16 de febrero de 2020
BOMBARDEOS INCENDIARIOS DE TOKIO, NAGOYA, OSAKA Y KOBE
Tokio
9-3-1945, 22:30 horas
A
las 22:30 mientras la gente en Tokio dormía, dos aviones marcadores B-29, uno
de ellos pilotado por el General Thomas S. Power, comandante del 314ª Ala de
Bombardeo (Pesado), volaron sobre la ciudad dejando caer bombas incendiarias
M-47 para delimitar el área de bombardeo. Poco después otros dos aviones B-29
lanzaron tiras de aluminio para impedir la detección de los radares e
dificultar el alumbrado de los reflectores de la artillería antiaérea. Dos
aviones más, marcaron con incendiarias una cruz uniendo los cuatro puntos
dejados por los aviones marcadores. Seguidamente la flota de 334 aviones B-29
comenzó el bombardeo de alfombra sobre el sector de la ciudad demarcada por la
X de fuego casi perfecta. El avión de Power subió a gran altura volando en
círculos sobre la ciudad para observar.
Uno
de los edificios del Palacio Imperial.
El
bombardeo se concentró en los municipios de Koto-Ku, Sumida-Ku y Taito-Ku, que
se encuentran a lo largo de la ribera este del río Sumida. El municipio
Sumida-Ku se encuentra entre el río del mismo nombre y el río Arakawa y forma
parte del este de la ciudad de Tokio, hacia el oeste en el centro de la ciudad
se encuentra el Palacio Imperial.
Poco
antes de iniciarse el bombardeo, se levantó un fuerte viento, que aventó las
llamas y las esparció rápidamente. Cuando los demás B-29 alcanzaron la ciudad y
dejaron caer sus bombas, estallaron incendios adicionales. El viento aumentado
a cuarenta y cinco kilómetros por hora enviaba restos llameantes por encima de
los cortafuegos y canales. Por el
intenso calor, el viento cobró más fuerza, corriendo a 30 metros por segundo,
tocando las casas no alcanzadas por las bombas y encendiéndolas debido a la
altísima temperatura del aire. El aire infernal llegó hasta el centro de Tokio
causando pequeños fuegos espontáneamente encendidos en techos y puertas.
Modelo
de casa japonesa típica. Techos y paredes de madera. Paneles
de madera forrados en papel de arroz llamados "Shoji" y tapetes de
fibras de arroz llamados "Tatami".
La
incursión continuó por unas dos horas, mientras el General Power observaba
cuidadosamente la operación e intentaba recoger datos para evaluación
posterior. Power envió por radio
informes sobre el incendio, que hasta al insensible General le hicieron una
tremenda impresión. Pero, en tierra, la escena era mucho peor, una pesadilla
salida del Infierno de Dante.
Radio
Tokio emitió un informe, horas más tarde, en el que el locutor, después de
condenar a los estadounidenses por la matanza de la población, describía vívidamente
el holocausto: "Esta noche de brillante luz de las estrellas permanecerá
en la memoria de todos los que la presenciaron. Después de la caída de las
primeras bombas incendiarias, se formaron nubes de humo que se iluminaron desde
abajo con una luz rojiza. De ellas emergían los aviones, volando pavorosamente
a baja altura sobre los centenares de incendios, que se esparcían
gradualmente. Un bombardero explotó ante
nuestros ojos como un proyectil trazador de magnesio, casi sobre el centro de
la ciudad. Las nubes de fuego se dirigían
serpenteando hacia lo alto y la torre del edificio de la Dieta se erguía negra
contra el rojo del cielo. La ciudad estaba tan resplandeciente como una salida
de sol; nubes de humo, hollín, incluso chispas arrastradas por el vendaval,
volaban por encima. Pensamos que esta
noche todo Tokio sería reducido a cenizas..."
Por
los canales entre los ríos Sumida y Arakawa se transportan los troncos de
árboles que luego se depositan en la parte posterior de cada tienda que vende
la madera.
Los
bombardeos de las ciudades japonesas fueron de un éxito escalofriante. En un
par de horas 2 mil toneladas de bombas, medio millón de incendiarias de Napalm
y Magnesio, llovieron sobre Tokio destruyendo gran parte de la capital. Fue uno
de los mayores desastres hasta entonces sufrido por ningún beligerante en la
historia de la guerra.
No
todos se percataron de la alerta aérea en Tokio cuando apareció el primer avión
y que se interrumpió brevemente debido a que se trataba de sólo dos aviones,
pero un centenar de personas de Sumida-Ku precavidas con sus maletas, lograron
escapar permaneciendo en el Parque Kinshi donde observaron llenos de pavor el
holocausto.
El
frente de las tiendas que venden la madera.
La
tormenta de fuego arrasó todo el este de la ciudad donde se concentraba la
mayor parte de las casas de madera, cartón y papel. Miles de las personas murieron asfixiadas y
quemadas por el aire de la tormenta que desató vientos con temperaturas de
1000°C corriendo a más de 200 kms por hora consumiendo el oxígeno y creando una
tromba de aire que subió cuando menos a 10 kms de altura. Muchos bombarderos fueron lanzados centenares
de metros hacia arriba por las corrientes de aire caliente. Al menos uno reportó
que una bomba de 250 kgs fue devuelta al compartimiento de bombas por una
súbita corriente de aire.
En
tierra, la tormenta de fuego succionaba a los que trataban de huir, matando a
niños, mujeres y ancianos. Atrapados entre los ríos Sumida y Arakawa, la gente
que trataba de salvarse del fuego tirándose a los canales murieron hervidas o
asfixiadas. Se salvaron los más jóvenes que pudieron correr hasta encontrar
algún lugar donde por milagro el fuego no llegó, los demás, mujeres, ancianos y
niños pequeños fueron incinerados. Los
llamados "turbantes anti bombardeos" que miles de mujeres usaban para
protegerse de las esquirlas durante los bombardeos convencionales, era lo
primero que se encendía aún sin que el fuego las tocara, cuando las mujeres con
sus hijos en brazos corrían en medio de la tormenta.
El
transporte de madera por los canales forma
parte de la milenaria tradición japonesa.
Las
casas de madera y cartón simplemente se volatilizaban. El contenido inflamable
de los edificios de cemento y ladrillo ardió completamente convirtiéndolos en
hornos que apenas quedaron como cascarones con sólo cenizas en su
interior. Las pérdidas fueron enormes,
murió más gente en esas fatídicas dos horas, que en la explosión atómica de
Nagasaki. Según las primeras cifras
recopiladas por la policía metropolitana japonesa, 83783 personas murieron,
miles fueron declarados desaparecidos, 40918 fueron heridas y más de 800000
de personas estaban sin hogar. Llevó
veinticinco días a las autoridades japonesas el remover de los escombros todos
los cuerpos calcinados. Las cifras de
muertos fueron aumentando. Quedaron
destruidos más de 40 kilómetros cuadrados de la ciudad de Tokio. Según la cuenta final, en el holocausto de
fuego, el bombardeo había matado a más de 100.000 personas, dejando heridas a
más de 400000 y al menos un millón de personas quedaron sin techo en pleno
invierno. Se contabilizaron 276791
casas que fueron destruidas por el fuego,
La
explosión de una bomba de tungsteno podría hacer pensar que es el inicio de una
celebración...
En
el ataque, las pérdidas de los B-29 fueron catorce en total, tres de ellos, al
menos, fueron derribados por las baterías antiaéreas japonesas y se le vio
explotar en el aire estrellándose en Aoki-cho, Kawagichi, dos tripulantes
salvaron milagrosamente, los otros dos aviones se estrellaron también. Las tripulaciones de otros cinco bombarderos,
alcanzados por los antiaéreos, cayeron en el océano y fueron salvadas por
unidades de rescate. Otros se
estrellaron al tratar de aterrizar en Iwo Jima. Dieciocho horas después del
ataque, el Primer Ministro Koiso hablo por Radio Tokio para denunciar a los
"muy crueles y bárbaros estadounidenses", y advertir al pueblo
japonés que tenían que estar preparados para soportar más bombardeos
incendiarios.
Inútil
intento de apagar el tungsteno.
Nagoya
11-3-1945
En
las Marianas, el General Curtis LeMay, que recibió un muy efusivo telegrama de
felicitación del General Arnold, había ya planeando otro ataque nocturno a baja
altura, esta vez contra la zona urbana de Nagoya. En esta misión, efectuada en la noche del 11
al 12 de marzo, 285 bombarderos atacaron la ciudad a baja altura. Los aviones marcadores, de nuevo, mostraron
el camino con bombas incendiarias M-47. En total, arrojaron 1700 toneladas sobre Nagoya, y provocaron
centenares de incendios. En esta
ocasión, no hubo holocausto general, pero las fotos posteriores al ataque
mostraron más de tres kilómetros cuadrados de la ciudad arrasados. Se perdió un bombardero en la misión, y veinticuatro
fueron averiados, principalmente por la antiaérea. La oposición de la caza fue débil. Un B-29 fue derribado sobre la ciudad.
A
las 9 de la mañana todavía el fuego no estaba totalmente extinguido.
Osaka
13-3-1945
Dos
noches más tarde, después de que los equipos de mantenimiento trabajaron
ininterrumpidamente preparando los aviones, LeMay envió 300 B-29 a Osaka, la
segunda ciudad del Japón en población y producción industrial. A la medianoche, los B-29 bombardearon por
radar porque a causa de la capa de nubes los marcadores no pudieron ver el
blanco. La flota de 274 B-29 que
llegaron al blanco, descargaron 1700 toneladas de bombas. Al igual que en Tokio, la temperatura del
aire creó una tormenta de fuego. Las
columnas de aire ascendentes fueron tan intensas que uno de los 33 aviones del
9º Grupo de Bombardeo, fue lanzado hacia arriba con tal fuerza que dio media
vuelta quedando panza arriba. El piloto
logró enderezar la nave, perdiendo varios miles de pies a gran velocidad, pero
pudo regresar a Tinian aunque con las alas en tan mal estado que tuvieron que
ser reemplazadas.
Sólo
quedaron en pie los edificios de cemento convertidos en hornos. Obsérvense
los canales que unen el Río Sumida con el Arakawa. Por
el Sumida bajaban los cadáveres hacia la Bahía de Tokio.
Aunque
el mal tiempo había impedido a los aviones marcadores iniciar los incendios de
señalización, las fotos de Osaka, posteriores al ataque, confirmaron que los
nuevos ataques a baja altura eran muy efectivos. Más de 12 kilómetros cuadrados del centro de
la ciudad habían sido totalmente quemados. Los incendios consumieron unos 134744 edificios residenciales e industriales,
y destruyeron parcialmente otras 1300 estructuras. Como la población estaba prevenida, las
bajas totalizaron sólo 13135, pero más de 500000 personas quedaron sin hogar,
eso era la cuarta parte de la población de Osaka. Fueron derribados dos B-29 y trece fueron
averiados por la artillería antiaérea durante la incursión. De nuevo la oposición aérea enemiga fue de
poca importancia.
Kobe
16-3-1945
La
ciudad de Kobe, cuarto objetivo incendiario de LeMay, fue atacada en la noche
del 16 al 17 de marzo. A los pilotos se
les ordenó hacer un vuelo de aproximación más controlado para asegurar la
concentración y unión de los incendios.
A causa de que el inventario de bombas M-69 y M-47 en el Mando de
Bombardeo estaba escaseando, la carga de bombas se cambió algo. En lugar de la carga normal, se usaron
contenedores de 225 kilogramos, con bombas incendiarias de magnesio termita
M-15 de 1,8 kilogramos de peso. La
incursión de Kobe fue la mayor lanzada por LeMay hasta aquel momento, 307
aviones B-29 alcanzaron la ciudad lanzando 2.300 toneladas de bombas,
provocando incendios que arrasaron unos cinco kilómetros cuadrados de un
extremo del distrito de negocios y algunas áreas residenciales e
industriales. Más de 66.000 estructuras,
incluso 500 edificios industriales, fueron demolidas y 250.000 personas, un
tercio de la población de Kobe, quedaron sin hogar. Los muertos y heridos llegaron a 15.000. Tres aviones fueron derribados.
Nagoya
18-3-1945
La
última de las incursiones incendiarias de marzo de 1945, contra Nagoya el día
18 al 19, fue hecha por 290 bombarderos. Con el inventario de bombas incendiarias casi exhausto, un avión de cada
tres fue cargado con bombas explosivas de 225 kilogramos. Los aviones alcanzaron la parte norte del
centro de la ciudad, con unas 1.800 toneladas de bombas que originaron 192
grandes incendios separados y destruyeron unos cinco kilómetros cuadrados
adicionales de la ciudad. En conjunto,
durante las dos incursiones a Nagoya, fueron arrasados ocho kilómetros
cuadrados. LeMay estaba muy complacido y
dirigió una declaración a sus aviadores, elogiándolos "por su inspirada
devoción al deber". "La prueba
de la batalla", dijo, "ha demostrado que ustedes pueden, no tan sólo
aguantar cualquier carga, sino que pueden atacar repetidamente con renovado
vigor". Sólo un B-29 fue derribado.
Unos
pocos días después, en Washington, el General Norstad dijo en una conferencia
de prensa que el daño causado a los japoneses durante las cinco incursiones era
"el mayor que jamás en la historia del mundo se hubiese inferido a ningún
pueblo en tan corto período". En
conjunto, unos cincuenta kilómetros cuadrados de áreas urbanas, en cuatro
principales ciudades japonesas, fueron destruidos. Los ataques incendiarios, dijo, eran tan sólo
"la fase inicial" de la campaña de los B-29, para destruir las
pequeñas industrias artesanales japonesas.
Rindió
especial tributo a LeMay, "por solucionar un agudo problema operacional
con el uso de las Superfortalezas de alta cota, en bombardeos a baja altura,
logrando así descargar un mayor tonelaje de bombas en un corto tiempo y en un
área reducida". Realmente, las
pequeñas industrias fueron destruidas por todos los medios. El veintinueve por ciento de toda la
producción aeronáutica del Japón se realizaba mediante subcontratistas,
concentrados en las áreas industriales de Tokio, Osaka y Nagoya. Estas se distribuían en tamaño, desde
talleres artesanales de tipo familiar o talleres con diez obreros calificados
hasta los que empleaban a 2.000 personas.
Funcionarios japoneses declararon más tarde, que la destrucción de la
pequeña industria, en las incursiones incendiarias, causó "graves pérdidas
a la producción". Después se supo
que el avión Jet de caza japonés, similar al avión alemán Messerschmitt M 262,
fue probado apenas unos días antes de la firma de la Rendición Incondicional.
Al
igual que en Hiroshima y Nagasaki, también hubo milagros.
Nagoya
24 de marzo
El
24 de marzo a la medianoche, 223 aviones B-29 fueron nuevamente a Nagoya para
atacar la fábrica Mitsubishi. Los
primeros 50 bombarderos volaron en círculos frente a las costas de Nagoya, a la
espera del grueso de la escuadra. A la
medianoche iniciaron el ataque siendo esperados por 100 reflectores antiaéreos
y la correspondiente artillería. Lanzaron por medio de radar 1526 toneladas de bombas incendiarias con
muy malos resultados. Veinte aviones
fueron derribados o se estrellaron tratando de aterrizar en mal estado. Al menos dos explotaron en el aire. La planta Mitsubishi no sufrió grandes daños
y recibió nuevos ataques el último día de marzo y primeros días de abril, esa
vez con bombas convencionales.
A
finales de marzo, el 21° Mando de Bombardeo había agotado, por completo, sus
bombas incendiarias, y no pudo volar otra incursión incendiaria durante unos
tres meses.
Traslado
de la 8ª Fuerza Aérea al pacífico
Como
en Europa las ciudades alemanas estaban destruidas y no quedaba nada por
bombardear, la 8ª Fuerza Aérea fue trasladada al Pacífico para iniciar su
propia campaña de bombardeo. El total de
bombas lanzadas contra las ciudades japonesas fue de 12500 toneladas al
iniciarse la campaña, llegó a 38700 tn en julio, y estaba planificado incrementar
el tonelaje en 105000 toneladas mensuales. Eso no fue necesario pues las bombas atómicas estaban listas para
terminar el trabajo iniciado por Curtis LeMay, llamado el "Bombardero
Harris del Pacífico". Pero como las
principales ciudades estaban destruidas, las escogidas fueron dos ciudades sin
ningún valor militar: Hiroshima y Nagasaki.
Memorias
del General Curtis LeMay
El
General Curtis LeMay refiriéndose al holocausto japonés, escribió en sus
memorias sobre el primer bombardeo de Tokio: "1665 toneladas de bombas
incendiarias cayeron silbando sobre esa ciudad y olas calientes del horno
resultante, zarandeó y lanzó a algunos de nuestros aviones hasta 2000 mil pies
sobre su altura original. Nosotros
quemamos cerca de 16 millas cuadradas de Tokio. Parafraseando al General Power (quien dirigió la incursión)... Fue el más grande desastre infligido a
cualquier enemigo en la historia militar. Fue más grande que el fuego combinado de Hiroshima y Nagasaki. En sólo dos horas hubo muchas más bajas que en
cualquier otra acción militar en la historia del mundo." En otra declaración, con gran dosis de
cinismo, LeMay dijo: "la gente fue tostada, hervida y horneada hasta
morir" ("scorched, boiled, and baked to death". SIC).
Testimonios
Cuando
los bombardeos cesaron el 15 de agosto de 1945, 70 ciudades habían sido
reducidas a cenizas y más de medio millón de personas habían muerto
calcinadas. LeMay con el cinismo que le
caracterizaba, lanzó su frase filosófica: "Si nosotros hubiéramos perdido
la guerra, habríamos sido juzgados como criminales de guerra. Afortunadamente, nosotros estamos en el lado
de los vencedores."
Chester
Marshall
El
piloto de B-29, Chester Marshall, que hizo el vuelo de reconocimiento
fotográfico después del bombardeo a Tokio, tuvo que abortar la misión al pasar
sobre la ciudad: "A 5000 pies de altura se podía oler la carne quemada...
no lo pudimos resistir". Más tarde
Marshall le dijo al reportero de la ABC de Australia que lo entrevistó:
"No pude comer en dos o tres días, el olor fue tan nauseabundo que lo
seguía sintiendo."
En
el círculo el Palacio Imperial. La X marca el cuartel del
Kempei Tai donde estaban los prisioneros de guerra. Más
abajo la desembocadura del río Sumida y a la izquierda la
Bahía de Tokio. La zona con humo es el área bombardeada.
John
Dower
Escribió
John Dower en su magnífico libro "War without mercy", donde trata el
racismo de lado y lado durante la guerra, dice: “La gente que trataba de meterse
en los canales, se quemaba en el Napalm encendido. El agua hervía, el metal se derretía y todo
se encendía espontáneamente, hasta la gente se prendía mientras corría. Las personas que se lanzaron al río y a los
canales, murieron hervidos por el intenso calor."
Robert
McNamara
Robert
McNamara, quien en Washington ayudó a planificar el bombardeo de Tokio,
Hiroshima y Nagasaki, ponderaba la justicia de los vencedores diciendo:
"¿Acaso había una regla que dijera que no podías bombardear, no podías
matar, no podías quemar vivos a cien mil civiles en una sola noche?"
Teniente
Raymond "Hap" Halloran
El
9 de marzo de 1945, el Teniente Halloran, navegante de B-29, estaba prisionero
en Tokio desde el día 27 de enero de 1945, cuando fue derribado sobre Tokio.
Halloran y las tripulaciones de otros B-29, estaban encerrados en unas jaulas
de madera puestas en un establo del cuartel del Kempei-Tai, cuyo edificio
estaba al norte del Palacio del Emperador, pegado al foso que lo rodea.
Halloran
despertó a media noche y escuchó el sonido de aviones multimotores volando a
muy baja altura. Pensó que eran
japoneses y se preguntó qué estaba pasando. Luego escuchó bombas explotando y la batería antiaérea que estaba a unos
pasos del establo comenzó a disparar en rápido tableteo. El establo donde se encontraba y su jaula
comenzaron a trepidar. Halloran pensó
que eran B-29 pero no se podía explicar por qué volaban a tan baja altura. Vio a través del agujero en la pared que el
cielo estaba poniéndose rojo. Los
guardias entraron y lo ataron de pies y manos, lo mismo hicieron con los
prisioneros en las otras jaulas, luego cerraron las puertas y salieron. En media hora podía ver, oler y sentir el
calor de una tormenta de fuego. Luego un
vendaval de aire hirviendo comenzó a golpear contra las paredes. Escuchó gente
corriendo y saltando al agua del foso que rodea el palacio. Escuchó llantos de niños y luego el techo
comenzó a arder, pero alguien subió y apagó el fuego con arena. La puerta del establo se prendió en llamas y
salió volando. El humo entró en el
establo. Escuchó B-29s estrellándose
cerca y cuando el bombardeo terminó, el ruido y la tormenta de fuego
continuaron por horas.
A
las 9 de la mañana el intérprete se presentó y explicó lo que había
sucedido. Dijo que había pilas de
cadáveres en las calles y cientos de cuerpos inertes bajaban por el río hacia
la Bahía de Tokio. Dijo que uno de los
puentes se había puesto al rojo vivo y la gente que corría por un extremo se
encontró con la gente que llegaba por el otro extremo y quedaron todos inmovilizados
en el centro. Todos murieron quemados y
sus esqueletos estaban apilados en el centro del puente. Dijo también que todos los prisioneros,
pilotos de B-29, iban a ser ajusticiados.
En los Estados Unidos
Al
otro lado del Pacífico, en los Estados Unidos, muy poca gente se enteró de la
verdadera magnitud de los bombardeos incendiarios realizados por Curtis LeMay,
quien fue honrado como un héroe nacional. Quienes lo supieron recordaban los bombardeos de Shangai, las
violaciones de Nanjing y otras atrocidades cometidas por soldados japoneses en
China como justificativo. Pero otros se
preguntaban ¿dónde quedó la moral aliada desde que Roosevelt calificó a la
Blitzkrieg alemana contra fuerzas regulares como "barbarismo
inhumano"?
En
el Japón
En
el Japón los supervivientes, nunca quisieron hablar sobre lo ocurrido. Recién en los últimos años han aparecido
testimonios y se han construido museos conmemorativos al holocausto de
Tokio. Lentamente el pueblo japonés
recupera la memoria.
Fuente:
https://www.exordio.com