5 de noviembre de 2018

SORPRENDENTES HISTORIAS DE LA GUERRA


Todos los años mueren en el mundo gran número de personas que caen desde un edificio, puente o torre, ya sea accidentalmente o por suicidio.  Sin embargo, durante la guerra hubo unos pocos afortunados que se salvaron de morir después de caer libremente desde un avión volando a miles de metros de altura.

Los casos más conocidos son los de Nicholas Alkemade, Ivan Chisov y Alan Magee, todos tripulantes de aviones de bombardeo.

Sargento Nicholas Stephen Alkemade

Nicholas Alkemade 
Nicholas Stephen Alkemade nació en 1929, en North Walsham, Norfolk, Inglaterra, cerca de Burnham Thorpe, cuna del héroe de Trafalgar, Almirante Horacio Nelson.

En 1937, cuando Nicholas tenía de 18 años de edad, fue llamado a filas para prestar servicio en la Royal Air Force siendo asignado al 115º Escuadrón de Bombardeo, unidad reformada del 38º Escuadrón de Bombardeo.  En 1943 la unidad fue modernizada con la incorporación de los aviones Avro Lancaster IIS.

Nicholas Alkemade fue entrenado como artillero de cola y prestaba servicio en la misma unidad cuando el 24 de marzo de 1944, fue miembro de la tripulación del bombardero que formó parte de una flota de 300 aviones que hizo una incursión sobre Berlín.

De regreso, mientras volaban al este de Schmallenberg, fueron atacados por una escuadrilla de caza nocturna de Junkers Ju 88.  El bombardero sufrió numerosos impactos y se incendió cayendo en espiral totalmente fuera de control.   Era evidente que nada podía hacerse para recuperar el control del avión y siendo Alkemade artillero de cola, no le quedaba otra cosa que saltar o morir quemado.

Sin embargo, su paracaídas cogió fuego y tuvo que quitárselo. Alkemade estaba a punto de morir, pero decidió saltar y estrellarse contra el suelo antes que ser incinerado vivo. Con tremendo esfuerzo por la enorme fuerza inercial que casi le impedía moverse logró arrojarse desde 5500 metros de altura. Otros dos tripulantes saltaron casi al mismo tiempo usando sus paracaídas, mientras Alkemade en caída libre se aproximaba a tierra.

Semi inconsciente y resignado a morir cayó sobre un bosque de pinos.  Las ramas frenaron su caída y se estrelló sobre una gruesa capa de nieve que amortiguó su caída salvándole la vida.   El avión en llamas se estrelló muriendo el piloto y otros tres tripulantes.

Alkemade sufrió la rotura de ligamentos en un tobillo y escoriaciones por golpes contra las ramas que le causaron hematomas en varias partes del cuerpo. Fue capturado por los alemanes, quienes no podían creer que estuviera vivo después de saltar sin paracaídas, pero luego del interrogatorio e investigación del avión estrellado, tuvieron que admitir que efectivamente había saltado sin paracaídas.

Como algunos oficiales alemanes dudaban que hubiera sobrevivido al inusual salto, fue entregado a la Gestapo para ser investigado bajo sospecha de ser un posible espía.  Luego que la Gestapo no encontró nada sospechoso y ante las evidencias de lo encontrado en el avión fue enviado a un campo de prisioneros.

Luego de su liberación en 1945, Alkemade trabajó en una fábrica de productos químicos hasta su jubilación.  Murió el 22 de junio de 1987.

Teniente Ivan Mikhailovich Chisov

Ivan Chisov 
Ivan Mikhailovich Chisov fue un teniente de la Aviación soviética que prestaba servicio como navegante en un bombardero Ilyushin Il-4.

El 25 de enero de 1942, el Ilyushin de Chisov volaba en una misión sobre el corredor de Vyazma, Smolensk, Orsha y Vitebsk cuando aviones alemanes Messerschmitt Me 109, atacaron al bombardero cuatrimotor Bolkhovitinov DBA, que quedó en muy malas condiciones.  El piloto ordenó a la tripulación saltar en paracaídas.  De acuerdo con las declaraciones del tripulante Nicholas Zhugan, el navegante Chisov saltó cuando el avión aún se encontraba a unos 7000 metros de altura, mientras que otros dicen que lo hizo a los 6700 metros de altura.   Zhugan también declaró que él prefirió esperar hasta que el avión alcanzara los 5000 metros para recién lanzarse fuera del avión, pero que sin duda Chisov lo hizo cuando el avión todavía estaba alrededor de los 7000 metros de altura.

El teniente Chisov dijo que en vista que se estaba librando un combate a esa altura, decidió no abrir su paracaídas apenas salió del avión, sino que esperó, para no presentar un blanco fácil a alguno de los pilotos alemanes.

Sin embargo, la falta de suficiente oxígeno a ese nivel hizo que Chisov perdiera el conocimiento antes que pudiera abrir el paracaídas.

Afortunadamente para Chisov, en caída libre a una velocidad de más de 200 Km/h, aterrizó en la ladera de una colina cubierta de nieve, rodando, rebotando y deslizándose cuesta abajo.  El combate aéreo que se desarrollaba en esos momentos estaba siendo observado por una unidad de caballería comandada por el General P. A. Belov.  Los jinetes vieron la caída de Chisov y acudieron al lugar donde se encontraba el cuerpo del aviador portando su paracaídas sin abrir.   Aunque pensaron que estaba muerto, la sorpresa de los soldados fue mayúscula cuando Chisov lentamente recuperó la conciencia.

El Teniente Chisov sufrió múltiples heridas, algunas de ellas graves como los daños a la columna y la rotura de la pelvis.  Fue llevado a un hospital donde el Dr. Y.V. Gudynsky lo operó.  Un mes después todavía se encontraba en situación crítica, pero a los tres meses se encontraba recuperado bajo los cuidados del doctor I. P. Izotovym en un hospital de retaguardia. Una vez dado de alta, ante la sorpresa de sus superiores, Chisov solicitó ser reincorporado al servicio activo.

La solicitud de Chisov fue denegada, pero en vista de la experiencia que tenía por haber volado 70 misiones de combate, le ordenaron reincorporarse como instructor de navegantes.

Terminada la guerra, Ivan Mikhailovich Chisov pasó a la reserva y luego se graduó en la Academia de Ciencias Político-Militares.   Se convirtió en propagandista político del Ejército Rojo.

Sargento Alan Eugene Magee

Alan Eugene Magee
Alan Eugene Magee nació el 13 de noviembre de 1919 en Plainfield, New Jersey, EE.UU., en una familia de seis hermanos.

Fue llamado al servicio después del ataque a Pearl Harbor y se presentó al Cuerpo Aéreo del Ejército.   Debido a su estatura, 1,65m, fue asignado a ocupar una plaza como artillero en la torreta inferior Sperry de los B-17, que por cierto era la más peligrosa de todas las posiciones pues, aparte de ser la más expuesta, el artillero virtualmente iba fuera del avión, requería de asistencia para el ingreso y salida del puesto, además de no poder ingresar a la esfera con el paracaídas puesto y debía permanecer en una posición incómoda con las piernas abiertas y las rodillas colocadas a la altura del pecho.

El día 3 de enero de 1943, el B-17 en el que volaba Magee, perteneciente al 360º Escuadrón de Bombardeo, fue asignado a formar parte de una misión de bombardeo, con 85 aviones, a las bases de submarinos alemanes en el puerto de Saint-Nazaire en Francia. Para Magee se trataba de su misión número 7, de las 25 a las que estaba obligado a cumplir como mínimo.

Los objetivos eran los almacenes de torpedos.  Como era de esperar, el fuego antiaéreo era muy nutrido además de las escuadrillas de caza que los recibieron poco antes de llegar a la costa francesa.

El avión fue blanco de un proyectil antiaéreo que estalló, cerca de la posición de Magee, obligándolo a escapar de la torreta con algunas heridas. Instantes después de salir de la torreta esférica, un Focke-Wulf FW 190 destrozó un ala del B-17.  En esos momentos el B-17 se encontraba a unos 6000 metros de altura y estaba incendiándose.  Lo que vio lo dejó petrificado, su paracaídas se encontraba totalmente inservible y no tuvo otra alternativa que dirigirse al compartimiento de bombas para esperar al radio operador y poder saltar abrazado a él. 

El avión entró en barrena. Una ráfaga de un caza alemán lo volvió a herir y trató de arrastrarse al puesto del radio operador, pero perdió el conocimiento y sin saber cómo salió expulsado por alguna abertura del destrozado avión debido a la fuerza centrífuga generada por el aparato que caía en espiral.

Magee recuperó la conciencia cuando estaba cayendo a tierra a una velocidad de cerca de 200 Km/h. Sólo pudo encomendarse a Dios en esos minutos que lo acercaban a una muerte irremediable.

Instantes después el cuerpo del artillero se estrelló contra una claraboya de la estación de trenes de Saint-Nazaire. Milagrosamente con vida, fue llevado a un hospital militar alemán donde le encontraron 28 esquirlas en el cuerpo, un pulmón perforado, daños en los riñones, una abertura en la nariz y un ojo prácticamente fuera de la órbita, además dientes rotos, el brazo derecho con fracturas y casi cercenado del cuerpo y una pierna fracturada.  Pero, fue gracias a la cantidad de vestimenta que llevaba para protegerse del frío en los vuelos a gran altura, que pudo salvar la vida.

Fue atendido por los médicos alemanes que le salvaron su brazo derecho, pero estuvo internado en un hospital durante dos meses y medio.   Una vez recuperado y dado de alta fue enviado a un campo de prisioneros.

Otros dos compañeros de Magee lograron saltar en paracaídas, el navegante, Teniente Glen M. Herrington y el artillero de cola Sargento James Gordon, quienes cayeron al mar y fueron rescatados por los alemanes. Los médicos tuvieron que amputarle una pierna al teniente Herrington.  Los demás tripulantes perdieron la vida.

Alan Eugene Magee fue liberado al finalizar la guerra en mayo de 1945 y recibió la Medalla Aérea y el Corazón Púrpura.  Trabajó en la industria de aviación, hasta 1979, cuando se jubiló.

Su historia fue contada en 1981 por la revista del Museo Smithsoniano, como una de las 10 más sorprendentes historias de la guerra.

En 1993 el pueblo de Saint Nazaire colocó una placa recordatoria de su increíble salto sin paracaídas.   Durante la visita, el día de la inauguración, visitó la estación de tren donde la claraboya le salvó la vida.

Alan Eugene Magee falleció en San Ángelo, Texas, el 20 de diciembre de 2003 por falla cardiaca y renal a la edad de 84 años.


Fuente: www.exordio.com