24 de junio de 2023

UNIDADES AÉREAS DEL EJÉRCITO DEL AIRE ESPAÑOL - ALA 46: 50 AÑOS DE HISTORIA - LLEGA UN GUERRERO Y DESPEDIMOS A UN AMIGO

 



 

F-18 Hornet (C.14): Abril de 1999 – actualidad: El 462º Escuadrón de Caza está equipado con el sistema de armas C-15 (Aviones Northrop F-18 “”Hornet”), designado para la defensa, ataque y apoyo aéreo. Este Escuadrón realiza, en la actualidad, las misiones de defensa aérea del Archipiélago Canario y de apoyo a las Unidades de superficie. El avión F-18 lleva operando en la Base Aérea de Gando desde abril de 1999, cuando sustituyó al Mirage F-1.

 

Llega un guerrero, el F-18, y despedimos a un amigo, el T-12

 

Parece que fue ayer, pero han pasado ya más de quince años desde la llegada de los F-18 a Gando. También en esta última etapa se han vivido en el Ala 46 momentos extraordinarios gracias al esfuerzo empeñado por todos los que formamos parte de ella.

 

En el año 1999 se vivió la llegada de los F-18 a las islas Canarias, un nuevo sistema en el archipiélago que sustituía a nuestros queridos F-1 y que todavía sigue defendiendo los cielos atlánticos. Otro fue, sin duda, la desactivación del 461º Escuadrón, unidad de gran tradición y extensa historia, que dejó de prestar sus servicios en el mes de abril del año 2005.

 

5 de abril de 1999. El Capitán Asenjo desciende del primer C-15 procedente del Ala 12.

 

Aterriza el primer Hornet para el Ala 46.


 


La llegada del Hornet

 

Por Juan Carlos Álvarez Barroso

 

El 5 de abril de 1999 se materializó el cambio. El Capitán Cruz hizo la última alarma con el F-1 y su relevo, el Capitán Guerra, inició las alarmas con el F-18 en Canarias. El acto oficial tuvo que esperar al día 14 de abril, presidido por el Teniente General Lombo, principal promotor de la llegada de los C-15 a Canarias, y en el que el Coronel Lens, jefe de la Unidad, recibió los primeros F-18 llegados a la Base Aérea de Gando.

 

Durante varios años los C-15 que volaron en Canarias pertenecieron al Ala 12 y tanto pilotos como mecánicos de esa Unidad estuvieron apoyando al Ala 46 en sus inicios con el nuevo avión. Gracias a este apoyo, la transformación al nuevo material fue más sencilla y los pilotos y mecánicos pronto empezaron a familiarizarse y resolver todos los problemas que iban surgiendo. Muchas son las alarmas que nuestros amigos los Póker y los Tenis hicieron en el barracón de Gando y muchas las horas que invirtieron sus mecánicos en poner al día a los nuestros en resolver esas averías que se resistían.

 

El 19 de enero del 2001 el Coronel Almagro recibió el primer C-15A pintado con el emblema del 462º Escuadrón y el largo relevo finalizó con el Coronel Rincón como jefe del Ala el día 7 de febrero del 2003 con la entrega del último C-15A por parte de los americanos.


 

El F-1, que durante mucho tiempo fue la punta de lanza del Ejército del Aire, pasó a la historia. Atrás quedaron las estrecheces de la cabina, los relojes analógicos, el radar al final del “túnel”, la búsqueda de instrumentos por la cabina, los vértigos en nubes, la bola de fuego, el vuelo bisónico, el aparcar con viento en cara, el uso del “calcetín”, los vuelos al amanecer, el faro de policía, el recalaje en la vertical, el vector adicional, los flaps de combate, el arretmarche, los procedimientos en francés, el panne de huile… nuestro querido F-1 se fue, marcando una época dorada en la historia del 462º Escuadrón y dejando una huella imborrable en todos los pilotos que tuvimos la fortuna de volarlo.

 

19 de abril de 1999. Acto de relevo. Pasada de despedida del F-1 escoltados por dos F-18.

 

Los C.15 en Gando

 

Por Daniel Fernández de Bobadilla

 

El 462º Escuadrón es el único escuadrón de caza del Ejército del Aire que opera permanentemente desde una Base Aérea que comparte las pistas y gran parte del espacio aéreo con un aeropuerto internacional y donde los controladores no son militares. Ello ha hecho necesario que, a lo largo del tiempo, se hayan ido desarrollando una serie de procedimientos de coordinación, plasmados en una Carta de Acuerdo entre el Ejército del Aire y las autoridades civiles responsables del control del tráfico aéreo en las islas.

 

Las relaciones con los controladores civiles han gozado siempre de una excelente salud; de hecho, fue práctica habitual en los tiempos del F-1 el volar en su cabina trasera a algunos de ellos, como forma de familiarizarles con la especial operación de los aviones de caza. Sin embargo, no es menos cierto que las características particulares de la operación de este tipo de aeronaves, totalmente diferentes a las de los aviones comerciales con los que conviven, hacen que de vez en cuando surjan pequeños conflictos, que en la inmensa mayoría de las veces son resueltos rápidamente gracias a la buena predisposición de todas las partes implicadas.

 

Como cualquier otro escuadrón de caza, el 462º Escuadrón realiza una serie de maniobras rutinarias, que a los ojos de los controladores y pilotos civiles resultan cuando menos sorprendentes. Así, maniobras como los despegues en formación, las salidas en columna radar (1+1+1+1) con dos millas de separación entre aeronaves, los scrambles con ascenso con postquemador, las pruebas en vuelo, recuperaciones en reglas de vuelo visual (VFR) de cuatro aviones para entradas en inicial, etc., se hacen rodeados de un gran volumen de tráfico civil, con sus propias particularidades, velocidades, márgenes de seguridad y un sinfín de características que los hacen enormemente distintos a nosotros.

 

En este entorno, dos factores tienen un gran impacto en el planeamiento de las misiones del 462 y diferencian la operación local de la de cualquier otra base peninsular: la gestión del combustible y las emergencias en vuelo. Sin embargo, gracias al apoyo de los controladores y a la excelente labor de todo el personal del Ala 46 implicado en las operaciones aéreas (el Centro de operaciones de Base –Nido–, preparación de vuelos, contraincendios, combustibles, barreras de frenado...), los Halcones del 462 vuelan con seguridad en un entorno tan exigente y cambiante como es esta Región de Información de Vuelo más conocida como el FIR Canarias.

 

Foto: Daniel Fernández de Bobadilla.

 

Formación de C-212 en sesión fotográfica.

 

La despedida del Aviocar


El 20 de abril de 2005, tras veinte años de servicio en el 461º Escuadrón, el C-212 Aviocar realizaba su último vuelo en la Unidad.

 

Atrás quedaban sus servicios en el Sahara en 1975, nada más llegar al Ala 46, y tantas misiones efectuadas en el entorno las Islas, en la Península Ibérica o en África.


Un T-12 de vuelta de la operación humanitaria a Nouadhibou, Mauritania, en septiembre de 2002.


Miembros del 461 con parte del personal evacuado durante la operación.


20 de mayo de 2005. Último vuelo del T-12 en Gando.

 

Dos C-212 en formación vistos desde la rampa del líder. Foto: Juan Manuel Cuervo Forcelledo.
 

Aviocares en Gando

 

461º Escuadrón, labor callada

 

Por Lorenzo Artiles. XLVII Promoción del EA.

 

El 461º Escuadrón era una Unidad veterana cuyos orígenes se remontan a 1928 y las primeras escuadrillas que operaron en el desierto y combatieron en la guerra de África.

 

Desde 1962 operaba como 461º Escuadrón, pero durante sus distintas etapas y denominaciones ha estado dotado por aviones emblemáticos como el Breguet XIX, el Junkers Ju-52, el Heinkel-111, el DC-3 y por último el C-212. Siempre fue uno de los elementos básicos con los que contaba el Ejército del Aire para operar en las islas, realizando una valiosa labor de transporte aéreo ligero militar y enlace y apoyo a la población civil y militar de Canarias.

 

Heredero de una Unidad cargada de historia, de su última etapa pasarán a la memoria misiones de salvamento, destacamentos en península (Zaragoza, Valladolid, Salamanca…), colaboraciones, apoyos y estafetas entre las siete islas. Horas de vuelo realizadas con entusiasmo, ilusión, dedicación y con una tremenda variedad de cometidos, donde en los últimos años destacamos por su singularidad y compromiso las misiones de ayuda humanitaria a Mauritania y la integración de las tripulaciones del 461º Escuadrón en el Destacamento de Vicenza (dependiendo del Centro de Operaciones Aéreas Combinadas de la OTAN para los Balcanes o BCAOC) llevando a cabo operaciones Aéreas de Apoyo logístico Operativo (OSA), dentro de la operación Deliberate Forge para la antigua Yugoslavia.

 

Las misiones en Mauritania sirvieron para llevar a ese pueblo un soplo de esperanza en forma de ayuda médica. Las misiones sobre Bosnia incrementaron el nivel operativo del Escuadrón, que se benefició de un entrenamiento adicional y excepcional, que supuso cambiar el entorno canario por un escenario operativo real en ambiente multinacional, y en pleno corazón de Europa, que tuve la opción de disfrutar en primera persona.

 

Toda esta actividad no fue más que la recompensa a una herencia, a la suma de unos hábitos de trabajo transmitidos a través de generaciones de aviadores que, con distintas escalas, especialidades, historias e identidades, consiguieron llevar a cabo una magnífica labor que, con abnegación y esfuerzo, siempre mostró respeto y pasión por los ideales del Ejército del Aire. Por ello, si tuviera que definir de alguna forma el 461º Escuadrón de FFAA sería con estas tres palabras: “Vocación de Servicio”.

 

Han pasado ya algunos años desde mi destino al Escuadrón de los Zorros. No voy a negar que para un piloto de transporte recién salido de la Academia General de Aire, aquél no era quizá el sistema de armas más deseado, pues todos aspiramos en nuestra juventud a poder volar un material puntero tecnológicamente hablando.

 

Gracias a Dios, el tiempo te enseña a valorar las cosas desde una perspectiva diferente y la madurez acaba por mostrarte las cosas que realmente son importantes en la vida: no es el tipo de material, no son las misiones, no son las coronas de laureles ni los halagos; fue la labor callada y abnegada de un Escuadrón joven, la que me cautivó para siempre. Representaba, desde la diversidad y siendo una de las unidades de transporte más veteranas del Ejército de Aire, ese espíritu joven y crítico, rebosante de ilusión y tradición, que podía presumir, desde la humildad, de la mejor profesionalidad, amabilidad, generosidad, honestidad y compromiso.

 

Un compromiso que se tradujo en un servicio continuo a la sociedad canaria, y por lo tanto a la española, reflejado en miles de misiones. Creo firmemente que en el 461 existió, hasta su desactivación, una enorme coincidencia entre los valores personales y los valores de la Organización.

 

Sea este modesto artículo, escrito para el 50 aniversario del Ala 46, un elogio y una reivindicación de la herencia del 461º Escuadrón, los Zorros, una Unidad que vivía desde dentro hacia fuera, no a la inversa. Mantener su legado de tradición e historia es un gesto necesario hacia quienes le dedicaron lo mejor de sus vidas, y de responsabilidad hacia el futuro del Ejército del Aire.

 

La Vida Cotidiana en el Ala 46

 

16 de abril de 1999- se produjo el traslado de nuestro querido T-6 a su lugar de exposición, a la entrada de la Base Aérea de Gando. En la imagen, los momentos del traslado, con los planos desmontados.


 
Su aspecto final.

 

Su Majestad el Rey nos volvió a honrar con su presencia el día 19 de octubre de ese mismo año, 1999, ya con el F-18 defendiendo los cielos canarios y volando en el 462º Escuadrón.


En la imagen, el Capitán Barroso y el Coronel Almagro mostrando a S.M. el interior de la cabina en el barracón de Alarma del 462.


Foto de grupo con el personal del Ala y las mascotas de cada Escuadrón.


Entre tanto, la actividad habitual de la Unidad se desarrollaba sin contratiempos. Algunas visitas, como las del personal de las escuelas de azafatas, se han dejado de llevar a cabo, para desconsuelo de algunos.


 

 

El 19 de enero de 2001. Se recibe en la Unidad el primer F-18 destinado, con el halcón en la deriva y los numerales del Ala. En la fila superior, Velázquez, Cabezas, Almagro, Leal, Porrón, Guerra, Barroso y Suárez. Agachados, Salinas, Alemán, Bello y Heredero.

 

Dos años y medio más tarde, el 19 de junio de 2003, concluyó el programa con la llegada a Gando del último de los C.15A en integrar la dotación del Ala 46.

 

Visita del Colegio General de Azafatas, mayo de 2001 y en abril de 2002.

 

18 de septiembre de 2003. El 462º Escuadrón con el Coronel Abad.

 

El 21 de abril de 2006, el Teniente Coronel Yváñez, jefe del Grupo de Fuerzas Aéreas, se convirtió en el primer piloto en España en alcanzar las 3000 horas de vuelo en F-18. De izquierda a derecha, Perea, Marazuela, Castellón, Salom, Yváñez, Barroso, Caballero, Bello, López, Toutain y Monge.

 

Noviembre de 2003. Los integrantes del 461.

Y los del 462, en 2004.


El F-18 también ha ido cumpliendo hitos en la Unidad.


En la imagen, el montaje fotográfico para la celebración de las 25.000 horas de vuelo, el 3 de julio de 2009.

 

Dos C.15 del 462 Escuadrón desde la ventanilla de un T-12 del 461. Foto: Juan Manuel Cuervo Forcelledo.

 

Volando el F-18. Destacamentos, ejercicios y evaluaciones

 

Ya sea en misiones en la península, en el extranjero o en vuelos sobre las Islas Canarias, los Halcones del 462 se han batido el cobre contra lo más granado de las fuerzas aéreas del mundo. En mayo de 2005 el Escuadrón desplegó a Francia, para el ejercicio AIREX. En la imagen inferior, Teniente Dasí, Teniente Lafuente, Capitán Alemán, Capitán Bobadilla y Capitán Eguilaz. Sentado, el Capitán Velázquez-Gaztelu. Foto: Daniel Fernández de Bobadilla.




 

En 2007, el Escuadrón desplegó a Noruega, a la Base Aérea de Oerland, para el ejercicio Bold Avenger, de la OTAN. En ruta, diversos reabastecimientos en vuelo sirvieron para alcanzar el destino con rapidez.


Los Halcones operando en Francia



Un nuevo reabastecimiento en vuelo, esta vez desde un B-707, para alcanzar “del tirón” los límites del Círculo Polar Ártico. Derecha, buscando el refugio asignado por las calles de rodaje de Oerland. Fotos: Daniel Fernández de Bobadilla.


Las evaluaciones TACEVAL

 

El 462º Escuadrón ha sido una de las Unidades del Ejército del Aire que se han puesto a prueba, hasta el límite de sus fuerzas, en las evaluaciones tácticas llevadas a cabo en España por la Alianza Atlántica, las denominadas TACEVAL.

 

Se trata de una evaluación en la que un equipo internacional de expertos se desplaza hasta la Unidad para evaluar su forma de actuar desde el punto de vista operativo (misiones aéreas, inteligencia, mando y control, etc.), logístico (gestión de recursos, recuperación de aeronaves o abastecimiento) y de autoprotección (la capacidad para seguir operando en ambiente hostil). Una evaluación en que las simulaciones se reducen al mínimo y que somete al personal a un estrés similar al de una situación de combate.


Parte de la evaluación consiste en demostrar la capacidad de responder ante ataques terrestres o aéreos. Para ello es fundamental conocer las técnicas de primeros auxilios y cómo tratar a heridos y bajas.


En la imagen, parte del adiestramiento intensivo al que se sometió la Unidad en la fase previa a las evaluaciones.

 

Superada con éxito la dura prueba, se hizo entrega al Teniente Marín de la bandera de España que había ondeado en la TAOR (zona de evaluación), para que la trasladase a Afganistán, en la Base de Herat, y ondease también allí durante su próximo destino. En la imagen anterior, parte de la estructura de mando del Ala que hizo posible el éxito de las evaluaciones: de izquierda a derecha: Capitán (Ing) Gómez, Capitán (Ing.) Ortega, Teniente Coronel Vara de Rey, Teniente Marín, Teniente Garcés (EADA), Comandante Esteban, Comandante Marazuela, Comandante Margaretto, Comandante Domínguez y Coronel Martorell.

 

Otros tiempos, mismos valores. Halcones en el TLP (Tactical Leadership Programme)


Miguel A. Sáez Nievas

 

El TLP es el curso más exigente al que puede enfrentarse un piloto de caza. Durante un mes, los alumnos planean y vuelan las misiones más complejas, bajo la atenta mirada de instructores expertos y sometidos a la presión de un tiempo siempre limitado.

 

El TLP tiene lugar en la actualidad en la Base Aérea de Albacete, donde el Ejército del Aire acoge el desarrollo de los cursos. Antes los Halcones se desplazaban cada año a Bélgica, a la Base Aérea de Florennes. Este es el relato de una de esas misiones, en las que pilotos de varias nacionalidades se adiestran juntos para ser los mejores pilotos de caza del mundo.

 

Rodaban por una calle estrecha y tortuosa, entre un bosque espeso que escondía de miradas extrañas los refugios de los cazas y el resto de instalaciones. Era la típica base aérea de centro Europa construida durante la Guerra Fría; una de tantas en las que aviones de combate, dispersos para sobrevivir al primer ataque, esperarían su turno para despegar contra las oleadas de Mig y Sukhoi procedentes del Este. Típico también era el clima. Trescientos pies de techo, con una lluvia fina pero constante que empezaba a disolver la nieve acumulada durante los últimos días.

 

Repasaba mentalmente la misión mientras aguardaba su turno detrás de cuatro Tornado GR-4 y unos cuantos F-16 MLU: despegue, salida instrumental y rumbo al mar del Norte; reabastecimiento de un KC-10 holandés; esperas al Sur de Londres mientras se reúne el paquete de ataque; ruta a media cota hacia un objetivo cerca de Escocia y vuelta al continente. Las horas perfectamente anotadas en el Log, puntos de ruta, combustible mínimo (hoy habría que llevar un ojo extra en el aforador), tácticas aire-aire y perfil de ataque. Todo allí escrito, en un jeroglífico sólo inteligible por el que está acostumbrado a volar en cabinas estrechas, donde toda la misión se comprime en 30 centímetros cuadrados de espacio en blanco sobre la ventana del piernógrafo.

 

Alineó en su banda, con el punto de su formación a la derecha. La pista delante de él parecía una montaña rusa, con pendientes positivas y negativas enlazadas. Cuando torre le autorizó a despegar seleccionó post-quemador y contó mentalmente los dos o tres segundos que tardaría en sentir esa “patada” simétrica, el empujón que confirmaba la ignición del combustible de los dos anillos de post-combustión.

 

El número dos hizo lo propio veinte segundos más tarde, sólo un momento antes de que él entrase en la capa de nubes que cubría el campo de vuelo. En ascenso a través de diez mil pies se hizo la luz y el sol le obligó a bajarse la visera. Las comunicaciones con los controles se sucedían; tres países en apenas 15 minutos… y lo que quedaba.

 

El KC-10 esperaba en su sitio, aunque a un nivel distinto para evitar una zona de turbulencia. Aun así, la manguera no estaba precisamente estable, y tuvo que reunir una dosis extra de paciencia y concentración para evitar perseguirla en su movimiento ondulante. Al cabo de unos segundos, cesta y sonda hicieron contacto y el combustible empezó a entrar a razón de 1500 libras por minuto, llenando los depósitos de nuevo y extendiendo el tiempo que podrían combatir sobre los cielos de Inglaterra.



 

Pasó con “London Mil” en la frecuencia convenida y pidió vectores a su punto de espera.

Algunos de sus compañeros de briefing estaban ya orbitando, cada uno a su altura: 2 AMX, 2

A-10, 4 F-15, 4 Tornado… después llegarían 6 F-16 MLU y un par de Jaguar. ¡Menuda fiesta!

 

Y en algún lugar a lo largo de las 200 millas que separaban la espera del objetivo les estaban esperando unos cuantos Mirage 2000 y Tornado ADV, que tratarían de impedirles soltar sus bombas (simuladas) sobre el polígono industrial que había que dejar fuera de combate.

 

Su estado mental iba cambiando conforme se acercaba el momento de librar el “Push”.

 

La ruta, el reabastecimiento…, todo requería concentración. Pero el combate era otra cosa.

 

Desde que preparaba el avión para la guerra hasta que salía de la zona de combate su cerebro era un procesador de situaciones, posiciones, contactos y envolventes; un calculador de probabilidades y opciones de derribar o de ser derribado. No tenían escolta dedicada, así que iban delante del resto de cazas, junto con los F-15E, para echar una mano contra los Red Air, aquellos que representaban el papel de enemigos.

 

Cerca del blanco tendrían que “cambiar la ficha”, y convertirse en un bombardero puro.

 

Su punto iba en formación de combate; los radares barriendo el aire según el contrato prefijado. Apenas transcurrieron cinco minutos tras librar la espera cuando el controlador empezó a pasar los primeros bandits, a varios niveles, unas cincuenta millas por delante. Los F-15 se repartieron los contactos enemigos, llamadas que escuchó en la frecuencia Aire-Aire, y los primeros misiles empezaron a abandonar los railes de sus lanzadores. Todo iba de libro.

 

Unos minutos después, se cantaban los primeros derribos. Mientras los Eagle continuaban hacia el objetivo, ahora ya más de cuatro minutos por delante de la formación principal, el punto pasó otra amenaza no detectada:

 

—Green 2, contact, 260/15 miles, 14 angels, fast.

 

A por ellos. Ordenó formación ofensiva y puso rumbo a la amenaza. No podían dejar que se acercasen al paquete de ataque a una distancia que les permitiese emplear sus armas contra los bombarderos. Tenían que bajar y aprovecharon un pequeño hueco en la capa de nubes que los había acompañado durante toda la ruta. Varias veces había estado allí y siempre le sobrecogía la misma sensación cuando aparecía la campiña inglesa bajo sus alas: “la de otros pilotos con la misma imagen en sus ojos durante la Batalla de Inglaterra, tantos jóvenes entregando lo mejor de sus vidas en una época donde el honor y el valor no eran palabras vacías pronunciadas en un discurso, sino un credo demostrado día a día, en una batalla por la supervivencia propia y de la de toda una civilización”.

  

El radar mostraba dos contactos en rumbo convergente a los strikers, el resto de bombarderos que volaban diez millas por detrás. Quizá el empeño de aquellos por conseguir el premio gordo les hizo no prestar atención a su F-18 y al de su punto, que tras apenas un minuto ya tenían contacto visual: dos Mirage 2000C rumbo sur, en ofensiva. Se repartieron los contactos y dispararon, pero los cazas de ala en delta se revolvieron, sorprendidos por la llegada de los Hornet.

 

El cruce fue espectacular: él con el líder de la formación enemiga, virando cúpula contra cúpula, con la planta del Mirage recortada sobre los estratos grises. Su punto, con el punto enemigo, y con bastante ventaja ofensiva. Unos segundos después se oyó el Fox II sobre el “trailer” de los Mirage. Sólo quedaba uno y le estaba dando bastante guerra, así que se dedicó a hacer lo que dice el manual: presiona, no le dejes respirar, y espera a que tu compañero te eche una mano. No tuvo mucho tiempo de disfrutar más del perfil de su enemigo desprendiendo estelas de condensación: otro Fox II y un ligero alabeo terminaron el pequeño enganche. Y los cazas se separaron hacia su punto de regeneración.

 

Ahora había que concentrarse en el objetivo. Reajustó la velocidad requerida para llegar a tiempo a su ventana, lo cual iba a suponer una buena cantidad extra de combustible dado el tiempo que habían perdido persiguiendo a los Mirage por el cielo inglés. Repasó lo que esperaba ver en su FLIR cuando seleccionase el blanco y el punto exacto en el que debería poner sus bombas. Y el resto transcurrió sin novedad…

 

El regreso, como siempre, resultó bastante más tranquilo. Había que ir reabsorbiendo la adrenalina, al menos hasta iniciar la aproximación. Eran el número cinco en secuencia de GCA con el campo prácticamente bajo mínimos… Bienvenidos a Europa.

¡Cómo cambian los tiempos! Cazas españoles, franceses, ingleses, americanos, alemanes… enemigos acérrimos en mil guerras de otras épocas adiestrándose ahora juntos sobre los cielos de Europa.

 

Otros tiempos, pero los mismos valores. Esperemos saber mantenerlos y transmitirlos.

 

Anatolian Eagle

 

El año 2010 fue testigo de otro de los hitos más importantes de la Unidad. Si bien nunca había sido posible acudir a alguno de los famosos ejercicios Red Flag, celebrados en los EEUU, ese año el MACOM distinguió al 462 con su participación en el Anatolian Eagle.

 

El Anatolian es un ejercicio para grandes formaciones de cazas que, tanto en su estructura como en sus medios, es primo hermano de los que lleva a cabo la USAF en el polígono de Nellis, en el desierto de Nevada.



 

Las DACT. Fotos para el recuerdo


Los ejercicios DACT (Entrenamiento en Tácticas de Combate Disimilar, en sus siglas en inglés), vienen realizándose desde hace ya casi diez años en el espacio aéreo de las Islas Canarias. Son, indiscutiblemente, uno de los ejercicios aire-aire más avanzados que se llevan a cabo en la actualidad en Europa.






Uno de los primeros despliegues de nuestros Eurofighter fueron, precisamente, los ejercicios DACT de Gando.







Fuente: https://publicaciones.defensa.gob.es