Por Carlos
Manzoni
Alphonse
Pénaud soñaba con una carrera naval, pero terminó convertido en un pionero de
la aviación: inventó modelos de avión que estaban adelantados a su tiempo y que
unas décadas después servirían para el desarrollo de la industria aeronáutica.
Logró un gran reconocimiento por sus geniales invenciones, pero su vida se
truncó a los 30 años cuando, acuciado por no poder obtener fondos que
financiaran su negocio, se suicidó.
Para
conocer la desdichada historia de este inventor, es necesario
"viajar" en el tiempo y el espacio, para ubicarse en la Francia de
mediados del siglo XIX: Pénaud vino al mundo en París, el 30 de mayo de 1850.
Era hijo de un Almirante de la armada francesa y pasó una infancia sin
privaciones, escuchando las historias paternas que lo hacían volar con la
imaginación.
Tal
como se describe en el sitio web de la Biblioteca Británica, desde muy chico
anheló seguir la carrera de su padre, pero una enfermedad degenerativa le
afectó la cadera, lo postró en una silla de ruedas y le impidió asistir a la
Escuela Naval. Entonces, a los 20 años se encendió en él otra pasión: la
aviación.
Dueño
de una creatividad extraordinaria se sumergió en el maravilloso mundo de las
máquinas voladoras, en el que estaba todo por hacer. En abril de 1870, Pénaud
inventó un modo de propulsión que hoy daría risa, pero que durante mucho tiempo
sirvió para la experimentación: el motor elástico, hecho de hilos de goma. Esto
le permitió diseñar un modelo de helicóptero en miniatura, que podía volar
hasta el techo, permanecer un rato ahí y luego bajar.
"Ya
en 1870 comenzó a demostrar los descubrimientos que finalmente establecerían su
reputación como uno de los pioneros de las máquinas voladoras más influyentes
del siglo XIX. Al principio de su carrera, construyó y voló una serie de
modelos de ala giratoria y de ala fija y ornitópteros impulsados por hilos de
goma retorcidos", se señala en el sitio web mencionado.
Sus
contribuciones más significativas se relacionaron con la estabilidad de los
aviones de ala fija. En 1871 diseñó y construyó un modelo impulsado por goma
con alas diédricas para estabilidad lateral y una superficie de cola combinada
horizontal y vertical diseñada para proporcionar una medida de estabilidad
inherente en cabeceo y guiñada.
El
18 de agosto de 1871, en el Jardín de las Tullerías, Pénaud demostró que el
vuelo continuo no era una quimera. Su modelo de avión llamado
"Planophore" era capaz de realizar vuelos de 60 metros. Se trataba de
un monoplano, provisto de una cola estabilizadora, que ya tenía las
características que unas décadas más tarde presentarían los aviones piloteados.
"El modelo voló durante 11 segundos, proporcionando la primera
demostración pública de estabilidad genuina en una máquina más pesada que el
aire", se explica en Britannica.
En los años siguientes, publicó numerosos tratados sobre las leyes que rigen el deslizamiento en el aire. Es a Alphonse Pénaud a quien la humanidad le debe la definición de los tres problemas básicos de la aviación: la resistencia del aire, la resistencia de la máquina y la ligereza del motor.
El
sitio especializado aerostories.free.fr, destaca que entre 1872 y 1875, este
pionero publicó numerosos estudios propios sobre el flujo de aire alrededor de
la máquina, la resistencia del aire (arrastre) y las características del vuelo
en planeo. "Por lo tanto, le debemos a Alphonse Pénaud la definición de
los tres problemas básicos de la aviación: resistencia del aire, fuerza de la
máquina y ligereza del motor", se afirma en la publicación citada.
Pero
la máxima creación de Pénaud llegaría en 1876, cuando 27 años antes de que se
lograra el primer vuelo en avión, presentó un monoplano anfibio impulsado por
dos hélices. Su visión de futuro era increíble: su modelo tenía un sinnúmero de
características, mecanismos e instrumentos que tiempo después se incluirían en
la industria aeronáutica.
En
efecto, tal como se detalla en Britannica, en 1876, Pénaud publicó un diseño
extraordinariamente avanzado para un avión anfibio aerodinámico con alas
monoplano reforzadas, un dosel acristalado, un motor completamente cerrado, un
tren de aterrizaje con ruedas y algo parecido a un sistema de control moderno.
En
tiempos en los que se había desatado una obsesión por crear un aparato capaz de
volar, Alphonse se convirtió en vicepresidente de la Sociedad Aeronáutica de
Francia y comenzó a trabajar sin descanso en una actividad que todavía no se
sabía bien qué era, pero que pronto se conoció como aeromodelismo.
Aquel
chico al que una enfermedad le había impedido seguir una tradición familiar de
servicio en la armada francesa era ahora considerado el pionero del
aeromodelismo, el mayor visionario de su tiempo en el campo de la aviación y el
creador de prototipos que podían hacerlo millonario. Estaba en su mejor
momento. Tocando el Cielo con sus manos. Pero... siempre hay un
"pincelazo" que lo arruina todo.
Pénaud
era bueno para inventar, pero malo para recaudar dinero
Nunca
pudo reunir el capital necesario para llevar a cabo su negocio y eso lo turbó
tanto que comenzó a sufrir trastornos psicológicos. Rompió con la Sociedad
Aeronáutica, cayó en depresión y cuando el último contacto al que le pidió
financiamiento le dio la espalda, regresó a su casa y se suicidó.
Simbólicamente,
antes de acabar con su vida, a los 30 años, guardó todos sus modelos en un
pequeño ataúd. Dos años antes, dos niños estadounidenses recibieron de su padre
un helicóptero de juguete diseñado por Pénaud: esos niños eran Orville y Wilbur
Wright, los pioneros de la aviación, que luego reconocieron la gran influencia
que ejerció sobre ellos tanto ese regalo como el hombre que lo había diseñado.
Fuente:
https://www.lanacion.com.ar