Por Víctor Peña Abejón
Os
voy a contar la historia de cómo unos “locos polacos” salvaron a Inglaterra de
Hitler. ¡Ni más ni menos! Pero, vayamos al principio. En 1940[1], Winston Churchill pronunció las siguientes palabras:
“Lo
que el General Weygand llamaba la batalla de Francia ha terminado. Supongo que
la batalla de Inglaterra está a punto de empezar”[2].
La
Segunda Guerra Mundial se había desatado un año antes y el ejército alemán[3] se extendía imparable por Europa. En 1940, Francia cayó derrotada ante el
rodillo alemán. Y tuvo que firmar la paz, en el mismo vagón de tren en el cual
los alemanes habían firmado su rendición en la Primera Guerra Mundial. Ahora,
el siguiente objetivo de los nazis, era Inglaterra.
Los
primeros envites del Reich
Hitler,
tras discutir con los altos oficiales de su ejército, promulgó la directiva N°
16, con el objetivo de preparar el ataque e invasión de Inglaterra. El problema
era que el plan sólo podría realizarse si las fuerzas aéreas alemanas[4] conseguían una neta superioridad frente a las británicas. Göring[5], fundador de la Gestapo y ahora Mariscal del Aire, tenía la papeleta de
conseguir este objetivo. Para lograrlo, durante julio, la fuerza aérea alemana
se dedicó a controlar la navegación por el Canal de la Mancha. Mediante bombardeos
y ataques con torpederos, se cerró el tránsito por el Canal. Las garras del
Reich comenzaban a cerrarse sobre Inglaterra. Ahora, les tocaba afrontar la
invasión aislados.
Refuerzos
extranjeros: los desconocidos héroes de la Batalla de Inglaterra
Los británicos suponían que, después de conquistar Francia, los alemanes iban a invadir inmediatamente su país. Los mandos responsables de defender la costa sur de las islas estaban sumamente preocupados por la falta de armas y de aviones. Sin embargo, el tiempo que tardó Hitler en organizar su ataque a Gran Bretaña permitió que las fuerzas aéreas británicas pudieran prepararse suficientemente. Las fuerzas aéreas inglesas[6] habían sufrido dramáticas pérdidas de pilotos en los combates, por ayudar a Francia. Sin embargo, este problema se solucionaría al más puro estilo Hollywood. Muchos pilotos de diversas naciones se presentaron voluntarios para ayudar. Y no sólo vinieron de naciones libres, como USA o Canadá. También acudieron refugiados de países conquistados por Alemania, con ánimo de venganza.
En
aquel verano crucial de 1940, el Mando de Cazas parecía una fuerza aérea
verdaderamente internacional. De los 2940 hombres que prestaron servicio
durante la batalla de Inglaterra, solo 2334 eran británicos. El resto estaba
formado por polacos y neozelandeses, principalmente, y también por canadienses,
checos, australianos, belgas, sudafricanos, franceses, voluntarios
estadounidenses, irlandeses y unos cuantos más de otras nacionalidades[7]. Vamos, algo parecido a la compañía del anillo, pero sin hobbits.
Los
polacos al rescate de Inglaterra
Cada
una de las naciones que he mencionado antes se merecería un artículo aparte,
pero pongamos el protagonismo en los polacos. ¿Por qué? Sencillo: porque el
principal contingente extranjero, fue el polaco. Ellos aportaron más de 8.000
miembros al ejército del aire[8]. Además, tenían experiencia real de combate, tras la invasión de Polonia,
en 1939, por parte de los alemanes. Y, por si fuera poco, estaban muy motivados
para luchar. Y es que todos los voluntarios polacos tenían ganas de revancha.
¡Los alemanes pagarían con sangre la invasión de su patria!
Fuerzas Aéreas polacas
Sin
embargo, su integración fue difícil. No eran unos tipos disciplinados y despreciaban
la autoridad. Se quejaban del lamentable estado de la Fuerza Aérea Polaca
durante la invasión alemana. Y también de que los mandos polacos no hacían caso
de sus peticiones. Por tanto, pensaban que los superiores ingleses tendrían los
mismos defectos. Desde luego, pensar mal del jefe es algo universal y para nada
algo moderno. Sin embargo, los polacos resultaron unos valientes y habilidosos
pilotos. Los británicos los llamaban “locos polacos”[9], por los riesgos que tomaban.
Así, en julio y agosto de 1940, se formaron los dos primeros escuadrones polacos operativos: el 302 y el 303. Equipados con nuevas aeronaves, los polacos estaban armados y eran muy peligrosos. Pero antes les quedaba por delante un curso de adaptación. Y es que, a pesar de su valiosa experiencia, debían integrarse en el Ejército inglés.
Los
“locos polacos” volvieron a aprender a volar
Los
polacos tuvieron que aprender a manejar nuevos tipos de aeronave. Incluyendo
lecciones largas y aburridas sobre las características técnicas. O sobre cómo
reparar los aviones dañados en combate o por simplemente avería. También
aprendieron a medir la capacidad del combustible en galones, en vez de litros,
y la velocidad en millas, en vez de kilómetros. También hubo muchas quejas
respecto a la comida inglesa, la cual, según el gusto polaco, no era nada
buena. El horror de la cocina británica no hizo más que aumentar su nostalgia
de la patria: desde el cordero muy cocido con col, hasta las omnipresentes
natillas. Si habéis viajado a Inglaterra, sabéis a qué horrores me refiero.
Otro
paso fue adaptarse al idioma. La mayoría de los polacos no hablaba ni una sola
palabra de inglés. Hasta que pudieron comunicarse en el idioma de la Gran
Bretaña, todas las comunicaciones se realizaban en francés. Por ello, había
muchos problemas de malentendidos.
Además,
los polacos tuvieron que adaptarse a las tácticas inglesas. Así, memorizaron
los códigos de combate para marcar formaciones y blancos. Este proceso se hizo
mediante vuelos guiados, alrededor de bases británicas, ensayando una y otra
vez todo tipo de situaciones. Cosa que hacían junto a los aspirantes a pilotos
ingleses. Esto aburría y enfadaba a los polacos, que querían combatir ya. El
hecho de que se les tratara como a novatos, era visto como insulto.
En
cambio, estos pilotos polacos fueron una gran sensación en la sociedad civil
inglesa. Sus galantes (casi anticuados) modales, hicieron las delicias de las
mujeres británicas. Pronto, los bares que rodeaban las bases se llenaron de
jóvenes -y no tan jóvenes- mujeres en busca de guerra. Lo cual llevo a más de
un malentendido, pelea y matrimonio.
Combate
a muerte en los cielos ingleses
En
agosto de 1940, Alemania[10] desató un ataque aéreo masivo. Este día será conocido como Día del Águila.
Desde este momento, y durante meses, las dos fuerzas aéreas combatieron sin
tregua alguna, sobre los cielos de Inglaterra. Los polacos lucharon sin descanso,
motivados por el ansia de venganza. Uno de sus sargentos[11] derribó cinco bombarderos alemanes, consiguiendo la consideración de As[12] en un solo día de combate[13]. Sólo tres hombres lo lograron durante la Batalla de Inglaterra.
El
escuadrón polaco N° 303 se destacó en labores defensivas y ofensivas, siendo
uno de los mejores de las fuerzas aéreas británicas. Uno de sus miembros, un
checo[14], perfeccionó un método para emboscar alemanes. Se separaba de su
escuadrilla y esperaba en las zonas de escape de la aviación alemana, abatiendo
a los aviones que volvían para reaprovisionarse. Con esta técnica, abatió 17
aviones. Lástima que acabará muerto al estrellarse, ejecutando una maniobra
para celebrar una de sus victorias.
El
batallón polaco N° 303 logró la impresionante cifra de 126 aviones derribados,
13 probables derribos y 9 enemigos dañados. Fue la unidad con mejores registros
de todas las fuerzas aéreas británicas. En un solo día derribaron 14 aviones
que atacaban Londres, sin sufrir una sola baja. Un General del aire británico[15], antes receloso de las aptitudes de los polacos, dijo la siguiente frase:
“Si
no hubiera sido por el magnífico desempeño de los escuadrones polacos y su
insuperable gallardía, dudo que el resultado de esta batalla hubiera sido el
mismo”[16].
Un
final feliz
A
finales de mayo de 1941, los ataques aéreos cesaron. Hitler no pudo lograr la
ansiada superioridad aérea e Inglaterra vio reforzaba su moral. Los polacos se
convirtieron en auténticas celebridades y continuaron sirviendo en las fuerzas
aéreas inglesas, hasta el fin de la guerra. Muchos de ellos se instalaron en
Inglaterra, felizmente casados con británicas. Y otros volvieron a su tierra,
ahora bajo dominación soviética. Fuera como fuese, su contribución fue vital y,
como tal, debemos recordar que no sólo las grandes potencias lucharon y
derrotaron al nazismo.
Fuente:
https://khronoshistoria.com
[1] El 18 de junio.
[2] Bungay, 2008, p. 34.
[3] O Wehrmacht.
[4] O Luftwaffe.
[5] Hermann Wilhelm
Göring (Rosenheim, 12 de enero de 1893 – Núremberg, 15 de octubre de 1946) fue
un político y líder militar alemán, además de miembro prominente del Partido
Nazi (NSDAP). As de la aviación durante la Primera Guerra Mundial, fue el
último comandante de la Jagdgeschwader 1, la unidad de cazas de combate que
había liderado Manfred von Richthofen. Ayudó en el ascenso al poder de Hitler
en el año 1933, fundó la Gestapo en ese mismo año y sería designado mariscal
del arma aérea en 1935. Tras el fin del conflicto, fue sentenciado a muerte en
los juicios de Nuremberg, dicha sentencia no se ejecutó, pues logró suicidarse
con cianuro en su celda.
[6] Royal Air Force
(RAF): real fuerza aérea, denominación de las fuerzas aéreas inglesas.
[7] 145 polacos, 126
neozelandeses, 98 canadienses, 88 checos, 33 australianos, 29 belgas, 25
sudafricanos, 13 franceses, 11 voluntarios estadounidenses, 10 irlandeses.
Beevor, 2014, p. 176.
[8] Beevor, 2014, p. 172.
[9] Beevor, 2014, p. 176.
[10] El 15 de agosto.
[11] El 24 de agosto, el
sargento Antoni Glowacki.
[12] El título de As se
daba a todo piloto que consiguiera 5 derribos en combate confirmados.
[13]
Gasior, 2018.
[14]
Josef Frantisek.
[15]
Sir Hugh Downing.
[16]
Smith, s.f.