Por
Oscar Filippi
Si
el Poder Aéreo pasa por la industria automotriz, con más razón incluye los
desarrollos espaciales. En 1947, la recién nacida Fuerza Aérea Argentina ya se
internaba por esos caminos, con el desarrollo y construcción de la bomba
voladora “AM-1”, para uso de avión/avión, de un motor cohete de 500 Kilos de
empuje y de un pulso reactor para bomba voladora, este último, en combinación
con Fabricaciones Militares. La tarea estuvo a cargo de la División Proyectos
Espaciales del Instituto Aerotécnico, creada para estudiar y desarrollar
vehículos teledirigidos y motores cohetes. Fue el primer paso hacia una
industria espacial argentina.
Durante
una década se diseñaron y construyeron motores cohetes a combustible líquido,
una tecnología que fue abandonada cando se comenzó a trabajar con propulsores
sólidos. En esos años (1970), la Fuerza Aérea poseía en Córdoba, la única
planta de propulsantes sólidos de América del Sur.
Creación
de la CNIE
A
partir de 1960, los estudios y proyectos se encauzaron decididamente hasta
colocar a la Argentina entre los países más avanzados del mundo, que en 1971
comenzó a exportar cohetes meteorológicos. En 1960, precisamente, fe creada la
Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales (CNIE), un organismo de
promoción científica, cuando solo existían en el mundo, cuatro instituciones
similares. Un año más tarde, en Córdoba, el Instituto Aerotécnico fue
convertido en Instituto de Investigaciones Aeronáuticas y Espaciales. Era el
organismo de ejecución de los planes trazados por la CNIE y de los
requerimientos, del entonces, Comando en Jefe de la Fuerza Aérea Argentina.
El
modelo propuesto de la CNIE, organismo nacional de carácter civil que depende
de la Fuerza Aérea, no igualaba lo que invertía en “relaciones públicas”
cualquier empresa del Estado. Con poco se había hecho mucho. En solo 10 años
incorporó los estudios espaciales a los programas universitarios de todo el
país, desde el punto de vista de la tecnología y del derecho. También dictó
cursos en otros países latinoamericanos. Se había creado, junto con otros
países, el Comité Interamericano de Investigaciones Espaciales. Había
participado en todos los acontecimientos internacionales de importancia. Había
logrado que, la Argentina fuera el primer país no miembro del Club Espacial en
el que se realizaron conferencias internacionales del Comité de Investigaciones
Espaciales de la Unión Internacional de Consejos Científicos (COSPAR), y de la
Federación Astronáutica Internacional. También promovió la creación de
distintos grupos de científicos en universidades estatales y privadas. Al
margen de las investigaciones científicas a las que ya nos referimos, la CNIE
intervino activamente en las aplicaciones espaciales a la vida cotidiana.
Vanguardia
en comunicaciones
Fueron
sus investigadores quienes estudiaron y promovieron las comunicaciones vía
satélite, que luego transfirieron para su explotación, a la entonces Secretaría
de Comunicaciones. Esa era su misión; estudiar algo nuevo, persuadir a otros
organismos estatales o privados de su utilidad y conveniencia y luego
transferirlo para que otros lo exploten, en beneficio de la Nación toda.
Llegó
a desarrollar un plan de lucha antigranizo en zonas del país en que todos los
años se veían inutilizadas sus cosechas a un costo cuantioso, en cuánto a
pérdidas, para los productores.
Estudió
los aspectos técnicos de un sistema de televisión educativa vía satélite, sobre
cuya orientación pedagógica decidiría el entonces Ministerio de Educación. Proyectó
la triangulación del país por el método de geodesia espacial, observando un
satélite desde dos puntos fijos terrestres. Programó la investigación
exhaustiva de los recursos naturales del país, desde aviones y cohetes
argentinos y desde un satélite norteamericano, con una precisión tan superior
como inferior era su costo, al de los estudios convencionales.
Los
cohetes
En
1961, el Instituto de Investigaciones Aeronáuticas y Espaciales (IIAE), realizó
el primer lanzamiento de u cohete en el país, el “Alfa Centauro”, de una sola
etapa, que alcanzó los 20 Kms de altura, desde las sierras de Córdoba. Para
centralizar esas tareas, la Fuerza Aérea Argentina construyó en Chamical,
Provincia de La Rioja, el “Centro de Experimentación y Lanzamiento de Proyectiles
Autopropulsados” (CELPA I), que se inauguró en 1962.
El
primer lanzamiento efectuado desde sus rampas, era el número 45 del IIAE. En
1963, desde el CELPA I se lanzaron los cuatro primeros cohetes “Gamma
Centauro”, diseñados y fabricados totalmente en el país y con propulsante
argentino.
Para
llevar a cabo sondeos meteorológicos, estudios de física y radiación cósmica de
vientos en altura, de ionósfera, la CNIE disponía de cuatro cohetes nacionales
fabricados por el IIAE. El “Orión”, que alcanzaba 100 Kms de altura con 10 Kg
de carga útil. El “Canapus”, que portaba una carga útil de 30 Kg hasta los 110
Kms de altura. El “Rigel” (que era un “Orión” sobre un “Canopus”) que llegaba
hasta los 300 Kms de altura con una carga útil de 30 Kg. Y el “Castor” (que era
un “Canopus” sobre un racimo de cuatro “Canopus”) que portaba una carga útil de
30 kg hasta los 500 Kms de altura.
Programa
Exametnet
Para
el programa “Exametnet”, el más importante sondeo meteorológico con cohetes que
se realizó en el mundo a lo largo de un meridiano, el IIAE había desarrollado
un cohete especial, el “DIM” (Dardo de Investigación Meteorológica), que llegó
a exportarse. Del programa Exametnet, nacido a propuesta de nuestro país,
participaron durante varios años, Brasil y los Estados Unidos y solicitaron
incorporarse, Perú, México, la India y la Unión Soviética, con lo que se podía
cerrar “globalmente”, el meridiano.
Vida
hacia el Espacio
Dos
veces los cohetes del IIAE llevaron a bordo animales vivos. La primera, una
rata; la segunda, un mono. Por telemetría se controlaron sus reacciones
biológicas, su ritmo respiratorio y temperatura, se les tomaron
electrocardiogramas. A los 70 Kms de altura, cuando el cohete “Castor” viajaba
a 4.320 Kms/h, con una temperatura exterior de 400°C, la cápsula que condujo al
mono “Juan”, se desprendió, las aletas de estabilización y frenado la hicieron
descender hasta los 6.000 metros y luego los paracaídas condujeron al
“monoastronauta Juan”, sano y salvo a la tierra.
En
solo una década, se realizaron muchos e importantes experimentos científicos
espaciales, algunos en colaboración con los organismos espaciales de Francia y los
Estados Unidos, otros con organismos privados y estatales también con las
universidades del país, estatales y privadas.
La
Ciencia Espacial
Se
investigaron la dirección e intensidad de vientos y turbulencias. Se midieron
Rayos X, radiación cósmica primaria, electrones y protones de precipitación.
En
1965, se lanzaron cohetes argentinos “Gamma Centauro” simultáneamente, desde la
Base Antártica “Teniente Matienzo” y desde el CELPA I en la Provincia de La
Rioja, para medir las radiaciones en el cinturón de Van Allen.
En
1966, durante un eclipse solar, se lanzaron desde las Provincias de Salta y del
Chaco, cohetes franceses y argentinos para medir el oscurecimiento del Sol, los
vientos, las temperaturas y distribución de ozono en la estratósfera.
El
“CELPA Atlántico”
La
Base de lanzamientos de “Chamical”, en cuya casamata a 100 metros de la rampa
de lanzamiento y despegue, funcionaba un circuito cerrado de televisión con
tres pantallas, una cámara de filmadora de alta velocidad, que registraba
“11.000 mil cuadros por segundo” y cuyos tableros de control se complementaban
con la red de Radares, resultó insuficiente para el progreso de desarrollo de
los programas científicos espaciales de la Fuerza Aérea Argentina. Su
mediterraneidad, la vecindad de centros poblados, dificultaban las
imprescindibles medidas de seguridad. Por ello, en 1964 se decidió estudiar la
construcción de un segundo Centro de Experimentación y Lanzamiento de
Proyectiles Autopropulsados, en la propia laguna (albúfera) de Mar Chiquita, a
solo 45 kms de la ciudad de Mar del Plata. Esa base, llamada “CELPA Atlántico”,
o “CELPA II”, comenzó a construirse en 1968, fue visitada por una misión
internacional de evaluación, cuyo dictamen permitió que recibiera el patrocinio
de las Naciones Unidas (ONU), como Base Internacional de lanzamientos.
Desde
allí despegó el cohete del primer lanzamiento de envergadura de la Experiencia
“DRAGÓN 1/70” y en 1971 serviría para continuar con el Programa “Examtnet”.
Proyecto
“Eolo”
Para
1971, la CNIE también programa su participación en el proyecto meteorológico
“Eolo”, en cooperación con Francia, que fue la base de un proyecto mundial, el
“Global Athmosferic Research Proyect” (GARP), que estaba previsto para 1977 por
la Organización Meteorológica Mundial.
A
partir del GARP se recibiría cada día más información de la que el Servicio
Meteorológico procesó en toda su historia, de casi un siglo, y fue posible
formular para cada lugar del mundo, una predicción de 15 días sobre el estado del
tiempo. La economía del mundo estaba en constante cambio (como ahora) las
relaciones económicas y comerciales descansaban sobre bases distintas (al igual
que ahora).
El
mundo ya vivía una nueva era que todavía era difícil de entender (al igual que
ahora), para los profanos, aunque afectaba profundamente la vida de todos los
hombres. Para ingresar a ese mundo en cambio, el Poder Aéreo es uno de los
caminos maestros.
Un
camino hacia el mañana, que la FUERZA AÉREA ARGENTINA, sus ingenieros, civiles
y militares, junto a Instituciones y Universidades del país, ya estaba
recorriendo en ese entonces. Hoy solo nos queda el recuerdo y la gratitud por
esa orgullosa historia.
Fuente: https://www.facebook.com/Geopolítica y Defensa