10 de octubre de 2023

¿QUÉ HACÍAN LOS ALEMANES CON LOS PILOTOS ALIADOS CAPTURADOS POR LOS ALEMANES DURANTE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL?

 

 

Por Carlos Marcelo Shäferstein

 

Los pilotos y las tripulaciones de las aeronaves aliadas derribadas eran internados en Luftlager, esto es campos de internación, donde se respetaban las convenciones de Ginebra y se los alojaba por jerarquía. A los Oficiales comisionados separados de los Suboficiales (u Oficiales no Comisionados). Los primeros no tenían la obligación de trabajar pero los suboficiales y tropa sí.

 


 

Este título me viene al dedillo para relatar una historia muy poco conocida.

 

Un interrogador de la Luftwaffe, (Fuerza Aérea Alemana), se destacó por usar la persuasión en lugar del castigo para lograr la colaboración de pilotos aliados prisioneros en la Segunda Guerra Mundial.

 


 

Según el historiador Julián Putwoski, fue el primero que sistematizó la amabilidad como método para obtener información, una técnica todavía vigente para interrogadores del FBI.

 

Durante la guerra, muchos pilotos aliados –o terrorfliegers, como los llamaban los nazis– capturados en territorio alemán fueron llevados a Dulag Luft, un campo de detención de prisioneros de guerra y unidad de interrogatorios de la Luftwaffe cerca de la ciudad de Oberursel.

 

Allí eran confinados en celdas de aislamiento. A pesar de las recomendaciones de la Convención de Ginebra, ellos, “que habían lanzado miles de bombas incendiarias sobre la población civil alemana”, temían que les esperase un trato duro. Podían enfrentarse a que les arrancaran las uñas.

 


 

Pero los pilotos se sorprendían al encontrarse al Obergefreiter (rango del ejército alemán) Hanns Scharff, que hablaba un inglés fluido gracias a su experiencia como empresario en Sudáfrica antes de la guerra.

 

Interrogador autodidacta, Scharff usaba la conversación amable en lugar del castigo físico para lograr que los prisioneros aliados revelaran algo más que los habituales nombre, rango y número de serie.

 

Comenzaba siempre haciendo sus deberes meticulosamente: antes de empezar una sesión de interrogatorio, revisaba toda la información disponible, y se familiarizaba con las circunstancias personales y de servicio del piloto en cuestión.



 

"Una araña que espera en la tela"

 

El método Scharff, si puede llamarse así, se basaba en la premisa inicial de que era mejor cooperar con la Luftwaffe en lugar de ser tratado como espía y entregado a la Gestapo, la policía secreta.

 

Aunque algunos prisioneros mantuvieron la boca cerrada, Scharff se rehusó con firmeza a la coerción física.

 

En lugar de tenazas para arrancar información, Scharff obtenía lo que él y sus superiores querían jugando con la sensación de aislamiento del cautivo y con su inseguridad psicológica.

 

Cuidadosamente, iba desplegando los pequeños fragmentos de información que había aprendido previamente, y así creaba la ilusión de que ya lo sabía todo sobre las actividades del piloto.

 


 

Así, el prisionero podía revelar secretos militares incluso sin darse cuenta.

 

"Yo era como la araña sentada en su tela, con todo los elementos que podía utilizar a la mano, excepto la brutalidad", decía Hanns Scharff, como recoge el documental radiofónico "Interrogadores sin tenazas" realizado por Julián Putwoski y emitido en BBC Radio 4.

 

Según el relato de quienes fueron interrogados por Scharff, el oficial alemán le daba la vuelta a la relación normalmente hostil entre interrogador e interrogado, y conducía sus sesiones con paciencia y suavidad.

 

Paseos al zoológico

 

Incluso aparentaba ser el mejor amigo de sus interrogados y organizaba actividades especiales fuera del campo de prisioneros.

 

Una vez, permitió a uno de los aliados pilotar un caza alemán.

 

También se aseguraba de que los retenidos compartieran las abundantes comidas de los pilotos alemanes, que recibieran tratamiento médico y que visitaran el zoológico local.

 

Después de comprometerse a no hacer ningún intento de escapar, los prisioneros podían realizar paseos por los bosques de Oberursel, con Scharff como acompañante y guía.

 


 

Deambulando entre esos senderos al aire libre, conversaban sobre la flora y la fauna, o sobre otros temas ligeros, como por ejemplo, las costumbres sociales de estadounidenses y británicos.

 

El libro de visitas del buen interrogador

 

Los ex-prisioneros no recuerdan haber discutido nada que tuviera alguna relevancia militar con Scharff, pero en realidad, el alemán estaba todo el tiempo dirigiendo un informal pero sistemático interrogatorio y recolectando información útil de inteligencia.

 


 

Los interrogados llegaban incluso a revelar sin darse cuenta detalles sobre regímenes de entrenamiento, planes de operaciones, datos sobre armas, bombas, capacidad aérea, maniobras tácticas, indicativos y frecuencias de radiocomunicaciones.

 

Y antes de partir con destino a otros campos de prisioneros, además, firmaban voluntariamente el libro de visitas del interrogador.



 

Allí expresaban que se habían sentido tratados de manera profesional y hospitalaria, ya que Scharff hasta les había invitado a cenar a su casa y a conocer su familia.

 

Scharff, por su parte, afirmaba que haciéndose amigo de los prisioneros de guerra podía obtener información de 90% de ellos.

 

Esta era una afirmación audaz, pero lo cierto es que Scharff era un muy buen interrogador.

 

 

 

Clases de "buenas prácticas" de interrogatorio

 

Después de la guerra, se instaló en Nueva York y pronto comenzó a asesorar al Pentágono.

 

En la década de 1950, apareció en diarios y revistas como "maestro interrogador", sus antiguos enemigos se volvieron sus amigos y los ex-prisioneros de guerra comenzaron a recibirlo de buen agrado en sus reuniones. 

 

Con una infinidad de amigos cosechados durante la guerra, las actividades de Scharff en los Estados Unidos también incluyeron informes para la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, y clases de técnicas no coercitivas de interrogatorio para agencias de seguridad e inteligencia.

 

El "amable interrogador" murió en California hace 26 años, pero su legado sigue vigente.

 

Su nombre no fue citado en el debate público sobre la moralidad de las llamadas "técnicas mejoradas de interrogatorio" autorizadas por el presidente estadounidense George W. Bush e infligidas a los supuestos terroristas detenidos en la cárcel de Abu Ghraib, en Guantánamo y en los centros secretos de detención de la CIA.

 

Sin embargo, en la actualidad algunos interrogadores estadounidenses como Ali Soufan “que critican la eficacia de las técnicas utilizadas en la guerra contra el terrorismo” han revivido el interés en la experiencia de Scharff en la Segunda Guerra Mundial.

 

Fuente: https://es.quora.com