5 de noviembre de 2018

HAZAÑAS ANTÁRTICAS


Por Exequiel MARTÍNEZ

En el año 1968, la Base Aérea Militar Matienzo, en el Sector Antártico argentino, es declarada en emergencia. Su situación era crítica ya que el rompehielos no había podido llegar, por dos años consecutivos, con los abastecimientos.

La única Base de la FAA en la Antártida estaba en situación crítica con alimentos agotados y casi sin combustible para hacer funcionar los equipos de radio y calefacción. Lejos de la barrera y con profundas grietas era imposible el abastecimiento normal.

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El alto mando buscaba afanosamente la forma de solucionar este grave problema. Hasta que a alguien se le ocurrió el empleo del helicóptero. Los conocidos hasta entonces Sikorsky S-55 no podían hacerlo, afortunadamente dos de los modernos helicópteros a reacción Bell UH-1H habían sido recientemente adquiridos por la FAA.

El buque demoró siete días más de lo previsto en llegar y las fechas de regreso eran inamovibles. De los diez días otorgados para una operación normal solo quedaban tres. Solo quedaba el tiempo para levantar la Base trayendo a la gente.

El Comandante Olezza tenía solo dos pilotos experimentados y dos novatos que todavía no habían hecho el vuelo solo y dos helicópteros. Lo normal era que volaran un piloto de comandante con un alumno de copiloto, por turno. Para ello se necesitaban cuatro comandantes y cuatro copilotos para poder rotarse en dos turnos en cada uno de los dos helicópteros, pero esa cifra no existía en la FAA cuando Matienzo entró en emergencia. ¡No había 4 tripulaciones!, solo había dos comandantes y dos alumnos que habían recibido muy poca instrucción en vuelo y ni siquiera habían hecho el vuelo solo. Conformaban dos tripulaciones, una sola tripulación por helicóptero y no permitía relevos. Las opciones para cumplir las tareas eran: cuatro comandantes con cuatro copilotos, o cuatro comandantes volando sin copilotos en dos turnos en los dos helicópteros.

Dos comandantes había, pero el problema era que Ciaschini y yo que aún no habíamos volado solos, debido a que en el apuro no hubo tiempo de darnos la instrucción requerida y hacerlo durante esa operación era peligroso.

Olezza tomó una medida original: “Que los veteranos se turnen y los novatos salgan los dos juntos sin relevo hasta el final”. No habría “vuelo solo normal”, habría “vuelo solo acompañado” e iba a durar mucho tiempo. Como estábamos a la mitad de la experiencia cada uno, él consideró que entre los dos hacíamos uno e iba a ser difícil que nos durmiéramos por cansancio los dos juntos. Uno siempre iba a estar despierto

Uno de nosotros iba de piloto y el otro de copiloto, al regreso cambiábamos de posición, el que había ido de piloto regresaba de copiloto. Ese era el único cambio que nos permitíamos. Volamos todo el tiempo, solo interrumpidos durante muy pocos minutos por las cargas de combustible y suministros. No se detenía el motor. Se cargaba y despegábamos juntos y en el traslado uno de nosotros dormitaba mientras el otro volaba. Ciaschini dormía algunos minutos de ida, aterrizábamos juntos y yo dormía los minutos de regreso.

El jefe del COCOANTAR, oficial de la Armada, máxima autoridad del Componente Antártico, daba por hecho que íbamos a evacuar la base y Olezza le había dicho que esos vuelos eran para dejar en el lugar un poco de carga y no traerla de regreso al continente.

Cuando pasaron cuatro horas de vuelo el COCOANTAR le preguntó a Olezza cuando descansaríamos. Hizo la misma pregunta a las seis horas y luego a las ocho horas, su preocupación era lógica, podía producirse un accidente, con gente normal, pero nosotros no éramos normales. El marino no podía ordenarle a Olezza detener la operación. La orden tenía que ser requerida al Comando en Jefe de la FAA y , a su vez, este cursársela a Olezza, pero no eso no ocurrió, es que si parábamos de volr perdíamos la Base Matienzo. ¡Eso nunca!

A las diez horas ya había grandes discusiones. Olezza siempre respondía que era nuestra responsabilidad.

…..“Y nos dieron las diez” y las veinte y las veinticinco… increíble… las alas rotatorias no paraban y nos dieron las treinta …. Ciaschini asegura que en total fueron treinta y siete horas, yo perdí la cuenta.

Cuando terminamos la operación, no recuerdo como llegué desde la barrera a mi camarote, caminé y subí dormido como un sonámbulo.

Mi vuelo “solo” en el UH-1H duró treinta o treinta y siete horas y fue acompañado.

Gran sorpresa, ¡la Misión había sida cumplida!, habíamos abastecido Matienzo, la Fuerza Aérea Argentina no levantaba su Base. Con Ciaschini habíamos probado nuestra resistencia en una operación ininterrumpida durante más de treinta horas de vuelo y muchas más de operación, sumando los tiempos de carga de víveres, personal y combustible, sin descanso. Pudimos hacerlo antes de la fecha de partida. Había que terminar antes del día 25. El 24 llevamos casi toda la carga, 170 de 200 toneladas y terminamos la operación haciendo el último vuelo con el relevo de la dotación de la Base Matienzo.

Cuando bajé de la cabina se me escapó un ¡¡¡Viva la Patria... carajo¡¡¡

Pero esta operación solo era posible con jefes como el Vicecomodoro Olezza, porque nos permitió operar fuera de límites, confiando en nuestra capacidad de superar los enormes obstáculos. Pudimos operar fuera de límites porque él era un fuera de límites nuestro; gozaba de gran prestigio no solo por su experiencia antártica con los DC-3 sino por su extraordinaria personalidad como conductor. Era uno de esos jefes a quien sus subalternos siguen hasta el fin del mundo y justamente hacia allí nos habíamos dirigido.

Cuando regresamos se realizó una formación en la Primera Brigada Aérea del Palomar donde el Comandante de Operaciones nos felicitó, dándonos un apretón de mano a cada uno, por el éxito de la misión y particularmente a Ciaschini y a mí por el inédito esfuerzo hecho en un vuelo solo de helicóptero único en la historia de la FAA de más de treinta horas.

Nómina de tripulantes

Primer Teniente                 Enrique PESSANA
Primer Teniente                 Alberto ZEOLI
Teniente                             Exequiel MARTÍNEZ
Teniente                             Ricardo CIASCHINI
Suboficial Mayor                César ACEBAL
Cabo Principal                   Carlos Mario CUADRADO
Cabo Primero                    Juan DERIU
Cabo Primero                    Adolfo Germán HIDEN
Cabo                                  Juan BALLESTEROS

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Con este retrato, Comandante, te rindo mi homenaje y mi recuerdo tratando de reflejar tu inmenso carisma y tu nobleza sin par.