5 de noviembre de 2020

EL FALSO MITO DE ANDRÉ MALRAUX DURANTE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA

 

André Malraux con el uniforme de aviador

 

La historia de la literatura contemporánea ha idealizado y en ocasiones con razón al escritor, aventurero y político francés André Malraux. Su paso por España durante la Guerra Civil ha sido objeto, en innumerables ocasiones, de extensos reportajes periodísticos que han servido para encumbrar su figura. La prensa española ha calificado a Malraux como uno de los combatientes más “románticos” e “idealistas” que lucharon del lado republicano entre 1936 y 1939, sin embargo, conviene repasar algunos borrones que han pasado desapercibidos casi para la gran mayoría de estudiosos.

 

Para empezar, tenemos que contextualizar la llegada de André Malraux a España durante el verano de 1936. Tras el levantamiento militar del 18 de julio, la gran mayoría de potencias democráticas observaban con cierto estupor los acontecimientos que se estaban produciendo en la península ibérica. Los intensísimos combates y los sangrientos e indiscriminados asesinatos en las dos zonas habían causado la indignación del gobierno de Francia que decidió apoyar a la República enviando, ese mismo verano un total de 20 aviones, 14 cazas D-372 y 6 bombarderos Potez 540. Pese a este inicial apoyo armamentístico, el gobierno de Leon Blum se vio obligado a parar esta ayuda militar al Frente Popular por la presión del Comité de No Intervención, liderado principalmente por el Reino Unido.

 

Es prácticamente en este instante cuando entró en escena Malraux. A sus 35 años era ya un famoso novelista en su país tanto por su carácter excéntrico como por su calidad literaria. Aprovechando su fama y sus contactos en Air France y en el Ministerio del Aire Francés decidió constituir una escuadrilla (casi independiente) de mercenarios dispuestos a luchar desde el aire contra “el fascismo”.

 

Aunque se ha escrito mucho sobre el carácter idealista de Malraux y sus pilotos, la realidad es bien distinta a lo que piensa la gran mayoría. Debe quedar claro que la “Escuadrilla España”, que es como se llamaba, no luchó gratis en nuestro país, sino que sus miembros fueron pagados y “muy bien” con oro del Banco de España. Los sueldos, como confirmaría más adelante el general republicano Hidalgo de Cisneros eran astronómicos para la situación que se vivía por aquel entonces: el salario medio de cada piloto oscilaba entre 50.000 y 60.000 francos.

 

Malraux en el centro junto a los miembros de su Escuadrilla

 

Vinculado al Partido Comunista, André Malraux no se privó de nada durante su estancia en España. Tanto él como sus pilotos – no sus mecánicos y telegrafistas – se alojaban en el Hotel Florida, el hotel más lujoso del Madrid de la guerra situado en lo que hoy en día es el Corte Inglés de Callao. A diferencia de otros aviadores, la plantilla de la “Escuadrilla España” pernoctaba en un hotel de lujo en el que también estaban periodistas de la talla de Hemingway o Dos Pasos.

 

Pese a la Guerra Civil, era habitual que Malraux y su “Estado Mayor” se pegaran grandes juergas en Chicote y otros locales del centro de Madrid, circunstancia que irritaba de manera mayúscula a los pilotos españoles de los cazas republicanos que tildaban a nuestro protagonista de “borracho” y “desvergonzado”. El propio García Lacalle, el mejor aviador de la República, llegó a quejarse formalmente al mando aéreo de la escasa profesionalidad de Malraux y sus pilotos.

 

La “Escuadrilla España” estaba formaba en su mayoría por pilotos experimentados pertenecientes a las líneas aéreas civiles de Francia e incluso por pilotos comerciales que habían trabajado en otros países como Polonia, Alemania y Estados Unidos. Los dos pilotos norteamericanos de la unidad habían traficado con alcohol en sus aviones de fumigar durante la época de la Ley Seca. Pese a su escasa experiencia en combate, debemos decir a su favor, que combatieron de una manera heroica y hasta las últimas consecuencias. Pese a ello, insistimos una vez más que no volaron de una manera gratuita.

 

El bautismo de fuego de la escuadrilla tuvo lugar en Extremadura en el verano de 1936. Varios Potez 540 de Malraux bombardearon las posiciones de la columna franquista mandada por Asensio Cabanillas a la altura de Medellín causando doce muertos y destrozando tres camiones. Durante los meses de septiembre, octubre y noviembre contribuyeron a la defensa de Madrid, con pérdidas muy importantes de aviones y hombres en los frentes de la Casa de Campo y Boadilla del Monte. Después combatirían en Teruel, donde se perderían muchos más aviones y donde Malraux resultaría herido tras sufrir un accidente tras un vuelo de reconocimiento.

 

Su paso por las sierras aragoneses, le serviría al novelista francés de inspiración para escribir una de sus obras maestras L´Espoir. El famoso investigador de la Guerra Civil Ricardo de la Cierva, se refiere a Malraux en Teruel de la siguiente manera en su obra “Leyenda y Tragedia de las Brigadas Internacionales”: “El intento de ofensiva republicano fracasa por dos razones que se agregan: la lamentable cobertura aérea de Malraux y la inoperancia absoluta de las tres columnas anarquista”.

 

Uno de los aviones de la Escuadrilla España

 

Los investigadores aéreos de la contienda aseguran que la última intervención de la “Escuadrilla España” en la Guerra Civil consistió en cubrir la retirada de las tropas republicanas por la carretera de Málaga en 1937. Cubriendo esa retirada se perdieron los dos últimos aviones de la escuadrilla.

 

Las críticas contra Malraux y sus hombres

 

La intervención de Malraux durante la Guerra Civil Española generó un cúmulo de feroces críticas contra su persona desde el propio bando republicano. El Teniente Coronel de aviación, Antonio Camacho Benítez, que fue jefe de la aviación republicana hasta la subida al poder de Largo Caballero, escribió un informe durísimo contra Malraux que iba dirigido directamente a Indalecio Prieto. Ese informe se encuentra guardado ahora mismo en el archivo de Villaviciosa de Odón y dice lo siguiente:

 

“Al señor Malraux convendría aplicarle tres medidas después de sus actuaciones: reducirle a disciplina, expulsarle de España y fusilarle”.

 

El General Ignacio Hidalgo de Cisneros, quién meses más tarde también ocuparía el cargo de máximo responsable de la aviación republicana, también cargó contra el grupo Malraux en el segundo tomo de sus memorias publicado en 1965:

 

“Yo no puedo decir que Malraux en aquella época no fuese a su manera un hombre progresista ni que no viniese a España de buena fe para ayudar a los republicanos. Lo que sí puedo y debo decir es que Malraux, que por su personalidad como escritor podía habernos sido útil, se anuló el mismo al pretender hacerse jefe de una escuadrilla sin haber visto en su vida un avión. Sin tener la menor idea de lo que es la aviación y sin darse cuenta de que no se puede jugar a los aviadores sin serlo, y menos aún en la guerra. En cuanto al grupo de aviadores que vinieron con él, siento mucho desilusionar a los franceses que vieron en ellos a unos héroes románticos y amantes de la libertad. Salvo tres o cuatro que eran verdaderos antifascistas, los demás aviadores de Malraux eran unos aventureros a los que traía sin cuidado nuestra guerra. Unos auténticos mercenarios atraídos por el fantástico sueldo que se les pagaba (50.000 francos mensuales en aquella época).

 

Fuente: https://guerraenmadrid.net