16 de febrero de 2020

OPERACIÓN MATTERHORN (15-6-1944)


Cuando queremos leer algo sobre el fin de la guerra en el Pacífico, terminamos de manera inequívoca en los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki. Sin embargo, los bombardeos incendiarios al que fueron sometidas las ciudades japonesas son tan poco conocidos que los pasamos por alto, si acaso, se conoce más sobre el bombardeo convencional de las industrias bélicas japonesas.

Para llenar ese vacío, desde hace unos años han comenzado a aparecer publicaciones sobre el tema, extraordinarias por la cantidad de material gráfico utilizado. Eso es interesante, pues como se sabe, los japoneses destruyeron una enorme cantidad de documentación militar para evitar que cayera en manos del enemigo y por su parte el gobierno militar estadounidense, se encargó de desaparecer las pruebas que encontraron.

Entre esa documentación destruida por los propios japoneses, por ejemplo, se encuentran todos los archivos relacionados con el otorgamiento de condecoraciones y ascensos, datos históricos que sólo se pudieron reconstruir parcialmente en base a testimonios suministrados hace no mucho tiempo por veteranos y civiles japoneses supervivientes. Cientos de fotografías celosamente ocultas durante medio siglo están apareciendo, como testimonio irrefutable de los bombardeos incendiarios y es posible que existan otros miles de documentos celosamente guardados, pero que quien sabe cuándo serán hechos públicos.

Bases B-29 en Asia
Bases de B-29 en Asia

Como las distancias a los blancos en Asia eran mucho mayores que en Europa, los estadounidenses equiparon inicialmente las bases en ese continente, particularmente en la India, con aviones B-17 y B-24, pero desde finales de 1943 los mandos del Cuerpo Aéreo del Ejército de los Estados Unidos planificaron el desplazamiento de los nuevos bombarderos Boeing B-29 que operarían contra el Japón desde bases en la India y China.  La Operación Matterhorn estaba en marcha.

En 1944, apenas un puñado de esos bombarderos estaba disponible y por ello, las primeras misiones estuvieron a cargo de los B-17 y B-24.  Fue sólo recién en abril de 1944, que los primeros B-29 cruzaron la "Joroba" para aterrizar en Chengtu donde 75.000 campesinos chinos bajo las órdenes del General Chenault, comandante de la 14ª Fuerza Aérea en China, construyeron las pistas de aterrizaje para los B-29 de la 20ª Fuerza Aérea.  El día 26 de abril, ocurrió el primer encuentro de un B-29 con los cazas japoneses, combate en que el bombardero salió bien librado, aunque con serios daños. Los pilotos japoneses, que ya sabían de la existencia del nuevo avión, quedaron impresionados ante la vista del enorme y moderno aparato.

Bombardeos incendiarios de Japon
Bombardeos incendiarios en Japón

Así, las operaciones de la 20ª Fuerza Aérea, desde ocho bases en India: Dudkhundi, Chakulia, Kharagpur, Kalaikunda, Piardoba, Chittagong, Horhat y Chabua, más la base de China Bay en Ceilán fueron incrementadas con las bases en China: Myityina, Yunnani, Kunming, Likiang, Hsishang, Iping, Pengshan, Kiunglai, Hsingshin, Kwangang, Liuchow y Kewiling.

Los objetivos de los nuevos aviones eran Hankow, Mukden y Anshan en China; Shinchiku, Kagu, Tainan, Okayama y Takao en la isla de Formosa; Palembang en Sumatra; la ciudad de Singapur; Camrahn Bay en la Indochina Francesa; Bangkok en Tailandia; y las ciudades de Omura, Sasebo y Yawata en Kyushu al sur de Japón límite del alcance de los bombarderos.  No arriesgaron la creación de bases más cercanas a Japón puesto que dudaban que los chinos pudieran defenderlas ante un ataque japonés. Los cálculos eran que al menos se necesitaban 50 divisiones chinas para detener a los 400.000 efectivos del ejército del General Hada, quien efectivamente ocupó los sectores desde donde podrían haber operado los B-29 con mejor alcance.


La primera misión sobre Japón de los B-29 de la 20ª Fuerza Aérea, fue realizada el 15 de junio de 1944 desde las bases en los alrededores de Chengtu a más de 1500 millas de distancia.  Sólo 47 de los 68 aviones B-29 llegaron al objetivo. Cuatro abortaron, cuatro se estrellaron, seis soltaron las bombas antes de llegar al blanco y otros debieron bombardear blancos alternos o de oportunidad, por diversas causas.  Un B-29 fue derribado.

Era evidente que, para llegar hasta el corazón de Japón, requerían una base más cercana y para ello, el objetivo inmediato de los mandos estadounidenses en Washington, fue la invasión del archipiélago de las Marianas para instalar bases en Saipan, Tinian y Guam, desde donde era posible alcanzar Tokio.  En julio de 1944, una vez invadida la isla de Saipan, los estadounidenses establecieron una base aérea desde donde pudieron bombardear el Japón y Corea.  Las bases para el nuevo avión debían ser muy grandes, las pistas dobles de aterrizaje debían tener 60 metros de ancho y 2590 metros de longitud, más un total de 4500 metros de pistas auxiliares con los correspondientes hangares y pistas de parqueo.  En octubre de 1944, las bases estaban listas para entrar en funcionamiento, aunque con sólo una pista operativa.

B-29
Bombarderos Boeing B-29 lanzando bombas incendiarias sobre Japón

Siderúrgica de Yawata 20-8-1944

Al comenzar las operaciones en agosto de 1944 contra el territorio metropolitano de Japón, los bombardeos fueron diurnos y de gran altura, tal como la 8ª Fuerza Aérea lo hizo siempre en Europa, pero los resultados no fueron los esperados.  El bombardeo con 60 aviones B-29 contra las instalaciones de la siderúrgica de Yawata dio como resultado que sólo el 2% de la planta resultó dañada y costó el derribamiento de 4 B-29 y 8 más fueron seriamente averiados, aparte de otros 10 aviones perdidos por diferentes causas.  Los bombarderos reclamaron 17 cazas japoneses derribados y 12 probables.  El día 20 de agosto un nuevo intento con 70 aviones B-29 resultó en el derribamiento de 18 bombarderos y los daños causados a la planta en Yawata fueron de apenas del 25%.  Un total de 99 tripulantes de B-29 fueron muertos.  Al menos tres B-29 hicieron aterrizajes forzosos en Rusia y los aviones fueron confiscados y usados después de la guerra como modelos para fabricar aviones de transporte y bombarderos Tupolev.

Tokio 24-11-1944

La primera aparición del B-29 sobre Tokio ocurrió el día 01 de noviembre de 1944.  La misión consistía en tomar fotografías desde 35.000 pies de altura.  Las fotos fueron tomadas con toda tranquilidad puesto que ni la artillería antiaérea japonesa ni los cazas podían alcanzarlo a esa altura.  El primer bombardeo sobre Tokio ocurrió el 24 de noviembre de 1944.  Fue dirigido por el General Emmett O’Donnell volando el "Dauntless Dotty" al frente de 111 aviones B-29 cuyo objetivo principal fue la fábrica de motores de Musashima. El lanzamiento a 30.000 pies de altura no fue efectivo, debido a la nubosidad y los fuertes vientos procedentes de Siberia que impedían a los bombarderos adquirir el blanco con precisión.  Sólo 24 aviones vieron el objetivo, los demás lanzaron las bombas a ciegas.

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Mitsubishi J2M Raiden ("Jack")

El General Curtis E. LeMay abandonó la China para volar a las Marianas y tomar directamente el control de las operaciones al mando de la nueva 21ª Fuerza Aérea.  En marzo de 1945, más de 300 aviones B-29 estaban realizando misiones contra Japón.  Las pérdidas estadounidenses eran grandes por la aparición de los cazas japoneses Kawanishi N1K2J Shiden ("George") y Mitsubishi J2M5 Raiden ("Jack"). Aunque a los japoneses le faltaban pilotos experimentados, muchos jóvenes se presentaban voluntariamente para volar los cazas e interceptar a los bombarderos.

Tokio 25-2-1945

Mientras tanto, el día 25 de febrero de 1945, Curtis LeMay ordenó el primer bombardero incendiario a gran altura.  Una flota de 172 aviones B-29 arrojó 450 toneladas de bombas incendiarias sobre la capital japonesa. Fueron arrasadas 27.970 edificaciones. Seis bombarderos fueron derribados. En su informe diario al Emperador Hiroito, el Primer Ministro Tojo aseguró que los Estados Unidos no podría continuar incrementando los bombardeos, teniendo en cuenta que fuerzas cada vez más numerosas estaban lanzando bombardeos diarios sobre las ciudades alemanas.  Le dijo Tojo al Emperador Hiroito que los bombardeos ocurrían uno por semana y sólo si bombardearan la capital con miles de aviones diariamente podría comenzar a preocuparse. Por su parte, el Príncipe Konoye no asistía ya a las reuniones pues consideraba que la guerra ya estaba perdida.

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Kawanishi N1K2J Shiden ("George")

Una semana después, los hechos parecían confirmar la teoría de Tojo.  Un nuevo ataque diurno con bombas convencionales a gran altura, con 150 aviones B-29, tuvo que bombardear por medio de radar la fábrica Mitsubishi debido a la gran cantidad de nubes.  El resultado fue que la fábrica permanecía incólume después del ataque. Posteriores incursiones, la última el 4 de marzo, que sumaron un total de 875 aviones durante varios días, causaron daños en sólo el 4% de las instalaciones. LeMay con macabra satisfacción por la inutilidad de los bombardeos convencionales diurnos, tenía suficientes argumentos para justificar lo que iba a hacer, dado que las fábricas de aviones estaban siendo dispersadas en forma de módulos en la campiña japonesa y los bombardeos eran ineficaces.

Curtis LeMay había dirigido los bombardeos de las ciudades alemanas donde emplearon bombas explosivas (para destruir los techos, puertas y ventanas de los edificios) combinadas con incendiarias para incinerar todo lo que se encontraba dentro. Como en Japón el bombardeo estratégico con bombas convencionales no daba resultados contra las fábricas LeMay estaba decidido a emplear técnicas similares a las empleadas en Europa, pero a baja altura para mejorar la precisión y con el aprovechamiento de otros ingredientes, producto de las circunstancias y de las particularidades de las construcciones japonesas y su medio ambiente.

James Bradley, en su libro "Flyboys: A true story of courage" paginas 268-269, Little Brown (New York, 2003) dice que para probar el poder letal de las bombas incendiarias construyeron un "Pequeño Tokio" en Dugway Proving Ground en Utah.  Los carpinteros fabricaron grupos de docenas de casas copiadas al estilo japonés.  En esa pequeña ciudadela probaron el efecto de varias bombas de Napalm y eventualmente quedaron satisfechos con los efectos destructivos de la bomba incendiaria AN-M69 que contenía paquetes de bombas de magnesio.  Una de las preguntas que se hace el autor en el libro es: ¿Si los blancos industriales eran la prioridad en el plan de destrucción, por qué probaron las bombas AN-M69 en modelos de casas japonesas de madera?

Lo cierto es, que, al no poder destruir las fábricas, LeMay planificó eliminar a los que trabajaban en ellas.  Tenía que destruir las ciudades y matar a sus habitantes para mermar la moral y para inducir a los obreros a abandonar el trabajo.  A eso, añadía LeMay que era necesario destruir las fuerzas de defensa japonesas en preparación a una futura invasión, defensas que estarían conformadas por millones de civiles en armas.  El 19 de febrero de 1945 cambió la táctica de bombardeo convencional por la de bombardeo incendiario de baja altura.   El vuelo a baja altura, eliminaba el efecto de la nubosidad y tenía además un propósito político: era necesario evitar dañar el centro de Tokio donde se encuentra el Palacio Imperial, porque dañar al Emperador significaba enfrentarse a una resistencia hasta la muerte del pueblo japonés.  Además, porque el único que podía eventualmente ordenar una rendición, era el Emperador Hiroito, nadie más sería obedecido.

Incendiarias
Incendiarias M69 en compartimiento de bombas de B-29

Bombardeo de Hankow

El 18 de diciembre de 1944, Curtis LeMay ordenó el inicio de los bombardeos incendiarios de baja altura, el primero de ellos, en calidad de prueba, sobre la ciudad portuaria de Hankow en China.  Desde 1895 hasta 1917 Hankow fue una concesión alemana y de los japoneses desde 1898, y permanecieron en ella como resultado de la Primera Guerra Mundial.  Al comenzar la Segunda Guerra Mundial ocuparon las concesiones británicas y francesas en ese próspero puerto chino.  En Hankow, las condiciones eran similares a Tokio, una ciudad con casas de madera a la orilla del mar, con una población numerosa distribuida entre calles estrechas.

De las bases de Chengtu despegaron 89 aviones B-29, de los cuales 63 llegaron al blanco y descargaron 511 toneladas de bombas incendiarias.  Fue el primer ataque incendiario llevado a cabo por los aviones B-29.  A la luz de los resultados satisfactorios para LeMay, decidió que era tiempo de preparar el próximo ataque incendiario masivo contra la ciudad de Tokio, mientras seguían los ataques convencionales casi diarios con bombas explosivas y Napalm en todo Japón.

La captura de Iwo Jima en marzo de 1945, permitió que los B-29 volaran escoltados por cazas P-51 y después por los cazas nocturnos Black Widow P-61 que fueron estacionados en esa isla. Para entonces, la efectividad de los cazas japoneses fue casi mínima puesto que los japoneses no tenían un avión similar al P-51 y menos un caza nocturno que se pudiera enfrentar al P-61.

Plan de bombardeo incendiario nocturno

En esas circunstancias, el primer bombardeo incendiario contra Tokio fue planificado para la noche del 9 al 10 de marzo de 1945.  Los aviones de la misión Nº 40 de la 21ª Fuerza Aérea, volarían a alturas de apenas entre 1500 y 1800 metros, llevando 1650 toneladas de bombas incendiarias, con la ventaja de que no esperaban que Japón enviara cazas nocturnos.  Por eso, fueron retiradas las ametralladoras y todo peso extra, incluyendo los artilleros, excepto el de cola, que actuaría como observador, teniendo así mayor capacidad de bombas.

Los objetivos eran las ciudades de Tokio, Kobe, Osaka y Nagoya que contaban con miles de fábricas artesanales instaladas en las casas de los habitantes de esas ciudades y donde vivían las familias de los obreros de las grandes fábricas. LeMay estaba decidido a incinerar las ciudades japonesas.  Como efecto colateral esperaba que los masivos incendios se extendieran debido a la tormenta de fuego que se crearía y destruirían de paso también a las fábricas.  Los canales que alimentan los ríos Sumida y Arakawa no impedirían la tormenta de fuego, pues el flujo de agua es controlado por compuertas y sirven de depósitos de troncos de árboles.  Siendo el blanco muy extenso, y sin oposición de caza, los bombarderos volarían más separados entre sí, encargándose las incendiarias de magnesio y Napalm de esparcir el fuego en toda el área.

Saldo de la Operación Matterhorn

Para los Estados Unidos:
  • 485 bombarderos B-29 fueron derribados.
  • 212 cazas P-51 y P-61 fueron derribados.
  • 3041 tripulantes resultaron muertos.

Algunos tripulantes que saltaron en paracaídas sobre Japón fueron acusados de asesinato contra la población civil y ejecutados.  Parece que eso no ocurrió en Tokio.

Para Japón:

Sin contar los civiles muertos en la isla de Okinawa, el número de civiles muertos en Japón como consecuencia de los bombardeos incendiarios se estima en 560000 personas.  El número exacto de personas muertas jamás podrá conocerse, porque muchos cráneos simplemente quedaron tan carbonizados que no pudieron ser reconocidos e incluidos en la cuenta de cráneos encontrados o en su defecto fueron a dar al mar en la desembocadura del río Sumida.

Si bien es cierto que muchos aviadores estadounidenses, que durante la guerra bombardearon Japón, han considerado que los bombardeos con explosivas e incendiarias a la población civil fue acto justo y necesario, se cuentan por cientos aquellos que han sobrellevado un enorme sentimiento de culpa por el resto de sus días.  Algunos de ellos han podido de alguna manera aligerar ese peso haciendo diferentes tipos de actividades de desagravio, pero otros se lo han llevado a la tumba sin poder hacerlo.

Fuente: https://www.exordio.com