13 de noviembre de 2018

BOMBARDEO ATÓMICO DE HIROSHIMA


El 6 de agosto de 1945, a las 8:16 a.m. hora japonesa local, un bombardero B-29 estadounidense, el Enola Gay, lanzaba la primera bomba atómica de la Historia sobre la ciudad de Hiroshima.

Aproximadamente 80000 personas murieron directamente tras la explosión y otras 35000 quedaron heridas. Al menos otras 60000 personas morirían antes de que terminase el año debido a los efectos devastadores de la radiactividad.

El bombardeo de la ciudad japonesa de Hiroshima originaría un debate que perdura hasta nuestros días: el de cómo controlar el enorme poder de destrucción que el ser humano ha logrado ser capaz de dominar. La masacre de la población de Hiroshima dio una lección al mundo de la sinrazón destructora de la guerra en todo su esplendor. Ojalá la Humanidad no tenga que ser nunca más testigo impasible de semejante locura.

Las implicaciones morales de un ataque indiscriminado como el de Hiroshima demuestran que en la Segunda Guerra Mundial todos los bandos implicados cometieron excesos.

Hacia Hiroshima: el Proyecto Manhattan

Incluso antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, en 1939, un grupo de científicos norteamericanos, muchos de ellos refugiados huidos de los países europeos que habían adoptado el fascismo, mostraron su preocupación por las investigaciones atómicas llevadas a cabo por la Alemania nazi. En 1940, el gobierno norteamericano comenzó a financiar su propio programa nuclear: comenzaba así el mítico Proyecto Manhattan.

Durante los próximos años, los científicos del programa trabajaron duro para producir los materiales clave necesarios para la fisión nuclear, uranio-235 y plutonio-239. Una vez obtenidos, los enviaron a Los Álamos, en Nuevo México, donde un equipo liderado por J. Robert Oppenheimer trabajó para convertirlos en material útil para la primera bomba atómica.

En la mañana del 16 de julio de 1945, el Proyecto Manhattan conseguía su primera prueba nuclear exitosa en el campo de pruebas Trinity en Alamogordo, Nuevo México.

Los japoneses no se rinden

Por aquel entonces, las potencias aliadas ya habían derrotado a Alemania en Europa. Japón, en cambio, había prometido luchar hasta la última gota de sangre en el teatro de operaciones del Pacífico, a pesar de que todo apuntaba a que la guerra estaba perdida de facto para ellos ya a comienzos de 1944.

Los nipones recrudecieron sus ataques y luchaban con todo lo que tenían. Los norteamericanos comenzaban a perder la paciencia.

El presidente estadounidense, Harry Truman, estaba muy frustrado por la negativa nipona en la Conferencia de Potsdam a rendirse incondicionalmente. Truman consideró necesario el lanzamiento de la bomba atómica, ya que el coste en vidas humanas de una invasión terrestre sobre el territorio japonés sería totalmente inaceptable para la ciudadanía norteamericana, cansada ya de tantos sacrificios humanos.

Así que, el 5 de agosto, mientras se estaba llevando a cabo un bombardeo “convencional” sobre objetivos japoneses, se cargó a Little Boy, ese era el apodo de una de las dos bombas disponibles para lanzar contra Japón, en la aeronave del Teniente Coronel Paul Tibbets en la Isla Tinian del archipiélago de las Marianas.

El B-29 de Tibbets, bautizado como Enola Gay en honor a su madre, despegó de la isla a las 2:45 a.m. del 6 de agosto. Cinco horas y media más tarde, se abría la compuerta y Little Boy caía en picado, explotando a 580 metros sobre un hospital de Hiroshima, liberando una energía equivalente a 12500 toneladas de TNT.

La bomba tenía varias inscripciones grabadas en su superficie, destacando la de Greetings to the Emperor from the men of the Indianapolis, “Saludos al Emperador de los hombres del Indianapolis”, el barco que había transportado la bomba a las Islas Marianas.

Bomba Little Boy 
Diagrama de la bomba “Little Boy”, responsable de la destrucción de Hiroshima

Había 90000 edificios en Hiroshima antes del lanzamiento de la bomba: solo 28000 quedaron en pie tras la detonación. De los 200 médicos que había en la ciudad antes de la explosión, solo 20 sobrevivieron o estuvieron en condiciones de socorrer a los heridos. Otro dato estremecedor: de las 1780 enfermeras solo quedaron 150 para asistir a las víctimas.

¿Sabías que…?

  • Tras la Segunda Guerra Mundial, se procedió a la reconstrucción de Hiroshima, aunque se decidió dejar tal cual una sección arrasada como recordatorio de los devastadores efectos de la bomba atómica. Cada 6 de agosto, miles de personas se reúnen para celebrar servicios interreligiosos para conmemorar el aniversario de la destrucción de la ciudad.
  •  Tras el lanzamiento de la primera bomba sobre Hiroshima, los japoneses se quedaron perplejos, puesto que eran conocedores de la enorme complejidad técnica de la producción en masa de este tipo de artefactos. Por tanto, algunos militares de alto rango pensaron que EE.UU. no podría tener muchas más, estaban en lo cierto, y que podría seguirse entonces con la guerra. Para acallar estas afirmaciones, EE.UU. se vio casi forzado al lanzamiento de una segunda bomba sobre Nagasaki el 9 de agosto de 1945. Dio la casualidad de que un prisionero norteamericano, piloto de un B-29, les había dicho a sus captores que EE.UU. disponía de un arsenal de 100 bombas atómicas y que Kioto y Tokio serían bombardeadas “en los próximos días”. Fue un farol decisivo que influyó en la decisión de la rendición japonesa.

Hiroshima Memorial Park 
Hiroshima Memorial Park

Fuente: https://segundaguerramundial.es