Por Guillermo Carvajal
Durante la I Guerra Mundial los alemanes utilizaron dirigibles con fines militares. Los famosos Zepelines se usaron en misiones de exploración y de ataque naval principalmente, y los británicos y estadounidenses los emplearían también profusamente a lo largo del conflicto.
En
los años posteriores continuó su desarrollo, dedicados principalmente al
transporte de pasajeros, hasta que la sucesión de varios accidentes, el último
de los cuales fue el incendio del Hindenburg el 6 de mayo de 1937, hizo que su
popularidad decayese, y poco a poco fueron dejando de utilizarse. No obstante,
para el 7 de diciembre de 1941, fecha del ataque japonés a Pearl Harbour, los
Estados Unidos todavía tenían 10 unidades en activo, 6 de los cuales eran de
combate.
Uno
de los artefactos más curiosos que surgieron de la inventiva germana en los
años de la I Guerra Mundial fue la góndola de exploración, también llamada
cesta espía (en alemán Spähkorb o Spähgondel), con que se dotaba a algunos
dirigibles que hacían labores de reconocimiento.
Su
origen se encuentra en el Peilgondel, una especie de pesada plomada que servía
para inmovilizar la antena de radio de los dirigibles con el fin de mejorar las
comunicaciones, desarrollado por Paul Jaray.
La
evolución de este artefacto se convirtió en una cesta hecha de varillas de
sauce y cuya forma imitaba la de un proyectil, con timones de cola y laterales
(que al final no hacían ninguna función esencial) y en cuyo interior se alojaba
un observador. Su peso total era de alrededor de 1,5 toneladas. Fue creada por
el Capitán Ernst A. Lehmann y el barón Max von Gemmingen (que era sobrino del
conde Zeppelin), con diseño de Max Oertz.
La
cesta se bajaba enganchada mediante cables desde la cubierta del dirigible
hasta varios cientos de metros con el fin de observar más de cerca el terreno e
incluso de ayudar en la navegación de la nave, mientras ésta permanecía oculta
en las nubes o a una altura donde no pudiera alcanzarla el fuego antiaéreo.
De
hecho, para probar su invento el Capitán Lehmann le vendó los ojos al timonel
del dirigible, mientras él se descolgaba en el prototipo mediante un
cabrestante a unos 150 metros por debajo de la aeronave. Llevaba una brújula y
un teléfono conectado mediante cable, con los que iba diciéndole al timonel el
rumbo que debía tomar.
Pero
el primero en utilizar el invento en una misión de bombardeo fue el barón
Gemmingen. En marzo de 1916 el dirigible Z XII (modelo LZ26) del barón
regresaba de una fallida incursión a Londres y se dirigía a su objetivo
secundario, Calais en la costa francesa. Había muchas nubes y el dirigible no
tenía buena visibilidad. Así que el barón se descolgó en la Spähkorb sujeta con
una correa de 1 kilómetro de longitud especialmente construida en acero con
núcleo de latón aislado con goma (que al mismo tiempo servía de cable
telefónico), y equipada con una silla de mimbre, una mesa, una lámpara
eléctrica, una brújula, un teléfono y un pararrayos.
Gemmingen
iba transmitiendo órdenes de navegación e indicando que tipo de bombas lanzar y
cuándo hacerlo, mientras que los defensores de Calais no podían ver con sus
reflectores la aeronave oculta en las nubes, y mucho menos alcanzarla con fuego
de artillería. La góndola era tan pequeña que pasaba desapercibida. El
dirigible voló en círculos sobre Calais durante 45 minutos y realizó 5
bombardeos.
El
4 de septiembre de 1916 un zepelín LZ60 alemán bombardeó Londres. En su huida,
y con el objetivo de ganar mayor altitud, se deshizo de su góndola de
observación consiguiendo alcanzar los 5.900 metros. La góndola cayó cerca de la
localidad de Colchester, y hoy puede verse en el Imperial War Museum
londinense.
No
se tiene constancia de su uso con éxito durante la I Guerra Mundial, apenas dos
o tres ocasiones documentadas en el lado alemán. Y es que las condiciones
climáticas que permitían el uso de la cesta no eran muy habituales. Pero tras
la guerra los estadounidenses copiaron la idea, y usaron góndolas de
exploración en el dirigible USS Akron (1931-1933) y su sucesor el USS Macon
(1933-1935). Existen fotografías que muestran una góndola colgando del USS
Macon en septiembre de 1934.
Al
parecer, a pesar del peligro y la soledad que conllevaba ser destinado a la
góndola, los tripulantes solían ofrecerse voluntarios para ello, pues era el
único lugar de la aeronave donde se podía fumar.
En cuanto a los inventores, el Capitán Ernst A. Lehmann llegó a ser considerado el mejor piloto de dirigibles del mundo, aunque en ocasiones sus maniobras eran peligrosas. Fue uno de los fallecidos en el incendio del Hindenburg, donde viajaba como observador y no como oficial. El conde Max von Gemmingen terminó su carrera militar como Coronel y sucedió a su tío al frente de la Fundación Zeppelin, que dirigió hasta su muerte en 1924.
Fuente:
https://www.labrujulaverde.com