Muy
poco se ha escrito sobre un suceso que conmocionó a Francia durante la Guerra
Civil Española pero que fue silenciado prácticamente en nuestro país pese a
ocurrir en Guadalajara. Este mes de diciembre se han cumplido 84 años del
misterioso derribo de un avión de la embajada francesa en el término municipal
de Pastrana. A bordo del Potez 54, propiedad del gobierno francés, iba el
delegado de la Cruz Roja Internacional Georges Henny, los periodistas Louis Delaprée
y André Chateu y dos niñas menores de doce años.
El
derribo del avión francés, que actuaba semanalmente como correo entre Madrid y
Toulouse, fue tachado por la prensa republicana como “una nueva salvajada de la
aviación franquista”. Durante toda la Guerra Civil la propaganda republicana
hizo creer a la población de la capital que los cazas de Franco habían abatido
a un avión civil francés de una manera “indiscriminada y premeditada”. Muchos
años más tarde se ha podido comprobar que no fueron los cazas de Franco los que
protagonizaron el ataque. Casi con toda seguridad podemos decir de que se trató
de una operación dirigida directamente por los servicios secretos de la Unión
Soviética que operaban en España durante la contienda. Pero no anticipemos acontecimientos
y repasemos cronológicamente como sucedieron los hechos.
07
de diciembre de 1936, antes del ataque
El
avión que tenía que trasladar al doctor Henny y a los periodistas franceses
desde Madrid hasta Toulouse iba a salir este día rumbo a Francia, sin embargo,
una “supuesta” avería en uno de los motores retrasó el despegue 24 horas. Se
trataba de un aparato militar francés transformado y controlado por la compañía
Air France. Tenía el número 228 del catálogo castrense galo y la matrícula
F-A000. Antes de ese día, Henny se había relacionado durante su estancia en
Madrid con Edgardo Pérez Quesada, encargado de negocios de la Embajada
Argentina en Madrid y Félix Schlayer, cónsul de la Legación de Noruega. Los
tres habían recabado gran cantidad de datos sobre las sacas de Paracuellos
habiendo llegado a reunirse incluso con el General Miaja y Carrillopara
expresarles su inquietud por los presos derechistas encerrados en las cárceles
de Madrid y el gran número de asesinatos que se producían en la capital.
De
forma paralela a las investigaciones del doctor Henny se desarrollaba la
historia del periodista Delaprée. El informador galo había llegado a España
justo al empezar la Guerra Civil como enviado especial del periódico de
tendencia derechista Paris-Soir. Una de sus entrevistas más importantes durante
el conflicto se la hizo al General Kleber, una de las figuras más destacadas de
las Brigadas Internacionales. Aunque Delaprée era uno de los periodistas más
objetivos del momento, los bombardeos contra la población civil por parte de la
aviación de Franco le hicieron ponerse muy pronto del lado de la República.
Esto generó un importante tira y afloja con la línea editorial de su periódico
hasta el punto de enviar un cable de lo más duro a su editor anunciando que se
despedía después de haber sido censurado en más de una ocasión. El cable decía
lo siguiente:
“Usted
sólo ha publicado la mitad de mis artículos. Yo sé que es su derecho. Me
hubiera gustado que me hubiera avisado para ahorrarme un trabajo inútil. Durante
las últimas tres semanas me he estado levantando todos los días a las cinco de
la mañana para que usted pudiera obtener las noticias de Madrid en sus primeras
ediciones. Ya he está bien. Voy a volar de vuelta el domingo a menos que sufra
el mismo destino que Guy de Traversay. De esta manera ya tendría usted su
propio mártir. Hasta entonces no le voy a enviar otra cosa. No vale la pena. El
asesinato de un centenar de niños es menos importante que un suspiro de la
señora Simpson, la puta del rey” (Se refería a un lío de faldas de la familia
real inglesa).
De
esta manera se despidió Delapree de su editor y de Madrid. Sus contactos con la
embajada francesa en la capital de España le permitieron coger el avión que le
tenía que trasladar a Toulouse dejando para siempre la Guerra Civil. Arturo
Barea, jefe de prensa de la Junta de Defensa de Madrid y encargado de la
censura en la capital durante ese mes de diciembre, explicaba cómo fue la
despedida de Delaprée de Madrid:
“Me
dijo que iba a tener unas palabras serias con sus amigos del Ministerio de
Asuntos Exteriores de Francia sobre la conducta claramente fascista del
consulado francés en esta guerra. Me dijo que odiaba la política que era un
hombre liberal y humanista. Así se marchó”.
08
de diciembre de 1936, el derribo
El
avión despegó a primera hora de la tarde de un aeródromo de la capital. Además
del doctor Henny, los dos periodistas franceses y dos niñas pequeñas formaban
la expedición que también estaba formada por dos pilotos galos, uno de ellos
apellidado Boyer. El aeroplano era perfectamente reconocible para cualquiera
con un poco de vista. Además de llevar la bandera francesa en el timón de cola,
en el fuselaje también se podía leer perfectamente una inscripción que decía
“Ambassade de France”.
A
la altura de Pastrana, sobre las 18:00, un avión de guerra se puso muy cerca
del Pótez francés. Lo que podía ser un acercamiento amistoso de un posible caza
republicano se convirtió muy pronto en una pesadilla para todos los ocupantes
del avión. Sin agresión de ninguna clase por parte del avión francés, un caza
que también se encontraba próximo abrió fuego con su ametralladora contra el
Potez causando graves destrozos en un ala así como en el fuselaje. La metralla
impactó en la pierna del doctor Henny y también en el periodista Delaprée.
Pese
a estar terriblemente dañado por los impactos de ametralladora, el piloto del
Potez logró hacerse con el control del aeroplano. De manera casi milagrosa,
consiguió hacer un aterrizaje de emergencia en un campo de cereales de Pastrana,
aunque al tocar tierra, dio varias vueltas hiriendo todavía más a sus
pasajeros. El diplomático noruego Felix Schlayer realizó una investigación del
derribo y así lo reflejó en su libro “Diplomático en el Madrid rojo”:
“…A
la altura de Guadalajara, es decir, a pocos kilómetros de Madrid, se cruzó de
frente con otro avión que al principio le pasó a bastante distancia. Llevaba
los distintivos del gobierno rojo. El francés lo saludó como es habitual
haciendo señas con las alas, es decir, moviéndolas dos veces arriba y abajo
para ser reconocido a pesar de que tenía grandes distintivos franceses. El
avión rojo pasó de largo, se alejó, giró, volvió y se colocó bajo el francés.
Después le disparó desde abajo con su ametralladora. Luego escapó con rapidez.
El asustado piloto francés me hizo personalmente esta narración”
Los
heridos y las atenciones médicas
Felipe
Ezquerro, un prestigioso periodista e investigador de la Guerra Civil,
consiguió hablar con el doctor Cortijo, el médico de Pastrana que atendió a los
heridos, primeramente:
“El
aparato estaba panza arriba con las ruedas al aire. Tenía unos 30 impactos de
bala en dos filas que agujereaban la cabina a ambos lados de la parte central.
En cuanto a los pasajeros, estaban semi tumbados, abrigados y reflejándose en
el rostro el miedo y el terror pasado en el aire, recelando también de las
personas que llegaban. Los heridos de bala eran tres hombres jóvenes y dos
niñas con lesiones pequeñas. Los dos pilotos estaban ilesos y atendían y
animaban a todos los heridos”.
Según
leemos en la apasionante página web 1936-1939, el doctor Cortijo relataba
también que los heridos, para soportar el frío, habían hecho una fogata
prendiendo un maletín de cuero y varios papeles. Es más que posible que los
papeles que estaban quemando los supervivientes del ataque fueran las pruebas
reales que quería mostrar Henny a la Cruz Roja de los fusilamientos en masa que
se habían hecho en Paracuellos del Jarama.
Los
heridos trasladados a los hospitales
La
noche del 8 de diciembre, después de conocer el ataque que había sufrido el
avión francés, se presentaron en Pastrana unos cincuenta responsables políticos
y militares del Frente Popular. Todo el mundo quería saber que había sucedido y
cómo se encontraban los heridos tras el derribo del Potez 54. Entre las
personalidades que estuvieron en esta localidad alcarreña se encontraba Mihail
Koltsov, miembro de la inteligencia soviética que trabajaba en Madrid de forma
encubierta como periodista del periódico Pravda.
9
de diciembre de 1936
El
espía soviético Mihail Koltsov escribió en su libro “Diario de la Guerra de
España” que el 9 de diciembre de 1936 también acudió a los hospitales militares
de Guadalajara para ver a los heridos del avión derribado en compañía de
Georges Soria, periodista francés de origen tunecino. Así lo reflejó en su
diario:
“Los
periodistas heridos yacen en una habitación en dos camas contiguas. Su estado
es grave. A Chateu, una bala explosiva le ha roto y deshecho la tibia. Ayer se
habló de amputarle la pierna, hoy parece que su estado ha mejorado (días más
tarde se la terminarían cortando). A Delaprée la bala le penetró por la ingle y
le salió por detrás después de haberle roto los órganos internos. Sólo se le
puede operar en Madrid. El dolor le deforma el pálido y hermoso rostro. Me ha
dicho que posiblemente, de ésta no me levanto. Ha agradecido la visita y el
haber llamado a su mujer en París”
Al parecer, Delaprée relató al propio Koltsov con todo lujo de detalles como vivió el derribo por parte de aquellos enigmáticos cazas. Según él, las reflexiones del francés fueron las siguientes:
“No llevábamos en el aire más de diez
minutos. De repente, sobre nosotros apareció por un lado un caza. Dio una
vuelta, por lo visto nos estuvo contemplando a su gusto. Es imposible que no
viera las señales distintivas. Desapareció por unos minutos y luego de golpe,
por abajo, a través del piso de la cabina, empezaron a penetrar las balas.
Caímos heridos por los primeros disparos. El piloto quedó ileso. Se dirigió
bruscamente al aterrizaje. El avión dio un golpe muy fuerte contra el suelo, se
puso vertical sobre la proa. Gravemente heridos, desangrándonos, caímos uno encima
de otro. Me parece que se inició un incendio, ya no comprendía nada. Unos
minutos después aparecieron unos campesinos, rompieron la portezuela y nos
sacaron con todo cuidado”.
Las
víctimas del ataque
Delaprée
fue el peor parado del ataque. Tras varios días hospitalizado, el periodista
francés había perdido mucha sangre y falleció como consecuencia de las heridas
el 31 de diciembre de 1936. Así recordaba Arturo Barea la triste muerte del
periodista francés:
“Murió
en un hospital de Madrid. Fue una muerte lenta y dolorosa. Corrían rumores de
que el atacante era un avión republicano, pero el mismo Delaprée negó en sus
horas finales esa posibilidad. Yo tampoco podía creerlo”
El
otro periodista, Chateu, sufrió la amputación de su pierna y por último, el
doctor Henny se pudo recuperar casi al completo y a los pocos días abandonaba
España a través de Barcelona en otra expedición de la Cruz Roja.
¿Quién
protagonizó el ataque?
Aunque
la prensa republicana calificó el ataque como un atentado franquista contra la
Cruz Roja Internacional e incluso contra el Gobierno de Francia, se ha
demostrado muchos años después que fueron los propios cazas republicanos los
que derribaron el Potez. García Lacalle, jefe de la caza de la República,
reconoció en su propia biografía que los pilotos que habían derribado el avión
francés eran los soviéticos G. Zajarov y N. Shimelkov. Hemos podido investigar
algo sobre estos dos pilotos que pudieron derribar el Potez y estas son las
conclusiones que hemos extraído:
“Gueorgui
Zajarov era Teniente aviador de caza cuando vino a España en octubre de 1936.
Nacido en 1908, tenía 28 años durante la Guerra Civil, y poseía la
condecoración de la orden de la Estrella Roja. Volvió a la Unión Soviética en
abril de 1937. El otro piloto se llamaba Nikolai Shmelkov y también era Teniente
aviador. Al igual que Zajarov, llegó a nuestro país en octubre de 1936 aunque
regresó a la URSS por enfermedad el 23 de enero de 1937. Más adelante se
convertiría en un héroe de la aviación soviética.
Además
de García Lacalle en su libro, el periodista Sefton Delmer (amigo de Delaprée)
también confirmó que el ataque contra el Potez francés había sido realizado por
la aviación republicana. Este informador confesó en uno de sus libros que
Delaprée le había confesado en el hospital que los responsables del derribo
habían “sido dos cazas rojos”. Este periodista, que años más tarde pasaría a la
historia por haber entrevistado a Hitler, se atrevió a asegurar en los años
sesenta que Alexander Orlov (jefe de los espías rusos en España, NKVD) había
ordenado el derribo a dos pilotos soviéticos. ¿El motivo? Las indagaciones que
había estado realizando el doctor Henny de la Cruz Roja sobre los asesinatos en
masa de Paracuellos del Jarama.
Curiosamente,
el derribo del Potez se produjo el 8 de diciembre de 1936, tres días antes del
famoso discurso de Julio Álvarez del Vayo ante la Sociedad de Naciones en el
que atacaba directamente a Alemania e Italia de intervenir en España y causar
la muerte a miles de mujeres y niños a través de bombardeos indiscriminados.
¿Cómo hubieran reaccionado las Naciones Unidas si el doctor Henny hubiera
aportado sus datos objetivos de la represión republicana en Madrid y de las
ejecuciones en masa que se estaban llevando a cabo en Paracuellos? Nunca lo
sabremos.
Hasta
hace unos años, los archivos de la Cruz Roja Internacional durante la Guerra
Civil Española eran un auténtico misterio. Tras su última desclasificación, se
ha podido comprobar que hay un documento escrito de puño y letra de Henny bajo
el título de ‘Lista 208’. Se trata de una lista que llevaba el responsable de
la Cruz Roja durante el derribo del avión en la que se hablaba de 973
prisioneros derechistas que fueron sacados de la cárcel Modelo de Madrid en
noviembre de 1936.
La
revista Tiempo publicó hace dos años un reportaje en el que se decía, entre
otras cosas, que los ocupantes del Potez derribado quemaron algunos documentos
en tierra, algunos de los cuáles eran de vital importancia sobre las sacas de
las prisiones; lo hicieron mientras esperaban a las autoridades de Madrid.
Todavía no se sabe si lo hicieron por frío o por temor a posibles represalias.
De la quema se libró la “Lista 208” en la que aparecían los nombres de los
asesinados durante los días 6, 7 y 8 de noviembre. El documento al que tuvo
acceso Tiempo tenía una nota manuscrita en francés en varios folios con el membrete
de la CICR que decía: “Los días 6, 7 y 8 de noviembre estos 973 hombres fueron
sacados de la cárcel Modelo y sus cuerpos encontrados unos días más tarde en
los alrededores de Madrid”.