La
Operación Mincemeat (“Operación Carne Picada”) fue un plan británico, ejecutado
durante la Segunda Guerra Mundial, para convencer al alto mando alemán (OKW) de
que los Aliados iban a invadir Grecia en lugar de Sicilia. Para ello, se les
permitió interceptar unos documentos secretos, con detalles de los planes de
operaciones de los Aliados, que eran en realidad falsos y que se arrojaron al
mar, en Huelva, junto al cadáver de un hombre vestido de oficial de la Armada
Británica. Los alemanes, que dieron veracidad al hallazgo, reaccionaron
dividiendo sus fuerzas en el Mediterráneo, lo que facilitó posteriormente la
invasión de Sicilia.
Planificación
del engaño
En las
etapas finales de la campaña norteafricana, los estrategas aliados empezaron a
fijarse en Europa. La situación geográfica de Sicilia hacía de ella un objetivo
estratégico de primer orden. Además de ser un trampolín para la invasión del
continente, el control de la isla ayudaría en la protección del tráfico naval
aliado en el Mediterráneo. Pero los alemanes eran conscientes de la importancia
de la isla. En ella tenía una base la Luftwaffe para los ataques aéreos sobre
la fortaleza británica de Malta. Además, como la concentración masiva de tropas
aliadas para la invasión, cuyo nombre clave era “Operación Husky”, sería
probablemente detectada como señal de un ataque inminente, los Aliados
necesitaban engañar a los alemanes, de forma que no concentrasen sus fuerzas y
rechazasen la invasión.
Pocos
meses antes, el Capitán de la RAF Charles Cholmondeley de la sección B1(a) del
MI5 —no Sir Archibald Cholmondeley, como se dice en algunos relatos— tuvo la
idea de lanzar un transceptor de radio en Francia con un cadáver, como supuesto
operador, al que se le pondría un paracaídas mal abierto, con la idea de
proporcionar a los Aliados una fuente de desinformación contra los alemanes. El
plan se dejó de lado por impracticable; sin embargo, la idea fue recuperada pocos
meses más tarde por el Capitán de Corbeta Ewen Montagu, un oficial de
inteligencia naval miembro del “Comité de los Veinte” (un grupo que dirigía una
rama del MI5 especializada en el contraespionaje, operaciones de engaño y
desinformación), que consideró que la idea tenía muchas posibilidades, y
rápidamente empezó a estudiar los detalles del engaño.
Lo
primero que hizo su equipo fue considerar qué tipo de documentos llevaría un
hombre que falleciese por accidente de la apertura del paracaídas, según la
propuesta de Cholmondeley. Como los alemanes sabían que los Aliados nunca
enviaban documentación sensible en los vuelos sobre territorio enemigo,
decidieron que el hombre sería víctima de un accidente de aviación sobre el
mar. Esto sería una explicación de por qué llevaría varios días muerto en el
mar, al mismo tiempo que resolvía el problema del alto nivel de clasificación
de los documentos. Luego solo faltaba un nombre clave para la operación. Con el
característicamente macabro sentido del humor de Montagu, la operación recibió
el nombre de “Mincemeat” (“Carne picada”).
Antecedentes
La idea
de emplear un cadáver con documentos no era nueva. Hay dos incidentes que
Montagu debía de conocer:
“El
primero ocurrió en agosto de 1942, y fue un plan de engaño llevado a cabo antes
de la batalla de Alam Halfa. Se utilizó un cadáver que llevaba un mapa. El
cadáver fue abandonado en un vehículo de exploración que había explotado en un
campo de minas que se encontraba frente a la 80ª División Ligera, justo al sur
de Quaret el Abd. En el mapa se señalaba la posición de campos de minas aliados
inexistentes. Los alemanes encontraron el vehículo y cayeron en la trampa. Los
Panzer de Rommel, para evitar esos inexistentes campos minados, fueron
dirigidos a áreas de arena suelta, en donde quedaron atrapados.
El
segundo incidente no fue un plan de engaño, pero estuvo cerca de serlo. El 25
de septiembre de 1942 un hidroavión PBY Catalina con diez ocupantes que volaba
de Plymouth a Gibraltar se estrelló debido a una tormenta eléctrica en las
aguas de Cádiz, falleciendo todos los ocupantes del mismo. En él viajaba un
correo llamado “Paymaster”, el Teniente de Navío James Hadden Turner de la
Marina Real británica, con una carta. La carta era del General Mark Clark y
estaba dirigida al gobernador de Gibraltar, que debía entregarla al General
estadounidense Dwight D. Eisenhower. En ella le daba los nombres de los agentes
franceses en el norte de África y le decía que el 4 de noviembre se efectuaría
el desembarco de la Operación Torch, que empezó el 8 de noviembre. Los diez
cuerpos aparecieron en la playa de la Barrosa, en Chiclana de la Frontera,
provincia de Cádiz, donde fueron recuperados por las autoridades españolas. El
26 de septiembre un Almirante de la Armada Española entregó el cuerpo de Turner
con la carta al cónsul británico en Cádiz. Cuando el cuerpo fue devuelto a las
autoridades aliadas todavía llevaba la carta y los expertos determinaron que no había
sido abierta. Por supuesto, los alemanes tenían medios para leer
la carta sin abrirla, pero, si lo hicieron, no aceptaron la información como
verídica y no tomaron ninguna medida en relación con esa información”.
El Comandante
William Martin, de los Royal Marines
Sir Bernard Spilsbury, científico asesor del proyecto
Ayudados
por el famoso patólogo Sir Bernard Spilsbury, Montagu y su equipo determinaron
qué tipo de cuerpo necesitaban para esta operación. De la manera más discreta
posible, localizaron el cuerpo de un hombre de 34 años muerto recientemente por
una neumonía producida químicamente por ingestión de raticida. No hablaron de
la operación con la familia ni solicitaron permiso para ello, sino que
obtuvieron el cuerpo por mediación del encargado de la morgue del hospital St.
Pancras. Como el hombre había muerto de neumonía, el fluido en los pulmones
concordaba con el hecho de que hubiese permanecido en el agua mucho tiempo.
El paso
siguiente era establecer una “leyenda” o falsa identidad. El Comandante Martin
de los Royal Marines, William Martin, Capitán eventual habilitado como “Comandante”,
nacido en Cardiff, Gales, en 1907, y destinado en el Cuartel General de
Operaciones Combinadas. Esta graduación le fue asignada ya que con una
graduación inferior no hubiese podido llevar los documentos de alto grado de
clasificación, pero la edad podía ser un problema. Habilitando a Martin como “Comandante”
se resolvía el problema y pretendía dar la impresión de que este hombre era un
oficial de confianza y muy responsable, para que la operación fuese más
creíble.
Para
dar más credibilidad a la historia, le inventaron una novia que se llamaba Pam
—en realidad, una funcionaria del MI5—, completándolo con fotos y cartas de
amor. Entre sus pertenencias se incluyó un juego de llaves, entradas de teatro
recientes, una factura de alojamiento de su club de Londres, etcétera. Para
reforzar el engaño, Montagu y su equipo decidieron insinuar que era algo
descuidado, con facturas sin pagar, una tarjeta de identidad duplicada para
reemplazar la que había perdido, un pase caducado del Cuartel General de
Operaciones Combinadas que se le había olvidado renovar y una airada carta de
su banco, el Lloyds Bank, por un descubierto de “£17 19s 11d”. Este último
toque, aunque ingenioso, comportaba un elemento de riesgo, al existir la
posibilidad de que la Abwehr tuviese dudas sobre la idoneidad de un individuo
tan poco cuidadoso para transportar documentos de alto secreto. Pero si Montagu
estaba al tanto del incidente del Catalina, contaba con la frustración de los
alemanes por no haber aprovechado la información que tuvieron en sus manos.
Pero
esto era necesario para justificar que tanto el cuerpo como los documentos
fuesen recuperados juntos. Para ello, el Comandante Martin llevaría una cadena
alrededor de su gabardina a la que iría amarrado su maletín, para dar la
impresión de ser una persona que quería estar cómoda durante un largo vuelo
pero quería tener el maletín a mano todo el tiempo, indicando que era un
oficial muy responsable, aunque a veces un poco descuidado.
Mientras
Montagu y su equipo creaban la falsa identidad, también se estaban generando
los documentos necesarios para que el engaño funcionase. Era necesario
convencer a los alemanes de que el desembarco se iba a efectuar en algún sitio
que no fuese Sicilia. La idea era presentar un ataque a Cerdeña como paso
previo para establecer una base para un desembarco en el sur de Francia y, a
continuación, efectuar un gran desembarco en Grecia por los Balcanes.
Y, en
lugar de sugerir directamente estos falsos planes por medio de documentos
oficiales, se sugerirían por medio de una carta personal del Teniente General
Sir Archibald Nye, Segundo Jefe del Estado Mayor General Imperial, al General
Sir Harold Alexander, comandante británico en el norte de África, donde se le
decía off-the record que habría dos operaciones. Alexander atacaría Córcega y
Cerdeña, mientras el General Sir Henry Wilson lo haría en Grecia, dando a esta
falsa operación el nombre de “Operación Husky”, que era el nombre real de la
operación de desembarco en Sicilia.
Además,
en una jugada maestra de psicología inversa, la carta indicaba que se estaban
elaborando planes para engañar a los alemanes y convencerlos de que el
desembarco se haría en Sicilia. Esto debía dar la impresión a los alemanes de
que se enfrentaban a fuerzas lo bastante potentes para efectuar dos grandes
operaciones simultáneas y que tendrían lugar lejos de Sicilia, obligándolos a
dispersar sus fuerzas para enfrentarse a la amenaza.
Para
resaltar el carácter sensible de la carta y establecer la cualificación del Comandante
Martin para viajar al norte de África, Montagu incluyó otra carta de Lord Louis
Mountbatten, Jefe de Operaciones Combinadas al Almirante Sir Andrew Cunningham,
Comandante en Jefe del Mediterráneo, en la que Mountbatten ensalzaba la
experiencia del Comandante Martin en operaciones anfibias; y, aún más
importante, Mountbatten decía a Cunningham que Martin llevaba una carta
demasiado importante para ser enviada por los canales normales, lo que
explicaba la necesidad del vuelo de Martin. La carta también decía que el
blanco para la invasión sería Cerdeña.
Ejecución
de la operación
El Comandante
Martin fue puesto en un contenedor estanco y sellado conservado en hielo seco y
vestido con su uniforme de Royal Marines. Cholmondeley y Montagu alquilaron un
coche para entregarlo en Holy Loch, Escocia, y lo embarcaron en el submarino
británico HMS Seraph. Montagu había preparado esto con el Almirante Barry, que
tenía los submarinos bajo su mando. Barry sugirió el Seraph, que en ese momento
estaba disponible. Fue casualidad que su comandante, el Teniente de Navío
Norman L.A. (Bill) Jewell y la tripulación tuviesen experiencia previa en
operaciones especiales.
El 19
de abril de 1943 el Seraph se hizo a la mar. Navegó hasta una posición una
milla al sur de Huelva, en la costa española. Se seleccionó esta posición
porque España, aunque oficialmente neutral, simpatizaba con las potencias del
Eje y estaba repleta de agentes de la Abwehr. También se sabía que en Huelva
había agentes alemanes muy activos y que tenían muy buenos contactos con las
autoridades españolas.
A las
04:30 del 30 de abril, el Teniente de Navío Jewell ordenó a su tripulación
subir el contenedor a la cubierta del submarino en superficie. Antes había
dicho a su gente que iba a desplegar un sistema meteorológico altamente secreto
y ordenó a todos permanecer bajo cubierta. Reunió a sus oficiales, les explicó
los detalles de la operación y les exigió mantener el secreto. Después,
abrieron el contenedor, pusieron el chaleco salvavidas al Comandante Martin y
le ataron el maletín con los documentos; rezaron el salmo 39 y pusieron
suavemente el cadáver en el agua para que la corriente lo arrastrase hacia
tierra. Una vez terminado, Jewell puso un mensaje al “Comité de los Veinte”
diciendo: “MINCEMEAT completed”.
El
cuerpo fue descubierto a las 07:30 en la playa de El Portil, por un pescador de
Punta Umbría de origen portugués, José
Antonio Rey María, que lo llevó al puerto e informó
a las autoridades españolas. La Abwehr local, representada por el técnico en
agricultura alemán Adolf Clauss, tuvo conocimiento inmediato del
descubrimiento.
“Se han
tragado toda la carne picada (“Mincemeat”)”
A los
tres días, el comité recibía un telegrama del agregado naval con la noticia del
descubrimiento del cadáver. El cuerpo del comandante Martin fue entregado al
vicecónsul británico F. K. Hazeldene y fue enterrado con honores militares el 4
de mayo en el cementerio de Huelva.
El
vicecónsul acordó con el forense Eduardo del Torno redactar el informe post
mortem en el sanatorio de Huelva, próximo al cementerio. Se informó que el
hombre había caído al agua con vida, que no tenía golpes, que había muerto
ahogado y que el cuerpo estaba en el agua desde hacía entre tres y cinco días.
El forense no hizo una autopsia completa al creer que el Comandante Martin era
católico, porque llevaba al cuello —otro toque de Montagu— una cadena con una
cruz de plata.
Mientras,
Montagu decidió incluir el nombre del Comandante Martin en la siguiente lista
de bajas británicas que, un mes más tarde, fue publicada en el Times, sabiendo
que los alemanes la iban a leer para confirmar el fallecimiento. Casualmente,
también estaban en la lista dos oficiales que habían fallecido al estrellarse
su avión en la mar, cuando iban hacia Gibraltar, lo que aumentaba la
credibilidad de la “historia” del Comandante Martin. Para reforzar el engaño,
se mandaron una serie de mensajes urgentes del Almirantazgo al agregado naval
británico en Madrid pidiéndole la devolución a cualquier precio de los
documentos encontrados con el cuerpo, debido a su contenido altamente sensible
—todo esto cifrado con una clave de bajo nivel—, para alertar a las autoridades
españolas sobre su importancia. Los documentos fueron devueltos el 13 de mayo,
asegurando que no faltaba nada.
Pero
antes los alemanes habían oído hablar del descubrimiento de los documentos y,
no sin cierta dificultad, el agente local de la Abwehr consiguió hacerse con
ellos. El gobernador civil de Huelva, el falangista y germanófilo Joaquín
Miranda, mantuvo una actitud colaborativa con el consulado alemán. Los alemanes
abrieron cuidadosamente el maletín y fotografiaron
todo su contenido. Después, el maletín fue entregado a los británicos por las
autoridades españolas. Las fotografías se enviaron urgentemente a Berlín, donde
fueron evaluadas por la inteligencia alemana.
Cuando
el cuerpo del Comandante Martin fue devuelto y se comprobó la documentación,
los británicos vieron que había sido leída y vuelta a guardar cuidadosamente.
La confirmación posterior obtenida por medio de “ULTRA” hizo que se enviase un
telegrama a Winston Churchill, que estaba en los Estados Unidos, diciendo: “Mincemeat
Swallowed Whole” (“Se han tragado toda la carne picada”).
Los
alemanes habían mordido el anzuelo. Todo el cuidado que Montagu y su equipo
habían puesto para establecer la identidad de Martin había dado su fruto.
Hitler
quedó tan convencido de la autenticidad de los falsos documentos que discrepaba
de Mussolini en cuanto a que Sicilia era el punto más probable para la
invasión, insistiendo en que cualquier incursión sobre la isla debía
considerarse parte de un plan de engaño y que el ataque principal sería en
cualquier otro lugar. Hitler dio órdenes para reforzar Córcega y Cerdeña, y
envió al Mariscal Rommel a Atenas para formar un grupo de ejércitos. Los buques
patrulleros, minadores y dragaminas asignados a la defensa de Sicilia se
mandaron a otros lugares. Pero la decisión más crítica fue probablemente el
envío de dos divisiones Panzer del frente soviético a Grecia, justo en el
momento en que se estaban preparando para atacar a los rusos en la batalla de
Kursk.
La
Operación Husky empezó el 9 de julio, cuando los Aliados atacaron Sicilia por
el sur. Pero los efectos de la Operación Mincemeat duraron todavía dos semanas,
ya que los alemanes seguían convencidos de que era una finta y que el ataque
principal sería en Cerdeña o en Grecia. Como resultado, la conquista de Sicilia
encontró relativamente poca resistencia y se completó el 9 de agosto. Además,
la caída de Palermo, a mediados de julio provocó, el 27 de julio, un golpe de
Estado que apartó a Mussolini del poder.
Identidad
real del comandante Martin
El
hombre al que se conoció como “Comandante Martin” sigue enterrado en el
cementerio de Huelva. Al convertirse “Mincemeat” en una leyenda, seguía el
interrogante sobre la identidad de ese hombre.
Según
pasaron algunos años después de que apareciera el cadáver del Comandante
Martin, se extendió el rumor de que este hombre era o había sido un vagabundo
londinense que había fallecido por pulmonía y que, tras comprobarse que no
tenía familiares que reclamaran el cadáver, se decidió utilizar éste para dicho
propósito.
En 1996
el ejército británico desclasificó algunos documentos relativos al hecho. La
identidad de Martin se ha asociado desde entonces a la del mendigo galés
Glyndwr Michael, pero también a la de un posible náufrago. En 1996 un
historiador aficionado llamado Roger Morgan encontró evidencias de que Martin
fue efectivamente un alcohólico vagabundo galés llamado Glyndwr Michael que
murió por ingerir veneno para ratas, aunque no se sabe cómo ni por qué lo ingirió.
La
lápida del cementerio de Huelva lleva el nombre de “William Martin” quien, con
su muerte, salvó miles de vidas y cambió el curso de la guerra. Posteriormente
se ha añadido el nombre de Glyndwr Michael como reconocimiento a su labor.
En
cuanto a Ewen Montagu, por su participación en la Operación Mincemeat se le
concedió la Orden del Imperio Británico. Se convirtió más tarde en Judge
Advocate of the Fleet. En 1953 escribió un libro sobre la operación titulado “El
hombre que nunca existió”, que fue llevado al
cine poco después.
La
conexión con el HMS Dasher
Imagen de la tumba de William Martin, y debajo su inscripción en inglés.
En su
libro “Los secretos del HMS Dasher”, portaaviones británico que se hundió por
accidente en la guerra y cuyo accidente se ocultó al público para no minar la
moral, los escritores John y Noreen dicen que el cuerpo que se dejó en la mar
frente a Huelva no era el de Glyndwr sino el de una de las víctimas del
accidente del Dasher. Lo razonan exponiendo que el cuerpo del vagabundo se “adquirió”
en enero de 1943 y tenía que haberse descompuesto, incluso conservado en hielo.
Se preguntan por qué el submarino HMS Seraph recibió órdenes para ir a la costa
este de Escocia, hacia el norte, para ir luego hacia el sur, al Firth of Clyde,
lugar del accidente del Dasher. Habría sido más lógico que Montagu hubiese
llevado directamente el cadáver al puerto de Blyth, donde estaba amarrado el
Seraph. La teoría de estos escritores es que se necesitaba un nuevo cuerpo para
el éxito de la operación, dado que el cuerpo original se había descompuesto
hasta el punto de no ser utilizable y que el contenedor que Montagu llevó a
Holy Loch estaba vacío. La tesis de que se trató de un tripulante del Dasher
fue también sostenida por otros autores, por lo que el misterio del “hombre que nunca
existió” continúa.
La
Universidad de Huelva publicó un libro en el año 2011 sobre el tema y en él
se aportan las pruebas efectuadas por georradar en un nuevo intento de
comprobar si realmente la tumba del Mayor Martin se encuentra ocupada.
Por su
parte, la Diputación de Huelva editó un libro en el año 2014 que analiza las múltiples
incongruencias de la versión oficial británica
y aporta una nueva teoría, utilizando como argumento de la investigación
el testimonio del hijo del agente secreto alemán que operaba en Huelva durante
aquellos años. Se plantea que la tumba de William Martin quizás esté vacía, ya
que su cuerpo podría haber sido trasladado a Italia en submarino por los
alemanes, con la idea de practicarle una autopsia con médicos propios.
Las
flores en la tumba de William Martin
Desde
el entierro de “William Martin” siempre hay flores frescas en su tumba. En 2002
se reveló el secreto de quién las colocaba: Isabel Naylor, hija de un
trabajador inglés de la Rio Tinto Company Limited, que siguió la tradición que
su padre inició cuando ella contaba catorce años. Ha sido condecorada por el
gobierno inglés por ello.
En la
cultura popular
Duff
Cooper, quien era ministro participante en la operación, publicó una novela de
espías llamada Operation Heartbreak (1950), cuya trama era casi igual que el
desarrollo de la operación.
Después de la publicación de la misma, los
servicios de seguridad británicos decidieron publicar la historia de la
operación; Montagu escribió “The Man Who Never Was” (1953), el libro se vendió
en dos millones de ejemplares y dio base a la película bajo el mismo título de
1956. En aquel entonces
los servicios secretos no dieron a Montagu la libertad total para desvelar
todos los detalles de la operación. En 1977 Montagu publicó “Beyond Top Secret
U”, una autobiografía de los tiempos de la guerra, donde reveló más detalles
acerca de Mincemeat.
En 2016
se publicó el libro “El tiempo es el que es”, de Anaïs Schaaf y Javier Pascual,
basado en la serie de la Televisión Española “El Ministerio del Tiempo”, en el
cual aparece la historia de la operación Mincemeat. El segundo episodio
de la tercera temporada de la serie, “Tiempo de espías”, es una adaptación de
esta parte del libro con algunos cambios menores.
En 2021
se estrenó la película británica Operación Mincemeat, la cual relata el
desarrollo interno de esta operación secreta.
Fuente:
https://es.wikipedia.org