17 de julio de 2021

INICIO DEL TRANSPORTE AÉREO EN EUROPA (HACE CIEN AÑOS)


 

Por Cecilio Yusta Viñas

 

Comentario previo

 

El año 2019, el Ministerio de Fomento celebró el centenario del inicio del transporte aéreo comercial en Europa, en el que la participación española tuvo un papel destacado, al facilitar el tráfico aéreo de aviones extranjeros sobre territorio nacional y lo que tan importante acontecimiento significó para su futura implantación en España.

 

Se organizó una exposición fotográfica, con el sugerente título ¡Volar! 100 años en el cielo, de cuya realización se encargó la Fundación de la empresa gestora de la navegación aérea en España (ENAIRE). El evento resultó extraordinario y alcanzó un gran éxito del que no fue ajeno su comisario, el historiador aeronáutico Ángel Sánchez Serrano. Celebrada en el Círculo de Bellas Artes, se inauguró en el mes de junio contando con la presencia de S.M. el Rey, el ministro de Fomento y destacadas personalidades del sector aéreo.

 

Efectivamente, en el año 1919 una compañía aérea francesa inició sus vuelos comerciales para el establecimiento de una línea que, inicialmente, enlazaría Francia con Marruecos sobrevolando, inevitablemente, territorio español.

 

Sumarse a la celebración del citado centenario, invita a aprovechar tan feliz circunstancia para recordar también el origen de la aviación comercial española y hasta es probable, que continuemos, en sucesivas entregas, con una descripción general de la evolución de la aviación comercial española hasta completar el ciclo de cien años.

 

Se tiene constancia que, en octubre de 1913, Francia ya había realizado un primer ensayo de correo aéreo transportando una pequeña saca de correspondencia de París a Saint Julien, lamentablemente sin continuidad. En 1915, en misiones que tenían que ver con el desarrollo de la guerra, aviones militares ingleses efectuaron vuelos esporádicos entre Inglaterra, Francia y Bélgica transportando mercancías 115 urgentes de gran valor militar y, ocasionalmente, algún pasajero. En 1917, el gobierno italiano ensayó varios vuelos postales para dar servicio a la isla de Cerdeña.

 

Pero antes de comentar lo que en relación con un futuro transporte aéreo se estaba fraguando en Europa, se debe recordar el gran progreso que, en la citada actividad, se estaba produciendo en los EEUU funcionaban las líneas postales New York–Washington y New York–Cleveland–Chicago y la policía de New York disponía de aeroplanos para la vigilancia de ríos y puertos. Para favorecer el desarrollo del ambicioso plan de implantación del aeroplano como un nuevo elemento de transporte, se habían emitido alrededor de mil licencias de piloto, estaba prevista la entrada en servicio de 250 líneas postales, la adquisición de 200 biplanos De Havilland y 12 biplanos Handley Page. Cifras excepcionales en su época al mejor estilo norteamericano.

 

Antecedentes en Europa

 

A finales de enero de 1917, a solo dos meses de que los norteamericanos entraran[1] en la Gran Guerra, destacados miembros del Ministerio de Comercio, Industria y Trabajo, Correos y Telégrafos de Francia, celebraron una serie de reuniones de la denominada Comisión de Aviación Civil (CAC)[2], creada por Clemenceau[3]  para estudiar todo lo relativo a la utilización e implantación de la navegación aérea y su aplicación a las necesidades del servicio postal. La Comisión contó con la presencia de dos grandes conocedores de la aviación, Henry Deutsch de la Meurthe (presidente del Aero Club de Francia) y Robert Esnault-Pelterie (presidente de la Cámara Sindical de industrias aeronáuticas), el diputado Etienne Flandin fue nombrado secretario.

 

En sus reuniones de trabajo, y tras la discutible afirmación de que la aviación era una conquista del genio francés, los miembros de CAC dejaron por escrito una serie de cuestiones relacionadas con la implantación del transporte aéreo. Entre otras que la aviación, nacida casi como un deporte y convertida en arma decisiva en el conflicto armado, había experimentado un gran progreso por lo que, finalizada[4] la guerra, podía perfectamente convertirse en un instrumento para la paz y el desarrollo entre los pueblos.

 

Plantearon también que el material de vuelo excedente, que se preveía tras la guerra, así como toda la infraestructura aeronáutica, ofrecerían una excelente oportunidad para la creación, inicialmente, de la línea aérea postal. Con el mismo razonamiento se estimó que no surgirían problemas en cuanto al personal de vuelo, que sería reclutado entre los aviadores militares todo ello, como era lógico, con la recomendación de fomentar la investigación y el desarrollo de la industria aeronáutica.

 

En los trabajos realizados por la CAC destacaban el optimismo y la fe en la victoria, demostradas al iniciar sus trabajos 20 meses antes del Armisticio, así como el acierto de sus recomendaciones para la creación de una aviación postal, actividad que muy pronto sería rebasada y absorbida por el rápido crecimiento del transporte aéreo de pasajeros y mercancías.

 

Finalmente, y considerando el más que previsible carácter internacional en el que la aviación comercial estaba llamada a desenvolverse, una de las últimas observaciones de la CAC, consistió en señalar la necesidad de un reglamento que, conjuntamente elaborado por las potencias vencedoras y universalmente aceptado por los países signatarios del acuerdo, no tardaría en suscribirse[5].


En relación con estos temas sobre la implantación de un servicio postal aéreo, la revista L’Aérophile del 15 de febrero de 1917, pág. 69, publicó la breve nota siguiente:




Henry Deutsch de la Meurthe Esnault-Pelterie (1881-1957)


Breve nota de la revista L’Aérophile del 15 de febrero de 1917

Esnault-Pelterie (1881-1957)

 

Creemos que este fue el primer contacto establecido con España para ser informada sobre la organización de un posible servicio postal aéreo con las grandes ciudades españolas cuando se restableciera la paz. En cuanto al interlocutor francés en la entrevista celebrada en Madrid, fue un destacado miembro de la industria aeronáutica francesa, componente de la Comisión de Aviación Civil en ese momento muy activa y por lo tanto buen conocedor del proyecto.

 

Respecto a la cita que se hace de José Francos Rodríguez[6], recordar que este fue titular de los ministerios de Instrucción Pública, Gracia y Justicia, alcalde Madrid en dos ocasiones y otros puestos de responsabilidad en los gobiernos de Alfonso XIII. Durante la entrevista de febrero de 1917 estaba encargado de la dirección de Correos y Telégrafos.

 

A lo largo del año 1918 se generalizaron en Europa los ensayos oficiales de líneas aéreas postales. Países como Italia, Holanda, Suiza, Grecia creyeron en el nuevo medio de transporte y por supuesto Francia, que había apostado por la implantación del enlace aéreo postal (y de pasajeros) de París con las más importantes capitales de su entorno, entre otras, Berlín, Bruselas, Londres y Roma. En el colmo de la imaginación desbocada, se llegó a especular con la descabellada idea del cruce del Atlántico por aire con vuelos comerciales que marcarían el verdadero comienzo de la aviación comercial en el mundo. Una idea disparatada en aquel momento que no tardaría en hacerse realidad.

 

Pero quedaban muchos problemas por resolver. Los Estados comprometidos debían obtener los fondos necesarios para afrontar la responsabilidad de crear una adecuada red de aeropuertos y servicios requeridos para el desarrollo del tráfico aéreo y la permanente mejora del material volante. Por otra parte, había que convencer al capital privado para que se arriesgara en un negocio[7], en el que lo único garantizado era el requerimiento de una extraordinaria inversión.

 

Estaba además el problema de la internacionalización del tráfico aéreo que obligaba a desarrollar un reglamento que, elaborado conjuntamente, fuera aceptado por los países signatarios. En el mes de junio se creó en Francia una Comisión Interministerial de la Aeronáutica dependiente del Ministerio de la Guerra y poco después se iniciaron los contactos para celebrar una gran Conferencia en la que, reunidas las Potencias vencedoras y otras invitadas, se llegara a un acuerdo para facilitar la materialización del proyecto.

 

Primeras líneas aéreas

 

Tras la Gran Guerra y aceptadas las condiciones del Armisticio por Alemania, en junio de 1919 se firmó el Tratado de rendición en Versalles. En cuanto al futuro de la aviación, que tanto plomo y fuego había soportado durante la contienda, se daban las condiciones óptimas para afrontar un proyecto en el que, beneficiándose de las extraordinarias mejoras experimentadas en el material, estableciera un nuevo rumbo ante un futuro prometedor.

 

Sin pérdida de tiempo, una de las primeras medidas que las Potencias vencedoras adoptaron en el campo de la aeronáutica, fue la convocatoria de la que se denominó Conferencia Internacional de Navegación Aérea[8] (CINA), firmada en París el 13 de octubre de 1919, a la que no fueron invitados los países que habían permanecieron neutrales durante la contienda. El Convenio resultante fue el instrumento que aportaría el soporte legal y técnico, para la creación del tráfico aéreo comercial que se desarrolló imparable. Algunas empresas iniciaron las operaciones antes de la firma del CINA.

 

En cuanto a la primera compañía europea que tuvo el honor de establecer servicios regulares de pasajeros, hay versiones distintas. Fuentes alemanas aseguran que la Deutsch Luft-Reederei[9]  (DLR), pasa por ser la compañía aérea europea más antigua, el 5 de febrero de 1919 realizó su primer vuelo inaugural, Johanistal–Berlín, transportando correo y periódicos y, el día 10, lo hizo con pasajeros en aviones AEG J-II. A lo largo del año la DLR estableció vuelos entre Berlín y ciudades importantes como Frankfurt, Hamburgo, Leipzig y Weimar operando con el material de vuelo citado.

 

El 25 de agosto de 1919 la compañía Air Transport and Travel inauguró el primer vuelo regular entre dos países aliados, Londres (Hounslow) y París (Le Bourget), con material De Havilland y Handley-Page. Por su parte, Francia no faltó a la cita con la apertura del tráfico aéreo comercial y, aquel mismo año, seis nuevas compañías aparecieron en el mercado aeronáutico: Aéronavale, Messageries Aériennes, Grands Express Aériens, Lignes Farman, Messageries Transaériennes y Latécoére.


Inauguración de la línea Londres – París (Foto L’Aérophile, septiembre 1919)


Propaganda línea Messageries Aériennes (Foto L’Aérophile, septiembre 1919)

 

En este escenario, una de aquellas primeras compañías que surgieron en Francia, la Societé de Lignes Aeriennes Latécoère, planificó una ruta[10] con destino a Casablanca que, diseñada inicialmente para el transporte del correo aéreo, requería el sobrevuelo del espacio aéreo español y hacer escala en Barcelona, Alicante y Málaga.

 

La compañía fue creada a finales de 1918 y su propietario, Pierre-Georges Latécoère (PGL), era un joven ingeniero fabricante de vagones de ferrocarril en su complejo industrial ubicado en Montaudran-Toulouse. Declarada la guerra, se implicó en la fabricación de motores y aviones Salmson 2A[11], con los que fueron equipadas escuadrillas francesas y norteamericanas.

 

El 25 de diciembre de 1918, PGL voló a Barcelona utilizando uno de sus aviones Salmson pilotado por René Cornemont[12]. Tras el aterrizaje en el campo del Hipódromo, PGL fue trasladado a la capital en un precioso Cadillac para entrevistarse con los responsables de la firma Hereter, una empresa dedicada a la construcción de automóviles, aeroplanos y la gestión de una escuela de pilotos ubicada en el aeródromo conocido como la Volatería, en terrenos del municipio del Prat del Llobregat.

 

El interés de PGL estuvo centrado en la adquisición de un permiso de aterrizaje, en el aeródromo y en la contratación de los escasos servicios de mantenimiento y repostado que Hereter podía ofrecer. El acuerdo con Hereter no duró mucho ya que Latécoère, arrendó un terreno próximo que habilitó como aeródromo. Fue necesario mejorar el acceso desde la carretera, pero el terreno de 800 x 350 m fue suficiente para las operaciones de despegue y aterrizaje y la instalación de un hangar y servicios propios. Este mismo aeródromo, tras sucesivas mejoras realizadas con el paso del tiempo, sería conocido como el aeródromo de Aéropostale y Air France.

 

Pierre George Latécoère, sin fechar (Foto Museo de Air France - París)

Propaganda línea Toulouse-Marruecos (Foto en Ortiz Echagüe)


Latécoère y el piloto Cornemont en el campo del Hipódromo en Barcelona con el Salmson de fondo, 25 de diciembre de 1918 (Foto Museo de Air France-París)


Etiqueta de equipaje que Cornemont dedica a Canudas y la firma de Latécoère. Barcelona 25 de diciembre de 1918


Hangar de Hereter en la Volatería (Foto sin datar)

 

Para la recién creada Latécoère, 1919 fue un año cargado de acontecimientos, como veremos, de distinto signo. El 19 de febrero se programó un vuelo de familiarización con dos aviones Salmson. Se trataba de conocer la ruta, los aeródromos y verificar qué medios había para el mantenimiento de los aviones y el despacho de los vuelos. La primera etapa Toulouse-Barcelona transcurrió sin novedad.

 

Tras la escala en Barcelona, el avión de PGL y el piloto Junquet, tuvo problemas, viéndose obligado a aterrizar en Tarragona para reparar una rueda[13]. Massimí y el piloto Lemaître llegaron si novedad a Alicante, pero surgieron problemas en la toma de tierra. La improvisada pista era demasiado corta por lo que, al intentar aterrizar, el Salmson se salió al final chocando contra un murete de piedra resultando daños irreparables en la hélice y el plano izquierdo.

 

Cuando llegaron PGL y el piloto Junquet, intentaron tomar tierra en el mismo terreno, pero con el problema añadido de tener viento en cola, lo que, unido a la escasa longitud de la pista, forzó a frenar desesperadamente por derecho, metiendo el morro y capotando. Fueron varios los motivos; se había contratado el acondicionamiento de un rectángulo de terreno llano de al menos 600 m de largo, pero, por haberlo entendido mal, se habilitó, al sur de ciudad de Alicante, un terreno de 600 m2.

 

Un mal entendido que causó la pérdida de dos aviones y el regreso a casa por vía férrea. Seis meses después, la prensa especializada de la época difundió la noticia de la construcción de un aeródromo en Alicante y que un ingeniero de la sociedad Latécoère había arrendado, a tal fin, el polígono del Tiro Nacional y algunas parcelas colindantes. Se anunció que el nuevo aeródromo sería inaugurado el 1 de agosto[14].

 

En el mes de marzo se realizó otro vuelo de ensayo, en esta ocasión volando la ruta al completo. El día 8 sábado, PGL y el piloto Lemaître con avión Salmson iniciaron el recorrido de la ligne. Toulouse-Barcelona y Alicante donde pernoctaron. El domingo 9, Málaga, Rabat, Casablanca. El día 10 descansaron, siendo homenajeados por las autoridades militares de la colonia francesa.

 

El martes día 11 viajaron por carretera a Rabat para cumplimentar al General Louis Herbert Lyautey, residente general en el Protectorado de Francia en el Norte de Marruecos. Una visita muy provechosa puesto que Lyautey, que tuvo en sus manos prensa francesa del día 8 traída por la tripulación, se mostró muy complacido concediendo a la ligne la subvención de un millón de francos y envió una carta a París.

 

El miércoles 12 emprendieron el regreso siguiendo la ruta inversa con algunos problemas de carácter meteorológico, finalizando el día 13 en playa Le Canet (cerca de Perpignan).

 

Recorrieron 3550 km, en un total de 24 horas de vuelo y 4 días. Tras este vuelo, el famoso piloto Didier Dourat[15], que estuvo a los mandos del vuelo oficial de la inauguración de la línea, en su libro Dans le vent des hélices, atribuye a PGL la siguiente frase:


“Hice todos los cálculos. Confirma la opinión de los especialistas: nuestra idea es irrealizable. Solo nos queda una cosa por hacer: lograrlo”.

 

Hangar de Latécoère en el Prat (Foto Museo de Air France -París)



Avión Salmson en Casablanca con el que se realizó el primer vuelo de ensayo, 8 y 9 de marzo de 1919 (Foto Museo de Air France)



Aeródromo de Alicante. Probablemente el terreno que alquiló y acondicionó por su cuenta la compañía Latécoère en el polígono de Tiro Nacional en 1919


Aeródromo de Málaga. Foto sin datar, probablemente en 1919

 

Una frase potente que transmite con precisión y pocas palabras, la fuerza y el tesón empleados para sobreponerse a las enormes dificultades encontradas para desarrollar su proyecto. Aunque, como bien demostró, no era una idea irrealizable. Pierre George Latécoère fue un visionario que acertó plenamente y abrió una vía importante de progreso para la naciente aviación comercial que se encontraba en una fase crítica de desarrollo.

 

Demostrada la viabilidad del proyecto, el siguiente pasó consistió en enviar a España a un hombre de su mayor confianza, Beppo Massimí, para gestionar ante la autoridad competente la necesaria autorización que permitiera el inicio de las operaciones de la flamante compañía Latécoère.



Croquis del vuelo a Madrid, al objeto de solicitar permiso para las operaciones en terreno español de la nueva línea Toulouse-Casablanca (Foto España Automóvil N° 09, 15 abril 1919)


Beppo de Massimí y el piloto Rodier a su llegada a Getafe, se ocupan del aparcamiento de su Salmson (Foto Museo de Air France-París y en Mundo Gráfico 390, 10 de abril 1919)


Henrí Lemaître. Piloto del Salmson en Casablanca, al que Pierre Latécoère confió muchos de los vuelos que realizó. (Foto Biblioteca Nacional de Francia)


Carta manuscrita del General Lyautey, fechada el 11 de marzo de 1919 y enviada por correo aéreo en el viaje de regreso del Salmson



Una de las cartas remitidas en el primer correo aéreo Casablanca-Francia

 

Sin pérdida de tiempo, el 11 de abril Beppo Massimí y el piloto René Rodier, con avión Salmson, emprendieron viaje hacia Barcelona donde recogieron a Joaquín Carreras, recién nombrado representante de Latécoère en la ciudad condal, y continuaron hacia Madrid haciendo escala en Zaragoza.

 

Tomaron tierra en Cuatro Vientos y a continuación les fue ordenado proceder a Getafe donde aparcaron por unos días su avión.

 

La autorización fue expedida a finales de agosto y el vuelo inaugural se realizó el 1 de septiembre. Era exactamente la misma ruta seguida por PGL en el mes de marzo, pero algo había cambiado en lo que respecta al material. El veterano piloto Didier Dourat, que había sido contratado como jefe de pilotos, hizo ver a PGL la conveniencia de utilizar los aviones Breguet-14[16] excedentes de guerra que él conocía bien y que, debido a su abundancia, tras la guerra podían ser adquiridos a un precio irrisorio. La inauguración se llevó a cabo con Breguet-14, un avión que equipó a la compañía durante varios años.

 

La contribución española

 

El Gobierno español, que ya había sido alertado por Francos Rodríguez en febrero de 1917 de un posible enlace de tráfico aéreo postal en ciudades españolas, seguía atentamente el trabajo que se estaba realizando en el CINA, y conocía perfectamente el inicio de las actividades, a modo de prueba, de las primeras compañías aéreas europeas, no pudo mostrarse sorprendido de que la compañía Latécoère solicitara permiso para operar en aeródromos españoles en su línea Toulous-Casablanca.

 

El simple hecho de que España no hubiera sido invitada al CINA[17] por su neutralidad durante la guerra, no podía ser motivo suficiente para cuestionar, retrasar o de algún modo interferir negativamente en la concesión del permiso solicitado por Latécoère.

 

La Gaceta del 30 de agosto de 1919 publicó una real orden autorizando las operaciones propuestas por la compañía Latécoère sujeta a determinadas reglas; en sus vuelos por la costa peninsular desde Port Bou a Cádiz, por necesidades del vuelo podría adentrarse hasta 100 km tierra adentro, por supuesto respetando las zonas prohibidas de Cartagena, Gibraltar, Tarifa, y bahía de Cádiz.

 

En esta disposición se aprecia perfectamente que, al no existir ayuda alguna a la navegación, los pilotos se orientaban siguiendo prácticamente la línea de costa, un sistema de navegación que se convirtió en su mejor y peor enemigo, ya que se requerían una visibilidad horizontal y una altura de la base nubes suficientes para no perder de vista la línea de costa.

 

En situaciones de escasa o nula visibilidad por niebla, nubes bajas o polvo en suspensión, la navegación se tornaba muy difícil de mantener, cuando no imposible, lo que fue origen de gran fatiga y, en no pocas ocasiones, motivo de numerosos incidentes. No por casualidad, gran parte de los accidentes sufridos por los Breguet-14 de los que se han conservado fotografías, ocurrieron en zona de costa, sobre todo en las playas.


El Breguet-14 utilizado por la compañía Latécoère en la nueva línea. En la foto (sin datar) aparece en El Prat con el motor en marcha y probablemente listo para despegar. Los dos contenedores (de madera) que lleva montados bajo el plano inferior junto al fuselaje, se utilizaban para llevar pequeñas sacas con correo. (Foto sin datar)


Vuelo inaugural Barcelona-Alicante con Breguet-14. En el aeródromo de Latécoère el 1 de septiembre de 1919 con la asistencia de destacada personalidades civiles y militares. (Foto Mundo Gráfico, septiembre 1919)


"Breguet-14, N° 162, F-AFHN destruido el 27 de enero de 1928 en Roquetas (España). El piloto, Jaladieu, fue expulsado de la cabina por turbulencias". En el original no consta si encontraron el cuerpo del piloto que había caído al mar. (Foto en Tout pour la Ligne y la información se encuentra en Histoire aérophilatélique Latécoère)


El F-AGCA accidentado probablemente en una playa próxima a Barcelona, sin fechar (Foto Archivo Ayuntamiento de Barcelona)

 

Obviamente estaba autorizada la utilización de los aeródromos de Barcelona, Alicante y Málaga, con permiso de aterrizaje en cualquier otro aeródromo o terreno apropiado en caso de emergencia. En cuanto al transporte de mercancías, estaba limitado a la correspondencia, en todas de sus formas, entre Francia y Marruecos y cualquiera de los puntos de escala autorizados.

 

Se especificaba también que la compañía se comprometía a contratar el 50 % de personal español, del total de sus empleados en territorio español y, finalmente, la compañía debía mantener asegurados sus aviones mediante póliza suscrita con entidades españolas. Como hemos visto el primer vuelo de Latécoère con carácter comercial se realizó el 1 de septiembre de 1919.

 

Pero el progreso y la novedad que significó el tráfico postal aéreo, obligaron a España a adoptar una serie de medidas absolutamente necesarias para un adecuado desarrollo legal y operativo de la nueva línea aérea. Se estimó que lo más apremiante era el establecimiento de un Servicio Postal Aéreo[18] así como un Reglamento de la Navegación Aérea Civil[19].

 

Además, se planteaba la necesidad de acondicionar y mantener los aeródromos, así como habilitar a los aeródromos de Barcelona y Málaga para el control de aduanas.

 

Respecto a la redacción del Real Decreto sobre el Servicio Postal Aéreo, con el asesoramiento de Correos, se establecieron tarifas, horarios y algunas normas relacionadas con el transporte, protección y conservación del correo en caso de incidente sobrevenido.

 

En la exposición del proyecto de real decreto, que el presidente del Consejo de ministros Joaquín Sánchez Toca[20] remitió a S.M. el Rey el 25 de noviembre de 1919, para la aprobación del Reglamento de Navegación Aérea, quedaron adecuadamente descritas tanto las circunstancias exteriores y extraordinarias que lo motivaron así como su justificación, todo ello basado en los grandes progresos experimentados por la aviación civil, lo que era causa para dictar disposiciones que encauzaran su ejercicio y desarrollo.

 

El presidente argumentaba que su antecesor, Antonio Maura Montaner, a finales de junio se había interesado por la aviación civil solicitando su estudio por una Comisión Interministerial de Aviación (CIA) que emitiera dictamen sobre las diversas cuestiones planteadas. Cesado Maura, Sánchez Toca dispuso que la Comisión se nombrase y reuniera sin demora, debiendo esta presentar dos dictámenes que tuvieron en cuenta los elementos de carácter internacional concernientes a la aviación civil.

 

Toda una declaración de intenciones. Aunque en aquel momento España carecía de aviación comercial propia, las medidas adoptadas por el Gobierno español demuestran que captó perfectamente la importancia del CINA y lo plasmó en un reglamento para la navegación aérea. Lo hizo suyo y adoptó medidas que favorecerían el tráfico aéreo.

 

Por haberse mantenido neutral[21] durante la contienda, España no fue invitada a participar en la CINA, pero esta exclusión no impidió que se viera beneficiada, tanto por acoger en territorio español a la recién creada línea aérea Latécoère, como por adoptar la reglamentación propuesta por la CINA y aceptarla, al recoger gran parte de su contenido en el Reglamento de la Circulación Aérea.

 

Y en España ¿qué teníamos en 1920?

 

Hasta aquí el inicio de las operaciones del tráfico aéreo comercial de vuelos extranjeros realizados sobre territorio español en 1919 pero que, estrictamente, no podían ser considerados como el comienzo del tráfico aéreo comercial de origen español, lo cual se produjo algo más tarde.

 

Al finalizar 1919 eran ya 27 las compañías aéreas en Europa, en 1920 serían 30 y no tardarían en llegar al centenar. Muchas de ellas tuvieron una vida efímera, pero el primer paso para la consolidación de la aviación comercial ya se había dado y solo las más antiguas y grandes como Lufthansa, British, Air France, etc., que contaron con el apoyo incondicional, y la subvención de sus gobiernos, pudieron mantenerse en el mercado.

 

En este escenario, no sorprenderá que la empresa catalana Hereter, que había sido testigo del uso de su propio aeródromo y el sobrevuelo del territorio español para que Latécoére iniciara sus operaciones, decidiera probar fortuna embarcándose en una aventura comercial con escasas garantías de éxito. Se trataba de crear la línea aeropostal Barcelona-Mallorca.

 

Por aquella época apareció, en el negocio de la aviación, Jorge Loring Martínez como el hombre que estaría presente en la creación de la mayoría de las líneas aéreas españolas hasta 1936. Loring fue un ingeniero de caminos, canales y puertos que se hizo piloto en la escuela de Barcelona y se movió activamente en el mundo de la aeronáutica como fabricante de aeroplanos, accionista y gerente en prácticamente todas las compañías aéreas españolas de carácter comercial, incluyendo Hereter con el cargo de director técnico.

 

Se debe también citar, como impulsor y mayor beneficiario del proyecto, a Correos, entonces primera empresa pública del Estado, que prestó apoyo a la creación de la nueva línea postal aérea que tanto podía mejorar el servicio prestado a los ciudadanos. Correos, que ya había intervenido activamente en labores de asesoramiento en la elaboración del real decreto sobre el Servicio Postal Aéreo, abonó una cantidad por el transporte de la correspondencia. Una ayuda del Estado, sin la que no era posible afrontar un proyecto de tal envergadura.

 

En cuanto al material aéreo a emplear y las tripulaciones, Hereter optó por un acuerdo con la constructora italiana Savoia (Sesto Calende), consistente en enviar a Barcelona un hidroavión S.9 al mando de su jefe de pilotos el Teniente Guido Janello, para que realizara algunos vuelos de demostración. El S.9 comenzó a fabricarse en 1918, era un hidroavión diseñado para tareas reconocimiento en la Marina Real italiana, montaba un motor Fiat de 300 hp con hélice impulsora, desarrollaba una velocidad de 170 kilómetros hora y disponía de tres asientos, los dos traseros lado a lado para la tripulación. A efectos comerciales tenía capacidad para transportar unos 600 kilos de carga útil.

 

Un Savoia S.9 llegando al puerto de Barcelona (Foto Nuevo Mundo 1467, 3 de marzo de 1920)


Jorge Loring, Guido Janello y el periodista Co de Triola, posando ante el S.9 el 18 de marzo de 1920

 

El 18 de marzo 1920, con excelentes condiciones meteorológicas, la empresa catalana Hereter realizó un primer vuelo inaugural Barcelona-Palma-Barcelona, transportando varios paquetes de periódicos, correspondencia oficial y un mensaje de la prensa catalana a la mallorquina, en un hidroavión Savoia S.9 pilotado por Guido Janello y acompañado por el director técnico de Hereter Jorge Loring y el periodista Co de Triola.

 

En el muelle de Cataluña, contando con la presencia de relevantes autoridades civiles y militares, se congregó un gran número de curiosos para presenciar lo que se consideró un gran acontecimiento y ver despegar al Savoia.

 

El recibimiento en los muelles de Palma fue calificado de entusiasta por la prensa local[22]. Tras los saludos de rigor y repostado, el hidro fue despachado de vuelta a Barcelona con una saca de correo, periódicos y pásmese el lector, lo más insospechado, ¡una ensaimada gigante! Por su parte, la prensa de la época aprovechó para difundir la noticia de que, en breve estaba previsto establecer otro servicio de correo postal entre Bilbao-San Sebastián-Biarritz y Bayona.

 

El vuelo inaugural fue un éxito, pero el proyecto de consolidarse como línea regular no prosperó. No están claras las causas; problemas con el suministro del material de vuelo, visión poco clara de un futuro comercial, ausencia de una subvención sustancial y un largo etcétera. El 28 de febrero de 1921 Hereter, se retiró del negocio. Pero lo que ha quedado perfectamente documentado es que el vuelo inaugural se realizó con éxito y que el hecho de no haber tenido continuidad, no le resta el mérito de ser el primer vuelo comercial realizado en España. Un primer intento del que se cumplen ahora cien años.

 

Final

 

Cuando se han celebrado los cien años del primer vuelo postal (comercial) de una línea aérea extranjera sobre la península ibérica y, este año 2020, se cumple el centenario del primer vuelo postal español, parece el momento adecuado para valorar las grandes mejoras experimentadas en la evolución del transporte aéreo.

 

La conquista del aire —el medio— y el vertiginoso perfeccionamiento de las máquinas y los sistemas, permiten a las compañías concurrir en el mercado actual con un material de vuelo moderno, fiable y eficaz que permite ofrecer al usuario, un alto nivel de seguridad, regularidad, legalidad y economía.

 

Sin embargo, en su debe está el tiempo que se emplea en los procesos de embarque y el tamaño de los asientos en la cabina de pasajeros, cuya configuración actual obligan al cliente a viajar casi en postura fetal.

 

En cualquier caso, es quizá una buena ocasión para recordar cómo empezó todo en 1919. Echando la vista atrás veremos aviones imperfectos en los que no era gran novedad sufrir una parada de motor y tener que tomar tierra en un campo alternativo o, peor aún, en un sembrado, las inoportunas averías con los consiguientes retrasos, la falta de información y de medios para hacer frente a los fenómenos meteorológicos adversos. Pero todo eso, que ha pasado en los cien años que conmemoramos, está ya archivado en la memoria de los que por su edad lo han vivido y que ahora lo recuerdan casi como una aventura con final feliz. Los más jóvenes, ni eso.

 

El Savoia S.9 es botado ante la expectación del público que presencia la operación en el muelle.


18 de marzo de 1920, día del vuelo inaugural Loring, Janello y Co de Triola en el Savoia S.9, listos para dirigirse a la zona de despegue, 18 de marzo 1920


Una de las cartas transportadas


Sobre conmemorativo de los 75 años del Primer Correo Aéreo



Loring, Janello y Co de Triola en el Savoia S.9, listos para dirigirse a la zona de despegue, 18 de marzo 1920


Acrósticos y abreviaturas

 

AEG Allgemeine Elecktrizitats Gesellschaft

ATT Air Transport and Travel

CAC Comisión Aviación Civil

CIA Comisión Interministerial de Aviación

CINA Conferencia Internacional de Navegación Aérea

DLR Deutch Luft-Reederei

PGL Pierre George Latécoère

REP Robert Esnault-Pelterie

SGTASocieté General de Transport Aérienne

 

Fuente: https://publicaciones.defensa.gob.es//Revista de Historia Aeronáutica N° 38. Año 2020.



[1] La entrada oficial de los EE.UU., en la Gran Guerra se produjo el 4 de abril de 1917.

[2] El presidente de la Cámara Sindical de industrias aeronáuticas, Esnault-Pelterie, era ingeniero, piloto pionero con el título N° 4 y fabricante de sus propios aviones REP.

[3] Georges Clemenceau, presidente del Consejo y Ministro de la Guerra.

[4] El final práctico de la guerra se produjo con la firma del Armisticio el 11 de noviembre de 1918 y la rendición formal de Alemania, en Versalles el 28 de octubre de 1919.

[5] El deseado acuerdo al que se hace referencia se hizo realidad con la celebración de la Conferencia Internacional de Navegación Aérea (CINA)

[6] José Francos Rodríguez (Madrid 05-04-1862 / 13-07-1931). Médico, escritor, periodista y político militante del partido demócrata, desempeñó varios cargos de responsabilidad. Muy recordado por sus dos periodos como alcalde de Madrid, cuenta con una calle a su nombre en el barrio de Tetuán.

[7]  La mayoría de las líneas aéreas nacionales han sido, y son, deficitarias. Siempre han dependido de sus gobiernos respectivos, que no las han dejado caer por mantener el prestigio de disponer de la compañía aérea de bandera. En la actualidad hay gobiernos regionales y/o ayuntamientos que subvencionan a compañías, incluso extranjeras, para justificar la apertura de su aeródromo, aunque la operación sea ruinosa.

[8] Aunque España, por haberse mantenido neutral durante la Gran Guerra, no fue invitada a la CINA, estuvo muy atenta a su desarrollo y no dudó en hacer suyas la mayoría de las medidas adoptadas.

[9] La Deutch Luft-Reederei (DLR) fue creada en Berlín en diciembre de 1917 con un capital de 2.500.00 marcos. Registrada como compañía aérea en mayo de 1918, su apertura al mercado se produjo el 8 de enero de 1919, iniciando las operaciones comerciales el 5 de febrero. (Archivo Lufthansa - Colonia). 

[10] La “ligne” Toulouse-Casablanca sería ampliada hasta Cabo Juby y, posteriormente, ya como Aéropostale y Air France, hasta América del Sur.

[11] Salmson 2A. Avión de reconocimiento y bombardeo diurno con motor Salmsom 260-270 cv. Según Warleta el Servicio de Aviación Militar español contó con un ejemplar.

[12] Canudas, en su Historia de l’aviació catalana, dice que Cornemont era un seudónimo utilizado por el aviador Lamaître.

[13] Dans le vent des hélices, página 36.

[14] España Automóvil N° 14, 30 de julio de 1919, pág. 127.

[15] Didier Dourat (1891/1969). Muy distinguido durante la Gran Guerra. Fue también el piloto que descubrió la ubicación del Gran Bertha y pudo ser silenciado.

[16] El Breguet-14 fue uno de los mejores biplazas de reconocimiento y bombardeo que equipó las escuadrillas del Servicio de Aviación español, llegando a contar con 140 unidades. Avión importante por el duro y prolongado trabajo que realizó en el conflicto de Marruecos. (fuente Warleta).

[17] Tras la firma del CINA los países que se mantuvieron neutrales durante la contienda fueron invitados a integrarse en la organización aceptando los acuerdos tomados. Por razones no explicadas España no lo aceptó. 

[18] Real Decreto de 17 de octubre de 1919.

[19] Real Decreto de 25 de noviembre de 1919.

[20] Joaquín Sánchez Toca, presidente Consejo de Ministros 20-07-2019/12-12-1919.

[21] Tampoco fueron invitados los países que permanecieron neutrales: Dinamarca, Grecia, Holanda, Noruega, Portugal, Suecia y Suiza. 

[22] La Almudaina, Correo de Mallorca 26 de marzo de 1920.