Lo llevaron a cabo dos aviones anfibios PBY-5A Catalina de la Armada Argentina. Establecieron la aeroposta naval y, a su regreso, marcaron un récord al unir la Antártida y Buenos Aires en un día.
El
7 de febrero de 1952, dos aviones anfibios PBY-5A Catalina de la Aviación Naval
concretaron el primer vuelo desde América del Sur con descenso en aguas de la
Isla Decepción, en la Antártida. Se convirtió en un hito de la aviación
mundial. Como resultado de ese vuelo se estableció el servicio aeropostal naval
entre el continente americano y las bases antárticas.
El
primer PBY-5A Catalina de la Aviación Naval arribó al país en 1946 y tres años
más tarde se crearon dos Escuadrillas de Patrulleros, con asiento en las bases
aeronavales Punta Indio y Comandante Espora.
La
disponibilidad de una aeronave relativamente moderna y de gran radio de acción
permitió encarar tareas de exploración, salvamento y patrullaje costero, además
del adiestramiento de gran cantidad de tripulaciones de vuelo.
La
estafeta aeronaval argentina
En
enero de 1952, el Ministerio de Marina decidió crear el servicio aeropostal
naval entre la Argentina y las bases antárticas para establecer correspondencia
de manera regular. Se designó como responsable al Capitán de Fragata Pedro
Iralagoitia.
Inmediatamente
la escuadrilla conformada por los aviones Catalina, matrículas 3-P-5 y 2-P-3
(más un tercero de reserva y apoyo) decoló de la Base Aeronaval Comandante
Espora rumbo a la ciudad de Río Grande.
Allí
se estableció la base de operaciones: integraban el grupo, además de los
aviones citados, las fragatas ARA “Hércules” y ARA “Sarandí”, ubicadas en el
Pasaje Drake, encargadas de proveer informes meteorológicos y emitir señales de
radio para los radiocompases de los Catalina.
El
7 de febrero de 1952, un grupo de aviadores navales de la Armada Argentina
transportaron por primera vez correspondencia hacia la Antártida, marcando un
hito a nivel mundial.
Estos
aviones debieron ser especialmente preparados para el operativo, se les
agregaron dos tanques suplementarios de combustible para lograr mayor
estabilidad de vuelo; se les introdujeron radares de exploración y dos jatos
–sistema para proporcionar un empuje adicional– ubicados a ambos costados de la
estructura de los aviones que, llegado el momento, se disparaban de la cabina
del piloto y aumentaban la potencia de los motores.
Durante
5 horas y media sobrevolaron sin complicaciones el Cabo de Hornos, el Pasaje
Drake y la Isla Snow, acuatizando en el Puerto Foster de la Isla Decepción a
las 15.30 horas.
El
regreso
El
10 de febrero se emprendió el viaje de vuelta. Los aviones, cargados de
combustible, necesitaban potencia extra para trasponer rápidamente las montañas
que rodeaban la bahía sin impactar contra ellas. Fue entonces cuando entró en
funcionamiento el empuje adicional provisto por los jatos. En vuelo tranquilo,
las aeronaves se dirigieron directamente a Buenos Aires, previa escala en Río
Grande para reabastecerse de combustible. Esto marcó otro hito mundial, al
unirse la Antártida y Buenos Aires en el día.
En
el sector militar de Aeroparque fueron recibidos por el Ministro de Marina,
Contralmirante Aníbal Olivieri, y una comitiva. El 13 de febrero, el Presidente
Juan Domingo Perón les otorgó una audiencia en Casa de Gobierno para
felicitarlos personalmente por el exitoso cumplimiento de la misión.
La
presencia en la Antártida fue una de las directrices que la Armada priorizó
para su componente aéreo. En 1942, embarcado en el transporte ARA “1° de Mayo”,
un avión Stearman 76 logró el primer vuelo en la Antártida, amerizando con
éxito en la Isla Decepción. Luego sucedería la hazaña de los dos Catalina, que
hoy recordamos, uniendo por primera vez los dos continentes e inaugurando la
ruta del correo aeronaval. Finalmente, en 1962, dos DC-3 navales llevarían por
primera vez el pabellón argentino al Polo Sur.
Hoy,
como desde hace mediados del siglo XX, unidades de la Aviación Naval continúan
cumpliendo con su misión en el árido territorio antártico. Los Sea King de la
Segunda Escuadrilla Aeronaval de Helicópteros se despliegan desde a bordo del
rompehielos ARA “Almirante Irizar” para trasladar carga a las bases conjuntas
antárticas durante el desarrollo de la Campaña Antártica de Verano, haciendo
posible el abastecimiento del personal militar y científico que allí inverna.
Fuente:
https://gacetamarinera.com.ar