9 de junio de 2020
EL PODERÍO AÉREO EN LA GUERRA DEL CHACO
Por James S. Corum (*)
Introducción
La Guerra del Chaco fue la guerra más grande y más
sangrienta que se libró en el Hemisferio Occidental durante el siglo XX.
Durante tres años, de 1932 a 1935, Bolivia y Paraguay pelearon una guerra
salvaje en la que hubo grandes bajas (60.000 bolivianos y 30.000 paraguayos) a
causa del Chaco, una tierra árida en el corazón de América del Sur. Ninguno de
los dos países se dedicaba a fabricar armamento o aviones, de manera que ambos
agotaron sus economías al máximo para crear grandes ejércitos y equiparlos con
el mejor armamento que pudieron comprar en el mercado mundial. Las fuerzas
armadas de ambos países habían sido capacitadas por oficiales europeos, y
habían entendido el papel importante que el poderío aéreo desempeñó en la
Guerra Mundial. Por lo tanto, Bolivia y Paraguay se empeñaron en proporcionarse
a sí mismos con las fuerzas aéreas más modernas que pudiesen sufragar.
Este artículo trata sobre el uso del poderío aéreo por parte
de Bolivia y Paraguay durante la Guerra del Chaco. Las fuerzas aéreas desempeñaron
una variedad de papeles importantes en todas las etapas de la guerra, inclusive
apoyo aéreo cercano, reconocimiento y evacuación de bajas. La Guerra del Chaco
nos brinda un análisis de un caso práctico muy útil sobre cómo países pequeños
pueden emplear y mal emplear el poderío aéreo en una guerra convencional
intensa. A medida que ambos países enfrentaron embargos que prohibían la venta
de aviones militares y materiales bélicos durante la guerra, también es
considerado un caso práctico útil de cómo países pequeños pueden encontrar
maneras para evadir las restricciones internacionales que les fueron impuestas
a fin de poder mantener sus ejércitos equipados y sus fuerzas aéreas volando.
Orígenes de la Guerra
El Chaco es una región de 150.000 millas cuadradas parecida
a un desierto que, hasta fines de la década de los años treinta, había
permanecido en su mayoría despoblada y sin explorar. Está rodeada por el Río
Pilcomayo y la Argentina al sur, y por el Rio Paraguay y la región fértil del
centro de Paraguay al este. En el oeste, el Chaco está rodeado por la tierra
baja de los Andes de Bolivia y al norte por las regiones selváticas de Brasil y
Bolivia. La región está cubierta por matorrales copiosos y árboles quebracho,
tiene escasos recursos aprovechables y el potencial para la agricultura es
pobre. La mayor parte del año el clima es caliente y seco y es sede de una
impresionante variedad de culebras venenosas e insectos portadores de
enfermedades. El agua es sumamente escasa en el Chaco y los pocos pozos y lagos
en la región adoptaron una importancia central estratégica en las campañas de
la guerra. Durante el invierno hay una temporada de lluvia de corta duración en
la que los pocos caminos, que son senderos polvorientos durante la mayor parte
del año, se convierten en ciénagas intransitables. Es una de las regiones más
inhóspitas del mundo para librar una guerra intensa.
Los orígenes de la guerra radican con la pérdida de Bolivia
de su litoral y el acceso al Océano Pacífico durante las guerras con Chile en
la década de los años 1880. Después de perder el territorio con Chile, Bolivia
buscó un acceso al océano. El Río Paraguay, que linda con el Chaco al este, es
un río profundo y accesible a barcos que navegan el océano. Bolivia deseaba
tener un puerto de mar en el Río Paraguay y para obtener completo acceso al
mismo necesitaba apoderarse del Chaco. El único problema era que los paraguayos
habían llegado primero. Lo poco de ocupación y explotación que se había logrado
en el Chaco fue llevada a cabo por Paraguay durante la década de los años
veinte. Bajo la autoridad paraguaya, en el Chaco se habían creado unas cuantas
granjas pobladas por inmigrantes alemanes miembros de una secta evangélica.
Además, los paraguayos administraban algunas operaciones de tala de árboles
quebracho, ricos en curtidos para curar pieles, y habían construido locomotoras
de vías estrechas hasta el Chaco para enviar los troncos al Río Paraguay.
A inicios del siglo, Bolivia resucitó unos antiguos reclamos
de tierras que datan de la época colonial española y que colocaron al Chaco
bajo la soberanía del Virreinato del Perú y heredado por Bolivia. Paraguay
podía hacer reclamos sobre el Chaco con base en cartas constitucionales del
siglo XVI cuando Paraguay formaba parte del Virreinato del Río de la Plata. Las
negociaciones duraron muchos años con Paraguay ofreciéndole a Bolivia un puerto
libre en el Río Paraguay, pero rehusándose a ceder su reclamo u ocupación
actual de gran parte del Chaco. Bolivia no se conformó con nada menos que la
propiedad total de toda la región. Para Bolivia, adueñarse del Chaco era motivo
de orgullo nacional y necesidad económica. Para Paraguay la situación era
diferente. Paraguay había perdido un tercio de su territorio nacional en la
desastrosa Guerra de la Alianza Triple (1865-1870) cuando Paraguay tuvo que
enfrentarse a las fuerzas aliadas de Brasil, Argentina y Uruguay. Después de
años de ardua batalla, los paraguayos habían establecido una reputación por su
valentía y perseverancia—y también perdieron el 80 por ciento de su población
adulta masculina quienes murieron en una guerra irremediable. A Paraguay le
había tomado dos generaciones para recuperarse de la devastación de la guerra.
Perder otro trozo grande de su territorio reduciría a Paraguay a tan sólo un tercio
del territorio que había ocupado cuando obtuvo la independencia de España en
1811. Si había otra división de su territorio, la soberanía de Paraguay como
país estaría en duda. Por lo tanto, para los paraguayos poder resistirse las
demandas bolivianas sobre el Chaco era cuestión de su supervivencia nacional[1].
Fue valiente Paraguay resistir tan tenazmente las demandas
bolivianas. En 1930, Bolivia contaba con una población de tres millones, en
comparación con una población de un millón de Paraguay, y la economía
boliviana, apoyada por sus ricas minas de plata y estaño, era tres veces mucho
más grande que la economía paraguaya que se basaba en la ganadería, aceite de
palma y cultivo de algodón. Para ambos lados, la guerra era inevitable. Durante
la década de los años 1920, Bolivia y Paraguay fortificaron sus fuerzas armadas
para la guerra.
Los Ejércitos Contrarios
A inicios del siglo, Paraguay acostumbraba enviar sus
mejores oficiales a Chile y la Argentina para recibir adiestramiento. Antes de
la Primera Guerra Mundial, una misión militar alemana había estado capacitando
activamente al Ejército Paraguayo. Después de la Primera Guerra Mundial, los
franceses proporcionaron la mayor influencia extranjera con una misión militar
francesa numerosa que llegó en 1926. En las reformas que se dieron después de
la revolución de 1922, Paraguay planificó crear un ejército permanente de 4000
efectivos que aumentaría a 24000 en tiempos de movilización. A mediados de la
década de los años veinte, Paraguay propasó su presupuesto nacional para
equipar nuevamente sus fuerzas. A España se le compró más de 10000 rifles
Máuser. A Dinamarca, Paraguay le compró ametralladoras livianas Madsen y a
Estados Unidos, 32 ametralladoras Browning pesadas. Paraguay le compró a
Francia ocho cañones de montaña Schneider Model 1927 de 105 mm y 24
ametralladoras de montaña de 75 mm. Después de un enfrentamiento con los
bolivianos en el Chaco en 1928, Paraguay compró más armamento y continuó
aumentando su ejército. Se compraron siete mil rifles Máuser adicionales al
igual que 200 ametralladoras Madsen y 24 morteros Stokes-Brand de 81 mm[2].
El plan de estudios de la academia de oficiales se revisó. Se creó una academia
para suboficiales al igual que una academia de Estado Mayor General. Paulatinamente,
Paraguay intensificó su ejército y armada, al igual que su arma aérea y, para
1931, contaba con alrededor de 4000 efectivos con la capacidad de movilizar
hasta aproximadamente 16000 más. La economía nacional durante la década de los
años veinte fue extendida a sus límites en compras de armamento y equipo para
la defensa del Chaco[3].
Una de las compras más grandes de armamento hecha por
Paraguay, una que tendría un impacto importante en la conducción de la guerra,
fue la compra a Italia en 1930 de dos poderosas lanchas cañoneras blindadas.
Las dos lanchas, la “Humaitá” y la “Paraguay”, eran de 845 toneladas y estaban
en servicio en el Río Paraguay. Cada una contaba con dos ametralladoras
principales de 4.7” y estaban equipadas con ametralladoras antiaéreas (tres
ametralladoras antiaéreas de tres pies y dos cañones de 40 mm). Esas lanchas
podían transportar tropas y equipo por el Río Paraguay hasta el teatro de
guerra en el Chaco[4].
Bolivia, con una población mucho más grande que la de Paraguay
y un ingreso fijo de sus minas de plata y estaño, pudo comprar una cantidad
considerable de armamento moderno en la década antes de la guerra. En 1926,
Bolivia concertó un contrato con Vickers para 36.000 rifles, 250 ametralladoras
pesadas y 500 ametralladoras livianas, 196 piezas de artillería y grandes
cantidades de municiones[5]. El comienzo de la depresión en 1929 disminuyó el contrato con Vickers pero,
cuando la guerra estalló en 1932, Bolivia tenía a la mano un armamento
impresionante de 39.000 rifles Máuser modernos, 750 ametralladoras, 64 piezas
de artillería modernas y cinco tanques británicos para dotar su ejército
permanente de 6.000 hombres[6].
Los Comandantes Contrarios
Hans Kundt, un oficial alemán, fue la figura militar
principal en Bolivia durante las dos décadas antes de la Guerra del Chaco.
Kundt nació en 1869 en Mecklenburg, Alemania y fue comisionado en 1888. Sirvió
en el Estado Mayor y llegó a Bolivia en 1911 en calidad de jefe de la misión
alemana de adiestramiento en Bolivia[7]. Gozaba de una excelente relación con los bolivianos y adquirió una reputación
de gran administrador y entrenador de tropas. Al estallar la Primera Guerra
Mundial, Kundt regresó a Alemania. Kundt prestó servicio en el frente
occidental como Jefe de Estado Mayor del Cuerpo y como Comandante de Brigada.
Después de la Primera Guerra Mundial, Kundt se retiró con el rango de Coronel,
pero le confirieron el rango de General de División al retirarse[8]. Después de la Primera Guerra Mundial, lo invitaron de regreso a su país
adoptivo y le ofrecieron los puestos de Jefe de Estado Mayor del Ejército y de Ministro
de Guerra con el rango de General. Kundt aceptó los puestos y encabezó el
programa de rearme de Bolivia durante la década de los años veinte y la
planificación para la ocupación del Chaco. Kundt gozaba de excelentes
cualidades como administrador e instructor dedicado y tenía inquietud por el
bienestar de sus soldados, una característica poco común en la tradición
militar suramericana. Sin embargo, durante la Primera Guerra Mundial Kundt
había dado muestras que sus conocimientos de táctica eran mediocres,
prefiriendo ataques frontales en la mayoría de las situaciones de combate. A
pesar de sus conocimientos de estado mayor, tampoco era un buen estratega.
Aunque la inquietud militar principal de Bolivia durante la década de los años
veinte era el Chaco, Kundt nunca visitó o se familiarizó con la región, y su
concepto de una guerra con Paraguay era esencialmente una marcha triunfante y
sin oposición de las fuerzas armadas bolivianas a través de la región. Kundt
estaba renuente a depender de sus oficiales bolivianos—y contaba con oficiales
muy buenos— y prefería supervisar muy de cerca la labor del ejército. Kundt fue
destituido de sus cargos como Jefe de Estado Mayor y Ministro de Guerra y fue
enviado al exilio por el papel que desempeño en un intento de golpe de estado
en 1930.
En contraste con el General Kundt se encontraba el
comandante paraguayo de la Guerra del Chaco, José Félix Estigarribia.
Estigarribia nació en circunstancias humildes hijo de un campesino y orfebre de
plata en Caraguatay, Paraguay, en 1888 y asistió a una universidad de
agronomía. Sin embargo, después de obtener su diploma, Estigarribia cambió su
carrera y en 1910 se alistó en el ejército y fue designado el cargo de Teniente
de Infantería. De 1911 a 1913, Estigarribia asistió a la Academia Militar
Chilena. En aquel entonces, el Ejército de Chile estaba considerado como el
mejor en América del Sur. Estigarribia mostró grandes aptitudes y en 1917 fue
ascendido a Capitán. Él desempeñó un papel importante en la revolución de 1922
en Paraguay y luego fue promovido a Mayor y seleccionado para asistir al curso
de estado mayor del Ejército Francés en la Ecole Superioeur de Guerre. En 1927,
culminó el curso de tres años de duración y en 1928 fue nombrado Jefe de Estado
Mayor del Ejército. A menos de un año de haber sido nombrado fue despedido del
cargo a causa de desacuerdos con el gobierno con relación a la estrategia para
defender el Chaco. Sin embargo, a medida que la guerra se avecinaba, el
gobierno decidió que Estigarribia era el hombre que ellos necesitaban en el
teatro de guerra y, en 1931, lo nombraron comandante en el Chaco con la misión
de organizar una división de campaña para defender la región. Estigarribia
gozaba de una reputación sólida en el ejército como un verdadero estudiante de
la guerra moderna. Él contaba con una amplia biblioteca militar y hablaba
francés con fluidez y algo de inglés. Era conocido como un hombre tranquilo
pero intenso y era popular entre las tropas[9].
Las Fuerzas Aéreas Contrarias
Bolivia entró a la era de la aviación en 1915 cuando se
efectuó con éxito el primer vuelo en La Paz. En 1916, Bolivia comenzó a fundar
un cuerpo de aviación y envió a tres oficiales a la Argentina y tres oficiales
a Chile para recibir capacitación de vuelo. A inicios de la década de los años
veinte, Bolivia compró varios aviones entrenadores franceses e intentó
establecer su propio programa de capacitación para pilotos. Después de un par
de intentos fracasados, se estableció una escuela militar de capacitación de
vuelo en La Paz en 1923 bajo el mando del Mayor Bernardino Bilbao Rioja, uno de
los primeros pilotos militares bolivianos. Se contrató a un piloto instructor
suizo y el cuerpo aéreo comenzó a convertirse en una verdadera fuerza aérea.
Para 1925, Bolivia había adquirido una variedad de aeronaves militares
europeas, inclusive cinco Fokker C-V, dos aviones de combate Fiat BR, dos
bombarderos franceses Bregue XIX, diez aviones caza Bristol F.2B, nueve
biplanos Martinsyde y once Avro 504[10].
El comandante del Cuerpo Aéreo Boliviano durante la mayor
parte de esa época fue el Mayor Bilbao Rioja, un piloto y oficial sumamente
capaz que pasaba su tiempo estudiando la aviación europea y la norteamericana.
Por cuenta propia, tradujo y publicó varios manuales técnicos y de artillería
aérea para su pequeña fuerza aérea. Bilbao Rioja ejercía una influencia
considerable sobre las compras de equipo del cuerpo aéreo inexperto y su
organización y doctrina[11].
En 1927, Bolivia ordenó nueve aviones de combate Vickers
“Vespa” de Gran Bretaña, aviones de caza livianos muy capaces y ágiles para su
época. En 1926-27, Bolivia aceptó la entrega de seis bombarderos Breguet XIX de
Francia, aviones muy capaces y fuertes. En 1929, Bolivia compró otros cuatro
modelos mejorados del Breguet XIX. Para el inicio de la Guerra del Chaco,
Bolivia contaba con un cuerpo aéreo muy capaz según los estándares suramericanos.
Durante los meses antes del conflicto, los bolivianos desplazaron un grupo
aéreo de tres aviones de combate Vickers Vespa, tres bombarderos Breguet XIX,
de cinco a seis aviones de combate Vickers “Scout” Type 143 y un par de Fokker
CV a Villa Montes, en la frontera del Chaco y las tierras bajas de Bolivia[12].
El primer vuelo paraguayo tuvo lugar en 1915, cuando un
piloto paraguayo que había asistido a la escuela de vuelo en la Argentina llevó
a Paraguay el primer avión. Al finalizar la Primera Guerra Mundial, Paraguay
había comprado varios aviones entrenadores franceses y había establecido un
cuerpo aéreo pequeño. Algunos aviones participaron en las acciones de combate
de la revolución de 1922. El verdadero comienzo de un cuerpo aéreo militar en
Paraguay ocurrió con la llegada de una misión de la Fuerza Aérea Francesa en
1926[13]. Los franceses mantuvieron cinco misiones aeronáuticas y de adiestramiento en
América del Sur entre 1918 y 1924. En 1926, una misión aérea francesa de cinco
oficiales y un suboficial mecánico llegaron a Asunción para fundar una escuela
para las tripulaciones de vuelo y en tierra para el Cuerpo Aéreo Paraguayo. La
misión francesa permaneció desde 1926 hasta 1931 y durante ese tiempo
establecieron un Cuerpo Aéreo Paraguayo sólido y graduaron dos promociones de
pilotos de la escuela de vuelo. En ese entonces, los franceses le vendieron a
Paraguay tres aviones entrenadores Hanriot HD 32, dos aviones entrenadores
Moran Saulnier 35, seis aviones bombarderos/de reconocimiento livianos y cuatro
aviones de combate Wibault 73[14].
Al estallar la Guerra del Chaco, los paraguayos poseían una
pequeña arma aérea de aproximadamente veinticinco pilotos y unas cuantas
docenas de mecánicos y ajustadores. Algunos observadores habían sido
capacitados y el cuerpo aéreo estaba organizado en pequeñas escuadrillas de
aviones de combate que constaban de aviones Wibault 73 y una escuadrilla de
aviones bombarderos/de reconocimiento que constaba de los Potez 25. Los
paraguayos también contaban con una pequeña cantidad de aviones de transporte y
de uso ligero al igual que aviones entrenadores acantonados en Asunción en el
Aeródromo Nu-Guazu. Los bombarderos Potez 25 estaban al borde de volverse
obsoletos en 1932, pero durante los años veinte este avión resistente, seguro,
maniobrable y versátil había sido uno de los aviones más populares de las
fuerzas armadas francesas durante las difíciles campañas coloniales. El Wibault
73, un avión caza monoplano de alas altas, también estaba en servicio con
algunas escuadrillas francesas de aviones de combate en aquel entonces, y
estaba reconocido como un buen avión de combate. Sin embargo, el motor
Lorraine-Diedrich, enfriado por agua, de 450 caballos de potencia que accionaba
al Wibault tenía la tendencia de sobrecalentarse en las condiciones del Chaco y
su servicio en la guerra fue deficiente a causa de los problemas constantes en
los motores. El comandante del Cuerpo Aéreo Paraguayo era un argentino, el
Mayor (luego Teniente Coronel) Vicente Almonacid, que había volado con los franceses
en el Frente Occidental durante la Primera Guerra Mundial.
Para dos países pequeños y pobres, tanto Bolivia como
Paraguay habían hecho grandes esfuerzos por organizar fuerzas aéreas eficaces
para la guerra que se avecinaba. Al estallar la guerra, los bolivianos poseían
una fuerza aérea pequeña, pero capaz, de aproximadamente cuarenta aviones, que incluía
aviones entrenadores y de transporte. Paraguay podía colocar en campaña
alrededor de diez aviones de combate y contaba con aproximadamente veinte
aviones entrenadores y de transporte. Una vez que comenzó la guerra, ambos
países intentarían desesperadamente evadir restricciones establecidas por los
países neutrales en cuanto a la venta de armamento a los combatientes y le
daría gran prioridad a la compra de aviones.
La Guerra Comienza
En julio de 1932, un destacamento del Ejército Boliviano
capturó un puesto de avanzada paraguayo en el Lago Pinantuten. En julio, las
tropas paraguayas volvieron a apoderarse del fuerte después de una pequeña
refriega y el Ejército Boliviano en el Chaco respondió atacando y apoderándose
de las aldeas de Corrales y Toledo el 27 y 28 de julio. Al mismo tiempo, tres
regimientos bolivianos apoyados por aviones de combate y aviones bombarderos,
fueron agrupados para atacar un fuerte paraguayo en Boquerón, que fue capturado
a finales de julio después de una ardua batalla. Con la batalla de Boquerón,
una serie de refriegas incruentas se habían convertido en una guerra.
El conflicto en el Chaco se intensificó rápidamente durante
el mes de agosto. Al inicio de la guerra, los bolivianos contaban con 4.000
efectivos organizados en lo que se conocía como el Primer Cuerpo del Ejército
en la parte sudoeste del Chaco. Dos mil hombres, organizados en dos divisiones,
estaban acantonados al noroeste del Chaco. Para el mes de agosto, 6.000
refuerzos más avanzaban desde Bolivia.
Durante el mes de agosto de 1932, los paraguayos bajo
Estigarribia formaron una fuerza de 8.000 efectivos y los organizó en un Cuerpo
del Ejército en el pueblo de Isla Poí. Mil quinientos hombres más fueron
atrincherados en Nanawa al sudeste del Chaco y la Tercera División, con 3.000
efectivos y ocho piezas Schneider de artillería móvil, estaba acantonada en el
Alto Río Paraguay. Otros 3.000 efectivos más fueron enviados desde Asunción.
Durante los meses de julio y agosto, los paraguayos construyeron una pista de
aterrizaje en su base de avanzada en Isla Poí y desplazaron una pequeña fuerza
de aviones de combate, prácticamente todo lo que Paraguay poseía en términos de
poderío aéreo, a la zona de batalla.
La Posición Estratégica
El primer error estratégico importante de los bolivianos fue
que creyeron que unos cuantos miles de tropas bolivianas podrían sencillamente
intimidar a los paraguayos y adueñarse del Chaco con poca resistencia. La
estrategia boliviana, si así se pudiese catalogar, había sido planificada bajo
el General Kundt en la década de los años veinte, y en ella se dio por sentado
que Paraguay no podía o no quería pelear e hizo un llamado para una entrada
triunfal de las fuerzas bolivianas al Río Paraguay. No obstante, el problema
estratégico principal para Bolivia fue su larga y tenue línea de abastecimiento
hacia el frente de batalla en el Chaco. Las tropas bolivianas fueron
movilizadas en el centro de Bolivia y transportadas por ferrocarril gran parte
del camino hacia la principal base boliviana, la ciudad de Villa Montes en las
tierras bajas bolivianas. Desde Villa Montes, los soldados bolivianos tuvieron
que enfrentar una marcha de 200 a 300 millas a través del polvo y del calor
sofocante del Chaco, hasta que llegaron a las líneas del frente. El calor y la
falta de forraje significaba que los caballos no sobrevivirían en el Chaco por
mucho tiempo. De hecho, las unidades de caballería de ambos ejércitos fueron
desmontadas al poco tiempo. Esto significaba que el medio básico de transporte
en el Chaco era el camión, y éstos escaseaban en ambos ejércitos. En vista de
que solo había suficientes camiones para los abastos, los soldados tenían que
marchar durante semanas para llegar a la línea del frente y a menudo llegaban
extenuados y desnutridos.
Los paraguayos pudieron trasladar sus tropas desde Asunción
y el centro de Paraguay por barcos de vapor por el Río Paraguay hasta la base
en Puerto Casado. Desde ahí había una locomotora de vía estrecha que iba hacia
el Chaco y la Isla Poí, la base paraguaya principal en el Chaco, yacía a sólo
18 millas al final de la línea de la locomotora. Las tropas y los abastos
tuvieron que enfrentar una marcha relativamente corta hacia el frente. Durante
gran parte de la guerra, los factores de logística y de transporte trabajaron a
favor de Paraguay e impidieron, en gran medida, la tremenda ventaja boliviana
en cuanto a personal y material. Esto también significaba que, desde el inicio
de la guerra, el transporte aéreo sería muy importante para las fuerzas
bolivianas.
Campaña Boquerón
A inicios de septiembre, Estigarribia había concentrado su
Primer Cuerpo y lo había enviado a Boquerón para rodear y embestir la
guarnición boliviana de varios cientos de hombres. Las fuerzas aéreas de ambos
países comenzaron el patrullaje y reconocimiento agresivo para detectar los
movimientos de las tropas enemigas. Los bolivianos, que contaban con una fuerza
aérea más grande, obviamente tenían la ventaja en el aire. El 8 de septiembre,
dos aviones de combate bolivianos Vickers “Vesp” detectaron al Segundo
Regimiento de Infantería paraguayo en el camino hacia Boquerón y bombardearon y
ametrallaron la columna, ocasionando grandes bajas entre los hombres y los
caballos. Muchos de los soldados paraguayos, la mayoría de los cuales nunca
habían visto aeroplanos, se atemorizaron y desaparecieron hacia los arbustos y
sus oficiales tuvieron que pasar el resto del día reuniendo la unidad[15].
A pesar de este retraso, la avanzada continuó y los paraguayos atacaron a
Boquerón el 9 de septiembre. Cuando el ataque inicial no tuvo éxito, las
fuerzas paraguayas se colocaron alrededor del fuerte para asediarlo. En la
mañana del 9, una columna completa de camiones pertenecientes al Decimotercero
Regimiento de Infantería tropezó con una emboscada paraguaya y fueron hechos
pedazos.
El patrullaje aéreo de los bolivianos en este caso no le dio
al alto mando boliviano una descripción clara de las operaciones de ofensiva de
Estigarribia[16]. Los espesos matorrales del Chaco fueron útiles para ocultar las operaciones y
ayudó a los paraguayos a negar algunos de los resultados de la capacidad de
reconocimiento superior boliviana. La artillería paraguaya era uno de los
blancos principales de las patrullas aéreas bolivianas, pero era difícil
encontrar las ametralladoras que estaban camufladas y bien atrincheradas. Los
ataques iniciales del 8 de septiembre les enseñaron a los paraguayos algunas
lecciones valiosas acerca del poderío aéreo y ellos aprendían rápido. Los
paraguayos aprendieron a utilizar los matorrales del Chaco para camuflar sus movimientos
y rebasar el flanco de los bolivianos. Los caminos se hacían por debajo de los
árboles y se evitan las líneas rectas. Los paraguayos aprendieron a entretejer
las ramas de los árboles sobre un camino para minimizar su identificación desde
el aire.
Con Boquerón bajo ataque, los bolivianos utilizaron toda su
fuerza de aviones bombarderos y de caza para lanzar municiones, alimentos y
abastos médicos para los defensores. Los paraguayos contrarrestaron atacando a
Boquerón con ametralladoras y el fuego antiaéreo obligó a los bolivianos a
lanzar sus abastos desde grandes altitudes. Los lanzamientos no eran precisos y
la mayoría de los abastos cayeron detrás de las líneas paraguayas. Sin embargo,
el alto mando boliviano no tenía idea que el reabastecimiento aéreo de Boquerón
había fracasado y actuó lentamente para montar una ofensiva para socorrer al
fuerte. El 17 de septiembre, el alto mando boliviano le mandó un mensaje a la
guarnición hambrienta ordenándolos que soportaran por diez días más hasta que se
montase un contraataque. Fue un tremendo shock para el alto mando de Bolivia
cuando la guarnición en Boquerón se rindió dos días más tarde, después de una
defensiva desesperante y valiente[17].
Las Operaciones Aéreas Iniciales
El Teniente Coronel Bilbao Rioja tomó el mando de las
unidades de la Fuerza Aérea Boliviana en el Chaco a inicios del conflicto y en
julio de 1932 concentró su fuerza en la base principal en Villa Montes con una
base de avanzada en Muñoz. En julio de 1932, los bolivianos desplazaron tres
aviones de combate Vickers “Vespa”, tres bombarderos Breguet XIX y de tres a
seis Vickers Type 143 “Scouts” (aviones de combate) a sus pistas de avanzada.
En vista de la situación estratégica, el Teniente Coronel Bilbao visitó al
comandante del teatro y afirmó que el mejor uso de la superior Fuerza Aérea
Boliviana era bombardear la base paraguaya principal en Puerto Casado en el Río
Paraguay ya que cada hombre, camión, caballo y munición entraba por ese puerto
en camino hacia el teatro de operaciones en el centro del Chaco. Además, en una
violenta confrontación con el comandante del teatro, el Coronel Enrique
Peñaranda, Bilbao Rioja insistió que se bombardeara a Asunción para poder
quebrantar el estado de ánimo paraguayo[18]. Con las pistas de aterrizaje de avanzada en Muñoz y Ballivían, el Cuerpo Aéreo
Boliviano estaba al alcance fácil de Asunción y Puerto Casado. El alto mando de
Bolivia desaprobó las demandas de Bilbao Rioja ya que ellos pensaban, y no se
equivocaron, que bombardear Asunción suscitaría protestas internacionales en
contra de Bolivia. En ese momento de la guerra, el alto mando boliviano no vio
la necesidad para tomar medidas tan drásticas, aunque los bolivianos volverían
a analizar esa idea más tarde.
Sin embargo, se autorizó varias incursiones en contra de la
base paraguaya en Puerto Casado. Esas incursiones provocaron una fuerte
reacción por parte del gobierno argentino ya que muchos argentinos vivían en
Puerto Casado y administraban la locomotora que iba hasta el Chaco (y apoyaban
la iniciativa de la guerra paraguaya). La Argentina, aunque oficialmente
neutral durante la guerra, poseía una neutralidad que se podía describir como
sumamente amistosa hacia los paraguayos. Los argentinos le entregaron equipo,
municiones y aviones a Paraguay y también le brindó apoyo financiero. Después
del bombardeo de Puerto Casado en 1933, los argentinos le dijeron a Bolivia que
ellos no tolerarían bajas de sus civiles y enérgicamente insinuaron que quizás
apoyarían a Paraguay si los ataques continuaban. Ante ese dilema, Bolivia
sensatamente canceló los ataques aéreos. Desde ese momento en la campaña, el
Cuerpo Aéreo Boliviano se utilizaría principalmente en el frente llevando a
cabo misiones de reconocimiento, patrullaje aéreo y apoyo aéreo cercano.
Desde el comienzo, Bilbao Rioja les ordenó a sus aviones que
llevaran a cabo patrullajes agresivos sobre el Chaco y los bolivianos perdieron
por lo menos un Vickers Vespa a causa del fuego antiaéreo a fines de julio[19]. Durante la batalla de Boquerón, ambos lados llevaron a cabo numerosos ataques
en apoyo a las tropas terrestres. Entre el 9 y el 29 de septiembre, Potez 25
paraguayos, escoltados por aviones de combate Wibault, efectuaron 12 ataques de
bombardeo sobre los bolivianos en Boquerón[20]. Los paraguayos también utilizaron sus bombarderos Potez 25, equipados con
radios, como concentradores de artillería para sus baterías Schneider 75. El
Teniente de Artillería Alfredo Stroessner, luego dictador de Paraguay desde
1954 hasta 1990, voló como observador en el Potez 25 concentrando fuego para su
batería de 75 mm[21].
Aunque ambas fuerzas aéreas habían volado misiones de
reconocimiento y de apoyo aéreo cercano durante la campaña de Boquerón, el
primer enfrentamiento de Aire-Aire ocurrió el 28 de septiembre cuando un Potez
25 paraguayo se enfrentó a un Vickers Vespa boliviano. El piloto paraguayo, el
Teniente Emilio Rocholl, fue herido, pero pudo regresar con su avión[22]. El 30 de septiembre de 1932, la primera pérdida de aire-aire de la guerra
ocurrió cuando uno de los Wibault paraguayos fue derribado por un Vickers Type
143 boliviano[23].
Reequipamiento de las Fuerzas – La Campaña Nanawa
Después de la campaña en Boquerón, ambos lados necesitaban
un tiempo para descansar y reorganizarse. Los bolivianos, estupefactos,
volvieron a llamar al General Kundt del exilio y le ofrecieron el puesto de Comandante
en Jefe de las Fuerzas bolivianas. Se esperaba que la figura militar más
popular de Bolivia podría reunir nuevamente al ejército y derrotar rápidamente
a los paraguayos. Las fuerzas aéreas de ambos países se estaban desgastando
rápidamente y necesitaban nuevos aviones. Ambas fuerzas aéreas habían perdido
varios aviones valiosos en accidentes a causa de las condiciones escabrosas de
las pistas de aterrizaje del Chaco[24]. Los bolivianos ordenaron 20 Curtis Wright C14R “Osprey”, biplanos de
reconocimiento y bombarderos livianos de dos plazas, de los Estados Unidos y el
primer avión llegó en enero de 1933. El Osprey tenía dos ametralladoras, una
frontal y otra trasera, calibre .30 y podía transportar hasta 260 libras de
bombas en diferentes configuraciones. Era maniobrable y su velocidad máxima era
de 163 mph. Era un avión de ataque terrestre muy capaz para su época y los
bolivianos lo utilizaron como bombardero de combate durante la guerra. El
Osprey se convertiría en el avión principal del inventario boliviano. También
se ordenaron de Curtis-Wright varios modelos de aviones de combate “Hawk” II
Modelo 35A y el “Sea Hawk” Modelo 65A. En 1932 se entregaron cuatro, dos en
1933 y tres en 1934. El avión de combate monoplaza se encontraba entre los
mejores aviones de combate de su tiempo y, con su armamento de dos
ametralladoras frontales y una carga de bombas de 220 libras, generalmente se
utilizaba como avión de combate. Era el avión de combate favorito del Cuerpo
Aéreo Boliviano[25]. Otra adición importante al poderío aéreo boliviano fue la compra de tres
aviones de transporte trimotor, Junkers JU 52, de Alemania. Este avión de
combate sumamente competente podía volar en las condiciones más escabrosas y
transportar una carga de tres toneladas. El primero de estos aviones fue
entregado en octubre de 1932 y otros dos en 1933. Se convertirían en el
elemento principal del servicio de transporte aéreo boliviano[26].
Durante la campaña de Boquerón, Paraguay pasó a un estado de
movilización total. La prioridad principal para el Cuerpo Aéreo era comprar más
bombarderos livianos Potez 25, ya que éste había comprobado ser muy competente
durante las operaciones en el Chaco. Para fines de 1932 o 1933, Paraguay compró
siete Potez 25 adicionales. En cuanto a los aviones de combate Wibault, se
necesitaba un avión de reemplazo urgentemente. Paraguay sólo tenía seis Wibault
funcionando al inicio de la guerra y dos habían sido destruidos en accidentes
en las etapas iniciales de la primera campaña. El problema principal con los
Wibault era la inestabilidad de su motor Lorraine-Diedrich, enfriado por aire,
en las condiciones del Chaco. Cinco aviones biplanos de combate Fiat CR 20bis
fueron ordenados de Italia para reemplazar a los Wibault. Los aviones de
combate Fiat eran aviones competentes, pero en su mayoría eran calificados como
inferiores al avión de combate Curtis “Hawk” de los bolivianos.
Los bolivianos reforzaron su ejército en el Chaco y en
noviembre pudieron bloquear la avanzada paraguaya al sur del Kilómetro 7. El
General Kundt llegó en diciembre y ordenó una serie de ataques. Del 12 al 13 de
diciembre de 1932, la Octava División Boliviana forzó a los paraguayos hacia el
sur del Kilómetro 7 en un contraataque encabezado por seis bombarderos de
combate[27]. En diciembre, Kundt le ordenó a sus fuerzas que llevaran a cabo una serie de
ataques frontales costosos e ineficaces en contra de las defensas paraguayas en
Nanawa. Las líneas de defensa paraguayas habían sido bien planificadas por ex
oficiales bielorrusos, veteranos de la Primera Guerra Mundial, que se habían
establecido en Paraguay y ahora fungían en calidad de oficiales paraguayos.
Aunque los bolivianos emplearon su fuerza aérea en el papel de apoyo aéreo
cercano y contaban con el apoyo fuerte de la artillería, los métodos de ataque
frontal del General Kundt no fueron tan exitosos como lo fueron los mismos
ataques durante la Gran Guerra. No obstante, en un punto de la campaña, los
defensores paraguayos sufrieron una severa escasez de municiones a medida que
las fuertes lluvias tornaban los caminos en intransitables. Estigarribia
movilizó todos sus aviones, bombarderos, de combate y de transporte, para
transportar municiones hacia una pista de aterrizaje escabrosa en Nanawa. El
transporte aéreo improvisado fue suficiente como para permitir que los
paraguayos mantuvieran sus posiciones. En febrero, Kundt ordenó otra serie de
ataques sobre las posiciones paraguayas en Toledo. El Cuerpo Aéreo Boliviano
nuevamente ametralló y bombardeó los defensores paraguayos atrincherados con
pocos resultados y una vez más los bolivianos fueron rechazados con grandes
bajas.
La Gran Ofensiva de Kundt—Nanawa II
En julio de 1933, Kundt reunió gran parte de su ejército
para tomar las posiciones paraguayas en Nanawa mediante un ataque frontal.
Contando con superioridad aérea, un fuerte apoyo de artillería y cinco tanques
Vickers, Kundt envió sus tropas a las posiciones paraguayas que habían sido
fortalecidas desde la última batalla. Al Cuerpo Aéreo Boliviano se le encomendó
la misión de encontrar y destruir la artillería paraguaya. Sin embargó, fracasó
en esa misión porque era casi imposible detectar las posiciones de fuego
paraguayas que habían sido bien camufladas en los densos matorrales de la
región. El ataque boliviano fue un fracaso sangriento con más de 2000
bolivianos en comparación con las 149 bajas y 400 heridos paraguayos. Nanawa
fue nombrado adecuadamente el “Verdún del Chaco”[28].
La Gran Victoria de Paraguay—Campo Vía
En octubre y noviembre de 1933, las patrullas aéreas y
terrestres paraguayas detectaron algunas brechas importantes en las líneas
bolivianas en Campo Vía. Estigarribia silenciosamente concentró sus fuerzas y
el 3 de diciembre desencadenó una maniobra envolvente doble que rodeó
rápidamente las Cuarta y Novena División Bolivianas. El ataque paraguayo fue
una sorpresa y la defensa boliviana estaba muy mal organizada ya que el General
Kundt reaccionó lentamente a la crisis que se desarrollaba. Sus pilotos de reconocimiento
habían provisto numerosos informes precisos acerca de la fortaleza y ubicación
de los movimientos de las tropas paraguayas, pero Kundt rechazó los informes de
sus pilotos catalogándolos de alarmistas e incorrectos. Kundt estaba convencido
de que el ejército paraguayo no estaba preparado para llevar a cabo operaciones
en un frente ancho[29]. El 10 de diciembre, los bolivianos finalmente llevaron a cabo un contraataque
para intentar salvar algunas de las fuerzas en la zona aislada pero el apoyo
aéreo para el ataque fue coordinado deficientemente y muchas de las bombas del
Cuerpo Aéreo Boliviano fueron lanzadas sobre sus propias unidades terrestres[30]. El 11 de diciembre, dos divisiones bolivianas se rindieron. En el desastre
militar más grande de Bolivia, 2600 soldados murieron y aproximadamente 7500
fueron arrestados. De un solo golpe, la mayoría de las fuerzas de combate
bolivianas fueron destruidas. Sólo 1500 hombres escaparon de la zona aislada.
Kundt fue destituido como comandante en jefe de las fuerzas de Bolivia y el
Coronel Peñaranda fue promovido a General de Brigada y comandante en el Chaco.
El Ejército Boliviano sin pensarlo se retiró. La victoria de Campo Vía les
proporcionó a los paraguayos 8000 rifles, 536 ametralladoras, 25 morteros y 20
piezas de artillería, al igual que una gran cantidad de municiones. Para un
país pobre y pequeño como Paraguay, el botín de la guerra fue lluvia del cielo
y permitió que Estigarribia y sus fuerzas mantuvieran la ofensiva[31].
La Avanzada Paraguaya: Las Batallas en Picuiba y El Carmen
A medida que las líneas de logística paraguayas se
extendían, su avanzada se retrasó y llegó a un alto a medida que los bolivianos
pudieron organizar una línea de defensiva en Ballivián y en el centro del
Chaco. En mayo de 1934, el Coronel Bilbao Rioja, quien había tomado el mando de
un Cuerpo y le había cedido el Cuerpo Aéreo al Teniente Coronel Jorge Jordán,
inició una trampa para la Segunda División Paraguaya y rodeó la unidad en
Cañada Strongest, en el centro del Chaco. Los paraguayos pudieron abrirse
camino y salir de la zona aislada, pero en el proceso hubo 500 muertos y 1500
prisioneros. Fue la victoria más grande de Bolivia en la guerra y cementó la
reputación de Bilbao Rioja como el mejor comandante terrestre de Bolivia al igual
que un comandante competente. En julio de 1934, la ofensiva paraguaya fue
forzada a regresar en Picuiba y Estigarribia buscó la manera de restaurar la
maniobra al campo de batalla. Él encontró su oportunidad en El Carmen en
noviembre de 1934 cuando sus ataques de flanco de sorpresa acorralaron al
Cuerpo de la Reserva Boliviano. Dos mil tropas bolivianas murieron y 4000
fueron encarceladas. Solamente 2000 lucharon por salir de la zona aislada hacia
un lugar seguro.
Un mes después de Picuiba, los bolivianos confundieron una
movida de flanco paraguaya por un ataque menor a medida que los paraguayos
capturaron los únicos pozos en la zona en Yrendagué. El Cuerpo de Caballería
Boliviano, sin acceso al agua, fue obligado a retirarse. Se calcula que, de 5300
efectivos en el cuerpo de caballería, 1600 murieron de sed durante la retirada.
Las Batallas Finales
A inicios de 1935, el Ejército Boliviano se había retirado
de casi todo el Chaco y había regresado a su base principal en Villa Montes.
Ahora la situación logística funcionó a favor de Bolivia ya que los paraguayos
tenían que depender del transporte por camión a través de todo el Chaco. En ese
momento de la guerra, ambas fuerzas aéreas estaban agotadas y habían sufrido un
desgaste considerable. Estigarribia conservó sus pocos aviones que funcionaban
para proporcionar reconocimiento estratégico, aunque se volaron varios ataques
de bombardeo en contra de blancos bolivianos durante los primeros seis meses de
1935.
Los paraguayos mantuvieron la presión sobre los bolivianos y
cruzaron el Río Parapiti, un punto bien adentrado en Bolivia, en abril de 1935.
En una serie de contraataques salvajes, los bolivianos obligaron a los
paraguayos a regresar al otro lado del río. Para ese entonces, ambos países
estaban agotados. Bolivia había desistido de toda idea de que podría apoderarse
del Chaco a la fuerza y las fuerzas paraguayas habían sido llevadas al extremo.
El 14 de junio de 1935 se firmó un armisticio, dando fin a la guerra.
Negociaciones subsiguientes reconocieron el reclamo de Paraguay sobre
prácticamente todo el Chaco.
Durante la Guerra del Chaco, los bolivianos movilizaron
210.000 hombres. De éstos, aproximadamente 60.000 murieron, 10.000 desertaron (hacia
la Argentina) y 23.250 fueron encarcelados. Paraguay movilizó 150.000 hombres,
perdió 31.500 entre desaparecidos y muertos y 2.500 fueron encarcelados[32]. Según los cálculos, fue una guerra sangrienta. Sin embargo, cuando uno se
percata del número pequeño de la población de los países—Bolivia tres millones,
Paraguay un millón—uno puede darse una idea de la verdadera escala del
conflicto.
Evaluación de la Guerra
El desgaste de aviones y pilotos durante la guerra fue alto
para ambos lados. El principal aniquilador de aviones y pilotos fueron los
accidentes operacionales. De los nuevo Curtis “Falcon” que Bolivia había
ordenado, se perdieron dos en combate y cuatro en accidentes durante la guerra[33]. Paraguay perdió cuatro aviones en accidentes de entrenamiento con cuatro
muertos durante la guerra[34]. Durante la guerra, Bolivia volaba entre 57 y 62 aviones de combate y 22 aviones
entrenadores y de transporte. Paraguay volaba 32 aviones de combate y 23
aviones entrenadores y de transporte. Según cifras oficiales paraguayas,
durante la guerra Paraguay perdió ocho aviones en combate (un Wibault, cuatro
Potez 25, un CANT, dos Fiat CR20) y Bolivia perdió diez (6 Osprey, un Junker,
un Hawk y un Curtis Falcon)[35]. La principal causa de estas pérdidas en combate fue el fuego terrestre. Los
combates de aire a aire eran relativamente pocos. Sin embargo, cuando las
fuerzas aéreas se enfrentaban ocurrían combates agresivos entre los aviones
caza, como por ejemplo un choque insólito entre un bombardero Potez 25
paraguayo y dos bombarderos Breguet XIX bolivianos[36].
En varias ocasiones, hubo ataques muy exitosos en contra de
bases aéreas y depósitos de abasto del enemigo. El ataque paraguayo de más
éxito durante la guerra se llevó a cabo en contra de la pista de aterrizaje y
el depósito boliviano en Ballivián el 8 de julio de 1934. Cuatro Potez 25,
escoltados por dos aviones de combate Fiat, lanzaron 40 bombas sobre la pista
de aterrizaje boliviana y destruyeron, como mínimo, cuatro aviones de combate
Curtis estacionados y dañaron otros aviones. Los bombarderos Potez también
atacaron y destruyeron el depósito de combustible principal en Ballivián lo que
ocasionó una escasez severa de combustible para un ejército que ya estaba
padeciendo de escasez de combustible y abastos[37]. El mayor éxito del Cuerpo Aéreo Boliviano ocurrió en la Batalla del Carmen en
noviembre de 1934 cuando las unidades aéreas bolivianas cubrieron la retirada
del Cuerpo de Caballería atacando constantemente a las unidades de avanzada
paraguayas. El hecho de que la fuerza boliviana pudo escapar se debió en gran
medida a los esfuerzos de los pilotos[38].
Aviones de Apoyo
Si bien las escuadrillas de aviones de combate y de
bombardeo de ambas fuerzas aéreas obtuvieron la mayoría de la gloria, los
humildes y desarmados aviones de transporte y de uso general de ambas fuerzas
aéreas desempeñaron papeles muy importantes en la guerra. Ambos lados
utilizaron una amplia variedad de aviones livianos y de transporte para apoyar
a sus fuerzas.
Al inicio de la guerra, los militares bolivianos se
adueñaron de la aerolínea civil Lloyd Aéreo Boliviano (LAB) que contaba con
cuatro aviones livianos de transporte resistentes Junkers F13 (un solo motor,
seis pasajeros) y tres de los aviones de transporte Junkers W34 más grandes.
LAB recientemente había comprado un Ford Trimotor que se utilizaba como avión
de transporte hasta que fue destruido en un accidente. En diciembre de 1932,
Bolivia recibió tres aviones de transporte Junkers JU52 trimotor de Alemania.
La construcción resistente del JU 52, sus buenas características de vuelo y su
capacidad de carga de tres toneladas, lo hacían un avión ideal para las
condiciones de vuelo en América del Sur. Para ser un país pequeño, Bolivia
contaba con una capacidad de transporte aéreo bastante impresionante y los
problemas de logística en el Chaco exigían que dicha capacidad se utilizase al
máximo durante la guerra para transportar hacia el frente de batalla abastos
necesarios de municiones, combustible y medicina. Durante la guerra, solamente
los JU 52 transportaron al frente de batalla más de 4.400 toneladas de carga.
Paraguay también metió apresuradamente en servicio una
amplia variedad de aviones de transporte y de uso general. A fines de 1932,
Paraguay le había comprado a los Estados Unidos dos monoplanos Travel Air Model
S-6000 de seis pasajeros para que sirvieran como ambulancias aéreas. También
compró un avión italiano de transporte Breda 44, bimotor para utilizarlo como
una ambulancia aérea. Durante la Guerra del Chaco ambos lados utilizaron
extensamente sus aviones para transportar a enfermos y heridos desde las pistas
de aterrizaje en el frente de batalla a hospitales permanentes en la
retaguardia. Se calcula que durante el transcurso de la guerra el JU 52
transportó a la retaguardia 40.000 tropas bolivianas heridas y enfermas. La
capacidad de carga de los Travel Air y Breda 44 paraguayos eran menos, pero por
lo regular volaban una distancia más corta a buques hospitales completamente
equipados que estaban anclados en los puertos de Concepción y Puerto Casado.
Las tropas gravemente heridas eran transportadas al Hospital Central Militar en
Asunción[39]. Las ambulancias aéreas volaban constantemente y varios miles de tropas
paraguayas fueron evacuadas por aire durante la guerra.
El General Estigarribia utilizó extensamente los aviones
livianos de enlace alrededor de la región y para reunirse con sus comandantes
superiores[40]. Estigarribia también utilizaba los aviones livianos para llevar a cabo su
propio reconocimiento sobre el frente de batalla[41]. El presidente de Paraguay, Eusebio Ayala, a menudo utilizaba el avión para
visitar a las tropas y reunirse con Estigarribia. Esa fue la primera guerra
donde los líderes políticos se reunían personalmente con los líderes militares
durante las operaciones en zonas grandes y aisladas del teatro de guerra. El
principal avión de enlace y de estafeta de alta velocidad de Paraguay fue el
avión consolidado Model 21 C (PT 11) fabricado por los Estados Unidos. Paraguay
también compró por lo menos un Curtis “Robin”, dos DeHavilland DH 60 “Moths” y
dos aviones livianos Junkers A-50 para enlace y tareas de transporte liviano.
Operaciones Aéreas Navales
En vista de que todas las tropas y abastos que Paraguay
enviaba al Chaco se embarcaban por el Río Paraguay, el control aéreo sobre el
río cobró una importancia considerable. La Armada Paraguaya tenía un arma aérea
pequeña (Aviación Naval) equipada con dos hidroaviones de canoa Macchi M.18 y
un hidroavión Savoia S59 bis. La Armada acantonó su pequeña fuerza en Bahía
Negra en el sector norte del Chaco para apoyar a las fuerzas del ejército que
bloqueaban cualquier avanzada boliviana río abajo. Durante la guerra, el arma
aérea paraguaya voló 145 misiones, inclusive misiones de reconocimiento y
operaciones de ataque terrestre. La unidad aérea Naval mantuvo a los bolivianos
bajo presión en la parte superior del Río Paraguay e inclusive llevó a cabo los
primeros bombardeos nocturnos que se efectuaron en las Américas. El 20 de
diciembre de 1934, los dos Macchi M.18 bombardearon las bases bolivianas en
Vitriones y San Juan dejando caer 800 libras de bombas[42].
Los bolivianos también acantonaron una pequeña escuadrilla
aérea en el sector norte del Chaco y atacaron el tráfico por el río paraguayo
en varias ocasiones. En vista de la dependencia en el río como línea de
comunicación, la pérdida de una lancha cañonera o un buque de vapor grande a
causa de un ataque aéreo hubiera sido muy grave para Paraguay. Para
contrarrestar la amenaza aérea boliviana, la Armada Paraguaya utilizó sus
lanchas cañoneras pesadas, que estaban bien equipadas con ametralladoras
antiaéreas, para escoltar los botes con tropas o abastos y para servir como
baterías de artillería antiaérea flotantes en las bases principales de
Concepción y Puerto Casado. El rendimiento de las lanchas cañoneras fue
admirable y en varias ocasiones alejaron a los aviones bolivianos e inclusive
derribaron uno de sus aviones atacantes[43]. A causa de los esfuerzos de la Armada, los bolivianos ocasionaron daños mínimos
al tráfico logístico de Paraguay.
Eludiendo el Embargo de Armas
Si bien ambas fuerzas aéreas enfrentaban un desgaste de
aviones considerable, el problema de encontrar aviones de reemplazo se
dificultaba a causa de un embargo sobre la venta de armas a ambos combatientes
por parte de la Liga de las Naciones y el gobierno norteamericano[44]. Sin embargo, aunque los embargos eran inconvenientes, tanto Bolivia como Paraguay
dieron muestras de ingeniosidad al evadir los controles internacionales e
importar suficientes aviones para mantener a sus fuerzas aéreas volando.
Bolivia dependía del apoyo de Chile. Ese país había comprado
la licencia para ensamblar algunos aviones Curtis, inclusive el Curtis
“Falcon”. En vista de que los “Osprey” bolivianos estaban desgastados por el
combate y los accidentes, los bolivianos querían un avión de combate biplaza y
más rápido y el “Falcon” era un reemplazo excelente. Los bolivianos pudieron
importar varios “Falcon” de Chile durante la guerra en vista de que Chile
silenciosamente ignoraba el embargo de la Liga de las Naciones[45]. Los aviones Curtis “Hawk” y “Sea Hawk”, los mejores aviones de combate en
Bolivia, también fueron comprados a través de una conexión chilena.
El intento más emprendedor de Bolivia para evadir los
embargos de los Estados Unidos y de la Liga de las Naciones sucedió en 1934
cuando Bolivia hizo un pedido de cuatro bombarderos Curtis “Cóndor”. Estos
bombarderos biplanos grandes transportaban una carga de bombas de una tonelada,
tenían tres torretas, cada una con una ametralladora calibre .30 y de gran
alcance. Oficialmente, los bolivianos querían esos aviones para el “transporte
médico”, pero en vista de que los “Cóndor” fueron ordenados con equipo militar,
inclusive torretas, ametralladoras y portabombas, eso fue poco probable. La
explicación probable del motivo del pedido fue que en vista de que las cosas
iban sumamente mal en el campo de batalla y el hecho de que los bolivianos
querían un bombardero pesado con el alcance para bombardear a Asunción desde
Bolivia—los “Cóndor” llenaban los requisitos[46]. Cuando los Estados Unidos rehusó permitir la venta de los aviones, los
bombarderos fueron comprados por subterfugio por una aerolínea recién creada—la
Tampa-New Orleans-Tampico (TNT) Airline. Los cuatro “Cóndor” llegaron hasta
Perú, momento en que el gobierno norteamericano fue alertado y exhortó a Perú a
que embargara los aviones.
Bajo el embargo de la Liga de las Naciones, Francia embargó
19 aviones ordenados por Paraguay y los Países Bajos detuvo el envío de cinco
Fokker CV. No obstante, los paraguayos mostraron gran ingeniosidad al igual que
los bolivianos en obtener los aviones. Siete Potez 25 vendidos por Francia a
Estonia fueron misteriosamente desviados y enviados a Paraguay[47]. Durante la guerra, Uruguay y la Argentina conspiraron para apoyar las compras
de armamento de los paraguayos. Uruguay permitió que aviones provenientes de
Europa se transbordaran en sus puertos y Paraguay compró a través de fuentes
argentinas una variedad de aviones entrenadores, de transporte y de enlace.
Conclusión
La Guerra del Chaco es un buen ejemplo de cómo fuerzas
aéreas pequeñas pueden provocar un impacto importante en una guerra. Las dos
fuerzas aéreas, que rara vez ponían en servicio más de 15 aviones de combate en
el caso de los bolivianos y nunca más de diez en el caso de Paraguay,
desempeñaron papeles importantes en todas las etapas del conflicto.
Ambas fuerzas aéreas mostraron aptitudes tácticas e
ingeniosidad considerable. El sistema de evacuación aeromédica de ambas fuerzas
tuvo mucho éxito y les salvó la vida a miles de soldados que, de lo contrario,
hubiesen muerto en las condiciones primitivas de los hospitales en campaña. El
hecho de que estas pequeñas fuerzas aéreas pudieron mantener los aviones en
funcionamiento en las condiciones miserables del Chaco es testigo de la
dedicación de sus iniciativas de mantenimiento. Si bien el desempeño del
Ejército Boliviano era deficiente en la batalla, el Cuerpo de Aviación salvó en
ocasiones a unidades del ejército en retirada de la destrucción total al atacar
incesantemente y destruyendo a las fuerzas paraguayas.
El rendimiento de ambos comandantes aéreos fue muy
competente. El Teniente Coronel Almonacid de la Aviación en Campaña de Paraguay
y el Coronel Bilbao Rioja y el Teniente Coronel Jordán de Bolivia merecen
reconocimiento por haber logrado mucho con muy pocos recursos. En cuanto a los
comandantes del teatro, Paraguay tuvo la buena fortuna de tener en José
Estigarribia uno de los mejores Generales en las Américas. Con fuerzas
inferiores, él repetidamente rebasó el flanco, sobrepujó en maniobras y
aniquiló a unas fuerzas enemigas que estaban mejor equipadas. El utilizó sus
unidades aéreas muy eficazmente en los roles de reconocimiento y ataque
terrestre. Por otra parte, los bolivianos fueron servidos muy deficientemente
por sus comandantes—especialmente el General Hans Kundt que resultó ser un
desastre para las armas bolivianas. No sólo fue este producto del Estado Mayor
Alemán un táctico incompetente, sino que repetidamente descartaba la
información precisa que sus pilotos le presentaban—información que podría haber
convertido el desastre en Campo Vía en una victoria boliviana.
(*) (MA, Brown University; MLitt, Oxford University; PhD.,
Queen’s University Canadá, es profesor de estudios militares comparados en la
Escuela de Estudios avanzados del Poderío Aéreo, Maxwell AFB, Alabama. Posee el
grado de Teniente Coronel del Ejército en la reserva. El Dr. Corum es autor de
The Roots of Blitzkrieg: Hans von Seeckt and the German Military Reform (1992),
the Luftwaffe: Creating the Operational Air War, 1918–1940 (1997), y numerosos
artículos acerca de historia militar y conflictos de baja intensidad.
Declaración de responsabilidad:
Las ideas y opiniones expresadas en este artículo reflejan
la opinión exclusiva del autor elaboradas y basadas en el ambiente académico de
libertad de expresión de la Universidad del Aire. Por ningún motivo reflejan la
posición oficial del Gobierno de los Estados Unidos de América o sus
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o la Universidad del Aire. El contenido de este articulo ha sido revisado en
cuanto a su seguridad y directriz y ha sido aprobado para la difusión pública
según lo estipulado en la directiva AFI 35-101 de la Fuerza Aérea.
Notas
[1] La rivalidad en cuanto
a los reclamos sobre el Chaco se trata en David Zook, The Conduct of the Chaco
War, New Haven: Bookman Associates (1960), 13–47. Para una buena reseña de la
diplomacia del conflicto, ver Bryce Wood, The United States and Latin American
Wars 1932–1942. New York: Columbia University
Press (1966).
[2]
Adrian English, The
Armed Forces of Latin America. London: Jane’s (1984), 348–49.
[3] Una buena reseña de
la iniciativa de defensa paraguaya se encuentra en Lorenzo Livieres Guggieri,
El Financiamiento de la Defensa del Chaco 1924–1934. Asunción:
Arte Nuevo Editores (1983).
[4]
Francis McMurtrie, Ed., Jane’s Fighting Ships 1935. London:
Sampson, Low, Marston and Co. (1935), 394.
[5]
Adrian English, The Armed Forces of Latin America, 76.
[6] Ibid., 77.
[7] Para leer sobre la
influencia militar alemana en Bolivia y el papel desempeñado por Hans Kundt,
ver Coronel Julio Díaz Arguedar, Historia del Ejército de Bolivia. La Paz
(1940), 751–769.
[8]
Bruce Farcau, The Chaco War. Westport, Connecticut:
Praeger Press (1996), 87.
[9] Para leer una buena
biografía general de Estigarribia, leer Alfredo Seiferheld, Estigarribia.
Asunción: Laurel (1986). También leer las memorias de Estigarribia: José Félix
Estigarribia, The Epic of the Chaco, ed. Max Ynsfran. New York: Greenwood Press
(1950) x-xiv y 5-9.
[10] Para un recuento de
la aviación militar boliviana hasta la Guerra del Chaco, leer Coronel Julio
Díaz Arguedar, Historia del Ejército de Bolivia 1825–1932, La Paz (1940), pág.
83–110.
[11] Consultar Coronel
Aquiles Vergara Vicuna, Bernardino Bilbao Rioja. La Paz (1948).
[12] Para obtener un
informe detallado sobre todos los aviones que se volaron durante la Guerra del
Chaco, ver Dan Hagedorn y Luis Sapienza, Aircraft of the Chaco War. Atglen, PA:
Schiffer Publishing Co. (1997).
[13] Sobre los inicios de
la aviación paraguaya, ver Capt Felix Zarate Monges, La Aviación Paraguaya
Antes y Durante la Guerra del Chaco. Asunción (1985).
[14] Francois Pernot, “Les
Missions Aeronautiques Françaises en Amerique Du Sud dans les Annees Vingt”,
Revue Historique des Armées, Núm. 185 (December 1991), 97–107.
[15]
Bruce Farcau, The Chaco War, 51.
[16]
Ibid., 52.
[17]
Bruce Farcau, The Chaco War, 54–61.
[18]
David Zook, “Airpower in the Chaco War”, The Airpower
Historian (January 1961), 25-26.
[19] Dan Hagedorn y Luis
Sapienza, Aircraft of the Chaco War, 43. en accidentes.
[20] Ibid., 31.
[21] Victor Insfran Diana,
La Aviación Militar Paraguaya en la Guerra del Chaco. Asunción: Chronos S.R.L.
(1987), 7.
[22]
Dan Hagedorn y Luis Sapienza, Aircraft of the Chaco War, 31.
[23]
George von Rauch, “The Green Hell Air War”, Air Enthusiast
Quarterly, Núm. 2 (1976), 207.
[24] Los paraguayos habían
perdido dos aviones de combate Wibault en accidentes al inicio de la campaña.
Los bolivianos perdieron dos de sus seis Vickers Type 143 “Scouts” en
accidentes.
[25] Sobre la historia de
los aviones Curtis en el servicio boliviano, ver Dan Hagedorn, “Curtis Types in
Latin America”, Air Enthusiast, 67.
[26] Johann Jacob,
“Bolivian Tin”, Air Enthusiast, Núm. 72 (Nov/Dec 1997).
[27] Bruce Farcau, “The
Chaco: War for the Hell of It”, Command Magazine,
No. 12 (Sept/Oct 1991), 17.
[28]
Bruce Farcau, “The Chaco: War for the Hell of It”, 21.
[29]
David Zook, The Conduct of the Chaco War, 163-165.
[30]
Bruce Farcau, The Chaco War, 157.
[31]
David Zook, The Conduct of the Chaco War, 167
[32] Pablo E. Tufari
Recalde, La Guerra del Chaco, Asunción (1987), 176.
[33]
Dan Hagedorn and Luis Sapienza, Aircraft of the Chaco War,
49-53.
[34]
Monges, 271.
[35]
Ibid., 270-274
[36]
Dan Hagedorn and Luis Sapienza, Aircraft of the Chaco War,
31-32.
[37]
Dan Hagedorn and Luis Sapienza, Aircraft of the Chaco War, 35;
Von Rauch, 212.
[38]
David Zook, The Conduct of the Chaco War, 209.
[39] Sobre el sistema
médico paraguayo, ver Carlos José Fernández, La Guerra del Chaco, Vol. VII, Asunción: Editorial Histórica (1987), 143-156.
[40]
David Zook, The Conduct of the Chaco War, 132.
[41] Ibid., 192.
[42] “Los Ecos del primer
Bombardeo Nocturno en la Guerra del Chaco”, Chaco-Re, No. 28 (julio/septiembre
1989), 12-13.
[43]
Robert Scheine, Latin America: A Naval History 1810-1987.
Annapolis: Naval Institute Press (1987), 124.
[44]
Wood, 63-64.
[45]
Dan Hagedorn, “Curtis Types in Latin America”, Air Enthusiast,
No. 45 (1992), 67-70.
[46]
Ibid., 72-74.