La
historia de la literatura contemporánea ha idealizado y en ocasiones con razón
al escritor, aventurero y político francés André Malraux. Su paso por España
durante la Guerra Civil ha sido objeto, en innumerables ocasiones, de extensos
reportajes periodísticos que han servido para encumbrar su figura. La prensa
española ha calificado a Malraux como uno de los combatientes más “románticos”
e “idealistas” que lucharon del lado republicano entre 1936 y 1939, sin
embargo, conviene repasar algunos borrones que han pasado desapercibidos casi
para la gran mayoría de estudiosos.
Para
empezar, tenemos que contextualizar la llegada de André Malraux a España
durante el verano de 1936. Tras el levantamiento militar del 18 de julio, la
gran mayoría de potencias democráticas observaban con cierto estupor los
acontecimientos que se estaban produciendo en la península ibérica. Los
intensísimos combates y los sangrientos e indiscriminados asesinatos en las dos
zonas habían causado la indignación del gobierno de Francia que decidió apoyar
a la República enviando, ese mismo verano un total de 20 aviones, 14 cazas
D-372 y 6 bombarderos Potez 540. Pese a este inicial apoyo armamentístico, el
gobierno de Leon Blum se vio obligado a parar esta ayuda militar al Frente
Popular por la presión del Comité de No Intervención, liderado principalmente
por el Reino Unido.
Es
prácticamente en este instante cuando entró en escena Malraux. A sus 35 años
era ya un famoso novelista en su país tanto por su carácter excéntrico como por
su calidad literaria. Aprovechando su fama y sus contactos en Air France y en
el Ministerio del Aire Francés decidió constituir una escuadrilla (casi independiente)
de mercenarios dispuestos a luchar desde el aire contra “el fascismo”.
Aunque
se ha escrito mucho sobre el carácter idealista de Malraux y sus pilotos, la
realidad es bien distinta a lo que piensa la gran mayoría. Debe quedar claro
que la “Escuadrilla España”, que es como se llamaba, no luchó gratis en nuestro
país, sino que sus miembros fueron pagados y “muy bien” con oro del Banco de
España. Los sueldos, como confirmaría más adelante el general republicano
Hidalgo de Cisneros eran astronómicos para la situación que se vivía por aquel
entonces: el salario medio de cada piloto oscilaba entre 50.000 y 60.000
francos.
Vinculado
al Partido Comunista, André Malraux no se privó de nada durante su estancia en
España. Tanto él como sus pilotos – no sus mecánicos y telegrafistas – se
alojaban en el Hotel Florida, el hotel más lujoso del Madrid de la guerra
situado en lo que hoy en día es el Corte Inglés de Callao. A diferencia de
otros aviadores, la plantilla de la “Escuadrilla España” pernoctaba en un hotel
de lujo en el que también estaban periodistas de la talla de Hemingway o Dos
Pasos.
Pese
a la Guerra Civil, era habitual que Malraux y su “Estado Mayor” se pegaran grandes
juergas en Chicote y otros locales del centro de Madrid, circunstancia que
irritaba de manera mayúscula a los pilotos españoles de los cazas republicanos
que tildaban a nuestro protagonista de “borracho” y “desvergonzado”. El propio
García Lacalle, el mejor aviador de la República, llegó a quejarse formalmente
al mando aéreo de la escasa profesionalidad de Malraux y sus pilotos.
La
“Escuadrilla España” estaba formaba en su mayoría por pilotos experimentados
pertenecientes a las líneas aéreas civiles de Francia e incluso por pilotos
comerciales que habían trabajado en otros países como Polonia, Alemania y
Estados Unidos. Los dos pilotos norteamericanos de la unidad habían traficado
con alcohol en sus aviones de fumigar durante la época de la Ley Seca. Pese a
su escasa experiencia en combate, debemos decir a su favor, que combatieron de
una manera heroica y hasta las últimas consecuencias. Pese a ello, insistimos
una vez más que no volaron de una manera gratuita.
El
bautismo de fuego de la escuadrilla tuvo lugar en Extremadura en el verano de
1936. Varios Potez 540 de Malraux bombardearon las posiciones de la columna
franquista mandada por Asensio Cabanillas a la altura de Medellín causando doce
muertos y destrozando tres camiones. Durante los meses de septiembre, octubre y
noviembre contribuyeron a la defensa de Madrid, con pérdidas muy importantes de
aviones y hombres en los frentes de la Casa de Campo y Boadilla del Monte.
Después combatirían en Teruel, donde se perderían muchos más aviones y donde
Malraux resultaría herido tras sufrir un accidente tras un vuelo de
reconocimiento.
Su
paso por las sierras aragoneses, le serviría al novelista francés de
inspiración para escribir una de sus obras maestras L´Espoir. El famoso
investigador de la Guerra Civil Ricardo de la Cierva, se refiere a Malraux en
Teruel de la siguiente manera en su obra “Leyenda y Tragedia de las Brigadas
Internacionales”: “El intento de ofensiva republicano fracasa por dos razones
que se agregan: la lamentable cobertura aérea de Malraux y la inoperancia
absoluta de las tres columnas anarquista”.
Los
investigadores aéreos de la contienda aseguran que la última intervención de la
“Escuadrilla España” en la Guerra Civil consistió en cubrir la retirada de las
tropas republicanas por la carretera de Málaga en 1937. Cubriendo esa retirada
se perdieron los dos últimos aviones de la escuadrilla.
Las
críticas contra Malraux y sus hombres
La
intervención de Malraux durante la Guerra Civil Española generó un cúmulo de
feroces críticas contra su persona desde el propio bando republicano. El Teniente
Coronel de aviación, Antonio Camacho Benítez, que fue jefe de la aviación
republicana hasta la subida al poder de Largo Caballero, escribió un informe
durísimo contra Malraux que iba dirigido directamente a Indalecio Prieto. Ese
informe se encuentra guardado ahora mismo en el archivo de Villaviciosa de Odón
y dice lo siguiente:
“Al
señor Malraux convendría aplicarle tres medidas después de sus actuaciones:
reducirle a disciplina, expulsarle de España y fusilarle”.
El
General Ignacio Hidalgo de Cisneros, quién meses más tarde también ocuparía el
cargo de máximo responsable de la aviación republicana, también cargó contra el
grupo Malraux en el segundo tomo de sus memorias publicado en 1965:
“Yo
no puedo decir que Malraux en aquella época no fuese a su manera un hombre
progresista ni que no viniese a España de buena fe para ayudar a los
republicanos. Lo que sí puedo y debo decir es que Malraux, que por su
personalidad como escritor podía habernos sido útil, se anuló el mismo al
pretender hacerse jefe de una escuadrilla sin haber visto en su vida un avión.
Sin tener la menor idea de lo que es la aviación y sin darse cuenta de que no
se puede jugar a los aviadores sin serlo, y menos aún en la guerra. En cuanto
al grupo de aviadores que vinieron con él, siento mucho desilusionar a los
franceses que vieron en ellos a unos héroes románticos y amantes de la
libertad. Salvo tres o cuatro que eran verdaderos antifascistas, los demás
aviadores de Malraux eran unos aventureros a los que traía sin cuidado nuestra
guerra. Unos auténticos mercenarios atraídos por el fantástico sueldo que se
les pagaba (50.000 francos mensuales en aquella época).
Fuente:
https://guerraenmadrid.net