El 7 de febrero de 1942, el Boeing 76D-1 al comando del Teniente de Navío Eduardo Lanusse, se convertía en el primer avión del país en sobrevolar el continente antártico.
La
hazaña y un trágico final.
Un
día como hoy, pero del año 1942, en el marco de la legendaria Campaña
Antártica, el Boeing Stearman 76D-1, matrícula 1-E-41, perteneciente a la
Escuela Naval, se convertía en el primer avión argentino en volar sobre la
Antártida, dando lugar a uno de las mayores hazañas en la historia aeronaval de
nuestro país.
Según los historiadores, teniendo en cuenta todas las investigaciones y recaudos que se tuvieron en cuenta a la hora de planificar la proeza, puede afirmarse que dicha campaña llevada a cabo por el buque ARA Primero de Mayo y por el Stearman realmente fue la primera misión seria y ambiciosa para explorar aún más el sector antártico en donde la Argentina reclamaba soberanía.
Preparativos
del primer vuelo a la Antártida
Al
mando del Capitán de Fragata Alberto Oddera, el 16 de enero, el buque Primero
de Mayo zarpó del puerto de Buenos Aires con el avión Stearman a bordo, y tras
hacer escala en la Base Naval Puerto Belgrano, el 25 de enero arribaba al
puerto de Ushuaia.
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En
tanto que la dotación del Stearman estaba compuesta por el piloto y Teniente de
Fragata Eduardo Lanusse; por el mecánico y Cabo Principal aeronáutico Erik
Blomquist por el radio operador, fotógrafo y Cabo Primero aeronáutico Antonio
Guillermo Silva y por el ayudante mecánico y Cabo Segundo aeronáutico Mario
Pappe.
Perteneciente a la Escuadrilla Aeronaval N° 1, el Primero de Mayo sufrió varias modificaciones con el objetivo de adaptarlo a las operaciones antárticas. Entre ellas, se le colocaron flotadores en reemplazo del tren de aterrizaje convencional, un receptor de RT, una cámara fotográfica y un radio-goniómetro, equipo que recibe la señal emitida por el buque y que el radio operador debe rastrear en los auriculares para conocer la ubicación de la nave.
Además,
para poder sujetarle la aeronave al que de esa manera se convirtió en el primer
buque de la Armada Argentina con capacidad para llevar a bordo un avión, en la
popa instalaron un sistema de fijación consistente en pastecas y cáncamos junto
con dos plumas para el arriado e izado.
SI
bien momentos antes de su partida se realizaron varias prácticas de revelado y
copiado fotográfico en el gabinete fotográfico ubicado en la Base Punta Indio,
una vez en el agua, la tarea se complicó ante la falta de espacio adecuado. De
hecho, además de cumplir con su función principal, el baño oficiaba como una
suerte de laboratorio y cuarto oscuro.
La
dotación del Stearman tuvo que ingeniárselas para poder llevar a cabo con éxito
su tarea ya que la fotografía era totalmente imprescindible para perfeccionar
las cartas de navegación ya existentes.
Las fotografías se tomaban con una cámara F-8 demasiado grande e
incómoda para un avión de pequeñas dimensiones como el embarcado y, para ello,
el operador de la cámara debía realizar las tomas en vuelo con medio cuerpo
afuera.
Una
vez finalizada la campaña, el 3 de marzo la tripulación emprendió el regreso a
Buenos Aires. Y, si bien durante el cruce del Cabo de Hornos sufrieron un
violento temporal, fueron asistidos por el ARA Ezcurra y por el ARA Fournier
quienes lo abastecieron para que pudiera continuar rumbo a Buenos Aires, donde
arribaron el 22 de marzo.
En
los días siguientes se procedió a realizar tareas de mantenimiento en el buque
y a la remoción, en los talleres de la Corporación Sudamericana de Servicios
Aéreos, de los flotadores del Stearman, reinstalándose en su lugar el tren de
aterrizaje convencional con la finalidad de que se dirigiera a la Base
Aeronaval Comandante Espora, asiento natural del avión.
Así,
en lo que trágicamente iba a ser el último vuelo del Stearman, el 10 de abril
la aeronave despegaba en una de las calles de Puerto Nuevo, pero, ya alcanzada
la altura suficiente, Lanusse realizó un giro para hacer una pasada a manera de
saludo a sus familiares, entre quienes se encontraban su madre y su novia.
Pero,
cuando el avión se aproximaba a los talleres, el avezado Teniente advirtió la
presencia de un cable de alta tensión, y, a pesar de su desesperado intento por
ganar altura para evitar la colisión, el Stearman comenzó a planear inclinado
hacia la derecha y, tras perder velocidad, terminó precipitándose a tierra,
prendiéndose fuego y acabando con la vida de sus dos tripulantes.
Fuente:
https://weekend.perfil.com