Fue visto volando sobre China, con unas escarapelas que ya no se usaban
Hay ocasiones en que la historia se convierte en leyenda e incluso en un misterio, especialmente cuando sus protagonistas quedan relegados al olvido.
Una de
esas historias ocurrió el 2 de septiembre de 1942, durante la Segunda Guerra
Mundial, cerca de Kienow, en China. Un avión fue detectado por las fuerzas
militares chinas, y dos pilotos americanos, que volaban por entonces para la
Fuerza Aérea de la República de China (los famosos "Flying Tigers del 76ª
Escuadrón de Caza), despegaron con sus cazas Curtiss P-40 Warhawk para
interceptar al intruso, pensando que sería un avión japonés.
Cuando
interceptaron al intruso, los pilotos americanos se quedaron sorprendidos al
ver que se trataba de un caza Curtiss P-40B, una versión más antigua de los
cazas que ellos mismos volaban, con unas escarapelas que no se usaban desde el
comienzo de la guerra (las de la estrella blanca con un círculo rojo en el
centro). El avión estaba en muy mal estado y tenía agujeros de disparos.
Además, el avión no tenía la rueda izquierda de su tren de aterrizaje. Al
acercarse al P-40B, los aviadores americanos vieron que el piloto del avión
parecía estar desvanecido o muerto.
Los dos
pilotos americanos siguieron a aquel avión un rato, hasta que finalmente empezó
a descender y se estrelló en un arrozal. Después de aquel hecho, un grupo de
pilotos americanos del 76º Escuadrón de Caza, entre ellos el Coronel Robert
Scott, fueron guiados por un grupo de guerrilleros chinos hasta el lugar en el
que el P-40B se había estrellado. Scott pudo recuperar del avión un diario
parcialmente quemado y un paquete de cartas. Lamentablemente, no pudieron
enterrar al piloto, ya que una patrulla japonesa apareció en la zona. El diario
y las cartas recuperadas de aquel P-40B fueron enviados a la inteligencia
militar. Y allí se perdió la pista de esta historia.
En
1943, la revista Time publicó la misteriosa historia de aquel avión fantasma.
Como explica la web The-Wanderling.com, un joven de 16 años, Curt Norris, de
Norton, Massachusetts, leyó aquella historia. Dos años más tarde se unió a las
Fuerzas Aéreas del Ejército de Estados Unidos y estuvo destinado en Bataán,
Filipinas, donde aún circulaba la historia del avión fantasma.
Después
de la guerra, Norris se dedicó a investigar esa misteriosa historia, hasta que
por fin conoció a Milton McMullen, un antiguo Sargento del Ejército de los EEUU
que estuvo destinado en el 19ª Grupo de Bombardeo en Mindanao, Filipinas. Tras
escuchar la historia del avión fantasma en una reunión de veteranos, McMullen
dijo que había trabajado con aquel avión. Él y otros americanos se quedaron en
las selvas de Filipinas luchando contra los japoneses después de que éstos
invadieran ese país al comienzo de la guerra en el Pacífico.
Lograron
reunir un par de cazas P-40 que se habían estrellado en la selva, y con sus
piezas pudieron poner uno de los aviones en condiciones de vuelo. Durante una prueba
de despegue, al avión se le rompió la rueda izquierda, y tuvieron que fabricar
un patín con cañas de bambú que se desprendería al despegar.
Finalmente, abrieron en la jungla un pequeño campo de aterrizaje. El 2 de septiembre de 1942, alguien despegó el avión sin que los soldados americanos supiesen de quién se trataba. McMullen sospechaba que se trataba un piloto americano había estado escondido en la jungla, como ellos. Poco después, McMullen y el resto de los soldados americanos que se escondían en la jungla fueron capturados por los japoneses. Vivieron un terrible cautiverio. De todo el grupo, sólo McMullen sobrevivió. Gracias a él, hoy podemos conocer el origen de aquella misteriosa leyenda. Eso sí: a día de hoy sigue sin conocerse la identidad del piloto que hizo aquel último vuelo en ese P-40B.
Fuente: https://www.outono.net