración del fuego defensivo.

Formación de B-17 intensa abrirse paso, mientras los cazas alemanes y la escolta norteamericana se enfrentan en frenética pelea de perros

Para entenderlo en su magnitud real, en diferentes acciones del día 17 de agosto de 1943, se habían perdido 600 vidas de tripulantes de aviones derribados (sin contar muertos y heridos de los aviones “tocados” que sí pudieron regresar a base), contra 25 pilotos de la Luftwaffe perdidos en las acciones defensivas.

Bombardeo de área

Los resultados estadounidenses no hacen más que confirmar las ideas del Mariscal del Aire Arthur Harris. Harris diseña una nueva estrategia, atacar la cuenca del Ruhr. Es un área de Alemania donde se concentra la mayor producción de acero y carbón. Y es también la zona más nutridamente defendida de Alemania. Todas las noches hay bombardeos, la tensión en la población es permanente. Pero una “nueva normalidad” (¿les suena el término?) se va gestando. La vida en los bunkers y túneles se va naturalizando, la pulsión de vida aún es fuerte; la moral alemana no se rompe. La gente se acostaba vestida. A mano siempre tenía un pequeño equipaje con lo mínimo indispensable para sobrevivir. De forma tal que cuando sonaba la sirena de ataque aéreo, estaban instantáneamente listos para ir a los túneles y bunkers a esperar que pase el peligro. El Gobierno Nazi es eficiente en la distribución de víveres y cuidado médico en las ciudades bombardeadas. La disciplina civil se mantiene, la moral sigue alta.

Combinación de bombas de alto explosivo e incendiarias en un Halifax de la RAF, para el bombardeo de área sobre ciudades

La presión por resultados tangibles se intensifica sobre los hombros de Harris, necesita dar un golpe demoledor. El objetivo es Hamburgo, la segunda ciudad más poblada de Alemania. Pero teme a los radares alemanes. Por suerte para él (y por la pericia de las unidades de espionaje e inteligencia), un caza nocturno alemán, equipado con el último modelo de radar, deserta al bando aliando y aterriza en Escocia. Con esto los ingleses pueden averiguar la frecuencia en la que operan los radares alemanes, y diseñar la contra-medida adecuada. Finas tiras de aluminio, generan mil reflejos en los radares alemanes, que no pueden distinguir cuales de los ecos radar mostrados en pantalla son aviones reales y cuales ecos fantasmas. Es el “chaff”, técnica que se utiliza aún hoy con efectividad.

La RAF lanza el mayor raid aéreo que el mundo haya visto hasta entonces. Hacia media noche, las sirenas comienzan a aullar en Hamburgo, los Flak y los cazas nocturnos se ponen en alerta, pero los radares no pueden dar indicaciones, sus pantallas se ven llenas de cientos y miles de ecos, sin poder distinguir los aviones reales de las contramedidas. Una sábana de 29 kms ininterrumpida de bombarderos dejan caer su letal carga sobre la indefensa ciudad. El 26 de Julio de 1943, las llamas en Hamburgo dan nacimiento a la mayor tormenta de fuego jamás vista. En las calles, la temperatura se eleva hasta los 1.000 C°. Los vientos ardientes tienen la fuerza de huracanes. Aún desde 6.000 metros de altura, el interior de los bombarderos es iluminado por una ciudad furiosamente en llamas.

Hamburgo fue atacada por 10 días consecutivos por bombarderos británicos por la noche, y estadounidense durante el día. Son más de 40.000 los muertos por los bombardeos, muchos por asfixia, ya que los fuegos consumían el oxígeno a su paso. Pero también muchos quedaron atrapados en los escombros, calcinados, o atrapados en el asfalto, que por el calor se había fundido y transformado en una trampa mortal. Los heridos se contabilizaron en 120.000. 1 millón de refugiados, ya sin hogar, huyen de los restos de la ciudad.


Un exultante Harris escribe a Churchill en Noviembre, que con la ayuda de los EEUU pueden reventar Berlín de punta a punta. El precio a pagar para los aliados, sería de entre 400 a 500 aeronaves, el precio para los alemanes sería la guerra.

Berlín

Arthur “Butcher” Harris (el carnicero, como lo llamaban sus pilotos y oficiales del Bomber Command) comienza su campaña aérea para devastar Berlín. Desde principios del 44 hasta el final de la guerra, más de 300 salidas nocturnas machacarán la capital germana. Sin embargo, el colapso de la moral de los alemanes no llega. El dolor, el miedo y la desesperación unen a la gente en una causa común. La batalla aérea sobre Berlín es la más grande de la historia. El Comando de Bombardeo pierde más de 800 aviones y 3.000 tripulantes.

Tripulación de Avro Lancaster regresa agotada, luego de un raíd nocturno.

Los americanos se mantienen alejados de las operaciones sobre Berlín que llevan a cabo los ingleses. Siguen abocados a sus operaciones diurnas de precisión sobre objetivos industriales y logísticos. Y con la entrada en servicio de los cazas P-51 Mustang y sus depósitos de combustible externo, tienen la escolta que estaban necesitando, capaces de acompañarlos todo el trayecto, ida y vuelta, de sus objetivos en Alemania.

Día D

En el frente occidental, la superioridad aérea es absoluta. Dan comienzo las operaciones de bombardeo para ablandar las defensas territoriales alemanas. Los bombarderos atacan las factorías de aviones de caza alemanes. Generando un fuerte estrés en las líneas de producción de Messerschmitt. Pero el Me-109 ya no es el principal caza alemán: éste fue superado por el Focke-Wulf 190. Y parte de la genialidad de su diseñador, Kurt Tank, fue la de organizar y simplificar la producción de tal manera que las partes del avión pudieran ser producidas en una gran variedad de talleres por toda Alemania, para luego ensamblar los aparatos donde hiciera falta. De modo tal que los bombardeos, aunque devastadores, no tuvieron gran efecto sobre el principal avión de caza alemán de este período. El otro gran objetivo de los bombarderos aliados, fueron las refinerías de petróleo nazis en Rumania. Si bien los objetivos son alcanzados con fuerza, en semanas los daños son reparados y la producción de combustible se reanuda.

El norte de Francia conoció la devastación de los bombardeos masivos, como antesala al día D

Para preparar el terreno para las masivas operaciones anfibias, los bombarderos estratégicos se transforman en aviones de apoyo táctico, barriendo el terreno en bombardeos de alfombra, dejando a su pazo un paisaje lunar, lleno de cráteres.

La ruina de Dresde

Para Febrero de 1945, la guerra para los alemanes estaba perdida. Con los aliados entrando en suelo alemán por los frentes Este y Oeste, ya solo era una cuestión de tiempo y de ver quien llegaba a Berlín primero.



Y esto hace que la destrucción de la ciudad de Dresde sea una de las operaciones más cuestionables conducidas por Butcher Harris al frente del Bomber Command de la RAF.

800 bombarderos ingleses participaron del raid. Según algunas fuentes, el ataque había sido solicitado por Stalin, ya que el avance ruso estaba siendo ralentizado por una resistencia alemana fanática.

La ciudad cuenta pocos bunkers y pocas defensas, no era un objetivo militar prioritario ni relevante. Dresde había recibido un gran influjo de refugiados, huyendo del avance soviético. A las 10 de la noche de un 13 febrero de carnaval, empezaron a sonar las sirenas.

Como en Hamburgo, otra vez la brutal tormenta de fuego, cuyos vientos ardientes arrancaban a la gente del suelo para tragarlos en las llamas. Aún desde 100 millas de distancia, las tripulaciones de los bombarderos ingleses que se dirigían de vuelta a sus bases, podían ver las luces de las llamas que arreciaban el centro de Dresde. Al día siguiente llegaron los bombarderos norteamericanos para dar el remate. El conteo de muertos sería de alrededor de 35.000. Otras tantas decenas de miles “dehoused”… en un momento en el que el resultado de la guerra ya no podía ser cuestionado.

Bombardeo estratégico en formación cerrada de unos B-17

La destrucción de Dresde termina revirtiendo la opinión pública contra las tácticas de bombardeo de terror. Churchill decide alejarse de Arthur Harris, le suelta la mano, y es el fin para él.

Los demás frentes de la guerra en Europa

Bombardero medio soviético tipo Pe-2

Si bien tanto alemanes como soviéticos poseían bombarderos pesados estratégicos, nunca sus fuerzas aéreas los emplearon en suficiente número como para evidenciar una utilización estratégica. Las fuerzas aéreas alemanas y soviéticas habían sido diseñadas para su utilización táctica (empleo en el cual nadie puede negar que fueron enormemente efectivas), en conjunción con las unidades terrestres. Lo mismo podría decirse de la más atrasada aeronáutica italiana.

Bombardeo estratégico aliado sobre nudo ferroviario en Italia

Sí hubo acciones importantes de bombardeos estratégicos aliados sobre objetivos en el teatro del mediterráneo, en especial sobre Sicilia e Italia, pero no son acciones tan ejemplares para el tema de esta nota como las acciones de bombardeo estratégico llevadas a cabo por los EEUU e Inglaterra contra Alemania.

Frente del Pacífico

Los japoneses tenían al principio del conflicto tal vez la armada más poderosa del océano Pacífico, con una fuerza aeronaval soberbia. Tal vez por eso y por el tipo de escenarios en los que los japoneses se desenvolvieron (realmente no había en la región grandes ciudades industriales como en Europa continental), hicieron que dejaran de lado el desarrollo de bombarderos pesados de largo alcance. Y eso puede que les haya terminado jugando en contra, a medida que se encontraron incapaces de devolver el golpe en la retaguardia de la avanzada norteamericana. Unas campañas de bombardeo pesado sobre Hawái o Wake hubieran al menos, conseguido algo de tiempo valioso para que Tokio pudiera reponer algunos de los portaviones perdidos, y, sobre todo, nuevos pilotos.

Bombardeo estratégico estadounidense sobre el puerto japonés de Kobe, el 5 de junio de 1945, 473 bombarderos estadounidenses destruyeron por completo 11 kilómetros cuadrados de infraestructura urbana.

En cambio, los EEUU sí que supieron hacer un buen uso de nuevo y más letal bombardero estratégico de toda la II Guerra Mundial, la Superfortaleza B-29. Volando a una altura tal que los cazas japoneses no podían alcanzar, bombardearon los blancos nipones a gusto y placer.

Las superfortalezas volantes B-29 casi no encontraron resistencia sobre los cielos japoneses

Y fue en el Pacífico donde los norteamericanos se convirtieron en grandes alumnos del General italiano Giulio Dohet, bombardeando con incendiarias las ciudades japonesas para arrasarlas. En el bombardeo a Tokio, hasta 200.000 personas perdieron la vida. E insistieron con esta empresa, hasta que luego de 2 bombas atómicas, los japoneses finalmente fueron bombardeados hasta la sumisión.

Reflexiones finales

Con el fin de la II GM tanto en el teatro europeo como asiático, el gran experimento terminaba con resultados diversos.

En su empleo táctico, la aviación fue un gran éxito. Lograr la superioridad aérea sobre el terreno implicaba que el enemigo sufría permanente hostigamiento y ataques de ablandamiento, además de tener pocas chances de sorprender a las fuerzas amigas. No podría haber existido la Blitzkrieg sin la poderosa Luftwaffe. Los soviéticos no podrían haber lanzado sus exitosos ataques en profundidad sin el respaldo de su fuerte y moderna Fuerza Aérea Soviética.

En los teatros operacionales de África y Medio Oriente, la aviación tuvo siempre un rol de gran importancia para dar apoyo a los avances de las fuerzas terrestres, ablandar defensas o cubrir retiradas.

Y en el mar la cosa fue aún más clara. Las flotas más poderosas del mundo sucumbían ante las bombas y torpedos arrojados por la aviación táctica. Esto fue una realidad tanto el Mediterráneo como en el Pacífico, aunque más espectacular en este último teatro. Los buques más grandes y poderosos que la historia había conocido, con sus enormes cañones, miles de toneladas de acero y un millar de marineros para operarlos, hundidos por pequeños, ligeros y baratos aviones. El acorazado dejó de ser el amo del mar: fue desplazado por el portaaviones.

Ingleses y norteamericanos encarnaron mejor que ninguno la visión estratégica de la aviación. Las campañas de bombardeo masivo demostraron ser demoledoras, aplastantes. Pero finalmente ni Harris pudo demostrar que una población puede ser bombardeada hasta la sumisión y subordinación; ni la Bomber Mafia americana pudo demostrar que se puede reventar totalmente la capacidad de un país de hacer la guerra exclusivamente a bombazos.

Los bombarderos no bastaban solos para ganar una guerra.

Paréntesis. Aun es discutible si los B-29 si lograron bombardear a los japoneses hasta quebrar su espíritu de lucha, particularmente con las bombas atómicas arrojadas sobre Hiroshima y Nagasaki. Los planificadores militares de los EEUU sabían que la guerra seguiría mientras la isla principal de Japón no fuera invadida. Y que esa invasión tendría que enfrentar una defensa fanática, que impondría un precio altísimo en vidas de soldados propios. No hay duda que la campaña de bombardeo estratégico contra Japón tenía como finalidad forzar la rendición. Japón ya estaba, de facto, acabado en todos los teatros de operaciones más allá de sus fronteras originales. Pero en el interior del Gobierno los generales, en su orgullo querían seguir peleando hasta el último hombre, mujer y niño. La rendición era conceptualmente incomprensible para los japoneses. Ninguna invasión de Japón había triunfado jamás. Se podía decir que no había perdido una guerra externa en tanto tiempo que ya no se recordaba.

Los líderes japoneses querían una salida negociada de la guerra para salvar la ropa. Los EEUU no aceptaban otra cosa que la rendición incondicional. Si los EEUU no le hubiera garantizado al emperador Hirohito la continuidad de su estatus, tal vez la orden de rendición no hubiera llegado. Todo queda abierto a la especulación.

Lo que, si quedó claro para todos, es que las Fuerzas Aéreas habían ganado su independencia. Ya no se podía cuestionar la importancia de su utilización y el peso de la devastación que desataron los bombarderos sobre sus blancos. De hecho, estudios climatológicos hechos muchos años después del fin de las hostilidades demostraron que el impacto del bombardeo masivo de la II GM fue tan grande en el medio ambiente, que los efectos de las ondas expansivas se notaron a una altura de hasta 1.000 km. La ionosfera fe debilitada y elevada varios kilómetros por la fuerza de las bombas.

Sin embargo, el advenimiento de las armas atómicas y la guerra fría darían a la visión de Giulio Douhet una nueva vida, una cierta continuidad encarnada ahora en el concepto MAD (por Mutual Assured Destruction o Destrucción Mutua Asegurada). La capacidad de los EEUU y la URSS de anular la posibilidad de victoria del adversario por el precio estrafalario de la aniquilación total que debería pagar cualquiera que iniciara un ataque a gran escala, sin duda fue el elemento más significativo a la hora de evitar una Tercer Guerra Mundial. El precio de la guerra, como lo predijo Douhet, sería tan terrible que ninguno de los bandos terminó por animarse a soltar el primer ataque… aunque estuvimos cerca de ese momento más de una vez.

Fuentes:

Air Force Magazine, Volumen 86, Números 2-12.
Masters of the Air: America’s Bomber Boys Who Fought the Air War Against Nazi Germany.
The Bombing War WWII Documentary en Youtube.
Historia de la aviación, editorial Viscontea.

https://www.vozpopuli.com/altavoz/next/bombardeos-II-Guerra-Mundial-desplazaron_0_1175883144.html
http://www.ww2enimagenes.com/2015/08/bombardeos-estrategicos-tacticos.html?m=0
Fotos/imágenes: crédito a quien corresponda

No pudo con el tenis, no pudo con fútbol, la única pasión que mi padre pudo inculcarme fue la del aire... y se lo agradezco tanto. Colaborador en Aviaciónline.com, particularmente la aviación militar. Feliz de poder darle letra a esta pasión y compartirla con Uds.