Por Emilio Herrera Alonso
Nació:
El 2 de octubre de 1880 en Bayona, Pontevedra
Murió:
El 13 de julio de 1940 en Bayona, Pontevedra
Ocupación:
Militar
Aviador
militar.
Barreiro
Álvarez, Manuel fue un militar, aviador, caballero laureado de la Real y
Militar Orden de San Fernando.
Estudió
el bachillerato en Vigo, en el internado de Santiago Apóstol, de la Compañía de
Jesús; a los dieciocho años ingresó en la Academia Militar de Ingenieros, en
Guadalajara, en la que cursó los correspondientes estudios, siendo promovido a Primer
Teniente en 1905. Sirvió su primer destino en el Regimiento Mixto de Zapadores,
en Valladolid, donde únicamente permaneció un año, ya que en 1906 pasó
voluntariamente a la Compañía de Zapadores de Mallorca, haciéndose cargo de la
red telefónica de la isla.
En
1911 ascendió a Capitán, y de nuevo fue destinado a Valladolid, donde, lo mismo
que la vez anterior, solamente sirvió un año, volviendo a Mallorca a comandar
la Compañía de Telégrafos de aquella comandancia.
Atraído
por la incipiente actividad aeronáutica, solicitó realizar el curso de piloto
de aeroplano, y en abril de 1913 fue llamado a la Escuela de Aerostación, de
Guadalajara, para realizar las ascensiones y prácticas en globo cautivo y libre,
previas a iniciar el aprendizaje en aeroplano, pasando más tarde al aeródromo
de Cuatro Vientos, donde únicamente tuvo ocasión de realizar las prácticas de
tripulante, siendo declarado apto para ingresar en la escuela tan pronto como
la capacidad de ésta lo permitiera; esta circunstancia se produjo en agosto,
incorporándose al curso de piloto de aeroplano, efectuando las prácticas y
vuelos previstos, realizando su primer viaje como piloto en un biplano Maurice
Farman MF-7, desde Alcalá de Henares hasta Cuatro Vientos. Algunos días más
tarde, el 6 de octubre, recibió el título de observador de aeroplano, y el 10,
con el número 47, el de piloto militar de 2ª categoría.
El
23 de agosto de 1913 se hizo cargo de la Alta Comisaría de España en Marruecos
el General Marina que, tratando de realizar algunas operaciones que alejaran a
los moros rebeldes de la capital del protectorado, solicitó que le fuera
asignada una unidad de aeroplanos. Elegido por el Coronel Vives, jefe de
Aeronáutica, un terreno despejado en Sania Ramel, no lejos de Tetuán, en una
llanura delimitada por los ríos Martín y Xéxera, cerca de su confluencia, se
dio a una escuadrilla la orden de marchar a Marruecos.
A
finales de aquel octubre, formando parte de la escuadrilla de aeroplanos
mandada por el Capitán Kindelán, una de las primeras que en el mundo
participaría en misiones ofensivas, marchó a Tetuán, ya Capitán, Barreiro,
dispuesto sin saberlo a escribir una de las primeras páginas gloriosas de la
aviación militar.
La
escuadrilla inició su bélica aventura el 3 de noviembre, mes de importancia
para ella, por la cantidad y la calidad de los vuelos realizados, y por ser en
él cuando se produjeron: el primer vuelo en escuadrilla sobre territorio
enemigo, el primer ataque con bombas a los rebeldes y los primeros heridos en
vuelo por fuego desde tierra. El Capitán Barreiro realizó en los primeros
dieciocho días del mes frecuentes vuelos como observador y como piloto, con un
tiempo de 11 horas y 31 minutos, siempre sobre terreno insumiso, hostilizado
por el enemigo.
El
19 de noviembre tuvo lugar el “bautismo de sangre” de la escuadrilla. Habían
despegado del aeródromo cuatro aparatos para realizar sendos reconocimientos en
otros tantos sectores; el M. Farman MF-7, N° 1, pilotado por el Teniente Ríos,
se dirigió a Laucién; el observador de este biplano era el Capitán Barreiro que
estaba considerado uno de los más minuciosos y seguros de la unidad. El aparato
se mantenía volando a poca altura sobre un terreno que, cubierto de monte bajo
y matorral, dificultaba la localización del enemigo cuya situación y fuerza
precisaba conocer el mando. Al sobrevolar la ladera occidental del monte Cónico
hubo de descender aún más el Farman por querer Barreiro identificar algo que
había visto moviéndose entre la gaba; Ríos siguió las indicaciones de su
observador, lo que aprovecharon las guardias yeblíes, situadas en cota más alta
que el biplano, para hacer varias descargas sobre él. Los certeros tiradores
del Raisuni no perdieron sus disparos, alcanzando varios de ellos al aparato, y
tres a los aviadores, que resultaron gravemente heridos.
Decididos
a que el aeroplano no cayera en terreno enemigo, ya que esto desvanecería el
gran efecto moral que su sola presencia ejercía sobre los combatientes de ambos
bandos, y a llevar al mando el resultado de su misión, ambos aviadores,
sobreponiéndose al dolor que sus heridas les producían, continuaron el vuelo,
dándose ánimos mutuamente, llegando hasta el campo español, aterrizando junto a
la posición principal, a poca distancia del poblado de Zuitín, luego de dar
varias vueltas sobre el campamento buscando un lugar despejado donde poder
posar el aparato sin causar desperfectos, haciéndolo finalmente con gran
seguridad, sin que el biplano, las tropas, el ganado, ni el material sufrieran
el menor daño.
Fueron
sacados los aviadores del aparato en estado grave, Barreiro había recibido un
balazo en el pulmón derecho y Ríos, uno entre las piernas y otro en el vientre,
haciendo más crítico su estado la gran hemorragia sufrida por ambos. Luego de
una primera cura en el campamento, fueron evacuados a Tetuán en cuyo Hospital
Militar quedaron ingresados y fueron intervenidos, y donde permanecieron hasta
que su estado permitió su traslado a la Península, para continuar su
recuperación en el Hospital Militar de la capital de España.
Un
telegrama de Su Majestad el Rey ascendía el día 20 a ambos aviadores al grado
inmediato superior, y unos días después se abría el expediente de juicio
contradictorio para la concesión de la Cruz Laureada de San Fernando a los dos
oficiales.
Nunca
se recuperó Barreiro de su grave herida, y al quedar inútil para el servicio,
ingresó en el Cuerpo General de Inválidos en el que, en 1920, ascendió a Teniente
Coronel.
En
septiembre de 1921, tras un largo proceso en que hubo de reabrirse el
expediente que, por atenerse a la letra del reglamento, había cerrado el
Consejo Supremo de la Orden de San Fernando, le fue concedida la Cruz Laureada
al Teniente Coronel Barreiro.
En
el decreto de concesión, publicado en el Diario Oficial de 27 de septiembre, se
decía: “El día 19 de noviembre de 1913, el Capitán de Ingenieros D. Manuel
Barreiro Álvarez, tripulando el biplano MF N° 1, practicó un reconocimiento
sobre el Monte Cónico (Tetuán), y fue gravemente herido por el enemigo,
regresando al campamento principal sin causar desperfectos en el aparato y
cumplida la misión que le fue encomendada”.
En
un acto celebrado en Vigo, en el parque de Bellavista, del Colegio del Apóstol
Santiago en el que había cursado el bachillerato, le fue impuesta la preciada
cruz por el General Salgado, gobernador militar de la plaza.
Coronel
en 1928 y General de Brigada en 1931, fue ascendido a General de División en
1934, al pasar a situación de reserva.
En
el verano de 1936, el General Barreiro cuya salud había sido precaria desde que
cayera herido en 1913, se encontraba internado en el sanatorio Hispano
Americano, en la sierra de Guadarrama, desde donde se trasladó a Madrid,
refugiándose en una embajada a través de la cual pudo pasar a Francia, entrando
desde allí en la zona nacional, donde ofreció sus servicios.
La
quebrantada salud no le permitió realizar clase alguna de trabajo, por lo que
fijó su residencia en la Bayona natal; allí pasó sus últimos días el General
Barreiro, aquel que el 19 de noviembre de 1913, tripulando un primitivo
biplano, frágil artilugio de listones de fresno, alambre y lona, sobrevolando
territorio insumiso de la zona de Tetuán, escribió una gloriosa página de la
incipiente historia de la aviación marcial al derramar su sangre en vuelo a
consecuencia del fuego enemigo.
El caballero laureado de San Fernando, General de División Manuel Barreiro Álvarez, entregó su alma a Dios en Bayona, a los cincuenta y nueve años de edad, el 13 de julio de 1940. Además de la Cruz Laureada de San Fernando, el General Barreiro fue distinguido con la Medalla de Alfonso XIII, la Cruz de María Cristina de 1ª clase, la Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, la Medalla de Sufrimientos por la Patria y la Cruz y Placa de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo.
Fuente:
http://dbe.rah.es