9 de agosto de 2020

DEL PRIMER COMBATE A LOS ASES DEL AIRE

Del primer combate a los ases del aire 

Un biplano alemán derribado en combate durante el último año de la I Guerra Mundial

Muy pocos meses después de que empezase la I Guerra Mundial se registró el primer combate aéreo. Al año siguiente, los aviones empezaron a montar ametralladoras fijas. Habían nacido los pilotos de caza. 


El 5 de octubre de 1914, a los dos meses de comenzar las hostilidades entre Francia y Alemania, un avión galo encontró sobre la zona de Rheims a otro germano y se produjo un hecho histórico: uno de ellos derribó a su enemigo con una ametralladora. Aquel fue el primero de miles y miles de combates aéreos en cielos europeos y, conforme avanzó el siglo XX, en otros muchos escenarios.

 

Orígenes

 

La aviación de motor solo tenía 10 años de edad cuando las principales potencias de Europa se lanzaron a la estúpida y terrible guerra conocida ahora como I Guerra Mundial. Los aeroplanos habían evolucionado muy rápidamente desde el vuelo de los Wright en diciembre de 1903 y ya alcanzaban los 150 kilómetros por hora. Y podían permanecer en el aire más de 100 minutos, ascender hasta los 4000 metros y realizar buen número de maniobras acrobáticas. Durante los cuatro años de conflicto seis países (Alemania, Austria-Hungría, Francia, Gran Bretaña, Italia y los EEUU) construyeron un total de algo más de 150.000 aparatos, entre bombarderos y cazas, que en sucesivos modelos fueron mejorando todas sus características.

 

El avión alemán del combate mencionado al comienzo era un Aviatik, su piloto se llamaba Wilhelm Schlichting y el observador Fritz von Zangen. El francés era un biplano Voisin V89 de motor trasero con el observador en la proa desde donde manejaba una ametralladora Hotchkiss. En aquel día de octubre de 1914 estaba tripulado por el Cabo Louis Quénault, que hizo los disparos, y por el Sargento Joseph Frantz, piloto. El encuentro entre los dos aeroplanos y los nombres de los cuatro aviadores son recordados hoy día por una placa en el pueblo de Jonchery-sur-Vesles (a 1 kilómetro del lugar donde cayó el avión germano). Fue colocada por franceses y alemanes en 1986 y alude en los dos idiomas, a la paz entre los pueblos europeos.

 

En 1915, los ingenieros de los países en guerra añadieron ametralladoras fijas a los aviones destinados a combatir a otros. Y empezaron a llamarse cazas. Quienes los pilotaban formaron un nuevo tipo de guerreros provenientes en buena parte de la caballería, ahora inútil ante las trincheras enemigas. La prensa y la naciente propaganda bélica consideraron a los jóvenes pilotos de guerra como los nuevos caballeros del aire, héroes de nervios firmes y gran valentía luchando a muerte sobre los campos de batalla (no llevaban paracaídas).

 

Entre agosto de 1914 y noviembre de 1918, los aviones crecieron en número y, paralelamente, también los pilotos y los combates. En Francia llamaron "ases" a quienes obtenían cinco o más victorias aéreas y el público de los países beligerantes se entusiasmó con las historias que contaba la prensa sobre sus luchas.

 

La Luftwaffe

 

La pérdida de la guerra obligó a Alemania a entregar sus 1.700 aviones a los vencedores aliados y después, el tratado de Versalles prohibió que hubiera una fuerza aérea germana.

 

Durante nueve años, de 1924 a 1933, el Alto Estado Mayor se apoyó en la comunista URSS para, en un aeródromo militar ruso, entrenar secretamente a pilotos y tripulaciones alemanas. A partir de 1933, Hitler rechazó la prohibición de construir aviones de combate y creó la Luftwaffe, dirigida por Hermann Goering, veterano as de la guerra anterior (22 victorias) y número dos en la jerarquía nazi.

 

En unos pocos años la fuerza aérea alemana se convirtió en la más poderosa de Europa. A su rápido desarrollo contribuyó la guerra civil española desde su comienzo al servir como campo ideal para probar sus nuevos modelos, construidos en las fábricas de grandes ingenieros como Ernst Heinkel, Hugo Junker, Claudius Dornier y Willy Messerschmitt. La Legión Cóndor enviada por Hitler para apoyar al bando franquista tuvo una destacada intervención y en nuestros cielos actuaron los bombarderos He 111, Do 17, Ju 87 (Stuka) y el gran caza Messerschmitt 109. Poco más tarde, cientos de esos y otros modelos intervendrían en las campañas ofensivas de la Luftwaffe contra los países atacados por Hitler.

 

La Legión Cóndor también sirvió para que sus pilotos aprendieran a combatir contra enemigos reales y peligrosos, sobre todo los cazas Poliarkov I-16 enviados por la URSS al bando republicano. Durante los seis años que duró la contienda mundial, millares de aviadores europeos, rusos, americanos y japoneses lucharon en aviones cada vez más potentes y veloces. Se calcula que, en conjunto, Alemania, Italia, Japón, Gran Bretaña, la URSS y los Estados Unidos produjeron 757.000 aparatos, de todos los tipos.

 

Lo que más llama la atención en el cuadro anterior es la diferencia entre las victorias de los pilotos de la Luftwaffe y los de otros países. Mayor de lo que parece si sabemos que, aparte de los dos primeros, 13 de sus pilotos lograron más de 200 victorias. Y otros 89, más de 100. Tomando este último número como alta barrera diferencial vemos que 104 pilotos germanos la sobrepasaron. En los otros países combatientes solo un japonés logró superarla ¿Cómo se explica tan gran contraste?

 

Explicaciones

 

Según algunos estudiosos del tema, la principal razón está en el tiempo de combate. Salvo casos excepcionales, la Luftwaffe utilizaba a sus pilotos sin límites temporales o de número de misiones. Hartmann estuvo combatiendo desde octubre de 1942 hasta el final de la guerra en mayo de 1945. Su compañero en el frente ruso, Barkhom, empezó en el verano de 1940 -contra los Spitfire y Hurrican británicos- y terminó en abril del 45. Fue derribado nueve veces, pero eso no le impidió seguir activo en la Luftwaffe. En cambio, los anglosajones limitaban los periodos de combate de sus aviadores y retiraban a sus ases de los frentes aéreos.

 

Otra explicación apunta a que durante los dos primeros años de guerra con la URSS los aviones soviéticos eran inferiores a los Me 109 y Fw 190 alemanes. Sus ya experimentados pilotos se apoyaron en esa ventaja y obtuvieron así buena parte de sus victorias. Esto es cierto, pero debe recordarse que también hubo pilotos alemanes con más de cien victorias en el frente occidental y en el Norte de África. Concretamente, ocho que van desde Hans-Joachim Marseille (158) a Josef Priller (101).

 

A las explicaciones anteriores pueden añadirse la superior táctica de combate aéreo desarrollada por la Luftwaffe y la calidad de sus dos principales cazas, construidos en grandes cantidades durante la guerra (35.000 Messerschmitt 109 y 20.000 Focke-Wulf 190). De esta manera obtenemos un conjunto de causas que lógicamente contribuyeron todas a la diferencia indicada

 

Pero aparte de unas u otras explicaciones y causas, sería injusto no reconocer que, sencillamente, los pilotos de caza de la Luftwaffe fueron los mejores de la II Guerra Mundial. Aunque al anglófilo que fui en mi adolescencia le hubiera costado admitirlo.

 

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Fuente: https://www.diariodenavarra.es