Por
Santiago Fernández Roldán
Alberto
Álvarez Rementería ingresó en la Academia de Ingenieros de Guadalajara.
Ascendido a Primer Teniente fue destinado a Sevilla, y tomó parte en las
operaciones militares en Marruecos.
En
1914 es destinado al servicio de Aviación Militar. Realiza el curso de
observador y vuelve a Marruecos para, al año siguiente regresar y obtener el
título de Piloto. Fue Jefe de la Base Aérea de Tablada. Participó activamente
en la creación de la Escuela de Mecánicos de Cuatro Vientos de la que más tarde
sería Director. Regresó al Cuerpo de Ingenieros y, a su fundación formó parte
de la Unión Militar Española, siendo el encargado de preparar el plan de la
sublevación de 1936 en Madrid. Perdió la vida al mando del Batallón de
Zapadores en el Campamento de Carabanchel el día 20 de julio de 1936.
Sus
restos reposan bajo una sencilla lápida blanca en el cementerio de la Almudena
de Madrid.
Sus
inicios
Alberto
Álvarez Rementería, figura importante en la Aviación Militar española de
principios del siglo XX, nace en Bilbao el 27 de octubre de 1885, hijo de
Alberto y de María, siendo el primero de siete hermanos. Ingresa en la Academia
Militar de Ingenieros de Guadalajara en mayo del año 1907 y, en ese mismo año
alcanza la categoría de 2º Teniente alumno. Dos de sus hermanos, Eduardo y
Antonio, también siguieron la carrera de las armas, pero en el Cuerpo de
Infantería.
En
el año 1909 es ascendido a 1er Teniente recibiendo el despacho de manos de S.M.
el rey D. Alfonso XIII y es destinado al Tercer Regimiento Mixto de Ingenieros
en Sevilla, haciéndose cargo del mando accidental de su Compañía.
A
finales de 1910 se le reconoce el derecho al uso de la medalla de plata conmemorativa
de los Sitios Gerona según diploma expedido el 20 de mayo por el Exmo. Sr.
Presidente el Consejo de Ministros como comprendido en el R.D. de 28 de Enero
de ese año.
Durante
el año 1911 continúa encargado del mando accidental de su compañía en el 3er
Cuerpo del Regimiento Mixto de Ingenieros.
Primeras
operaciones en África
Este
año de 1911 fue muy pródigo en acontecimientos. Estando de guarnición en
Sevilla fue trasladado en el mes de junio, con su compañía, a Cádiz donde
embarcaron en el transporte “Almirante Lobo” con destino a Larache.
Desembarcaron el 2 de julio y fueron alojados en un castillo cercano a la
ciudad. Durante su estancia se dedicaron a obras de fortificación, a la
construcción de pozos para el abastecimiento de agua a la posición y a la fabricación
de los adobes necesarios para las obras.
En
septiembre dieron principio a las obras del camino de Larache a Alcazarquivir.
Compatibilizó la ejecución de las obras con el cargo de Ingeniero del Detall de
la comandancia exenta de Larache. Cesó en ese cargo a primeros de octubre. Durante
este tiempo dirigió la construcción de balsas para el transporte de madera de
Larache a Alcazarquivir por el río Lucus, medio por el cual se transportaron
370 toneladas de madera y 140 de otros materiales.
Después
de cesar como Ingeniero del Detall regresó a Alcazarquivir en donde dirigió los
trabajos de construcción de barracones para el alojamiento de fuerzas.
Según
Real Orden de 18 de julio de 1912 (D.O. nº 16) es calificado “apto para el
ascenso”. En ese mismo año se le reconoce el derecho al uso de la medalla de
plata conmemorativa del 1er Centenario del Sitio de Ciudad Rodrigo y de la medalla
de plata del Centenario de las Cortes, Constitución y Sitio de Cádiz.
En
aquellos momentos ya era un gran deportista, a principios de año, con motivo de
la crecida del río Lucus fue encargado de encontrar un vado para cruzarlo, lo
encontró después de atravesar a nado dicho río en cinco ocasiones. El 28 de
marzo por la marcha a Larache del Capitán de la Compañía se hizo cargo de ella,
hizo entrega de la misma el 14 de junio. Durante ese tiempo estuvo dedicado a
la construcción y trazado de trincheras y alambradas para la defensa.
En
diciembre es destinado al 3er Regimiento de Zapadores Minadores con sede en
Sevilla. El día 1 de enero de 1913 se incorpora a Alcazarquivir y por R.D. de
15 de enero se le concede la cruz de primera clase con distintivo rojo
pensionada del Mérito Mar, en atención a “los relevantes servicios prestados y
penalidades sufridas desde la recuperación de Larache en junio de 1911, hasta
el 16 de enero dicho” (sic). En el mes de mayo es destinado al Grupo Mixto de
Ingenieros de Larache y allí dirigió las obras del Hospital Docker y, por R.O.
del 5 de mayo D.O. nº 109 es ascendido a Capitán con antigüedad de 30 de abril.
Continuó
prestando sus servicios en la zona y tomando parte en las operaciones de guerra
que se estaban desarrollando en ella a la vez que se encargaba de varias obras
de fortificación y de establecimiento de comunicaciones. Por su desempeño en
dichas operaciones fue citado hasta en cuatro ocasiones como muy distinguido.
Por
R.D. de 7 de septiembre se le concede por segunda vez la cruz de primera clase
del Mérito Mar, con distintivo rojo, pensionada, por “los distinguidos
servicios prestados y méritos contraídos en los hechos de armas y operaciones
efectuadas hasta el 24 de junio de 1913 en el territorio de la Comandancia
General de Larache”.
Comienzos
en la Aviación Militar
En
el mes de septiembre de 1913 finaliza su estancia en la zona de guerra
incorporándose al tercer Regimiento de Zapadores Minadores en Sevilla. Durante
su estancia en Sevilla fue designado ayudante del Coronel del Regimiento y
además comenzó a prestar servicios como Profesor de las Escuelas regimentales
(sic).
Mientras
el Capitán Álvarez Rementería prestaba sus servicios en la zona de operaciones
de Larache, en la península se creaba, por R.D. de 1 de marzo D.O. nº 48, el
Servicio de Aeronáutica Militar con dos ramas: aerostación y aviación, y el día
3 del mismo mes la Escuela Nacional de Aviación, de carácter civil, cuyo
reglamento se publicó el 31 de agosto (Gaceta de Madrid nº 243.)
Por R.O. de 31 de marzo de 1914 se dispone su pase al Servicio de Aeronáutica Militar y a tal fin se incorpora a Cuatro Vientos y comienza sus vuelos como Observador a principios del mes de abril. Posteriormente es destinado al aeródromo de Arcila, en la zona de Larache, que se había activado el año anterior. Allí se hizo cargo de la dirección de las obras y de los Talleres, continuando sus vuelos como Observador.
En
agosto se le declara Observador de Aeroplano. Finalmente, en el mes de noviembre
se hace cargo del mando del aeródromo y de la Administración y Fotografía. En
verano del año siguiente, 1915, se le destina a Cuatro Vientos para asistir al
curso de piloto de aeroplano, haciendo las prácticas en Alcalá de Henares. Obtuvo
el título de piloto de 2ª categoría el 15 de septiembre.
Después
de haber obtenido el título de piloto de 2ª categoría pasó a Cuatro Vientos
para continuar las prácticas como piloto y alcanzar el título de piloto de 1ª
categoría, cosa que logró el 31 de mayo de 1916.
Por
los méritos contraídos en las operaciones realizadas y servicios prestados en
la zona de Larache, mientras estuvo destinado en Arcila, se le concede la Cruz
de 1º clase de María Cristina en abril de ese año.
El
“Raid” Madrid-Cartagena
En
mayo de 1916 la aviación española se propuso establecer unos vuelos desde
Madrid a Cartagena, los Capitanes Moreno Abella y Cifuentes, con los
observadores Gómez Lucía y Riaño, que formaban parte de la primera expedición integrada
por cuatro aviones, hicieron el trayecto realizando escalas en Alcázar de San
Juan y en Albacete; la segunda expedición fue organizada por D. Alfonso de
Orleans que deseaba cubrir el trayecto sin escalas.
La
expedición constaba de cuatro aviones, dos Lohner y dos Lohner Flecha. El
primero en despegar fue el Lohner 2 pilotado por Luis Souza llevando a León
Trejo como observador, el siguiente fue el Lohner 3 tripulado por Antonio
Zubía, piloto, y Martín Prats como observador. Los otros dos aviones eran
Lohner Flecha (sic). El primero de ellos en partir el Lohner Flecha 5 llevaba
como piloto a Jenaro Olivier, piloto, y Alberto Álvarez Rementería observador;
finalmente el último en despegar, el Lohner Flecha 6 iba pilotado por el
Infante de Orleans llevando a Fanjúl de observador.
Todos los aviones llevaban motores Austro Daimler de 90 C.V. excepto el avión del Infante que utilizaba un motor Mercedes de 100 C.V. El único de los aviones que llegó a Cartagena fue el pilotado por D. Alfonso que a su llegada fue recibido entusiásticamente.
El
viaje, record de distancia en España, duró poco más de tres horas a una
velocidad superior a los cien kilómetros por hora.
Los
aviones de Souza y Zubía no pudieron llegar a Cartagena debido a un vendaval
que se les presentó en ruta, mientras que Olivier y Álvarez Rementería se
tuvieron que volver a Cuatro Vientos por fallarles el motor.
Actividad
aeronáutica en Sevilla
Destinado
a Sevilla, en el mes de julio efectuó un vuelo que le mantuvo en el aire más de
una hora y a una altura aproximada de 2000 metros probando los motores Hispano
Suiza V8 tipo 31 de 140 C.V. en los aviones Lohner Flecha.
Durante
esta su primera instancia en Sevilla Álvarez Rementería efectuó varios vuelos
de exhibición y de entrenamiento en combate aéreo, tanto en solitario como al
mando de su escuadrilla, despertando expectación entre los sevillanos, en uno
de sus vuelos llegó a alcanzar 3000 metros de altitud.
La
escuadrilla, a su mando, tomó parte en Jerez, en unos ejercicios de prácticas
artilleras, tanto de día como de noche y, más tarde otras entre Sevilla y Ciudad
Real, llevando en esta ocasión como observador al Teniente de Caballería Villegas.
A
finales de ese mismo año solicita el permiso reglamentario para contraer matrimonio
con la señorita María Peñalver Altamira, que más tarde se convertiría en su
esposa.
En
este año de 1916 el Capitán Álvarez Rementería realizó 11 vuelos como observador
con 47 minutos de vuelo, 54 vuelos como piloto con 10 h. 50 m. y, en África,
siete vuelos como observador volando 4 h. 6 m.
Por
R.O. de 11 de Septiembre se le destina, en comisión, al Servicio de Aeronáutica
Militar.
En
el mes de enero de 1917 se le concede la Cruz de Beneficencia con distintivo
negro y blanco por haber salvado a dos soldados de morir ahogados, y en junio
se hace cargo en Sevilla de la Jefatura del aeródromo y como Ingeniero de las
obras que en él se estaban llevando a cabo.
Durante
ese año se efectuaron en Sevilla, bajo su mando y con su participación activa,
varios ejercicios de prácticas de combate aéreo durante las cuales se llegó a
alcanzar la altura de 3000 metros y que eran celebrados por la población como
verdaderos acontecimientos.
La
escuadrilla de aviones bajo el mando de Álvarez Rementería se trasladó a Jerez,
en septiembre de 1917 para efectuar prácticas “artilleras y aviatorias” (sic)
contando con la presencia del Capitán General.
En
mayo de 1918 es declarado apto para el ascenso a Comandante. A principios del
mes de junio es enviado, en compañía de un mecánico, a Tetuán con el fin de
revisar el material de aviación de la escuadrilla allí destinada, reintegrándose
de nuevo a su puesto de Jefe del Aeródromo y de los Talleres a finales del mes
de octubre.
En
ese mes de octubre de 1918 la lista de aviadores españoles alcanzaba el número
de 151, de los cuales eran 35 civiles y 116 militares. Hay que hacer notar que,
en aquellas fechas, de los 35 pilotos civiles solamente volaban unos cinco o
seis, los restantes no habían vuelto a volar desde que obtuvieron el título. El
primero de estos pilotos civiles era Benito Loygorri. La lista de los pilotos
militares comenzaba con S. A. R. Infante D. Alfonso de Orleans, ocupando Alberto
Álvarez Rementería el nº 51.
También
en los pilotos militares se habían producido bajas, alrededor de unos cincuenta
de ellos no habían vuelto a volar desde que recibieron el título o se habían
vuelto a sus Armas respectivas, abandonando la aviación.
En
los últimos meses del año 1918, el piloto militar D. Guillermo Delgado
Brackenbury entrega en el Real Aero Club de España una magnífica copa de plata
para entregar al piloto que consiga llegar desde Madrid a Sevilla o de Sevilla
a Madrid en un vuelo sin escalas. La partida y el destino debían ser los
aeródromos de Cuatro Vientos en Madrid o Tablada en Sevilla. Las fechas para
optar a la copa serían desde el 16 de diciembre de 1918 al 16 de marzo de 1919.
En el caso de que varios pilotos lograran acabar el recorrido dentro del plazo
previsto la copa sería entregada al que lo hubiera hecho en menos tiempo y si
varios lo hubieran realizado en el mismo tiempo se entregaría al primero en
lograrlo. Una copa menor se adjudicaría al pasajero que hubiera realizado el
viaje con el ganador y si éste no hubiera llevado pasajero, se entregaría al
segundo clasificado.
El
20 de enero del año 1919, una escuadrilla de aviones, de la que formaba parte
el Capitán Álvarez Rementería, llevando como observador al Teniente Las
Morenas, despegó de Sevilla en un intento de conseguir el trofeo ofrecido por
Delgado Brackembury. Los vientos contrarios obligaron a Álvarez Rementería a
aterrizar en Illana (Cuenca), después de permanecer en el aire más de cinco
horas.
Desde
Madrid, el 25 de enero despegaron cuatro aviones Barrón W equipados con motores
Hispano Suiza de 140C.V. excepto el pilotado por el Capitán Fanjul que tenía
una potencia de 180 C.V., despegaron de Madrid con dirección a Sevilla;
aprovechando los vientos favorables el Capitán Fanjul hizo el trayecto en dos
horas y veintiocho minutos, siendo considerado el ganador del trofeo a expensas
de que, hasta el 16 de marzo, nadie consiguiera rebajar dicho tiempo.
Finalmente,
dentro del plazo establecido, nadie realizó el vuelo en menor tiempo por lo que
Fanjul fue, definitivamente declarado, el ganador de la Copa.
Jefe
de Aeródromo en Sevilla y traslado a Cuatro Vientos
El día 1 de febrero “el Excmo. Sr. General Gobernador Militar de Madrid trasladó oficio del Excmo. Sr. Presidente del Consejo Supremo de Guerra y Marina participando haberse recibido y archivado en dicho Centro el certificado de inscripción en el Registro Civil del casamiento canónico celebrado entre este Oficial y Dña. María Peñalver Altimiras”.
En
el D.O. nº 54 de 8 de Marzo de ese año se confirma su continuación en el
Servicio de Aviación Militar.
En el mes de mayo, por órdenes del Director General de Aviación marcha, desde Sevilla a Tetuán como piloto efectuando vuelos de reconocimiento y bombardeo. Al regreso de uno de estos vuelos, al tomar tierra, como consecuencia del fallo de una rueda vuelca el avión, pero él no sufre lesiones importantes. Desde primero de julio, queda encargado de los Talleres y del 5 al 21 del mismo mes se desempeña la Jefatura del Aeródromo.
A
primeros de agosto regresa a la península incorporándose a Cuatro Vientos. El 9
de agosto marcha a Barcelona para presenciar las pruebas de 12 aeroplanos Spad
que han de verificarse en el aeródromo de la Sociedad Loring, Pujol y Compañía,
así como también a proceder a la recepción de 8 motores de 200 H.P. Hispano. Su
estancia en Barcelona finalizaría el 13 de octubre.
A
su regreso se incorpora a Sevilla como Jefe del Aeródromo. Pronto Sevilla se
entusiasma con los aviones del aeródromo de Tablada, cuantas veces salían a
volar realizando exhibiciones, eran contemplados por gran cantidad de personas,
y a la menor oportunidad se desplazaban al mismo aeródromo para contemplar de
cerca los aparatos.
Una
famosa bailarina del momento, María Esparza, posa junto a un avión preparado
para despegar en el mes de mayo de 1921.
Récord
de altura en Cuatro Vientos
El
9 de noviembre Álvarez Rementería se incorpora a Cuatro Vientos con el cometido
de piloto y prestando el servicio de su clase y como profesor de mecánicos en
la Escuela de Mecánicos que él había organizado y fundado.
En
agosto de 1919 un aviador (el francés Bernard Henri Barny de Romanet)
estableció en 5.750 metros el record de España de altura en aeroplano.
A
principios de febrero de 1921 el Real Aero Club de España ofreció un premio de
1.000 pesetas al aviador español que batiese el récord alcanzando una altitud
de 5.850 metros. El día 8 de marzo de ese año Ramón Franco alcanzó la altitud
de 5.895 metros, pero ocho días más tarde Alberto Álvarez Rementería subió hasta
alcanzar alrededor (sic) de 6.200 metros, convirtiéndose en el ganador del
premio.
Durante
el año 1922, Álvarez Rementería, continúa permaneciendo en el Servicio de
Aviación, recibiendo en el mes de octubre, los emolumentos siguientes:
–
Paga...........................675,00 ptas.
–
Vuelo..........................219,18
–
Servicios ....................188,33
–
30%...........................202,32
–
Industria ....................125,00
–
Cruces..........................41,66
–
Total ........................1451,49
En
el mes de abril del año 1919 se anunció una convocatoria para mecánicos de
aviación a la que podrían acudir las clases e individuos de tropa del Ejército y
la Armada. A esa convocatoria acudió el marinero Sol Aparicio que fue alumno de
Álvarez Rementería en Cuatro Vientos. Este mecánico, destinado a Marruecos en
1921, fue hecho prisionero por las tropas de Abd el Krim en Zeluán. Durante su
cautiverio Álvarez Rementería no se olvidó de él manteniéndose en contacto con
el mismo y, a su liberación en 1923, Sol Aparicio manifestó públicamente su
agradecimiento por las atenciones que había recibido del Comandante.
Jefe
de la Base de Sevilla
El
18 de diciembre fue nombrado jefe de la Base de Sevilla haciéndose cargo de la
jefatura de la misma el día 1 de enero de 1923. La base de Tablada contaba con un taller de
construcciones y reparaciones con una superficie de 3.000 metros cuadrados de superficie
y una capacidad de albergar cien aviones. Estaba equipada con instalaciones
radiotelegráficas y radiotelefónicas, una enfermería completamente dotada con
capacidad para 16 camas, cuarteles para tres unidades, barrio obrero, garaje
para 60 automóviles, pabellón residencia de los aviadores y un gran cobertizo
para los aviones.
El 16 de abril de ese año S.M. el rey Alfonso XIII acompañado de su esposa Dña. Victoria inauguraron la base aérea de Tablada, de la que era jefe el Comandante Álvarez Rementería, en la ceremonia fue entregada la bandera correspondiente y se impuso a ésta bandera la medalla Militar. Con motivo de la inauguración se había trasladado desde Madrid una estación radiotelegráfica para permitir que el Monarca pudiera ponerse en contacto con los aviadores en vuelo. El Rey tenía dudas sobre el éxito de la comunicación por éste medio mientras el General Echagüe confiaba en poder hacerlo por lo que D. Alfonso propuso una apuesta en sentido negativo. La estación radiotelegráfica transmitió la apuesta a los aviadores que se encontraban en vuelo, los cuales contestaron inmediatamente saludando al Rey. Habiendo perdido la apuesta S.M. mandó transmitir el siguiente mensaje: “Su Majestad el Rey a la escuadrilla de Tetuán. Agradezco el saludo y envío cariñoso abrazo. Acepto la apuesta, que me alegro mucho de haber perdido, pues es prueba de lo bien que funciona este servicio. -Alfonso XIII.”
Pocos
días después de su inauguración por los Reyes, en el aeródromo de Tablada se
efectuaron las pruebas de un planeador construido por el ingeniero Acedo. Las
pruebas fueron satisfactorias.
Álvarez
Rementería era un entusiasta de los deportes, prueba de ello era su implicación
en la junta Directiva del real Betis Balompié, de forma que en junio de ese año
se celebró un campeonato militar de fútbol en el que participaron los equipos
de Ingenieros, Soria, Alfonso XII y el de aviación de la Base de Tablada. El
vencedor del torneo fue el equipo de aviación, demostrando el celo puesto por
el jefe de la Base en la preparación del mismo.
Para
festejar el triunfo se celebró un almuerzo especial en el que estuvieron presentes
todos los participantes. En el transcurso del mismo se hizo entrega del trofeo,
Copa de san Fernando, al equipo ganador. Álvarez Rementería “anunció para todos
los soldados del Campeonato quince días de asueto” (sic).
En
noviembre se dispone un presupuesto de 56.180 pesetas para la ejecución de un
proyecto de galería para la prueba de motores de aviación a cargo de los
Servicios de Aeronáutica.
Ya
en enero de 1924 S.M. el Rey Alfonso XIII giró una visita a la base de Tablada
cuyo mando ostentaba Álvarez Rementería, la base, destinada a escuela de
Oficiales, contaba en aquellos momentos con tres escuadrillas de nueve aviones
cada una de ellas.
Durante
su estancia en Sevilla no dejó de lado la vida social participando, entre otras
actividades, como vocal en la junta Directiva del Real Betis Balompié.
Jefe
de la Escuela de Mecánicos de Cuatro Vientos
Cesa
como jefe del aeródromo de Sevilla el día 1 del mes de octubre de 1924 y, el
día 2 se hace cargo de la Jefatura de la Escuela de Mecánicos de Cuatro
Vientos, que ya conocía por haber sido profesor en la misma y haber participado
en su fundación.
Asiste,
en noviembre, a un curso de jefes en Los Alcázares obteniendo el nº 1 de los 58
componentes del mismo.
Inmediatamente
después de hacerse cargo de la Dirección de la Escuela de Mecánicos comenzó un
ambicioso programa para actualizarla, prueba de ello son los anuncios que se
publicaron en periódicos en el mes de abril de ese mismo año.
El
día 1 de abril asiste a las pruebas oficiales de los oficiales alumnos de la Escuela
Civil de Aviación en Albacete y el día 8 de este mismo mes hace la entrega
oficial de la Base Aérea de Tablada.
En
junio de 1925 se presentó en la IV Exposición de Automóviles y Aeronáutica de
Barcelona un stand en el de expusieron modelos de aviones de fabricación
española. La sección de talleres presentó en ajuste, cigüeñales de motores de
avión, válvulas de seguridad, depósitos de gasolina, etc. y, finalmente, la
Escuela de Mecánicos, dirigida por Álvarez Rementería, exhibió “modelitos de
motores de cilindros” (sic) y toda clase de piezas en vitrinas, estudiando las “condiciones
de materiales buenos y malos” (sic).
En
el mes de agosto se hizo la presentación en Madrid de un extintor de incendios
para aviones desarrollado por el piloto e ingeniero francés Emile Bechard, se
trataba de un extintor automático que conseguía apagar el fuego en un motor de
avión entre siete y quince segundos. En Cuatro vientos se presentó ante una Comisión
técnica formada por los Comandantes Rementería y Peñalver y del Capitán
Llorente, los tres pertenecientes al cuerpo de Ingenieros en comisión de
servicio en el Servicio de Aeronáutica Militar.
Por
los servicios prestados en Aviación fue nombrado Comendador de la Orden Militar
de Avís por parte de la República Portuguesa en julio de 1925.
En
1926, en el mes de febrero, es encargado de hacer un estudio sobre la base
aérea de Sevilla y, en Madrid se incorpora la Junta Directiva del Real Aero
Club.
Para
dar cumplimiento a lo dispuesto en el Real Decreto de 13 de julio, la Jefatura
Superior de Aeronáutica publica una nueva organización de los servicios y
unidades tácticas de Aviación. Con esta nueva organización el Comandante Rementería
se hace cargo de la Escuelas Técnicas del Servicio.
Congreso Iberoamericano de Aeronáutica
En
otoño de ese año el real Aero Club de España organiza en Madrid el Primer
Congreso Iberoamericano de Aeronáutica y una Exposición. De la organización del
congreso se hizo cargo el Comandante Herrera, y de la exposición, el también Comandante
Rementería que, además, presidió la comisión organizadora como vocal del Real
Aero Club. La exposición, que ocupó los dos palacios del Retiro, el Palacio de
Cristal, en el que se expusieron dos hidroaviones de la Aeronáutica Naval y
varios aviones, entre ellos el Loring “R-3” y un autogiro La Cierva con motor
de 300 C.V. y el Palacio de Exposiciones en el que se expuso, entre otros
varios, uno de los aviones del vuelo Madrid-Manila y varios motores de avión,
carburadores, magnetos, etc. En el paseo de La Chopera se expuso un globo
cautivo de la Aerostación Militar. A este congreso, que se celebró desde los
días 24 al 30 de octubre, acudieron representantes de veintiuna naciones.
La
entrada a la exposición costaba 1 peseta en los días ordinarios y 2 pesetas los
días especiales y los ingresos obtenidos se dedicaron a la propaganda y fomento
de la aviación en España. En la inauguración de la Exposición el alcalde de
Madrid, señor conde de Vallellano, hizo entrega a los aviadores Gallarza y
Estévez y a sus mecánicos Pérez y Calvo de las copas de plata que el Ayuntamiento
de Madrid les regaló con motivo de su heroico vuelo a Manila. Al Capitán Loriga
y a su mecánico no se les entregó la suya por no hallarse presentes.
Exposición
Internacional del Automóvil y Aeronáutica
En
la primavera de 1927 se desarrolló en Barcelona la V Exposición Internacional
del Automóvil, Aeronáutica y Sport (sic). A esta exposición a la que acudían
nueve naciones, concurrió la Aeronáutica Militar a cuyo frente estaba Álvarez
Rementería, que a la sazón era presidente de la Comisión de Aeronáutica del
Real Aero Club de España, con varios aviones de fabricación española, un
“Breguet” XIX, un “Havilland” 150 de escuela, dos biplanos A.M.E.VI-A-2 (Aviación
Militar Española), un “Avro 504 K”, un “Nieuport 29” y un “Martinsyde” de caza.
Se completaba la colección con el “Dornier Wal” “Cataluña” con el que el Capitán
Llorente y su tripulación había formado parte de la patrulla “Atlántida” que
había realizado el vuelo a la Guinea Española. También se mostraban varios
motores seccionados para poder presentar los detalles de su fabricación y
diversas piezas construidas en la Escuela de Mecánicos de Cuatro Vientos.
La
Escuela de Mecánicos de Cuatro Vientos publicaba anualmente convocatorias para
soldados del ejército y paisanos, los exámenes para el ingreso se dividían en
teóricos y prácticos, los que no superaban el examen teórico no pasaban al
práctico. La edad mínima era de 18 años y debían firmar un compromiso de
estancia en filas de cuatro años, al final de los cuales podían optar por
continuar en el ejército o licenciarse pudiendo ser contratados como
trabajadores civiles. Durante el tiempo de duración del curso, un año
aproximadamente, cobraban un jornal de una a dos pesetas diarias además de sus
devengos militares. En la convocatoria de 1926, D.O. nº 152, se indicaba que:
“Una
vez en posesión del título de mecánicos, y pasado un año destinados en
escuadrillas, tienen preferencia para ingresar en los cursos de pilotos y
ametralladores-bombarderos, y obtenidos los tres títulos podrán ser nombrados suboficiales
y después oficiales de aviación.”, finalmente se advertía “Para el examen de
ingreso se exigen nociones de Aritmética. Inútil enviar instancias sin saber
dividir un número de varias cifras por otro también de varias”.
Los
cursos comprendían enseñanzas teóricas y prácticas, la parte teórica comprendía
aritmética, geometría, dibujo, caligrafía con reglas ortográficas (sic),
gimnasia, instrucción militar y educación moral. Las enseñanzas prácticas se
basaban en las especialidades que se requerían en los aviones de entonces, a
saber: forja, calderería, soldadura, carpintería, motores, pintura y entelado.
En la clase de motores se enseñaban, además, las teorías de la carburación
(sic) y de la electricidad, así como terminología.
La instrucción militar era tan exigente cómo las enseñanzas profesionales, prueba de esa excelente preparación militar fue el que la patrulla de la Escuela de Mecánicos, en competencia con el resto de los Cuerpos concursantes, consiguiera, en el verano de 1927, el tercer puesto en el Concurso celebrado en Valladolid y el segundo puesto en el celebrado en Santander. En este último concurso el soldado Modesto Méndez obtuvo el primer puesto en precisión y velocidad.
En
el mes de septiembre de 1927 el Comandante Álvarez Rementería fue felicitado
por parte de la Jefatura Superior en la parte técnica y en la parte táctica militar,
por haber ganado con los alumnos de la Escuela de Mecánicos un concurso de tiro
de guerra a velocidad y precisión (la patrulla de la Escuela consiguió el
premio de honor en competencia con 29 patrullas de otros regimientos) y un
campeonato de atletismo celebrado en Madrid.
Con los precedentes de sus victorias en los campeonatos de atletismo y militares que eran de dominio público y con la magnífica formación técnica que se impartía en la Escuela Había muchos aspirantes a su incorporación a la misma. Anualmente había convocatorias a las que se presentaba una enorme cantidad de aspirantes, las plazas, naturalmente estaban limitadas y había que hacer una selección muy rigurosa. Para esa selección se utilizaba un método psicotécnico que consistía en que todos los aspirantes (más de 7000 en el año 1928 para cubrir 200 plazas) debían rellenar un formulario de preguntas para que informasen, no solo de su grado de instrucción, sino preguntas sobre sus condiciones intelectuales, morales y físicas.
El
prestigio adquirido por la escuela de mecánicos bajo la dirección de Álvarez Rementería
atrajo a alumnos del vecino Portugal y, a petición de la Aeronáutica Naval, se
impartieron en ella clases para Mecánicos de Aviación a sesenta marineros y
clases de marina.
En
1928, al mismo tiempo que continuaba como jefe de la Escuela de Mecánicos y de
profesor de Tecnología y Trabajos Manuales, se hizo cargo de la Dirección de
Material por ausentarse, debidamente autorizado (sic), el jefe de la base, Don
Emilio Herrero Linares.
Ya
en 1929 es nombrado delegado del II Salón de Aeronáutica español en el marco de
la exposición Iberoamericana de Sevilla. Una vez finalizado el Salón fue
felicitado por sus jefes por su perfecta organización.
Participó
en los homenajes tributados los aviadores Jiménez e Iglesias, héroes del vuelo
del “Jesús del Gran Poder” a su retorno a España, así como a los tripulantes
del Dornier 16 de Ramón Franco después de su rescate en aguas del Atlántico por
parte del buque inglés “Eagle” llegando a desplazarse, con varios Sargentos
mecánicos y otros militares, a Corral de Almaguer, pueblo del mecánico
Madariaga, para participar en el homenaje de bienvenida del mismo.
En
febrero de 1929 se celebró en el salón de actos de la Escuela la ceremonia de
concesión de los premios “Spencer” instituido para premiar a los tres mejores
mecánicos de aviación durante el año. En el acto, presidido por el Teniente Coronel
Bayo, el inspector de escuelas Comandante Álvarez Rementería y varios Capitanes,
pronunció unas palabras el Teniente Coronel de Estado Mayor don Eduardo Cervera
sobre el tema “Papel social del obrero militar”. Los premios recayeron sobre
los Cabos Ángel Pastor López premiado con 500 pesetas, Eugenio Calleja 325
pesetas y Domingo Hernández 175 pesetas.
En
el mes de abril de ese año y con la presencia de la reina de Rumanía doña María
de Sajonia, y de varios componentes de la familia real, se inauguró el gimnasio
al aire libre de la Escuela de Mecánicos. Durante el acto se desarrolló una
demostración de atletismo por parte de los alumnos y profesores de la Escuela y
al finalizar el mismo, la reina de Rumanía hizo entrega de los premios
concedidos por el Infante D. Alfonso a los alumnos ganadores de las diversas
pruebas deportivas efectuadas.
La
convocatoria de mecánicos en el mes de octubre de 1929 ofrecía 200 plazas y se
presentaron a ellas más de 7800 aspirantes, para gestionar tal avalancha se
contaba con una oficina en la que trabajaban ocho mecanógrafas que eran
familiares, hermanas, viudas, etc. de aviadores.
Los
alumnos de la Escuela de Mecánicos también tenían su tiempo de esparcimiento,
considerado necesario dentro de sus actividades, Álvarez Rementería solía
marchar en el verano con ellos al puerto de Cotos en donde pasaban un tiempo de
relajación de los estudios. En estos veranos se hacían marchas por la sierra,
ejercicios deportivos, competiciones amistosas y actuaciones teatrales. Y había
además tiempo de reposo y relajación con tardes musicales.
Al
finalizar el verano de 1929 los alumnos de la Escuela de Mecánicos de Cuatro
Vientos desfilaron ante la infanta Isabel en los jardines del palacio de la Granja.
En
el mes de octubre de 1929 se anuncia convocatoria para mecánicos de aviación a
la que podrían concurrir Cabos y soldados del ejército, así como paisanos, el
número de plazas ofertadas era de 200 y los aspirantes debían comprometerse por
escrito a permanecer cuatro años en filas.
En
las instrucciones para Cabos y soldados del ejército se especificaba: “Dada la
misión especial de los mecánicos de Aviación, los jefes de los Cuerpos sólo
cursarán las instancias de los individuos de acreditada moralidad y buen comportamiento”.
Como
ejemplo de los emolumentos a percibir se detallaba:
“Un
aspirante ingresa a los 18 años y está un año en la Escuela (si es aprovechado)
(sic). Durante ese año cobra de una a dos pesetas de jornal. A los 19 años y al
recibir el título cobra tres pesetas. A los 20 años cinco pesetas. A los 21
años de edad, siete pesetas de jornal que cobrará hasta que cumpla los 22 años
en que le corresponde licenciarse. Todos estos jornales siempre son sobre todos
sus devengos de soldado, Cabo o Sargento, que son las categorías que puede
alcanzar en los cuatro años”.
A
los cuatro años de estancia en filas les correspondía licenciarse, pero podían
optar por continuar en el Ejército con la categoría alcanzada y con 12 pesetas de
jornal sobre su sueldo. Suponiendo que se reenganche con 22 años, al alcanzar
los 25 se les aumentará el jornal a 14 pesetas, al llegar a 30 llegará a 16 pesetas
y así aumentando cada 5 años hasta alcanzar los 55 que tendrá 22 pesetas de
jornal sobre los haberes de la categoría que hubiese alcanzado. A esa edad de
55 años cobrarían 3000 pesetas anuales de pensión por parte del Instituto
Nacional de Previsión que habría recibido las cantidades necesarias por parte
del estado.
Álvarez
Rementería asciende a jefe de Escuadra el 13 de noviembre y el 30 del mismo mes
cesa como Jefe de la Escuela de Mecánicos y pasa a los servicios de Material
(Servicios Técnicos), pero continuó como profesor de Tecnología y Trabajos
manuales hasta el 28 de febrero de 1930 fecha en la que le fue aceptada su
dimisión.
La
fama de la Escuela de Mecánicos de Cuatro Vientos durante el tiempo en que el Comandante
Álvarez Rementería fue su director se extendió enormemente, prueba de ello es
la crónica de Julio Carmona publicada en el diario ABC el 8 de diciembre.
A continuación, insertaba una entrevista con el Comandante Álvarez Rementería en estos términos:
“Preguntamos
al Comandante Álvarez Rementería, director y alma de la Escuela:
–
¿Todos los alumnos han de aprender esos oficios?
Nos
contesta:
–
Aquí reina un principio que no puede infringirse: “Todos han de hacerlo todo, y
todo bien”. Desde la construcción de una pieza pequeña al ajuste de un motor,
todos han de saber hacerlo, hacerlo por sí y hacerlo sin defectos. Cada
trabajo, para ser útil necesita llevar un control del instructor respectivo y
otro del maestro de taller. La enseñanza va escalonándose, y ningún alumno
puede pasar a otros estudios sin dominar absolutamente los que preceden.
–
¿Cuánto tiempo permanecen en total en la Escuela?
–
Al principio se desarrollaba el curso en año y medio. Hoy, con la selección que
se hace entre los aspirantes, terminan todas las enseñanzas en un año.
–
¿Una selección...?
El
Comandante Álvarez Rementería me explica un atinado procedimiento de psicotécnico
puesto en práctica para dotar a la Escuela de buenos aprendices. Él, en su modestia,
atribuye la paternidad de la idea al consejo de un profesor marianista amigo
suyo.
He
aquí el procedimiento, digno de ser recogido e imitado en muchos centros de
actividades y estudios oficiales o privados.
La
convocatoria para el actual curso de mecánicos fue de 200 plazas, y se presentaron
7.800 instancias de individuos aptos para concursar. ¿Cómo escoger a los más
idóneos entre un número tan elevado?
El
inconveniente se obvió con gran habilidad y modernismo psicotécnico. Todos los
aspirantes recibieron un formulario de preguntas para que informasen sobre su
grado de instrucción, méritos profesionales, detalles fisiológicos, circunstancias
familiares y datos de moralidad; hechas las preguntas hábilmente para que el
solicitante dejase descubrir parte de sus condiciones intelectuales, morales y
físicas. Cuarenta y cuatro preguntas, entre las que hay como éstas:
¿Qué
libros lee usted en sus ratos de ocio?
¿Cuánto
dura su trabajo actual?
¿Por
qué se ha dirigido usted a nosotros?
De
ese modo se hizo un expurgo de 7.000 aspirantes, quedando el pico de 800 para
hacer los ejercicios en Madrid. Aquí se eliminaron por métodos parecidos 600, y
quedaron aprobados 200 que son los que hoy cursan las enseñanzas en la
Escuela.”
Continuando
la visita a la Escuela visitaron las aulas de instrucción teórica reseñando:
“…para
que el núcleo de alumnos que oigan la explicación del profesor no pasen de 40.
Y cada grupo de 40 se selecciona entre los de análogos conocimientos y
disposición, resultando así el conjunto de una escuela graduada, en que se
atiende a la enseñanza de los torpes sin infligir atraso o aburrimiento a los
listos.
El
artículo concluía:
¡Ah!
Ahora recordamos por qué fuimos a Cuatro Vientos. Porque nos habían dicho que
la Escuela de Mecánicos de Aviación era un Centro modelo de enseñanza. Y así
hemos podido comprobarlo.
Durante
el año 1930, el Comandante Álvarez Rementería permaneció en el Servicio de
Aviación siendo propuesto para asistir a la VI Conferencia Internacional de
Psicotécnica que se celebró en Barcelona desde el 23 al 27 de abril. Esta
Conferencia estaba aplicada a la orientación profesional y a la organización
científica del trabajo.
S.M. la Reina de Rumanía que había asistido en Madrid a la inauguración del gimnasio a aire libre de la Escuela de Mecánicos, le concedió, por los servicios prestados en Aviación, el título de Comendador de la Corona de Rumanía.
En
el mes de julio es destinado a la Jefatura del Detall a cuya jefatura, y a la
de los Servicios Técnicos accedió en el mes de agosto.
En
septiembre cesa en la jefatura del Detall siendo destinado a la Dirección de
Material y en diciembre recepciona, en la factoría de Construcciones
Aeronáuticas de Cádiz la entrega de los últimos Dornier J Wal de los ocho que
dicha factoría entregó, en ese año, a la Aviación Militar.
En
febrero de 1931, con motivo de la reorganización de los servicios de Aviación
es destinado a prestar sus servicios como Jefe de Parque y Talleres dentro de
la Dirección de Material.
En diciembre de 1930 se había producido una sublevación en Cuatro Vientos en la que participó, entre otros Ramón Franco. Debido al fracaso de dicha rebelión se exiliaron a Portugal un grupo de militares. Formaban parte de este grupo el General Queipo de Llano, el Comandante Ramón Franco y el mecánico Rada. En marzo de 1931 comenzó el juicio de los militares sublevados contándose entre los procesados en rebeldía el grupo de los exiliados en Portugal. La defensa de un Teniente y tres Sargentos fue encomendada al Comandante Álvarez Rementería. La amnistía proclamada después de la proclamación de la II República el 14 de abril se aplicó a todos los procesados en ese juicio y el Comandante Franco fue nombrado Director de Aeronáutica.
A
primeros del mes de abril a propuesta del Ministro de la Guerra causa baja
definitiva en el Servicio de Aviación pasando al Batallón de Zapadores
Minadores nº 1 establecido en el Campamento de Carabanchel.
En
1932 continuó en el Batallón desempeñando diversas funciones, se hizo cargo
accidentalmente del mando del mismo durante unos días en enero, y en agosto,
también accidentalmente, se tuvo que hacer cargo de la Mayoría. A mediados de
este mes de agosto pasa a la situación de disponible.
En
el mes de junio asistió, en cooperación con alumnos de Ingenieros a una demostración
experimental y en octubre se le concedió un premio de efectividad de 1000,00
pesetas por contar 10 años en su empleo actual.
El
prestigio adquirido por la Escuela de Mecánicos bajo la dirección del Comandante
Álvarez Rementería fue tal que, en julio de 1932 se publicó una disposición por
la cual el título de Mecánico de Aviación era suficiente para ingresar en la
Escuela Superior Aerotécnica. En el mismo año de 1932, y después de un duro
examen ingresaron en la 5ª promoción el Suboficial Esteban Bruno Cea y el Sargento
Luis Cerro Palomo, ambos del Cuerpo de Mecánicos.
Luis
Cerro Palomo finalizó sus estudios siendo el primero de dicha promoción, al año
siguiente en la 6ª promoción ingresó el también mecánico Francisco Corral
García.
Después
de finalizada la Guerra Civil había mecánicos de aviación que se proclamaban
orgullosos “mecánicos de Rementería”.
En la primavera de 1932, Álvarez Rementería, desde su destino en el batallón de Zapadores Minadores nº 1 no abandonaba la enseñanza de aviación como se puede comprobar en el anuncio Álvarez Rementería estaba presente en la sociedad de Madrid, era vocal del Aero Club de España y en función de tal participaba en eventos organizados por el mismo, además era miembro de la “Peña Fleta” fundada en 1927 por Raúl Serrano Guillén como peña artística y tertulia dedicada a ensalzar la figura del gran tenor aragonés, a actividades artísticas y a atenciones sociales. En el año 1931 fue elegido presidente de la misma.
En
diciembre de 1933 se fundó en Madrid la Unión Militar Española, una asociación
de militares descontentos con las reformas que el gobierno republicano estaba
haciendo en el Ejército.
A
principios de 1936 la jefatura de la UME recaía sobre el Coronel Ortiz de Zárate
siendo vocales los Tenientes Coroneles Álvarez Rementería y Muñoz Grandes.
En
agosto de 1934 es ascendido a Teniente Coronel y solicita su vuelta al Servicio
de Aviación.
En
abril de 1935 y con motivo de encontrarse próxima una reorganización del Arma
de Aviación Militar es desestimada su solicitud y en junio del mismo año es propuesto
para el mando del Batallón de Zapadores Minadores nº 1 en el que se encontraba
encuadrado.
En
ese año ya estaban los militares que formaban parte de la Unión Militar
Española preparando una rebelión contra el gobierno de la República puesto que
no aprobaban el cariz que iba tomando la situación en España.
Alberto
Álvarez Rementería formaba parte de los militares involucrados en los
preparativos preparando el plan de operaciones para el día en que se iniciase
la sublevación en Madrid.
El plan consistía en apoderarse de Madrid en una ofensiva rápida enfrentándose a las fuerzas de Seguridad y Asalto que podrían estar secundadas por elementos de la Guardia Civil. Las fuerzas de artillería de Getafe y de Campamento con las de Infantería, Caballería e Ingenieros acantonadas también en el Campamento de Carabanchel tenían como objetivo avanzar por la carretera de Extremadura, atravesar la casa de Campo y formar una línea de posiciones para detener el previsible ataque de las fuerzas del Gobierno. La posibilidad de una derrota estaba prevista; la retirada escalonada hacia la sierra de Guadarrama.
El
plan fue aprobado por el General Mola después de haber recibido el visto bueno
del General Kindelán.
Como
es bien sabido el plan no funcionó y Álvarez Rementería perdió la vida al mando
de su Batallón el día 20 de Julio de 1936.
Su
viuda María Peñalver Altamira solicitó para su marido la Cruz laureada de San
Fernando el 15 de agosto de 1939, “por los hechos por él realizados en defensa
del campamento de Carabanchel en el mes de julio de 1936”.
Esta
solicitud fue hecha fuera del plazo establecido por lo que también se
solicitaba prórroga del plazo para ello. Tal solicitud no debió ser atendida
porque su nombre no aparece entre los galardonados con dicha recompensa.
El
31 de mayo de 1940 se celebró en la capilla del cementerio de Carabanchel una
misa en sufragio del General Miguel García de la Herrán, del Teniente Coronel
Alberto Álvarez Rementería y del Capitán Raimundo Herráiz Llorens.
Los
cadáveres, exhumados, estaban colocados en féretros ante el altar. Una compañía
de Ingenieros les rindió honores. Los restos del General García de la Herrán se
trasladaron al panteón familiar en la Isla de San Fernando, los del Teniente Coronel
Álvarez Rementería al panteón de la familia en el cementerio de La Almudena y
los del Capitán Herráiz a la Sacramental de San Isidro.
El
25 de junio de 1942, por los méritos contraídos como: “entusiasta colaborador
en la preparación del Movimiento Nacional se unió al mismo en su iniciación en
Madrid, arriesgando cuantos peligros se le presentan, marchó a Carabanchel
tomando el mando del Batallón de Zapadores con el que defendió su puesto
actuando de un modo ejemplar en el sitio de mayor peligro, elevando
constantemente la moral de la tropa y hallando gloriosa muerte en el puesto de
honor, al ser asaltado el cuartel por las hordas el día 20 de julio de 1936” se
le concedió el ascenso a Coronel por méritos de guerra con antigüedad de la fecha
de su fallecimiento.
Su
íntimo amigo el General Alfredo Kindelán decía de él en el año 1951:
“… me concede el honor de sacar del cementerio del anonimato, cubierto por el sudario del olvido, el nombre de un magnífico jefe de nuestro Ejército, que fue el alma del Movimiento en Madrid, empresa a que consagró su entusiasmo y su actividad y por la que dio su vida, apenas iniciada.
Se llamaba este héroe, tan bravo como modesto y bueno, Alberto Álvarez Rementería, y era Teniente Coronel de Ingenieros y piloto-observador de aeroplano, habiendo organizado y mandado durante varios años, la Escuela de Mecánicos de Aviación. Juntos trabajamos a las órdenes del General Mola, en la organización del levantamiento en Madrid, y con él me reunía […..] cada vez que regresaba de una de mis entrevistas con Mola, con instrucciones de este General.
En
uno de estos viajes, sometí al General un plan de operaciones para el día de la
iniciación del Movimiento en Madrid, que me había propuesto el Coronel
Rementería, mereciendo mi aprobación, como después mereció la de Mola”.
Fuente:
https://publicaciones.defensa.gob.es//Revista de Historia Aeronáutica N° 31.
Año 2013.