El
Parque y Escuela de Aeroestación y Aviación de la Armada en Fuerte Barragán fue
la piedra basal sobre la que se cimentó la Aviación Naval de la Armada
Argentina cuyo personal y medios, desde entonces, participaron en múltiples
acciones en tiempos de paz y de guerra.
El
11 de febrero de 1916 se creó el Parque y Escuela de Aeroestación y Aviación de
la Armada en Fuerte Barragán, con dependencia directa del Ministro de Marina.
Las tierras ubicadas en Ensenada fueron cedidas por el Gobierno de la Provincia
de Buenos Aires y el Presidente de la Nación, Victorino de la Plaza, firmó un
decreto para consolidar esa acción. Esta decisión iba en consonancia con las
principales Marinas del mundo que, a comienzos del siglo XX, concluyeron que la
actividad aérea sobre el mar es complemento indispensable de las operaciones
navales.
Este
hecho constituye la fundación orgánica de la Aviación Naval cuando apenas se
iniciaba la actividad de vuelo a nivel mundial y en los albores mismos de la
utilización militar de aeronaves.
Entre
los hitos más trascendentes de los que fue protagonista la Aviación Naval de la
Armada Argentina se encuentran los raids de exploración del territorio nacional
sobre el Mar Argentino y los grandes ríos que en las primeras décadas del siglo
XX llevaron a cabo nuestros pioneros.
En
los años 30, las aeronaves argentinas comenzar a desafiar a las latitudes más
australes, llegando a Ushuaia e Islas de los Estados, en vuelos que, entre
otras funciones, servían para relevamiento topográfico.
En
el marco de la II Guerra Mundial, la decisión de mantener la neutralidad que
adoptara nuestro Gobierno implicó un mayor patrullaje del litoral marítimo, en
especial en las costas de Tierra del Fuego y las Malvinas. El 19 de enero de
1940 en horas de la mañana, tres hidroaviones Consolidated P2Y-3A “Ranger”, con
apoyo de cuatro torpederos de la Flota de Mar, sobrevolaron y fotografiaron la costa
norte de la isla Soledad.
Alistados
para brindar ayuda a la comunidad
A
lo largo de estos más de 100 años de existencia, unidades de la Aviación Naval
han sido desplegadas en numerosas oportunidades ante el requerimiento del
Gobierno Nacional para apoyo a la comunidad en Argentina y en países
limítrofes.
Tal
es el caso del terremoto en Chillán (Chile), entre el 30 de enero y el 12 de
febrero de 1939, cuando en colaboración con la Cruz Roja Argentina, la Armada envió
un avión Cóndor 3-Gt-2 equipado con camillas y elementos sanitarios para
traslado de heridos. Fue el único avión que operó en la zona del desastre,
realizando dos viajes diarios de ida y regreso entre Chillán y Santiago de
Chile, con un total de más de 50 vuelos.
Otro
desastre natural por el que fue requerida la asistencia de la Armada Argentina
ocurrió en Bolivia donde, producidos una serie de desastres climatológicos que
provocaron una situación de emergencia nacional, fue enviada para prestar ayuda
parte de la Escuadrilla Aeronaval de Observación de la Escuadra Aeronaval N° 2.
Entre
el 27 de febrero y el 14 de marzo de 1947 operaron seis aviones Grumman tipos
G-15 y G-20, y un Glenn Martin 3-B-3 como avión comando y de apoyo,
realizándose numerosos vuelos de búsqueda de damnificados, reconocimientos y
salvatajes.
Ya
en la década siguiente y en nuestro país, desde fines de 1955 y hasta el otoño
de 1956, durante la epidemia de poliomielitis, la Aviación Naval participó con
el Comando de Transportes Aeronavales evacuando hacia la ciudad de Buenos Aires
a enfermos del interior del país. Se destinó para tal fin al DC-3 matrícula
CTA-23, el cual fue dotado de pulmotores y demás enseres sanitarios para poder
efectuar los vuelos de evacuación necesarios hacia la Capital Federal. Se
realizaron 290 vuelos en total.
Continuando
con esta impronta, en la segunda mitad del siglo XX y lo que va del XXI,
aviones y helicópteros de la Aviación Naval se desplazaron hasta las zonas
afectadas por incendios forestales, inundaciones o intensas nevadas,
trasladando al personal de las Fuerzas Armadas y pertrechos destinados a
prestar ayuda ante la necesidad de la población civil. Asimismo, actúan en
respuesta a emergencias ocurridas en el mar.
Operaciones
en el continente blanco
Siempre
buscando ir un poco más allá, y continuando con los desafíos a las zonas más
australes del planeta, el primer vuelo de una aeronave argentina en la
Antártida data de 1942, cuando un hidroavión Stearman 76 D-1 operó desde el
transporte ARA “1º de Mayo” en la isla Decepción.
Continuando
con los hitos antárticos, el 13 de diciembre de 1947 se realizó el primer vuelo
directo entre el continente americano y la Antártida, con el cruce del Círculo
Polar Antártico con un avión naval DC-4.
Otra
hazaña a nivel mundial llegaría en 1952, cuando dos aviones anfibios PBY-5 A
Catalina efectuaron el primer vuelo mundial desde el continente americano con
descenso en la Antártida, al amerizar en la isla Decepción, en el Sector
Antártico Argentino.
En
1962 la Aviación Naval llevó adelante un nuevo acontecimiento histórico en la
Antártida, con la llegada al Polo Sur de dos DC-3 navales, siendo los primeros
aviones argentinos en cumplir dicha proeza y unos de los primeros también a
nivel mundial.
La
operación de helicópteros navales desde el rompehielos ARA “San Martín” y,
posteriormente, del ARA “Almirante Irízar”, abasteciendo las bases antárticas,
continuó contribuyendo a la presencia de nuestro país en el continente blanco.
Es
en este contexto hostil que hace 18 años se llevó a cabo la Operación “Cruz del
Sur”, el rescate del “Magdalena Oldendorff”, buque alemán atrapado en los
hielos al que se le brindó asistencia, abastecimiento y ayuda médica desde el
rompehielos ARA “Almirante Irizar”. Con el objeto de encontrar la mejor ruta de
salida, los helicópteros Sea King realizaron vuelos de exploración
glaciológica; y entregaron 1,5 toneladas de alimentos y otros elementos para
que la tripulación del buque bloqueado que permaneció a bordo pudiera pasar el
invierno, aguardando hasta que el clima le permitiera zafarse de los hielos.
Es también en este escenario inabordable, el continente blanco, donde en este momento aeronaves Sea King de la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Helicópteros se encuentran reabasteciendo bases conjuntas antárticas, en el marco de la Campaña Antártica de Verano 2020-21.
Ejercitaciones
en el mar y la hora del combate
La
incorporación del portaviones ARA “Independencia” en 1958 imprimió a la Flota
de Mar un perfil operativo de avanzada, siendo reemplazado en 1968 por el ARA
“25 de Mayo”, proyectando las aeronaves de la Armada en nuestro Mar Argentino.
Llegado
1982, la participación en el Conflicto del Atlántico Sur demostró el
profesionalismo alcanzado por todas las escuadrillas integradas por los marinos
que vuelan, y expuso al mundo una innovación táctica sin precedentes: la
combinación avión explorador – Súper Etendard – misil Exocet.
A
partir de los años 90 y con la desafectación del portaviones ARA “25 de Mayo”,
aviones de ala fija de la Aviación Naval participaron en numerosos ejercicios
operando junto con portaviones de las Armadas de Brasil y Estados Unidos; en
tanto que los helicópteros Fennec, Alouette y Sea King continuaron operando con
buques de la Flota de Mar.
Ya
en el nuevo milenio, la interoperabilidad con el Ejército Argentino y la Fuerza
Aérea Argentina, como parte del accionar conjunto, llevó a unificar cursos de
formación y ejercicios de adiestramiento. Asimismo, unidades aeronavales
continuaron brindando apoyo a la comunidad ante emergencias producidas por
fenómenos naturales y casos de Búsqueda y Rescate de personas.
Hace
ya 105 años, los pioneros de la Aviación Naval fueron visionarios y pusieron
todo de sí –incluso sus vidas en algunos casos– para comenzar con la
apasionante actividad de volar sobre el mar. Su legado, los hombres y mujeres
de la Armada Argentina que los sucedieron, hicieron honor a esos orígenes y
supieron engrandecer a la Aviación Naval.
Fuente:
https://gacetamarinera.com.ar