Por
Enrique Gudín de la Lama
A
raíz de la operación sobre Ras Tikermin el 22 de diciembre de 1921, se instruyó
el expediente para la concesión de la Laureada al “2º grupo de escuadrillas de
Marruecos”; a esos hechos se añadieron más tarde las actuaciones sobre Tizzi
Assa en 1923. Se instruyó el expediente y se pasó al Consejo Supremo de Guerra
y Marina para que dictaminase.
Aunque
los testimonios solicitados, la opinión del instructor, la del auditor y la del
jefe del Ejército de África, coincidían en señalar los merecimientos del grupo
de escuadrillas, a día de hoy todavía no se ha emitido el dictamen de la que
podría ser la primera Laureada colectiva de la aviación española.
Marruecos
antes de Annual
La
acción militar
El
Protectorado de España en Marruecos se creó en 1912 y para gobernar ese
territorio, España creó la figura del alto comisario de España en Marruecos,
convirtió las plazas de Ceuta y Melilla en Comandancias Generales y creó la
Comandancia General de Larache.
El
hecho de que se organizase la administración de acuerdo con una estructura
militar (de la que dependieron el resto de estructuras sanitarias, educativas,
etc.) indicaba que se asumía la imposibilidad de establecer el “protectorado”
de forma pacífica en un territorio hostil: la orografía, el clima, y la actitud
y cultura de las tribus del norte de África hacían prácticamente imposible el
control eficaz sobre el territorio. Inicialmente se optó por lo que se llamó
acción política: atraerse a los jefes de las tribus con beneficios y prebendas
de manera que consintiesen una ocupación territorial paulatina. Ese
planteamiento se reveló ineficaz pues el estado habitual de las cabilas era el
de rebeldía, y si el jefe de una cabila se avenía a un convenio, no se sabía
cuándo lo iba a romper, por lo que el modo habitual de actuación acabó siendo
una combinación de la acción política con la militar.
Las
acciones militares consistían básicamente en el establecimiento de posiciones –“blocaos”–
diseminadas por todo el territorio que permitían vigilar, más que controlar, la
zona circundante. Normalmente las operaciones tenían como objetivo ocupar una
posición en la que había de quedar un destacamento, una fuerza armada
suficiente para defenderlo, que podía ir desde un pelotón a un batallón o más.
Para llevar a cabo esas operaciones se utilizaba como fuerza de maniobra la
columna, compuesta de pequeñas unidades, fuerzas y servicios, donde todos los
escalones estaban en el primer nivel. Era una forma rápida de organizar las
fuerzas, de carácter móvil y sin dependencias regladas, que permitía la marcha,
el combate y la ocupación de forma óptima.
A comienzos de 1921, los macizos montañosos interiores –el Rif, la Yebala– seguían sin estar dominados. En la primavera de ese año, el General Silvestre, Comandante General de Melilla, comenzó a internarse en el Rif, y en junio, sus tropas habían llegado hasta el collado de Annual. Allí, demasiado lejos de sus posiciones fuertes como para desplegar con rapidez apoyos eficaces en caso de que hubiese dificultades, se encontró –junto a sus cinco mil hombres– a merced de las harkas que seguían a Abd el-Krim. Ante el acoso de éstas, en la mañana del 22 de julio, ordenó el repliegue hacia Melilla.
Lo que siguió ha pasado a la historia como el desastre de Annual. El pánico cundió entre las tropas y el repliegue se convirtió en una huida aterrorizada que dio lugar a un terrible “efecto dominó” en el que fueron cayendo una tras otra todas las posiciones de la Comandancia. A lo largo de varios días, fueron llegando de forma dispersa a Melilla los hombres que conseguían sobrevivir a la matanza que se desarrollaba en campo abierto.
La
aviación en Marruecos hasta Annual
La
aviación fue empleada por primera vez en la campaña de África en 1913. Se dotó
de una escuadrilla a cada una de las tres Comandancias Generales –Ceuta,
Larache y Melilla–. La primera en llegar fue la escuadrilla de Tetuán, en Sania
Ramel (Comandancia de Ceuta) y poco después se instalaron otras dos, una en
Arcila en noviembre de ese año (Comandancia de Larache) y otra en Zeluán en
mayo de 1914 (Comandancia de Melilla). En diciembre de ese mismo año, la
escuadrilla de Tetuán, tuvo el mérito de realizar el primer bombardeo aéreo de
la historia utilizando procedimientos y material específico (bombas carbonit).
Esos primeros años las misiones que les asignaron a los aeroplanos fueron principalmente
de reconocimiento y, esporádicamente, la realización de algún bombardeo.
Así
concebía el Ejército de África el empleo de la aviación en esos años y no
cambió mucho tras la experiencia de la Guerra Europea, a pesar de que se
enviaron desde España observadores militares a casi todos los frentes y que el
empleo de la aviación fue una de las novedades técnicas y estratégicas
importantes de esa guerra gracias a la cada vez mayor potencia de los motores,
velocidad ascensional, maniobrabilidad, capacidad de carga y capacidad de
incorporar armamento, que acabó convirtiendo a los aeroplanos en auténticas
armas. De todas formas, las peculiaridades del escenario marroquí no parecía
que fuesen a permitir la aplicación de las doctrinas surgidas durante la Gran
Guerra. En primer lugar, porque los rifeños no poseían aviación a la que
enfrentarse (Abd-el-Krim llegó a hacerse con un aparato en 1924, pero fue
destruido en tierra por las escuadrillas españolas), lo que suprimía la
necesidad de tener una aviación de caza; tampoco tenían sentido los bombardeos
masivos, pues no había núcleos importantes de fuerzas sobre los que hacerlos.
En cambio, sí tenían sentido los bombardeos selectivos, lo que se denominó
“prolongación del tiro artillero” (llegar hasta donde no alcanzaba la
artillería), o el ataque a tierra (trincheras, carreteras, nidos de
ametralladoras), que empezó a hacerse al final de la Gran Guerra en el frente
occidental, aunque con grandes pérdidas y sin que se llegase a establecer una
doctrina clara al respecto.
Sin
embargo, hubo dos circunstancias que concurrieron para que la aviación
experimentase el salto cualitativo que dio desde finales de 1921: desde el
punto de vista armamentístico, el final de la Gran Guerra significó la
acumulación de excedentes de material de guerra –en este caso aviones– moderno,
en buen estado, y a precios “asequibles”, lo que permitió trasladar a suelo
marroquí un material aéreo razonablemente eficaz. Además, en l920 se había
convocado la 10ª promoción de pilotos, la gran promoción, compuesta de 100
pilotos que acabaron su formación a mediados de 1921 y pudieron ser enviados a
África tras el desastre de Annual. Se trataba de jóvenes oficiales de distintas
armas y cuerpos del Ejército (a los que seguían perteneciendo, pues Aviación
todavía era solo un Servicio), bien preparados, con iniciativa y mentalidad
emprendedora.
La
campaña de reconquista
En
cuanto llegaron a la península las alarmantes noticias de la retirada de Annual
la reacción fue inmediata; enseguida se enviaron refuerzos a Melilla, pero no
fueron más que los justos para proteger la ciudad del asedio de las fuerzas de
Abd-el-Krim que duró varias semanas. Las tropas recién llegadas no pudieron
hacer más que proteger la ciudad a pesar de la solicitud de ayuda que desde
varias posiciones se hizo a través de heliógrafo. No se pudo –se dijo que no se
podía- acudir en su auxilio y así fueron cediendo Zeluán, Nador y Monte Arruit,
siendo ésta la última que se rindió, el 9 de agosto, sin que se hubiese acudido
en su socorro. Hasta mediados de septiembre no se comenzó la campaña de
reconquista del territorio perdido en Annual, fue el tiempo que se tardó en
llevar a Melilla hombres y armas suficientes con los que emprender las
operaciones, aunque también pesó el hecho de que los mandos optaran por un
planteamiento conservador, retrasando el comienzo de la reconquista (o
cualquier acción de rescate de las posiciones cercanas a Melilla: Nador,
Zeluán, Monte Arruit) hasta no tener bien asegurados los contingentes que
consideraron indispensables para salir de Melilla con garantías[1].
Las operaciones militares de reconquista de lo perdido en Annual –todo el territorio de la Comandancia excepto la ciudad de Melilla– fueron lentas y arduas. Hasta mediados de septiembre no se rompió un primer cerco de Melilla. Poco después se conseguía entrar en Nador, a escasos kilómetros al sur de la ciudad, y mantener la posición de Tizza al oeste.
El
siguiente desafío fue el control del monte Gurugú a comienzos de octubre, desde
donde los rifeños habían estado cañoneando la ciudad con algunas de las piezas
que habían arrebatado a los españoles. A mitad de ese mes las tropas españolas
llegaron a Zeluán y el 24 entraban en Monte Arruit. El avance del ejército
sobre esos lugares se vio acompañado por la conmoción que produjo en el ánimo
de las columnas y sus acompañantes –periodistas, sanitarios, religiosos– el
reguero de cadáveres con el que se encontraron a lo largo del camino y el
tremendo espectáculo que les esperaba en Monte Arruit. En noviembre se había
ampliado notablemente el sector dominado por el ejército. A lo largo de ese mes
se fueron controlando la meseta de Iguerman, Tifasor, Uixan, Ras-Medua y
Tauriat-Hamet. A comienzos de diciembre se recuperaron Batel y Tistutin y la
idea era conseguir pasar el Kert por la parte de Tikermin antes de Navidad para
así dar descanso a las columnas y consolidar la retaguardia antes de lanzarse a
tomar Dar Drius los primeros días de enero de 1922[2].
La
aviación después de Annual
El
grupo Rolls de Melilla
La
conmoción que produjo el desastre de Annual permitió que se hiciese a través de
la prensa una campaña de donativos para que cada provincia donara un aeroplano
al Ejército y, además, el gobierno aprobó un crédito extraordinario para la
compra de aviones. A partir de septiembre de 1921 fueron entregándose al
ejército los distintos aparatos que se iban adquiriendo y pudieron crearse así
unas fuerzas aéreas en Marruecos de cierta consideración y con posibilidades operativas
reales. Buena parte de los aparatos fueron de Havilland DH.4 con los que se
dotó a las tres primeras escuadrillas que operaron en Melilla tras el desastre
de Annual y que conformaron el núcleo del grupo Rolls.
La
primera escuadrilla que llegó a Melilla a los pocos días del desastre, la
mandaba el Capitán Sáenz de Buruaga y estaba compuesta por tripulaciones y
aparatos de Tetuán y Larache. Empezó a operar desde el campo de la Hípica de
Melilla y se encargó de diversas tareas de reconocimiento y bombardeo y del
abastecimiento de Monte Arruit[3].
Actuó
en solitario prácticamente mes y medio y en ese tiempo realizó 230 salidas con
un total de 152 horas de vuelo, en las que se arrojaron 1.992 bombas[4].
La segunda escuadrilla llegó el 14 de octubre mandada por el Capitán Luis
Moreno Abella y la tercera a comienzos de noviembre mandada por el Capitán Joaquín
González Gallarza[5] y entre sus pilotos figuraba el que había sido jefe de la escuadrilla de Zeluán
en los días de Annual: Pío Fernández Mulero. A partir de ese momento y durante
los meses siguientes –casi hasta la primavera de 1922–, el peso de las
operaciones recayó sobre esas tres escuadrillas de DH.4, el grupo de Havilland
Rolls. Durante el año 22 se irían agregando al grupo de Melilla las
escuadrillas de Bristol, Martinsyde y Napier y la escuadrilla de hidros del Atalayón.
Servicios
y operaciones del Grupo Rolls en Noviembre y Diciembre de 1921
Los
servicios que el mando solicitó de los aviones en los meses de noviembre y
diciembre fueron inicialmente los mismos para los que se había utilizado la
aviación antes de Annual: reconocimiento, fotografía y prolongación del tiro de
la artillería; a ellos se añadió el servicio de enlace con los jefes de las
columnas durante las operaciones, tal como recoge el Comandante Francisco
Franco en Diario de una Bandera cuando narra una de las operaciones en torno al
Gurugú el 10 de octubre de 1921: Un aeroplano, volando sobre las tropas, arroja
un parte con gallardete rojo, que cae a nuestro lado; avisa la presencia de numeroso
enemigo en el frente y flanco izquierdo, al que no puede batir nuestra
artillería, por ocultarse tras las esponjas rocosas. A los pocos momentos las
bombas de los aeroplanos suenan en la barrancada y su negro humo asoma detrás de
los peñascos[6].
En
las operaciones sobre Yazanen y Tifasor del 11 de noviembre se produjo un
cambio sustancial en la dotación de los aviones: por primera vez salieron
armados con ametralladoras en el puesto del observador. En octubre habían
llegado ametralladoras Hotchkiss[7] y ese día salieron los aparatos con ellas y pudieron ampliar las funciones que
les había asignado la orden de operaciones[8].
El
resto del mes de noviembre la actividad de las escuadrillas se centró
principalmente en tareas de reconocimiento y fotografía con la finalidad de
preparar el avance sobre Batel y sobre el tramo final del Kert[9].
La operación más significativa fue la ocupación de Ras Medua el 21 de noviembre
en la que las tres escuadrillas estuvieron en vuelo más de 30 horas[10].
Diciembre comenzó con mal tiempo, aún así los aviones participaron en varias
acciones de cooperación, de bombardeo y de reconocimiento. Había que llegar a
las posiciones del Kert antes de fin de año, así que en cuanto lo permitía el
tiempo atmosférico se intensificaban las operaciones.
Ras
Tijermin: el nacimiento de la aviación española de combate[11]
Al
concluir la jornada, el parte del jefe de Aviación del 22 de diciembre de 1921
decía:
En
el día de hoy se han hecho 29 vuelos, permaneciendo en el aire 20 horas, 52
minutos (falta de cronometrar el avión del Teniente Hidalgo). Se han arrojado
219 bombas y se ha hecho fuego de ametralladora[12].
Es
evidente que se trata del estilo propio de un documento oficial, pero no
refleja lo que realmente hicieron los pilotos aquel día. Ese 22 de diciembre
las escuadrillas del grupo Rolls se hicieron acreedoras de una Laureada.
La operación sobre Tikermin tenía gran importancia pues era el momento de volver a pasar el río Kert y establecer posiciones en su orilla izquierda completando así la primera parte del plan que el alto comisario había concretado y que el gobierno había aprobado[13]. La operación tenía como objetivo ocupar la meseta de Tikermín y asegurar su dominio dejando guarniciones en las posiciones de Ras Tikermín, Kalkul y Tensalek; en Tikermín quedaría un batallón y dos baterías ligeras y en las otras dos posiciones sendas compañías.
También
decía la orden de operaciones que el ataque no debía empezar antes de que se
hubiese reunido un número de tropas suficiente en la otra orilla del Kert. Sin
embargo, una unidad de la policía indígena y una harka amiga se adelantaron y
tomaron poco antes del amanecer la posición de Tikermín. Inmediatamente se
vieron rodeados y comenzó el acoso a la posición. El número de enemigos era
netamente superior y el auxilio iba a tardar mucho en llegar pues ni siquiera
había cruzado el Kert la columna que debía llevar a cabo la fortificación. En
esa comprometida situación –llegaron a tener que contestar a los tiros con
pedradas– estuvieron aguantando casi durante una hora, y difícilmente podían haber
aguantado otra hora más –que fue el tiempo que tardó en llegar la vanguardia
mandada por Francisco Franco– si no hubiesen aparecido varios aeroplanos
volando a poca altura y haciendo fuego de ametralladora sobre los asaltantes.
Las sucesivas pasadas de los aviones consiguieron mantener a raya a los
atacantes hasta la llegada de la Legión. La apurada situación en la que se
encontraban las tropas que habían tomado anticipadamente la posición la
describe así uno de sus mandos, el Capitán Arredonda: […] cuando tenía más de
la mitad de su fuerza sin municiones y el resto de ellas con muy escasos
cartuchos, llegó la escuadrilla de Aviación y dándose cuenta de las críticas
circunstancias, al observar la presencia de un numeroso grupo enemigo,
emplazado a unos 150 metros de la posición por el declarante ocupada y de otros
más numerosos que se colocaron en una trinchera a unos 500 o 600 metros, arrojó
sobre ellos las bombas de que disponían los aparatos y terminadas éstas,
continuaron en aquel lugar abatiendo al enemigo con fuego de las
ametralladoras, llegando para ello a descender a distancias de 200 metros, en
cuyo momento el declarante observaba que el enemigo hacía sobre dichos aparatos
intenso fuego por descargas, no obstante lo cual, allí continuaron dichos
aviadores hasta la llegada de la columna que hizo mejorar la situación[14].
Es
claro el cambio de planteamiento que, sobre la marcha, llevó a cabo la
aviación, pues las instrucciones que tenían para ese día eran únicamente: los
aparatos volarán a lo largo del frente de combate, actuando sobre grupos que se
hallen fuera del alcance de las baterías o en situación cubierta contra el
fuego de éstas[15].
Por otra parte, hay que pensar que la forma más eficaz de contener la presión
de los atacantes era precisamente utilizando las ametralladoras, de esa forma
se les mantenía alejados de la posición. Por su parte, Franco –que atravesó el
puente sobre el Kert al frente de la Legión, cuando ya llevaba un rato asediada
la posición– recordaba así la actuación de los aeroplanos:
[…]
con gemelos se distinguen los grupos enemigos, ocultos en los espacios
desenfilados de la posición. Varios aeroplanos, volando sobre ellos, nos dejan
escuchar el tableteo de sus ametralladoras. Se les ve trazar pequeños círculos
sobre las barrancadas, ametrallando a los grupos enemigos. Vuelan tan bajo, que
tememos que puedan alcanzarles los disparos. Otro aparato deja caer bombas que levantan
negras humaredas. Todo el fuego se concentra en el pequeño espacio desenfilado
delante de la posición. Hay que ir en seguida, sin esperar la concentración de
la columna. Rápidamente van los legionarios ocupando las alturas de los flancos
y llegamos a Ras Tikermin, adonde ha ido al galope la caballería. Relevamos a
los jinetes, que encontramos en la loma anterior a la posición, y entramos en
la misma los primeros legionarios[16].
Con
la posición a salvo, mientras se hacían los trabajos de fortificación, los
aeroplanos continuaron sobrevolando la zona y acosando a los rifeños. En cuanto
aparecía una nueva escuadrilla en la zona de lucha, la escuadrilla que se
encontraba allí regresaba al aeródromo para repostar y volver de nuevo al
frente. En todo momento hubo una escuadrilla sobrevolando el enemigo.
Una
vez terminados los trabajos de fortificación, venía la delicada maniobra de
repliegue, que el enemigo solía aprovechar para lanzar sucesivas oleadas de
ataques. De nuevo la actuación del grupo Rolls fue decisiva. Mientras la
artillería batía las zonas vecinas a las posiciones fortificadas para proteger
el repliegue, la aviación reavivaba su actividad con el mismo fin. Los riesgos
que asumieron los aviones les causaron tres derribos: el “Murcia 3” pilotado
por el Capitán Ureta, el “Salamanca 2” del Capitán Ferreiro y el “DH-39” del Teniente
Hidalgo de Quintana.
El
comienzo de un expediente inacabado
Ya hemos comentado que, en las primeras campañas de Marruecos, la aviación se consideraba una ayuda, un puesto de observación privilegiado al servicio de las fuerzas de tierra, y poco más. La jornada de Ras-Tikermín hizo que cambiase esa idea porque quedó patente que los aeroplanos habían actuado como una auténtica arma de combate[17]. Además, aquel día fue especialmente dramático el derribo del “DH-39”. Pilotado por el Teniente Hidalgo de Quintana, durante el repliegue fue alcanzado por una andanada que hirió al piloto en el pecho, la pierna y el brazo. La pérdida de sangre fue tan rápida que perdió el conocimiento mientras intentaba llevar el aparato a las propias líneas. Su observador, el Teniente Bellod, tomó los mandos y consiguió hacerlo aterrizar en una explanada cercana a la carretera de Kandussi a Segangan.
A
la vista de esa actuación un par de meses después, en febrero de 1922, se
inició el expediente para concederles la Laureada[18].
Fue
durante la instrucción de ese expediente cuando surgió la convicción de que
había motivos para darle la Laureada a todo el grupo de escuadrillas. Así, el 6
de octubre de 1922 se anunciaba la apertura del expediente para la concesión de
la Laureada al grupo Rolls, pues aparecen manifestaciones de repetidos hechos
que atribuyen a dicho segundo Grupo de Escuadrillas, méritos bastantes para
considerar incluidos en el artículo 79 […] los realizados por los aviones que
integraban la mencionada unidad[19].
Es
preciso anotar que en aquellos momentos se estaban poniendo en marcha las
medidas a las que había dado lugar la Ley de bases para la reorganización del
Ejército de 1918 –fruto de la presión de las Juntas de Defensa sobre el
Gobierno– y el nuevo reglamento de la Orden de San Fernando que ya contemplaba
las acciones por las que la aviación podía tener derecho a la Cruz de San
Fernando. Si a eso se añade la política de recompensas que se siguió con Primo
de Rivera y después, podrán entenderse las dificultades por las que atravesó la
tramitación del expediente y el hecho de que aún no haya llegado a buen puerto.
La
agitada puesta en Marcha de las recompensas en aviación[20]
Junteros,
africanistas y algo más[21]
En 1917 se había producido la primera crisis seria del sistema de la Restauración: la asamblea de Parlamentarios, la huelga General y las Juntas Militares sacaron a la luz los cimientos descompuestos de un régimen que comenzaba a tambalearse. En el Ejército surgieron las Juntas Militares que eran manifestaciones de una cierta conciencia de clase dentro de Ejército, pues sus reclamaciones iniciales no eran estrictamente militares sino más bien “laborales”: la oposición al sistema de promoción por méritos de guerra y pagas más altas. Las Juntas tomaron carta de naturaleza con la aprobación en diciembre de 1917 de la Junta Central de Defensa.
Incluso
puede decirse que consiguieron en buena medida sus objetivos cuando en junio de
1918 las Cortes aprobaron el proyecto de reforma del Ejército.
Se
suele asociar la creación de las Juntas con la división dentro del Ejército
entre los “africanistas” –belicosos promotores de la guerra de Marruecos para
beneficio personal: su carrera– y los “peninsulares” –más preocupados por el
buen funcionamiento del ejército–; sin embargo, más significativo era el tipo
de división que se estaba manifestando que tenía más que ver con las cotas de
poder que pretendían alcanzar unos u otros, jefes y oficiales, que con las
estrictas reivindicaciones de los “junteros”; no hay más que pensar en el
cambio de criterio de Burguete respecto a la política marroquí tras su
nombramiento como Alto Comisario, o el cambio de posición del propio Primo de
Rivera, también en lo que se refiere a la política marroquí, una vez que
alcanzó el poder. Es decir, lo que el problema de Marruecos supuso para el
Ejército fue bastante más que el debate de los ascensos por méritos de guerra[22].
A medida que la guerra se iba enquistando fueron surgiendo nuevos problemas que
iban desde la escasa eficiencia de la burocracia militar, la escasa preparación
de las tropas, la necesidad de aumentar el reclutamiento, el insuficiente
equipamiento de las tropas, de los Cuerpos y de las Armas, el escaso
presupuesto (para un desmesurado ejército peninsular), el caos burocrático y
administrativo del Protectorado, más el afán de protagonismo o de
“distinguirse” de algunos mandos “africanos”[23].
Esas
posturas, más las que provocaban los vaivenes de la política nacional tuvieron
como resultado varios cambios de reglamentos en el Ejército[24] y de criterios en lo que se refiere a las recompensas. La Ley de bases para la
reorganización del Ejército establecía como recompensas por méritos de guerra
la Cruz del Mérito Militar con distintivo rojo, la Medalla Militar y la Cruz
Laureada de San Fernando, además del ascenso al empleo inmediato. La novedad de
estas recompensas consistía en la incorporación de la Medalla Militar para sustituir
a las cruces de San Fernando de 1ª y 3ª clase. En 1920 se publicó un reglamento
de recompensas de acuerdo con esas bases[25] y con fundamento en ese reglamento el Grupo Rolls recibiría la Medalla Militar
colectiva por sus actuaciones entre junio de 1921 y septiembre de 1922:
Por su trabajo eficientísimo de acción sobre el enemigo, y de cooperación con otras fuerzas, en cuantas operaciones y reconocimientos se efectuaron desde el 29 de junio de 1921 hasta el 29 de septiembre último; muy especialmente en los vuelos de aprovisionamiento de las posiciones de Zeluán, Monte-Arruit y fábricas de harinas de Nador asediadas por el enemigo; en el bombardeo nocturno de la Zauia de Tilili y en la ocupación de Inguntz, demostrando siempre su pericia, entusiasmo y valor[26].
[El
6 de octubre de 1922 se anunciaba la apertura del expediente para la concesión
de la laureada al grupo Rolls]
En
1925 se elaboraría un nuevo reglamento[27].
Tanto en éste como en el de 1920 ya se especificaba qué acciones de la aviación
podían merecer recompensa. En cuanto a las recompensas colectivas –como sería
el caso del 2º grupo de escuadrillas de Melilla–, por norma general se
consideraba que una unidad del Ejército se hacía acreedora de ellas cuando los
méritos de guerra eran muy señalados, análogos a los exigidos para las
recompensas individuales.
Otra
circunstancia que completa el marco que estamos trazando es el cambio de
criterio que se dio cuando Primo de Rivera llegó al gobierno: mediante un Real
Decreto de octubre de 1923 ordenó la revisión de todas las medallas Militar y
Naval que se habían concedido hasta ese momento:
Las
medallas Militar y Naval, creadas para premiar extraordinarios méritos de
guerra, exigen, con la necesaria rapidez en concederlas para que la
ejemplaridad estimule los ánimos, gran parquedad en su concesión que valore su
estima y la haga más noblemente codiciada.
Más
como acaso se haya otorgado con prodigalidad poco conveniente, y a fin de que
cuantos la ostenten puedan llevarla con todo el prestigio que merece y al
objeto de subsanar algún error que en su concesión se hubiera cometido […]
Artículo
1º: Todas las Medallas Militares y Navales concedidas desde la creación de
dichas condecoraciones serán sometidas a revisión[28].
A este marco hay que añadir que a comienzos de 1921 se había solicitado a la jefatura de aviación que elaborase un informe sobre qué actuaciones de la aviación habrían de considerarse distinguidas y heroicas. El informe se emitió a finales de abril y decía que era complicado ajustar el mérito que podía tener la continuidad en el servicio –seguir con el servicio una vez herido o en condiciones límite– o la importancia o no de cada vuelo. Había que tener en cuenta, además de la habilidad del piloto, otras circunstancias importantes: el funcionamiento del motor, la situación meteorológica, etc. A la vista de todas esas dificultades, se sugería que una comisión redactase un proyecto de reglamento[29]. La comisión que se nombró se puso a trabajar y a final de año pudo enviar un borrador al subsecretario del Ministerio de la Guerra[30] con las correspondientes sugerencias de méritos y recompensas que podían obtenerse, tanto en tiempo de paz como de guerra. Normalmente dependían de años de servicio como piloto u observador y horas de vuelo tanto en aeroplano, como en globo o dirigible.
[En 1925 se elaboraría un nuevo reglamento. Tanto en éste como en el de 1920 ya se especificaba qué acciones de la aviación podían merecer recompensa]
Nada
más entregarse este borrador tuvo lugar la operación de Ras-Tikermin. Un par de
meses después se inició el expediente para la Laureada de Bellod e Hidalgo de
acuerdo con el reglamento de la Orden de San Fernando de 1920, que ya recogía
las acciones heroicas que podían realizarse en aviación.
El
expediente avanza y se incluyen las acciones sobre Tizzi Assa
Como
ya se ha comentado, la decisión oficial de apertura del expediente del grupo de
escuadrillas de Melilla tuvo lugar en octubre de 1922. Lo que había sucedido en
Ras-Tikermin ya era conocido gracias a la instrucción del expediente de Hidalgo
y Bellod, y la mayoría de los testigos que declararon a favor del 2º grupo de
Melilla ya lo habían hecho en el expediente de los dos oficiales, de ahí que en
pocos meses, el 24 de abril de 1923, se hubiese instruido el expediente y se
procediese a la publicación de su resumen en la correspondiente orden[31].
Se recogían en ella declaraciones del General Sanjurjo, que dirigía la operación,
del Coronel Despujol, de Estado Mayor, de los Capitanes Arredonda y Cayuela, y
de varios aviadores.
Mientras tanto el grupo de escuadrillas de Marruecos ya no era solo el grupo Rolls, A final de mayo, estaban encuadrados en las escuadrillas de Melilla unos 40 pilotos y varios modelos distintos de aparatos distribuidos en el tercer grupo de escuadrillas compuesto por tres escuadrillas de Havilland Rolls, y el cuarto grupo de escuadrillas que contaba con dos escuadrillas “Bristol”, una escuadrilla “Napier” y una escuadrilla “Martinsyde”. Además había un “Breguet” sanitario, y los hidros del Atalayón, que compartían pilotos con los grupos de escuadrillas[32].
Con
el expediente a punto de ser enviado al Consejo Supremo de Guerra y Marina,
tuvieron lugar las jornadas de Tizzi Assa en las que fue herido de gravedad el Teniente
Coronel Kindelán, jefe en esos momentos de las Fuerzas Aéreas de Marruecos. Su
sustituto, el Coronel Soriano, al repasar los partes de aquellos días y
escuchar las noticias que le dieron quienes habían presenciado todo, le dirigió
un oficio al instructor para que incluyese esas acciones en el expediente
recién elaborado[33]:
Excmo.
Sr.
Al
hacerme cargo del mando de estas Fuerzas Aéreas por herida sufrida en el
combate del día 5 del pasado junio por el Teniente Coronel Kindelán, hube de
informarme detalladamente de la actuación pasada en los combates de Tafersit de
los días 28 y 31 de mayo y 5 de junio y al examen de los partes unir con
elementos de juicio las distintas relaciones verbales que a mí me han llegado
para formar una opinión suficiente fundada antes de proponer a la Superioridad
recompensa alguna para las fuerzas, con cuyo mando me honro, toda vez que no
fui testigo presencial de los hechos. Formada en el actual momento, créome en el
deber de exponer a V.E. que los grupos de Escuadrillas de Melilla que tienen en
la actualidad en tramitación un juicio contradictorio para la concesión de la
Cruz Laureada de San Fernando por su brillante actuación en 22 de diciembre de
1921 en la meseta de Ras-Tikermin, han aportado a los combates citados de
Tafersit nuevos laureles a su bandera […]
Cúmpleme
elevar a V.E. estos hechos acompañados de los datos estadísticos y copia de los
partes de dichos días por si estima de justicia sean incorporados dichos
méritos al expediente citado…
Se
adjuntaban a continuación los documentos aludidos, mediante los que el
instructor se podía hacer una idea bastante aproximada de lo que hizo la
aviación en Tizzi Assa[34].
El
grupo Rolls en noviembre de 1921 (Enciclopedia de la Aviación Militar…).
Tizzi
Assa
A
finales de mayo y comienzos de junio de 1923, se sucedieron una serie de
ataques rifeños contra las posiciones avanzadas españolas de las estribaciones
del Rif, en torno a Tizzi Assa. No fue un simple episodio de la guerra de Marruecos.
A punto estuvo de producirse un nuevo Annual pero, como finalmente no acabó en
tragedia, ha pasado a ser considerado un episodio menor en la historia del
Protectorado.
Después de Annual el General Berenguer había continuado de Alto Comisario durante unos meses y bajo su dirección se inició la reconquista del territorio perdido. El 10 de enero de 1922 se daba por concluida una primera fase de la reconquista con la recuperación de Drius; quedaba así restablecida la línea de posiciones desde la que había partido el general Silvestre en su aventura hacia Alhucemas que terminó en Annual. Sin embargo, a finales de octubre de 1922, siendo ya alto comisario el General Burguete, se tomó Tizzi Assa, en las estribaciones del Rif. El motivo de la operación no quedó muy claro, ni tampoco quedó claro que Burguete contase con el visto bueno del gobierno (por otra parte, Burguete había sido nombrado Alto Comisario por sus manifestaciones abiertamente contrarias a los avances militares). Fue una operación desorganizada que logró su objetivo con varios días de retraso con respecto al plan original y con bastantes más bajas de las previstas ante un adversario que no era especialmente duro. A ello había que sumar que la posición ocupada se encontraba en el interior de una cabila no sometida.
La situación permaneció estable hasta comienzos de abril de 1923 cuando Abd-el-Krim decidió tomar la iniciativa. En enero el jefe rifeño había recibido una fuerte suma a cambio de liberar a los prisioneros que había tomado tras el desastre de Annual, dinero que invirtió en rearmar a sus hombres y a las cabilas vecinas. A comienzos de abril los rifeños empezaron a acosar cada vez con más insistencia las posiciones españolas dificultando enormemente los convoyes de abastecimiento. A finales de mayo se apostaron frente a las principales posiciones y empezaron a excavar trincheras, lo que hizo patente su intención de pasar al ataque. Para atajar esa posibilidad, en la madrugada del 28 de mayo se envió una columna desde Tafersit para proteger el convoy.
Nada más comenzar el despliegue de la columna sonaron los primeros disparos, que se convirtieron enseguida en un intenso fuego por parte de ambos bandos. El aeroplano de reconocimiento detectó la situación y regresó inmediatamente al aeródromo provisional de Dar Drius para informar. Inmediatamente se pusieron en marcha los vuelos de apoyo al combate de la columna. En la primera tanda salió el DH-5 del Alférez Ingunza con el Teniente Montero de observador[35] que fueron derribados –y murieron– en el barranco de Buhafora cuando estaban a punto de volver al aeródromo[36]. Al final de la jornada se contabilizarían –aparte del DH-5- cuatro aparatos derribados y doce con numerosos impactos[37].
A pesar de la dureza de los combates, la contundencia con que se emplearon las tropas españolas permitió que los días siguientes pudieran llegar, sin mayores dificultades, los convoyes de abastecimiento a las posiciones. Aun así, la presencia y acoso de los rifeños en los alrededores de las posiciones seguían ocasionando bajas. La aviación siguió colaborando con reconocimientos y bombardeos ocasionales sobre los núcleos enemigos, a pesar de que las condiciones de vuelo eran poco favorables a causa de un fuerte viento de poniente.
[Los
grupos de Escuadrillas de Melilla que tienen en la actualidad un juicio contradictorio
para la concesión de la Cruz Laureada han aportado a los combates de Tafersit
nuevos laureles a su bandera]
Durante
los días siguientes se preparó un plan de operaciones que restableciese con
claridad el dominio español en la zona. El 5 de junio se lanzó esa gran
operación en la que participarían cuatro columnas de avance y una de reserva.
Una
de las acciones más conocidas de aquel día fue la intervención de la Legión, al
mando del Teniente Coronel Valenzuela en el barranco de Iguemiren donde tras
varios asaltos a bayoneta calada consiguieron desalojar a los beniurraguelíes a
costa de la muerte del Teniente Coronel y de un buen número de legionarios.
La
aviación comenzó sus servicios a las cuatro de la mañana. Las escuadrillas
fueron turnándose en los vuelos volviendo para repostar y municionarse a Drius.
El Teniente Coronel Kindelán –jefe de las Fuerzas Aéreas de Marruecos–, quiso sumarse
a las operaciones y voló ese día como observador del “Bristol” del Capitán Llorente,
jefe de la segunda escuadrilla. Después de una primera salida, aterrizaron para
repostar y volvieron a salir. Se dirigieron hacia Benítez y Viernes, hicieron
varias pasadas entre ambas posiciones recibiendo abundante fuego hasta que
finalmente Kindelán resultó herido en un brazo y empezó a sangrar en
abundancia. Llorente intentó aterrizar lo más pronto posible, justo detrás de
las primeras vanguardias, pero el terreno era malo y el aparato capotó; aun así,
se consiguió atender con rapidez al Teniente Coronel. A media mañana, sería
Carrillo, jefe del tercer grupo, quien tuvo que tomar tierra en Bufarcuf con el
motor dañado por los disparos enemigos. El propio Carrillo había sido herido en
el pie y hubo que sacarlo del puesto de pilotaje.
Finalmente se consiguió el control de toda la crestería y una vez asegurado y despejado el camino, el convoy subió a las posiciones empezando por la de Benítez y siguiendo por las demás hasta terminar en la de Tizzi Assa.
La
anotación que se hizo en el diario de operaciones fue escueta:
Han resultado heridos el Teniente Coronel Jefe de las Fuerzas aéreas de Marruecos Kindelán, observador de uno de los aviones, el Capitán Carrillo piloto de otro y jefe del 3º grupo, derribado sin consecuencias el aparato del Capitán jefe de la 2ª escuadrilla del 3 grupo y con impactos varios aparatos.
Se han arrojado 447 bombas de 10 y 22 de 50 kg[38].
Las
respuestas del consejo supremo al expediente
Una
vez incorporados los datos sobre Tizzi Assa, el Coronel Seoane, instructor del
expediente consideró que había méritos más que sobrados para solicitar la
Laureada: La cooperación de estas escuadrillas es de una eficacia grande,
rotunda y plena, dada su especial forma de combatir y arrojo, espíritu
elevadísimo demostrado en múltiples ocasiones que han intervenido.
Por
todo lo expuesto el Juez que suscribe considera al citado Grupo de Escuadrillas
comprendido en el artículo 79 del vigente Reglamento de la Real y Militar Orden
de San Fernando[39].
El
expediente fue enviado el 8 de septiembre de 1923 a la Comandancia General de
Melilla para que dictaminase el auditor de Guerra; éste se manifestó conforme
con lo que había realizado el instructor y lo remitió al Consejo Supremo de Guerra
y Marina el 15 de septiembre que respondió el 25 de febrero de 1924 solicitando
que se incorporasen al expediente una serie de informaciones:
[…]
el parte General de la acción de Ras Tikermin, librada el día 22 de diciembre
de 1921, puesto que este hecho de armas es el originario del presente
expediente. Se unirá también a las actuaciones un estado demostrativo del
número de aparatos que componían el Grupo de escuadrillas, número de hombres
que tripulaban cada avión, el de aparatos que tomaron parte en el combate y el
de los que fueron abatidos o aterrizaron por averías y que no pudieron
continuar la lucha y el de las bajas sufridas en el personal. Todos estos datos
referentes al día 22 de diciembre de 1921.
Habrán
de unirse también los partes dados por las escuadrillas al Jefe de Grupo y
copia del Diario de Operaciones de este, correspondientes al dicho día.
Si
en la operación se tomaron croquis o fotografías del terreno sobre el que se
combatió, deberán unirse al expediente para con ellos poder hacerse la más
completa cuenta de él y deducir de su constitución la parte que le corresponda
en los riesgos del vuelo[40].
Enseguida se hizo acopio de las peticiones que había hecho el Consejo y se respondieron a mediados de marzo. El instructor añadía en su oficio de respuesta que algunos de los papeles no existían: los partes de las escuadrillas habían sido verbales y no se habían sacado fotografías ni croquis del terreno pues todos los aparatos se habían empleado en el combate. Añadía, además que todos los aviones que intervinieron regresaron con impactos[41].
Ante
los nuevos datos, el Consejo Supremo solicitó nuevas actuaciones que no tenían
que ver con lo que había solicitado hasta entonces. Con fecha 15 de octubre de
1924, se le pide al juez instructor que practique las diligencias siguientes:
A)
Recabará de la autoridad que previene el artículo 43 del Reglamento de la Orden
en el que se hará constar las razones que le impulsaron a no disponerla por su
propia iniciativa al recibir el parte de la operación.
B)
Tomará amplia declaración al General que mandaba las fuerzas que el 22 de
diciembre de 1921 ocuparon las posiciones de Ras-Tikermin, Calcul, Tensalek,
como asimismo a los jefes de las dos columnas en que dividió aquellas Coroneles
Saro y Fernández, Comandante jefe de Estado Mayor Felipe Fernández, jefes de
Batallones que concurrieron a la operación y de las unidades indígenas, y jefes
que mandaban las baterías de las columnas, a fin de esclarecer el mérito
contraído por el grupo de escuadrillas cuya actuación se juzga, debiendo una
vez evacuados los trámites señalados, emitir nuevo parecer elevando lo actuado
para su resolución por conducto del General en jefe[42].
El
primer encargo, tenía fácil respuesta y fue contestado casi inmediatamente
desde el despacho del General jefe del Ejército de España en África:
Según
antecedentes que aquí existen, respecto al particular, la apertura de
expediente de San Fernando a favor del 2º Grupo de Escuadrillas de Marruecos
(Melilla), obedeció a testimonio librado en virtud de lo dispuesto en el
artículo 46 del Reglamento de la Real y Militar orden citada, por el Juez que
tramitaba idéntico procedimiento a favor de los Tenientes del servicio de
Aviación Don Agustín Hidalgo de Quintana y Don Ricardo Bellod, desconociéndose
las razones que hubo para no ordenarla por propia iniciativa[43].
En
cambio, la recogida de las nuevas declaraciones iría para más largo; entre unos
y otros, el número de Generales y jefes a los que había que tomar de nuevo
declaración, rondaba la veintena, pues, aparte de los Generales Berenguer y
Sanjurjo, tenían que declarar los jefes de las columnas (Saro y Fernández), el
jefe de Estado Mayor y los jefes de los Batallones de Infantería del Rey, Guadalajara,
Wad Ras, Navarra, Andalucía, Pavía y la Corona; el grupo de Lanceros de
Farnesio, del 2º Regimiento de artillería de Montaña, 11 de Artillería ligera y
4º de Zapadores además de los jefes que mandaban los Grupos ligero y de montaña
del Regimiento mixto de artillería de Melilla.
El
nuevo instructor del expediente, el Coronel de Artillería Germán Sanz Pelayo se
puso enseguida a la tarea de localizar a todos esos testigos para hacerles
llegar el interrogatorio correspondiente. No era tarea sencilla pues algunos
habían cambiado de destino, otros habían fallecido y otros habían ascendido con
el consiguiente cambio de destino. Las diligencias y exhortos salieron hacia
los cuatro puntos cardinales y fueron llegando de vuelta poco a poco las
declaraciones al nuevo juez instructor que acababa de ser nombrado, el Coronel
de la Maestranza de Artillería de Melilla, Rafael Morillo Climent. Declararon
todos los indicados excepto los jefes que mandaban los batallones de Navarra y
Andalucía, pues habían fallecido. La recogida de las declaraciones acabó
resultando ardua, pues se prolongó durante casi dos años. Finalmente, el 27
noviembre de 1926 el Coronel Morillo pudo enviar el expediente completado al
comandante general de Melilla para que lo remitiese al General jefe del
Ejército de España en África.
En
las conclusiones del resumen que realizó del expediente, el instructor
señalaba:
Por
lo expuesto y teniendo en cuenta lo actuado en este expediente de donde se
deduce que el 2º Grupo de Escuadrillas de aviación de este territorio ha
realizado servicios valiosísimos y actos heroicos en cuantas operaciones ha
tomado parte y, especialmente el día 22 de diciembre de 1921, el juez que
suscribe considera al citado Grupo de escuadrillas comprendido en el artículo
79 del Reglamento de la Real y Militar Orden de San Fernando de 7 de julio de
1920.
Y
creyendo cumplimentado lo que se ordena en el oficio del Excelentísimo Señor
Presidente del Consejo Supremo de Guerra y Marina al folio 212, tengo el honor
de elevar el presente expediente a su respetable autoridad para la resolución
que estime[44].
El
expediente fue remitido al auditor, que, después de leerlo emitió su dictamen
favorable.
En
julio de 1923 se había resuelto el expediente de Hidalgo de Quintana y Ricardo
Bellod. Se les denegaba la Laureada porque el fiscal consideraba (y el tribunal
hacía suya esa opinión) que el piloto fue herido después de realizada su
misión, cuando volvía al aeródromo y que, por otra parte, la actuación no
habría sido de “suma importancia para el éxito de la campaña”[45].
Además, el fiscal añadía una serie de consideraciones que, llegado el momento,
quién sabe si podrían aplicarse al expediente del grupo Rolls, en el caso de
que pasase por las manos del mismo fiscal:
…
no es inoportuno llamar la atención en este momento por desprenderse del
expediente sobre el constante prurito de la mayoría de nuestros oficiales de
supeditar siempre el verdadero cumplimiento del deber a una efímera
satisfacción; pues conociendo las alturas eficaces del vuelo para el bombardeo
y la observación no se resignan a llevar su cometido si este aunque heroico es
obscuro y entablan pugilatos acerca de quien tiene corazón para bajar más
poniéndose al alcance de las armas enemigas ocasionando pérdidas materiales por
las averías en los aparatos; la de la propia vida que deben a su patria con más
fruto; y la moral que representa que el contrario se percate de que con sus
elementos propios puede contrarrestar la acción de esos aparatos de guerra
derribándolos e inutilizándolos[46].
Los criterios restrictivos que aplicó Primo de Rivera a la concesión de recompensas tuvieron su peso en la ralentización de los expedientes que ya estaban en marcha, y, aunque la Laureada seguía cauces distintos a los del resto de las recompensas, quizá se vio también afectada. En 1925 se publicó un nuevo reglamento de recompensas en tiempo de guerra[47] y también era modificado el reglamento de la Orden de San Fernando[48]. En medio de estos cambios, no es extraño que resultase tocado el expediente para la Laureada de las escuadrillas, no tanto por las gestiones que había que hacer, que estaban claras, sino por los cambios de criterio que implicaban los cambios de reglamentos. Además, hay que anotar que en abril de 1926 se creaba la Medalla Aérea[49], que venía a sustituir, para los aviadores, a la Medalla Militar, pues los requisitos para concederla eran similares y que debía premiar hechos y servicios notorios y distinguidos realizados por fuerzas aéreas de mar y tierra en el elemento en que dichas fuerzas tienen sus esfera de acción[50].
¿Final
de trayecto?
El
último documento que se conserva en el expediente es una hoja suelta con el
sello del Cuartel General del Ejército de España en África:
Tetuán,
4 de mayo de 1927
Conforme
con el anterior dictamen y en cumplimiento de lo dispuesto en el artículo 81
del vigente reglamento de la Real y Militar Orden de San Fernando, remitan este
expediente al Consejo Supremo de Guerra y Marina, como Asamblea de la Orden
para resolución que proceda, siendo de opinión que el Segundo Grupo de
Escuadrillas de Aviación de Marruecos (Melilla), han presentado meritorios y
valiosos servicios, realizando hechos que tal vez podrían considerarse comprendidos
en el artículo 79 del Reglamento de 1920[51].
Por lo que sea el Consejo no se pronunció ni sobre la concesión ni sobre la denegación de la Laureada a las escuadrillas de aviación, la tramitación se quedó estancada en algún lugar y no resulta sencillo averiguar dónde. Aparte de la deriva que pudo sufrir durante el régimen de Primo de Rivera, la pacificación de Marruecos se dio por concluida el mismo año 27, por lo que todo lo relacionado con las operaciones militares pasó a segundo plano. Además, con el advenimiento de la II República se introdujeron nuevos cambios en los organismos de las Órdenes Militares[52] y en los reglamentos. A ello habría que sumar los posteriores avatares por los que ha ido pasando tanto la Orden de San Fernando como su reglamentación hasta nuestros días[53].
El
sentido y la redacción de este último oficio, es similar al de la Laureada del
Regimiento Alcántara; también es –como en el de Alcántara– el último documento
del expediente, así que es muy probable que al 2º grupo de escuadrillas de
Marruecos le sucediese lo mismo que al heroico regimiento de Caballería. Y
sería de desear también que, al igual que el Alcántara, viese concluida su
tramitación, aunque fuese con casi un siglo de retraso[54].
[El
Segundo Grupo de Escuadrillas de Aviación de Marruecos, han presentado meritorios
y valiosos servicios, realizando hechos que podrían ser comprendidos en el
artículo 79 del Reglamento de 1920]
[El sentido y la redacción de este último oficio es similar al de la Laureada del Regimiento Alcántara; también es el último documento del expediente. [...] sería de desear que, al igual que el heroico regimiento de Caballería, viese concluida su tramitación]
Fuente: https://publicaciones.defensa.gob.es//Revista de Historia Aeronáutica N° 34. Año 2006.
[1] Aparte de los
comentarios que hicieron algunos Generales –Weyler, Burguete– en la prensa
durante aquellas jornadas, cuando se abordó el tema en la Comisión de
Responsabilidades se planteó una seria discrepancia de criterios entre algunos
de los mandos. Cfr. De Annual a la República. La comisión de responsabilidades.
Morata, 1931.
[2] AGMM. África. Leg. 265. “Telegrama oficial
cifrado del Alto Comisario a Comandante Gral de Melilla” de fecha 14 de
diciembre de 1921.
[3] AGMM.
África. Leg. 266. Diario de operaciones de la escuadrilla expedicionaria. 1921
[4] El Comandante Jefe Aymat ponderaba con satisfacción lo realizado esos dos meses al comunicar al Comandante General de Melilla que ha llegado la escuadrilla mandada por Moreno Abella: [...] Estas cifras, tan frías como elocuentes, miden el esfuerzo realizado obscuramente, en difíciles condiciones recibiendo muchas veces los impactos del fuego enemigo, digna continuación de la labor que hizo abasteciendo Monte Arruit. AGMM. África. Leg. 266.
[5] AHEA.
Exp. A-5. “Documentación de las Escuadrillas de Marruecos”.
[6] FRANCO, Comandante: Diario de una bandera. [en línea] http://www.ame1.org/depot/images/Franco-Diario%20de%20una%20Bandera-Edici%C3%B3n%201956.pdf [Consulta: 12 abril 2015], pp. 47-48.
[7] AGMM. África. Leg. 3.
Carp. 9.
[8] AGMM. África. Leg. 1. Carp. 24. “Operaciones
de contrataque. Orden de operaciones sobre Yazanen.” Tomará parte con todos sus
aparatos dedicando la mayor parte a batir aduares y enemigo que se halle fuera
de la acción de la artillería y un número menor a la misión más delicada de
combatir con las tropas de tierra delante de las guerrillas de ésta, pero no
tan cerca que puedan ser un peligro para las líneas propias, teniendo en cuenta
los pilotos la zona en que se bate la harka amiga que en nada se distingue por
su vestuario del que usa el enemigo. Con el mismo fin de evitar riesgos en el
vuelo de los aparatos no será sin necesidad por encima de las tropas sobre todo
cuando los aparatos no hayan lanzado todas sus bombas.
[9] AHEA. Exp. A-5.
“Documentación de las Escuadrillas de Marruecos”.
[10] AHEA. Exp. A-5. “Documentación de las Escuadrillas de Marruecos”. AGMM. África. Leg. 266. “Diario de operaciones de la escuadrilla expedicionaria. 1921.”
[11] Un análisis más
pormenorizado de la operación de Ras Tikermin se encuentra en: GUDÍN DE LA
LAMA, Enrique. “El nacimiento de la aviación española de combate. Ras Tikermin,
22 de diciembre de 1921”. en Aeroplano núm. 25 (2007). Madrid.
[12] AGMM. África. Leg
265. carp. 38.
[13] Cfr. Historia de las campañas de Marruecos (T. III). Servicio Histórico Militar, 1981, pp 516-518.
[14] AGMS. Sección 9, caja
6014, exp. 47402, fol 137-143. “Comandancia General de Melilla. Orden general
del día 24 de abril de 1923”. Declaraciones del Capitán Arredonda.
[15] AGMM. África. Leg. 265. Carp 38.
[16] Franco, C., op. cit.
(6) p. 64.
[17] El General Sanjurjo
usa en dos ocasiones la expresión “arma de combate” para referirse a la
actuación de los aeroplanos en su declaración para la concesión de la Laureada
al grupo de Escuadrillas por su actuación en Tikermín. Cfr. AGMS. Sección 9,
caja 6014, exp. 47402, fol 137-143. “Comandancia General de Melilla. Orden
General del día 24 de abril de 1923”.
[18] AHEA. A1391. Recompensas 1922-23. “Copia de la Orden General del 27 de agosto de 1922, de la Alta Comisaría de España en Marruecos”.
[19] AHEA. A1391.
Recompensas 1922-23. “Copia de la Orden General del 6 de octubre de 1922, de la
Alta Comisaría de España en Marruecos”.
[20] Un análisis más
pormenorizado de los problemas que hubo con las primeras recompensas para la aviación,
en GUDÍN DE LA LAMA, Enrique. “Volando tan bajo en campo enemigo”. en Aeroplano
núm. 30 (2012). Madrid. También ilustra con claridad la evolución de la
Laureada de San Fernando: CEBALLOS-ESCALERA, Alfonso, “Historia de la creación
y trayectoria de la Orden de San Fernando”, Revista de Historia Militar, Año
LV, Núm Extraordinario (2011). Cfr. Tb http://www.rmo.mde.es/ordensfern/
(consultada el 15/03/2015).
[21] Sobre esos dos
“tipos” de militar, la bibliografía es amplia. Algunas de las interpretaciones
más significativas sobre sus planteamientos y personalidad en: PAYNE, Stanley
G. Los militares y la política en la España contemporánea. Madrid, Sarpe,1986;
BUSQUETS, Julio y LOSADA, Juan Carlos: Ruido de sables. Las conspiraciones
militares en la España del siglo XX. Barcelona, Crítica, 2003; BOYD, Carolyn
P.: Praetorian Politics in Liberal Spain. Chapell
Hill, The University of North Carloline Press, 1979; CARDONA, Gabriel. El poder militar en la
España contemporánea hasta la guerra civil. Madrid. Siglo XXI, 1983; MADARIAGA,
María Rosa: En el barranco del lobo. Las guerras de Marruecos, Alianza, Madrid,
2011.
[22] Carlos Navajas matiza
muy acertadamente las diversas sensibilidades y objetivos dentro del Ejército
durante aquellos años en NAVAJAS, Carlos (1989): Ejército y sociedad en España,
1923-1930. En Berceo, Logroño.
[23] Rosa Madariaga hace
un análisis certero de los sucesivos conflictos que hubo en aquellos años en el
seno del ejército en MADARIAGA, María Rosa: En el barranco del…, pp. 250-331.
Por lo que se refiere a la mentalidad “africanista” o más bien “militarista” de
aquellos años, es interesante el artículo de VELASCO DE CASTRO, Rocio (2013):
De periodistas improvisados a golpistas consumados: el ideario militar
africanista de la Revista de Tropas Coloniales (1924-1936), en El Argonauta
español. Revue bilingue, franco-espagnole, d’histoire moderne et contemporaine
consacrée à l’étude de la presse espagnole de ses origines à nos jours
(XVIIeXXIe siècles).
[24] Gaceta de Madrid
1918, nº 181. Bases para la reorganización del Ejército.
[25] Gaceta de Madrid
1920, Nº 74.
[26] Diario Oficial del
Ministerio de la Guerra 1922. D.O. núm 248 – 5 de noviembre de 1922.
[27] Gaceta de Madrid
1925, nº 76.
[28] Diario Oficial del
Ministerio de la Guerra 1923. D.O. núm 235 – 23 de octubre de 1923.
[29] AHEA. A1391.
Recompensas 1922-23.
[30] AHEA. A1391.
Recompensas 1922-23.
[31] AGMS. Sección 9, caja
6014, exp. 47402 fol 137-143. Comandancia General de Melilla. Orden General del
día 24 de abril de 1923.
[32] AHEA. Exp A-6.
Documentación de las Escuadrillas de Marruecos.
[33] AGMS. Sección 9, caja
6014, exp. 47402, fol 148.
[34] Un análisis más
pormenorizado de las acciones que se llevaron a cabo esos días en: GUDÍN DE LA
LAMA, Enrique. “1923. Jornadas de Tizzi Assa: un ejército entre la espada y la
pared”. en Aeroplano núm. 26 (2008). Madrid.
[35] AHEA. A6. “Hoja de
vuelos del mes de mayo de 1923 del piloto D. Román Ingunza.”
[36] AGMM. África. Leg 5. “Recompensas 1922-26”. Orden General de 26 de febrero de 1924.
[37] AHEA. A6. “Diarios de operaciones de los grupos 3º y 4º, los meses de mayo y junio de 1923”.
[38] AHEA. A6. “Diarios de
operaciones de los grupos 3º y 4º, los meses de mayo y junio de 1923”.
[39] AGMS. Sección 9, caja
6014, exp. 47402, fol 199.
[40] 40 AGMS. Sección 9, caja 6014, exp. 47402, fol 201.
[41] AGMS. Sección 9, caja
6014, exp. 47402, fol 202.
[42] AGMS. Sección 9, caja
6014, exp. 47402, fol 212.
[43] AGMS. Sección 9, caja 6014, exp. 47402, fol 230.
[44] AGMS. Sección 9, caja
6014, exp. 47402, fol 379.
[45] AHEA. P 235.
“Expediente de Agustín Hidalgo de Quintana”. Esos son los principales
argumentos del fiscal, que hace suyos el Consejo Supremo de Marina y Guerra.
[46] AHEA. P 235.
“Expediente de Agustín Hidalgo de Quintana”. Conclusiones del fiscal.
[47] Gaceta de Madrid
1925, nº 102.
[48] Gaceta de Madrid
1925, nº 336.
[49] Gaceta de Madrid
1926, nº 100. El reglamento apareció en la Gaceta de Madrid, 1926, nº 105
[50] Ibid.
[51] AGMS. Sección 9, caja
6014, exp. 47402, documento suelto, sin coser al expediente.
[52] Gaceta de Madrid
1931, nº 135: …se crea un Consejo Director de las Asambleas de las Órdenes
Militares de San Fernando y San Hermenegildo, que tendrá, respecto de ellas,
todas las facultades y atribuciones conferidas al disuelto Consejo Supremo de
Guerra y Marina, como Asamblea de ambas Órdenes.
[53] Cfr.
CEBALLOS-ESCALERA, Alfonso; ISABEL SÁNCHEZ, José Luis; CEVALLOS-ESCALERA, Luis:
La Real y Militar Orden de San Fernando. Palafox y Pezuela, Madrid, 2003.
[54] AGMS. Sección 9, caja 1992, exp. 16087