Por Amanda B
Esta es
la historia de una increíble pieza de la historia estadounidense que se perdió
durante décadas en una tierra lejana, y los esfuerzos por rescatarla y traerla
de regreso a los Estados Unidos.
Un
descubrimiento improbable
En
1972, soldados a bordo de un helicóptero sobrevolaban el país insular de Papúa
Nueva Guinea, en el suroeste del Pacífico, cuando vieron abajo algo inusual.
En
medio del remoto pantano de Agaiambo, casi oculto a la vista, había algo que,
obviamente, no pertenecía al ambiente. Decidieron investigar. ¡Aterrizaron lo
mejor que pudieron y vieron que, lo que parecía tan pequeño desde el cielo era,
en realidad, un poderoso avión de guerra!
El
Fantasma del Pantano
Uno se
pregunta cómo diablos pudo terminar un avión militar en esta zona. Obviamente,
no se había estrellado porque, si así fuese, se habría quebrado en pedazos.
Pero, ¿por qué alguien lo habría dejado en medio de un pantano, y cuánto tiempo
habría estado allí?
Es
difícil evaluar cuánto tiempo hacía que había quedado abandonado allí pero,
dada la lejanía de la zona, podrían ser décadas. Aun así, aunque probablemente
sería viejo, el avión estaba inquietantemente intacto. Intrigados por su
hallazgo, los soldados lo apodaron "El Fantasma del Pantano".
Congelado
en el tiempo
El
Agaiambo es uno de los pantanos más remotos del planeta, y escondió
perfectamente al Fantasma del Pantano bajo su vegetación de 12 pies de altura.
Aislada del mundo, la aeronave quedó congelada en el tiempo, como si alguien la
hubiera dejado allí por un minuto y estuviera a punto de regresar por ella.
Tras
una inspección más cercana, los soldados vieron que las ametralladoras de la
aeronave estaban completamente cargadas, como si estuvieran preparadas para la
acción. Dentro de la cabina, había un cenicero usado y un termo con los restos
de lo que, alguna vez, fue café fuerte y caliente.
¿Qué
pasó con la tripulación?
Los
objetos dentro de la aeronave demostraban que, alguna vez, había llevado a una
valiente tripulación, pero ahora no había señales de ella. Si hubiera habido
víctimas relacionadas con el aterrizaje de este avión, las señales serían
visibles pero, afortunadamente, ese no era el caso.
¿Qué
pasó con la tripulación del avión entonces, y cómo es que terminaron en medio
de un pantano, en primer lugar? Ávidos por más información, los soldados
contactaron a los Estados Unidos informando acerca del descubrimiento, y el
avión fue identificado como el legendario B-17 41-2446.
Todo un
alboroto
El B-17
41-2446 era un avión de la Segunda Guerra Mundial con una historia increíble
por detrás, y llegaremos a eso en su momento. Por ahora, basta decir que, una
vez que se supo que el B-17 en el pantano de Agaiambo era "ese" B-17,
se armó todo un alboroto.
Da la
casualidad de que cuando se descubrió el avión en el pantano, la "caza de
aves de guerra" se estaba convirtiendo en algo serio. Lo que pasó a seguir
fue que el avión, que había estado descansando en perfecta quietud durante 40
años, se convirtió en el centro de una agitación internacional.
Caza de
pájaros de guerra
Un
cazador de pájaros de guerra es una persona que viaja por el mundo, a menudo a
lugares aislados, para buscar restos de aviones de tiempos de guerra. Algunos
lo hacen solo por la emoción de verlos personalmente, mientras que otros buscan
retirarlos, exportarlos y venderlos a coleccionistas privados o a museos.
Publicado
unos años después del (re)descubrimiento del Swamp Ghost, el libro "Pacific
Aircraft Wrecks" se convirtió en una especie de guía para los primeros cazadores
de pájaros de guerra, y ayudó a difundir la leyenda de ese poderoso avión al
mostrar docenas de fotos de él, junto con los detalles sobre su ubicación.
Llamando
la atención del mundo
En los
años siguientes, los visitantes comenzaron a dirigirse al lugar de descanso del
Fantasma del Pantano. Los buscadores de aventuras extranjeros volaban a Papúa
Nueva Guinea (PNG) para hacer el agotador viaje hasta el medio del pantano, y
los lugareños lo convirtieron en negocio al guiarlos hasta allí.
El
Fantasma del Pantano se convirtió en una especie de atracción, y muchas
personas no desaprovecharon la oportunidad de llevarse algunos
"recuerdos" a casa: se llevaron piezas pequeñas del avión,
instrumentos e, incluso, armas.
Un
hombre con una misión
A lo
largo de las décadas siguientes, la estructura del Fantasma del Pantano se
mantuvo intacta, pero algunos entusiastas temían que solo fuera una cuestión de
tiempo hasta que también terminara degradado en manos de los viajeros. O,
eventualmente, comenzaría a desintegrarse en el agua del pantano.
Uno de
esos entusiastas fue Alfred Hagen, un autodenominado "carpintero de
Pensilvania con delirios grandiosos" y un cazador de pájaros de guerra con
una misión: salvar al Fantasma del Pantano y traerlo de vuelta a los Estados
Unidos.
Conexión
personal
El
interés de Hagen en la caza de pájaros de guerra nació de su conexión con un
pariente que nunca tuvo la oportunidad de conocer: su tío abuelo, el comandante
William Benn, un pionero de la técnica de "bombardeo saltado" que
figuraba como Desaparecido en Acción, en 1943 , después de una misión en el
Pacífico.
En
1995, Hagen inició su viaje por las selvas de PNG. Estaba buscando el lugar del
naufragio en el que su tío abuelo había perdido la vida. Finalmente tuvo éxito,
en 1998, pero ese no sería el final de su viaje. No, ese sería sólo el
principio.
Proyecto controvertido
Hagen
ayudó a localizar y rescatar muchos aviones que, en su opinión, merecían ser
restaurados y conservados. Llevó su misión a varios lugares del mundo, pero su
proyecto más grande y controvertido sucedió allí mismo donde comenzó.
El
rescate del Swamp Ghost, que había estado inactivo en Papúa Nueva Guinea
durante décadas, requeriría años de esfuerzos y miles de dólares en
inversiones. También provocaría acusaciones muy graves contra Hagen y su equipo.
Esfuerzo
colectivo
Alfred
Hagen estuvo lejos de ser la primera persona que intentó salvar el B-17 del
pantano. Un museo en California, por ejemplo, había llevado a cabo
negociaciones con una institución de PNG durante más de 10 años (!) antes de,
finalmente, darse por vencido.
El
esfuerzo colectivo de Hagen con el empresario millonario y entusiasta de las
aeronaves de guerra, David Tallichet, y el salvador de aeronaves de guerra con
experiencia, Rob Greinert, fue lo que garantizó que su esfuerzo fuera exitoso.
Eso, además de mucho trabajo duro y $100.000, pagados al Museo Nacional y
Galería de Arte de Nueva Guinea a cambio de un permiso de exportación del
Fantasma del Pantano.
Comienza
el arduo trabajo
El amplio respaldo financiero de Hagen le permitió volar a PNG para trabajar él mismo en el rescate. Tenía un equipo de 43 personas, listas para trabajar duro e inteligentemente pero, como si salvar un avión de la Segunda Guerra Mundial de 60 y tantos años no fuera lo suficientemente desafiante, también tendrían que lidiar con las duras condiciones del medio ambiente.
Trabajaron
sin parar durante casi cuatro semanas, desmontando los motores, cortando las alas,
quitando la cola y levantando el fuselaje, todo, mientras luchaban contra el
clima cálido, insectos, escorpiones e, incluso, cocodrilos.
Tropiezos
Mientras
tanto, las noticias sobre las actividades de Hagen se habían difundido y daban
lugar a un gran debate en PNG sobre si estaba haciendo algo ilegal. Las cosas
se intensificaron rápidamente, y pronto, un comité especial del Parlamento
estaba sopesando.
Llegaron
a la conclusión de que el Museo Nacional, que había otorgado a Hagen el permiso
de exportación del Fantasma del Pantano, en realidad, no tenía derecho a hacer
tal cosa. Entonces, cuando la aeronave fue rescatada del agua y estaba lista
para ser llevada a los Estados Unidos, el gobierno de PNG ya había decidido que
no podría abandonar el país.
Una
mudanza muy polémica, y el largo camino a casa
El
avión permaneció incautado durante cuatro años y nadie sabía qué sucedería a
continuación. Entonces, un día, en un movimiento muy polémico, Hagen,
simplemente, se cansó de esperar por la autorización oficial y tomó medidas.
Envió el Fantasma del Pantano a los Estados Unidos sin autorización.
Una vez
llegado a los Estados Unidos, pasarían algunos años más hasta que el avión
llegase a su hogar final: al Museo de Aviación de Pearl Harbor, en Hawái, donde
el público ahora puede aprender sobre lo que lo hizo legendario en primer
lugar: la historia de lo que le sucedió a su tripulación.
Nueve
hombres con una misión
Era
1942, apenas unos meses después del ataque a Pearl Harbor, cuando los Estados
Unidos entraron formalmente en la Segunda Guerra Mundial. El país estaba
liderando su primera misión de largo alcance contra los japoneses, y el B-17
41-2446 era uno de los aviones asignados.
El
Capitán Fred Eaton tenía una tripulación de ocho hombres que aceptaron la
misión, con gran valentía. El B-17 debería despegar de Australia, ejecutar su
misión sobre Nueva Bretaña, recargar combustible en Port Moresby (ambos en
Papúa Nueva Guinea) y luego regresar a la base aliada, en Australia. Pero, como
sucede a menudo en tiempos oscuros como aquellos, las cosas no salieron según
lo planeado.
Una
serie de eventos desafortunados
Desde
el principio, la misión estuvo plagada de una serie de eventos desafortunados.
En primer lugar, se suponía que el avión pilotado por el Capitán Eaton era uno
de los nueve, pero debido a varios problemas, cuatro de los aviones ni siquiera
despegaron.
El
cielo estaba completamente oscuro y la visibilidad era baja. Los aviones que
despegaron se toparon con varios tornados, y pronto el B-17 fue uno de los dos
únicos aviones que permanecieron en el aire.
Un
enfrentamiento inesperado
Cuando
finalmente volaban sobre su objetivo, se suponía que debían dejar caer su
carga, pero debido a un misterioso problema mecánico, las puertas del
compartimiento no se abrieron. Se vieron obligados a hacer un amplio círculo
para volver a intentarlo.
Tuvieron
éxito pero, para entonces, los aviones japoneses estaban listos para atacar. De
repente, la tripulación del B-17 se encontró en una batalla desesperada por sus
vidas, ya que eran perseguidos por media docena de aviones enemigos.
Un
escape milagroso
Eran
ampliamente superados en número y, además de eso, por las terribles condiciones
de vuelo de la noche sus probabilidades no eran buenas, en absoluto. La
frenética persecución continuó, y fue entonces cuando un proyectil antiaéreo
perforó el ala derecha del B-17.
La
gente dice que nunca se sabe lo fuerte que uno es hasta que ser fuerte es la
única opción y eso, ciertamente, se aplica aquí. La tripulación estadounidense
perseveró, incluso cuando parecía haber desvanecido toda esperanza y,
milagrosamente, pudieron zafarse de los perseguidores.
Otro
problema imprevisto
El plan
original era que el B-17 ejecutara su misión, partiera para Port Moresby (que
hoy es la capital de PNG) y luego regresara a la base aliada en Australia, de
donde había despegado.
Pero el
encuentro con los aviones enemigos significó que habían pasado mucho más tiempo
en el aire de lo previsto. Tuvieron suerte de haber sobrevivido al encuentro,
pero mientras aceleraban hacia Port Moresby, se dieron cuenta de que no tenían
suficiente combustible en sus tanques como para llegar a destino.
Cambiando
de rumbo
Volaban
sobre PNG, pero estaban aún a más de cien millas de Port Moresby cuando el Capitán
Eaton miró hacia abajo y vio lo que pensó ser un campo de trigo. No tenía
suficiente combustible para seguir volando por mucho más tiempo, por lo que
informó su decisión.
Tendrían
que prepararse para un aterrizaje de emergencia en los campos. Giró la aeronave
y comenzó el descenso. Poco sabía él que, en realidad, se dirigían hacia un
pantano peligroso.
Con el
agua hasta el pecho
El aterrizaje fue un éxito, pero una vez que abrieron las puertas del avión, los hombres se dieron cuenta de que tenían un nuevo problema. El avión estaba parado dentro de seis pies de agua.
Saltando
del avión, estaban hundidos hasta el pecho en el pantano de Agaiambo. Y supieron
que lo que parecía trigo, desde arriba, era en realidad Imperata cylindrica,
también conocida como kunai, o “hierba de hoja”. Como sugiere su nombre, sus
hojas altas pueden cortar la piel como una cuchilla.
Una
pesadilla viviente
Los
nueve hombres intentaron salir del pantano. Desafortunadamente, eso resultó ser
más que un desafío: fue una pesadilla viviente. Caminar por la hierba afilada
como navaja era desagradable, por decir lo menos, pero el tiempo de descanso no
era mucho mejor.
Por la
noche, trataban de descansar sobre unos montículos de hierba improvisadas, pero
no conseguían dormir, tanto porque los montículos se iban hundiendo como porque
los mosquitos los estaban comiendo vivos.
Hambre,
sed y alucinaciones
Sus raciones de emergencia se habían hundido en el agua, por lo que no tenían nada para comer, y un pantano no es exactamente un lugar para buscar comida. El agua potable tampoco era abundante.
Estaban
hambrientos, con frío, sedientos y exhaustos. Las cosas se pusieron tan mal que
algunos comenzaron a tener alucinaciones. Uno de los hombres “vio” un comedor y
se dirigió hacia él para conseguir algo de comer, casi separándose del resto
del grupo; por suerte, alguien lo despertó antes de que eso sucediera.
¿Amigos
o enemigos?
Les tomó días llegar a tierra firme. Sacar los pies del agua fue un alivio, pero aún estaban perdidos e inseguros pensando en lo que encontrarían en el camino. Después de mucho andar, se encontraron con las primeras personas que habían visto en mucho tiempo: eran unos papúes cortando leña.
El
Capitán Eaton y sus hombres, probablemente, estaban emocionados por ver a otros
humanos, pero tenían que ir con cuidado (después de todo, había una guerra
mundial en curso). Primero, necesitaban saber: ¿serían amigos o enemigos?
Resulta que los papúes eran amistosos y estaban felices por poder ayudar a los
estadounidenses.
Todavía
quedaba un largo camino por recorrer
Los
papúes recibieron a los estadounidenses en su pueblo para pasar la noche,
alimentándolos y brindándoles un lugar para dormir. Luego, usaron sus canoas
para transportarlos por el río a la costa, al magistrado residente de
Australia.
Sin
embargo, el viaje no había terminado: aún les tomaría varios intentos fallidos
hasta que pudieran partir desde allí, en bote, a Port Moresby, a donde se
deberían dirigir en primer lugar (usted lo recuerda, antes de que su avión
fuera baleado y quedase sin combustible).
Está
bien lo que acaba bien
Cuando
los nueve hombres finalmente llegaron a Port Moresby, ya habían pasado 36 días
completos desde su aterrizaje de emergencia en el pantano. Para entonces, todos
habían sido atacados por la malaria y necesitaban de un buen descanso.
El
grupo fue transportado para recibir tratamiento hospitalario en Australia,
donde su viaje había comenzado hacía, lo que parecía, una vida. Solo tomó un
par de semanas hasta que fueron declarados aptos para el servicio y regresaron
al combate.
Nace
una leyenda
En las
misiones posteriores del Capitán Eaton, cada vez que sobrevolaba los restos del
naufragio en el pantano de Agaiambo, le contaba a su nueva tripulación la
historia de cómo nueve hombres habían sobrevivido a una serie de eventos de lo
más desafortunados.
Las
personas dentro de ese B-17 habían vivido para contar la historia de que les
dispararon, de que se quedaron sin combustible, que aterrizaron de panza en el
pantano, que los mosquitos se los comieron vivos, que no tuvieron nada para
comer durante días y que contrajeron malaria. Si eso no es legendario, no
sabemos qué lo es.
Dejando
las cosas claras
Ese
fatídico sobrevuelo de 1972, que condujo al (re)descubrimiento del Fantasma del
Pantano, no fue la primera vez que se lo vio desde que terminó la guerra. En
verdad, siete años antes, en 1965, un hombre llamado Frank Gray lo vio durante
un vuelo de un día. Más tarde, él y tres compañeros hicieron la ardua caminata
para tratar de encontrar el avión.
Les
tomó tres intentos y atravesaron el último cuarto de milla del viaje en más de
cuatro horas, pero finalmente llegaron allí. Para su sorpresa, encontraron que
todo funcionaba casi a la perfección, pero como sus guías locales estaban
ansiosos por regresar a su pueblo, muy poco pudieron hacer.
Entonces, ¿Quién es realmente el dueño?
Una
gran pregunta se encuentra en el trasfondo de toda esta historia: ¿Quién es el
dueño de los restos de aviones abandonados, hace mucho tiempo, como el Fantasma
del Pantano? Bueno, la situación legal es casi tan complicada como navegar en
ese mismo pantano. Mire, la Marina de los Estados Unidos nunca renuncia a los
reclamos de propiedad de ningún barco o aeronave, ya sea sobre o debajo del
agua.
La
Fuerza Aérea, sin embargo, considera cualquier avión que se estrelló en tierra,
antes de noviembre de 1961, como abandonado, es decir, libre para ser tomado.
¿Simple? No realmente, ya que eso no se aplica a los aviones que se estrellan
contra el mar. ¿Quiere otra complicación? Aquí: ¿el pantano es mar o tierra?
Buena suerte con eso en la corte…
El caso
de los locales
Sin
embargo, eso solo tiene en cuenta la perspectiva estadounidense. Hay un otro
lado en esta cuestión. Después de todo, aunque el avión fuera estadounidense y
estuviera tripulado por militares estadounidenses, se estrelló en Papúa Nueva
Guinea, donde permaneció durante décadas. Si bien no es legal, ¿los lugareños
no tienen, al menos, un derecho moral sobre él?
Augustin
Begasi, hijo de un jefe local, trató de bloquear el retiro del avión por parte
de Hagen. Fracasó, pero se mantuvo firme en que no estaba bien. “El avión
atraía turistas, pero ahora no hay nada”, lamentó. “Ese pueblo no tiene nombre
ahora. Si lo dejaran allí, ya tendría un nombre”.
No
particularmente interesado
Teniendo
en cuenta que Swamp Ghost fue durante años un punto de discusión entre un gobierno
nacional y empresarios internacionales, es bastante sorprendente descubrir a
quién ni siquiera le importaba un poco: ¡a su propia tripulación! Para el
cambio de milenio, solo tres miembros de la tripulación original del Fantasma
continuaban vivos.
Uno de
ellos, George Munroe, no anduvo con rodeos. “Mucha gente quedó cautivada con
ese avión, lo que me desconcierta”, afirmó. “Simplemente, no estoy muy
interesado. Son solo trivialidades. Ni siquiera se pensó que fuéramos héroes…
121
agujeros de bala
Habiendo
sido finalmente llevado a su lugar de descanso final, en el Museo de Aviación
del Pacífico en Pearl Harbor, los expertos finalmente pudieron observar más de
cerca la legendaria máquina de guerra. Lo que encontraron fue asombroso. Se
cree que el Fantasma del Pantano es el único bombardero B-17E intacto y no
retirado de la Segunda Guerra Mundial que aún existe.
Según
el museo, es un "ejemplo único" del avión que desempeñó un papel
vital en la victoria de los Aliados en la guerra. Y ciertamente es el único
B-17 en el mundo que aún conserva cicatrices de batalla. Según el último
recuento, el Fantasma tenía 121 agujeros de bala, ¡y ni siquiera eso lo detuvo!
Recibir
el homenaje de Disney
Hablando
del museo, ahora que Swamp Ghost ha encontrado un lugar de descanso permanente
allí, los funcionarios del museo han decidido honrar el avión y a su legado de
una manera muy especial. En la Segunda Guerra Mundial, Walt Disney Studios
proporcionó creaciones artísticas para muchos de los aviones que participaron
en combate.
De
hecho, Disney entregó más de 1200 insignias a las fuerzas estadounidenses y
aliadas, haciendo uso de muchos de sus personajes icónicos. El más popular fue
el Pato Donald, por lo que cuando el museo se acercó a Disney solicitando una
creación artística para el Fantasma, fue una obviedad. La insignia que usted ve
aquí fue creada por el codirector de Pocahontas, Mike Gabriel, y otros.
Una
bala suelta
Pero, ¿Qué pasa con Alfred Hagen? Resulta que su carrera estuvo llena de… digamos,
del uso de métodos poco ortodoxos para hacer las cosas. Ha encontrado partes de
otros siete aviones de la Segunda Guerra Mundial en Papúa Nueva Guinea. En el
proceso, ayudó a las autoridades estadounidenses a identificar los restos de 18
aviones estadounidenses que se consideraban desaparecidos en combate.
Sin
embargo, en un caso memorable, pensó que la maquinaria burocrática del ejército
se movía demasiado lentamente, por lo que se puso en contacto con la familia de
un militar cuyos restos encontró y les reveló su destino, 51 años después. A
cambio, las autoridades militares lo calificaron de “renegado” y de ser una
“bala perdida”, pero no se arrepiente de nada.
Descargo
de responsabilidad: Algunas fotos pueden ser imágenes de archivo utilizadas
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Fuente:
https://foodisinthehouse.com