25 de septiembre de 2020

LA HAZAÑA DE LA ÚNICA SOBREVIVIENTE DEL REGIMIENTO FEMENINO DE BOMBARDEROS DE LA URSS

 



 

Por Laís Oliveira

 

 

El 22 de junio se cumplen 78 años del inicio de la Gran Guerra Patria —nombre dado por la historiografía soviética a la parte de la II Guerra Mundial focalizada en el frente del este, que enfrentó a la URSS y a la Alemania nazi—. Este día de 1941, Adolf Hitler puso en acción la Operación Barbarroja, su plan de invasión de la Unión Soviética.

 

A pocos días de esta importante fecha, la veterana de guerra Galina Brok-Beltsova recibió al equipo de Sputnik en su casa en Schólkovo, una pequeña ciudad a las afueras de Moscú, donde con mucho orgullo y nostalgia compartió con la nueva generación lo vivido en aquellos días en el frente de batalla.




Galina Brok-Beltsova es una leyenda viva. Cuando empezó la guerra, en 1941, tenía solamente 16 años, pero la corta edad no le impidió defender su patria con uñas y dientes. En poco tiempo se unió a las intrépidas jóvenes soviéticas del grupo aéreo femenino creado por la Mayor Marina Raskova y, en 1944, partió hacia el frente, donde ejerció la función de navegante aérea y realizó más de tres decenas de vuelos para lanzar bombas sobre el enemigo. Actualmente, es la única sobreviviente del regimiento femenino de bombarderos Pe-2.

 

El llamado del frente

 

"Trabajar en la aviación no estaba en mis planes, yo soñaba con ser una geóloga de exploración. (...) Y de repente llegó la guerra, teníamos que graduarnos de la escuela y decidir qué hacer. Nosotros, los jóvenes deportistas, los mejores alumnos, fuimos a la oficina de reclutamiento de manera voluntaria y pedimos que nos aceptasen en el frente", recuerda la veterana.

 

"Los mejores de los mejores fueron invitados a la aviación. Nos hicieron exámenes, nos metieron en una centrifugadora, verificaron nuestra salud. Después de todas las pruebas, a nosotros nos enviaron a la Escuela de Aviación de Moscú, que preparaba a los meteorólogos y a los especialistas en comunicación", detalla Brok-Beltsova.


Galina Brok, con su uniforme de la aviación soviética. Archivo personal de Galina Brok-Beltsova

 

Tras concluir un curso acelerado de meteorología militar, Galina Brok (en aquel entonces todavía no tenía el apellido de su futuro marido) fue una de las nueve jóvenes elegidas, de un total de 400, para hacer un entrenamiento en las más novedosas aeronaves de la época. Una vez concluida esa fase, se convertirían en parte del 125° Regimiento de Bombarderos, una de las tres unidades aéreas femeninas de la URSS.

 

"Entre estas nueve muchachas estaba yo. Nos fuimos a los alrededores de Kúibishev, a Sizran para un entrenamiento. De allá fuimos para Mari-El, en Yoshkar-Olá, y concluimos nuestra instrucción en un novedoso avión: el bombardero en picado. Durante un año, estudiamos y volamos en tres tipos de aeronaves: primero, el TB-3, un bombardero pesado; después en el SB-2, un bombardero de alta velocidad; y para concluir el programa de entrenamiento probamos el bombardero en picado, el Pe-2", cuenta Galina a Sputnik.

 

El 23 de junio de 1944, Galina Brok realizó su primera misión de combate, cuyo objetivo era diezmar a las tropas enemigas y destruir sus equipos en la región de Riga (actual Letonia).

 

El avión de la Victoria



Mientras muchas unidades masculinas volaban en aeronaves consideradas más obsoletas, al 125° Regimiento de Bombarderos le fueron asignados los mejores aviones de este tipo que poseía el Ejército Rojo en aquel entonces, los recién desarrollados Petliakov Pe-2. Este bombardero era capaz de hacer un picado directamente hacia su objetivo, lo que aumentaba la precisión de su ataque y disminuía su tiempo de exposición al fuego antiaéreo.

 

"Era un avión maravilloso, muy muy esperado, muy muy necesario y victorioso. La guerra aérea contra el enemigo se ganó gracias a que [Vladímir] Petliakov creó al comienzo del conflicto bélico este increíble avión, que resultó vencedor de la parte aérea de la Gran Guerra Patria", recuerda con cariño la veterana que, hasta el día de hoy, tiene miniaturas de la aeronave en su casa.

 

Sin embargo, el novedoso aparato era de difícil maniobrabilidad y en aeródromos improvisados, cubiertos de nieve, controlarlo podía convertirse en una ardua —y a veces fatal— tarea.

 

"Con el Pe-2 esto pasaba a menudo. Tenía dos motores, doble cola y giraba al despegar. Era preciso regularlo para que los motores trabajaran simultáneamente, sin permitir que girara, porque si se salía de la trayectoria, colisionaría con un montón de nieve, volcaría a alta velocidad, es decir, daría una vuelta de 180 grados. Y el piloto terminaría bajo la aeronave de siete toneladas. Así murieron algunos muchachos", explica Brok-Beltsova.

 

"Nosotras, las muchachas, todas terminamos el entrenamiento perfectamente. Éramos nueve cuando llegamos. En cada avión volábamos tres: una operadora de navegación, una piloto, y una artillera que también hacía las veces de operadora de radiocomunicaciones. Todas nosotras, después de terminar el entrenamiento fuimos a volar en el frente, sin una única pérdida", añade la exnavegante aérea con mucho orgullo.

 

El desempeño impecable de estas jóvenes fue reconocido no solo dentro de la URSS. En Francia llegó a escribirse un libro en homenaje al regimiento femenino diurno de bombarderos. En la obra gala, la unidad de la cual Galina formaba parte recibió el apodo de “La Furia del Día”, debido a la manera implacable en que lucharon contra las tropas enemigas.


Galina Brok luce su traje militar. Archivo personal de Galina Brok-Beltsova

 

¿De quién es esta obligación?


Aunque el servicio militar es un ámbito tradicionalmente considerado masculino, Galina Brok-Beltsova asegura que, durante la guerra, el hecho de ser mujer poco importó. Según la veterana, todos los ciudadanos, independiente de su género o su edad, estaban dispuestos a atender la llamada de la patria.


"En aquel entonces, nosotros no pensamos cuál servicio era para quién, si era militar, si era obligatorio y necesario. ¡Guerra! ¡Bombardeaban Moscú! ¡Moscú estaba repleto de barricadas! Por todos los lados había carteles motivacionales: '¿Cómo has ayudado al frente?', '¿Qué has hecho por el frente?', 'La patria está en peligro. ¡Defiéndela!'. Un niño, sobre él vuelan bombas, su madre abrazándolo cerca de su pecho. '¡Ayúdalo!'. Por todos los lados había estos carteles que pedían ayuda", recuerda la veterana.


"Será que pensábamos: '¿Voy? ¿No voy? ¿De quién es esta obligación?' Todo el país salió en defensa de la patria, no solo hombres y mujeres, muchachas y muchachos. Niños y ancianos también trabajaban bajo el eslogan '¡Todo por el frente, todo por la victoria!'", subraya Brok-Beltsova.


Los vecinos construyen una barricada en el centro de Moscú durante la Gran Guerra Patria


Un amor que resistió la guerra


Durante su entrenamiento en el aeródromo de Yoshkar-Olá, Galina Brok conoció a Gueorgui Beltsov, el comandante de la escuadrilla que enseñaba a los pilotos a volar en las nuevas aeronaves. Beltsov estuvo directamente involucrado en el entrenamiento de Brok y los jóvenes crearon un fuerte lazo de amistad.


"Nos conocimos y nos separamos. Prometimos escribirnos. (...) Nos carteamos durante toda la guerra (...) un día recibí un sobre y dentro de él había una fotografía de un osito. Él estuvo en Moscú, compró este osito, sacó una foto y me la envió al frente. En la carta me escribió: 'Cuando nos encontremos, te regalaré el original'. Después del fin de la guerra, unos seis meses más tarde, nos encontramos, él me regaló este osito y me pidió matrimonio", cuenta Galina mientras nos muestra el osito y su foto, recuerdos que sigue guardando más de siete décadas después.


En contra de las expectativas de Gueorgui, Galina no aceptó su propuesta de matrimonio en aquel entonces, ya que todavía era muy joven y, entre otras cosas, deseaba estudiar. Unos meses más tarde, sin embargo, los dos terminaron casándose. La pareja tuvo tres hijos y vivieron juntos durante casi 60 años, hasta el día del fallecimiento en 2005 del mayor-general de la aviación.


 

"Beltsov era un as de la aviación, el mejor piloto. Era capaz de pilotar aviones que muchos no lograban 'domesticar' (...) Después, Beltsov se convirtió en un reconocido piloto de la URSS. En la guerra alcanzó grandes éxitos. Ahora ya no está entre nosotros, pero cumplió su misión", recuerda su viuda, dejando vislumbrar en su rostro una mezcla de orgullo y pesar.


La guerra no terminó


El 9 de mayo de 1945, después de casi cuatro años de combate, el pueblo soviético pudo finalmente celebrar la victoria sobre el nazismo a lo largo y ancho de sus repúblicas. La guerra había terminado, pero no para Galina Brok-Beltsova. La joven, que en aquel entonces ya había alcanzado el rango de teniente primero, fue reclutada para continuar al servicio de su patria, pero esa vez de manera secreta. Ahora trabajaría para la contrainteligencia soviética en la Guerra Fría.


"Me dijeron: 'Tenemos una propuesta para ti'. Les dije: 'Díganme. Todavía nadie me ha propuesto nada, ¿qué me proponen ustedes?'. Me dijeron: 'Un trabajo en el organismo de seguridad nacional, en el servicio de inteligencia antiestadounidense. Los agentes extranjeros han inundado el país, en particular Moscú'", detalla la veterana.


Galina Brok vestida con su traje militar


Galina Brok-Beltsova tenía solamente 20 años cuando terminó la guerra, planeaba volver a la vida civil y obtener una educación superior. Sin embargo, las condiciones del trabajo militar que le ofrecieron eran tentadoras, le permitirían a la joven ayudar en el sustento de sus padres enfermos y su hermana menor. Además, Galina podría estudiar en la Escuela Superior del Partido Comunista, así que aceptó la propuesta.

"Antes, esto era un asunto clasificado, ahora todos lo saben. Bolígrafos, anillos, broches, botones, todo eran dispositivos secretos. Dispositivos que eran posicionados de manera que no se notaran en absoluto. Usarlos era muy fácil y sencillo. Todo se registraba. Si recibías un informe dentro del folleto teatral o si ponías en un escondite los datos secretos de la industria de defensa y todo era fotografiado, entonces quedaba una evidencia, te convertías en una persona non grata", detalla la exagente de la contrainteligencia.


Aunque en los días actuales Galina Brok-Beltsova habla abiertamente sobre la década en la que trabajó a servicio de la seguridad nacional, durante mucho tiempo su profesión era un secreto que escondía incluso de su propio esposo, lo que desembocó en conflictos matrimoniales. 

"Los estadounidenses apreciaban el teatro, no se perdían ni un solo ballet. Así que cada noche iba al Teatro Bolshoi. Consecuentemente, tenía que vestirme bien, el Gobierno me proporcionaba las ropas. Iba al teatro con mis colegas de trabajo, mis camaradas. Me vieron los amigos de mi marido y cuando le encontraron le dijeron: 'Vimos a tu esposa en la tercera fila del ballet 'Giselle', era imposible conseguir entradas, incluso en el cajero especial, pero allá estaba su esposa'", revela Brok-Beltsova. 

A las salidas en público en compañía de otros hombres se sumaban las frecuentes vueltas a la casa en las horas de la madrugada, ya que después de las idas al teatro, la agente todavía tenía que informar a sus superiores de lo que había visto, mostrar las fotos registradas. Con el paso del tiempo, el trabajo de Galina empezó a causar celos y dudas en su marido, así que le tocó explicar qué hacía. 

"'¿Me puedes contar en qué consiste tu trabajo? ¿Por qué llegas tarde?' Yo le decía: '¡No, es altamente secreto!'. Hoy día sí que puedo decir que iba al Bolshoi, al ballet 'Giselle', en aquel entonces solo le dije que era un trabajo en el organismo de seguridad nacional (...) 'nosotros exponemos quiénes son aquellos que traicionan a la patria. Eso es todo'", cuenta la exagente. 

Si para su esposo Galina explicó, aunque de manera general, de qué se ocupaba en su trabajo, a su padre le tocó mentir sin pestañear. 

"Iba por la calle vestida con un uniforme de la escuela de artesanos. Mi padre venía caminando en mi dirección, pasó a mi lado y se quedó mirándome, impresionado. Después me dijo que me había visto, que yo iba por la calle y llevaba puesto un abrigo negro. Le dije: 'Papá, te equivocaste'. Me dijo: '¿Cómo puede haberme equivocado?'. Le dije: 'Hay unos 25 tipos de personas idénticas, has visto una muchacha que se parecía a mí. Sabes que yo nunca he sido artesana'. Él me dijo: '¡Yo me quedé aturdido! ¡Eras tú!'. Le contesté: 'No, no era yo'. ¡Así era el juego!", recuerda Brok-Beltsova.



Las muchas victorias que siguieron

Después de 10 años trabajando en la seguridad nacional, Galina Brok-Beltsova siguió con sus estudios y obtuvo un postgrado en historia. Fue maestra en distintos institutos de enseñanza superior y se jubiló a los 68 años. Pese a que ya está retirada desde hace casi tres décadas, se mantiene muy activa. Además de dedicarse a su familia, actúa como vicepresidente de 'Aviatrisa', una unión de mujeres rusas profesionales de la aviación. A menudo, la veterana da conferencias en las que habla de sus experiencias y de las hazañas heroicas de la aviación soviética. 

Además, Galina Brok-Beltsova no deja de asistir anualmente al acontecimiento militar más importante del país, el Desfile de la Victoria, donde es una invitada de honor. Cada 9 de mayo se reúne en la Plaza Roja de Moscú con las autoridades máximas de Rusia y con otros veteranos para presenciar el grandioso desfile con motivo de la victoria sobre el nazismo




"No importa cuántos años pasen, los desfiles, no solo el de la Victoria, pero cualquier desfile relacionado con la demostración de fuerza, capacidad, organización, unión, movilización, serán siempre una festividad, un orgullo, la comprensión de que todo va de acuerdo con el plan", subraya la veterana. 

Según Galina Brok-Beltsova, ver a los soldados que marchan ante su país es como recargarse de una energía "nueva, importante y necesaria". Para la veterana, el Desfile de la Victoria no es solo una mera demostración de fuerza, es la confirmación de que su país no se olvidó de su historia y está listo para defenderse de cualquier amenaza cuando sea necesario.


Fuente: https://mundo.sputniknews.com