Por
Jesús Salas Larrazábal
El
“Natacha” fue el último de los cinco tipos básicos de aviones de procedencia
soviética que llegaron a España a principios de 1937. Le precedieron en su
entrada en servicio operativo, por pocos meses, los SB-2 “Katiuska”, I-15
“Chato”, I-16 “Mosca o Rata” y los R-5 “Rasantes”.
También
escritos por el historiador aeronáutico y experto en la guerra civil española General
de División Jesús Salas Larrazabal, se publicaron en la Revista de Aeronáutica
y Astronáutica, una serie de cuatro artículos titulada “Los Natacha en la
Guerra Civil”, tres de ellos en 1979 y un cuarto en 1980. En enero de 1979, se
publicó la primera parte subtitulada “Sus primeras actuaciones”, en el que se
reseña la participación del Grupo 20, formado con los primeros 31 aviones de
esta clase, que llegaron a principios de 1937, en las acciones en el frente de
Madrid y principalmente en la batalla de Guadalajara, el principal éxito de la
aviación republicana en toda la guerra civil.
La segunda parte fue publicada en junio, subtitulada “Creación de los Grupos 25 y 30”, en el que se detalla la participación de los “Natacha” del Grupo 20 y del Grupo 25 (creado con la segunda remesa de 31 aviones llegada en abril de 1937), en las acciones bélicas hasta junio de 1937, con el intento de traslado de una Escuadrilla al frente Norte, en la batalla de La Granja y en la ofensiva sobre Huesca, dando cuenta asimismo de la reorganización de los “Natacha” debida a las grandes pérdidas que sufren y a la llegada de una tercera remesa de 31 aviones en mayo que supone la creación del Grupo 30, y la disolución de los Grupos 20 y 25, a finales de junio de 1937, su transformación en las Escuadrillas independientes 20,40 y 50.
La
tercera parte fue publicada en noviembre subtitulada “Brunete y Belchite” se
detalla la ofensiva republicana sobre Brunete a principios de Julio de 1937 y
la actuación de los lentos “Natacha”, los cuales, por una combinación de un
frente muy reducido, la actividad de la caza y de artillería antiaérea
sufrirían la baja de 13 aviones en el período comprendido entre el 6 y el 21 de
julio. Asimismo, en este artículo se detallan las acciones llevadas a cabo en
la ofensiva sobre Belchite, en el frente de Aragón en la última quincena del
mes de agosto de 1937.
También
en la Revista de Aeronáutica y Astronáutica, en agosto de 1980, se publica la
cuarta parte subtitulada, “otoño-invierno de 1937” en el que se detalla la
Batalla de Teruel, y ya creada la Revista “AEROPLANO”, en su tercer número, de
1985, se publicó otro artículo titulado “Estudios monográficos de la Guerra
Civil: La batalla de Guadalajara y el día más aciago de los Natacha”, en el que
se relata la actuación de los “Natacha” el día 24 de diciembre de 1938,
tratando de frenar la ofensiva nacional sobre Barcelona, después de la batalla
del Ebro. Es de señalar que en este artículo se presentan numerosos cuadros con
la composición de las tripulaciones y componentes del Grupo 30, así como de
bajas de aviones o incluso estadísticas de gasto de munición y armamento.
Con
el artículo que se publica ahora se rellena el hueco que quedó en el relato del
historial de los Natasha entre el final de la batalla de Teruel en febrero de
1938 y el 24 de diciembre de 1938, y después hasta el final de la guerra civil.
Es
de señalar que en Aeroplano también se publicó en su número 18 del año 2000, un
artículo de José Pla Blanch titulado “El último combate de los Natasha en
Cataluña”, y otro publicado en el número 23 de 2005, de Rafael Madariaga titulado
“Apuntes para la historia de los Natacha” que sin duda pueden ser interesantes
para quien quiera tener una visión completa de la actuación de estos aparatos,
sus unidades y tripulaciones en su trayectoria en nuestro país.
El
Grupo 30 “de Natacha” a finales de febrero de 1938
Tras
la reconquista de Teruel por las fuerzas nacionales dos de las escuadrillas del
Grupo 30 retornan a bases alejadas del frente: la 1ª escuadrilla (José Mª del
Romero) y la 3ª (Manuel Montalbán) se dirigen el 22 de febrero a Camporrobles.
La 4ª Escuadrilla (Francisco Hernández Chacón) continúa en el sector, pero se
traslada de Liria a Manises y la 2ª (José Sánchez Calvo) permanece en este
mismo aeródromo.
El
1 de marzo, en vísperas de la potente ofensiva por el Sur del Ebro, en dirección
a Caspe y Alcañiz, la 1ª Escuadrilla se sitúa en Figueras (provincia de Gerona)
y el 4 del mismo mes la 3ª Escuadrilla lo hace en Balaguer (provincia de
Lérida).
En
la noche del 5 al 6 de marzo se produjo una batalla naval entre Mallorca y Cartagena
en la que resultó hundido el crucero nacional “Baleares”. La 4ª del Grupo 30
salió al amanecer en misión de reconocimiento del lugar del naufragio y solo
vio un par de buques británicos recogiendo supervivientes. La 3ª Escuadrilla lo
hizo desde Manises y una de sus tripulaciones, la formada por Gómez y Peiró,
bombardeó y alcanzó a un buque auxiliar.
La
gran batalla de Aragón
El Ejército nacional planeó una gran ofensiva desde el sector de Teruel (excluido) hasta el río Ebro en una primera fase y hasta el Pirineo en la segunda. La ofensiva nacional comenzó el 9 de marzo con gran éxito. El mismo día se incorporó a Zaidín (provincia de Lérida) la 2ª Escuadrilla, que el día 11 pasó a Castejón del Puente (provincia de Huesca) y el 15 al aeródromo valenciano de Liria.
El
“Natacha” fue el último de los cinco tipos básicos de aviones de procedencia
soviética que llegaron a España a principios de 1937. Le precedieron en su
entrada en servicio operativo, por pocos meses, los SB-2 “Katiuska”, I-15
“Chato”, I-16 “Moscas o Ratas” y los R-5 “Rasantes”.
También
escritos por el historiador aeronáutico y experto en la guerra civil española General
de División Jesús Salas Larrazabal, se publicaron en la Revista de Aeronáutica
y Astronáutica, una serie de cuatro artículos titulada “Los Natacha en la
Guerra Civil”, tres de ellos en 1979 y un cuarto en 1980. En enero de 1979, se
publicó la primera parte subtitulada “Sus primeras actuaciones”, en el que se
reseña la participación del Grupo 20, formado con los primeros 31 aviones de
esta clase, que llegaron a principios de 1937, en las acciones en el frente de
Madrid y principalmente en la batalla de Guadalajara, el principal éxito de la
aviación republicana en toda la guerra civil.
La segunda parte fue publicada en junio, subtitulada “Creación de los Grupos 25 y 30”, en el que se detalla la participación de los “Natacha” del Grupo 20 y del Grupo 25 (creado con la segunda remesa de 31 aviones llegada en abril de 1937), en las acciones bélicas hasta junio de 1937, con el intento de traslado de una Escuadrilla al frente Norte, en la batalla de La Granja y en la ofensiva sobre Huesca, dando cuenta asimismo de la reorganización de los “Natacha” debida a las grandes pérdidas que sufren y a la llegada de una tercera remesa de 31 aviones en mayo que supone la creación del Grupo 30, y la disolución de los Grupos 20 y 25, a finales de junio de 1937, su transformación en las Escuadrillas independientes 20, 40 y 50.
La
tercera parte fue publicada en noviembre subtitulada “Brunete y Belchite” se
detalla la ofensiva republicana sobre Brunete a principios de Julio de 1937 y
la actuación de los lentos “Natacha”, los cuales, por una combinación de un
frente muy reducido, la actividad de la caza y de artillería antiaérea
sufrirían la baja de 13 aviones en el período comprendido entre el 6 y el 21 de
julio. Asimismo, en este artículo se detallan las acciones llevadas a cabo en
la ofensiva sobre Belchite, en el frente de Aragón en la última quincena del
mes de agosto de 1937.
También
en la Revista de Aeronáutica y Astronáutica, en agosto de 1980, se publica la
cuarta parte subtitulada, “otoño-invierno de 1937” en el que se detalla la
Batalla de Teruel, y ya creada la Revista “AEROPLANO”, en su tercer número, de
1985, se publicó otro artículo titulado “Estudios monográficos de la Guerra
Civil: La batalla de Guadalajara y el día más aciago de los Natacha”, en el que
se relata la actuación de los “Natacha” el día 24 de diciembre de 1938,
tratando de frenar la ofensiva nacional sobre Barcelona, después de la batalla
del Ebro. Es de señalar que en este artículo se presentan numerosos cuadros con
la composición de las tripulaciones y componentes del Grupo 30, así como de
bajas de aviones o incluso estadísticas de gasto de munición y armamento.
Con
el artículo que se publica ahora se rellena el hueco que quedó en el relato del
historial de los Natasha entre el final de la batalla de Teruel en febrero de
1938 y el 24 de diciembre de 1938, y después hasta el final de la guerra civil.
Es
de señalar que en Aeroplano también se publicó en su número 18 del año 2000, un
artículo de José Pla Blanch titulado “El último combate de los Natasha en
Cataluña”, y otro publicado en el número 23 de 2005, de Rafael Madariaga
titulado “Apuntes para la historia de los Natacha” que sin duda pueden ser
interesantes para quien quiera tener una visión completa de la actuación de
estos aparatos, sus unidades y tripulaciones en su trayectoria en nuestro país.
"Tras
la reconquista de Teruel por los nacionales dos de las escuadrillas del Grupo
30 retornan a bases alejadas del frente: la 1ª (José María del Romero y la 3ª
(Manuel Montalbán) se dirigen el 22 de febrero a Camporrobles"
Días
después las vanguardias atacantes llegaban a la línea del río Guadalope,
habiendo profundizado 75 km con relación al frente inicial, en donde se
estabilizó la situación por el momento.
El 20 de marzo el Teniente Alfredo Cervera Pérez se hizo cargo del mando de la 3ª Escuadrilla, en sustitución del Capitán Manuel Montalbán Vera. La noche del 22 al 23 de marzo el Cuerpo de Ejército Marroquí cruzó el río Ebro del Sur al Norte y provocó el derrumbamiento de todas las defensas gubernamentales entre dicho río y los Pirineos. Simultáneamente se reanudó el avance al Sur del Ebro, con dirección a Gandesa.
No resulta fácil de explicar que en este crítico momento la Jefatura de Fuerzas Aéreas Republicana establecida en Albacete retirara del frente principal todas las escuadrillas de “Natasha”. Las primeras en salir fueron la 2ª y la 3ª, que se replegaron el 24 de marzo a Manises. El 25 la 3ª Escuadrilla prosiguió a Almodóvar del Campo (provincia de Córdoba), mientras que las 1ª y 4ª se trasladaron a Jódar (provincia de Jaén). No parece que estas unidades pasaran a tan lejanas bases para su reorganización, pues las escuadrillas 2ª y 3ª llegaron a Almodóvar con 12 y 10 aparatos respectivamente y la 1ª a Jódar con 11, es decir con sus efectivos casi completos.
La
situación al Norte del Ebro empeoraba por momentos para el bando republicano y
la 2ª Escuadrilla (Sánchez Calvo) recibió orden de volver a Cataluña, en donde
siguió operando todo el año 1938. Se estacionó en Vidreras el 29 de marzo,
cuando las avanzadas de Yagüe se aproximaban a Lérida.
Abril
y mayo de 1938
Las
escuadrillas 1ª, 3ª y 4ª del Grupo 30 continuaron en sus bases del Sur hasta
finales del mes de abril, aunque la 4ª se trasladó de Jódar al Carmolí
(provincia de Murcia) el 14 de dicho mes.
Desde
su nueva base la 4ª escuadrilla efectuó largos servicios de cooperación con la
Marina de Guerra, de más de dos horas de duración sobre el mar. Las
tripulaciones expresaron al jefe de escuadrilla su deseo de volver al frente,
por boca de Jenaro Camacho (2º Jefe en esta época), pues estaban cansados de
tanta agua.
Hernández
Chacón argumentó que a él le gustaba el servicio, a lo que Camacho contestó:
“Claro, como tú sabes nadar”.
Tras
el corte en dos de la Zona gubernamental el 14 de abril, contra toda previsión,
el Ejército nacional desistió de su penetración por Cataluña y prosiguió su
avance hacia el Sur, a través de las ásperas tierras del Maestrazgo.
Dos de las escuadrillas de “Natasha” acudieron en auxilio de las tropas defensoras de este territorio, la 1ª y la 3ª, estableciendo su base de operaciones el 23 de abril en el aeródromo de Sinarcas (provincia de Valencia), situado cerca de los confines de Cuenca, junto al actual pantano (del Generalísimo).
Dichas
unidades no perdieron ningún avión en abril ni mayo, a pesar de que no se dejó
de luchar en estos meses. Sin embargo, la 4ª Escuadrilla, la más alejada de
este frente activo, sufrió la baja de un “Natacha” por parada de motor, hecho
que se produjo el 26 de abril en Puerto Motril, en una misión de apoyo al
frente de Granada.
Esta
4ª Escuadrilla se incorporó después al frente de Levante, exactamente el 9 de
mayo. Desplegó en el aeródromo de Requena, próximo al de Sinarcas y colindante
con la carretera Madrid-Valencia y el ferrocarril Cuenca-Utiel-Valencia.
La
2ª Escuadrilla se situó en La Garriga a finales de abril y destacó en las
primeras semanas de mayo algunos aviones a El Prat de Llobregat en misión de vigilancia
de costas, entre ellos el pilotado por el Teniente José Gómez Gómez.
A
finales de mayo se reactiva el frente catalán con motivo de un importante contraataque
gubernamental contra las cabezas de puente nacionales de Sort, Tremp y
Balaguer. La 2ª Escuadrilla del Grupo 30 participa activamente en la lucha y
pierde dos aviones, uno de ellos abatido el 24 de mayo por la artillería antiaérea
en La Rápita y el otro derribado el 1 de junio en Sort cuando cumplía una
misión de reconocimiento fotográfico. Perecieron el bombardero del primer avión
caído y el fotógrafo que volaba en el segundo; es posible que también muriera a
consecuencia de este derribo el piloto Ramón Repiso González, que fue ascendido
a Teniente, a título póstumo, con antigüedad de 2-6-38.
El
último día de mayo ascendieron a Capitanes observadores[1] los Tenientes Ricardo Domingo Bochaca (quien pasó destinado a la 3ª
Escuadrilla), Antonio Sirvent Carrillo y Manuel Ocaña Fariñas (quienes
permanecieron en las escuadrillas 1ª y 3ª).
Bielsa
y Castellón
En
la primera quincena de junio el Ejército nacional se aprestó a terminar con la
resistencia de la 43 División gubernamental (Beltrán), cercada en la bolsa de
Bielsa, sin más salida que la frontera francesa. El grandioso escenario que
enmarcó la lucha en este sector estaba jalonado por imponentes picachos
pirenaicos cubiertos de nieve.
La
2ª Escuadrilla del Grupo 30 se desplazó de La Garriga al aeródromo de Llavorsí,
en la cuenca alta del río Noguera-Pallaresa, aguas arriba de Sort, y desde allí
acudió a operar a los angostos valles de montaña del sector de Bielsa, situados
a una gran altitud sobre el nivel del mar.
Simultáneamente,
las tropas nacionales seguían su ofensiva por el Maestrazgo. Entre los cuerpos
de ejército de Castilla (Varela) y Galicia (Aranda) se situó el Destacamento de
Enlace (García Valiño), que después de ocupar Mosqueruela varió su eje de
marcha en casi noventa grados, cambiando su dirección NE-SO inicial por otra
NO-SE que le dirigía hacia Castellón, donde debía enlazar con las tropas de
Aranda que avanzaban por la costa.
Las fuerzas defensoras estaban integradas en los cuerpos de ejército XIX (Vidal), XX (Durán), XXI (Güemes) y XXII (Ibarrola), todos ellos subordinados al Ejército de Levante (Leopoldo Menéndez). Pronto se les unirían los de nueva creación XVI (Vallejo), y XVII (García Vallejo), que llenaron el hueco de las dos grandes unidades asturianas perdidas en el Norte.
La 4ª Escuadrilla que, como sabemos, estaba en Requena desde el 9 de mayo, participó activamente en esta fase de la batalla de Levante y perdió un avión el 14 de junio en Lucena del Cid, alcanzado por la antiaérea.
Este
mismo día cayó Castellón en manos de las tropas nacionales y a continuación
fueron disminuyendo los combates en este extremo del gran arco que marcaba la
línea del frente entre Castellón y Teruel. Se intensificaron, por el contrario,
en la otra punta del arco, por donde reanudó el avance el Cuerpo de Ejército de
Castilla.
La
controvertida misión del 25 de junio de 1938
Entre
los días 18 y 19 de junio, el Cuerpo de Ejército de Castilla rompió la segunda
línea fortificada al Sur de Teruel por el vértice de Creventada y al Sureste de
Puebla de Valverde, dominando la carretera Teruel-Sagunto, pero su avance fue
contenido el 20 y el 21.
Del
22 al 24 el Cuerpo de ejército de Castilla reanuda su avance, ocupa el vértice
Creventada y alcanza el río Mijares por el Norte de Sarrión.
El
25 de junio el Ejército de Levante ordenó un contraataque General por este
sector guarnecido a finales de ese mes por el XVI Cuerpo de Ejército de nueva
creación y el XIII C.E., que debía ser apoyado por la aviación con el bombardeo
del terreno al sur de la 2ª línea fortificada, de unos diez kilómetros de longitud
en la parte más profunda.
El
mismo día 25, el General Varela había dispuesto que “hasta nueva orden” las
divisiones de su Cuerpo de ejército quedasen en situación defensiva “no momentánea”.
Ricardo
Domingo, nombrado jefe de Estado Mayor de la 3ª Escuadrilla poco después de su
ascenso a Capitán, fue convocado a la Jefatura del Grupo 30 a mediados de junio
con algunos días de antelación a la realización del servicio. Por razón de su
cargo, además de programar y dirigir la navegación durante las misiones de
vuelo, tenía que atender a la planificación de los servicios encomendados a su
unidad, ya fueran estos de bombardeo o reconocimiento, visual o fotográfico.
En la exposición que se hizo en la Jefatura del Grupo del Grupo se admitió que los “Natasha” no eran los aviones más adecuados para el servicio previsto, que abarcaba un objetivo muy amplio en un sector con numerosas antiaéreas concentradas, pero se añadió que, desgraciadamente, no se vislumbraba alternativa alguna. Partiendo de esta perspectiva y para tratar de evitar sacrificios estériles se dejó a criterio de la propia escuadrilla ejecutante el cubrir o no la totalidad del objetivo, según aconsejaran las circunstancias.
El Capitán Domingo instruyó a los observadores y bombarderos para el lanzamiento bomba a bomba, con una secuencia determinada, para poder batir toda la profundidad del objetivo. Se previó, para caso de juzgarse necesario, que, tras una señal convenida, se descargaran todas las bombas en salva. Los pilotos debían estar muy atentos para no quedarse atrás en el viraje brusco y en picado que seguiría a la suelta de bombas, maniobra usual con este tipo de avión, que permitía un retorno seguro hacia la base, en vuelo casi rasante.
"A
finales de mayo de 1938 se reactiva el frente catalán por el importante
contraataque gubernamental contra las cabezas de puente nacionales de Sort, Tremp
y Balaguer. La 2ª Escuadrilla del G 30 pierde dos aviones"
La acción se realizó el 25 de junio y Domingo asegura que desde antes de alcanzar el frente ya empezó la antiaérea a disparar y, a medida que la formación se acercaba al objetivo, el fuego se iba intensificando. Al llegar los “Natasha” a Punta Creventada comenzaron el bombardeo enfilando a Puebla de Valverde. Apenas había apretado Domingo el botón de disparo dos veces cuando la cortina antiaérea que presenciaba por delante llegó a ser imponente[2]. Hizo la señal convenida para lanzar todas las bombas y Cervera, el jefe de la escuadrilla, comenzó inmediatamente a virar hacia sus líneas. A pesar de la rapidez de la maniobra un “Natacha” fue derribado en el viraje y cayó completamente incendiado; poco después cayó otro, del que se salvaron los dos tripulantes en paracaídas, uno de los cuales era el bombardero Nieto.
Como
contrapunto a este relato vamos a dar la versión de García Morato. Éste, que
era jefe de Operaciones de la Brigada Aérea Hispana, salió dicho día en misión de
reconocimiento del frente con un Fiat solitario y tuvo la oportunidad de
sorprender a la 3ª Escuadrilla del Grupo 30, precisamente en el momento en que
llegaba al punto de bombardeo.
Morato
volaba a menor altura, lo que hubiera supuesto una desventaja táctica de haber
tenido que enfrentarse a la caza enemiga, pero que resultó beneficiosa para el
ataque a los “Natasha”, que tenían una zona muerta por debajo y detrás. Se
lanzó por sorpresa contra los bombarderos, que volaban más bajos que los cazas,
y ni unos ni otros se apercibieron de lo que ocurría, ya que la antiaérea
actuaba simultáneamente. En su única pasada vio caer dos “Natasha” en el viraje
de retorno (el resto huía, escribió Morato) y a continuación se alejó, antes de
que reaccionaran los cazas.
El
parte nacional se apuntó el derribo de cuatro “Natasha”, achacando el abatimiento
de dos de ellos a la Caza y el de los otros dos a la DCA; en realidad solo
fueron dos los aviones caídos, que pudieron ser alcanzados por los disparos del
Fiat y/o de tierra.
Ofensiva
contra Valencia
A
primeros de julio, cuando el Ejército del Norte (General Dávila) pugnaba por
avanzar hacia Valencia, las tres escuadrillas de la Zona Centro-Sur colaboraron
en la defensa, bajo las órdenes supremas del General Miaja, jefe del Grupo de
Ejércitos de tal Zona.
Miaja,
como en los lejanos días de la lucha por Madrid, consiguió acumular en la defensa
de Valencia más medios terrestres que los empleados por los atacantes, tanto en
personal como en material.
Pero
en lo que se refiere, a disponibilidades aéreas estaba en franca inferioridad,
pues las escuadrillas de cazas monoplanos se hallaban muy mermadas tras los
continuos avatares bélicos del año; aún no habían cruzado la frontera el casi
centenar de Polikarpov I-16 tipo 10, de cuatro ametralladoras, que reforzarían
a la Escuadra de Caza en los días de la batalla del Ebro. Esto sería
parcialmente compensado por las abundantes entregas de cazas biplanos de la
factoría de Reus-Sabadell, del orden de uno diario.
En
lo que al Grupo 30 se refiere, cada escuadrilla solía tener en vuelo por esta época
unos diez aviones. Ya no conseguían completar los 12 de plantilla, pero no se
puede decir que estuvieran escasas de material. Como refuerzo y complemento de
los “Natasha” la Aviación republicana disponía del nuevo grupo “Grumman”, que
contaba con mejores aviones, pero carecía del largo historial del Grupo 30.
El
frente de combate formaba un largo arco desde la Sierra de Espadán, cerca de la
costa, hasta las inmediaciones de Teruel. Los “Natasha” operaron principalmente
sobre la carretera Teruel-Sagunto, eje principal del ataque, y especialmente en
los sectores de Barracas, Sarrión y Segorbe, en los que se materializaron
importantes obras defensivas que propiciaron terribles luchas.
Las
escuadrillas 3ª y 4ª del Grupo 30 estuvieron basadas en el aeródromo de Casas
Ibáñez, (provincia de Albacete) desde el 17 de junio. La 1ª se trasladó de
Sinarcas a Casas de Ves el 24 del mismo mes.
La
ofensiva contra Valencia finalizó definitivamente cuando el Grupo de Ejércitos
de Cataluña (General Hernández Saravia) cruzó el Ebro el 25 de julio, en
dirección a Gandesa. El centro de gravedad de los combates terrestres y aéreos
se trasladó a este sector hasta mediados de noviembre.
La
batalla del Ebro
Con
los nuevos “Súper-Moscas” entrados por los Pirineos, casi un centenar, se
reconstituyeron las seis escuadrillas del Grupo 21 de caza y aun quedaron tres
aviones de reserva para cada escuadrilla. Los “Moscas” veteranos pasaron en su
mayor parte a revisión y reparación, pero con algunos de ellos se formó la 7ª
Escuadrilla de dicho Grupo.
Este
gran refuerzo de la caza republicana influyó poco en la actuación de los “Natasha”
en el verano de 1938, ya que estos aparatos operaron principalmente por el sur
de España y los nuevos cazas se concentraron principalmente en el Ebro, donde
fueron desgastándose a lo largo de los continuos combates del verano y otoño.
En esta época solo la 2ª escuadrilla del grupo 30 operó en Cataluña, siendo su
base habitual el aeródromo de La Garriga, aunque para la batalla del Ebro bajó
a Reus y desde allí bombardeó Fayón, Flix y otros muchos objetivos.
Seis
Sargentos pilotos de dicha unidad ascendieron a Teniente el 18 de agosto (D.O. N°
206 del Ministerio de Defensa).
Eran
los siguientes:
–
Francisco Palma
–
Héctor de Diego Ortega
–
José García Migallón
–
Manuel Gisbert Talens
–
Mamés Guillén Sánchez
–
Antonio Nicolás Ros
En
el mismo Diario Oficial ascendían los Sargentos pilotos de la 3ª Escuadrilla Luis
Seguí Pérez y Antonio Torroella Valldeperas, el de la 4ª José Mora Ruiz y los Sargentos
indicados en el cuadro N° 1, que quizá pertenecieran al grupo 30:
Operaciones
en el rio Zújar
Entre
el 20 y el 25 de julio el Ejercito Nacional había ocupado en Extremadura el
valle de la Serena, mediante una acción combinada de las divisiones 11, 19 y 74
del Ejército del Centro (Saliquet) y las 21, 24, 102, 112 y 122 del Ejército
del Sur (Queipo de Llano).
La
iniciación de la batalla del Ebro dio un respiro al Ejército de Extremadura (Burillo),
que en estos días constaba de los Cuerpos de Ejercito VII (Rubert) y VIII (Márquez),
de tres divisiones cada uno: las 29, 36 y 37 en el primero y las 38, 63 y 67 en
el segundo.
El 1 de agosto se hace cargo el Coronel Adolfo Prada (veterano de Madrid y del Norte) del mando del Ejército de Extremadura, que reestructura el día 12 en tres Cuerpos de Ejército: el VI, a las órdenes de Gallego (Divisiones 29 y 36), el VII, mandado algún tiempo más por Márquez y enseguida por Martín Calvo (Divisiones 37, 41 y 51) y el VIII, cuya jefatura asumió Castillo hasta que Joaquín Pérez Salas volvió a mandarlo (Divisiones 38, 63 y 68).
Los
combates se habían reanudado el 9 de agosto y el avance nacional alcanzó Cabeza
de Buey el 12 y Zarzacapilla el 15, pero no consiguió ocupar todo el recodo del
río Zújar. El Ejército de Extremadura, viendo que el frente se aproximaba a
Almaden, sede de su Cuartel General y de las famosas minas de mercurio,
contraatacó con dureza.
El
apoyo aéreo al Ejército de Extremadura lo ejercía la 5ª Región Aérea, de la que
era jefe el piloto de la Aeronáutica Naval Enrique Pereira Basanta, veterano de
hidros y Katiuska, quien en esos días exhibía el grado de Mayor de Aviación.
En
su Región actuaban las escuadrillas 1ª y 4ª del grupo 30 basadas inicialmente
en el aeródromo de Almodóvar y las escuadrillas 2ª y 4ª del Grupo 26 de Caza,
dotadas de “Chatos”. A estas unidades se enfrentaron desde el 18 al 28 de julio
los dos grupos Fiat españoles (Gª Morato y Salas), luego una escuadrilla Fiat
del grupo 2G3 (Salas), la de Miguel Guerrero, y a partir del 12 de agosto con
esta unidad y otra escuadrilla Fiat independiente y de nueva creación, mandada
por Pazó.
Los
Natasha fueron atacados por la Escuadrilla Guerrero el 28 de julio y el 9 de
agosto, que declaró haber derribado uno en el primer encuentro del segundo día
citado.
Para
participar en la contraofensiva del Coronel Prado se trasladó al frente extremeño
la 1ª Escuadrilla del Grupo 21, ya equipada con “Súper-Moscas” de cuatro
ametralladoras, en refuerzo de las dos escuadrillas de cazas biplanos del
sector.
El
19 de agosto la 4ª Escuadrilla de “Natasha” despegó de Almodóvar con nueve
aviones para efectuar un servicio de guerra y, a la vuelta, aterrizó en
Saceruela, donde se situó también la 1ª Escuadrilla del grupo 30, para dejar
Almodóvar a los Súper Moscas. La composición de la 4ª Escuadrilla el día del traslado
figura en el cuadro N° 2.
El
avión N° 2310 no lanzó las bombas sobre el objetivo, haciéndolo al regreso en
la Sierra, a 4 Km de Viñuela; el N° 2324 sufrió averías en la toma de tierra.
Sobre el frente vieron 12 cazas Fiat, que volaban a unos 1.600 metros de
altitud.
Este
mismo día 19 de agosto Hernández Chacón ascendió a 2º Jefe del Grupo 30, y
quedó de comandante de la 4ª Escuadrilla el Teniente piloto (antiguo mecánico,
como Chacón) Jenaro Camacho González. La jefatura del grupo la ejercía José Mª
del Romero desde el 1 de julio, al que sustituyó al frente de la 1ª Escuadrilla
el Teniente José González Gómez.
El
25 de agosto volvieron a Extremadura los grupos de caza Fiat de García Morato y
Salas. Desde dicha fecha hasta el 4 de septiembre todos los días se produjo
algún combate aéreo, en el sector Zújar-Cabeza de Buey, con las excepciones del
29 de agosto y 3 de septiembre. El más memorable fue el del 2 de septiembre,
jornada en la que Ángel Salas, que encabezaba una formación de 18 biplanos
Fiat, derribó los 3 “Katiuska” pilotados por Blas, Monzonis y Pavía y el “Súper-Mosca”
del jefe de escuadrilla José Redondo Martín.
Otros
ocho “Natasha” que bombardeaban el mismo sector que los nueve “Katiuska”
atacados, salieron indemnes del trance.
Acabados
los enfrentamientos aéreos, las escuadrillas 1ª y 4ª de “Natacha” se
desplazaron a Valdepeñas, en donde también residía la Jefatura del Grupo 30.
"La ofensiva contra Valencia finalizó cuando el Grupo de Ejércitos de Cataluña cruzó el Ebro el 25 de julio, en dirección a Gandesa. El centro de gravedad de los combates se trasladó a este sector hasta mediados de noviembre"
Las
Escuadrillas 4ª de “Chatos” y 1ª de “Súper-Moscas” subieron a Cataluña y la 2ª
de Chatos siguió en el Sur. La 3ª Escuadrilla del grupo 30 había permanecido en
Úbeda, afecta al Ejército de Andalucía. El 26 de julio tenía la composición que
figura en el cuadro N° 3.
Alfredo
Corbera dejó el mando de la 3ª Escuadrilla al Teniente Víctor Andrés Valdemoro,
antes de partir, el 22 de agosto, de Úbeda a Santa Cruz de Mudela Quedaron como
jefes de patrulla los también Tenientes Bartolomé Munuera, Salvador Rivas y
Luis Seguí (ascendido, como sabemos, el 18 de agosto).
A
finales de agosto las tres escuadrillas del Sur estaban mandadas por Tenientes titulados
de pilotos durante la guerra, dos de ellos en mayo de 1937; el otro, algo más
antiguo, procedía del Cuerpo de Mecánicos de Aviación Militar. En la de
Cataluña, la 2ª, el también Teniente en campaña Eustaquio Gutiérrez sustituyó
al Capitán Sánchez Calvo cuando este pasó a los Grumman.
La
3ª Escuadrilla de Natasha permaneció en Santa Cruz de Mudela hasta el día 16 de
septiembre, fecha en la que se trasladó a Madridejos.
Aparte
de los despliegues usados en estos meses (Valdepeñas–Santa Cruz de
Mudelas–Valdepeñas y Valdepeñas–Madridejos-Valdepeñas), estaba previsto como
alternativo el formado por Madridejos, Villafranca y Quintanar de la Orden, con
la Jefatura del Grupo en Herencia, pero hay noticias de que llegara a usarse.
Es posible que se utilizara el aeródromo de Quintanar de la Orden y alguno
avanzado, a finales de septiembre, como punto de apoyo al ataque del Ejército
de Levante por la Sierra de Javalambre.
En
el otoño de 1938 muchos de los componentes de las escuadrillas de “Natasha”
tenían a sus espaldas año y medio de lucha aérea y podían considerarse
auténticos veteranos.
Esta
situación tuvo reconocimiento oficial en octubre de dicho año, mes en el que
fueron ascendidos a Teniente siete Sargentos pilotos (por D.O. N° 272 y 284, de
los días 19 y 31) y 16 ametralladores-bombarderos y fotógrafos. Sus nombres se
indican a continuación:
–
Valentín Mas Moreda (piloto de la 3ª Escuadrilla)
–
Isidoro Nájera Montejo (piloto de la 2ª Escuadrilla)
–
Luis Villalvilla Gascueña (piloto de la 2ª Escuadrilla)
–
Manuel Ferrer Aucejo (piloto de la 1ª Escuadrilla)
–
Pablo Sacristán Paredes (piloto de la 4ª Escuadrilla)
–
Francisco Serrano Gil de Santibáñez (piloto)
–
Ricardo Martínez Chiloeches (piloto)
–
Miguel Ruiz Medina (ametrallador-bombardero de la 3ª Escuadrilla)
–
Luis Román San José (ametrallador-bombardero de la 3ª Escuadrilla)
–
José Jiménez Resino (ametrallador-bombardero de la 3ª Escuadrilla)
–
Juan Gonzálvez Gomar (ametrallador-bombardero de la 3ª Escuadrilla)
–
Alejandro Lozano Folque (fotógrafo de la 2ª Escuadrilla)
–
Carlos Rovira Siscar (ametrallador-bombardero de la 4ª Escuadrilla)
–
Santiago Carrión Palacios (ametrallador-bombardero de la 4ª Escuadrilla)
–
Juan de la Fuente Nieto (fotógrafo de la 4ª Escuadrilla)
–
Dionisio Martínez Rábago (ametrallador-bombardero de la 1ª Escuadrilla)
–
Martiniano Lumbreras Sorrega (ametrallador-bombardero de la 2ª Escuadrilla)
–
Ángel Luesma Astícola (ametrallador-bombardero de la 2ª Escuadrilla)
–
Ángel Blasco Yago
–
Pedro Ubeda Martín
–
Andrés Sánchez Sánchez
–
Manuel Bravo Téllez
–
Pedro Cabrero Portellana
"A
finales de agosto las tres escuadrillas del Sur estaban comandadas por los Tenientes
titulados de pilotos durante la guerra, dos de ellos en mayo de 1937; el otro,
procedía del Cuerpo de Mecánicos de Aviación Militar"
Poco
antes de acabar la batalla del Ebro, exactamente el 11 de noviembre (D.O. N°
295), se coronó este proceso al ser promovidos al grado de Capitán los siguientes
Tenientes:
–
Víctor Andrés Valdemoro (Jefe de la 3ª Escuadrilla)
–
Eustaquio Gutiérrez Ramírez (Jefe de la 2ª Escuadrilla)
–
Antonio Muñoz Marín (accidentado el 1-6-38 en La Garriga)
–
Jenaro Camacho González (Jefe de la 4ª Escuadrilla)
–
Luis Fernández García
–
Alfredo Cervera Pérez (antiguo Jefe de la 3ª Escuadrilla)
–
Enrique Cabello Jiménez (trasladado al grupo 26 de Chatos)
–
José González Gómez (Jefe de la 1ª Escuadrilla)
–
Diego Sánchez López (Jefe de Escuadrilla de Grumman)
Coincidiendo
con la finalización de la batalla del Ebro, el Capitán José Mª del Romero
ascendió a Mayor (D.O. N° 301, del 17 de noviembre) y continuó al frente del
Grupo 30. Con anterioridad había sido promovido a dicho empleo Juan de Vargas
(D.O. N° 252, del 29-9-38) y poco después lo sería José Sánchez Calvo (D.O. N°
326, del 12-12-38), antiguos jefes respectivos de la 1ª y 2ª Escuadrilla.
La
ofensiva de Pozoblanco
A
finales de 1938 el Estado Mayor Central del Ejército Popular preparó una
ofensiva por Extremadura y Andalucía que debería ganar el tiempo necesario para
reorganizar las fuerzas que habían participado en la batalla del Ebro y reforzar
el Grupo de Ejércitos de Cataluña.
Según Vicente Rojo, a mediados de diciembre de dicho año ya estaba preparada la ofensiva, cuya acción principal correspondía al Ejército de Extremadura, con línea de avance Pozoblanco-Peñarroya. Como apoyo a esta misión principal se habían pensado dos maniobras de diversión, una a cargo del Ejército de Andalucía con la colaboración de una brigada reforzada de desembarco, que actuaría sobre Motril, y la segunda encomendada al Ejército del Centro, cuyo fin era el corte de las comunicaciones entre los frentes de Madrid y Extremadura. La maniobra se retrasó por discrepancias acerca del proyectado desembarco y por la necesidad de atender al abastecimiento de Madrid, que creó dificultades de transporte.
El Mando nacional tuvo conocimiento de los preparativos y detectó la presencia del XVII Cuerpo de Ejército en la provincia de Jaén, en una posición central que le permitía atacar indistintamente por Granada o Córdoba. La actividad inusitada de guerrilleros en Granada y Extremadura indicó la inminencia de la ofensiva. A finales de diciembre las grandes concentraciones en el sector de Pozoblanco hicieron pensar que este era el punto elegido. En vista de ello se situaron en Córdoba dos de las divisiones de reserva del Ejército nacional del Sur, quedando la tercera en las proximidades de Granada. La 11 División, reserva del Ejército del Centro, fue destacada al Sur, para que pudiera atender al frente de Extremadura.
"Los
Natasha se mostraron activos desde el 7 de enero de 1939. En esta jornada
participaron en los combates las escuadrillas 1ª y 4ª, especialmente esta
última, que efectuó dos servicios de guerra partiendo de Almansa"
Los
retrasos sucesivos en la preparación de la ofensiva del Ejército Popular permitieron
al Mando nacional adelantarse con su avance por Cataluña, que se inició el 23
de diciembre. Miaja comenzó su ofensiva el 5 de enero, cuando ya se tambaleaba
el frente catalán; participaron en su primera fase el XXII Cuerpo de Ejército
(Ibarrola), la Agrupación de divisiones Toral y la columna “F” de explotación
del éxito.
El
sector de ataque venía siendo frente de combate desde el año 1936. Por ello,
las fortificaciones eran muy fuertes y contaban con tres líneas de defensa.
El
XXII Cuerpo republicano atravesó la segunda línea el día 7 y ocupó
Fuenteovejuna, pero no logró domeñar la resistencia de tres puntos clave del
flanco oriental, defendidas por las tres divisiones de reserva del Ejército del
Sur: Mano de Hierro (de la 1ª línea), el Cerro del Médico (de la 2ª) y Sierra
Tejonera (de la 3ª). El 8 de enero el XXII Cuerpo llegó a Granja de
Torrehermosa, a 30 km de su base de partida, pero en esa jornada la defensa de
Peñarroya estaba garantizada.
En
el otro flanco del ataque la División 11 del ejército nacional se aferró a Sierra
Trapera, que no pudo ser ocupada por la Agrupación Toral. No obstante, lo
estrecho del boquete de entrada, la columna “F” penetró en la bolsa el día 7 hasta
Los Blázquez y Peraleda del Saucejo y amenazó con cortar el saliente nacional
de Cabeza de Buey. Para su defensa los Ejércitos nacionales del Centro y del
Norte tuvieron que enviar tres divisiones de refuerzo.
Los
Natasha se mostraron activos a partir del 7 de enero. En esta jornada participaron
en los combates las escuadrillas 1ª y 4ª, especialmente esta última, que
efectuó dos servicios de guerra partiendo de Almansa por una sola salida de la
1ª, basada en Almodóvar.
La 3ª Escuadrilla recuperó el 8 de enero cinco de los seis Natasha que había destacado a Cataluña una semana antes, bajo el mando del Capitán Jenaro Camacho (de la 4ª Escuadrilla); el sexto aparato se averió en el despegue muriendo el Teniente piloto Salvador Rivas González y resultando herido el Teniente observador Luis Fonollosa Martín. Otros seis aviones de la 2ª Escuadrilla, que habían salido de Cataluña rumbo a Villar del Arzobispo conducidos por su antiguo jefe, el Capitán Sánchez Calvo, se volvieron a mitad de camino.
En el anterior se ven bien las posiciones del piloto y del ametrallador-bombardero.
Este
mismo día 8 la 3ª Escuadrilla operó una vez en el sector de Pozoblanco con base
en Ciudad Real, conocida entonces por Ciudad Leal. Las escuadrillas 1ª y 4ª mostraron
los días 8 y 9 la misma actividad que el 7.
Un
fuerte temporal de lluvia que se desencadenó el 10 de enero impidió los vuelos
en las jornadas siguientes y propició la paralización de la primera parte de la
ofensiva.
El
17 y el 18 de enero, aún con mal tiempo, el Ejército de Extremadura insiste en
el ataque. El objetivo fundamental en este momento es el cerco y destrucción de
las tropas de Sierra Trapera, pues la eliminación de esta posición resulta
imprescindible para la ampliación del portillo de penetración en la bolsa y la
apertura de líneas de comunicación eficaces que dieran seguridad a las fuerzas
que se hallaban en su interior.
Se
incorporó a la lucha el XVII Cuerpo de Ejército republicano (García Vallejo),
que atacó enérgicamente desde el exterior, a un tiempo que lo hacía desde el
interior la nueva Agrupación “C”, formada con las tres divisiones iniciales que
se conservaban más frescas.
El
19 de enero mejora el tiempo, se reanudan los vuelos y salen al frente las
escuadrillas 1ª y 3ª del Grupo 30, que vuelven con un avión averiado cada una
de ellas y cuatro tripulantes heridos: el Sargento piloto Vicente Rivera y el Teniente
Luis Román de la 3ª y el Sargento piloto Jesús Cañamero Pérez y el Teniente
bombardero Dionisio Martínez Rábago de la 1ª.
En
esta época los servicios aéreos se mostraban mucho más difíciles que en las
primeras jornadas, pues la escuadrilla nacional de caza del sector, la 8ª Fiat
(Arístides García López), había sido reforzada por las 3ª y 1ª del Grupo 2-G-3
(Miguel Guerrero y Vázquez Sagastizábal). La 2ª Escuadrilla (Cuadra) y el jefe
del Grupo (Salas) permanecieron en Cataluña. Frente a las escuadrillas Fiat
formaban dos de Chatos y una de Moscas, mandadas por Castillo Monzó, Viñals y
Redondo.
El
20 y el 21 de enero no salen al frente los Natasha, por mal tiempo, pero el 21
son reforzados con los que aún quedaban en Cataluña, de la 2ª Escuadrilla, que
pasaron en vuelo a Manises (Valencia): Con ellos iba el Teniente Mulet, quien
se reincorporó a la 3ª Escuadrilla.
El
22 de enero la caza nacional informó que había llegado a divisar unos Natacha
pero que no pudo alcanzarlos. Este día voló la 3ª Escuadrilla del Grupo 30, el
23 lo hicieron la 1ª y 3ª, y el 24 las tres.
Los Fiat intentaron el 23 y el 24 impedir la actuación de la aviación adversaria, con poco éxito. El 23 perdieron a su as, Vázquez Sagastizábal y al día siguiente chocaron en el aire los aviones de Pedro Lacalle y Enrique Mendía, que se lanzaron en paracaídas sobre territorio enemigo y fueron hechos prisioneros. Las escuadrillas 1ª y 3ª de Natasha acudieron a la línea de combate los días 23 y 24, jornada ésta en la que la 4ª Escuadrilla también hizo acto de presencia.
En estos días arrecia el contraataque nacional, que el 25 de enero progresa hasta Fuenteovejuna. El 4 de febrero el Ejército de Extremadura se replegó a la línea que ocupaba un mes antes. Entre el 4 y el 8 de febrero los Natacha volvieron a mostrarse activos. El 4 efectuaron cinco servicios de guerra (dos las 3ª y 4ª escuadrillas, y uno la 1ª) y el cinco salieron cuatro veces al frente (dos la 1ª y una las 3ª y 4ª). La 4ª Escuadrilla sobrevoló de nuevo el frente de Pozoblanco las jornadas del 6 y el 8, acompañada el primer día por la 1ª y por la 3ª el segundo.
De
acuerdo con el peso de bombas lanzado por servicio, el número promedio de aviones
participantes en las misiones fue entre nueve y diez. Las cargas más frecuentes
por avión parecen ser las de 8 bombas de 42,5 kg (340 kg en total), o 6 bombas
de 50 kg (300 kg en total).
Como
vemos, las escuadrillas estaban bastante completas de material en esta época,
pues podían poner en vuelo al menos tres patrullas de a tres aviones, lo que no
estuvo al alcance de las escuadrillas 20, 30 y 50 en la batalla de Belchite.
Claro que en agosto de 1937 eran seis las escuadrillas de Natacha, que se
redujeron a cuatro al mes siguiente, sin nueva disminución posterior. Esto
confirma que las bajas definitivas de aparatos del Grupo 30 no abundaron en
1938 y que el desastroso resultado de la acción del 24 de diciembre de este año
en Cataluña (narrada en el número 3 de Aeroplano) fue una excepción y no la
regla.
Traslado
a retaguardia de las escuadrillas 3/30 y 4/30
Después
de acabada la batalla de Pozoblanco las escuadrillas 1ª, 3ª y 4ª del Grupo 30
abandonaron sus campos avanzados de Almodóvar, Ciudad Real W, Valdepeñas y
Santa Cruz de Mudela. Las 3ª y 4ª pasaron a retaguardia, a la provincia de
Albacete, trasladándose la 3ª al aeródromo de Barrax el 28 de febrero y
situándose la 4ª en Almansa; la 1ª permaneció en primera línea, en el nuevo
aeródromo de Granátula, situado al Sur de Almagro.
El
día antes de que la 3/30 llegara a tierras albaceteñas se había celebrado en el
aeródromo de Los Llanos la famosa reunión de mandos militares convocada por
Negrín, en la que el Almirante Buiza amenazó con abandonar las aguas nacionales
al frente de la Flota si en un plazo de cuatro días no se iniciaban
negociaciones de paz. Ese mismo día los gobiernos de Londres y Paris reconocían
al de Burgos como único legítimo de España y el Presidente Azaña dimitía de su
puesto de jefe del Estado.
"Los
días 23 y 24 de enero de 1939 los Fiat intentaron impedir la actuación de la
aviación adversaria con poco éxito. El 23 perdieron a Vázquez Sagastizábal y el
24 chocaron en el aire los aviones de Lacalle y Mendía"
La actuación global del Grupo 30 en la batalla de Pozoblanco queda resumida en el siguiente cuadro:
Ante
estos hechos, parecería normal que Negrín hubiera puesto su cargo de jefe del
Gobierno a disposición del presidente interino de la República, Diego Martínez
Barrios, quien accedió a esta dignidad por ocupar la presidencia de las Cortes.
El
2 de marzo, ante una nueva convocatoria de Negrín, acude a Elda Segismundo
Casado, Jefe del Ejército del Centro, pero ambos personajes no llegan a un
acuerdo. Los Diarios Oficiales del Ministerio de Defensa de los días 3 y 4
publican los nombramientos de tres comunistas para ocupar las comandancias
militares de Cartagena, Alicante y Murcia: Francisco Galán, Etelvino Vega y
Joaquín Rodríguez respectivamente.
Negrín
recibió a Galán el 4 de marzo y le ordenó, que, sin pérdida de tiempo, se
dirigiera a Cartagena, adonde llegaría una brigada mixta a las 9 de la noche.
Artemio Precioso, el jefe nombrado para tomar el mando de esta brigada, no pudo
enlazar con sus batallones, pues fue interceptado por una patrulla sublevada, y
decidió dirigirse al aeródromo de Los Alcázares. A pesar de este contratiempo,
Galán recibió el mando de la plaza de manos del General Bernal, a las 21.30,
sin dificultad alguna.
Sublevación
en la base conjunta de Cartagena
Hora y media después de esta entrega del mando de la Base de Cartagena a Galán se sublevaron el jefe del Estado Mayor de la Base Naval, Teniente de Navío Fernando Oliva, y el Comandante Principal de Artillería y jefe del Regimiento de Defensa de Costas, Coronel Armentia. Esta noticia la conoció Galán inmediatamente a través del Mayor de Aviación Adonis Rodríguez Fernández, quien prestaba servicio en el Cuerpo de Seguridad.
Oliva
se apoderó de la Comandancia de la Base y apresó a Galán y a sus leales. Le
siguieron todas las fuerzas terrestres y navales, excepto el 7º Batallón de
retaguardia, cuyo jefe estaba entre los detenidos.
El
Almirante Buiza conmina a Oliva para que se ponga en libertad a Galán. Se llega
al acuerdo de que dicho jefe sea repuesto en su mando, dimita y entregue el
mando a una persona que reúna la confianza general. Se piensa en Antonio Ruiz,
recién nombrado subsecretario de Marina, pero que aún no se había posesionado
de su cargo y permanecía en Cartagena.
El
Mayor Adonis Rodríguez abandonó Cartagena en busca de auxilio y se encaminó al
aeródromo de Los Alcázares, que consultó con la 2ª Región Aérea (Murcia) la
actitud que debía tomar. El Mayor Moreno Miró, jefe de dicha Región y antiguo
jefe del Grupo 20, ordenó formar una columna a las órdenes del Capitán
González, del cuadro eventual de observadores, que se puso rápidamente en
marcha.
Esta columna de Aviación se apoderó del cuartel del Regimiento Naval y organizó patrullas que hostigaron a los sublevados. Una fracción de éstos que había liberado a los presos nacionales pidió auxilio por radio a Burgos, auxilio que les fue prometido y se materializó a las diez de la mañana del 5 de marzo con el bombardeo del puerto de Cartagena por cinco Savoia 79, que alcanzaron de lleno al destructor Sánchez Barcáiztegui.
"Hora
y media después de la entrega de mando de la Base de Cartagena a Galán se
sublevaron el jefe del Estado Mayor de la Base Naval, Teniente de Navío
Fernando Oliva y el Comandante Principal de Artillería, Coronel Armentia"
Antonio
Ruiz fue confirmado por Negrín como nuevo jefe de la Base conjunta y tomó
posesión a las once de la mañana, pero poco después embarcó en el crucero
Miguel de Cervantes y se hizo a la mar con el grueso de la Flota, capitaneada
por el Almirante Buiza.
Se debió este cambio de actitud al proceder del segundo de Armentia, Teniente Coronel Arturo Espá Ruiz, quien había desbordado a su superior y entregado el mando al General honorario de Infantería de Marina Rafael Barrionuevo, retirado al advenir la República y claramente pro nacional. Espá amenazó con cañonear a la Flota si no abandonaba el puerto y así lo hizo.
Reacción
en Cartagena
En estos momentos los sublevados parecían los amos absolutos de Cartagena, pero las fuerzas leales al Gobierno empezaban a reorganizarse. Artemio Precioso tomó contacto con la 206a Brigada Mixta y a la columna de aviación se incorporó el Mayor piloto Aurelio Villamar, enviado en misión informativa por el Teniente Coronel Luis Alonso Vega, Jefe de Estado Mayor de Fuerzas Aéreas y antiguo jefe del Grupo 30.
Villamar tenía orden de telefonear a algunas de las personas embarcadas en la Flota, orden que no pudo cumplir. En su relato dice que, en vista de ello, se comunicó con un Teniente Coronel cuyo nombre no indica, pero que no puede ser otro que el mismo Espá. Por la tarde pactó con en General Barrionuevo y se dio una caminata de dos horas hasta San Antón para consultar las condiciones con el Teniente Coronel Rodríguez, nombrado jefe de las fuerzas que operaban en Cartagena tras la defección de Antonio Ruiz.
Negrín
podía pensar en estos momentos que los sucesos de Cartagena eran locales y sin
repercusión en el resto de España. Pero el 5 de marzo por la tarde Casado
encabezó un golpe de estado en Madrid, que tuvo éxito, aunque necesitó varios
días de lucha en la capital para derrotar a las unidades comunistas que se le
oponían.
A
media noche Villamar tomó contactó con Oliva, quien se negó a aceptar las
condiciones pactadas.
Formación
del Consejo Nacional de Defensa
Casi
simultáneamente radio Madrid lanzaba al éter las voces de Casado, Besteiro y
Mera con el anuncio de la constitución del Consejo Nacional de Defensa.
Ante
esta nueva situación Buiza ordenó a las 5.54 del día 6 el regreso de la Flota a
Cartagena, para ponerse a las órdenes del Consejo, pero poco después vuelve a
cambiar de opinión y continúa rumbo a Orán y Bizerta. Para estas horas ya
habían partido de Málaga y Castellón cuatro mercantes repletos de tropas nacionales
y tres minadores de escolta; después, a lo largo de todo el día 6, lo harían
otros nueve mercantes. El crucero Canarias y los destructores disponibles
recibieron orden de dirigirse a toda máquina hacia Cartagena, pero los buques
de la escuadra del Almirante Moreu llegaron ante la Base naval cuando la
situación en ella había cambiado radicalmente.
Los
establecimientos militares de las afueras de la ciudad habían sido ocupados por
la 206a Brigada Mixta, reforzada por una agrupación de carros y blindados, y
entre ellos se encontraba la estación de radio de la Flota, medio de enlace de
los sublevados con la zona nacional. Prosiguiendo su avance, dicha Brigada se
había adentrado en el casco urbano hasta el cuartel de Intendencia.
Se
inicia la lucha aeronaval
Para
complicar las cosas a los sublevados republicanos en la mañana del 6,
aparecieron por vez primera los aviones republicanos del sector, de las escuadrillas
2ª del Grupo 26 de Chatos y la 4ª del Grupo 71 de Defensa de Costas (mixta de
I-15 y Grumman), que reforzaron a los efectivos terrestres de la aviación
presentes en la lucha por Cartagena desde el primer momento. Entre los más
destacados aviadores implicados en los sucesos se contaban dos antiguos jefes
de grupo de Natasha.
Las
escuadrillas del sector atacaron por tres veces a las aeronaves nacionales que
protegían a sus fuerzas y derribaron dos hidroaviones, un He 59 y un Cant.Z-501
que lograron ponerse en vuelo de nuevo y volver a Baleares; la AA abatió otro
He 59 que hubo de ser echado a pique tras el salvamento de su tripulación.
Los
buques nacionales habían sido cañoneados a las 9 de la mañana por la batería de
La Pajarola, que había tomado partido en contra del Teniente Coronel Espá,
aunque otras baterías leales a éste la redujeron al silencio.
Los
primeros transportes de tropas empezaron a aproximarse a las aguas cartageneras
cerca del mediodía y allí quedaron a la expectativa dada la imposibilidad de
proseguir hacia el puerto.
La Jefatura de Fuerzas Aéreas ordenó a las tres escuadrillas de Natasha operar por Cartagena. Poco después, pasadas las cuatro y media de la tarde, llegaron a San Pedro del Pinatar las escuadrillas 1ª y 3ª del Grupo 30, las más cercanas a la provincia de Murcia y la 4/30 finalizaría una hora después su viaje de traslado de Granátula (Ciudad Real) a El Carmolí (Murcia). Antes de aterrizar bombardeó a la Flota enemiga y estuvo a punto de alcanzar al bote del Almirante Jefe del Bloqueo que transportaba a éste al Vulcano para conferenciar con los mandos terrestres.
En
estos momentos se mantenían sublevados en Cartagena tres focos aislados entre sí,
el Arsenal, el Parque de Artillería y la Comandancia de la Base. La 206a
Brigada se apoderó al caer la tarde de las baterías de costa de Galeras y Cerro
Gordo, que encontró intactas.
Los
barcos nacionales, que ya formaban en convoy ante Cartagena a las 20:00 horas,
no se decidieron a penetrar en el puerto y, tras la conferencia de jefes,
acordaron intentar al día siguiente el desembarco en la bahía de Portman.
El
día 7 de madrugada los atacantes toman al asalto el Parque de Artillería y poco
después controlan la totalidad de las baterías de costa, lo que hace imposible el
desembarco proyectado. Los transportes de tropas reciben orden de retirada, pero
el Castillo de Olite, que carecía de radio y llegaba tarde al lugar del
encuentro por ser más lento, no se enteró de la contraorden y enfiló hacia
Cartagena.
Los
aviones fueron convocados de nuevo para el acoso al citado mercante.
Los
Grumman y Chatos recibieron la consigna de atacar al transporte de tropas, al
que bombardearon tres veces entre las 9:30 horas y las 12, pero el mercante
prosiguió imperturbable su marcha y fue alcanzado a las 13:55 horas por la
única pieza útil de la batería de la Pajarola. Se hundió en pocos minutos con
los dos batallones de Infantería que llevaba a bordo; se salvaron 900 hombres y
varios centenares desaparecieron con el buque.
Un
segundo transporte retrasado, el Castillo de Peñafiel, fue atacado a las dos y
veinte de la tarde y una hora después por las escuadrillas 4/71 y 2/26, que
perdieron en estas acciones al Sargento Fontbona y al Teniente Brufau.
Más
tarde fue atacado por las 1ª y 3ª escuadrillas del Grupo 30 primero y por la 4/30
después; en este último servicio cayó el Natacha tripulado por el Teniente Ayuso
y el Sargento Bolos, alcanzado por fuego antiaéreo, último que cayó en acción
de guerra. Por último, fue bombardeado el mercante por 6 Katiuska, pero pudo
escapar a Ibiza con pocas bajas.
El
último reducto de la Base, la Comandancia, en donde se mantenía Fernando Oliva,
el antiguo comandante de la Flotilla de destructores que hundió al crucero
Baleares, capituló a medio día.
Últimos
días de guerra
El
éxito de la 206a Brigada del comunista Artemio Precioso, se produjo cuando ya hacía
varias horas que habían abandonado España los dirigentes de dicho partido y un día
después de que Negrín y su gobierno escaparan en avión desde el aeródromo
levantino de Monóvar. En Madrid sin embargo la suerte se mostraba propicia a
los comunistas en la tarde del 7 de marzo y la situación de las tropas del Coronel
Casado llegó a ser angustiosa. El 8 se volverían las tornas gracias a la
columna de Liberino González (segundo de Mera), que fue apoyada por las fuerzas
aéreas controladas por los Coroneles Camacho y Cascón desde la huida de Hidalgo
de Cisneros.
Derrotados los comunistas en Madrid, el Consejo de Defensa ejercía el 12 de marzo su autoridad sobre todo el territorio que quedaba leal a la Republica. Ese mismo día celebraba una reunión en la que se decidió iniciar negociaciones con el enemigo y nombrar representantes del Consejo para dicho fin a los Coroneles Casado y Matallana.
Los
contactos de Casado con los nacionales se iniciaron inmediatamente, aunque en
Burgos no cayeron bien unas declaraciones suyas del día 14. Con esta fecha el Consejo
de Defensa Nacional firmó un decreto nombrando al Coronel Antonio Camacho jefe
del Servicio de Aviación, y al también Coronel Manuel Cascón Jefe de Fuerzas
Aéreas, aunque estos nombramientos no se publicaron hasta el 26 de marzo, en el
Diario Oficial N° 7 de la Consejería de Defensa. Como hemos visto, Cascón y
Camacho habían ordenado el apoyo a la columna de Liberino González y el
bombardeo del Cuartel General del II Cuerpo de Ejército, sede del Coronel
Barceló, principal oponente de Casado.
El 18 de marzo a las 11 de la noche, Besteiro hacía públicas por radio las intenciones del Consejo de efectuar negociaciones de paz. Al día siguiente Casado recibía la aceptación de Burgos, matizada con la exigencia de que los comisionados fueran oficiales profesionales no destacados. Casado firmó el 21 unas credenciales a favor del Teniente Coronel de Estado Mayor Antonio Garijo Hernández y del Mayor de Caballería Leopoldo Ortega Nieto, con autorización para dirigirse al lugar que el Gobierno nacionalista designase. Su objetivo principal consistía en obtener del General Franco un plazo de 25 días para proceder a la expatriación de cuantos quisieran hacerlo, y precisar los perfiles exactos de las responsabilidades que podrían exigirse a quienes se quedaran. El mismo 21 de marzo Franco accedió al viaje de Garijo y Ortega a Burgos, en el supuesto de que fueran a aceptar la rendición sin condiciones. El 22 contestaba Madrid:
“Consejo
acepta la rendición sin condiciones generosidad Caudillo y acucia al Servicio
para abreviar plazos”.
A
las 11:00 del día 23 llegaron Garijo y Ortega al aeródromo de Gamonal (Burgos).
Fueron recibidos por los jefes del cuerpo Estado Mayor Luis Gonzalo Vitoria,
José Ungría Jiménez, Carmelo Medrano Ezquerra y Eduardo Rodríguez Madariaga.
Ortega, jefe de operaciones del Ejercito del Centro, era portador de dos
documentos en los que se proponía un plan escalonado de rendición en 20 – 30
días. Gonzalo mostró en contraposición otros dos documentos que exigían la
rendición incondicional, sin otras limitaciones que las que dictara la
generosidad, y la entrega inmediata de la aviación, que el día 25 debía
aterrizar en los aeródromos que se indicaban. Esto marcaría el preludio a la
rendición de las tropas terrestres, fijada para el 27 de marzo.
"La Jefatura de Fuerzas Aéreas ordenó a las tres escuadrillas de Natacha operar por Cartagena. Pasadas las cuatro y media de la tarde, del día 6 de marzo, llegaron a San Pedro del Pinatar las escuadrillas 1ª y 3ª del Grupo 30"
Garijo
alegó que los plazos eran excesivamente cortos. Se acordó que volvieran a
Madrid a recabar instrucciones precisas, sobre las que celebrar una segunda
entrevista, con la salvedad de que las fuerzas aéreas debían entregarse en la
fecha marcada.
En
una reunión del Consejo de Defensa, convocada con carácter de urgencia, Casado
mantuvo su punto de vista de entrega escalonada del territorio y se mostró en
desacuerdo con la rendición de la aviación, que podía ser necesaria para la
evacuación de personas comprometidas, aunque Matallana no consideró realista
esta actitud. Finalmente se redactó un documento en que se pedía, como única
concesión, la redacción de un papel oficial suscrito por cualquier autoridad
nacionalista.
La
segunda entrevista tuvo lugar el 25 a las 14:45 horas. Los representantes de Franco
echaron en cara a los emisarios de Casado el que no hubieran entregado la aviación,
con la agravante de que algunos aviones habían abandonado España partiendo del
aeródromo de Totana. El Coronel Gonzalo no estaba autorizado para firmar papel
alguno y consultó con el General Martín Moreno, jefe del Estado Mayor del Generalísimo,
quien le ordenó que diera por terminadas las conversaciones y que anunciara la
inmediata iniciación de la ofensiva final.
Casado
radió antes del amanecer del 26 de marzo dos mensajes solicitando alguna
garantía para las fuerzas que le sostenían y prometiendo la entrega de los
aviones.
El
Cuerpo de Ejército de Yagüe inició la ofensiva por el disputado frente de Peñarroya
el 26 de marzo y el Consejo ordenó que no se ofreciera resistencia al avance; a
las cuatro de la tarde las radios nacionales retransmitieron las “concesiones”
que Franco había anunciado a Casado. Al día siguiente la ofensiva se generalizó.
Rendición
de Madrid
El
28 de marzo el jefe del Ejército del Centro, Coronel Adolfo Prada Vaquero
(sucesor de Casado desde que éste accedió a la Consejería de Defensa), se
trasladó al cuartel General de la 16ª División nacional, en la Ciudad Universitaria,
y allí rindió sus fuerzas. Le acompañaban su jefe de Estado Mayor, Francisco
García Viñals, el Teniente Coronel de Sanidad Militar Diego Medina Garijo (no
Merijo, como escribió el entonces Coronel Eduardo Losas Camañas y se ha
repetido con frecuencia) y Francisco Urzaiz Guzmán, del Cuerpo de Inválidos.
Poco después las fuerzas nacionales penetraban en Madrid.
Medina
Garijo no era pariente del emisario de Casado, al que había conducido a Barajas
en coche, en uno de sus dos viajes a Burgos; ambos hubieran podido perder la
vida juntos de no haber fracasado un atentado que se les había preparado.
El
último servicio de guerra de la aviación republicana
La
1ª Sección del Estado Mayor de las Fuerzas Aéreas de la Zona Centro-Sur (las
únicas existentes en estos momentos) había cursado un informe el 27 de marzo en
el que se recomendaba la rendición de los aviones como prueba de buena voluntad.
Comenzaba con la frase “El Coronel Camacho asegura” y añadía luego “… la
entrega simbólica de los aviones traería aparejada un trato humano y correcto
para todo el personal de aviación y de las demás armas y que absolutamente nada
tendría que temer quien no tuviera las manos manchadas de sangre”.
Para
planear la entrega de los aviones se reunieron el día 28 en Albacete el Coronel
Camacho, los Teniente Coroneles Luis Alonso Vega (jefe del Estado Mayor de
Fuerzas Aéreas) y Leocadio Mendiola Núñez (jefe del Grupo 24 hasta el 4 de
marzo y Comandante Militar de Murcia por orden de esa fecha), el Mayor José Mª
del Romero Fernández– Franqueza (jefe del Grupo 30) y el Capitán Julián Barbero
López (jefe en funciones de la Escuadra de Caza, por ausencia del primer y
segundo jefes, Andrés García Lacalle y Manuel Aguirre López, ambos en Francia).
En
la reunión se acordó que los aviones volaran el 29 de marzo a Barajas y no a
Griñón como antes se había pensado y se dio libertad a los pilotos para entregarse
o expatriarse. Los cinco reunidos optaron por la segunda solución.
El
segundo jefe del Grupo 30, Francisco Hernández Chacón, decidió entregarse y su
actitud fue secundada por el Mayor observador, Sebastián Camacho Soriano, y los
jefes de las escuadrillas 3ª y 4ª, Víctor Andrés Valdemoro y Jenaro Camacho
González, a los que siguieron todas sus tripulaciones, 16 en total. La 2ª Escuadrilla
había desaparecido en Cataluña y la 1ª, que tenía su base en San Pedro del
Pinatar (Murcia), voló a Orán con el jefe del Grupo a su frente.
Cuando los Natasha arribaron a Barajas, procedentes de Barrax y Almansa, ya habían tomado tierra allí 14 Katiuska (encabezadas por el Capitán piloto Máximo Ricote Juanas, anterior jefe de su 4ª Escuadrilla, los Tenientes pilotos Cabré Rofes y Arquímedes Gómez Palazón, jefes de escuadrilla, y el Teniente observador Fernando Medina Martínez) y los 9 Chato de la 2ª Escuadrilla del Grupo 26, con el Capitán Francisco Viñals Guarro y el Teniente Joaquín García Calvo a su frente.
El
relato de Hernández Chacón
Hernández
Chacón me entregó en agosto de 1975 una carta con sus impresiones de los
momentos anteriores al último vuelo, cuando se estaban pintando de blanco las
banderas de los timones y las franjas del fuselaje. Algún antiguo compañero les
recordaba el riesgo que corrían de ser fusilados en Barajas y les aconsejaba que
se dirigieran a Argelia, como tantos otros hicieran.
Rechazaron
el consejo para realizar, según Hernández Chacón, el servicio más desagradable,
anodino y, acaso, peligroso de toda la guerra. No se puede negar espíritu de
abnegación a los veteranos tripulantes de estas escuadrillas, que se ofrecieron
voluntarios a esta misión, para que otros compañeros más comprometidos o más desconfiados
pudieran escapar.
El
viaje de la 3ª Escuadrilla del Grupo 30 comenzó con malos augurios. Poco después
del despegue de Barrax, al Teniente Munuera se le ocurrió efectuar un picado
violento, con objeto de dar una espectacular pasada sobre el terreno, que trajo
funestas consecuencias. El plano derecho se desprendió y el avión entró en barrena;
Munuera no pudo hacerse con el Natacha y cayó con el hasta el suelo, pereciendo
en el choque. El observador, Miguel Mulet Alomar, resultó gravemente herido y
aún arrastraba una pierna al andar cuando al final de los 70 hablé con él en
Caracas, triste resultado del accidente. Este fue el último avión del Grupo 30
que se perdió durante la guerra.
El
recibimiento en Barajas no resultó ni tan malo como temían los augures de última
hora ni lo halagüeño que presumía el Informe del Estado Mayor de Fuerzas Aéreas
que antes hemos citado.
Las
39 tripulaciones que se entregaron fueron revistadas por el Teniente Coronel Infante
D. Alfonso de Orleáns, quien se mostró amable y dispuso que se les preparase
comida y alojamiento para esa noche en Barajas y anunció que se les acomodaría
al día siguiente en Alcalá de Henares. Los hechos fueron muy otros.
Aquella
noche durmieron en el puro suelo del barracón de Barajas y el 30 de marzo
pasaron a la cárcel de Porlier (antiguo colegio de los Escolapios de dicha calle
Porlier, que había alcanzado triste celebridad por la checa allí instalada en 1936).
Meses después pasaron a depender de la jurisdicción militar aérea, cuando esta
se creó en 1940.
Fuente:
https://publicaciones.defensa.gob.es//Revista de Historia Aeronáutica N° 30.
Año 2012.