28 de agosto de 2020

IMPORTANCIA DE LA AVIACIÓN EN LA BATALLA DEL EBRO (1938).


Por Javier Veramendi B

La Guerra Civil Española (1936-1938), fue el primer conflicto contemporáneo en el que el arma aérea contó con un verdadero gran papel dentro de las operaciones militares de ambos contendientes. En ella tuvo lugar el primer “puente aéreo” (del Norte de África, al Sur Peninsular) de la historia, para el que se utilizó el lento pero fiable “Junkers Ju-52” alemán, el cual permitiría el traslado del ejército de Marruecos, del General Franco, hacia territorio peninsular; hecho militar fundamental para las fuerzas nacionales.

 
Traslado de tropas regulares, en el primer puente aéreo de la historia de la aviación (de agosto a octubre de 1936).

Así mismo, sería durante la Guerra Civil cuando la aviación culminase el proceso, ya iniciado en la Gran Guerra (1914-1918), de convertirse en un cuerpo independiente, al que se encomendarían misiones de mayor relieve dentro del esquema operacional de ambos ejércitos, ampliándose sus funciones y su cometido estratégico-táctico. En este sentido, la Guerra Civil podría considerarse como un conflicto “bisagra” en la historia militar contemporánea, al introducir el potencial militar de la aviación que posteriormente veremos culminado en la II Guerra Mundial (1939-1945). Muchos de los aviones que destacarían en este conflicto ya habían recibido su bautismo de fuego en los cielos españoles, donde se pudieron ver por primera vez tanto el poder destructivo de los bombardeos modernos como la aparición de nuevas tácticas de combate aéreo (bombardeo en picado, en “cadena” etc) y, sobre todo durante la Batalla del Ebro, la espectacularidad de los duelos entre cazas enemigos, llegando a batirse a más de ocho mil metros de altura.

La importancia del arma aérea en el Ebro, tanto para los nacionales como para los republicanos, es indiscutible. Los primeros la utilizaron para contener, desde el primer momento, la ofensiva republicana mediante el bombardeo y ametrallamiento de los puentes y pontones que los esforzados ingenieros republicanos trataban de tender entre ambas orillas del río, retrasando con ello el paso de hombres, pertrechos y vehículos blindados hacia las posiciones nacionales que estaban siendo atacadas. De hecho, se estima que el cuerpo de ingenieros y pontoneros perdió debido a la aviación nacional, durante las primeras cuarenta y ocho horas tras el inicio de la ofensiva, más de un tercio de sus fuerzas. Durante los cuatro meses que duró la batalla (25 de Julio hasta el 16 de noviembre de 1938) la aviación nacional fue capaz de disparar sobre las fuerzas republicanas más de sesenta mil bombas, lo que demuestra el papel activo que jugaron en dicho enfrentamiento.

 
Tropas republicanas a punto de cruzar el Ebro.

Por otro lado, para los republicanos, la no intervención de su aviación hasta finales de Julio supuso uno de los mayores errores tácticos cometidos durante la campaña del Ebro. El 25 de dicho mes “la Gloriosa” o “la Sufrida”, como era conocida la aviación republicana, se hallaba desplegada en el frente del Levante protegiendo Valencia, sosteniendo así el sector centro-sur,  ya que tras el fracaso de la ofensiva republicana en Balaguer[1] el gobierno republicano no se hallaba muy por la labor de desprenderse de sus vitales, y escasas, fuerzas aéreas en unos instantes en los que la tenaza nacional se cerraba sobre Valencia. Además, que un posible fracaso de la ofensiva que se estaba gestando en el Ebro provocara la destrucción, o merma, de la aviación gubernamental,  era un hecho que el gobierno republicano no podía permitirse bajo ningún concepto.

Como sabemos, esta decisión resultaría aciaga para el Ejército del Ebro ya que, al menos durante los primeros días de la ofensiva, el cruce del río se vio obstaculizado por la aviación nacional, que se convirtió en una auténtica pesadilla para los soldados republicanos consiguiendo, gracias a la destrucción desde el aire de un elevado número de puentes y pontones, evitar el traslado hacia la orilla nacional de importantes refuerzos, provisiones y vehículos blindados, con lo que el factor sorpresa inicial de la ofensiva se vio rápidamente eliminado.

 
Un Grumman G 23 Dolphin con los colores de la República.

En cambio, durante el “día D” del cruce del río Ebro los republicanos sólo desplegaron un pequeño escuadrón de Grumman G23 Dolphin (en torno a Valls) y dos escuadrones de Polikarpov I-16 (no llegaban la treintena)[2]; y no hubo ni rastro de los nuevos aparatos adquiridos por la República aprovechando la apertura de la frontera francesa (del 17 de Marzo hasta el 13 de Junio de 1938), que según Salas Larrazábal consistían en medio centenar  de cazas “Polikarpov I-15” y “Polikarpov I-16”, así como una veintena de bombarderos Tupolev SB-2[3].  De haber aparecido es posible que, teniendo en cuenta el factor sorpresa y la iniciativa de las fuerzas republicanas, hubiesen podido cubrir temporalmente el avance de la infantería republicana y quizás, objetivos que no se cumplieron y que resultarían de gran importancia en el devenir de la batalla, la toma de Gandesa por ejemplo, podrían haber sido ejecutados con éxito.

Sin embargo, esto es muy discutible y no deja de ser un ejercicio de imaginación por nuestra parte.  Dadas las circunstancias, parece poco probable que la aviación republicana hubiese podido mantener una cobertura aérea destacable sobre sus tropas por mucho tiempo, ya que contaba con una serie de desventajas importantes en comparación con la nacional. Por un lado, la diferencia numérica era evidente, así, por ejemplo, en bombarderos pesados era de 10 a 1 (por ello los republicanos conocían a la aviación nacional como la “Numerosa”) a favor de los nacionales. En cuanto a los cazas, el número era más parejo, pero sin embargo los pilotos de cazas republicanos eran jóvenes bisoños sin apenas experiencia de combate, a diferencia de los veteranos y curtidos pilotos nacionales, con mucha guerra y muchas horas de vuelo a sus espaldas.

Por otro lado, la coordinación aérea y la práctica de tácticas modernas de bombardeo (bombardeo en picado en cadena por los Ju-87, donde cada aparato atacaba en línea sobre el objetivo de tal forma que constituían una fila continua, ofreciendo un poder destructivo elevado) eran mucho mejores en las filas nacionales que en las republicanas; y además, cada pérdida que sufría las fuerzas aéreas gubernamentales era totalmente irremplazable mientras que los nacionales contaban con un elevado número de aviones y de repuestos disponibles (más de 200 aparatos).

 
Un Junkers 87 Stuka perteneciente, por sus insignias, a la aviación nacional.

Finalmente, hay que indicar que la República aplicó una política un tanto polémica respecto a sus veteranos de las fuerzas aéreas[4]: los jóvenes que no superaban los 21 años eran destinados a los mandos de los cazas soviéticos Polikarpov I-15 o I-16[5] y los pilotos más curtidos eran destinados a escuadrillas secundarias de bombardeo, más lejos del peligro; una forma de proceder que provocó que los escasos e irremplazables Polikarpov fuesen puestos en manos de jóvenes sin experiencia alguna, siendo utilizados simplemente como carne de cañón.

Aviones Nacionales en el Ebro

La aviación Nacional se hallaba dividida en tres grupos: Aviación Hispana (constituida por españoles, desplegada en el Ebro en el sector Fayón-Mequinenza), Legión Cóndor (voluntarios alemanes, desplegados en el sector central) y Aviación Legionaria Italiana (voluntarios italianos, sector sur)[6].

 
Una hilera de Me-109 de la Legión Cóndor, en algún aeródromo español. Que estuvieran tan a la vista y tan magníficamente desplegados nos indica que el peligro debía ser escaso.

Al mando se hallaba el General español Alfredo Kindelán, cuya labor permitiría la creación y desarrollo de la fuerza aérea española una vez acabada la guerra.

Entre los principales aviones nacionales que operaron en el Ebro, habría que destacar:

El Fiat CR-32 (“CHIRRI”).

Este ágil, veloz y robusto biplano de fabricación italiana fue empleado por primera vez, por el bando nacional, en 1936. En un principio (al igual que sucediese con los aparatos de la Legión Cóndor y los Polikarpov soviéticos) sólo fueron pilotados por italianos de la Reggia Aeronáutica; sin embargo, pronto pasaron a ser usados por pilotos españoles, quienes demostraron una gran habilidad en su manejo, tal y como atestigua la concesión de la máxima distinción militar española, la laureada de San Fernando, a más de diez de ellos.

 
FIAT CR-32 “CHIRRI” en pleno vuelo. Sería el caza más utilizado por los nacionales a lo largo de la guerra.

Técnicamente, este avión cumplía la misión de caza, pudiendo alcanzar una velocidad máxima de 354 km/h; y estaba armado con dos ametralladoras, modelo Breda “Safat” de 12’7 milímetros.  En cuanto a su capacidad, podían llegar a transportar hasta 100 kilos de bombas.  A España, llegarían más de 350 aparatos de este modelo y, tras la guerra, comenzarían a fabricarse en Sevilla[7].

Savoia Marchetti SM79 “Sparviero”.

Bombardero de fabricación italiana que hizo su aparición en la guerra civil en 1937; era muy resistente, y sólo cinco de ellos fueron derribados por la aviación republicana a lo largo del conflicto. Su vida militar se prolongaría hasta la II Guerra Mundial.  Este avión, que fue la versión mejorada del Savoia Marchetti SM81 “Pipistrello” (“murciélago” en italiano), contaba con una velocidad máxima de hasta 423 km/h, podía llevar una carga de hasta tres toneladas y media y estaba armado por cuatro ametralladoras Breda (“Scotti” o “Safat”, de 7’2 o 12 milímetros respectivamente).  Posiblemente, durante la Guerra Civil sólo fue superado por el bombardero republicano de fabricación soviética Tupolev SB-2 Katiuska.

 
Escuadrilla de SM79.

Messerchmitt BF-109.

El Messerchmit BF-109, de fabricación alemana, entró en servicio activo en la guerra de España en Marzo de 1937, consagrándose en la batalla del Ebro. Era un caza monoplano muy veloz, ya que podía alcanzar unas velocidades máximas de hasta 550 km/h; y estaba armado o bien con cuatro ametralladoras MG17 de 7’92 milímetros o bien con dos cañones MF/FF de 20 milímetros. Con la versión C (que presentaba dos ametralladoras en ambas alas y otra insertada en la ruleta de la hélice), el piloto alemán Werner Mölders se convertiría en el mayor “as” de la Legión Cóndor[8].  El BF-109, desplazaría al Heinkel 51 en misiones de caza, siendo este utilizado en el Ebro, como bombardero ligero.

 
ME BF-109, este caza era el principal enemigo del SB-2 republicano.

 
Junkers JU-87 A Stuka (abreviatura de “Sturzkampfflugzeug”, es decir avión de bombardero en picado).

El Stuka llegó a la Península Ibérica en 1937 y, debido que era un prototipo “ultrasecreto”, solo fue empleado pilotos alemanes y el número de aparatos fue muy escaso. Tuvo su estreno en la batalla de Teruel y luego se empleó en el avance nacional hacia el Mediterráneo, en la batalla del Ebro y en el postrero avance de las fuerzas nacionales hacia Cataluña, con el cual concluiría la guerra en España. Este bombardero en picado se consagró durante la II Guerra Mundial, durante la que se produjeron versiones más modernas, empleándose prácticamente hasta el final del conflicto. Algunas de estas, como el JU-87 D3 armado con un potente cañón antitanque, serviría para que el famoso piloto de la Luftwaffe Hans Ulrich Rudel consiguiese destruir más de 400 tanques soviéticos[9].

Tres Stukas JU-87 B. Se conserva muy poco material gráfico de su partición en la Guerra Civil[10].

No se sabe la cifra exacta de JU-87 que pudieron desplegarse en España, pero dado el carácter experimental de su empleo es probable que no superasen la docena. El JU-87 A (y su versión más moderna, el JU-87 B utilizado también en la Guerra Civil), presentaban ya las peculiaridades típicas de los modelos Stuka posteriores, principalmente: alas en forma de gaviota, tren de aterrizaje fijo y las llamadas “sirenas de Jericó”, las cuales provocaban un peculiar ruido cada vez que realizaba un ataque en picado. En vuelo alcanzaba una velocidad máxima de 320 Km/h mientras que su velocidad en pleno descenso podía llegar a alcanzar los 550 km/h. Contaba con dos ametralladoras MG-17 en las alas y con una MG-15 manejada por el artillero de cola. Así mismo, llevaba dos bombas en cada ala, de hasta 50 kilos.

El Heinkel 111.

Fue otro aparato de origen alemán que en el Ebro cumplió excelentes servicios, bombardeando las posiciones republicanas en la sierra de Pándols y Cavalls. Podía alcanzar una velocidad de hasta 430 km/h, contaba con una autonomía de 3.500 km y estaba armado por tres ametralladoras Rheinmetall-Borsig MG 15 de 7’9 mm.

 
Heinkel 111 en España

Aviación Republicana en el Ebro

El caza biplano soviético Polikarpov I-15 (conocido como “Chato” o “Curtiss”) entró al servicio de la República en 1936. Este aparato, junto con el Polikarpov I-16, daría a las fuerzas gubernamentales el dominio de los cielos hasta finales del año 36 imponiéndose al Heinkel HE- 51 alemán. Sus principales bazas, eran su manejabilidad y su rapidez (370 km/h). Además, contaba con cuatro ametralladoras Nadashkevich Pv-1 de 7’62 milímetros y podían albergar hasta 150 kilos en bombas (versiones posteriores, permitían acoplar hasta seis cohetes RS-82).

Polikarpov I-15 “Chato”[11].

Sin embargo, el caza monoplaza más avanzado de la Guerra Civil fue, posiblemente el Polikarpov I-16 de origen soviético. El primer modelo de este avión contaba con dos ametralladoras SH KAS 7’62 mm y fue conocido como (Mosca o Rata), mientras que el Polikarpov I-16/10(Supermosca), su última versión, presente en el Ebro, mucho más avanzado, desplegó 4 ametralladoras de 7’7 mm y estuvo dotado de mejoras técnicas en el motor que le permitían alcanzar hasta 8.000 metros de altura, alcanzando así el mismo techo de acción que su principal rival, el ME BF-109.  La velocidad fue la baza principal de ambos modelos, que llegaron a alcanzar los 454 Km/h de velocidad máxima.

 
Polikarpov I-16/10 “Supermosca”.

En cuanto a bombarderos republicanos, habría que mencionar el también soviético Tupolev SB-2 “Katiuska”[12], que entró en servicio en el bando republicano en octubre de 1936. Perteneciente a la familia de los “bombarderos rápidos” (de ahí sus iniciales, “Skorostnoi Bombardirovschik” en ruso), presentaba una dotación de tres tripulantes, tenía una autonomía de hasta 2300 kilómetros, podía alcanzar velocidades de hasta 430 km/h y soportaba una carga de hasta 2915 kg. En cuanto a su armamento, contaba con cuatro ametralladoras orientables SHKAS de 7’62 milímetros y una carga de hasta 600 kg en bombas. Estos aparatos, dieron un buen resultado en la Guerra Civil, siendo dos de ellos los que atacaron el buque de guerra alemán Deutschland en mayo de 1937.

 
Tupolev SB-2 Katiuska.

Bibliografía

Henry Chris (1999) La Batalla del Ebro. Madrid: Osprey.
Armero, José Mario. González Manuel (1981). Armas y Pertrechos de la Guerra Civil Española. Madrid: Ediciones Poniente.
Juan Carlos Laviana ( 2005) “El Ebro, la Batalla más larga de la Guerra. Julio 1938”. Madrid: Biblioteca El Mundo.
Desperta Ferro Especiales. 1938 La Batalla del Ebro. Número Especial III.
Caballero Jurado, Carlos (2006). The Condor Legion: German Troops in the Spanish Civil War. Leeds: Osprey Elite 131.
Ulrich Rudel, Hans (1994). Piloto de Stukas. Barcelona: Editorial Acervo

Fuentes Electrónicas

Información técnica e imágenes, extraídas de:
Página Web, Ejército del Aire Español: www.ejercitodelaire.mde.es
“Sociedad Benéfica de Historiadores Aficionados y Creadores”: http://www.sbhac.net

Fuente: https://www.gehm.es


[1] Encuadrada dentro de la Batalla del Segre (abril de 1938 a Enero de 1939), la ofensiva sobre Balaguer, a las órdenes de Juan Modesto, pretendía crear una cabeza de puente en territorio nacional, que atrajese a las tropas del general Dávila, desprotegiendo así sus posiciones sobre Castellón.
[2] Ibidem.
[3] Henry Chris (1999) La Batalla del Ebro. Madrid: Osprey. Página 55.
[4] Desperta Ferro Especiales. 1938 La Batalla del Ebro. Número Especial III. Página 42.
[5] Esto se debe al elevado número de bajas entre los pilotos de Caza.
[6] Íbidem. Página 25.
[7] Información extraída de: http://www.ejercitodelaire.mde.es/ea/pag?idDoc=743F2F7FA921BC69C12570D700464D28&idRef=E6E67F250353198AC12576B300466D63&idImg=66E705B3B502ACC1C12576B30046D128 [última visualización el 20/01/2014].
[8] Caballero Jurado, Carlos (2006). The Condor Legion: German Troops in the Spanish Civil War Página 25.
[9] Ulrich Rudel, Hans (1994). Piloto de Stukas. Barcelona: Editorial Acervo. Página 142.
[10] Caballero Jurado, Carlos (2006). The Condor Legion: German Troops in the Spanish Civil War Página 29.
[11] Extraído de: http://www.sbhac.net/Republica/Imagenes/Armas/Aviones/Aviones.htm [última visualización el 20/01/2014].
[12] “El Ebro, la Batalla más larga de la Guerra. Julio 1938”. Madrid: Biblioteca El Mundo. Página 166-167.  Presente en,“ Galería de Aviones de la Guerra Civil Española” de Juan Abellán.