17 de julio de 2021

EL RAID CAMAGÜEY - SEVILLA DE 1936

 

Por Miguel Ángel Pérez González


En el antiguo aeródromo de Tablada, justo debajo de la placa conmemorativa del vuelo de Barberán y Collar, hay otra que habla del Teniente Antonio Menéndez Peláez y del vuelo Camagüey-Sevilla[1]

 

A pesar de la repercusión mediática que tuvo este vuelo y la ingente cantidad de homenajes multitudinarios que recibió a lo largo de los tres meses que el Teniente Antonio Menéndez Peláez permaneció en España, su recuerdo y el de su hazaña han quedado en el olvido, al menos en España.

 

La prensa de entonces

 

Repasando las fotos de los agasajos y recibimientos masivos dados a Antonio Menéndez, por ser el primer piloto de habla española que atravesaba el Atlántico de oeste a este, nos imaginamos que debieron ser muy similares a las dispensados en Sudamérica a los pilotos españoles del Plus Ultra, del Jesús del Gran Poder, del Cuatro Vientos o del Santander unos años antes. La prensa española solo empezó a interesarse por el vuelo unos días antes de iniciarse, concretamente las primeras referencias las hacen el ABC y el AHORA de 1 de enero de 1936 con los titulares “Un marino cubano intentará el vuelo Cuba-España” y “Se proyecta un vuelo Cuba-España”, que recogen una noticia difundida por United Press en la que el jefe de Estado Mayor de Marina (cubano), Teniente Coronel Ángel González informa que ha sido autorizado el vuelo Cuba-España, pilotado por el Teniente Menéndez Peláez, en el avión de la marina “Cuatro de Septiembre” que saldrá de Camagüey el 10 de enero, con escalas en Fortaleza (Venezuela), Natal (Brasil) cruzando el Atlántico en dirección a Dakar y desde allí a Sevilla en un monoplano con un motor de 450 caballos.

 

A partir de ese momento, los periódicos empiezan a dar noticias sobre el vuelo proyectado y los días 7 y 8 de enero ofrecen datos más concretos, la mayoría provenientes de un cablegrama del encargado de negocios de Cuba[2], donde se informa que el vuelo saldrá de Camagüey entre el 10 y el 12 de enero, el piloto cubano Antonio Menéndez Peláez realizará el vuelo en cuatro etapas con un hidroavión Lockheed Sirius, con motor Pratt and Whitney Wasp de 500 Hp pintado de color aluminio con una franja azul paralela a su eje longitudinal, llevando un número 10 y un triángulo equilátero rojo inscripto en un círculo azul en las alas y, en la cola, la bandera cubana con dos anclas entrelazadas. El propósito del raid era la voluntad de estrechar los lazos que unen a Cuba con España. En otras noticias, recogidas de la agencia United Press[3] se sigue informando sobre el avión que tiene un solo motor y volará un total de 12.750 km en cuatro etapas a realizar en cuatro días y atravesará los 3.650 km del Atlántico que separan Natal de Dakar. Aclara que la visita tiene por fin devolver la realizada por los malogrados pilotos Barberán y Collar, desaparecidos en 1933 entre Cuba y Méjico. Sobre el piloto informa que tiene 32 años, es soltero (noticia que repiten infinidad de periódicos, como si fuera uno de sus grandes valores) y que nació en Cienfuegos.


El Teniente Antonio Menéndez Peláez de uniforme (Revista Hispanoamericana de Ciencias, Letras y Artes)


En este momento, antes de iniciarse el vuelo, es conveniente matizar alguno de los datos difundidos por los periódicos en aquel enero de 1936 y que en informaciones o estudios posteriores se fueron sabiendo.

 

Asturiano de nacimiento

 

Antonio Menéndez Peláez no nació en Cuba, sino en Santaloya (nombre con que localmente se conoce a Santa Olaya), parroquia de Riberas, en el concejo de Soto del Barco (Asturias) el 4 de diciembre de 1898[4], hijo de Manuel y de Rafaela (“Faela”). Santaloya era y es un pequeño pueblo con casas de piedra que actualmente tiene 40 habitantes. Asistió a la escuela de Peñaullán. En esa época, tanto Asturias como Soto del Barco eran zonas propensas a la emigración, a “hacer las Américas”, como se decía.

 

Tanto su padre como su tío José, habían emigrado a Cuba. En ausencia del padre, esta figura la ejercía, como era tradicional, el hermano mayor, Urbano. Este se desesperaba de verle volver a casa, día tras día, calado por bañarse en el río Nalón. Cuando tenía 14 años, su madre, “Faela”, decidió que, si el guaje tenía edad para bañarse en el Nalón, también la tenía para ir a trabajar a Cuba. Escribió a su marido contándole su intención de enviarle a Cuba y le subió en un barco en el Musel (puerto de Gijón) con aquel rumbo, para que colaborara en la maltrecha economía familiar y madurara. Otro adolescente asturiano que atravesaba el Atlántico con su pobre maleta y un incierto futuro.

 

En la isla se vio arropado por la “emigración asturiana”, una pequeña sociedad unida por la procedencia común. Se instaló en la provincia de Cienfuegos. Comenzó trabajando en el comercio con su tío José, pasando por infinidad de empleos como dependiente de bodega, chofer de coches de alquiler, mecánico, fogonero y mecánico en una fábrica de azúcar. Cuando tuvo algunos ahorros adquirió una barca y se dedicó inicialmente a la distribución de leche y, después de comprar una barca mayor, al transporte de pasajeros en la bahía de Cienfuegos.

 

Algo inesperado le unió a la aviación: el piloto norteamericano Lundy visitó Cienfuegos para realizar algunas exhibiciones. Antonio consiguió entablar amistad con él y realizó varios vuelos de pasajero en su avión.

 

Cubano por la aviación

 

Sus amigos contaron que mucho antes de esos vuelos, Antonio había manifestado el sueño de hacerse aviador, pero con aquella experiencia tomó la firme decisión de ser piloto.

 

 

Cartel publicitario de Antonio Menéndez para vuelos con el Walco

 

En esos años no había en Cuba ninguna escuela civil de pilotos, por lo que tendría que recurrir a centros europeos o norteamericanos. Un viaje a Europa era impensable por motivos económicos, por lo que, aconsejado por Lundy, eligió la Lincoln School de Chicago de aviación comercial y como Menéndez tenía la ciudadanía española, le resultaría casi imposible viajar a los EEUU, por lo que a finales de 1927 decidió cambiar su nacionalidad a la cubana para aprovechar las facilidades que le otorgaba su nuevo pasaporte.

 

Una vez obtenido el título de piloto en un curso de seis meses, compró un pequeño avión, un biplano Waco modelo 10 de tres plazas en tándem, que llevó en vuelo a La Habana sin problemas, su primer raid. En 1929, con esta avioneta puso un servicio de aerotaxi en Cienfuegos, para seguir haciendo con el avión lo mismo que antes realizaba con la barca de pasajeros.

 

En 1929 Jiménez e Iglesias con el Jesús del Gran Poder pasaron por Cuba. Menéndez estaba inmerso en los preparativos de su empresa y no pudo asistir al recibimiento dispensado a los pilotos. Se limitó a seguirlo por los periódicos y se entusiasmaría por el vuelo como todos los cubanos, incluso más teniendo el virus del vuelo insertado en el alma.

 

No ocurrió lo mismo el día 11 de junio de 1933, cuando el Cuatro Vientos de Barberán y Collar llegó a Camagüey. Fue testigo directo y participó en el recibimiento masivo a los pilotos españoles. Tras la desaparición de estos el 20 de junio, en el vuelo hacia Méjico, comenzó a proyectar su sueño de volar a España como señal de gratitud a los pilotos muertos realizando un raid Camagüey-Sevilla.

 

Cuando se fundó Cubana de Aviación Antonio Menéndez ingresó en la compañía y voló con aeronaves comerciales del tipo Trimotor Ford, realizando vuelos de más alcance y a mayor velocidad, logrando experiencia en navegación aérea.

 

Había dejado la avioneta para volar un avión moderno. En ese periodo empezó a presentar su proyecto de vuelo Camagüey-Sevilla en distintas instituciones, pero siempre sin éxito, hasta que comprendió que nunca recibiría los apoyos necesarios para financiar su proyectado en vuelo a España.

 

Acto de bautizo del “4 de Septiembre” en Cuba (Foto Crónica)

 


 

En 1934, al enterarse que la Marina de Guerra Cubana proyectaba crear una sección aeronáutica, Menéndez vio otra posible vía para buscar el apoyo del Estado a su sueño y se alistó como soldado de Infantería de Marina. A principios de 1935 se le nombró oficial-piloto, Subteniente del Cuerpo de Aviación, destinado en el aeropuerto de Rancho Boyeros (en las afueras de La Habana).

 

Por estas fechas consiguió adquirir por 1.000 $ los restos de un Lockheed, modelo Sirius 8 A, biplaza, al millonario estadounidense Dupont, que había tenido un accidente al aterrizar en Varadero y lo había abandonado en su rancho.

 

Para ello vendió su Waco e invirtió todos sus ahorros. Menéndez se consideraba buen mecánico y dedicó todos sus recursos y sabiduría para restaurar e intentar poner en vuelo el avión.

 

Al mismo tiempo Menéndez presentó su proyecto al Coronel Ángel González, jefe de la Marina de Guerra, justificándolo con el inmenso prestigio que recibiría el recién creado Cuerpo de Aviación de la Marina Cubana y poder devolver la visita que en 1933 se había recibido del “Cuatro Vientos”, hazaña que todavía vibraba en el ambiente. El proyecto inicial era repetir exactamente el mismo itinerario realizado por Barberán y Collar en sentido contrario, pero había un problema insalvable, la autonomía. El Sirius, incluso con el máximo de modificaciones, jamás podría saltar el Atlántico Central como había hecho el Breguet XIX, por lo que después de un nuevo estudio, se buscó una ruta en cuatro etapas (con la travesía del Atlántico entre Natal y Dakar) muy similar a la realizada en 1935 por Ignacio Pombo con el “Santander”.

 

Este proyecto consiguió ilusionar al jefe de la Marina cubana y fue rodando de despacho en despacho hasta que finalmente es presentado al jefe del Ejército, Coronel Fulgencio Batista, que lo aprueba, “sugiriendo” bautizar el avión como “Cuatro de Septiembre”, en recuerdo de la fecha del levantamiento que le llevó a la jefatura del Ejército. La Marina empezó a hacerse cargo de los gastos de la reparación y transformación del Sirius[5]  que Menéndez había regalado. Las mejoras consistieron en la reducción de la plaza trasera (del copiloto) para la instalación de un depósito auxiliar de combustible (como se había hecho en la Santander); se cambió el motor por otro más potente y se le instaló una nueva hélice de paso variable, con lo que se logró lo que fue denominado un Sirius Especial.


Reportaje para Ahora. Delante del avión aparecen, entre otros, Menéndez y el periodista Bedriñana. Obsérvese que un mecánico trabaja sobre la segunda cabina donde ya se ha puesto el depósito de combustible, pero todavía no se ha cerrado

 

La prueba de vuelo del nuevo aparato se realizó volando hasta la ciudad de Guantánamo. Este vuelo igualmente sirvió para calcular los consumos y comprobar la instrumentación de a bordo.


Pasadas las pruebas, el 9 de enero de 1936, cuando ya los periódicos españoles se han empezado a hacer eco del proyecto de raid, se procede al acto ceremonial de bautizó del avión con el nombre “Cuatro de Septiembre” en el aeropuerto militar de Columbia (actual Ciudad Libertad), al que asistieron el presidente de la república, doctor José A. Barnet, personalidades del gobierno, del ejército y la marina cubana, así como el embajador de España en Cuba don Luciano López Ferrer.

 

Por fin Menéndez Peláez se puede enfrentar volando a su proyecto, el raid por escalas Camagüey-Sevilla, que como habían informado los periódicos españoles constaba de cuatro etapas a realizar en cuatro jornadas:

 

1ª Camagüey a Maturín (Venezuela),

2ª Maturín a Natal, en el extremo atlántico del Brasil.

3ª Natal a Dakar.

4ª Dakar a Sevilla.

 

Con los correspondientes descansos y puestas a punto, podría realizarse en seis o siete días naturales.

 

En el momento de la partida, la prensa española aún no tenía claro los detalles de los vuelos, como podemos observar en La Libertad de 11 de enero, en el que después de anunciar la próxima salida, dice textualmente “Se ha acotado un trecho del Guadalquivir, frente a San Juan de Analfarache, para que pueda amarar”.

 

Se inicia el vuelo

 

A partir del despegue, empiezan a aparecer en la prensa española pequeñas reseñas del raid con noticias transmitidas por la agencia United Press[6], en las que se anuncia que el 12 de enero el Sirius ha salido de Camagüey en dirección a Maturín (Venezuela), una etapa de unos 2.000 km (en realidad era algo menos) y posteriormente el anuncio recibido desde Caracas que, a causa del fuerte viento y falta de combustible, antes de quedarse sin luz diurna, el piloto decidió aterrizar en Campo Alegre, sin llegar al aeropuerto de la línea Panamericana en el aeropuerto venezolano de Maiquetía, donde se le esperaba.

 

Más allá de lo que informaban los periódicos, lo cierto es que, por problemas de peso para conseguir la autonomía necesaria para saltar el Atlántico, no se había instalado equipo de radio en el avión y solo contaba, como instrumentos, una brújula y una especie de horizonte artificial. La navegación de estos primeros días se había diseñado orientándose por las distintas líneas de costa y accidentes del paisaje fácilmente identificables desde el aire, teniendo en cuenta que siempre iba a volar a baja altura.

 

Como se ha dicho, despegó de Camagüey el domingo 12 de enero a las 7 de la mañana y, tras 9 horas de vuelo, en las que había recorrido 1.500 km, cuando le quedaban menos de 150 km para llegar a su destino, viendo que estaba anocheciendo, Menéndez Peláez decidió ser prudente y poco después aterrizó en el aeródromo venezolano de Campo Alegre en la ciudad de Puerto Cabello, a las 6:30 hs de la tarde.

 

Al día siguiente, 13 de enero, a las 10:29 hs, despegó para recorrer los 125 km que le restaban de la primera etapa proyectada, hasta La Guaira, siguiendo la línea de costa. Lo realizó en un vuelo de 35 minutos.


La segunda etapa proyectada (tercer día de vuelo) debía ser entre La Guaira (Venezuela) y Natal (Brasil) y aquí surgieron los primeros problemas. El estado del firme de la pista de La Guaria hacía peligroso el despegue cargado con el combustible necesario para los casi 4.000 km de la etapa, pues se corría el peligro de que las ruedas se hundiesen en la carrera de despegue. Las longitudes de las pistas y los firmes con que habían realizado los cálculos en Cuba, eran erróneas. La única solución fue acortar la etapa, se realizaría en dos saltos; uno inicial hasta Belem de Pará (Brasil), de unos 2.450 km y otro posterior entre esta ciudad a Natal de 1.500 km.



Reportaje para Ahora con el piloto y periodista junto al motor el Sirius Menéndez Peláez en uniforme de gala de la aviación de la marina cubana


Menéndez Peláez en uniforme de gala de la aviación de la marina cubana


Esa tarde en Venezuela, Menéndez fue arropado por todas las autoridades civiles y militares de ese país y recibido por el presidente de la República. Al día siguiente, 14 de enero, antes del amanecer, el piloto ya había realizado la revisión del “Cuatro de Septiembre” y a las 5:20 hs, ayudándose con las luces de unas bengalas que pusieron al final de la pista y aprovechando la luz lunar, Menéndez despegó pesadamente, cargado de combustible con rumbo a Belem. En esta etapa empiezan los problemas reales y los periódicos van vertiendo en la opinión pública los peores vaticinios. Recogen las noticias de agencia provenientes de Río de Janeiro en las que el día 14 se siente inquietud por la suerte que pueda correr el aviador cubano Menéndez que no ha llegado a Belem de Pará y que durante esa etapa tenía el propósito de volar sobre la casi inexplorada cuenca del Orinoco, en territorio de la Guayana. Los técnicos en cuestiones aéreas brasileños opinaban que, al elegir esta ruta, el piloto debía desconocer todos los peligros que supone sobrevolar esa región. No había sido avistado y ya habría consumido los 390 galones de combustible que llevaba a bordo. En el caso de haber realizado un aterrizaje forzoso en las marismas, tendrían pocas posibilidades de encontrarle.

 

Por suerte un día después, la prensa trajo buenas noticias: se había encontrado al piloto ileso cerca de Nueva Ámsterdam, en la Guayana inglesa. Había tenido que realizar un aterrizaje forzoso en una pradera a consecuencia de una avería en el tanque de combustible y se dirigía en automóvil hacia Georgetown.

 

En días posteriores, en las “informaciones aeronáuticas” de los periódicos fueron apareciendo nuevas noticias sobre el raid, mezcladas con otras a las que daban similar importancia, como que Torres y Coll acababan de batir el récord de distancia de España para aviones ligeros al llegar hasta Agadir, después de recorrer 1.950 km en vuelo; o la llegada del primer avión con tren de aterrizaje “escamoteable” para la línea Madrid-Canarias, que reduciría el tiempo de vuelo a siete horas. Lo realmente ocurrido y que los periódicos desconocían entonces, es que cuando llevaba cinco horas de vuelo y había recorrido 1.150 km notó un fuerte olor a combustible y observó en el indicador que la reserva había disminuido de forma alarmante. No podría llegar hasta Belem de Pará. Se encontraba sobre la antigua Guayana inglesa y decidió empezar a buscar una posible zona de aterrizaje, pues en la observación visual desde la cabina del avión no encontraba la avería. El indicador de combustible siguió bajando y el manómetro comenzó a indicar falta de presión por lo que temió una inminente parada del motor, era urgente aterrizar. Cerca de la desembocadura del río Berbice, encontró un descampado donde pastaban algunas vacas; dio varias pasadas hasta que consiguió espantarlas y realizó un aterrizaje forzoso.

 

Ya en tierra, pudo realizar una inspección ocular. A pesar de lo blando del terreno había conseguido aterrizar sin daños en el aparato y para su sorpresa comprobó que en los tanques había combustible. La falsa alarma se debía a una pequeña fuga en las conducciones al medidor de combustible del panel de instrumentos, lo que había producido el fuerte olor a gasolina, la bajada del medidor de la reserva y la alarmante pérdida de presión en los indicadores de la cabina. El susto y la alarma habían sido mayores que la realidad, pues calculó que solo había perdido unos 35 litros.

 

Él mismo reparó la avería, pero no se atrevió a despegar y continuar con la etapa, pues debido a la lluvia el suelo estaba excesivamente blando y era impracticable para el despegue con el peso del combustible que le quedaba.

 

Consiguió que le llevaran en coche a New Ámsterdam y luego a Georgetown, capital de la Guayana inglesa, y se puso en contacto con sus superiores, a los que informó de la situación, así como de otros aspectos técnicos sobre el comportamiento del avión y los consumos.

 

Los periódicos españoles se limitaban a reproducir las breves noticias de agencia sobre el aterrizaje forzoso y la rectificación recibida del Encargado de Negocios cubano para aclarar que el “Cuatro de Septiembre” no era un hidroavión. Hasta que el 19 de enero, apareció en Ahora el primer reportaje a toda plana sobre Antonio Menéndez Peláez y el comienzo del vuelo del “Cuatro de Septiembre”. La gestación de este reportaje con las fotografías (realizado en Cuba y que solo tendría valor si lograba publicarse en España antes de que el piloto llegara) es digno del mejor Willy Fog de “La vuelta al mundo en ochenta días”. Hubo una auténtica competición del periodista por ser más rápido que el piloto y su avión. El periodista era Francisco C. Bedriñana y fue el ganador. La ruta de la información y fotografías comenzó con un vuelo desde La Habana hasta Nueva York en la Pan American Airways, después en paquebote rápido hasta el Havre, de allí a París y de nuevo en avión hasta Madrid.

 

Ruta seguida por el “Cuatro de Septiembre”


El avión sobre el aeródromo de Tablada (Ahora)

 

El reportaje describía la preparación del vuelo, que se había llevado en secreto hasta que el avión estuvo preparado y se comprobó la viabilidad del raid. Antonio Menéndez hablaba del agradecimiento hacia España y el sentido de devolver la visita de Jiménez e Iglesias, Barberán y Collar, por los que tenía un gran respeto y cariño y, más recientemente por Ignacio Pombo. Sobre el piloto, cuenta su preparación aeronáutica (y por supuesto no menciona su origen asturiano).

 

Da algunos datos técnicos del avión, motor Wasp de 523 caballos, hélice Hamilton de paso regulable; con un radio de acción de 2.400 millas, desarrollaría una velocidad máxima de 175 millas/hora y la prevista de crucero sería de 140 millas/hora. No lleva equipo de radio y cuenta con arranque automático, reflectores para posible aterrizaje nocturno y dinamo. Finalmente describe la ruta prevista. El piloto manifiesta la intención de realizarla en cuatro días. Al igual que los periódicos de días anteriores, repite que el piloto era soltero[7] e incluye unas fotografías que para el público femenino eran esclarecedoras.

 

Los periódicos españoles habían dejado al “Cuatro de Septiembre” en la Guayana inglesa después de un aterrizaje forzoso. Finalmente, las autoridades cubanas ordenaron al piloto que retrocediera a Puerto España, capital de Trinidad y Tobago, a solo 650 km de distancia hacia el norte, donde podrían disponer de los hangares y el equipo técnico de la Pan American. Desde Cuba enviaron personal técnico e igualmente decidieron instalar dos depósitos auxiliares de combustible, para garantizar el vuelo sobre el Atlántico.

 

Esa noche Antonio Menéndez la pasó en Georgetown y a la mañana siguiente regresó a donde estaba el avión, reparó los pequeños daños sufridos en el aterrizaje forzoso y vació parte del combustible, dejando solo el necesario para el vuelo hasta Puerto España. Como se le había hecho muy tarde, decidió pasar la noche en la cercana ciudad de New Ámsterdam y a la mañana siguiente, 16 de enero, despegó con el “Cuatro de Septiembre” a las 9 de la mañana, para aterrizar en Trinidad y Tobago tras 4 horas y media de vuelo.

 

En Puerto España estuvo esperando tres días a que llegara desde Cuba, el Teniente Gustavo Novo, segundo jefe de mantenimiento de la Aviación Naval cubana, llevando los dos depósitos auxiliares que necesitaban instalar en las alas. Los periódicos españoles ya han tranquilizado a los lectores informándoles que el “Cuatro de Septiembre” se encontraba en Trinidad donde iban a reparar los daños de pequeña importancia que había sufrido y reemprenderían el proyectado raid.

 

Se reparó el avión y el 3 de febrero despegó el aparato para surcar de nuevo los cielos de América. A partir de este momento la prensa española desconoce la posible ruta a seguir y las noticias van llegando a los lectores de forma breve y esporádica, imposibilitando un seguimiento real de las etapas del vuelo. Informan por ejemplo de la salida de la isla Narajo, posteriormente desde Fortaleza y de un nuevo susto cuando publican que “según noticias facilitadas por la compañía Air France, a las cuatro y media de la tarde aún no había llegado a Natal el aviador cubano. Desde Fortaleza a Natal no hay más que dos horas de vuelo, y, por tanto, debería haber llegado a la última población a las 10 de la mañana”. El problema de los periódicos es que las noticias que llegan a la redacción después del cierre no se difunden hasta 24 horas después, teniendo en vilo a los lectores.

 

Esta falta de noticias, se compensará con creces durante los tres meses que Menéndez estuvo en España, en los que numerosas revistas y periódicos publican artículos extraordinarios con la información detallada de las etapas y pormenores del vuelo[8] por los que sabemos que el 3 de febrero a las 6:15 hs de la mañana, después de haber sido reparado y realizar las pertinentes pruebas en vuelo, el avión despegó de Puerto España con rumbo hacia a Belem de Pará.

 

Las condiciones meteorológicas fueron adversas y recorrió los 1.950 km en 10 h 15 m de vuelo. En Belem le esperaba otra sorpresa, pues la policía de aduana le pidió el pasaporte y resultó que toda su documentación personal se había quedada olvidada en Trinidad. Tuvo que esperar a que tanto el pasaporte como las cartas credenciales para los gobiernos de Brasil y España llegaran, lo que le obligó a demorarse un día.

 

No fue su única sorpresa: las malas condiciones de la pista le impedían despegar con suficiente combustible para realizar el vuelo directo hasta Fortaleza. Hubo que diseñar un nuevo cambio de ruta. Eligió el aeródromo intermedio de Sao Luis para el que solo necesitaba 400 litros de combustible.

 

Recorrió los 485 km en un vuelo de 2 h 30 m En Sao Luis hizo una escala de tan solo 45 minutos para cargar 800 litros de combustible y despegó inmediatamente hacia Fortaleza, recorrió los 655 km en 3 h 30 m de vuelo.


Finalmente, el día 6 de febrero completó la última etapa del vuelo sobre América entre Fortaleza y Natal de 435 km que realizó en dos horas de vuelo.

 

Sobre el Atlántico sur

 

El aeródromo de Natal tenía una magnífica pista al ser el punto de partida y llegada de los vuelos de carácter transoceánicos entre Sudamérica y África, lo que permitiría al Sirius despegar con los depósitos adicionales completamente cargados.

 

Antes de acompañar a Antonio Menéndez en su vuelo trasatlántico necesitamos hacer algunas consideraciones sobre este raid en solitario, en un avión terrestre, sobre el Océano Atlántico de oeste a este, como lo había realizado Lindbergh nueve años antes.

 

La primera es sobre la ruta elegida: una vez descartado el vuelo directo desde Cuba a Sevilla, se emprendió un inicial descenso hacia el sur para atravesar el océano por un trayecto más corto. Aunque políticamente es más aconsejable, pues se visitaban países iberoamericanos afines en el lenguaje, el vuelo Natal-Dakar se realiza con los vientos Alisios en contra, lo que ralentiza y hace más peligroso el viaje y esa circunstancia era perfectamente conocida, pues ya existía una línea regular de Air France haciendo este trayecto, por lo tanto, aeronáuticamente hablando, hubiera sido más seguro atravesar el Atlántico Norte con viento a favor, como hizo Lindbergh.

 

 

El Sirius recién aterrizado en Tablada (foto Ahora)

 

Recibimiento al Sirius en Tablada (foto ABC)

 

Los instrumentos de navegación con que contaba el “Cuatro de Septiembre”, una brújula y una especie de horizonte artificial, eran totalmente insuficientes para enfrentarse a una travesía tan larga como esta con grandes vientos y tormentas. Antes de salir, Menéndez tuvo la precaución de informarse sobre los barcos que encontraría en el trayecto y las rutas de los mismos, para poder rectificar la navegación con esta ayuda, en el hipotético caso de que los viera.

 

En Natal, Menéndez, coincidió con la tripulación de un cuatrimotor de Air France, el “Ciudad de Buenos Aires”[9] , que le informaron de la dificultad de la travesía e incluso le ofrecieron que fuera cerca de ellos, para poder aprovecharse de la experiencia que tenían y la mejor instrumentación con que contaban. Menéndez sopesó la dificultad porque la velocidad de crucero del Sirius era superior que la del cuatrimotor y porque sufriría un nuevo retraso para tener que esperar hasta la hora de despegue del cuatrimotor y agradeciéndoselo no aceptó el ofrecimiento.

 

En las transformaciones que se realizaron al Sirius en Cuba no se consideró prioritario cubrir la cabina para proteger al piloto de lluvia y viento, probablemente debido a la agradable temperatura constante de la isla tropical.

 

La última consideración era en torno a la hora de despegue para realizar la mayor parte del trayecto con luz solar y especialmente la aproximación al aeropuerto africano y aterrizaje. Decidió salir de madrugada con intención de llegar a Dakar a las seis de la tarde, hora local.

 

A las dos y seis del día 10, hora de Greenwich, las once y seis de la noche hora de Natal de 9 de febrero, realizó Antonio Menéndez un despegue largo con el “Cuatro de Septiembre” completamente cargado de combustible y lubricante.

 

Durante el trayecto la meteorología fue totalmente adversa, siempre con el viento de cara. Una tormenta le obligó a desviarse y descender hasta muy cerca de las olas. Durante cuatro horas aguantó una fuerte lluvia (en un avión de ala baja sin cabina). En el trayecto avistó dos barcos de los que había controlado antes de partir con su ruta y destino. Como dijo después, mirándolos pudo orientarse en el océano. Fue un vuelo de 17 horas y 35 minutos en el que recorrió 2.970 km hasta llegar a Bathurst, África (actualmente Banjul, capital de Gambia), a menos de 100 km del destino inicialmente previsto a pesar de los vientos y tormentas, con una desviación angular inferir a dos grados.

 

Los periódicos de ese día informaron del éxito, así como de la desaparición en vuelo del hidroavión “Ciudad de Buenos Aires” que partió después que él de Natal. La compañía Air France informó el 12 que se seguía sin noticias de ese hidroavión que hacía el servicio postal regular transatlántico y que habían salido de Natal otro hidroavión y algunos buques de socorro en su búsqueda. Finalmente, nunca fue encontrado.

 

Sobre África hacia Sevilla

 

En Bathurst Menéndez descansó dos días y el 12 de febrero los periódicos anunciaron la partida, compartiendo las “noticias aeronáuticas” con la salida del piloto español Lorenzo Richi de Melilla para el raid por etapas hasta Guinea[10]. Despegó Menéndez hacia Cabo Juby, el aeródromo español en el entonces Sahara español. Eran 1.600 km de distancia. En la ruta, cerca del final, se encontró con una tormenta de arena, una nube marrón, describió él, que puso en peligro la integridad del avión. Después de 10 horas de vuelo fue recibido como un héroe por los militares españoles (incluso dibujaron la insignia de su unidad en el Sirius), haciendo sentirse a Menéndez como si estuviera en casa. Ya solo quedaba la última etapa de un viaje programado para cuatro días y que ya duraba un mes.

 

A pesar de su impaciencia por finalizar, tuvo que permanecer otro día en Cabo Juby esperando a que mejorara el tiempo ya que, a causa de la tormenta de arena, el campo era intransitable por la formación de dunas que lo cubría parcialmente[11] y por fin el 14 de febrero despegó rumbo a Tablada, de donde habían partido en 1933 Barberán y Collar. Fue una etapa sencilla, según Menéndez la más sencilla de todas, orientándose al final por la Giralda. Sobrevoló el aeródromo y la Giralda realizando un círculo sobre la misma y aterrizó en medio de un público enfervorecido que le vitoreaba.

 

La prensa y especialmente la radio llevaban unos días calentando el ambiente con declaraciones de las autoridades y del señor Pichardo, encargado de Negocios cubano, anunciando todos los actos que se habían programado para el recibimiento. Los periodistas empiezan a conseguir noticias de primera mano y cada uno publica sus propias informaciones.

 

En Tablada además del jefe de la base, Teniente Coronel Rueda, esperaban representantes del Estado, de la embajada cubana, de la aeronáutica, de la marina española, el alcalde de Sevilla, representantes del aeroclub de Andalucía e infinidad de periodistas. Un cordón de soldados impidió que el público invadiera la pista, aunque solo lo logró mientras que el avión estuvo en el aire. Por estar España en campaña electoral[12] se había prohibido que aviones militares españoles, por cortesía, despegaran para dar la bienvenida al avión cubano, como era costumbre.

 

 

El “4 de Septiembre” aterriza en Cuatro Vientos. Obsérvese la pista embarrada y los dos soldados sujetando las alas para dirigirle (foto Aviación y Deportes)


Recibimiento en Cuatro Vientos por el General y el encargado de Negocios de Cuba, Sr. Pichardo. Obsérvese el escudo (con camello) pintado al avión en Cabo Juby (foto Aviación y Deportes)

 

Abrazos, vítores, discursos, desfile, almuerzo en su honor, entrevistas, no voy a detenerme en esta parte, solo señalar un párrafo del discurso de bienvenida que dio el alcalde de Sevilla: “Tenéis un poco del alma de Barberán y Collar; por eso Sevilla os recibe con entusiasmo y emoción, y esto lo disputo como feliz augurio de vuestro porvenir. Sevilla, con mi abrazo efusivo, os abraza” y la respuesta de Antonio Menéndez, que se mantuvo siempre parco en palabras e iría repitiendo una y otra vez a lo largo de su estancia en España señalando que su vuelo no tenía más valor que el pago de una deuda de gratitud que Cuba tenía con España, por las visitas a la isla de pilotos como los malogrados Barberán y Collar y anteriormente de Jiménez e Iglesias.

 

Era el 14 de febrero, San Valentín, Menéndez puso un telegrama a su novia en Cuba que dio a los periodistas para muchas especulaciones, pero nunca se llegó a saber el contenido. El resto, centenares de banquetes, visitas a lugares emblemáticos, una calle roturada con el nombre “Cuatro de Septiembre”, recepciones e imposiciones de condecoraciones se fueron sucediendo, incluso su ascenso a Teniente llegado desde Cuba. La misma dinámica que seguiría durante toda su estancia en España; pero quiero destacar algo que a primera vista podría parecer anecdótico y es un telegrama de la colonia española en Camagüey al alcalde de Sevilla (que se hizo público) rogándole felicitara en su nombre a su compatriota asturiano. A partir de ese momento Menéndez, en España, comienza a ser asturiano a los ojos de periodistas y españoles. En los periódicos es nombrado como hispano-cubano, se dan detalles de su pueblo de nacimiento y se entrevista a su familia. “Como el guaje no venga a verme soy capaz de ir yo donde esté”, dice la madre. Por su hazaña hubiera sido considerado como héroe, como intrépido, como valiente, pero la efusividad es otra cosa y la logró.

 

Tras un apretado programa de actos en Sevilla y San Fernando, visitando igualmente los lugares colombinos, el día 21 de febrero partió hacia Cuatro Vientos. Parecía que las malas condiciones meteorológicas iban a impedir ese vuelo, pero Menéndez lo emprendió acompañando a un trimotor de la L.A.P.E. (pilotado por Corretillo). El vuelo duró dos horas y cuarto gracias al continuo viento de cola.

 

Debido al mal tiempo, en Madrid no se esperaba que Menéndez volara ese día. Cuando desde Tablada se recibió la comunicación de que el “Cuatro de Septiembre” estaba en el aire, comenzó a sonar el teléfono y empezaron a acudir a Cuatro Vientos los coches con las autoridades y representantes designados. Estaban, entre otros, el representante del ministro de Estado, Sr. Aguinogo, el ministro consejero de la embajada de Cuba, Sr. Pichardo; el inspector general del Ejército, General Rodríguez del Barrio; el director general de Aeronáutica, General Núñez de Prado; el jefe de Aviación Civil, Sr. Leceo; el jefe de la Aviación Naval Contralmirante Fontela; el jefe del aeródromo, Comandante Fernández Mulero; el jefe del aeródromo de Getafe, Teniente Coronel Buroaga; dos concejales del Ayuntamiento de Madrid y otro de Carabanchel; la oficialidad de Cuatro Vientos; representantes de la colonia cubana en Madrid; periodistas y mucho público.

 

Entre los asistentes podemos señalar al ilustre inventor Juan de la Cierva y al piloto que también había sobrevolado el Atlántico un año antes Ignacio Pombo. Tal vez la lista parezca larga, pero da idea de la solemnidad y protocolo que se quiso dar al recibimiento.

 

Cuando por fin Menéndez Peláez aparece en el horizonte y toma tierra en la pista encharcada, comienzan las felicitaciones del General Núñez de Prado en representación del Gobierno y se siguió con la misma formalidad en el desfile de la tropa en su honor, hasta que en medio de vítores y bravos el Teniente Menéndez fue subido a hombros como si fuera un torero.


Desfile en honor de Menéndez en Cuatro Vientos (foto Aviación y Deportes)


Antonio Menéndez paseado a hombros en Cuatro Vientos (foto Ahora)


El público se arremolina alrededor del Sirius en Cuatro Vientos (foto Ahora)

 

En el propio Aeródromo comenzó la interminable sucesión de banquetes (este servido por Chicote) que le acompañaría a lo largo su estancia en España, publicándose sus fotos acompañado de autoridades, de comensales o de grupos de bellas señoritas en infinidad de periódicos.

 

Es imposible hacer mención de todos los agasajos que recibió. Muchos días aparecían en los periódicos tres eventos, banquete, baile, cena, banquete, recepción, visita. Desde luego no se puede olvidar la recepción que le brindó el presidente de la República Niceto Alcalá Zamora al que entregó las cartas que traía del gobierno cubano. Le fue concedida la Cruz Oficial de la Orden de la República, la Cruz del Mérito Militar y la Cruz Blanca del Mérito Naval. Se le calificaba como alegre, cordial, vivaz y efusivo.

 

Entre las visitas más emotivas está la realizada a su pueblo natal donde estuvo con sus padres. La que realizó a casa del padre de Barberán. Los viajes a Barcelona, a Canarias, que tuvo que retrasar por el mal estado de las pistas de Barajas debido a las lluvias, y la visita a Toledo. Durante el artículo me he referido en varias ocasiones a las noticias sobre el raid realizado por Lorenzo Richi a Guinea; Menéndez no pudo asistir la cena homenaje que el Aeroclub de España ofreció el 25 de marzo a Lorenzo Richi por el éxito logrado, pues ese día estaba en Barcelona, pero regresó y pudo felicitarle a los postres.

 

Desde España pidió permiso a las autoridades cubanas para regresar en vuelo por la ruta del Atlántico Norte, pero no fue autorizado, por lo que el “Cuatro de Septiembre” fue desmontado y embalado en Cuatro Vientos y enviado a Santander. En esta ciudad se organizó un desfile militar en su honor (durante toda su estancia en España fue querido y tratado como un héroe). Piloto y avión embarcaron en el transatlántico Cristóbal Colón que partió rumbo a La Habana el domingo 26 de abril de 1936.

 

Al llegar a este punto, recuerdo que la primera vez que escuché hablar de Menéndez Peláez fue de pasada, como comentario al vuelo del Cuatro Vientos. La conversación, que luego volví a escuchar, describía que un piloto cubano hizo la ruta en dirección contraria pero que llegó a Madrid a mediados de julio del 36 y al estallar la guerra nadie le hizo caso y le aconsejaron que volviera rápidamente a Cuba; por eso el vuelo era tan poco conocido[13]. Me ha resultado grato saber que solo era una “leyenda urbana”. Es simplemente un vuelo histórico que ha caído en el olvido como tantos otros. El 20 de mayo los periódicos publicaron un telegrama de Antonio Menéndez desde Cuba transmitiendo sus saludos a los gobernantes y al pueblo español, que le recibieron con tantos honores y bondades. Después, el olvido; España estaba entrando en una de sus mayores encrucijadas con la guerra fratricida.

 

Pero seríamos injustos con Antonio Menéndez Peláez, conocido como el “Aguilucho cubano”, si calláramos el apoteósico recibimiento que se le dio al llegar a La Habana, con asistencia del propio presidente para recibirle en el puerto.

 

Se casó con su novia Ofelia García Brugueras, aunque no llegó a conocer a su único hijo. De nuevo se embarcó en otra empresa aeronáutica, igualmente relacionada con España.


Los países iberoamericanos tenían la pretensión de erigir un monumento a Cristóbal Colón y al descubrimiento de América. Ya se había plasmado en 1923 en la Conferencia Internacional Americana. Se había acordado erigir un faro con el nombre de Colón que se construiría en la República Dominicana.


El Teniente Menéndez vestido de piloto junto a la cola del Sirius


Antonio Menéndez e Ignacio Pombo se saludan junto al “4 de Septiembre” (foto Ahora)


Foto del Teniente Menéndez en la fiesta de carnaval de la Asociación de la Prensa. A su derecha está el señor Pichardo (foto Aviación y Deportes)

 

Persiguiendo esta idea, en 1937, la Sociedad Colombista Panamericana, con sede en La Habana, convence a los Gobiernos de Santo Domingo y Cuba para organizar un raid de buena voluntad por todos los países de la zona.

 

Finalmente, el vuelo que se denominó “Pro Faro Colón” sería realizado por cuatro aviones, tres Stinson Reliant de 285 Hp aportados por Cuba y un Curtis Wright de 420 Hp de la Republica Dominicana.

 

Los aviones fueron bautizados con nombres alegóricos: Colón para el dominicano y Santa María, Pinta y Niña los cubanos.

 



Cuando el 12 de octubre despegaron de Santo Domingo, Menéndez Peláez ostentaba la jefatura de la patrulla pilotando el Santa María. En todos los aparatos iban el piloto y el mecánico. El proyecto era muy ambicioso, visitaría 26 países, algo sin precedentes en esos vuelos de buena voluntad.

 

Puerto Rico, Caracas, Trinidad, Guayana Holandesa; Belem, Fortaleza, Natal, Recife, Bahía y Río de Janeiro, en Brasil. El 29 de noviembre volaron a Montevideo. Era intención de la escuadrilla trasladarse a Asunción, pero los casos de fiebre amarilla detectados en la capital paraguaya los disuadieron de ese empeño. Volaron a Buenos Aires, Rosario y Mendoza en Argentina; Valparaíso, Santiago de Chile, Antofagasta y Arica en Chile; Bolivia; Lima en Perú; Guayaquil y Quito en Ecuador y Bogotá y Cali en Colombia.

 

El 29 de diciembre de 1937, después de 47 días de vuelo, partieron de Cali rumbo a Buenaventura camino de Panamá, una ruta considerada muy peligrosa por la falta de potencia de los aviones cubanos. La mala visibilidad y las condiciones atmosféricas llevaron a los aviones cubanos hacia un desfiladero que se fue elevando y estrechando hasta convertirse en un embudo que los impidió darse la vuelta. La falta de potencia de los motores hizo el resto y al no poder ascender se fueron estrellando uno tras otro. Solo se salvó el avión dominicano que con mayor potencia pudo remontar.


Menéndez en la Stinson Reliant “Santa María” durante el vuelo Pro Faro Colón a su paso por Buenos Aires (foto Caras y Caretas)


Homenaje en el Aeroclub de España en honor de Antonio Menéndez. Sentados de izquierda a derecha: El jefe de Aviación Civil, Comandante Lecea; el director general de aeronáutica, General don Miguel Núñez de Prado; el Teniente Menéndez; el ministro de Guerra, General Masquelet; el ministro de Cuba, Manuel Pichardo; el presidente del Aero-Club de España, señor Gastón; y el presidente de la Federación Aeronáutica española, señor Gastón. De pie se puede ver a los pilotos Jiménez, Iglesias e Ignacio Pombo (foto Aviación y Deportes)

 

La muerte de Menéndez a los mandos de la Stinson bautizada como Santa María en honor de la carabela de Colón, fue un duro golpe para la aviación cubana y toda la hispanoamericana que le reconocían como un héroe. Los periódicos españoles, en plena guerra civil, no se hicieron eco de este accidente (solo un par de referencias). La hazaña del vuelo Camagüey Sevilla comenzaba a olvidarse.

 

Actualmente (2019), en los talleres de Amigos del Museo del Aire, se está reconstruyendo una Stinson Reliant. Tiene al aire los largueros y las cuadernas; cuando se entele y se pinte empezará a soñar con surcar los cielos, como todos los aviones, sobrevolar océanos, costas, montañas y bosques añorando ser pilotada por manos seguras y expertas como las de Menéndez Peláez.

 

Fuente: https://publicaciones.defensa.gob.es//Revista de Historia Aeronáutica N° 38. Año 2020.



[1] Se inauguró con motivo del 75 aniversario del vuelo en un acto solemne el18 de febrero de 2011 presidido por el general director de Enseñanza General Juan Antonio Carrasco Juan, en representación del JEMA, con asistencia de toda la oficialidad, representantes de la aeronáutica, tanto andaluza como cubana, el cónsul cubano y una amplia representación de otras instituciones, historiadores y numeroso público.

[2] Algún periódico como La Época de 8 de enero, reproducen el cablegrama del señor Pichardo que a lo largo de estos meses será tratado como encargado de Negocios, ministro consejero de la embajada cubana y tantos otros que he ido intentando reproducir en el artículo.

[3] Por ejemplo, por la revista Siglo Futuro de 9 de enero.

[4] Realmente tenía 38 años y al leer los periódicos de la época, incluso los últimos que se publicaron sobre el vuelo, incluso los publicados cuando ya había realizado la visita a sus padres y pueblo, siempre queda alguna duda de si nació en Santolaya o en Cienfuegos (Cuba) y pasó la infancia en Santolaya, aunque es más plausible el nacimiento asturiano y se creara una cierta duda artificialmente, especialmente en el ABC, por venir representando a Estado de reconstrucción en que se encuentra la Stinson en los talleres de Amigos del Museo del Aire la marina cubana y siempre acompañado por el que fue su sombra, señor Pichardo. En la que fue su casa en Asturias, actualmente hay un cartel dorado que reza “aquí nació …”.

[5] El importe total de estas transformaciones, según datos del historiador cubano Carlos Concepción Puentes, se elevaron a 25.000 $ de la época.

[6] Como en Siglo Futuro o El Nervión de Bilbao del 13 de enero.

[7] La anécdota de ser soltero fue tan manida que en una entrevista al final de su estancia en España, Menéndez reprodujo una frase que le había dicho Ignacio Pombo: “estos terminarán casándote como a mí” para agregar que los vuelos, como las novelas no tienen que acabar siempre en boda.

[8] 8 Se puede destacar los artículos Aviación y Deportes números 2 y 3, ABC de Sevilla de 13-02 y 24-04, Ahora de 19-01 o Revista Hispanoamericana de Ciencias, Letras y Artes.

[9] Air France había establecido una ruta de correo aéreo transatlántico que unía periódicamente Sudamérica con África.

[10] En periódicos sucesivos, muchos compartiendo cabecera con el raid cubano, se informa que no ha llegado a destino, que ha sido avistado en el desierto por un piloto belga, que ha llegado a Bidón V, que ha vuelto a hacer un aterrizaje forzoso en Dillabery y finalmente completó el raid hasta Bata y Fernando Poo.

[11] Heraldo de Madrid 13 de febrero.

[12] El 16 de febrero de 1936 se celebró la primera vuelta de las elecciones generales, en las que a la postre salió elegido el Frente Popular. Entre recuentos, impugnaciones, acusaciones de pucherazo y ratificaciones, las noticias de este proceso acompañaron a Menéndez mientras estuvo en España. 

[13] El error se produce por confusión con el vuelo de los pilotos filipinos Arnáiz y Calvo desde Manila a Madrid, rememo-rando el realizado por la Patrulla Elcano y que llegaron a Madrid el 11 de julio de 1936 en su avioneta Fairchild 24 biplaza bautizada como “Commonealth of the Philipines”. El artículo del General Sánchez Méndez sobre este vuelo puede consul-tarse en la Revista Aeronáutica de septiembre de 2011.