27 de noviembre de 2019
LOS AVIONES DE MADERA QUE REVOLUCIONARON LA AERONÁUTICA Y CONQUISTARON LOS CIELOS
Desde
Brasil llegó esta semana el que es considerado el avión más grande del mundo,
el Antonov 225, pero el “Mosquito” y el “Hércules”, uno por su rapidez y el
otro por su envergadura, siguen siendo los íconos de la historia de la
aviación.
Hoy
es casi impensable, pero en sus orígenes la madera fue uno de los primeros
materiales utilizados para construir aviones. Esto, debido a su ligereza y
resistencia, que fueron las propiedades que mejor sirvieron para dominar los
cielos.
La
mayoría de los aviones construidos durante la Primera Guerra Mundial fueron,
precisamente, hechos con marcos de madera y revestimientos de tela, los cuales
retrasaron el desarrollo de aviones de otro tipo de materiales que tenían la
desventaja de ser muy pesados y vulnerables a la corrosión.
Sin
embargo, la gran revolución de los aviones de madera llegó a fines de la década
de 1930, cuando la compañía británica DeHavilland decide diseñar y fabricar el
avión bombardero más rápido de la época, el “Mosquito”, también apodado la
“maravilla de madera” o el “terror de madera”.
Empleó
para ello madera de balsa ecuatoriana intercalada con abedul canadiense y
revestimiento de tela. El metal, en tanto, sólo fue usado para la carcasa del
motor y algunos controles de la interfaz. DeHavilland produjo en total más de 7
mil 700 aviones, utilizando también madera contrachapada de abedul.
Las
pruebas que se hicieron a “Mosquito” demostraron que era una máquina ágil,
veloz y capaz de realizar complejas acrobacias por los aires, alcanzando
velocidades cercanas a las 400 mph. Además, podía soportar con facilidad cargas
cuatro veces más pesadas que para las que había sido diseñada la aeronave.
Carpinteros,
fabricantes de pianos, constructores de cabinas y cualquiera que supiera
trabajar con madera colaboraron en este proyecto. Los módulos para ensamble se
construyeron en fábricas de muebles y después eran enviados a una planta más
grande. Para acelerar la producción, los ingenieros desarrollaron una técnica
donde el pegamento secaba mucho más rápido con la ayuda de microondas.
Y
si “Mosquito” resultó ser un excelente avión bombardero y eficiente en carreras
de baja altitud, volando casi a ras de suelo liberando sus artefactos con toda
precisión para después escapar a toda velocidad, el “Hércules” se convirtió en
una verdadera estrella.
Fue
el avión de madera más grande de la época y aún hoy mantiene ese liderazgo. Fue
diseñado por Howard Hughes para flotar, pero en noviembre de 1974 también
demostró que podía volar, convirtiéndose en el barco volador más grande jamás
construido y con la mayor envergadura de la historia.
Con
ocho motores y 300 mil caballos de fuerza, su estructura logró elevarse más de 20
metros sobre las aguas de Long Beach, California, desplegando sus 66,6 metros
de largo y 97,5 de ancho.
En
cambio, el avión de origen ucraniano que esta semana aterrizó en Chile, Antonov
225, mide apenas 88 metros de una ala a la otra, superándolo sólo en longitud
desde la punta a la cola, con 84 metros.
Y
si bien es considerado el avión más grande del mundo, sin duda el “Hércules”
tiene un lugar privilegiado en la historia de la aviación, siendo exhibido y
conservado en perfectas condiciones en el Evergreen Aviation & Space
Museum, en Oregon.
Fuente:
https://www.madera21.cl