Por Adam Ross
Una
semana después de recibir sus alas en la fuerza aérea israelí, Dan luchó en la
Guerra de los Seis Días. Él murió defendiendo a Jerusalén.
Durante
años, al regresar a mi casa en Jerusalén, pasé por Guivat HaMatos (la colina
del avión) y me pregunté cuál sería la historia de ese lugar y por qué recibió
ese nombre. Finalmente sucumbí a la intriga y comencé a descubrir la vida de un
idealista piloto israelí cuyo avión fue derribado y se estrelló en la montaña
por la que yo pasaba cada día. Su nombre era Dan Givon y murió defendiendo la
ciudad que yo me enorgullezco de que sea mi hogar.
Dan
nació el 26 de abril de 1946, dos años antes de la declaración del Estado de
Israel. Sus padres, Ben-Uri y Miriam, formaban parte de un grupo de un
movimiento juvenil que habían llegado de Rumania y de Yugoeslavia, miembros
fundadores del kibutz Shaar HaAmakim, que significa el Portón de los Valles.
Ubicado al norte del país, con el bello fondo de las montañas del Carmel, hoy
el kibutz es una exitosa granja y empresa israelí, uno de los principales
productores de semillas de girasol.
Dan
era el hermano de Shula e Ilán Givón. Sus amigos del kibutz, ya todos tienen
unos setenta años, lo recuerdan con afecto. “Era un joven apuesto”, dice Baruj
Birnbaum. “Tenía muchos talentos”.
En
la escuela Dan se destacó por sus habilidades musicales y artísticas. Junto con
otros niños del kibutz formó un grupo musical que interpretaba canciones en
hebreo. Dan era quien escribía las canciones y uno de sus temas favoritos era
la belleza de la tierra de Israel.
A
los 16 años Dan dejó el kibutz para terminar el último año de la escuela
secundaria en Tel Aviv, donde obtuvo excelentes notas. Al finalizar su último
año de estudios, en vistas del eminente servicio militar, Dan decidió que
quería dar el examen de ingreso a la fuerza aérea. Como dicen en Israel: “Los mejores
se convierten en pilotos”.
Su
amigo Israel Rom recuerda: “Trabajó sumamente duro. En el kibutz muchos se
sorprendieron cuando él completó el curso”. No todo el mundo lo lograba; era
difícil mental y físicamente, y los pilotos a menudo volaban solos, por lo que
era necesario un vasto conocimiento de aviación y de los aspectos mecánicos de
la amplia gama de aviones que componían la fuerza aérea israelí. Dan tenía 21
años cuando se graduó del curso de pilotos a finales de mayo de 1967, en la
víspera de la Guerra de los Seis Días. Mientras él recibía sus alas, masivas
fuerzas egipcias y sirias se acercaban a las fronteras de Israel y en el Cairo
y Damasco el aire estallaba de llamados para destruir a Israel.
Israel
actuó con decisión en un ataque preventivo sobre las fuerzas egipcias,
destruyendo más de 500 aviones que estaban estacionados en la pista. Ese día,
Dan recibió su primera misión, en su avión Fouga CM.170 Magister, brindando
apoyo aéreo a las fuerzas en tierra que habían comenzado a combatir contra
100.000 soldados egipcios y 3000 tanques en la frontera del Sinaí. Al segundo
día de la guerra lo llamaron para defender a Jerusalén después de que Jordania
entrara a la Guerra y comenzara a bombardear a los barrios judíos al sudeste de
la ciudad.
Los
jordanos habían cavado profundamente en una gran colina a lo largo del valle
del Kibutz Ramat Rajel. El sitio tenía mucho valor estratégico, porque brindaba
una vista de más de la mitad de Jerusalén. Allí también se encuentra un
monasterio del siglo VI. En 1956 el sitio obtuvo el nombre de El Monte de los
Cuatro, luego de que francotiradores jordanos mataran allí a cuatro arqueólogos
israelíes. Los jordanos habían cavado una red de túneles, barracas y trincheras
sobre la ladera de la montaña, lo que permitía a las fuerzas jordanas ser una
amenaza constante contra los barrios judíos.
Como
parte de un pelotón de cuatro aviones, Dan, el piloto más joven, volaba bajo
sobre el monte tratando de encontrar el ángulo correcto para eliminar las
posiciones de artillería. Al tratar de esquivar el fuego, recibió un impacto
directo y se estrelló en la cresta adyacente. Desde entonces el lugar se conoce
como Guivat HaMatos, la Colina del Avión.
“Recuerdo
el ataque”, escribió Moshé Limey, quien en 1967 tenía nueve años. “Los aviones
llegaron al sudoeste del monasterio sobre la verde montaña. Vi pasar cuatro
aviones y bombardear a quienes se escondían en la montaña. Nunca lo olvidaré,
el cuarto avión fue derribado y no emergió con los otros. Siempre recordaré
cómo cayó a tierra y el espeso humo negro que subió hacia el cielo”.
Con
el espíritu de las Fuerzas Armadas de Israel de no dejar atrás a ningún hombre,
de inmediato se esforzaron por rescatar el cuerpo de Dan del avión. Sin
embargo, al intentar rescatarlo, tres soldados tropezaron con minas plantadas
por los jordanos y sufrieron graves heridas en las piernas. Después de la
guerra dos de estos hombres llamaron a sus hijos Dan en su honor.
La
terrible noticia llegó a los padres y amigos de Dan en Shaar HaAmakim, donde
hasta hoy en día sus amigos recuerdan la tristeza que envolvió al kibutz.
Baruj
Birnbaum relata: “Todavía recuerdo cuando pusieron en el boletín del comedor la
noticia de su muerte. Todo el kibutz estaba en duelo. Un día antes habían
asesinado a otro hijo de miembros del kibutz cuando patrullaba cerca de la
Franja de Gaza”.
En
el funeral de Dan en el cementerio del kibutz, su padre recitó algunos de sus
poemas.
Para
sus amigos y su familia, el idealismo de este joven piloto sigue vivo. “Aún
recuerdo las canciones que Dan escribió como si fuera ayer”, dice Birnbaum.
“Ellas dan testimonio de un joven con enorme sensibilidad y amor por los
colores, los paisajes, los sonidos y la gente con la que creció”.
La
municipalidad de Jerusalén erigió un monumento en Guivat HaMatos en el sitio
donde se estrelló Dan. Este se encuentra al borde de la Avenida Hevrón, una
arteria principal que lleva a la Ciudad Vieja, que también fue liberada en la
Guerra de los Seis Días. Una escuela primaria local tomó la responsabilidad de
preservar el sitio, limpiar las malezas, cortar el césped y mantener vivo el
recuerdo de su historia. Justo en frente se encuentran el monasterio Mar Elías
y los restos de las baterías jordanas que se pueden ver al pasar en auto.
A
menudo veo turistas que suben a esa colina para disfrutar de la increíble vista
panorámica de historia y belleza, lo antiguo y lo nuevo. De un lado están las
colinas y la ciudad de Belén, donde una vez el rey David caminó como era
pastor. Del otro lado está la Tumba de Rajel, la matriarca del pueblo judío, a
quien Iaakov enterró hace casi 4000 años. Al darte vuelta, se abre una
increíble vista de Jerusalén, con más de la mitad de la ciudad visible. Apenas
a unos metros está Guivat HaMatos, donde cayó uno de los pilotos más jóvenes e
idealistas de Israel al proteger la tierra que amaba.
En
Iom Hazicarón, recordemos al Teniente Dan Givon y a todos los soldados y a los
miembros de las fuerzas de seguridad que cayeron en defensa de Israel. Que sus
recuerdos sean una bendición.
Fuente:
https://www.aishlatino.com