Ernesto Mónico con el traje de aviador / Archivo Central del Estado Italiano
El Teniente
aviador Ernesto Mónico fue la primera víctima mortal de Italia en la Guerra
Civil Española. Su muerte, el 30 de agosto de 1936, está envuelta en un halo de
misterio que todavía hoy no ha podido resolverse. ¿Fue realmente Mónico
linchado por los milicianos que le capturaron tras saltar en paracaídas cerca
de Talavera de la Reina o decidió suicidarse antes de que fuera hecho
prisionero?
En este
artículo de Guerra en Madrid trataremos de responder a estas preguntas sobre
una muerte que generó un intenso conflicto diplomático de carácter
internacional en el que se verían envueltas tanto la España de Franco como la
II República. Por otro lado, se tratará de esclarecer otras muchas cuestiones
sobre este episodio desconocido de la contienda como son la fecha exacta de la
muerte de Mónico o si verdaderamente fue el primer italiano que perdió la vida
en la guerra. Algunas personas dirán que el primer italiano en caer fue el Teniente
Dante Olivero que falleció el 3 de septiembre de 1936. Pues bien, nuestro
protagonista falleció tres días antes que Olivero y su muerte se produjo tras
un combate aéreo al sur de Talavera. Dante, por su parte, perdió la vida tras
estrellarse su avión en las inmediaciones de la base aérea de Tablada
(Sevilla).
De la
vida de Mónico antes de participar en el conflicto español no se sabe demasiado.
Tenemos conocimiento de que había nacido en la localidad de Altavilla, muy
cerca de Vincenza, donde actualmente existe una calle en su memoria. A sus 29
años, el Teniente Mónico había llegado hasta Melilla, ciudad controlada por los
franquistas, el 14 de agosto de 1936. Llegó junto con otros 17 pilotos de la
Regia Areonáutica Italiana casi de manera clandestina en un carguero que había
partido del Puerto de la Spezia (Italia) con una docena de cazas italianos Fiat
CR32 que estaban desmontados. Decimos que los pilotos llegaron de manera “casi
clandestina” porque todos los miembros de la expedición llevaban pasaportes
falsos. Mónico se hacía llamar el “Señor Prety”.
Gracias
a las fotografías que hizo durante la travesía hasta Melilla el Capitán Vicenzo
Dequal, hemos podido ver el rostro de Mónico antes de llegar a territorio
español. Durante aquella calurosa travesía hasta Melilla el joven, atlético y
sonriente piloto italiano ni siquiera se le pasó por la mente lo que iba a
sufrir en apenas unas semanas en las tierras áridas de Castilla la Mancha. A
las pocas horas de llegar a Melilla, el cónsul italiano en Tetuán recibió a sus
pilotos que fueron inmediatamente inscritos en el Tercio de Extranjeros,
marchándose días más tarde hasta Nador. Desde allí serían trasladados hasta la
base aérea de Tablada en Sevilla donde las tropas nacionales ya controlaban la
ciudad.
En la
capital andaluza los italianos formaron una primera escuadrilla en la que se
dedicaron, entre otras cosas, a proteger a la infantería franquista de posibles
ataques aéreos en las operaciones de Andalucía o dando escolta a los
bombarderos S.81 que ya estaban empezando a actuar. Estas primeras acciones en
las que participaron Mónico y sus compañeros fueron especialmente difíciles
para los pilotos italianos, sobre todo desde el punto de vista de la
orientación ya que casi todos los cazas carecían de brújulas y sistemas de
navegación.
Una
arriesgada misión sobre Madrid
A
finales de agosto, a varios de los pilotos italianos les ordenaron desplazarse
hasta Cáceres y luego a Navalmoral para participar en un gran número de
operaciones próximas al frente de Madrid. El 30 de agosto los Fiat CR 32 de
Ernesto Mónico y el Sargento Castellani regresaban a su base en Navalmoral tras
haber realizado, según el mando italiano, “una arriesgada misión aérea” sobre
el frente de Madrid. Se trataba de una misión de reconocimiento que tenían que
hacer sobre el aeropuerto de Barajas y los aeródromos de Cuatro Vientos, Getafe
y Alcalá de Henares. Al final de la misión, también tenían como objetivo
bombardear el aeródromo de Talavera, ciudad que los franquistas se harían con
el control el 3 de septiembre. Fue precisamente a altura de Talavera, cuando
los cazas italianos fueron sorprendidos por tres Dewoitine republicanos con los
que mantuvieron una desigual batalla. Los Dewoitine salieron victoriosos del
combate aéreo y dañaron considerablemente el caza de Castellani que, pese a
tener un gran número de impactos de bala, consiguió tomar tierra y fue salvado
de manera milagrosa por un grupo de Regulares.
El CR32
de Mónico no tuvo tanta suerte y se incendió casi por completo en el aire. El
aviador italiano logró saltar en paracaídas, cayendo a las afueras de Talavera,
en la zona sur de la ciudad, territorio todavía controlado por los Republicanos
que se batían a duras penas con los franquistas. Antes de comprobar que es lo
que sucedió con Mónico tras saltar en paracaídas, veamos como describió este
combate aéreo en el cielo de Talavera de la Reina el Coronel Bonomi, el por
aquel entonces, máximo responsable de los pilotos italianos en España:
“El 4
de septiembre de 1936, el Teniente Ernesto Mónico, en patrulla con el Sargento
Castellani, después de haber realizado una arriesgada misión aérea sobre
Madrid, en el trayecto de retorno son sorprendidos por tres aviones Dewoitine
cerca de Talavera de la Reina. Cuando se dan cuenta, los tienen en cola. Es
demasiado tarde, aunque están al límite de su autonomía aceptan el combate.
Mónico no puede hacer otra cosa que lanzarse en paracaídas. Esta en territorio
enemigo y apenas toca suelo es capturado. Sometido a interrogatorio declara su
nacionalidad, negándose a dar cualquier otra información sobre los pilotos
italianos y de la Aviación Legionaria”.
La
fecha a la que hace referencia Bonomi no es la correcta. Dice que el combate se
produjo el 04 de septiembre cuando en realidad se produjo el 30 de agosto,
justo antes de la toma de Talavera por parte de los franquistas como veremos
más adelante.
Las
teorías de la muerte
Mónico
cayó capturado inmediatamente por las tropas Frente Popular que estaban sufriendo
lo indecible para defender de la mejor de las maneras sus posiciones en
Talavera de la Reina (por aquel entonces llamada Talavera del Tajo). De lo que
sucedió posteriormente con él, todavía hoy sigue siendo un misterio. Algunos
libros como “Historia Militar de España” de Hugo O´Donell apuntan a una
ejecución pública del piloto italiano. Otros como el propio Coronel Bonomi
explican los hechos de otra manera en su libro “Viva la muerte" y sitúan el
lugar en el que saltó en paracaídas a siete kilómetros de Talavera, frente a la
localidad de Oropesa:
“Hecho
prisionero, un grupo de milicianos que había estado en retirada le mataron con
un revólver. A continuación las tropas nacionales habrían localizado a sus
asesinos y fueron fusilados”.
Otras
teorías son más sensacionalistas como la elaborada por Vincenzo Patriarca, otro
piloto italiano que sobrevivió a la Guerra Civil pese a ser derribado días más
tarde que Mónico:
“Un
informante nuestro fue testigo de los hechos e informó a nuestro comando en
Cáceres. Nos dijo que había sido tratado de forma inhumana. Entregado a una
multitud de mujeres enfurecidas que simpatizaban con los republicanos. Le
arañaron, escupieron y le rasgaron la ropa. Bajo el sol ardiente, le unieron
los brazos y piernas del arnés a cuatro caballos que se lanzaron cada uno en
una dirección diferente. Descuartizado su cuerpo, la gente se volvió loca y
complacida”.
Realmente
no le vamos a dar mucha credibilidad a la teoría de Patriarca. Creemos que el
piloto que derribó a Mónico en Talavera fue el as de la aviación republicana
Andrés García Lacalle que en el verano de 1936 estaba participando en combates
por Madrid y sus aeródromos en la sierra, Extremadura y el Valle del Tajo. Este
dato lo hemos encontrado en el libro “Ases de la Aviación Republicana” escrito
por Rafael A Permuy López. En este libro se explica que el 1 de septiembre de
1936 García Lacalle fue ascendido a Alférez después de haber derribado a dos
Fiat CR32 italianos (se supone que días atrás). Esto demostraría que estos dos
cazas italianos por los que fue condecorado Lacalle eran los de Mónico y
Castellani.
Mónico vestido de civil antes de la guerra
Este
episodio aparece recogido por la revista republicana “La Estampa” del día 12 de
septiembre de 1936 y aunque no hablan expresamente de Mónico, sí que dicen que
tras el combate aéreo con el caza de García Lacalle, un piloto italiano
consiguió saltar en paracaídas aunque al llegar a tierra “se suicidó” cuando
iba a ser apresado por unos campesinos.
Nosotros
apostamos por la teoría del suicidio y posiblemente por la ejecución a sangre
fría a la que hacía referencia el Coronel Bonomi. Hemos tenido acceso a un
expediente elaborado por la Causa General tras la guerra en la localidad
cercana a Talavera de “Las Herencias”.
Según
el documento, a finales de agosto de 1936 fue encontrado el cadáver de Ernesto
Mónico en la parte occidental del pueblo en una zona conocida como los “Arenales
del lobo”. El cuerpo tenía una “herida de bala en la sien derecha con salida en
la parte alta del occipital” Mónico es descrito en esta Causa General como
individuo “robusto, de pelo negro rizado, moreno de piel y vistiendo un mono de
color caqui”. Su cadáver fue trasladado al cementerio italiano para oficiales
en Zaragoza. Teniendo una herida de bala en la sien con salida en el occipital,
creemos que podría haberse disparado a sí mismo o bien que alguien le hubiera
disparado en la cabeza a quemarropa. En cualquier caso, la versión de Patriarca
del descuartizamiento queda totalmente descartada.
Un
documento muy valioso
A los
pocos minutos de la muerte de Mónico, fue enviado a inspeccionar su cadáver así
como los restos de su avión, Moisés Gamero (PSOE), presidente del Comité del
Frente Popular de Talavera de la Reina. El General José Riquelme le ordenó
directamente inspeccionar los restos de Mónico para recoger los documentos y
órdenes que portase el piloto, así como las placas de la aeronave.
Posteriormente se las llevó hasta el Ministro de Estado (Exteriores), Julio
Álvarez del Vayo, el cual los emplearía ante la Sociedad de Naciones para
denunciar la intervención italiana a favor de los nacionales.
También
tenemos a nuestra disposición un breve artículo publicado el 6 de octubre de
1936 en el periódico de la CNT “Solidaridad Obrera” en el que se hace
referencia al derribo de Mónico. Este diario presenta la copia exacta de un
documento que recogió Moisés Gamero entre los restos de Mónico. Al parecer era
una orden firmada por el General Kindelán, fechada en Cáceres el 29 de agosto
de 1936 en la que se decía lo siguiente:
“Orden
del Jefe del aire a jefes de escuadrilla. Asegurarán el servicio de 5.30 a
09.00 la escuadrilla Breguete. De 9.00 a 12.00 la escuadrilla Junkers. De 12.00
a 14.30 la escuadrilla Breguete. Las escuadrillas caza Niuport y Fiat estarán
por turno en servicio de alarma, actuando por patrullas o parejas desde el
aeródromo de Navalmoral”.
La muerte
de Mónico generó una gran repercusión a nivel internacional hasta el punto de
que el Gobierno de Musollini “ordenó prudencia” a sus pilotos y les prohibió
cruzar la línea de frente. Esta orden sentó francamente mal a los aviadores que
consideraron denigrante esta orden que terminarían desobedeciendo la decisión
de il Duce. Por parte del gobierno republicano, el derribo de Mónico sirvió
para que el Ministro de Estado (Exteriores), Álvarez del Vayo demostrara ante
la Sociedad de Naciones, con pruebas en la mano, que Italia estaba aportando
material bélico y hombres al bando franquista.
Cadáveres aparecidos en las Herencias. En el texto viene reflejado Mónico / Causa General
El 29
de junio de 1937, diez meses después del derribo de Mónico, el diario ABC en su
edición de Madrid (republicana) publicaba una noticia en la que se informaba a
sus lectores de que el Ejército del Centro había captado un mensaje narrado por
una emisora de radio italiana llamada Radio IMX. En ese mensaje se reconocía públicamente
ante todos los italianos que 25 pilotos de este país habían muerto durante los
primeros meses de la Guerra Civil. Entre esos 25 pilotos se facilitaba el
nombre de Ernesto Mónico.
Hasta
casi el final de la Guerra Civil la mayoría de pilotos italianos rindieron
varios homenajes a Mónico. La mayoría de ellos llevaron el nombre de “Mónico
Presente” pintado en el fuselaje de sus Fiat, recordándole con el apelativo “ángel
de la caza”. Le fue concedida a título póstumo, la Medalla al Valor Militar.
Caza italiano que rinde homenaje a Mónico
Fuente:
https://guerraenmadrid.net