Características
Funcionalidad:
Lanzadera espacial misil balístico (a partir de 1982)
Fabricante:
Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales
País de
origen: Argentina
Etapas:
2
Estado:
Cancelado
Lugar
de lanzamiento: Cabo Raso
Propelente:
Combustible sólido
El
Programa Cóndor fue un proyecto tecnológico de la Fuerza Aérea
Argentina desarrollado entre fines de los años setenta y la década
de 1980.
Originado
como un demostrador tecnológico de un lanzador satelital de la Comisión
Nacional de Investigaciones Espaciales (CNIE), fue reconvertido en un proyecto
de misil balístico tras la guerra de las Malvinas. Su desarrollo fue llevado a
cabo por grupos de investigación de la Fuerza Aérea Argentina con apoyo del
Instituto de Investigación y Verificación Alemán para la Aviación y los Vuelos
Espaciales, proveedores privados como Messerschmitt-Bölkow-Blohm y SNIA S.p.A.,
y con financiamiento de Egipto, quienes a su vez recibían dinero de Irak.
Su
desarrollo fue polémico desde su reconversión a un proyecto militar, tanto por
su naturaleza como por presiones internacionales, principalmente de los Estados
Unidos y el Reino Unido, quienes temían que un plan de semejante envergadura,
con potenciales capacidades nucleares y único en el subcontinente, podía
desestabilizar la región e iniciar una carrera armamentista entre los países
sudamericanos, los cuales en su mayoría todavía se encontraban bajo dictaduras
militares y con litigios territoriales. Las presiones llegaron a su máximo con
el fin de la guerra del Golfo, donde al descubrirse el rol iraquí en el
proyecto, el presidente Carlos Menem ordenó la cancelación.
La
cancelación del Cóndor llevó a la disolución de la CNIE y el traslado de las
actividades espaciales del país de manos militares a civiles con la creación de
la Comisión Nacional de Actividades Espaciales, y la adhesión de la Argentina
al Régimen de Control de Tecnología Misilística.
Antecedentes
Preparativos para el lanzamiento del cohete sonda Orión II.
El 4 de
octubre de 1957 la Unión Soviética, motivada por las capacidades duales de sus
misiles balísticos intercontinentales, lanzó el primer satélite artificial de
la historia, el Sputnik 1, desencadenando en la carrera espacial. Dicha carrera
llevó al avance e institucionalización de la exploración espacial con la
creación de distintas agencias espaciales. La Argentina crearía mediante el
decreto presidencial Nº 1164 del 28 de enero de 1960 la Comisión Nacional de
Investigaciones Espaciales (CNIE), la primera agencia espacial de América
Latina y una de las primeras del mundo. A pesar de que la agencia era un organismo
de funciones pacíficas y civiles, era administrada por la Secretaría
de Aeronáutica y su directorio estaba conformado en su mayoría por
miembros de las Fuerzas Armadas. Esto se debía a la compleja relación que tenía
el presidente Arturo Frondizi con las instituciones militares, que lo
destituirían dos años después. Esta estructura, cuyos miembros participaban de
manera ad honorem, resultó ser poco efectiva y complicó distintos proyectos
espaciales del país.
A pesar
de esto, la CNIE obtuvo numerosos logros en el campo de los cohetes sonda,
realizando cooperaciones con las agencias espaciales de Alemania Occidental,
Estados Unidos y Francia, posicionando a la Argentina como referente de la
actividad espacial en Latinoamérica. Inclusive, alcanzó a influir y asesorar en
la creación de la agencia espacial peruana: la Conida.
Las
capacidades de los cohetes sondas incrementaron en cada proyecto, esto, sumado
a los intereses de incursionar en un proyecto satelital, llevaron naturalmente
a que la CNIE considere la idea de desarrollar un lanzador orbital propio, como
sus pares extranjeros. La primera documentación de la CNIE realizada sobre este
tema, es un informe redactado por el entonces vicepresidente de la institución,
Comodoro Juan José Tasso, fechado el 30 de julio de 1969 y titulado
Posibilidades de colocación de satélites en órbitas cercanas, donde se realizó
un estudio sobre la posibilidad de desarrollar un proyecto satelital y
orbitador a nivel nacional.
En dicho reporte, Tasso planteó la posibilidad de
realizar un programa incremental con una fuerte base de cooperación
internacional, realizando al principio una construcción
y diseño del proyecto extranjeros, para marchar paulatinamente reemplazando por
componentes nacionales hasta lograr un desarrollo completamente local, y así,
poder aumentar la experiencia de los técnicos argentinos mediante transferencia
tecnológica, un método que ya había sido aplicado de manera exitosa en el
desarrollo de los cohetes sonda argentinos. Tasso recomendó la utilización
de combustible sólido ya que era una tecnología
dominada por su extenso uso en los cohetes sonda, y planteó
la posibilidad de realizar una familia de cohetes gracias a la flexibilidad de
los motores cohete argentinos. A su vez, realizó una crítica sobre la
estructura orgánica de la CNIE, particularmente sobre el sistema de trabajo ad
honorem y la falta de un presupuesto adecuado. De todas maneras, Tasso concluyó
que de iniciarse los trabajos de inmediato, se habría podido tener un lanzador
y satélite nacional para el año 1977.
Si bien
el informe de Tasso no logró influir en lo inmediato hacia el avance del
desarrollo de un lanzador orbital, en el desarrollo del Programa Cóndor se
tomaron indirectamente en cuenta sus recomendaciones.
Inicios
Tras el
reporte de Tasso, la CNIE no realizaría mayores estudios sobre un lanzador
orbital por varios años, pero la Fuerza Aérea mantenía en secreto un proyecto
de un cohete militar de grandes dimensiones. Los trabajos iniciaron en 1971, y
el 10 de octubre de ese año, se inauguraría la Planta Piloto de Propulsantes,
lo que permitió el desarrollo de combustible sólidos en el país, ya que hasta
entonces el combustible compuesto que utilizaban los cohetes argentinos
provenía de Francia. Se construyó
un demostrador tecnológico llamado SS-40, cuyo primer lanzamiento se realizó en
junio de 1974. Este lanzamiento fue exitoso y demostró que la Argentina podía
producir su propio combustible compuesto para cohetes. Los sucesivos
lanzamientos realizados hasta 1975 llevaron a proyectar el desarrollo de un
nuevo vehículo, cuyo rango aumentaría de los originales 40 km a 2000.
Tras
una disminución del ritmo de trabajo hacia 1975, el Comodoro Andrés Francisco
Alvarisqueta entregó un reporte sobre el proyecto el 30 de abril de 1979. En
él, el militar manifestó la falta de una ejecución total del presupuesto
asignado al proyecto y la falta de personal capacitado para resolver problemas
de diseño. A su vez, propuso que se completara la Planta de Propulsantes
Compuestos y valerse de los conocimientos que la CNIE tenía de guiado y control
y sus contactos internacionales. Esta sería la primera vez que se menciona un
proyecto con capacidades duales, tanto un proyecto de lanzador satelital como
misil balístico. El 10 de agosto de
1979, el comandante en jefe de la Fuerza Aérea Omar Graffigna aprobó de manera
secreta el llamado Plan de Satelización, cuyo encargado sería el Brigadier
Edgardo Carlos Augusto Stahl.
Personal
e instalaciones
En 1979
el Comando en Jefe de la Fuerza Aérea inició la construcción de la planta de en
Falda del Cañete, provincia de Córdoba, a vera de la Ruta Provincial C 45. Para
despistar a la inteligencia extranjera, la instalación se llamó “Falda del
Carmen”, otra localidad cordobesa. La nueva planta se construyó para satisfacer
las ambiciosas necesidades del Cóndor y mantener secreto el desarrollo del
programa. Las empresas Techint
y Delta realizaron las obras en el predio, que medía
474 hectáreas.
La construcción cubrió un total de 12000 m²
distribuidos en 50 edificios, la mayoría construidos bajo especificaciones
militares. Complementaban 9 km de caminos que interconectaban los tres lugares
principales de la base. Los trabajos
finalizaron en 1983.
Ingenieros
de procedencia civil y militar recibieron capacitación por parte de las
empresas en MBB y SNIA.
Selección
de los proveedores
Stahl
decidió llevar a cabo el proyecto bajo la modalidad llave en mano, para así
poder garantizarse en el corto plazo el apoyo del jefe de la Fuerza Aérea. A
partir de allí, el Brigadier conformó una comisión para viajar a Alemania
Federal, Francia, Israel e Italia. Los ofertantes israelíes
aseguraban a los miembros de la comisión argentina que podían
cumplir con todos sus requerimientos, pero no podían mostrar sus instalaciones
ni avances debido a cláusulas de confidencialidad, algo que no generó una buena
impresión en los argentinos, sumado a la falta de un precio fijo. Por ese entonces,
Israel se encontraba desarrollando un programa similar de misiles balísticos
llamados Jericho, que eventualmente llevaría al lanzador Shavit. Israel terminaría
trabajando con Sudáfrica, país que desarrollaría
el lanzador RSA-3.
En
Alemania, la comisión inició conversaciones con las empresas
Messerschmitt-Bölkow-Blohm (MBB) y Dornier Flugzeugwerke. MBB ofreció
sus servicios para el desarrollo de motores, toberas, aerodinámica,
electrónica y control térmico. En Italia, se
iniciaron conversaciones con la empresa SNIA S.p.A., que se especializaba en la
fabricación de propulsante sólido.
La
comisión finalmente decidió elegir como contratista principal a MBB con la
condición que esta subcontratara a SNIA para llevar a cabo el desarrollo del
propulsante sólido. En 1980, la FAA
contrató a Consen (Consulting Engineers), una empresa subsidiaria
de la MBB creada para proveer la asesoría técnica. Otra empresa auxiliar era
Transtechnica, que proporcionó la transferencia tecnológica requerida.
Por ese
entonces, la CNIE era la responsable de los convenios de cooperación
internacional, el presidente de dicha entidad, Miguel Sánchez Peña, había sido
el encargado de la dirección de los proyectos de colaboración con el Instituto
de Investigación y Verificación Alemán para la Aviación y los Vuelos Espaciales
(DFVLR), una relación de particular interés teniendo en cuenta la relación del
contratista principal con el centro. El 31 de agosto de 1980, con la consolidación
del programa, el Brigadier General Graffigna convirtió
a la Fuerza Aérea en el único responsable del
programa. La CNIE vio limitada su relación con la DFVLR a sensores remotos,
energías alternativas y otros proyectos de menor prioridad.
Transformación
en proyecto militar
Punto
de inflexión: la guerra de las Malvinas
La derrota en la guerra de las Malvinas llevó a la imposición de un embargo de armas en la Argentina, y motivó a la Fuerza Aérea Argentina a continuar el desarrollo del Cóndor como un programa militar.
En
abril de 1982, la Junta Militar integrada por Leopoldo Galtieri, Jorge Anaya y
Basilio Lami Dozo, ordenó la recuperación de las islas Malvinas y Georgias del
Sur, que estaban en poder del Reino Unido. El conflicto armado se volvió
inevitable.
La
Argentina se vio una situación difícil ante las restricciones de armas
impuestas por los países de la OTAN. Las naciones del bloque occidental
apoyaron a Margaret Thatcher desde el primer día. Por ejemplo, inmediatamente iniciado el
conflicto, los técnicos franceses de la Aérospatiale que
estaban calibrando al misil Exocet AM 39 de la Armada abandonaron el país bajo
presión del Gobierno británico.
La Fuerza Aérea comenzó a carecer de
repuestos promediando la guerra.
La
dependencia tecnológica de los países europeos motivó a los oficiales de la FAA
a continuar el desarrollo del Cóndor II para prevenir una situación similar en
el siguiente conflicto. Terminado el
conflicto el 14 de junio de 1982 con la rendición argentina, unos 50
oficiales aeronáuticos comenzaron a concertar reuniones en la Escuela Superior
de Guerra Aérea. La institución castrense planteó el desarrollo de 36 proyectos
distintos. Entre ellos estuvo un misil balístico de alcance medio que
permitiera alcanzar las Malvinas.
En
abril de 1983, CONSEN confeccionó un informe de estudio sobre la factibilidad
de transformar al cohete Cóndor en un misil balístico. El documento propuso la
instalación de un dispositivo de control de empuje vectorial (en inglés, thrust
vector control, TVC), un sistema de navegación inercial y una segunda etapa de
reentrada con una carga de explosivos de 300 kg. El alcance estimado superaba
los 500 km. CONSEN nombró al nuevo proyecto Cóndor BM (siglas en inglés:
Ballistic Missile). Posteriormente la FAA lo denominó Cóndor II.
A
través de CONSEN, la Fuerza Aérea contrató a la empresa italiana SNIA S.p.A.
para el desarrollo del sistema TVC y comprar una planta completa de fabricación
de esta tecnología.
Gobierno
de Raúl Alfonsín
El 10
de diciembre de 1983, Raúl Alfonsín asumió como presidente (democráticamente
electo). A pocos días después, lo hizo el nuevo jefe de la Fuerza Aérea, Brigadier
General Teodoro Waldner. A principios de 1984, este militar informó al
presidente y un reducido grupo de funcionarios del Ministerio de Defensa del
desarrollo del misil. El nuevo Gobierno aprobó la continuación del proyecto a
pesar de la grave crisis económica que aquejaba a la Argentina, que obligó a
reducir el presupuesto de defensa y cancelar un gran número de proyectos
militares, con excepción del Cóndor II y del avión FMA IA-63 Pampa. Para
afianzar la seguridad de la continuación del proyecto, el Gobierno se planteó
la exportación del producto a fin de generar fondos para satisfacer las
demandas del programa. Para ello, el Brigadier Enrique Sthal realizó una gira
en Oriente Medio, que obtuvo resultados satisfactorios.
La
Fuerza Aérea intentó desorientar a las agencias de inteligencia extranjeras
presentando al cohete Alacrán como el Cóndor. Para ello promocionó su venta en
la 36ª Feria Internacional de la Aviación en Le Bourget, Francia. El Alacrán
era un cohete sin guiado de 100 km de alcance y 400 kg de carga útil.
A
mediados de 1985, el Gobierno de Alemania Occidental, por pedido de los Estados
Unidos, comenzó a presionar a la MBB para discontinuar el proyecto. Los
alemanes pidieron al comandante Sthal comparecer al Departamento de Estado de
los EEUU. para aclarar la situación. El oficial argentino accedió y se presentó
a un Coronel de la USAF, quien lo interrogó con preguntas que Sthal respondió
con evasivas. El militar estadounidense le aseguró que su Gobierno sabía lo que
la Argentina estaba haciendo, y que estaba dispuesto a permitirlo bajo ciertas
condiciones. A principios de los
años ochenta, los EEUU habían iniciado una política de no proliferación de
tecnología de misiles. La superpotencia preveía que la decadente Unión
Soviética ofreciera este tipo de conocimientos a cualquier país que tan solo
pudieran pagarlo, lo cual representaba un alto riesgo para los países miembros
de la OTAN. Como una contradicción,
en 1984 y 1985, el Instituto Alemán de Investigación
y Pruebas Aeronáutico y Espacial (DFVLR por sus siglas en alemán)
proveyó también asistencia técnica.
Es decir, una agencia del Gobierno de Alemania Occidental conocía y participaba
del programa militar argentino.
El 5 de
marzo de 1985, asumió el mando de la Fuerza Aérea el Brigadier Ernesto Crespo,
uno de los mayores defensores de la continuidad del proyecto. El 9 de abril
siguiente, el presidente Alfonsín emitió
el Decreto “S” Nº 604 que facultó al Estado Mayor
General de la Fuerza Aérea —a través
del Área Material Córdoba—
para ejecutar los contratos con las empresas, aprobar nuevos y gestionar los
pagos. Se contrataba a las empresas IFAT Corp. Ltd., DESINTEC AG y CONSEN S. A.
para proveer la asistencia técnica, material y equipos requeridos. Para la
ejecución de los contratos, la Fuerza Aérea Argentina creó la empresa
Tecnología Aeroespacial SA.
A
mediados de 1985 y buscando inversiones en el programa, el Gobierno argentino
aprobó la venta de motores del Cóndor a Egipto. A partir de este momento, ambos
países trabajaron en conjunto.
Egipto buscaba incrementar el poder militar del Cóndor con la
implementación de una bomba termobárica en la ojiva. Irak, que estaba en
guerra con Irán, se sumó al proyecto. El país
gobernado por Sadam Husein condicionó su apoyo al
incremento del alcance del misil a los 1000 km (para alcanzar Teherán
o Tel Aviv). Para mantener secreto el contrato, Irak abonaba el dinero, Egipto
figuraba en los contratos y ambos recibían tecnología de misiles además de
proyectiles completados. Arabia Saudita por su parte puso 1000 millones de
dólares como apoyo. Estos tres países árabes apoyaban la construcción del arma
siempre y cuando sirviera para amenazar a Israel e Irán. En 1985, una
delegación egipcia en Buenos Aires firmó
un contrato con los argentinos para el desarrollo del Cóndor
II por un valor de 3200 millones de dólares.
En ese
tiempo el Brigadier Sthal cesó en sus funciones y se lo reemplazó con el Comodoro
Carlos Gross, un egresado del Instituto Balseiro.
Mock-up del Cóndor II.
A
finales de los años ochenta, el proyecto progresó paulatinamente. Entre 1985 y
1988, la Argentina exportó doce motores de combustible sólido del Cóndor a
Egipto en seis vuelos de la Fuerza Aérea. En 1986, el Ministerio de Defensa
creó la empresa Integradora Aeroespacial S. A. (INTENSA) para el desarrollo,
construcción y comercialización del misil. Se hizo cargo de la empresa el Brigadier
Iribarren, quien tenía una cuenta bancaria mancomunada con el gerente de
CONSEN, Ekkehard Schrotz, y el gerente de Falda del Carmen, Norbert
Gueckelhorn. Aunque la Fuerza Aérea
había iniciado los trabajos de inmediato en 1986, en el año
siguiente Alfonsín aprobó la creación de INTENSA y la continuación del
programa. La FAA se desligaba de las erogaciones e INTENSA y sus socios se
hicieron del control total de Falda del Carmen. Solo quedó personal militar
para la seguridad del complejo. Un grupo de científicos alemanes, franceses e
italianos comenzaron la producción e iniciaron el entrenamiento de los
argentinos. La intensificación
del desarrollo requirió importar los insumos y tecnologías
de manufactura de motores cohete. Una de ellas era la técnica metalúrgica
necesaria para la construcción del tubo del misil. Se utilizó el acero
maraging. Al principio la
empresa mendocina IMPSA realizó la soldadura de los
tubos al principio. Después la cordobesa Bertolina Hermanos continuó el trabajo
produciendo 23 tubos y conjuntos de colas. La Aerotec SA manufacturó
contenedores especiales para el transporte en avión de los tubos
motores.
A
partir del año 1985, el Programa Cóndor II había comenzado a adquirir la
atención de los medios de comunicación de los Estados Unidos y Reino Unido que
advertían y magnificaban de la peligrosidad del misil argentino. Este interés
se incrementó en abril de 1987, cuando se creaba el Régimen
de Control de Tecnología de Misiles (sigla en inglés MTCR). Los agentes de
inteligencia estadounidenses infirieron que el Cóndor II era una copia
del estadounidense Pershing II ya que en ambos participaba la MBB. En junio de 1987, un
periodista británico publicó un informe sobre las
empresas contratadas para el misil argentino. La noticia recalcaba que varias
de estas empresas eran las mismas que estaban contratadas por los EEUU para el
desarrollo del Pershing II.
A
instancias de los ingenieros argentinos, se sustituyó el tipo de motor de la
segunda etapa, un sistema de combustible líquido por otro de combustible sólido
con TVC. De esta manera la Argentina se deshizo de una dependencia tecnológica
adoptando totalmente el sistema de combustible sólido del que ya disponía.
Decadencia
y cancelación
A
principios de 1988 el Brigadier General Crespo dispuso el lanzamiento del
prototipo del misil en un desesperado intento de lograr un lanzamiento antes de
ceder a las presiones internacionales. En 1986 la FAA había
seleccionado el cabo Raso, Chubut, para el sitio de lanzamiento; y para 1988
las instalaciones estaban listas. Los argentinos planeaban disparar el Cóndor
con una cabeza inerte en dirección al océano
Atlántico, y también disparar un Alacrán,
con ojiva militar convencional, hacia una zona deshabitada de la Patagonia. Alfonsín
canceló los lanzamientos a instancias de Dante Caputo, que a su
vez respondía al Departamento de Estado; el Gobierno argentino
desistió a fin de evitar problemas con el Reino Unido.
En 1987
Gran Bretaña inició una campaña de hostigamiento contra la Argentina
advirtiendo de negocios malignos de esta con Estados terroristas. En la primera reunión
del MTCR realizada en Roma, el 8 y 9 de septiembre de 1988, los representantes
de los siete países miembros resolvieron bloquear el desarrollo del
Cóndor II mediante control de exportaciones e iniciativas diplomáticas. Ante estas acciones,
la Fuerza Aérea Argentina intentó desmentir las
capacidades militares atribuidas al proyectil.
Paralización
del proyecto
En
forma paralela a las arreciantes presiones contra el Cóndor, en 1988 se
suscitaron graves atentados contra los dirigentes y trabajadores de las
empresas involucradas. El primer ataque ocurrió el 27 de mayo de 1988 cuando un
bombazo destruyó el automóvil del gerente de Consen Ekkehard Schrotz en Mónaco.
El atentado llamaba a interrumpir el desarrollo del misil inmediatamente. No
quedó claro quién había perpetrado esta agresión. Schrotz renunció a la
gerencia de IFAT Corp. Ltd. y continuó trabajando en la Consen hasta enero de
1989. En junio de 1988, una persona entró clandestinamente a las oficinas de la
Consen en Zug en procura de información de los proveedores del programa; nunca
se halló al responsable. Al poco tiempo, distintos periódicos europeos recibieron
copias de listas de los proveedores. Su sucesor solo se encargó
de la liquidación final de la empresa, que completó
en junio de ese año.
En
junio de 1988 dos militares egipcios cayeron detenidos en el aeropuerto de
Baltimore mientras subían en un avión de la Fuerza Aérea Egipcia un cargamento
de 200 kg de MX-4926, un material especial producido para fabricar toberas de
motores de cohetes. Sin licencia, este producto estratégico no podía
exportarse. A continuación
se arrestaron a un doctor en química egipcio —quién era objeto de investigación
desde meses atrás— que trabaja en Aerojet y a un empleado de Teledyne. Ambos se
declararon culpables y entregaron información que conectó el MX-4926 con el
Cóndor II. De inmediato, el Departamento de Estado forzó a Egipto a abandonar
el proyecto, y este cesó en la erogación de dinero. Para empeorar la
situación, una bomba estalló delante de una
camioneta que transportaba ingenieros alemanes e italianos camino a la fábrica
de misiles Factoría 17 en El Cairo. El presidente egipcio Hosni Mubarak
despidió a su ministro de Defensa, General Abel-Halim Abu Ghazala, máximo
defensor del proyecto en el país.
Como
colorario, la Argentina perdió el capital progresivamente. Además, la presión
del MTCR y la dependencia de insumos formada desde el inicio del Cóndor II
impedían a la FAA obtener más insumos para continuar. En suma, el Programa
Cóndor II había quedado paralizado a fines de 1988.
Cancelación
En el
seno del Gobierno de Alfonsín existían dos tendencias: una defensora de la
continuación, representada por el ministro de Defensa Horacio Jaunarena; en el
extremo opuesto se encontraba el ministro de Relaciones Exteriores y Culto
Dante Caputo.
Clarín
fue el primer periódico argentino que produjo un artículo sobre el Cóndor II.
Siguieron La Nación y otros diarios. El Gobierno argentino se vio obligado a
enfrentar numerosas interrogaciones desconcertadas por el contexto político y
económico vigente. La participación de Irak suscitó una polémica que perjudicó
a la Unión Cívica Radical.
El 10 de abril de 1989 el programa de televisión británico
Panorama de BBC emitió un especial denominado The Condor Conspiracy (“La
conspiración del Cóndor”).
El documental relevó las conexiones internacionales creadas para el
desarrollo. La emisión obtuvo sus frutos inmediatamente pues se intensificaron
las presiones internacionales sobre la Argentina.
El 13
de junio de 1989, Terence Todman asumió como embajador de Estados Unidos en la Argentina
con la clara misión de eliminar al Cóndor II. El 9 de julio de ese mismo año,
Raúl Alfonsín entregó
la Presidencia del país al peronista Carlos Saúl Menem. El nuevo gobernante
suscribió al “Consenso de
Washington” acatando las directivas de la superpotencia norteamericana,
el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. El Gobierno federal
de los Estados Unidos condicionó la ayuda financiera
a la Argentina a la cancelación del proyecto. En esta situación
y condiciones, Menem decidió descontinuar el
Programa Cóndor II.
Para colmo de males, el presidente relevó al Brigadier General
Ernesto Crespo designando en su lugar al Brigadier Mayor José
Antonio Juliá.
En
enero de 1990 un agrupamiento de funcionarios estadounidenses realizó una gira
por las bases, instalaciones y organismos relacionados con el programa. Los EEUU continuaban
desconfiando de la FAA. En realidad, los
ingenieros, técnicos y oficiales argentinos ocultaron partes con el fin
de continuar el proyecto en una procedimiento de resistencia. El gobierno
norteamericano redobló la presión para obtener la
totalidad de los elementos faltantes, que sabían los argentinos
ocultaban por confesión de las empresas europeas y el Gobierno egipcio.
En
abril de 1990 el ministro de Defensa Humberto Romero dio el primer anuncio
oficial del Gobierno de la Argentina de la cancelación. Sin embargo, los Estados
Unidos continuó presionando pues quería la destrucción de todo elemento e
instalación del proyecto. La Fuerza Aérea Argentina defendió férreamente al
cohete argumentando que su destrucción constituía el delito de traición a la
patria según el Código de Justicia Militar. El ministro de Justicia León
Arslanian refutó ese punto especificando que la orden provenía del comandante
en jefe de las Fuerzas Armadas (el presidente). En un gesto de aprobación,
el Congreso de los Estados Unidos dejó sin efecto la
enmienda Humphrey-Kennedy que prohibía la venta de armas a
la Argentina desde 1977.
El 20
de julio de 1990 el presidente argentino emitió el decreto secreto Nº 1373 que
disolvió a Integradora Aeroespacial SA y rescindió los contratos para comerciar
tecnología de misiles. Falda del Carmen pasó a depender del Estado Mayor
General de la Fuerza Aérea. La norma también ordenó a la planta cordobesa
transferir la totalidad del material a la Comisión Nacional de Investigaciones
Espaciales.
En
noviembre de 1990 los alemanes completaron la liquidación del conglomerado
Consen, incluyendo la IFAT Corp. Ltd., Delta Consult, Delta System, TEMA y la
propia Consen S. A.
Escándalo
político
De izquierda a derecha: Terence Todman, George H. W. Bush y Domingo Cavallo.
El
ministro de Relaciones Exteriores Domingo Cavallo buscaba terminar con el
proyecto lo antes posible. El 18 de septiembre de 1990, anunció el envío de
fuerzas al golfo Pérsico, en apoyo a los EEUU en el conflicto armado contra
Irak. Ante un
requerimiento del diputado Conrado Storani, el ministro afirmó
que durante el Gobierno de Alfonsín este país
había participado del proyecto exponiendo los decretos
secretos. La aseveración
produjo un escándalo en el parlamento. Los radicales replicaron que Cavallo
intentaba distraer la atención de la intervención en el golfo Pérsico.
En
enero de 1991, Cavallo acusó públicamente al expresidente Raúl Alfonsín y al
exministro de Defensa Horacio Jaunarena de vender tecnología de misiles a Irak
con cohecho. La denuncia que procuraba perjudicar a la Unión Cívica Radical
obtuvo la réplica de Jaunarena que señaló que el ministro de Economía intentaba
distraer la atención pública del envío de tropas nacionales al extranjero.
Desmantelamiento
A
principios de 1991, el ministro de Economía Antonio Erman González dejó su
cargo y fue reemplazado por Cavallo asumiendo Guido Di Tella el Ministerio de
Relaciones Exteriores. Ambos condujeron un
plan de eliminación total y completa del Programa Cóndor II y sus elementos. Di
Tella inició de inmediato las gestiones en los EEUU. Erman González
por su parte, que asumió como ministro de Defensa, adoptó
una posición más cercana a la Fuerza Aérea, oponiéndose a este
movimiento.
El 28
de mayo de 1991 Menem eliminó la Comisión Nacional de Investigaciones
Espaciales creando la Comisión Nacional de Actividades Espaciales mediante
decreto secreto Nº 995. La norma puso a las actividades espaciales bajo
supervisión de la Presidencia y del Congreso quitándolas del poder la Fuerza
Aérea. Se transfirieron todos los bienes de la CNIE a la CONAE incluyendo Falda
del Carmen. Respecto al cohete, se ordenaba la desactivación, desmantelación,
reconversión y/o inutilización de los elementos según sus posibilidades de uso
en aplicaciones pacíficas. “De manera de efectivizar en forma fehaciente y
definitiva la cancelación completa e irreversible del proyecto”. Esto se transmitió
a la población por cadena nacional, además de la adherencia al Régimen
de Control de Tecnología de Misiles.
El 7 de
julio de 1991 la FAA removió a sus efectivos de Falda del Carmen; la
Gendarmería Nacional se encargó de la seguridad. Los científicos, ingenieros y
técnicos se vieron obligados a abandonar el proyecto. Indicaron el maltrato
recibido por parte del Gobierno de Menem. Algunos se jubilaron, otros
intentaron infructuosamente obtener trabajo en la Fábrica Militar de Aviones y
todos quedaron diseminados. El personal intentó también una resistencia gremial
a través de la Asociación Trabajadores del Estado, sin obtener resultados
satisfactorios.
La
cancelación del Cóndor II era un hecho. A continuación, las partes discutieron
la eliminación de los elementos e instalaciones —interés estadounidense— o su
reconversión para un proyecto pacífico. La Fuerza Aérea Argentina
manifestó que no se haría responsable de la
destrucción del patrimonio nacional. Exigía
una orden por escrito para efectuar tal acción. El Ministerio de Defensa bogaba
por la preservación de la utilización civil de los elementos e instalaciones.
Previo a la transferencia de Falda del Carmen a la CONAE, oficiales de la FAA
ocultaron numerosas partes del Cóndor II, incluyendo
dos motores cohete terminados. Los oficiales depositaron estos componentes en
una estancia cercana a la planta.
Entrega
de los elementos
El 11
de febrero de 1992 el ministro de Defensa Erman González entregó la planta a la
CONAE. Entre 1992 y 1993 el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto del
Gobierno de la Argentina y el Ministerio de Defensa del Gobierno de España
acordaron la entrega de los elementos a los Estados Unidos vía España. La
primera entrega fue realizada el 10 de enero de 1993 con el transporte ARA
Bahía San Blas (B-4), que viajó desde Puerto Belgrano con el primer envío: 14
motores completos, 17 tubos motores y dos modelos de escala completa, además de
otros elementos. El cargamento arribó a un puerto no especificado de la costa
este de los EEUU, para ser objeto de estudio previo a su destrucción. El segundo flete se
realizó en septiembre de 1993. En este segundo embarque el país
norteamericano se dispuso de una rampa móvil de lanzamiento,
sistemas de lanzamiento, computadoras de guiado y vuelo, etcétera. Algunos de
estos equipos estaban ocultos en el Área Material Quilmes.
Diputados
radicales solicitaron al presidente Menem la no destrucción de Falda del
Carmen. El nuevo ministro de Defensa Oscar Camilión aseguró a los legisladores
la conservación de la planta.
La Argentina no destruyó su planta como deseaba el Gobierno estadounidense. De
todas formas, ya no era posible su utilización para sus propósitos
originales pues los equipos y máquinas vitales
estaban inutilizados. Además, el Gobierno
despidió a los ingenieros y técnicos, quienes nunca pudieron reincorporarse. Entre 1990 y 2004,
el Ministerio de Relaciones Exteriores utilizó Falda del Carmen
para el entrenamiento de inspectores del Régimen de Control de
Tecnología de Misiles. Un promedio de 15 cursantes por año
visitaron el predio.
Legado
El Centro Espacial Teófilo Tabanera fue construido reutilizando las instalaciones de la planta de Falda del Cañete.
Con la
creación de la CONAE, la planta de Falda del Cañete fue reconvertida en el
Centro Espacial Teófilo Tabanera, donde es utilizada como centro de control de
misión y estación terrena, junto a una serie de laboratorios de integración
satelital y un banco de pruebas para los motores del proyecto Tronador.
En
1996, varios científicos del programa llevaron a cabo el diseño, construcción y
lanzamiento del satélite Víctor-1. En el mismo año, la CONAE logró
lanzar el SAC-B, que originalmente fue el SAC-1, planeado como una de las
cargas originales del Programa Cóndor.
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